[PDF]El juego: implicaciones afectivas y cognitivas del juego imaginativo en los niños

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El juego: implicaciones afectivas y cognitivas del juego imaginativo en
los niños
Sarlé M.; Amaro F.; Tomàs J.
¿Por qué juegan los niños?
El comportamiento de los niños en el juego, forma parte de una preparación necesaria
para trabajar después en otras actividades.
Uno de los primeros investigadores del juego, Karl Gross (1901), propone que el juego
surge por selección natural, como una forma de practicar necesaria por parte de animales
o niños. Desde este punto de vista adaptativo, el juego de la lucha o pelea entre animales
es esencial para la práctica de la destreza que más tarde les ayudará en su
supervivencia.
La concepción psicoanalítica del juego, propone que el juego en sí mismo surge bajo
condiciones de deprivación de las gratificaciones iniciales del niño (el pecho de la madre),
causándole la “alucinación” de la imagen de un objeto satisfactorio. Esta imagen
alucinativa, más tarde podría llegar a ser la fuente de un pequeño viaje satisfactorio que
permitiría al niño demorar o controlar aleatoriamente, inquietos movimientos y gritos de
angustia, provocados por la deprivación del objeto.
El juego envuelve un intento, por parte del niño, de convenio con un conflicto con el afecto
maternal y resentimiento del abandono materno durante reiterativos esfuerzos de
aprendizaje.
Erikson (1963) sugiere una teoría psicoanalítica del juego, más allá de la satisfacción de
la temprana psicosexualidad infantil, hacia la incorporación de las muchas características
del desarrollo social que es imitado dentro del formato del juego.
De este modo, el juego llega a ser no sólo una forma de gratificación indirecta, sino que
proporciona una manera de dirigir y reparar, a través de la creación de una miniatura de
trabajo más manejable, aquellas dificultades y problemas experimentados por el niño.
Quizás el trabajo más minucioso de la teoría de los orígenes del juego y bajo una
perspectiva más cognitiva, ha sido el de Jean Piaget (1962), quien creyó que el juego
surge en el contexto de la representación del niño de las características fundamentales de
las modalidades de experiencia y desarrollo, alojamiento y asimilación.
La modalidad de experiencia y desarrollo, proporciona la oportunidad de imitar e
interaccionar físicamente con el medio ambiente, mientras que el alojamiento y la
asimilación representan el intento de integrar percepciones externas, o acciones motoras
derivadas de un número limitado de esquemas, o diferenciar técnicas cognitivas, o
motoras ya disponibles en el niño.
El aprendizaje de juegos físicos, con sus repeticiones y práctica de cualidades, está más
relacionado con la modalidad de asimilación. Piaget uso las dos modalidades para
mantener que el juego, por lo tanto, es primordial en la primera infancia para la formación
del pensamiento operacional concreto en el niño; y minimiza el papel del juego en el
grupo de niños mayores de 7 años.
En contraste, Brian Sutton-Smith (1966) acepta la importancia que Piaget da al desarrollo
de la primera infancia, pero propone que el juego continúa en la adolescencia como una
manera para crear miniaturas del medio ambiente en el cual ellos se adelantan a la
sensación de poder, a través de la elaboración y reconstrucción de las complejidades
emocionales y cognitivas, a las que se enfrentara el mundo adulto que les rodea.
El juego es un comportamiento que no está asociado con la satisfacción directa de las
necesidades biológicas y está relativamente libre del esfuerzo por encontrar patrones
establecidos por la sociedad. Patrones de juego que son establecidos por los jugadores
mismos, dentro de un contexto que puede no ser el mismo de los comúnmente
observados en la sociedad.
El juego tiene una especial importancia, no solo para el desarrollo mental del niño, sino
también por la gradual formación de la capacidad de fantasía e imaginación en los niños y
los adultos.
Piaget (1962) remarca el papel del juego simbólico como precursor de los procesos de
lógica y secuenciación ordenada.
El proceso de información, organiza la estructura lógica pero también examina las
alternativas y futuras posibilidades, o incluso considera las peores alternativas que
puedan aparecer en cualquier nueva experiencia humana.
