NUTRICIÓN EN EL EMBARAZO

Anuncio
*INICIO
* Definición de Embarazo
*Nutrición en el Embarazo
*Nutrición en la Adolescente
*Nutrición Multigesta
*Nutrición Lactancia
*Comentarios Finales
*Embarazo*
.
El embarazo es una situación biológica y natural y, como tal,
tiene sus recomendaciones en la nutrición. Lo que la madre haga, al
respecto, en este período es de suma importancia para el futuro
bebé.
Muchas madres se obsesionan con quedar gordas luego de
dar a luz y, sin ningún control médico, se someten a dietas caseras
muy restrictivas, sin ser conscientes de los efectos perjudiciales que
éstas pueden ocasionar. Al disminuir el consumo de calorías se
reduce la ingesta de nutrientes. Se ha demostrado que una óptima
utilización proteínica requiere de una cierta ingesta energética para
evitar la utilización de aminoácidos como fuente de energía.
También se produce el catabolismo de las grasas dando como
resultado anemia, entre otras complicaciones.
Una alimentación inadecuada en cantidad y calidad se asocia
a un retardo en el crecimiento fetal. En consecuencia, el control
nutricional de la mujer embarazada por parte del profesional, es
fundamental para evitar riesgos en el recién nacido. Es por eso que
en el siguiente trabajo, se presenta la correcta alimentación en los
diferentes tipos y edades de una mujer embarazada.
*Nutrición en el
embarazo*
Los síntomas del embarazo son:
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Ausencia de períodos menstruales
Fatiga
Aumento del tamaño de los senos y sensibilidad de los senos
Distensión abdominal
Náuseas/vómitos
Mareos o desmayos reales.
Las mujeres embarazadas necesitan más de algunos nutrientes
que otras mujeres. Estas necesidades están determinadas en parte
por la etapa del embarazo ya que el crecimiento fetal varía según el
tiempo de gestación.
Durante el primer trimestre, la síntesis de los tejidos fetales
impone demandas no muy considerables a la nutrición de la madre
en virtud del pequeño tamaño del embrión/feto. En cambio, los
últimos tres meses son un período de notorio crecimiento fetal
cuando se presenta la mayor proporción de acopio de fuentes de
energía y minerales en el feto.
En consecuencia, conforme avanza el crecimiento del bebé
durante el segundo y el tercer trimestre, las necesidades que tiene
la madre de ciertos nutrientes muestran un gran aumento siendo las
principales en calorías, proteínas y minerales;
 Calcio.- Participa en la coagulación, en la correcta
permeabilidad de las membranas y a su vez adquiere
fundamental importancia como regulador nervioso y
neuromuscular, modulando la contracción muscular (incluida
la frecuencia cardiaca), la absorción y secreción intestinal y la
liberación de hormonas. Se encuentra principalmente en los
productos lácteos, frutos secos, sardinas y anchoas y en
menor proporción en legumbres y vegetales verdes oscuros
(espinaca, acelga, brócoli). Gran parte de este se acumula en
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el esqueleto del feto. El feto sacara el calcio necesario de
donde sea, es decir que si la ingesta es pobre en este mineral
el bebé sacara de los huesos y dientes de la madre todo el
calcio que requiera para su desarrollo. Por lo tanto, consumir
calcio es un cuidado no solo para el bebé sino para la madre
también.
Fósforo.- Se han asociado los calambres nocturnos en la
gestante en su deficiencia. Se puede incorporar al organismo
a través del consumo de carnes, huevos, lácteos, frutas
secas, granos integrales y legumbres.
Hierro.- Aumenta la demanda de este mineral durante el
embarazo, pues ayuda a prevenir la anemia materna. Se
encuentra en carnes (especialmente rojas), legumbres,
hortalizas de hojas verdes, salvado de trigo, los frutos secos,
las vísceras y la yema del huevo.
Zinc.- Su fuente principal esta en la carne, el pescado, los
lácteos, la yema de huevo, las legumbres secas y los cereales
integrales.
