Evaluación psiquiátrica de niños y adolescentes Rafael, A. EVALUACIÓN PSIQUIÁTRICA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES. ............................2 ¿CUÁLES SON LOS OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA? .......................... 2 ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DIFERENCIALES DE LA EVALUACIÓN PSIQUIÁTRICA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA? ....................................................................... 2 ¿QUÉ FUENTES DE INFORMACIÓN DEBEMOS UTILIZAR?.......................................... 3 LA ENTREVISTA PARENTAL…............................................................................... 5 ¿Qué objetivos tiene esta entrevista? .......................................................... 5 ¿Cuáles son las características de esta entrevista? .................................... 5 Los aspectos técnicos…............................................................................ 5 ¿Cómo exponen los padres el motivo de consulta? .................................. 6 ¿Cómo realizar la historia del desarrollo? ................................................. 7 ¿Qué antecedentes familiares existen? .................................................. 10 ¿Existen antecedentes médicos y/o psiquiátricos familiares? ................. 11 LA ENTREVISTA CON EL NIÑO O ADOLESCENTE… ................................................ 11 ¿Qué objetivos tiene? ................................................................................ 12 ¿Qué técnicas debo utilizar? ...................................................................... 12 ¿Cómo debo estructurarla? ........................................................................ 14 ¿QUÉ INSTRUMENTOS ESTANDARIZADOS DEBO UTILIZAR? ................................... 15 ¿DEBO REALIZAR EVALUACIÓN INTERDISCIPLINAR? ............................................. 16 ¿CÓMO SE REALIZA EL DIAGNÓSTICO? ............................................................... 16 ¿CÓMO COMUNICO LOS RESULTADOS? .............................................................. 18 1 Evaluación Psiquiátrica de Niños y Adolescentes. Los psiquiatras infantiles evalúan y tratan niños y adolescentes con trastornos psiquiátricos que provocan deterioro de la actividad emocional, cognitiva, física y/o conductual. El niño o el adolescente es evaluado en el contexto de su familia, la escuela, la comunidad y la cultura. ¿Cuáles son los objetivos de la evaluación diagnóstica? La evaluación diagnóstica del niño tiene las siguientes finalidades: (1) Determinar si existe psicopatología y, en ese caso, establecer el diagnóstico diferencial. (2) Determinar si el tratamiento está indicado. (3) Si es así, desarrollar recomendaciones y planes de tratamiento que faciliten la implicación de la familia y del niño en el mismo. Para llevar a cabo estos objetivos generales se establecen los siguientes objetivos específicos: (1) Identificar el motivo y los factores de consulta. (2) Obtener un cuadro adecuado del desarrollo del niño y de la naturaleza y amplitud de los problemas conductuales, el deterioro funcional y/o el malestar subjetivo del niño. (3) Identificar los posibles factores individuales, familiares o ambientales que puedan explicar, influir o mejorar estos problemas. ¿Cuáles son las características diferenciales de la evaluación psiquiátrica en la infancia y la adolescencia? La evaluación psiquiátrica de los niños se rige por los mismos principios, métodos y procesos que la evaluación del adulto, sin embargo tiene unas características propias que deben ser consideradas a la hora de conducir dicho proceso. La fenomenología clínica de ciertos trastornos infantiles discurre paralela a la correspondiente en adultos. En dichos casos, los criterios diagnósticos descritos en los sistemas oficiales de clasificación DSM y CIE pueden aplicarse prácticamente sin modificaciones. Sin embargo, en algunos casos los factores del desarrollo pueden influir en la manifestación de los síntomas psiquiátricos. En muchos casos, las anormalidades de los niños consisten en conductas adaptativas deficientes y en un fracaso para avanzar de la manera esperada en una o más dimensiones del desarrollo, en vez de síntomas patognomónicos específicos de los trastornos en adultos. En muchos niños, el estado clínico que requiere evaluación algunas veces supone una manifestación grave de los síntomas que se observan de manera más leve en niños que no consultan. Por ejemplo, en la niñez son frecuentes los problemas transitorios y aislados como miedos, rabietas, o inquietud; sin embargo, en un número considerable de niños estos problemas son lo suficientemente persistentes, funcionalmente deteriorantes, y/o generadores del suficiente malestar para merecer atención clínica. 2 Por tanto, el núcleo de la obtención de la historia y del examen del estado mental del niño lo constituye el desarrollo, ya que trata de describir el funcionamiento presente del niño en diversos ámbitos y evaluar la adaptación del niño en estas áreas según lo esperable por edad y fase de desarrollo del niño. El proceso de diagnóstico psiquiátrico del niño se origina en el entendimiento que hace el clínico de las vicisitudes del desarrollo normal y anormal del niño, incluyendo un intervalo esperable de conductas a diferentes edades y las manifestaciones características de diversas formas de alteración en cada fase del desarrollo. La principal queja y la motivación para la consulta suele provenir de los adultos que se relacionan con el niño (padres o profesores), y no tanto del propio niño. La lectura que hace el niño acerca del motivo de la evaluación y su motivación y capacidad para cooperar en ella varían. Un elemento indispensable en la evaluación diagnóstica es esclarecer el contexto social y las razones de la consulta (¿quien está preocupado por el niño y por qué?) El funcionamiento