[PDF]Acontecimientos adversos en la vida y capacidad de adaptación

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Acontecimientos adversos en la vida y capacidad de adaptación
Quyen Q. T, Bird R., Davies M., Hoven C., Cohen P., Jensen P., Goodman S.
RESUMEN
Objetivo: Los acontecimientos adversos en la vida son factores de riesgo bien
documentados de psicopatología y disfunciones psicológicas en niños y adolescentes. A
los jóvenes con una buena adaptación a pesar de unos niveles altos de acontecimientos
adversos en la vida se les considera con capacidad de adaptación (“capacidad para
resistir, adaptarse o recuperarse con facilidad”, ante una adversidad, desgracia o cambio).
Este estudio identifica factores que caracterizan la capacidad de adaptación. Método: Se
usaron muestras de probabilidad en el hogar de jóvenes con edades comprendidas entre
los 9 y los 17 años en cuatro lugares. Se examinaron los efectos principales y de
interacción de 11 factores para evaluar su impacto en la adaptación de los jóvenes.
Resultados: Los niños con riesgo debido a unos niveles altos de acontecimientos
adversos en la vida exhibieron un mayor grado de adaptación cuando tenían un CI
superior, mejor funcionamiento familiar, un control más cercano de los padres, más
adultos en el hogar, y aspiraciones educativas más altas. La interacción entre
psicopatología materna y adversidad fue significativa, y la interacción entre CI y
adversidad estaba cercana a la relevancia. Conclusión: los jóvenes con capacidad de
adaptación recibían mayor orientación y supervisión de sus padres y vivían en familias de
funcionamiento superior. Otros adultos en la familia probablemente complementaban a los
padres a la hora de aportar orientación y apoyo a los jóvenes y de mejorar la adaptación
de los jóvenes. Unas aspiraciones educativas superiores podrían haber provisto a los
jóvenes con riesgo alto con un sentido de dirección y esperanza. Aunque el CI no tuvo
impacto en jóvenes con poco riesgo, jóvenes con mayor riesgo y que tenían un CI
superior podrían haber hecho frente de una forma mejor. Revista de la Academia
Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, 1998, 37(11):1191-1200. Palabras clave:
capacidad de adaptación, acontecimientos adversos en la vida, psicopatología,
adaptación, factor de riesgo, factor de protección; factor de recurso, epidemiología.
Tanto el folklore occidental como el oriental parecen relacionar los acontecimientos
adversos extremos en la vida, tales como la pérdida repentina de alguien importante, con
la aparición de desórdenes psiquiátricos. Sin embargo, no ha sido hasta décadas
recientes que estudios empíricos han recopilado una evidencia creciente de la asociación
entre acontecimientos adversos en la vida y desórdenes psiquiátricos tanto entre adultos
(p. Ej., Dohrenwend y Dohrenwend, 1978; Lazarus y Folkman, 1984; Seyle, 1956) como
en jóvenes (Friedrich et al., 1982; Goodyer, 1990). Se han asociado los acontecimientos
adversos en la vida con la depresión en niños y adolescentes (Friedrich et al., 1982), la
anorexia nerviosa (Gowers et al., 1996; Russell et al., 1990), el uso o abuso de
substancias (Biafora et al., 1994; Duncan, 1977), y el comportamiento suicida (de Wilde et
al., 1992).
A pesar de estas asociaciones, algunos investigadores han observado
sistemáticamente que ciertos individuos mantienen la capacidad a pesar de la exposición
al riesgo (Garmezy, 1985), un fenómeno que ha dado lugar a la investigación sobre la
capacidad de adaptación. Estudios sobre la capacidad de adaptación ante
acontecimientos de mucha tensión en la vida han identificado un CI más alto (Garmezy et
al., 1984; Masten et al., 1988), la calidad del cuidado de los hijos (Masten et al., 1988), la
relación con otros adultos competentes (Garmezy et al., 1984), el locus interno de control,
y las habilidades sociales (Luthar, 1991) como factores de protección. Muchos de estos
estudios han usado la competencia basada en la escuela como resultado (Ej., Garmezy et
al., 1984; Luthar, 1993; Masten et al., 1990); sin embargo, estos estudios también han
descubierto que muchos jóvenes, competentes teniendo en cuenta la escuela, tenían
otros resultados negativos, incluyendo problemas emocionales (Luthar, 1993; Luthar te
al., 1993). Otros han examinado la relación entre la exposición al estrés y varios aspectos
de la competencia basada en la escuela, y han descubierto que la relación de la
exposición al estrés con la competencia variaba en función de cómo se construía el
criterio de la competencia (Masten et al., 1988). Conceptualmente, la competencia basada
en la escuela por si misma no parece ser suficiente como indicador de la capacidad de
adaptación. Los jóvenes con capacidad de adaptación son un subconjunto de los jóvenes
bien adaptados que han experimentado adversidad, y por lo tanto en este estudio los
jóvenes con capacidad de adaptación son aquellos que tienen unos niveles superiores de
acontecimientos adversos en la vida y están bien adaptados y libres de 30 desórdenes
psiquiátricos.