Yodo.Este micro mineral interviene en el crecimiento
mental y físico, el funcionamiento de tejidos nerviosos y
musculares, el sistema circulatorio y el metabolismo de otros
nutrientes. Las fuentes son la sal, algas, productos de mar y
vegetales que crezcan en suelos ricos en este mineral.
Magnesio.- El consumo de este durante el embarazo se
asocia con reducción en incidencia de preeclamsia y retraso
en crecimiento intrauterino.
Vitaminas como.- A (en el embarazo solo debe consumirse
en forma de betacaronetos: zanahoria, berro, coliflor,
pimientos rojos, espinacas, zapallo.
No consuma
suplementos que lo contengan en forma de retinol ya que
algunos estudios indican que se asocia a las malformaciones,
C (se ha asociado bajos niveles de vitamina C en sangre con
preeclamsia y con rupturas prematuras de membranas), E (su
deficiencia se ha asociado con el aborto espontáneo) y la
Vitamina D. Además de;
Ácido Fólico.- una deficiencia de este durante el embarazo
puede ocasionar que el bebé nazca bajo de peso o con
defectos del tubo neural (cierre inadecuado de la espina
dorsal y anencefalia, principalmente). dado que el cierre
normal del tubo neural ocurre en las primeras 4 semanas de la
gestación (por lo general, antes de que el embarazo sea
diagnosticado), es primordial recalcar la importancia de tener
una reserva de ácido fólico en las mujeres en edad
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reproductiva. Los alimentos que lo contienen son el pavo,
pollo, hígado, salmón, frijoles, brócoli, espinacas, naranja,
plátano, chabacano, todas las variedades de leche.
Tiamina.Esencial para el funcionamiento del corazón,
músculos y sistema nervioso. Se encuentra en los panes
fortificados, cereales, pasta, granos enteros (especialmente
germen de trigo), carnes magras (especialmente cerdo),
pescado, granos secos, fríjoles y granos de soya. Los
productos lácteos, las frutas y los vegetales no contienen
mucha tiamina, pero cuando se consumen en grandes
cantidades sí pueden ser una fuente importante de esta
vitamina.
Riboflavina.- Importante en el crecimiento corporal, la
producción de glóbulos rojos y en la liberación de energía de
los carbohidratos. Se encuentra en la carne magra, los
huevos, las legumbres, las nueces, las verduras, la leche y
sus derivados suministran la riboflavina en la dieta. Los panes
y los cereales a menudo se encuentran fortificados con
riboflavina.
Piridoxina ó Vitamina B12.- Ayuda a mantener la función
normal del cerebro, actúa en la formación de glóbulos rojos e
interviene en el metabolismo de las proteínas.
La niacina.- (conocida también como vitamina B3) se
encuentra en los productos lácteos, las aves, el pescado, la
carne magra y los huevos. Las legumbres, los panes y
cereales enriquecidos, interviene en el funcionamiento del
sistema digestivo, piel y nervios. También es importante en la
conversión de los alimentos en energía.
No se conoce con precisión la ganancia óptima de peso durante
el embarazo, Sin embargo, se sabe que el peso que la madre gana
sí tiene una gran influencia sobre el curso y el resultado del
embarazo. La ganancia deseable varía de una mujer a otra. El
factor principal que hay que tener en cuenta cuando se hace una
recomendación sobre la ganancia de peso es si el peso de la madre
antes de la gestación es adecuado para su estatura o si había un
déficit o un exceso. Con estas dos variables podemos calcular el
índice de masa corporal (IMC) una medida de cada persona que
combina tanto peso como talla de la paciente. Para calcular el IMC
se utiliza la siguiente fórmula:
IMC = peso/talla
El IMC puede clasificarse en las siguientes categorías: menor de
19.8, peso bajo o déficit de peso; 19.8 a 26.0, normal; 26.0 a 29.0,
sobrepeso o exceso de peso; mayor de 29.0, obesidad.
Las mujeres que tienen un peso bajo según su IMC deben ganar
entre 12.5 y 18kg durante el embarazo. Cuando el IMC es normal,
el aumento debe ser de 11.5 a 16kg y en las que tienen sobrepeso,
de 7 a 11.5kg.