del niño y su bienestar psicológico son muy dependientes del contexto familiar y escolar en el que vive y estudia. El niño no puede ser evaluado de forma aislada. La obtención de un cuadro diagnóstico completo y minucioso del niño requiere recabar información de diversas fuentes, entre las que se encuentran además del propio niño, la familia, la escuela y otras instituciones vinculadas con él. La capacidad que tiene el niño para concebir y hablar de sus experiencias y sentimientos difiere de la de los adultos y está profundamente influenciada por factores madurativos y evolutivos, tanto normales como patológicos. El clínico, por tanto, tiene que ser capaz de comunicarse y entender al niño de una manera adecuada a su nivel de desarrollo. En ocasiones, la obtención de información a partir del niño debe hacerse mediante otras formas de comunicación que no sean preguntar y responder o el discurso verbal. La entrevista y el examen del estado mental deben tener en cuenta la labilidad característica de los niños y su propensión a replegarse hacia formas más inmaduras cuando se encuentran cansados, enfermos, recelosos o en situaciones poco familiares. Así, pese a que una primera entrevista pueda proporcionar información potencialmente útil, es posible que no revele el nivel óptimo o característico de la actividad del niño. Se recomienda realizar más de una entrevista con el niño a fin de que se sienta cómodo con el entrevistador y poder obtener un cuadro más representativo y válido del niño. La evaluación clínica requiere, por tanto, varias horas. Se trata de tiempo para la entrevista con los padres, tiempo para la entrevista con el niño, y tiempo para comunicar el diagnóstico y las recomendaciones. Siempre que estén clínicamente indicados, deben realizarse contactos colaterales adicionales, visitas en casa u observaciones de la actividad del niño en la escuela. ¿Qué fuentes de información debemos utilizar? La evaluación diagnóstica completa del niño normalmente implica la obtención de datos del paciente, de la familia y de la escuela, así como del médico de atención primaria y cualquier profesional de la salud mental tanto del pasado como del presente. 3 En el caso de niños que están vinculados al sistema judicial juvenil o del bienestar del niño o de niños que viven en instituciones, es indispensable la información de los historiales de instituciones, de agentes judiciales de vigilancia y/o cuidadores de las instituciones. Para los niños ingresados en un contexto psiquiátrico o pediátrico, se debe recurrir a observaciones y evaluaciones de las múltiples disciplinas relacionadas con el niño: enfermeros, terapeutas, trabajador social, educación, psicología, pediatría, etc. Como mínimo, la evaluación suele implicar entrevistas directas con el niño y los padres. Para que el niño y los padres puedan hablar francamente, se recomienda encontrarse por separado con cada uno de ellos. También es importante ver al niño y a los padres juntos a fin de observar su interacción y valorar cómo formulan y exponen juntos el problema. Algunas veces es útil ver reunida a toda la familia. La disposición práctica de cómo se regulan o combinan estas entrevistas varía según el caso y el contexto clínico. En niños pequeños, se recomiendan una o más entrevistas iniciales con los padres sin el niño, antes de ver al niño a solas o con sus padres. Por el contrario, resulta de utilidad que los adolescentes estén en las primeras entrevistas, tanto con los padres como sin ellos. La exclusión del adolescente pone en peligro la imagen del médico, al que puede considerar un agente de los padres y, por tanto, debilitar la alianza del tratamiento. 4 La entrevista parental… El consentimiento y la cooperación de los padres o de los tutores son indispensables para evaluar al niño. Cuando el padre a cargo de la custodia o un tutor legal solicitan la evaluación, el consentimiento no tiene sentido. Cuando la consulta proviene de otra fuente, clínica y legalmente es necesario obtener el consentimiento de los padres para la evaluación psiquiátrica del niño. ¿Qué objetivos tiene esta entrevista? La entrevista con los padres tiene varios objetivos: (1) Obtener la explicación del motivo de consulta por parte de los padres, los problemas que tiene en ese momento el niño, y el impacto que tiene el niño y sus síntomas en los padres por separado, en los padres como pareja y en la familia como un todo. (2) Obtener una historia minuciosa del desarrollo anterior y actual del niño en el contexto de su familia. (3) Obtener un cuadro del funcionamiento de los padres y de la familia, incluyendo su contexto comunitario y cultural. (4) Recabar los antecedentes familiares en cuanto a trastornos médicos o psiquiátricos que puedan tener una significación genética o ambiental para la etiología o tratamiento de los problemas del niño. ¿Cuáles son las características de esta entrevista? Los aspectos técnicos… Como ya se ha señalado, son los padres los que suelen realizar la consulta. No obstante, la madre y el padre no siempre están completamente de acuerdo en cuanto a la información o bien esa información no concuerda con la que aporta el niño, los profesores o los registros contemporáneos de los acontecimientos pasados. Estas discrepancias subrayan la necesidad de tener en cuenta a diversos informadores. Estas discrepancias pueden generarse por diversas razones: Los informadores algunas veces no acceden de la misma manera a la información relacionada con los sentimientos y el comportamiento del niño. Esto ocurre básicamente cuando los síntomas del niño son específicos de la situación (p.ej., que ocurra sólo en la escuela o sólo en casa). Los informadores pueden percibir o evaluar los acontecimientos que observan de forma diferente. Los informadores presentan diferencias a la hora de referir sus percepciones al entrevistador. 