Con el juego, somos capaces de explorar una serie de posibles experiencias futuras,
viajar a través del tiempo y del espacio para mejorar nuestra infancia y madurez.
Sin un adecuado desarrollo de la narrativa subjuntiva o dimensión imaginativa, el niño
está consecuentemente en desventaja en el desarrollo cognitivo y emocional.
La perspectiva cognitiva pone énfasis en el hecho de que los humanos parecen estar
continuamente asignando significados y organizando sus experiencias en esquemas y
letras, y que no excluyen el papel significativo de la motivación para influir en la emoción.
Desde la perspectiva cognitivo-afectiva, los humanos muestran patrones de respuesta
diferenciados emocionalmente que están entrelazados como respuesta a la novedad,
complejidad y otras estructuras prosperas de información a las que enfrentarse.
La memoria y la anticipación son las características principales de las experiencias
emocionales.
¿Qué papel tiene el juego en los procesos de información?
La dificultad de los niños está en tomar consciencia de un mundo complejo a través de la
información gradual de esquemas y guiones, y a través de la asimilación de nuevas
situaciones establecer organizadas estructuras mentales o categorías léxicas.
Un niño puede responder con miedo cuando se enfrenta con novedades que no pueden
ser fácilmente asimiladas en estructuras establecidas. También puede responder con una
sonrisa de placer ante un hecho que está entre una nueva información y algún buen
esquema ya conocido, asimilando la ambigüedad del medio ambiente.
Cuando la nueva situación es solo moderadamente compleja y dispone de algún esquema
predominante, el niño puede jugar a explorar esa nueva situación, y provocar los efectos
positivos de motivación e interés.
Los niños y los adultos viven en una situación de permanente y delicado equilibrio entre el
potencial de miedo y ansiedad provocado por las nuevas situaciones y la emoción de
explorarlas. Con esta exploración, uno puede asimilar incongruencias con los esquemas
establecidos, enriquecerlos o empezar a formar de nuevos.
Aprendemos a conducir juegos de expectativas de lo que puede ocurrir a cada nueva
situación, y practicamos estas expectativas a través de cortas fantasías anticipatorias,
algunas más realistas que otras, dependiendo de nuestra madurez, de la complejidad de
nuestra estructura de esquemas, y de nuestro desarrollo social.
Nuestra tarea en cada nueva situación es examinar la nueva información y determinar si
confirma o desconfirma de nuestras anticipaciones. Si la identificación y la organización
de la nueva información, llegan a ser fundamentales, podemos entender que con el
desarrollo de la función del juego imaginativo, el proceso de pensamiento parece hacerse
más fácil con el juego.
El juego imaginativo puede ser entendido como una manera con la que las incontrolables
cualidades y complejidades físicas propias, y las que nos rodean, pueden ser
gradualmente miniaturizadas y manipuladas.
Apego e Individualización
El dilema entre apego e individualización no solo se refleja estructuralmente en el grado
de prioridades asignadas por los niños a las interacciones sociales o a las experiencias
imaginativas, también es la base del contenido del juego. Los temas de juego en el niño, a
menudo, reflejan la continua tensión entre el deseo de afirmar el poder personal, la
importancia y la necesidad de privacidad.
¿Cómo surge el juego imaginativo?
El juego es beneficioso para mejorar la destreza social y cognitiva. El juego sigue una
particular secuencia en su emergencia y está al servicio del desarrollo del pensamiento
operacional concreto. El niño empieza con un juego sensorio-motor que gradualmente
evoluciona hacia la capacidad para simbolizar o fingir un juego, y después, se va
haciendo más estructurado, y ordena el juego con reglas. Las funciones del juego son, en
gran parte, delineadas con relación a su papel en el desarrollo de los procesos del
pensamiento lógico formal.
Los juegos con reglas o normas, son un importante eslabón para el desarrollo del proceso
de ordenación, regulación y autocontrol del niño, que a menudo, incluyen elementos de
ficción o fantasías compartidas en la edad adulta.
¿Para qué sirven los juegos?
Un niño mediante el juego simbólico puede:
- representar actividades familiares, incluso con la ausencia del material necesario o el
contexto social (je: un niño pretende beber de una taza vacía)
- representar actividades que no pueden ser llevadas a cabo en un resultado lógico.