Las mujeres obesas deben ganar
como máximo 7kg. Estos rangos
también varían de acuerdo con la edad
de la mujer, ya que si estamos
hablando
de
embarazo
en
adolescentes, hay que motivarlas a
que aumenten de peso hasta el límite
superior del rango mencionado.
La ganancia de peso es importante,
pero el embarazo no ha de convertirse
en una excusa ni para la indulgencia
alimentaría incontrolada (el viejo dicho
de que en el embarazo la mujer "tiene
que comer por dos" no debe
interpretarse como un permiso para comer sin medida), ni para el
control excesivo por miedo a perder la figura: EL EMBARAZO NO
ES UNA ÉPOCA PARA HACER DIETA.
No es necesario el consumo de suplementos vitamínicos y de
minerales durante el embarazo ya que casi todas las vitaminas y
minerales indispensables se encuentran en los alimentos corrientes,
siempre y cuando la dieta sea balanceada de acuerdo con el
principio de la pirámide. La única excepción es el hierro, ya que las
necesidades impuestas por el cambio en el volumen de los glóbulos
rojos y la masa celular de la madre y los niveles de hemoglobina y
de reserva de hierro en el hígado del feto hacen que sea
indispensable que la mujer reciba un suplemento de 30 MG diarios
de hierro ferroso.
*Nutrición en la
Adolescente
Embarazada*
En la adolescente embarazada, a las necesidades propias del
embarazo, se unen las necesidades propias de su edad, por su
crecimiento y desarrollo. En cualquier embarazo la alimentación
cobra especial importancia, más aún durante la adolescencia;
periodo en el que las demandas de energía y nutrientes son
mayores que en otras etapas de la vida.
Actualmente, la edad media de la menarquia se sitúa entre los
12 y 13 años de edad. Normalmente, el crecimiento aún continúa
durante 4 años más, aunque a un ritmo más lento que durante la
etapa prepuberal. Las chicas, durante la pubertad, se considera que
aún son biológicamente inmaduras para quedar embarazadas. Las
necesidades nutricionales de estas chicas serán la suma de las
necesidades por el embarazo más las que precisan para su propio
crecimiento. Una vez completado el crecimiento (aproximadamente
4-5 años postmenarquia o hacia los 17 años de edad), los
requerimientos nutricionales de la adolescente embarazada son
similares a los de la mujer adulta embarazada.
Para conseguir una correcta valoración y educación
nutricional de la adolescente embarazada se requiere un
asesoramiento continuo e individualizado. Esta valoración debe
incluir un análisis del crecimiento, la talla y peso actuales, la edad
ginecológica (edad cronológica menos edad de la menarquia) y un
interrogatorio sobre los hábitos dietéticos. Sobre este último punto,
es importante analizar los hábitos dietéticos antes del embarazo, los
posibles hábitos dietéticos extraños, número y horario de las
comidas principales y suplementarias, tipo de comida y posible
restricción calórica.
Las adolescentes embarazadas de edad ginecológica joven o
que están desnutridas al momento de la concepción, son las que
tienen más necesidades nutricionales. Una mujer joven que concibe
poco después de su primera menstruación corre el máximo riesgo
fisiológico, y a pesar del aumento de peso materno, los pesos de
nacimiento de los neonatos se mantienen bajos.
Este mayor riesgo de restricción en el crecimiento fetal se
atribuye a la interferencia en el flujo sanguíneo feto placentario y en
la transmisión de nutrientes al feto como resultado de las
características fisiológicas inherentes al crecimiento materno. Tal
vez las mayores concentraciones de insulina, hormona de
crecimiento humana y factores de crecimiento semejantes a la
insulina que caracterizan el crecimiento adolescente, cuando se
superponen la medio normal del embarazo, favorecen la
acumulación de las reservas de grasa y el aumento de peso en la
madre pero disminuyen los nutrientes en la circulación sanguínea,
alterando finalmente el crecimiento del feto.
Necesidades nutritivas aumentadas
La media total de los requerimientos energéticos estimada
para las adolescentes oscila entre las 2200 y 2400 Kca/día. De
cualquier manera, como el gasto energético es variable, la mejor
forma de estar seguros de que la ingestión es adecuada, es obtener
un aumento de peso suficiente. Ello debe ser llevado a cabo
mediante consejos individuales sobre las bases para la estimación
del tamaño corporal, ritmo de crecimiento, edad y grado de
actividad física.