5 Tanto la experiencia clínica como los estudios metodológicos sugieren que, en comparación con los niños, los padres suelen referir más las conductas perturbadoras o externalizadas, tales como inquietud, desatención, impulsividad, oposicionismo o agresividad. Por el contrario, los niños suelen referir más sentimientos y síntomas depresivos o de ansiedad, entre los que se encuentran pensamientos o actos suicidas, de los que los padres no tienen noticia. El niño suele ser la única fuente de información de algunos acontecimientos. En general, la fiabilidad de la información de los niños sobre síntomas específicos aumenta con la edad, de manera que los niños con edades inferiores a los 10 años tienden a ser informadores menos fiables que sus padres. Los padres difieren en cuanto al tipo y cantidad de tiempo que dedican a la interacción con sus hijos. Las diferencias en cuanto a perspectiva y contexto de observación que pueden darse entre madres y padres subrayan la importancia de implicar lo máximo posible en la evaluación directamente a las dos figuras parentales. La entrevista con los padres debe utilizar diversas técnicas para suscitar información. Las preguntas específicas son más útiles para obtener datos objetivos y de cronología, mientras que la información de sentimientos y relaciones se pueden suscitar mejor con preguntas más abiertas e indirectas. Para establecer el "rapport" y no provocar una evitación del tema central, es importante que los padres puedan explicar su historia a su manera. Pueden complementarse con preguntas flexibles de seguimiento a fin de esclarecer detalles. La entrevista con los padres tiene el objetivo doble de recabar información y establecer el "rapport". Estos objetivos son complementarios ya que es más probable que los padres no se muestren a la defensiva y que sean afables con un clínico al que perciben como comprensivo y que no emite juicios. Para ello es necesario que el entrevistador mantenga una actitud empática que no sea ni lejana ni abiertamente familiar. El clínico debe explicar la situación del niño y de la familia y los problemas en términos comprensibles para los padres. Es importante que el contenido del estudio diagnóstico (incluyendo un interés en los puntos fuertes y talentos del niño) transmita la apreciación de que el niño no es únicamente un paciente o un portador de síntomas. El clínico debe conocer también el efecto que sobre el proceso de la entrevista tienen las diferencias o similitudes percibidas entre el clínico y el niño (o padres) en cuanto al sexo, edad, y antecedentes étnicos o sociales. ¿Cómo exponen los padres el motivo de consulta? 6 Dado que muchas consultas clínicas provienen de los padres, y no del niño, la explicación que dan los padres de los problemas que presenta su hijo es de enorme importancia. Más allá de proporcionar información objetiva de los síntomas y del funcionamiento actual del niño, la entrevista con los padres trata de suscitar el significado e impacto de los problemas del niño sobre la familia, así como de la actitud de los padres hacia el proceso de consulta y diagnóstico. De esta manera, la entrevista constituye una buena ocasión de desarrollo de una alianza con los padres, en la que compartir el objetivo de identificar y ayudar en los problemas de su hijo. Como parte del trabajo, es especialmente importante identificar las expectativas e intereses implícitos y explícitos de la evaluación. Es necesario investigar la frecuencia, intensidad, duración y circunstancias en que se dan las conductas problema, y las actitudes de los padres, del niño y de los demás hacia el problema. Se debe pedir una explicación sistemática de los casos específicos del comportamiento problema. Para evaluar el grado de deterioro funcional que provocan los problemas del niño, es necesario investigar el grado de malestar del niño, interferencia en actividades sociales y académicas, efecto en la consecución del desarrollo del niño, e impacto de la conducta del niño sobre los demás. El objetivo no es obtener únicamente una descripción de la conducta problemática, sino comprender el significado y la función de los síntomas en relación a factores del niño y del ambiente que puedan estar influyendo. Un síntoma concreto puede tener significados, funciones e implicaciones clínicas bastante diferentes en los diferentes niños y en diferentes situaciones ambientales. Para realizar esta distinción, la entrevista debe evaluar las circunstancias anteriores, los precipitantes inmediatos, los concomitantes conductuales y las consecuencias de la conducta problemática, así como el contexto evolutivo y familiar más amplio en el que se presentan los síntomas. Así, desde un buen principio en el proceso de la entrevista, la obtención de la historia y la formulación diagnóstica no son procesos separados; más bien, el clínico experimentado continuamente formula y contrasta hipótesis que guían las preguntas y las posibilidades diagnósticas para ser exploradas en la entrevista. La obtención de la historia debería centrarse no sólo en los problemas y síntomas del niño, sino en los potenciales, talentos y áreas de mayor adaptación del niño. Este planteamiento ayuda a mantener la autoestima del niño y de los padres y ofrece información valiosa acerca de los factores que pueden ayudar a aliviar o compensar las áreas de vulnerabilidad del niño. ¿Cómo realizar la historia del desarrollo? Para obtener una historia detallada del desarrollo físico, cognitivo, lingüístico, social y emocional del niño es necesario realizar una entrevista o más con los padres. 