Dado que poblaciones de alto riesgo pueden estar expuestas a múltiples factores
de riesgo (p. Ej., acontecimientos adversos en la vida, estatus socioeconómico bajo,
psicopatología materna), es crucial distinguir el efecto de los factores de riesgo
específicos para entender la capacidad de adaptación frente a los acontecimientos
adversos en la vida. Uno de los mayores inconvenientes de los estudios sobre la
capacidad de adaptación a pesar de acontecimientos adversos en la vida es que no
tienen control sobre otros factores de riesgo como co-variables. Dohrenwend y colegas
(Dohrenwend et al., 1995) advertían que un problema similar existe en los estudios de la
relación entre los acontecimientos en la vida y los desórdenes psiquiátricos. Sin embargo,
estudios sobre la capacidad de adaptación raramente han examinado un gran número de
factores de protección en el mismo estudio, y por lo tanto no han podido examinar
elementos que induzcan a confusión entre estos factores.
Un importante avance en el estudio de la capacidad de adaptación es la distinción
entre un factor de recurso y un factor de protección. Aunque el término factor de
protección se ha usado para denominar un efecto principal (ver Luthar, 1993, para una
revisión), está limitado a uno que tiene un efecto paliativo en alto riesgo pero que no tiene
efecto en bajo riesgo y por tanto implica un efecto de interacción (Cowan et al., 1996;
Garmezy, 1987; Rutter, 1979). Cuando un factor siempre tiene un efecto beneficioso ya
sea en bajo o alto riesgo (p. Ej., un efecto principal), se alude a él como a un factor de
recurso (Conrad y Hammen, 1993; Garmezy, 1987). A un factor de recurso también se le
ha denominado un activo o factor compensatorio (Garmezy, 1987). Lo contrario de un
factor de recurso es un factor de riesgo, que también tiene un efecto principal sobre el
resultado, mientras que lo contrario de un factor de protección es un factor de
vulnerabilidad, que tiene poco o ningún efecto en bajo riesgo pero que magnifica un efecto
perjudicial en alto riesgo. Para entender la capacidad de adaptación, es esencial
identificar factores de protección que palian los efectos perjudiciales de los factores de
riesgo. Sin embargo también es importante identificar factores de recurso, porque ellos
predicen una buena adaptación tanto a niveles de riesgo bajos como altos y por lo tanto
resultan críticos en el diseño de esfuerzos preventivos.
Se han usado medidas complejas de acontecimientos adversos en la vida en la
mayoría de los estudios sobre la relación entre la adaptación de los jóvenes y los
acontecimientos adversos en la vida (Johnson, 1986). También se han hecho distinciones
entre tipos de acontecimientos, incluyendo favorables frente a adversos, crónicos frente a
agudos, y acontecimientos que son hasta cierto punto controlables por el niño (p. Ej.,
ruptura con el novio/novia) frente a aquellos que son incontrolables (p. Ej., muerte de un
familiar). También hay acontecimientos que por definición se pueden confundir con otros
factores de riesgo (p. Ej., divorcio de los padres como un acontecimiento adverso en la
vida y funcionamiento familiar pobre como un factor de riesgo). Acontecimientos que son
en cierta medida controlables por el niño pueden ser confundidos con el funcionamiento
del niño (p. Ej., fracaso escolar). Los investigadores de la capacidad de adaptación han
usado regularmente solo los acontecimientos de la vida que son adversos e incontrolables
por el niño para medir la adversidad (p. Ej., Garmezy et al., 1984; Luthar, 1991; Masten et
al., 1988). El presente estudio ha adoptado esta aproximación.
Basado en un conjunto de datos de muestra representativa y de varios lugares,
este estudio examina simultáneamente múltiples factores en los jóvenes, sus familias, y
su entorno social para identificar la contribución única que los acontecimientos adversos
en la vida y cada uno de los factores de predicción tienen sobre la adaptación de los
jóvenes. Se examinan los efectos principales y los efectos de interacción entre los
factores de predicción de la adaptación de los jóvenes y los acontecimientos adversos en
la vida. La identificación de los efectos principales y de interacción se usa como base para
clasificar los factores de predicción en factores de recurso, de protección, de riesgo, o de
vulnerabilidad, de la adaptación de los jóvenes o de la capacidad de adaptación frente a
acontecimientos adversos en la vida.
MÉTODO
Muestra
Los datos se obtuvieron del Estudio de Métodos para la Epidemiología de
Desórdenes Mentales Infantiles y Adolescentes (MECA) del Instituto Nacional de Salud
Mental (NIMH). Un estudio cooperativo dirigido a desarrollar métodos para los estudios
del desorden mental y el uso útil en muestras de población de niños y adolescentes.
Detalles del diseño del estudio y de la metodología de las muestras aparecieron en Lahey
et al. (1996). La muestra se obtuvo en cuatro lugares geográficos en (1) Hamden, East
Haven, y West Haven, Connecticut; (2) en los condados de Dekalb, Rockdale, y Henry,
Georgia; (3) el condado de Westchester, New York; y (4) la metrópolis de San Juan,
Puerto Rico. Se enumeraron aproximadamente 7500 hogares en los cuatro lugares de
estudio. Se seleccionaron muestras de probabilidad de niños y adolescentes de edades
entre 9 y 17 años residentes en cada área geográfica, y se entrevistó a un total de 1285
parejas de jóvenes y sus cuidadores. Cada año de edad contribuyó con entre el 10% al 12
% del total de la muestra en cada lugar. Cuarenta y siete por ciento de la muestra eran
mujeres. Cincuenta y uno por ciento eran blancos no hispanos, el 28% latinos, el 15% afro
americanos, y el 6% otros. El noventa por ciento de los adultos informantes eran madres
biológicas.