- tratar a un objeto inanimado como animado.
- substituir un objeto por otro.
- llevar a cabo una actividad normalmente representada por otra persona, o
especialmente por un adulto (je: fingir que es un doctor, dentista,...)
Un paso importante en el desarrollo del niño, supone el desemparejamiento de las
representaciones directas que nosotros sostenemos, de los objetos, personas o
situaciones, con su imagen perceptiva surge un nuevo grupo de metarrepresentaciones
que son simbólicas o representaciones mentales de ese mismo grupo de objetos original,
pero que ahora son tratados como parte de un sistema de pensamiento, que uno puede
modificar, manipular, analizar, o transformar a metáfora.
Con la ayuda extensiva de los adultos pero también, como base de una capacidad
inherente en el niño, la habilidad para el juego surge para crear un marco, en el cual de
otra manera muy estable, los objetos pueden ser transformados en representaciones que
llevan sólo una tenue conexión con su forma original.
Los humanos tienen muy asequible el dominio de las metarrepresentaciones, con las que
se puede manipular para conseguir: deducciones acerca de las razones, predicciones
sobre futuros eventos, reconocer las consecuencias, distinguir la realidad de la fantasía,
adquisición del lenguaje representando experiencias mentales y deducción de
motivaciones.
Este desarrollo del juego empieza quizás a mitad del segundo año, pero no llega
realmente ha alcanzar la cumbre hasta el tercer o cuarto año.
La emergencia de una habilidad para poder ver más allá del llamado egocentrismo como
experiencia buena, e identificar que otros pueden pensar diferente de uno mismo es un
paso necesario para la formación de un juego más complejo, como es el juego simbólico.
Los niños autistas parecen tener un déficit en la habilidad para desarrollar el mundo
metarrepresentacional, desacoplándolo de las representaciones primarias. Además,
muestran poca capacidad para, espontáneamente o estimuladamente, crear un juego de
ficción.
El juego imaginativo en niños surge casi necesariamente como una capacidad cognitiva
del niño, favorecida por el aumento de la capacidad cerebral e inevitables experiencias
sociales. Al mismo tiempo, esta metarrepresentación posibilita el incremento de la
complejidad del juego y proporciona placer en el niño, permitiéndole miniaturizar sucesos
complejos y objetos, así como también, ganar poder sobre los objetos y la gente que le
rodea, a través de la manipulación. Estas formas de miniaturización tienen elementos de
novedad suficiente para excitar e interesar al niño hasta que gradualmente, mediante el
juego y la repetición, ellos puedan llegar a asimilar en esquemas previos o a integrar en
nuevos esquemas organizados una gran variedad de situaciones sociales.
El juego entre padres e hijos es una experiencia universal que tiene un mutuo impacto
reforzante.
¿Cuándo se inicia el juego imaginativo?
Los niños que tienen mucha imaginación abordan más juegos sociales, también participan
más en juegos ritualizados y canciones, y es menos probable que jueguen solos. El niño
imaginativo tiende a ser el que inicia el juego y raramente lo hace en solitario, apartado, o
a la defensiva. Ocasionalmente, puede jugar a solas, pero no marca un límite territorial en
la dirección de sus actividades.
Después del primer año de vida, el niño tiende a reducir su gran actividad motora e
incrementa el ritual, juego con canciones y baile, que muestran un incremento de las
interacciones sociales. También incrementa el papel de los temas de peligro, desastres y
mutilaciones. Puede ser que, en el caso de los preescolares este tema también se haya
incrementado en la vida real y ahora, pueden expresar estos miedos verbalmente y
trabajándolos en su juego.
Aunque la televisión puede proporcionar una rica fuente de contenidos en la temática del
juego imaginativo, los niños que ven mucha televisión son, a menudo, imaginativamente
menos espontáneos en su juego.
¿Qué supone tener un amigo imaginario de juego?
Un juego imaginativo especial que refleja esencialmente la misma tendencia respecto al
desarrollo de un sistema de símbolos representacional puede encontrarse en el desarrollo
de un compañero imaginario de juego.