7 Desde la concepción y el embarazo, la historia debe suscitar hechos objetivos del desarrollo del niño hasta el momento actual y la significación emocional de las diversas facetas del desarrollo del niño en términos de las propias esperanzas, temores, expectativas y circunstancias vitales de los padres. Incluso aunque los padres no puedan dar una cronología precisa de la historia temprana del niño, pueden explicar el desarrollo del niño en relación a sus hermanos o importantes acontecimientos familiares. Especial atención debe prestarse a los cambios o discontinuidades aparentes en el avance del desarrollo o nivel de actividad del niño. En la evaluación del desarrollo anterior y presente del niño, varios ámbitos son de especial importancia: Funcionamiento cognoscitivo y escolar. Empezando por la niñez temprana, debe examinarse el patrón de potenciales y debilidades cognoscitivas del niño, entre los que se encuentran las habilidades verbales, atencionales y organizativas. Los antecedentes educativos del niño deberían dirigirse a los aspectos sociales, emocionales e intelectuales de la participación escolar. Estos incluyen la capacidad de separarse de los padres y acudir regularmente a la escuela, las relaciones interpersonales con los compañeros y profesores, la motivación para aprender, la tolerancia a la frustración y demora de la gratificación, actitud hacia la autoridad, capacidad de aceptar críticas, etc. Se recomienda obtener la historia secuencial de las escuelas a las que ha asistido, además de las razones de los cambios de centro. Si la conducta o avance del niño en la escuela está entre las áreas problema, deben revisarse los registros escolares, incluyendo las pruebas estandarizadas. Es muy recomendable obtener información directa de los profesores, asesores o demás personal escolar del niño. Relaciones con los compañeros. Se recomienda evaluar la cantidad y calidad de las amistades del niño (preferencias en cuanto a edad y sexo de los amigos y cualquier cambio básico en un grupo de compañeros), habilidades sociales y déficit, y participación, así como capacidad para disfrutar de actividades informales y organizadas con los compañeros. En adolescentes, esta historia social incluye la capacidad de entablar relaciones íntimas, intereses románticos, actividad sexual, y cualquier aspecto de orientación sexual. Relaciones familiares. Esta parte de la evaluación abarca la manera de relacionarse del niño con los miembros concretos de la familia y cómo se ajusta el niño al sistema global de la familia. También es importante examinar el efecto que han tenido los cambios en la composición o en las relaciones de la familia, cambios como defunciones, nacimiento de hermanos, hermanos más mayores que abandonan la familia, separación de los padres, divorcio de los padres o segundas nupcias, y cambios en la preparación de la atención, custodia o visitas. También se evalúa el grado de cumplimiento de reglas y normas establecidas en la familia. Debe considerarse la calidad y el estilo de disciplina parental o establecimiento de límites, así como la respuesta que tienen los niños a esas intervenciones. 8 Desarrollo físico y antecedentes médicos. Los antecedentes médicos se inician desde la concepción del niño, la gestación y el nacimiento. Se deben especificar las posibles complicaciones prenatales y perinatales (incluyendo medicación y uso de sustancias), duración de la gestación, peso al nacer, y estado neonatal. La historia del desarrollo físico incluye el desarrollo de la motricidad fina y gruesa, control de esfínteres y cualquier lapso, conducta alimentaria y actitudes, y patrones de sueño. Debe señalarse la etapa de madurez de la pubertad y el desarrollo físico (incluyendo retraso o desarrollo precoz), así como los sentimientos del niño en relación a ello. Es importante el estudio sistemático de la medicación, enfermedades, hospitalizaciones, lesiones graves (sobre todo las de la cabeza), u operaciones, así como las reacciones del niño frente a estos acontecimientos y su impacto sobre su salud y actividades. De gran importancia es el estudio específico del examen médico más reciente del niño, la ocurrencia de tics, problemas de audición o visión, y estados alterados o pérdidas de conciencia. Si está indicado se pueden obtener y revisar los informes médicos. Desarrollo emocional, temperamento y estado mental. Incluye una explicación de la personalidad del niño; estado de ánimo actual y anterior y regulación afectiva; estilo de vinculación y reacción a la separación; ansiedades; y adaptabilidad a situaciones nuevas, desafiantes o frustrantes. La evaluación del estado de ánimo explora el estado de ánimo predominante del niño, así como la presencia o ausencia de períodos de depresión (que se manifiestan con signos y síntomas depresivos evolutivamente relevantes). Debería hacerse un estudio específico de ideación, gestos o intentos suicidas. Debe explorarse la presencia de ansiedad significativa o generadora de malestar, si es de tipo generalizado o específico, los precipitantes iniciales y provocadores actuales, y su impacto en el niño. Debe realizarse un estudio específico de la presencia de miedos poco frecuentes, vergüenza excesiva o aislamiento, síntomas obsesivos o compulsivos, y alucinaciones, ideas delirantes o problemas en las pruebas de realidad. Debe evaluarse la capacidad del niño para la autorreflexión. ¿Cuál es el grado de introspección que tiene el niño de sus sentimientos y de los sentimientos de los demás? ¿Qué tipo de sentido del humor tiene? La regulación de la agresividad del niño también requiere un examen específico. ¿Bajo qué circunstancias el niño se enfada o se muestra agresivo, y qué forma adopta? ¿El niño ha presentado ideación homicida o suicida o impulsos de autolesionarse o de lesionar a los demás? ¿El niño es demasiado agresivo o teme la ira? Desarrollo de conciencia y valores. ¿La conciencia del niño es excesivamente cruel, relajada, o se preocupa por temas concretos, dada su edad? ¿Tiene el niño valores religiosos, éticos o culturales concretos y cómo se relacionan estos con los valores de su familia? 