Hoy día, muchas chicas jóvenes limitan severamente su
ingestión de alimentos para estar delgadas, y de esta manera, estar
a la moda. Esto es un riesgo nutricional adicional para las
adolescentes embarazadas, tanto por un bajo peso antes del
embarazo, lo cuál se asocia con mayores riesgos perinatales, como
por su incapacidad para reunir las necesidades nutricionales
adecuadas para su correcto crecimiento.
Proteínas, calcio y hierro
Las necesidades proteicas de la adolescente embarazada son
comprensiblemente altas. Se establece que, para chicas
embarazadas de 15 a 16 años, es de 1,5 gramos de proteína por
kilo de peso y día; y para las menores de 15 años, es de 1,7 gramos
de proteínas por Kg. de peso y día. Así mismo, es esencial una
ingestión calórica adecuada para que las proteínas sean utilizadas
para el crecimiento y desarrollo orgánico.
Para reunir las necesidades de calcio y hierro en las
adolescentes embarazadas, se requiere un cuidado especial debido
a la pobre ingestión de estos dos nutrientes. Se recomienda una
ingesta de 1600 MG de calcio para las adolescentes embarazadas
que estén en etapa de crecimiento y esto se cubre con la ingesta de
un litro de leche o alimentos equivalentes (sustituyendo
adecuadamente la leche por yogur, queso, cuajada). Esta cantidad
se considera necesaria para proveer de suficiente calcio para el
normal desarrollo fetal, sin utilizar las reservas óseas maternas.
Las necesidades de hierro de la adolescente, durante su
crecimiento, son altas debido al crecimiento de su masa muscular y
del volumen sanguíneo. No obstante, la recomendación de un
suplemento diario de hierro, puede ser necesaria tanto para la
adolescente como para la mujer adulta embarazada.
Se ha observado que la dieta de las adolescentes de nuestro
país es pobre en calcio, hierro, vitaminas A, C y D, ácido fólico y
calóricamente insuficiente.
Riesgos asociados más comunes…
El peso medio al nacer de los niños de madres adolescentes
suele ser significativamente más bajo y la mortalidad infantil mayor
que en el de la mujer adulta. La media del peso del bebé al nacer va
aumentando junto a la edad de la madre, así como el porcentaje de
niños con bajo peso al nacer disminuye cuando la edad de la madre
aumenta desde 15 a 19 años.
Sus músculos generalmente no están suficientemente
desarrollados, el esqueleto puede que no haya alcanzado el grado
óptimo de mineralización y ciertas reservas de nutrientes
(principalmente de hierro, ácido fólico, vitamina A y B12) son
menores que en la mujer adulta bien alimentada.
A esto se añade los inadecuados hábitos alimentarios que
suelen tener los adolescentes; desordenados, desequilibrados en
cantidad y calidad de energía y nutrientes, con el agravante de que
muchas de ellas siguen dietas hipocalóricas, con el fin de tener una
imagen corporal, que en ocasiones se acerca más al modelo
anoréxico que al fisiológico.
*Nutrición Multigesta*
La mayor edad en una mujer gestante que se ha publicado en
la literatura médica, corresponde a una mujer madura de 63 años
de edad.1
¿Cuál es la edad que debe tener la mujer embarazada para
considerarse embarazada añosa?. Muchos autores han designado
como edad mínima el límite de los 35 años de edad2 y otros
mencionan la edad de 40 años.3 Independientemente de la
definición por diferentes edades, el embarazo en estas pacientes
mayores de edad es considerado como de alto riesgo, que incluye
tanto a la madre como al feto/neonato4.
Los avances en los cuidados materno-fetales, mejores
técnicas anticoncepcionales, el tratamiento de la infertilidad
materna, la donación de óvulos, la fertilización in Vitro la y terapia
de reemplazo hormonal, han hecho posible la presencia del
embarazo en edad muy avanzada y con éxito, incluso hasta la
edad de 60 años.5 Consideramos a una mujer gestante como añosa
o madura cuando éstas sobrepasan los 35 años de edad6, definición
adoptada por el Consejo de la Federación Internacional de
Obstetras y Ginecólogos en 1958.