Medidas
Variable dependiente. Se usaron los desórdenes psiquiátricos y los daños
funcionales para clasificar la adaptación de los jóvenes. El desorden psiquiátrico se midió
por el Programa de Entrevistas de Diagnóstico para Niños del Instituto Nacional de Salud
Mental Versión 2.3 (DISC-2.3) (Shaffer et al., 1996) basado en el criterio DSM-III-R. Se
evaluaron treinta trastornos psiquiátricos (depresión grave, distimia, manía, manía de baja
intensidad, trastorno de hiperactividad por déficit de atención, trastorno de oposición
desafiante, trastorno del comportamiento, agarofobia, alteración de ansiedad excesiva,
trastorno obsesivo compulsivo, trastornos de evasión, trastornos de crisis de pánico,
trastorno de ansiedad por separación, fobia social, trastorno de ansiedad generalizada,
abuso/dependencia alcohólica, abuso/dependencia de la marihuana, abuso/dependencia
de otra sustancia, anorexia, bulimia, encopresis, enuresis diurna, enuresis nocturna, tic
motor crónico, trastorno de Tourette, trastorno de tic transitorio, y tic vocal crónico). La
Escala de Evaluación Global de los Niños (CGAS) (Shaffer et al., 1983) se usó como
medida de deficiencia funcional. Se expresó que una buena adaptación no tenía
diagnóstico psiquiátrico y un puntuación mayor de 70 en la (Escala de Evaluación Global
de los Niños) CGAS (N= 697; 54,24 %).A los niños que o bien no tenían diagnóstico o que
tenían una valoración de 70 o menos en la CGAS se les clasificó como mal adaptados
(n=588; 45,75%).
Acontecimientos adversos en la vida. La medida de la adversidad se basó en 25
posibles acontecimientos que ocurrían en el año anterior, sobre los cuales los jóvenes no
tenían control. Los jóvenes informaron de los acontecimientos e indicaron que estos eran
negativos o adversos.
Factores de predicción. Los factores de predicción consistían en cuatro variables
dicótomas y siete variables continuas. Las variables dicótomas eran (1) género; (2)
psicopatología materna, como fue medida por el informe del cuidador sobre la Medida de
Historia Epidemiológica de la Familia (Lish et al., 1995), dividida en dos para separar a
aquellos sin historia de desorden psiquiátrico materno versus cualquier desorden; (3)
estructura familiar, la cual distinguía entre niños que vivían con dos padres biológicos y
aquellos con cualquier otra estructura familiar, que incluía madrastra o padrastro, padres
adoptivos, o padre o madre soltera, y (4) relación marital de los padres, basada en una
evaluación del cuidador de la relación marital del cuidador, dividida entre excelente o
buena y aceptable o pobre.
Las siete variables reducidas fueron (1) estatus socioeconómico, medido por el
Índice de Dos Factores de Posición Social de Hollingshead (Hollingshead, 1971;
Hollingshead y Redlich, 1958); (2) CI, medido por el Test-revisado de Vocabulario
Ilustrado de Peabody (Dunn y Dunn, 1981) y estandarizado para su uso en todos los
análisis; (3) control de los padres basada en 13 datos reseñados por los cuidadores en
una escala derivada de instrumentos de Cohen y Brook (1987), Dishion et al. (1991), y
Kandel (1990); (4) funcionamiento familiar, basado en 5 datos referidos por los cuidadores
sobre su satisfacción con el entorno familiar y los patrones de comunicación de la familia
(Hood et al., 1979); (5) aspiraciones educativas, como descritas por los jóvenes, y que
van desde “Menos de graduado de escuela secundaria” a “Graduado o Escuela
profesional”; (6) salud física, basado en una evaluación de la salud del niño por parte del
cuidador; y (7) el número de otros adultos que viven en la familia excluyendo a los padres
biológicos o adoptivos y a padrastro o madrastra.
Análisis estadístico
Primero, se condujeron análisis de una sola variable para examinar las relaciones
entre adaptación y acontecimientos adversos en la vida, y entre adaptación y todos los
factores de predicción. Segundo, se condujeron involuciones logísticas de variables
múltiples para examinar la contribución única de los acontecimientos adversos en la vida y
los efectos principales de cada uno de los factores de predicción. Tercero, se condujeron
involuciones logísticas de variables múltiples sobre los grupos de alto y bajo riesgo. El
coeficiente de los acontecimientos adversos en la vida se dividió en dos en la media
proporcional de la muestra. La relación entre los acontecimientos adversos en la vida y la
adaptación de los jóvenes existía en cualquiera nivel de adversidad, y la relación no
mostró un punto límite natural. Sin embargo los resultados obtenidos fueron similares
tanto si los acontecimientos en la vida se usaban como una variable dicótoma o continua.
Por estas razones, decidimos dividir entre los grupos de más alto y de más bajo riesgo
para hacer la interpretación de los análisis de regresión más coherente. La media
proporcional se eligió para dividir en dos, para incrementar la fuerza de los análisis.