9 ¿Cuáles son los objetivos y aspiraciones relevantes para el futuro, si es que los hay? ¿Cuán realistas son y cómo se relacionan con los valores y expectativas de su familia? Intereses, aficiones, talentos y pasatiempos. ¿Cuáles son los intereses del niño y qué hace para divertirse? ¿Presenta algún área de interés o talento especial? Circunstancias extraordinarias. ¿Se ha visto expuesto a circunstancias traumáticas, como el abuso sexual o físico, abuso de sustancias en la familia, violencia familiar o comunitaria, o catástrofes naturales? Si es el caso, ¿a qué se vio expuesto?; ¿cuál fue la respuesta inmediata y posterior del niño, de sus cuidadores y otros adultos?; ¿ha tenido efectos a largo plazo? ¿Existe riesgo de que el niño siga expuesto? Antecedentes de tratamiento psiquiátrico previo. Se recomienda investigar las evaluaciones o intervenciones psiquiátricas, psicológicas o educativas previas, llevadas a cabo en cualquiera de las áreas problema señaladas. Es importante evaluar la evolución de cualquiera de estas intervenciones, así como la actitud del niño y de los padres hacia esos intentos tempranos de obtener ayuda. Siempre que sea relevante, debería pedirse permiso para obtener informes de clínicos anteriores. ¿Qué antecedentes familiares existen? Para completar la evaluación diagnóstica del niño se requiere un cuadro de sus antecedentes familiares: Padres o cuidadores. El lugar donde vive el niño con sus padres biológicos o adoptivos implica la evaluación de quienes son sus padres desde el punto de vista de individuos, de pareja conyugal y pareja parental, teniendo en cuenta sus potencialidades, debilidades y áreas de conflicto tanto individuales como conjuntas. En el caso de que el niño sea adoptado, viva en un hogar de acogida, o resida con otros familiares que no sean sus padres biológicos, debe revisarse también la historia y circunstancias que rodean a esta manera de vivir. Empezando desde la concepción del niño, ¿cuáles han sido las actitudes, implicaciones y reacciones de los miembros de la familia hacia el niño? ¿Cuál es el grado de acuerdo acerca del cuidado y manejo del niño? ¿Coinciden sus esperanzas, miedos o expectativas en cuanto al niño? ¿Cómo han influido las historias de desarrollo de los propios padres con su familia de origen y las experiencias posteriores en las respuestas a su hijo? ¿Cuál es el origen étnico y religioso de los padres?, y ¿constituye éste una fuente de conflicto? ¿Qué idioma hablan los padres y/o el niño? ¿Está familiarizado el entrevistador con esa lengua o cultura, con sus conceptos, o con los términos relevantes a la situación del niño y de la familia? ¿Qué educación han recibido los padres?, ¿a qué se dedican?, ¿cuáles son sus recursos económicos? ¿Existen limitaciones económicas que limiten las opciones de tratamiento? 10 ¿Quienes son los otros miembros inmediatos de la familia y las personas que viven en su casa, y cuál es su relación con el niño? ¿Cuáles son los diversos límites y alianzas en el seno de la familia, y cómo encaja el niño dentro de ese sistema? Debería evaluarse la manera que tiene la familia de comunicarse y su eficacia, y la resolución de problemas. ¿Cómo maneja la familia los temas de separación o desacuerdo? ¿Cuál es el tono emocional predominante en la familia, sobre todo respecto al paciente? ¿Presenta los padres abuso de sustancias o algún trastorno psiquiátrico? ¿Existen episodios de violencia o abuso sexual entre los miembros de la familia? ¿Se han dado estresantes significativos en la familia o en miembros concretos de ella, como traslados, inmigración, enfermedades, accidentes, cambios de trabajo, abandonos, o problemas legales? Comunidad. Es indispensable evaluar el contexto cultural del niño y su familia. Por ejemplo, ¿en qué comunidad o vecindario vive la familia, y cómo se relacionan con ella? ¿Cuáles son los valores religiosos y étnicos de la familia? ¿Se implica la familia en las actividades cívicas, comunitarias y religiosas (y hasta qué punto participa el niño)? ¿Cuáles son los recursos del vecindario (p.ej., de ocio y académicos) y cuáles son sus circunstancias desfavorables (p.ej., pobreza, viviendas pobres, altas tasas de crimen o violencia urbana)? ¿Existen antecedentes médicos y/o psiquiátricos familiares? Es indispensable investigar los antecedentes de trastornos médicos y psiquiátricos de los miembros de la familia que puedan tener posibles consecuencias ambientales o genéticas en el niño. Ejemplos de estos trastornos, aunque no son los únicos, incluyen trastornos psicóticos y afectivos, conductas suicidas, trastornos de ansiedad, tics y trastornos obsesivo-compulsivos, uso de alcohol y sustancias, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, discapacidades y retrasos en el aprendizaje y del desarrollo, trastorno antisocial de la personalidad, y trastornos metabólicos y neurológicos. Siempre que uno de estos trastornos haya estado presente en alguno de los miembros de la familia, debe estudiarse su gravedad, tratamiento, evolución y efecto en el niño. La entrevista con el niño o adolescente… La entrevista clínica del niño proporciona el contexto para la exploración directa de cómo percibe el propio niño el problema manifiesto y para la evaluación de su estado global del desarrollo y del estado mental. Como ya se ha indicado, la entrevista directa con el niño proporciona una información que no podría obtenerse a través de otras fuentes, como el grado de sufrimiento personal del niño, información relativa a afectos y fenómenos mentales que no se pueden observar (p.ej., ansiedad, pensamientos suicidas, pensamientos obsesivos, alucinaciones), y otras informaciones como conductas antisociales o abuso sexual. 