Múltiples aspectos económicos, sociales y culturales en la
actualidad, hacen que la mujer posponga la decisión de
embarazarse, por otra parte, la infertilidad, el control en la fertilidad,
un matrimonio tardío o un segundo matrimonio también son factores
que contribuyen al deseo de embarazos tardíos.
La frecuencia de embarazos en mujeres con una edad mayor
de 35 años es cada vez mayor. Sólo en los Estados Unidos de
Norteamérica se ha duplicado el índice de nacimientos en mujeres
con edad de 30 a 39 años entre 1970 y 1986. Para las mujeres de
40 a 44 años, la incidencia aumentó en 50%.7 Se estima que cerca
del 10% de todos los nacimientos en los Estados Unidos ocurrirán
en mujeres entre los 35 y 49 años de edad en el transcurso del año
2000.
La frecuencia de patologías que afectan el embarazo es
mayor en las parturientas con una edad por arriba de los 35 años.
Sin embargo, independientemente de la enfermedad que implica la
enfermedad adjunta, los cambios fisiológicos del envejecimiento
afectan algunos aspectos del embarazo y parto, así como también
el manejo anestésico. Indudablemente el embarazo en la mujer
madura presenta un incremento real en la morbimortalidad materna
y fetal8, por lo que los cuidados prenatales y perioperatorios poseen
peculiaridades que deben tomarse en cuenta para un mejor manejo
perianestésico y una óptima evolución del binomio madre e hijo.
La fertilidad y fecundidad disminuyen en relación directa a la
edad materna.9 La incidencia de abortos se incrementa con la edad
materna, de un 20% en las pacientes premenopáusicas a un 40%
durante la menopausia10, esto es principalmente debido a
aberraciones cromosómicas y a hipoperfusión placentaria.11
Las patologías cardiovasculares y pulmonares crónicas
contribuye a un pronóstico más pobre en los embarazos
complicados. La diabetes mellitus y la hipertensión arterial
sistémica, previos a la gestación incrementan el riesgo de
enfermedades vinculadas con el embarazo, como la preeclampsia.
La prevalencia de enfermedades como la hipertensión arterial
sistémica, cardiopatía, neumopatía crónica, nefropatía, neoplasias y
diabetes mellitus aumenta en la mujer embarazada madura.12 Las
patologías cardiovasculares y pulmonares estables antes del trabajo
de parto pueden desestabilizarse y agravarse, por los cambios
fisiológicos que supone el embarazo, sobre todo en el último y
tercer trimestre.
Es importante recalcar que la paciente embarazada multigesta
madura, a diferencia de la primípara añosa, presenta con más
frecuencia hemorragias por atonía uterina y placenta previa.
Naeye13, obteniendo datos del Collaborative Perinatal Project,
encontró una alta incidencia de desprendimiento prematuro de
placenta, placenta previa y corioamnioitis en mujeres entre los 35 y
50 años de edad a diferencia de las mujeres entre los 18 y 34 años
de edad. Del mismo modo, después de los 35 años de edad la
mujer
embarazada
madura
presenta
con
doble
frecuencia
hipertensión arterial sistémica y diabetes mellitus en relación con la
grávida joven; además, también requieren con más frecuencia
intervenciones obstétricas como inducción del trabajo de parto,
operación cesárea electiva y aplicación de fórceps.
Con el incremento de la edad materna, la frecuencia de
operación cesárea también se incrementa: de 20-29 años se obtuvo
una frecuencia del 16.8%; de 30-34 años, 26.8%, y en mujeres con
edad mayor a los 34 años, se encontró una frecuencia de 32.4%.
Del mismo modo las complicaciones en el trabajo de parto
ocurrieron con más frecuencia en el grupo de embarazadas
maduras (26%) en relación con las más jóvenes (16%).14
Hay por lo menos dos distintos tipos de parturientas maduras:
las primíparas, quienes requieren concepción asistida la mayoría de
las veces, y las multíparas, que conciben espontáneamente. Las
primíparas añosas son un grupo de población de mucho mayor
riesgo a diferencia de las multíparas maduras.