Basado en esta decisión, los jóvenes con dos o más acontecimientos adversos en la vida
(43,7%) fueron considerados con riesgo superior, mientras que aquellos que tenían uno
(24,7%) o ningún acontecimiento adverso en la vida (31.6%) fueron considerados con
riesgo más bajo. Se condujeron involuciones logísticas de variables múltiples con datos
de cada uno de los dos subgrupos de muestras. Todos los factores de predicción se
incluyeron en cada una de las regresiones logísticas para examinar separadamente sus
efectos en los jóvenes con más bajo riesgo y en los jóvenes con más alto riesgo.
Finalmente, se examinaron los efectos de interacción entre cada uno de los 11 factores de
predicción y los acontecimientos adversos en la vida.
Dado el gran número de análisis que se condujeron en este estudio, hay una
probabilidad aumentada de error tipo I. sin embargo, dado que el estudio es exploratorio
por naturaleza, presentamos todos los resultados para evitar perder tendencias
importantes, en vez de adjuntar el . Los resultados en niveles más bajos de
trascendencia son por lo tanto interpretados con cautela.
RESULTADOS
La tabla 1 muestra el número de jóvenes que tenían una buena versus una pobre
adaptación a través de los niveles de acontecimientos adversos en la vida. El número de
los acontecimientos adversos en la vida estaba comprendido entre los 0 y los 14. La tabla
2 muestra las distribuciones de acontecimientos adversos en la vida para la muestra
completa y entre los jóvenes con mayor y aquellos con menor riesgo. Entre los jóvenes
con mayor riesgo, más de la tercera parte había experimentado una muerte en la familia o
una lesión grave de un miembro de la familia o había sido testigo de un crimen o un
accidente. Más del 20% de ellos había perdido un amigo, tuvo un amigo cercano que
estaba enfermo o había sido herido de gravedad, había experimentado un cambio en la
situación financiera familiar, o se había enfrentado a un problema de drogas o alcohol en
un miembro de la familia. Menos del 10% de los jóvenes con menor riesgo había
experimentado alguno de estos acontecimientos adversos en la vida.
Análisis de una variable
La tabla 3 muestra las asociaciones de una variable entre adaptación y
acontecimientos adversos en la vida, además de entre adaptación y los 11 factores de
predicción. La buena adaptación estaba relacionada con unos niveles más bajos de
acontecimientos adversos en la vida, ausencia de psicopatología materna, vivir con dos
padres biológicos, relación marital de los padres buena, estatus socioeconómico superior,
mayor CI, más estrecho control de los padres, más alto funcionamiento familiar, mejor
salud física, y más altas aspiraciones educativas (Tabla 3). El número de otros adultos en
la familia y el género de los jóvenes no estaban relacionados con la adaptación en los
análisis de una variable.
TABLA 1
Número de Jóvenes que tenían buena versus mala adaptación. Basado en el
número de Acontecimientos Adversos en la Vida
Nº de Acontecimientos Adversos en la Vida
0
1
2
3
4
5
≥6
Buena
257
adaptación
Mala
148
adaptación
Probabilidad 1,74
187
106
73
34
23
17
131
89
71
46
41
62
1,43
1,19
1,03
0,74
0,56
0,27
Tabla 2
Distribuciones de Acontecimientos Adversos en la Vida
Submuestras (Mayor Riesgo) y (Menor Riesgo)
Muestra
completa
Acontecimientos Adversos en la Vida
en el Año Anterior Que los Jóvenes (n=1.285)
Aprobaron como una Experiencia Frecue %
Negativa
ncia
Murió alguien en la familia
302
23,3
Miembro de la familia se lesionó de 239
18,5
gravedad
Vio un crimen/accidente
219
16,9
Perdió un amigo cercano
188
14,5
Un
amigo
cercano
estuvo 157
12,1
gravemente enfermo/herido
Cambio negativo en la situación 143
11,1
financiera de los padres
Miembro de la familia tuvo problema 131
10,1
de drogas o alcohol
Resultó gravemente enfermo o 123
9,5
lesionado
Los padres discutían más que 106
8,2
anteriormente
La figura materna o paterna perdió el 99
7,7
trabajo
Uno de los padres permanecía fuera 88
6,8
de casa más a menudo
Alguien en la familia fue arrestado
83
6,4
Murió un amigo cercano
83
6,4
Miembro de la familia tuvo un 80
6,2
problema mental/emocional
Hermano o hermana se fue de casa
67
5,2
Fue
victima
de
un 50
3,9
crimen/violencia/asalto
Padres separados en los últimos 12 42
3,2
meses
Padre(s) se metió en problemas con 30
2,3
la ley
Asistió a un nuevo colegio
29
2,2
La familia se trasladó
29
2.2
Los padres se divorciaron
25
1,9
Uno de los padres fue a la cárcel
16
1,2
en la Muestra completa y en las
Jóvenes
con Jóvenes
con
Mayor Riesgo
Menor Riesgo
(n=562)
(n=723)
Frecue %
ncia
234
41,4
201
35,6
Frecue %
ncia
68
9,3
38
5,2
190
158
136
33,6
28,0
24,1
29
30
21
4,0
4,1
2,9
123
21,8
20
2,7
114
20,2
17
2,3
97
17,2
26
3,6
92
16,3
14
1,9
90
15,9
9
1,2
79
14,0
9
1,2
77
77
75
13,6
13,6
13,3
6
6
5
0,8
0,8
0,7
57
47
10,1
8,3
10
3
1,4
0,4
41
7,3
1
0,1
29
5,1
1
0,1
28
27
25
16
5,0
4,8
4,4
2,8
1
2
0
0
0,1
0,3
0,0
0,0
Tuvo una nueva madrastra o 14
1,1
13
2,3
1
padrastro
Uno de los padres consiguió un 14
1,1
12
2,1
2
nuevo trabajo
Tuvo un nuevo hermano o hermana
5
0,4
4
0,7
1
Nota: Alto riesgo = dos o más acontecimientos adversos en el año anterior; bajo
uno o ningún acontecimiento adverso en el año anterior.