11 ¿Qué objetivos tiene? No existe un orden establecido ni una manera concreta de llevar a cabo la entrevista con el niño; depende de cuál es la principal queja y la patología manifiesta, de la edad del niño y del estado evolutivo, del estilo personal del entrevistador y la situación y contexto clínicos. Cualquiera que sea el formato, la entrevista está determinada por el clínico, que es quien dirige la atención hacia varias áreas y fenómenos relevantes, y por el sentido estratégico del entrevistador que decide la mejor manera de obtener los datos pertinentes en cada caso. Algunos datos surgen espontáneamente, mientras que otros deben preguntarse o utilizar otros medios deliberados a fin de conseguir la información. Los principales objetivos de la entrevista con el niño suelen conceptualizarse en dos orientaciones: (1) Obtención de la historia: Consiste en la exploración de las áreas significativas de la vida y actividad del niño, en el pasado y en el momento actual, incluyendo el problema que presenta. (2) Examen del estado mental. Consiste en evaluar y describir el aspecto y funcionamiento del niño tal y como se manifiestan en la situación de entrevista. Sin embargo, en la puesta en práctica real de la entrevista con el niño, la obtención de la historia y el examen del estado mental no siempre son procesos bien separados y suelen llevarse a cabo simultáneamente. En el examen del estado mental, el clínico observa y evalúa las siguientes áreas: aspecto físico; manera de relacionarse con el examinador y los padres, incluyendo, la facilidad para la separación; afecto; estado de ánimo; orientación en el tiempo, lugar y personas; conducta motora (incluyendo el nivel de actividad, coordinación, signos neurológicos menores, dominancia cerebral, y presencia de tics o estereotipias); contenido y forma de pensamiento, incluyendo alucinaciones, ideas delirantes, trastorno del pensamiento; habla y lenguaje; inteligencia global; atención; memoria; actividad neurológica; juicio e introspección; y modos elegidos de comunicación. ¿Qué técnicas debo utilizar? La entrevista del niño y del adolescente requiere un tipo de técnicas diseñadas con flexibilidad y con tacto, que tengan en consideración los siguientes factores: nivel del desarrollo, cognitivo y lingüístico del niño; dificultad emocional del tema bajo discusión; y el grado de "rapport". Técnicas de juego interactivo. Los niños son bastante limitados para explicar verbalmente sus sentimientos o interacciones sociales. En niños en edad escolar y más jóvenes, el juego imaginativo con marionetas, figuras pequeñas o con el propio entrevistador constituye un material útil para poder inferir los intereses, percepciones y modos característicos de regular afectos e impulsos del niño. El entrevistador experto es capaz de facilitar este juego con fines diagnósticos y de elaboración del "rapport", sin que el material pueda ser falseado inintencionadamente por especulaciones no justificadas o reacciones de intrusión. 12 La manera de jugar también proporciona información relevante para el examen del estado mental. Técnicas proyectivas. Diversas técnicas proyectivas formales e informales complementan el uso del juego imaginativo desestructurado, y permiten superar las limitaciones que presenta el niño para poner en práctica la introspección o referir problemas personales. Estas técnicas facilitan también el proceso de entrevista introduciendo un elemento de diversión, ayudando a establecer una buena relación con el niño, o abriendo áreas para su posterior exploración. Una de las técnicas más comunes es invitar a que el niño haga un dibujo; el contenido puede ser totalmente abierto o se le puede hacer una demanda específica (p.ej., una persona, la familia del niño, o una casa, un árbol y una persona). También se han desarrollado varios sistemas para la evaluación de aspectos cognitivos y emocionales en esos dibujos. Las preguntas proyectivas que se suelen hacer consisten en pedirle al niño que diga qué animal le gustaría ser o el que más le desagradaría ser, con quien se iría a una isla desierta, o qué tres deseos pediría. También pueden resultar de utilidad las técnicas imaginativas interactivas. Se trata del juego de garabatos de Winnicott y de la Mutual Story-Telling Technique (la Técnica de explicar un cuento) de Gardner. Las fábulas de Despert consisten en una serie de cuentos incompletos, que evocan varios temas afectivos, y se le pide al niño que los acabe. Hacer que el niño describa un sueño o un libro, una película o un programa de televisión que recuerde es una buena fuente de información acerca de los intereses, preocupaciones y distorsiones del niño. Preguntarle por las aspiraciones que tiene para el futuro permite conseguir información acerca de sus intereses, su autoestima, aspiraciones y valores. Preguntas directas. Investigar el problema u otros aspectos de la vida del niño requiere tacto, tiempo, tener en cuenta el nivel de desarrollo cognitivo y lingüístico del niño, y respetar la autoestima del niño. Las preguntas deben hacerse con palabras y conceptos comprensibles para el niño. Las preguntas muy abstractas o prolijas pueden hacer perderse al niño, en tanto que las preguntas directivas, cerradas o muy concretas pueden generar respuestas nada productivas o inadecuadas. Los niños más jóvenes a veces se muestran muy aquiescentes o tienden a dar respuestas socialmente deseables; los niños más mayores pueden sentirse incómodos al reconocer sentimientos de tristeza o vulnerabilidad. 