Las lesiones arterioscleróticas en el miometrio son causa de
hipoperfusión
placentaria,
incrementándose
esta
alteración
histopatológica, de un 11% a la edad de 17 a 19 años a un 83%
después de los 39 años. Este tipo de lesión “fibroide” restringe la
elasticidad y dilatación de las arterias, restringiendo de esta forma la
normal perfusión sanguínea del miometrio y de la placenta.15 Según
la edad va avanzando hay evidencia indirecta de que el flujo
sanguíneo útero placentario disminuye. También se ha implicado a
la placenta previa como causa de hipoperfusión úteroplacentaria.16
La mortalidad materna en la paciente embarazada madura es
debida principalmente a toxemia, placenta previa, hemorragia
postparto, embolia pulmonar o de líquido amniótico y a otras
complicaciones durante el puerperio.17
Un buen número de estudios relaciona a la parturienta madura
con mayor mortalidad perinatal. La mayoría de los estudios
encontró que la edad materna superior a los 40 años se relaciona
con mayor mortalidad perinatal.18
La premisa que debemos considerar al administrar anestesia
a toda paciente obstétrica madura es considerarla siempre como de
alto riesgo, haciendo también énfasis que posee particularidades
específicas. Los cambios fisiológicos que presenta la embarazada
madura tienen importantes implicaciones anestésicas, que las
distingue de la mujer embarazada no madura. En la valoración
preanestésica es importante el conocimiento de los efectos de la
edad,
enfermedades
preexistentes
y
sus
tratamientos
correspondientes, así como también, las complicaciones que se
presentaron durante el embarazo. En particular debe prestarse
atención a la diabetes mellitus, hipertensión arterial sistémica
crónica y otras enfermedades cardiovasculares.
El conocer las complicaciones de la madre y el producto nos
ayudará a un correcto planeamiento de la administración de la
anestesia.
No existe una técnica anestésica ideal en su totalidad para la
paciente ginecoobstétrica madura, y ambas, tanto la anestesia
general
(inhalada
subaracnoidea)
o
tienen
endovenosa)
efectos
o
regional
colaterales
que
(epidural
en
o
algunas
ocasiones terminan inclusive con la muerte. Nuevos fármacos y
nuevos métodos modernos de monitorización han hecho a la
anestesia general una técnica segura tanto para la madre como
para el producto in útero; sin embargo, los problemas graves que se
presentan con el manejo de la vía aérea en las parturientas bajo
anestesia general, a pesar del advenimiento de la mascarilla
laríngea, continúan siendo un reto para el anestesiólogo y de mayor
riesgo para la madre. Varios estudios han consignado que la
anestesia regional provee mejor manejo anestésico y evolución
postoperatoria que la anestesia general en pacientes de alto riesgo,
como podría ser la embarazada madura.19
La anestesia regional provee mayores ventajas al producir un
efecto inhibitorio en la respuesta neuroendócrina al estrés
quirúrgico, reduce la liberación en plasma de los mediadores de la
"respuesta al estrés" como los esteroides adrenales y las
catecolaminas20, reducir la pérdida sanguínea transoperatoria,
disminuir la incidencia de complicaciones tromboembólicas trans y
postoperatorias 21 y disminuir el catabolismo postoperatorio.22
Por lo general, la anestesia regional epidural es la técnica
anestésica de elección tanto en el parto vaginal como en la
operación cesárea en pacientes preeclámpticas.23 Comparado con
la anestesia general, el bloqueo epidural ofrece más estabilidad
hemodinámica materna y útero placentaria, tanto durante la cirugía
como después, inhibiendo la respuesta neuroendócrina.24
En relación con la hipertensión arterial sistémica, gestacional
o crónica, que pueda presentar la paciente embarazada madura, el
bloqueo epidural es de elección, ya que la anestesia general se
asocia con incrementos de la presión arterial media.25 La incidencia
de hipertensión arterial esencial se incrementa conforme la paciente
obstétrica tiene mayor edad, provocando la laringoscopia y la
intubación endotraqueal, respuestas hipertensivas.26
Una de las ventajas que tiene el bloqueo epidural sobre el
bloqueo espinal en la paciente embarazada joven o madura, es el
provocar un bloqueo simpático gradual, previniendo una hipotensión
arterial severa en una paciente ya de por sí, hipovolémica.27
La analgesia epidural lumbar es una opción excelente para el
trabajo de parto y el parto vaginal; proporciona buena analgesia y
es aplicable al parto instrumental o la cesárea.