0,1
0,3
0,1
riesgo =
Regresiones logísticas de múltiples variables
La adaptación era regresiva en todos los factores de predicción simultáneamente.
El coeficiente de relación marital de los padres no era aplicable a algunos jóvenes que
vivían en familias de padre o madre soltera; por lo tanto se condujeron dos regresiones
logísticas: una sobre la muestra completa excluyendo el coeficiente de relación marital de
los padres (Tabla 3), y otra que incluía el coeficiente de relación marital de los padres
excluyendo a las familias de padre o madre soltera (no mostradas). En el análisis de
muestra completa (Tabla 3), se pronosticó una buena adaptación en los jóvenes (p <.05)
por un nivel menor de acontecimientos adversos en la vida, ausencia de psicopatología
materna, vivir con dos padres biológicos, CI más alto, más estrecho control de los padres,
más alto funcionamiento familiar, mejor salud física, más elevadas aspiraciones
educativas, y un mayor número de otros adultos en el hogar. Cuando se incluía la relación
marital de los padres en el modelo (se excluyeron 293 familias de padre o madre soltera;
n = 992), los niveles de trascendencia de las variables no cambiaron y la relación marital
de los padres no pronosticó adaptación (p =.43).
Debido a que se asociaba el número de adultos en la familia con la adaptación en
el análisis de múltiples variables pero no en el análisis de una variable, se condujeron una
serie de análisis de una variable sobre las asociaciones entre el número de otros adultos
en la familia y otros factores de predicción en el presente estudio. Se relacionó un número
mayor de otros adultos en la familia con un estatus socioeconómico más bajo, un más
bajo CI, más bajos niveles de control de los padres, más bajas aspiraciones educativas,
una pobre salud física, y con no vivir con dos padres biológicos.
Factores de predicción de la Adaptación de los Jóvenes con Más Bajo versus Más Alto
Riesgo
Como se discutió previamente, la muestra se dividió en dos submuestras en la
media proporcional del coeficiente de acontecimientos adversos en la vida (≤1 y ≥2). Se
condujeron regresiones logísticas de múltiples variables en cada una de las dos
submuestras. Todos los factores de predicción se incluyeron en cada una de las
regresiones simultáneamente. Como se describió previamente, las regresiones se
realizaron dos veces (para un total de cuatro) para tener en cuenta las familias de padre o
madre soltera.
Resultados de los análisis en la Muestra Completa
La variable de relación marital de los padres se excluyó en estos análisis porque
esta variable no era aplicable a familias de padre o madre soltera. Se condujeron dos
regresiones logísticas separadamente, basadas en las submuestra que consideraba el
riesgo más alto versus aquella que consideraba el riesgo más bajo. La adaptación fue
regresiva en todos los 10 factores de predicción simultáneamente en ambos análisis. En
análisis basados en la submuestra que consideraba el riesgo más alto (Tabla 4), se
vaticinó la capacidad de adaptación en los jóvenes por más alto CI, mejor funcionamiento
familiar, y más altas aspiraciones educativas. Control de los padres y el número de otros
adultos en la familia resultaron de una importancia marginal en estos análisis (p <.10). En
análisis basados en la submuestra que consideraba el riesgo más bajo (Tabla 4), se
vaticinó una buena adaptación (p <.05) por la ausencia de psicopatología materna, más
estrecho control de los padres, mejor funcionamiento familiar, mejor salud física, y más
altas aspiraciones educativas. La estructura familiar y el número de otros adultos en la
familia resultaron de una importancia marginal (p <.10).
Resultados de los análisis Excluyendo familias de padre o madre soltera
Los resultados de estos análisis fueron comparables a aquellos de la muestra
completa. De nuevo se condujeron dos regresiones logísticas separadamente basadas en
la submuestra que consideraba el riesgo más alto y aquella que consideraba el riesgo
más bajo, y se calculó la adaptación de los jóvenes sobre todos los 11 factores de
predicción simultáneamente en ambos análisis. Las familias de padre o madre soltera (n =
293) fueron excluidas en estos análisis para que pudiera ser incluido el coeficiente de
relación marital de los padres. En análisis basados en la submuestra que consideraba el
riesgo más alto (tabla no mostrada), se pronosticaba la capacidad de adaptación por un
más alto CI, más estrecho control de los padres, y mejor funcionamiento familiar. Hubo
dos diferencias entre este análisis y el análisis de la muestra completa. Primero, el control
de los padres resultó de una importancia marginal (p = .07) en el análisis de la muestra
completa pero importante, aunque escasamente, en este análisis (p = .042; índice de
probabilidad ajustado = 1.60). En segundo lugar, las aspiraciones educativas dejaron de
ser importantes en este análisis (p = .44).