Alrededor del año de vida, muchos niños muestran una tendencia a llevar consigo una
tela o paño suave y algunas veces, se lo llevan incluso a la cama. Este paño sirve de
propósito para proporcionar un concreto recuerdo en ausencia del calor materno y su
presencia física. El término de objeto transitorio significa que el niño, gradualmente
renuncia al apoyarse físicamente a los padres, pero sostiene algo concreto y palpable
característico de esta experiencia. El objeto transitorio también implica el conocimiento del
niño de que pensamiento y fantasía pueden substituirse por la presencia palpable de un
objeto.
Estos objetos transitorios son mantenidos durante el período en que las capacidades
primarias cognitivas de los niños implican a la memoria de reconocimiento y pueden
progresivamente renunciar a ellos, a medida que desarrollan la destreza del recuerdo
voluntario o la recuperación mental de los objetos deseados.
El invisible amigo imaginario de juego es un fenómeno relativamente común. Los niños
que tienen experiencias con amigos imaginarios de juego tienden a ser más imaginativos
en el juego libre, mostrando más positividad emocional, mayor cooperación con adultos, y
un extenso uso del lenguaje. El compañero imaginario debe ser entendido como una
forma de juego imaginativo que surge cuando el niño progresivamente va adquiriendo la
capacidad de aumentar las imágenes mentales.
¿Qué funciones adaptativas supone el juego imaginativo?
Existe una proporción inversa entre la destreza del niño para el juego imaginativo y las
manifestaciones abiertas de enfado y agresión, sugiriéndose la importancia del uso del
juego en una gran variedad de esfuerzos terapéuticos con los niños angustiados o
preocupados.
La terapia de juego se enfrenta con niños que muestran limitaciones en sus habilidades
para abordar situaciones, y que en la ficción pueden encontrar vías para poder
modificarlas, practicando con ejemplos o ejercicios graduales.
Otra característica del juego imaginativo es que el niño está verbalizando en voz alta
descripciones de situaciones complejas. Aunque algunas de sus declaraciones pueden
reflejar comentarios incomprendidos para los adultos, estas verbalizaciones proporcionan
reacciones del niño y también pueden provocar respuestas correctivas mediante la
supervisión de los adultos o del grupo de iguales.
Además, la naturaleza inherente del juego inventado implica el desarrollo de argumentos
con frases, y esto requiere un incremento del uso de adjetivos, verbos, y prolonga la
longitud de las declaraciones.
El juego imaginativo, como en realidad, requiere una historia lineal, tiende a proveer al
niño de foco y dirección, y entonces supone mantener la concentración durante largos
períodos de tiempo. Los niños que tienen experiencia en la invención de juegos son más
capaces de discriminar las situaciones reales de las irreales, han aprendido a identificar
con sus propios pensamientos el sistema metarrepresentacional.
Una de las consecuencias del juego inventado en solitario o en grupo es que los niños, a
menudo, adoptan diferentes roles y progresivamente identifican las cualidades especiales
de cada uno de los papeles y de lo que les rodea.
El niño propenso al juego simbólico, tiene mayor probabilidad de ponerse a cooperar con
adultos u otros niños. Además, la necesidad de negociar papeles y terreno en el juego
con iguales, para mantener la invención, proporciona práctica que les será de utilidad en
la destreza social.
Los niños que son activos para la invención, a menudo, son los primeros en iniciar nuevos
juegos. La práctica en crear series de argumentos o guiones para el juego, fomenta la
habilidad de poder introducir nuevos grupos de niños en el mismo juego.
Un desarrollo importante del niño es la habilidad de aplazar la gratificación inmediata, en
interés de un objetivo a largo plazo, o simplemente tolerar naturalmente que ocurren
aplazamientos. La concepción del ego en psicoanálisis se construye alrededor de esta
noción de gratificación diferida, de la capacidad para aplazar, y del auto-control de las
respuestas.
El juego imaginativo proporciona al niño una oportunidad general de practicar imágenes
que ponen a prueba representaciones mentales de objetos concretos o de
transformaciones de estos objetos concretos. La destreza en producir imágenes es algo
que el niño desarrolla propiamente de manera correcta y también puede adelantarse por
la continua secuencia del juego imaginativo.