13 ¿Cómo debo estructurarla? Preparación y orientación del niño. Antes de reunirse con el clínico, los padres deberían hablar con el niño sobre la naturaleza y finalidad de la evaluación y de la entrevista. Se recomienda establecer un objetivo en términos de apoyo, sin ser peyorativos o acusadores, para evitar poner innecesariamente a la defensiva al niño o hacer que la evaluación sea una especie de castigo. Los niños jóvenes a veces necesitan alguna explicación de quien es el médico en términos adecuados a la consulta (p.ej., "un médico de los sentimientos [o para hablar]" o "un médico que ayuda a niños con problemas") y asegurar (si es verdad) que no habrán agujas ni ningún otro procedimiento doloroso. Es importante que los padres permitan y estimulen al niño para que éste le haga saber al médico cualquier preocupación que tenga, incluso aunque sean problemas relacionados con temas familiares privados. Inicio de la entrevista. Sobre todo en niños pequeños, no se recomienda comenzar con el problema manifiesto. Es prioritario hacer que el niño se sienta como en su casa. Se puede conseguir permitiendo que el niño explore los materiales de juego disponibles o preguntar por temas neutrales o agradables, como puede ser con qué se divierte el niño. Esta manera de enfocar el inicio de la entrevista también aporta información útil sobre el estilo de manejo de la ansiedad situacional, motivaciones y habilidades recreativas, capacidad de disfrutar, fluidez verbal y relaciones sociales del niño. Problema manifiesto y proceso de consulta. Al iniciar la entrevista, es útil revisar y esclarecer qué piensa el niño acerca del objetivo de la evaluación y qué se le ha explicado. Con adolescentes es la mejor manera de comenzar la entrevista. Con un niño más pequeño, se suele recomendar, como ya se ha indicado anteriormente, esperarse hasta que el niño se encuentre cómodo. El tema no debe prorrogarse indefinidamente ya que el retraso excesivo puede transmitir al niño que el objetivo está algo fuera de los límites o que el entrevistador está incómodo o se encuentra en una especie de subterfugio. Preguntarle al niño qué es lo que sabe del porqué de la visita permite reconducir los conceptos erróneos o resumir y organizar la comprensión del propio examinador en cuanto al motivo de consulta. La duración de la evaluación, la confidencialidad y el papel del clínico deben exponerse también en términos adecuados al nivel del desarrollo. Evaluación de las principales áreas de funcionamiento. Es necesario preguntar por los intereses del niño, sus potencialidades y debilidades, y los sentimientos en los principales ámbitos de su vida. Engloban el mundo externo de la familia, compañeros y escuela (o trabajo), así como el sentido interno de sí mismo (incluyendo la imagen corporal y preocupaciones) y el mundo interno de fantasía. Incluso aunque estos aspectos se hayan cubierto en relación al problema manifiesto, es importante investigar sistemáticamente estas áreas. 14 Preguntas sobre síntomas psicopatológicos. Es importante estudiar específicamente los diversos síntomas, sobre todo los diagnósticos de diversos trastornos, a menos que esta información ya haya surgido en el curso de la entrevista. Es indispensable demostrar la presencia de los siguientes síntomas en términos evolutivamente adecuados: depresión, baja autoestima, o ideación o conducta suicida; ansiedad excesiva o temores inusuales; alucinaciones e ideas delirantes; conducta alimentaria anormal o actitudes; obsesiones y compulsiones; conductas antisociales o delincuentes; y uso de alcohol o sustancias. También es importante preguntar en términos evolutivamente adecuados sobre la exposición a experiencias potencialmente traumáticas, como el abuso físico o sexual o la violencia familiar o comunitaria. ¿Qué instrumentos estandarizados debo utilizar? Durante las últimas dos décadas se han desarrollado numerosas entrevistas estandarizadas y escalas de evaluación que tratan de sistematizar la evaluación de los trastornos y síntomas psiquiátricos en la infancia. El objetivo de los instrumentos estandarizados es registrar y evaluar sistemáticamente el desarrollo del niño en varios ámbitos de actividad adaptativa. Se han desarrollado diversos formatos estructurados y semiestructurados para llevar a cabo o registrar partes del examen del estado mental. Algunos proporcionan ítems estandarizados específicos para el "screening" de funciones cognoscitivas que incluyen la orientación, atención, memoria, lenguaje y capacidad constructiva, mientras que otros ofrecen un formato para organizar los datos del estado mental derivados de una entrevista clínica semiestructurada. Se han elaborado algunas entrevistas diagnósticas estructuradas y semiestructuradas para evaluar la presencia de los principales trastornos psiquiátricos categoriales en niños; estos instrumentos tienen un formato estandarizado para padres y niños que revelan la presencia, duración y gravedad de síntomas para los diagnósticos que aparecen en varias versiones del DSM, así como, en algunos casos, algoritmos para derivar estos diagnósticos de las respuestas obtenidas. Estos instrumentos difieren en muchos aspectos, a saber, la flexibilidad que permite al entrevistador, el orden y realización de las preguntas, el grado de entrenamiento clínico que se requiere a los entrevistadores, la organización del tiempo y el margen de trastornos evaluados, y el objetivo y la población de sujetos a la que va dirigido el instrumento (p.ej., pacientes clínicos frente a sujetos de la comunidad que no consultan). En el contexto clínico, estas entrevistas resultan de utilidad para que los clínicos pregunten sistemáticamente un amplio conjunto de síntomas y trastornos, incluyendo los que son clínicamente significativos pero que no forman parte del motivo de consulta inicial. De forma parecida, los extensos listados de síntomas que los padres y/o niños más mayores pueden completar fuera de la situación de entrevista permiten realizar un "screening" de la presencia o ausencia de un amplio margen de síntomas. 