TABLA 3
Buena adaptación pronosticada por niveles bajos de Acontecimientos Adversos en la
Vida y 11 Factores de predicción:
Regresiones logísticas de Una Variable y de múltiples Variables
Regresión Logística de Regresión Logística de
Una Variable
múltiples Variables a
Parám Error
Índice
Parám Error
Índice
Variable
etro
Estánd de
etro
Estánd de
Estima ar
Probab Estima ar
Probab
do
ilidad
do
ilidad
No
No
Ajustad
Ajustad
o
o
Acontecimientos Adversos 0,114
0,51 b
0,123
0,61 b
en la Vida
0,665**
0,440**
*
*
Psicopatología materna
0,125
0,52 b
0,416** 0,136
0,66 b
0,648**
*
Vivir
con
dos
padres 0,617** 0,116
1,85 b
0,261* 0,128
1,30 b
biológicos
*
Género (mujer)
0,093
0,112
1,10 b
0.093
0,123
1,10 b
Buena relación marital de
los padres
Estatus
socioeconómico
más alto
CI superior
0,738** 0,195
2,09 b
*
0,208** 0,059
1,23 c
-0,025 0,070
0,97 c
*
0,019** 0,003
1,77 d
0,012** 0,004
1,43 d
*
Más estrecho control de los 0,814** 0,133
2,08 e
0,439** 0,146
1,48 e
padres
*
Funcionamiento
familiar 0,241** 0,030
2,72 e
0,175** 0,033
2,07 e
superior
*
*
Mejor salud física
0,476** 0,098
1,74 e
0,222* 0,109
1,29 e
*
Más elevadas aspiraciones 0,466
0,069
2,54 f
0,358** 0,077
2,04 f
educativas
*
Nº de otros adultos en la 0,077
0,064
1,08 g
0,175* 0,070
1,19 g
familia
a Se usó la muestra completa en esta regresión logística de múltiples variables. Modelo:
N = 1.285; ²= 179,27; df = 11; p = .0001.
b Variable dicótoma.
c Índice de probabilidad (IP) para una comparación en la escala de Hollingshead.*
d IP entre CI = 85 y CI = 115.
e Entre 2 SD (+1 versus -1 SD).
f IP entre terminando la universidad y terminando la enseñanza secundaria.
g IP para cada otro adulto adicional en la familia.
* p < .05; ** p < .01; *** p < .001.
Fig. 1 Efectos de interacción entre CI y acontecimientos adversos en la vida. * Valor
pronosticado basado en la muestra completa (N = 1.285).
En análisis basados en la submuestra de “más alto riesgo” (tabla no mostrada), se
pronosticó buena adaptación (p < .05) por ausencia de psicopatología materna, vivir con
dos padres biológicos, mejor funcionamiento familiar, mejor salud física, y más altas
aspiraciones educativas. Un número mayor de otros adultos en la familia fue de
importancia marginal (p = .06), similar al análisis basado en el análisis de la muestra
completa (p = .09). Hubo dos diferencias en este análisis comparado con el análisis de la
muestra completa: El control de los padres dejó de ser significativa en este análisis (p =
.11), y vivir con dos padres biológicos fue significativa en este análisis (p = .003; índice de
probabilidad ajustado = 2,03) pero no en el análisis de la muestra completa.
Efectos de Interacción Entre los Acontecimientos Adversos en la Vida y los 11 Factores
de predicción
Se crearon once términos de interacción (producto de la adversidad y cada uno de
los 11 factores) para probar las interacciones entre adversidad y los factores de
predicción. Los términos de interacción se testaron individualmente mientras todos los
otros factores fueron controlados simultáneamente. Se condujeron análisis tanto
incluyendo como excluyendo la variable de relación marital de los padres (excluyendo e
incluyendo familias de padre o madre soltera, respectivamente). La interacción entre
acontecimientos adversos en la vida y CI estuvo cerca de ser significativa (p = .07) en
ambos análisis, incluyendo y excluyendo las familias de padre o madre soltera. El CI tuvo
más valor de predicción en los jóvenes con más alto riesgo que en aquellos con más bajo
riesgo (Fig.: 1 y Tabla 4). Para los jóvenes con más alto riesgo, pero no aquellos con más
bajo riesgo, un más alto CI predijo buena adaptación.
TABLA 4
Buena adaptación Pronosticada por 11 Factores de Predicción Simultáneamente:
Regresiones logísticas de Múltiples Variables Basadas en Dos Submuestras Divididas
en la Media Proporcional de Acontecimientos Adversos en la Vida (≤1 versus ≥2)
Submuestra (Más Alto Submuestra (Más Bajo
Riesgo) a
Riesgo) b
Parám Error
Índice
Parám Error
Índice
Variable
etro
Estánd de
etro
Estánd de
Estima ar
Probab Estima ar
Probab
do
ilidad
do
ilidad
No
No
Ajustad
Ajustad
o
o
Psicopatología materna
-0,160 0,203
0,85 c
0,185
0,53 c
0,633**
*
Vivir
con
dos
padres 0,195
0,187
1,2 c
0,328 † 0,179
1,39 c
biológicos
Género (mujer)
-0,016 0,187
0,98 c
0,193
0,166
1,21 c
Estatus
socioeconómico -0,073 0,109
0,93 d
0,021
0,094
1,02 d
más alto
Más alto CI
0,021** 0,006
1,87 e
0,004
0,005
1,14 e
*
Más estrecho control de los 0,393 † 0,214
1,42 f
0,470* 0,204
1,53 f
padres
Mejor
funcionamiento 0,222** 0,048
2,51 f
0,123** 0,046
1,67 f
familiar
*
Mejor salud física
0,172
0,161
1,22 f
0,366* 0,151
1,48 f
Más elevadas aspiraciones 0,255* 0,118
1,67 g
0,431** 0,105
2,37 g
educativas
*
Nº de otros adultos en la 0,206† 0,106
1,23 h
0,162† 0,096
1,18 h
familia
Se incluyeron familias de padre o madre soltera en estos análisis (N = 1.285); por lo tanto,
se excluyó la relación marital de los padres. Más alto riesgo = dos o más acontecimientos
adversos en el año anterior; más bajo riesgo = uno o ningún acontecimientos adverso en
el año anterior.