Más allá de la elaboración de nuevas imágenes, el juego puede ser la base para el
pensamiento divergente y creativo en la forma verbal y imaginativa. El juego es importante
porque representa un potencial de la socialización a largo plazo, ya que se asocia con el
respeto por los turnos y la forma de interacción social. Las exigencias de los guiones,
convenidos inicialmente en invención, es una actividad que impone formas de autocontrol
en el niño. En el caso de cooperación, los turnos proporcionan una valiosa delineación de
la orientación y la secuencia.
Cada juego reduce a una medida miniaturizada, una variedad de situaciones del mundo
adulto, que a menudo, los niños no comprenden muy bien. En sus esfuerzos para
formular una invención, el niño cada vez pone a prueba roles y de esta manera, puede
progresivamente asimilarlos en esquemas estructurados que le servirán para circular
mejor por la vida y encontrarse con personas semejantes.
En la situación psicoterapéutica, una función importante de la terapia de juego es que el
niño empiece a poner a prueba los nuevos tipos de roles e interacciones, empezando con
el terapeuta, pero después extendiéndose a personas imaginadas con quien el niño
puede establecer contacto más adelante.
La naturaleza del juego inventado conlleva una cierta lógica, un sentido de principio,
medio y final, que progresivamente llega a ser la base de la formación de diferenciados
guiones, que serán formas importantes de esquemas de acción en el sistema de memoria
del niño. La sucesión del juego inventado proporciona al niño oportunidades de aprender
la necesidad de sostener y organizar guiones en miniatura y les permite ser más libres,
hasta cierto punto, del impulso puramente asociado a una respuesta.
Una adicional extensión de la naturaleza de argumentar y de crear secuencias narrativas
como parte de un pensamiento fomentado por el juego inventado, es la conciencia de que
las acciones tienen consecuencias específicas. Este es el principio del pensamiento social
causa-efecto en el niño, que se desarrolla en el curso del juego imaginativo.
¿Qué conduce al niño al uso del juego imaginativo?
Un apego temprano por lo menos a un padre o a un adulto cuidador constante predice el
posterior surtimiento del juego imaginativo. La buena voluntad de los padres para contar
juegos de fantasía, sugerir cuentos, o el uso de juguetes, es el paso anterior a la
experiencia del niño en el juego y posee una importante correlación para predecir las
futuras capacidades del niño. Un sentido total del juego en la familia, enmarca abiertos
caminos a la imaginación, al humor, y incluso, al sentido ilusorio, esenciales para la
capacidad normal de imitación.
En la primera y media infancia, el trastorno emocional y cognitivo, y las dificultades
afectivas están, a menudo, asociados con la inhabilidad para sostener el juego.
El papel del psicoterapeuta es ayudar a los niños a encontrar vías para miniaturizar sus
miedos, brutales experiencias de abuso, exposición alas riñas de los padres, o
abandonos, en trozos más manejables. El fomento del terapeuta del juego para la
provisión de una marco apropiado de juguetes y juegos conducidos a simbólicas
representaciones de dificultades, lanza al terapeuta al papel necesario de mediador de las
figuras parentelas.
Planeando el juego como forma clave de las cuestiones de la vida con los adultos
significativos o los hermanos, ayuda al niño a desarrollar nuevos esquemas, guiones, y el
conocimiento de nuevas estructuras que más tarde, pueden reducir la ambigüedad,
confusión o afecto, del miedo o terror que las nuevas situaciones pueden representar.
El terapeuta de juego, de orientación psicoanalítica o cognitivo-conductual, no solo
proporciona al niño la oportunidad de identificar y trabajar a través de problemas
específicos, sino también, con él aumenta del desarrollo de la capacidad del niño para
jugar, le proporciona un potente instrumento cognitivo que aumenta el sentido de sí
mismo y la individualización.
La invención, internalizada en la infancia media, en una rica elaboración de la fantasía,
llega a ser, finalmente una sistema funcional mayor a través del cual todos nosotros
podemos recibir oportunidades y posibilidades de afectuosidad, aproximación y
comunicación con otros mientras mantenemos nuestro sentido de la individualidad y
privacidad.
Referencias Bibliográficas:
Gross, 1901
Freud
Piaget, 1962
Erikson, 1963
Sutton-Smith, 1966
Bretherton I
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