15 Se han desarrollado escalas de evaluación de síntomas más estrictas para la evaluación cuantitativa válida y fiable de ámbitos específicos de síntomas. Dichas escalas de síntomas pueden ser útiles para cuantificar la gravedad de un síntoma; esto sirve para establecer una línea base frente a la que poder comparar la respuesta a una intervención terapéutica, como por ejemplo la medicación. Entre las escalas de evaluación eficaces en la práctica clínica se encuentran diversas escalas que evalúan la gravedad de síntomas depresivos; síntomas de hiperactividad, desatención e impulsividad; síntomas de ansiedad; intensidad de los tics; alteración de conductas alimentarias y actitudes; y síntomas obsesivo-compulsivos. Las escalas de evaluación global permiten al clínico realizar una evaluación cuantitativa del deterioro global. Sin embargo, cualquiera que sea la posible utilidad auxiliar de dichas entrevistas e instrumentos, no pueden sustituir la entrevista psiquiátrica individualizada de un niño, ni se pueden considerar la única base para establecer diagnósticos o planificar un tratamiento. Los objetivos de la obtención de datos para la evaluación clínica de un niño requiere un estudio amplio, detallado y flexible en un contexto de relación empática con los padres y con el niño; estos elementos no se pueden abarcar en una única entrevista estandarizada. Además, los inventarios más estandarizados de entrevista están diseñados como cuestionarios de síntomas y no pretenden evaluar los sentimientos, estilo de personalidad, mecanismos de afrontamiento, contexto situacional, y potencialidades adaptativas que proporciona la entrevista clínica. Estos factores son tan básicos en la evaluación clínica y el plan de tratamiento como lo es la presencia o ausencia de un síntoma patognomónico determinado o un diagnóstico categorial. ¿Debo realizar evaluación interdisciplinar? Como ya se ha señalado, a veces es necesario derivar al niño para una evaluación adicional, como puede ser una evaluación psicológica, educacional o del habla y el lenguaje, o una consulta pediátrica o neurológica. ¿Cómo se realiza el diagnóstico? La formulación diagnóstica supone la destilación que realiza el clínico de los datos recabados para una explicación de la posible naturaleza de los problemas del niño, los factores que pueden haber predispuesto al niño a desarrollar dicho problema, los concomitantes y consecuencias del problema, y los factores que tienden a mantener el problema o que pueden disminuirlo. En ocasiones no se puede dar una respuesta concluyente a estas cuestiones al acabar la evaluación inicial; en esas condiciones, debe realizarse un diagnóstico diferencial que indique los pasos subsiguientes necesarios para esclarecer el diagnóstico y las opciones adecuadas de tratamiento. 16 Un resultado de la evaluación puede ser el diagnóstico de uno o más trastornos psiquiátricos categoriales según se definen en el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2002) o la CIE-10-MIA (Organización Mundial de la Salud). No obstante, el proceso de evaluación debe ir más allá de la asignación de un diagnóstico psiquiátrico categorial; en base a la extensión y tipo de síntomas, malestar y/o deterioro del niño, el clínico tiene que decidir si el niño está psiquiátricamente deteriorado y si se le debe recomendar o no tratamiento. La formulación diagnóstica del clínico debe contemplar, a su vez, puntos de vista que se excluyen en la nosología del DSM-IV-TR, que, tal y como se ha conceptualizado actualmente, carece de un contexto evolutivo y es básicamente descriptivo y ateórico, ya que no especifica explícitamente las presuntas causas o tratamientos para las diversas categorías diagnósticas. Además, los niños que comparten un determinado diagnóstico categorial pueden diferir en aspectos básicos que pueden estar influyendo en la gravedad, la historia natural y la respuesta al tratamiento. Estos factores incluyen la inteligencia, recursos y apoyo familiar, y la presencia de habilidades de compensación o vulnerabilidades que los intensifican como son los rasgos comórbidos de personalidad o el deterioro neurológico. Cuando se utiliza el sistema DSM, es importante aplicar el sistema diagnóstico multiaxial completo. La formulación diagnóstica del clínico, formulación que trata de complementar la asignación de cualquier diagnóstico categorial formal identificando, hasta el máximo posible, las causas posibles, los factores predisponentes, y los determinantes actuales de los problemas del niño. En base a esta información y a la experiencia del clínico en cuanto al tratamiento de las diversas formas de psicopatología infantil, el clínico propone una serie de recomendaciones de tratamiento a fin de aliviar los problemas del niño. 17 ¿Cómo comunico los resultados? La comunicación que hace el clínico de sus hallazgos y recomendaciones a los padres y al niño constituye una parte esencial de la evaluación, que puede requerir una sesión o más. Dependiendo de la naturaleza del problema y de la edad y nivel de comprensión del niño, a veces es necesario encontrarse con el niño y con los padres por separado o de manera conjunta. Varios principios son básicos para asegurar que los hallazgos y recomendaciones del clínico son oídas, entendidas y se experimentan como útiles. Primero, el clínico debe dar a entender que el niño es un todo, con sus potencialidades y capacidades, así como con sus problemas y vulnerabilidades. Así se transmite el sentido de la apreciación y comprensión empática del niño por parte del clínico y se reduce el temor y la idea defensiva de que todas las noticias serán negativas. Los hallazgos del clínico deben comunicarse en términos comprensibles para los padres y, durante la parte de sesión correspondiente al niño, también para los niños. Deben utilizarse los mínimos términos técnicos posibles y evitarse la jerga médica. Cuando se utilizan términos diagnósticos y otros términos técnicos, es importante explicarlos y dilucidar la percepción que tienen de ellos tanto los padres como el niño. Es importante dar suficiente tiempo y oportunidad a los padres y al niño para que comenten las impresiones y recomendaciones del clínico. En el caso de que la evaluación la haya solicitado otro clínico, una institución, o la escuela, se les debe comunicar sus resultados y recomendaciones, después de haber informado a los padres y al niño y haber obtenido su consentimiento para ello. 18