a Modelo: n = 562; ²= 75,71; df = 10; p < .0001.
b Modelo: n = 723; ² = 84,68; df = 10; p < .0001.
c Variable dicótoma.
d Índice de probabilidad (IP) para una diferencia de clase en la escala de Hollingshead.*
e IP entre CI = 85 y CI = 115.
f Entre 2 SD (+1 versus -1 SD).
g IP entre terminando la universidad y terminando la enseñanza secundaria.
h IP para cada otro adulto adicional en la familia.
† p < .10; * p < .05; ** p < .01; *** p < .001
La interacción entre acontecimientos adversos en la vida y psicopatología materna
fue significativa cuando se excluía a las familias de padre o madre soltera (p = .01), (p =
.10 cuando se incluía a las familias de padre o madre soltera). La Figura 2 muestra que
los niveles superiores de acontecimientos adversos en la vida o la presencia de
psicopatología materna predijeron mala adecuación; sin embargo, la presencia de ambos
factores de riesgo no aumentaba la probabilidad en mayor medida. Estos resultados
fueron similares cuando las regresiones se repitieron usando los acontecimientos en la
vida como un coeficiente continuo.
Se condujeron análisis logísticos de múltiples variables para jóvenes que estaban
expuestos tanto a niveles altos de acontecimientos adversos en la vida como a
psicopatología materna. Cuando se incluyó a las familias de padre o madre soltera (n =
179), un más alto CI (p < .0001), un más estrecho control de los padres (p < .05), y un
mejor funcionamiento familiar (p < .05) fueron relacionados con la capacidad de
adaptación. Vivir con dos padres biológicos y ser una niña estuvo cerca de ser
significativa (p < .10). Cuando se excluyeron las familias de padre o madre soltera (n =
127), un más alto CI (p < .002) y ser una niña (p < .04) fueron relacionados con la
capacidad de adaptación. Un más estrecho control de los padres, mejor funcionamiento
familiar, y un mayor número de otros adultos en la familia estuvieron cerca de ser
significativos (p < .10).
DISCUSIÓN
Este estudio muestra que la relación entre acontecimientos adversos en la vida y
mala adaptación es contundente. Los acontecimientos adversos en la vida contribuyen
excepcionalmente a predecir la adaptación de los jóvenes más allá de los efectos de 11
covariables investigadas en este estudio. La conclusión es consistente con estudios
previos entre adultos (Dohrenwend y Dohrenwend, 1978; Lazarus y Folkman, 1984;
Seyle, 1956) así como también entre niños y adolescentes (Coddington, 1972; Goodyer,
1990).
Nuestras conclusiones son consistentes con la idea de que el CI de los niños es un
factor de protección (Garmezy et al., 1984, Masten et al., 1988). Se descubrió que el CI
era significativo para predecir la adaptación en los jóvenes con alto riesgo pero no con
bajo riesgo, reuniendo uno de los criterios necesarios de un factor de protección. Sin
embargo, la prueba de interacción entre CI y acontecimientos adversos en la vida fue solo
indicativa (p < .07), y un nivel significativo más alto sería necesario para permitirnos
alcanzar esta conclusión. Sin embargo, el hecho de que las pruebas de interacción no
alcanzaran significación podría explicarse por la falta de fuerza. Pruebas de interacción
requieran más fuerza (mayor número de argumentos o mayor dimensión de los efectos)
que las pruebas de efectos principales (Cohen, 1988).
La interacción entre psicopatología materna y acontecimientos adversos en la vida
también garantiza una investigación ulterior. Este estudio muestra que bien experimentar
niveles más altos de acontecimientos adversos en la vida o bien tener una madre que ha
tenido un desorden psiquiátrico están ambas relacionadas con una probabilidad
aumentada de tener un desorden psiquiátrico o un deterioro psicológico en la juventud. El
estar expuesto a ambos factores de riesgo, sin embargo, no produjo un efecto creciente
en el nivel de riesgo. Se evalúan dos posibles explicaciones, un efecto límite y la
posibilidad de una secuencia lineal múltiple. Un efecto límite es improbable dado que
aproximadamente el 40% de los 127 jóvenes que estuvieron expuestos a ambos factores
de riesgo estaba bien adaptado. De manera similar, una secuencia lineal múltiple entre
acontecimientos adversos en la vida y psicopatología materna es también improbable
puesto que ambos factores son significativos para predecir la adaptación de los jóvenes
en una regresión logística de variables múltiples (Tabla 3). Por otra parte, un número
considerable de jóvenes estuvo expuesto a uno pero no a ambos factores de riesgo (283
estuvieron expuestos a niveles superiores de acontecimientos adversos en la vida y 140
eran hijos de madres con psicopatología). Está por lo tanto poco claro por qué la
exposición a los dos factores de riesgo no aumenta aún más la probabilidad de una mala
adaptación de los jóvenes. Es posible que otros factores no tomados en consideración
pudieran interactuar en mayor medida con la psicopatología materna y los
acontecimientos adversos en la vida y afectar el nivel de riesgo.