*Nutrición en la
Lactancia*
Relación entre la fisiología y la alimentación de la madre
Las glándulas mamarias se preparan para la lactancia ya
desde la adolescencia (aumento de tamaño de la mama, areola y
pezón). Los cambios hormonales que ocurren durante el embarazo
y que provocan el crecimiento mamario, aumento de los conductos
y los alvéolos, establecen el punto para el inicio formal de la
lactancia. La succión del lactante es el estímulo desencadenante
para la producción y secreción de leche.
¿Qué ocurre durante la lactancia?
La lactancia es un período de la vida en el que la madre
ofrece al recién nacido un alimento cualitativa y cuánticamente
adecuado a sus necesidades, "la leche materna". La leche materna
es una sustancia que contiene macro y micro nutrientes en
proporciones adecuadas, y que sirve de alimento al recién nacido.
Esta situación se alarga durante varios meses de la vida del recién
nacido y obliga a una adecuación de la dieta de la madre lactante
para hacer frente, y cubrir de forma óptima sus necesidades y las
del recién nacido, sin correr riesgo alguno para la salud de ambos.
La alimentación de la madre debe estar acorde con los
cambios que sufre la leche materna a lo largo de todo el período de
lactancia. La calidad de los alimentos consumidos por la madre
tiene consecuencias directas en el volumen y composición de la
leche y sobre su salud y la del lactante.
La alimentación de la madre debe evolucionar en calidad y
cantidad paralelamente a las variaciones de los requerimientos
nutricionales del lactante, teniendo en cuenta el tipo de lactancia
que se lleva a cabo (exclusiva o mixta).
La secreción de leche hace de la lactancia un proceso que
aumenta la demanda de nutrientes de la mujer que amamanta
debido a que, durante varios meses, parte de los nutrientes que
obtiene mediante la ingesta habitual, se destinan a la producción de
este alimento. Además hay que tener en cuenta que la demanda de
nutrientes no es homogénea y varía tanto cualitativa como
cuantitativamente a lo largo de la lactancia. Es por ello necesario
que los alimentos que se consumen sean nutricionalmente válidos
para cubrir estos aspectos.
Influencia de la dieta en la composición de la leche
Parece que la cantidad de leche que consume el lactante no
afecta demasiado a la producción de leche, sino que depende más
de la frecuencia de las mamadas. Aunque si un bebé mama
frecuentemente pero no llega a vaciar los pechos, ese pecho
producirá menos cantidad para la próxima vez porque no ha sido
totalmente vaciado. En cambio, si se vacía totalmente el pecho la
producción aumenta, ya que de alguna manera el cuerpo recibe la
información de que el bebé necesita más alimento.
Sin embargo, la dieta de la madre no sólo influye en la
cantidad de leche producida sino que también influye en la
composición. Se sabe que la cantidad de ácidos grasos de la leche
es el fiel reflejo de la cantidad ingerida por la mujer que amamanta.
Ocurre lo mismo con los niveles de selenio, yodo y algunas
vitaminas del grupo B. La cantidad de proteínas que contiene la
leche puede verse afectada si la madre está desnutrida. Los demás
nutrientes parece que se
independientes de la dieta.
mantienen
constantes
y
son
A la vista de esto, parece obvio que la alimentación durante la
lactancia debe ser rica en energía, lípidos, proteínas y vitaminas,
con el fin de que cubra las necesidades para la producción de la
leche.
Por este motivo, se debe conocer:
*La composición de la leche materna (que es el equivalente a
conocer las necesidades del lactante).
*Los requerimientos nutricionales recomendados para que la
producción de la leche no altere el estado nutricional de la madre.
Con estos datos será más fácil establecer pautas dietéticas para
una lactancia sin riesgos.
Tabla de composición de nutrientes de la leche materna
Nutrientes
Secreción
estimada
/600ml
Secreción
estimada
/1000ml
Energía (Kcal.)
420
700
Proteínas (g)
6,3
10,5
Vitamina A( µg)
400
670
Vitamina D (Mg.) 0,3
0,6
Vitamina E (Mg. 1,4
ET)
1,3
Vitamina K (µg)
24
Vitamina C (
0,13
Mg.)
2,3
Tiamina (Mg.)
0,21
Riboflavina (Mg.) 0,9
2,1
40
0,21
0,35
1,5
Niacina (mgEN)
0,06
0,09
B6 50
83
0,6
1,0
168
280
84
140
Calcio (Mg.)
21
35
Fósforo (Mg.)
0,18
0,30
Magnesio (Mg.)
0,9
1,5
Hierro (Mg.)
66
100
Zinc (Mg.)
12
20
Vitamina
(Mg.)
Folatos (µg)
Vitamina
(µg)
B12
Yodo (µg)
Selenio (µg)
Desde el punto de vista nutriológico, la lactancia es el periodo
con mayores demandas dentro de la vida reproductiva. Exige de
una manera notable los requerimientos de calcio, la recomendación
es de 500 kilocalorías al día.
Entre los factores que afectan la producción de leche, son el
alcohol, el café y el tabaco. Se ha observado que el alcohol en dosis
superiores de medio gramo por kilogramo de peso materno al día es
capaz de inhibir el reflejo de eyección de la leche. Además tanto la
nicotina como la cafeína se excretan a través de la leche, y pueden
producir estados de excitación en el bebé. Diversos estudios
demuestran que los anticonceptivos basados en mezclas de
estrógenos y progestágenos tienden a disminuir la cantidad de
leche producida, además de que provocan una menor
concentración de nitrógeno en la leche excretada.
La práctica de la lactancia reduce el riesgo de cáncer mamario
y ayuda a establecer una adecuada relación entre el neonato y su
madre.
*Comentarios Finales*
El tabaco, el alcohol y las drogas pueden hacerle daño al feto.
Se ha demostrado que el cigarrillo se asocia con peso bajo del feto
al nacer y con un aumento en la incidencia de complicaciones
graves como la implantación baja de la placenta y el
desprendimiento prematuro de la placenta normalmente insertada,
pueden causar la muerte en el periodo fetal o neonatal. Por ello hay
que aconsejar de forma bastante estricta a las mujeres fumadoras
que abandonen el hábito durante el embarazo, o que cuando menos
lo reduzcan.
El alcoholismo materno se asocia con abortos espontáneos.
Hasta el 10% de los hijos de madres que tienen problema serio de
consumo de alcohol durante el embarazo pueden nacer afectados
por el síndrome alcohólico fetal (SAF), un grupo de anomalías
serias que afectan la estructura de la cara y del cráneo y cursa con
afección del crecimiento y trastornos de aprendizaje. En la
actualidad no existe un nivel seguro conocido de consumo de
alcohol durante el embarazo, de forma que es aconsejable la
abstinencia completa.
El uso de drogas ilícitas y el estilo de vida común a las
personas que las consumen contribuyen a la aparición de retraso de
crecimiento intrauterino y posteriormente en el desarrollo infantil. El
riesgo aumenta en los bebés de madres consumidoras de cocaína y
en las que toman mezclas de drogas y alcohol.
En consecuencia, conviene intentar convencer por todos los
medios posibles a la mujer usuaria de drogas o alcohol de que
suspenda su hábito. Si ello resulta impracticable, ha de insistirse en
la importancia de una buena nutrición, factor clave en la prevención
de las anomalías congénitas y la muerte fetal.
La nutrición adecuada debe asegurarse a través de la
educación y de la disponibilidad de los recursos de la comunidad.
Se debe hacer hincapié en que la embarazada haga ejercicio y
duerma adecuadamente.
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