Fig. 2 Efectos de interacción entre psicopatología materna (PM) y acontecimientos
adversos en la vida. * Valor pronosticado basado en la submuestra de dos-padres/tutores
(N = 992).
Implicaciones Clínicas
Varios factores de recurso pronosticaron una buena adaptación en los jóvenes
(aquellos que pronostican buena adaptación tanto en riesgo alto como bajo): mejor
funcionamiento familiar, aspiraciones educativas más altas, y, en menor medida, control
de los padres y un número mayor de otros adultos en la familia. El efecto del
funcionamiento familiar es consistente con un estudio previo que examinó los efectos de
protección y de recurso del funcionamiento familiar (Burt et al., 1988), que un mejor
funcionamiento familiar tenía un efecto de recurso, pero no un efecto de protección, sobre
el funcionamiento psicológico de los jóvenes.
Se asocia las aspiraciones educativas más altas con una buena adaptación de los
jóvenes tanto con niveles altos como bajos de acontecimientos adversos en la vida. Una
más alta aspiración educativa podría haber servido como meta y motivador para algunos
de estos jóvenes, y podría haberles provisto de un sentido de significado y propósito en
sus vidas. Sin embargo, una hipótesis en oposición podría explicar esta relación por éxitos
académicos. Es decir, los jóvenes que están libres de síntomas son más propensos a
tener éxito en la escuela, y su más alta aspiración educativa es simplemente el resultado
de su éxito académico. Para probar esta hipótesis, se condujo un análisis adicional con el
promedio del punto de grado (GPA) como medida de éxito académico incluido en la
regresión logística de múltiples variables, similar a la mostrada en la Tabla 3. En este
análisis, tanto el GPA como la aspiración educativa estaban asociadas con la adaptación
de una manera significativa. Por lo tanto, la relación entre aspiración educativa y
adaptación de los jóvenes es consistente y no puede ser explicada completamente por el
éxito académico.
Un mayor número de otros adultos en la familia es también profético de una mejor
adaptación de los jóvenes. Sin embargo, un mayor número de otros adultos en la familia
está también relacionada con un más bajo estatus socioeconómico, más bajo CI, menos
control de los padres, más bajas aspiraciones educativas de los jóvenes, peor salud física,
y no vivir con dos padres biológicos. Consecuentemente, el efecto de recurso de adultos
adicionales en la familia se anula por estos factores asociados. Solamente cuando estos
otros factores se mantienen constantes predicen realmente los adultos adicionales en la
familia una mejor adaptación en niños y adolescentes. Probablemente los adultos
adicionales en la familia complementan a los padres a la hora de proporcionar apoyo
emocional., orientación, recursos informativos, control, o modelos para imitar a los
jóvenes.
Se ha descubierto de forma consistente que un pobre control de los jóvenes por
parte de los padres es un factor para predecir la delincuencia juvenil o el comportamiento
antisocial (p. Ej., Reid y Patterson, 1989; Steinberg, 1987). Sin embargo, el presente
estudio no encontró una relación sólida entre el control de los padres y la adaptación
global de los jóvenes. Puede ser que el control de los padres juegue un papel menor en la
adaptación global de los niños y adolescentes que en los desórdenes destructivos.
Alternativamente, el efecto del control de los padres podría haber sido enturbiada por la
inclinación hacia una conveniencia social en la cual los padres con bajos niveles de
control evitaban presentarse a ellos mismos negativamente y por tanto informaron de
forma exagerada de sus niveles de control. Sin embargo, esta explicación es improbable
dado que la bibliografía que se cita más arriba sugiere que tal tendencia no existe, incluso
entre padres cuyos hijos exhiben los tipos de comportamientos destructivos socialmente
más desviados e indeseados.
La bibliografía sobre los efectos del género es inconsistente. Algunos estudios han
descubierto que ser una niña era un recurso o un factor de protección (Earls, 1987;
Masten et al., 1988; Rutter, 1979; 1990). Otros estudios (p. Ej., Werner y Smith, 1992)
descubrieron que ser una niña era un factor de recurso desde el nacimiento hasta los 10
años, pero que la tendencia se invertía durante la segunda década, cuando los problemas
en los niños disminuía y los problemas de comportamiento en las niñas aumentaba. Más
aún, se descubrió que los efectos de género variaban dependiendo del coeficiente de
resultado utilizado (Luthar et al., 1993). Conforme los criterios de los resultados de los
jóvenes se hacían más riguroso, los efectos de ser una niña parecían cambiar o
desaparecer (Luthar et al., 1993). Luthar y socios (1993) descubrieron una proporción
significativamente más alta de niñas que eran competentes en una o más áreas de
competencia social, en comparación con niños (un efecto principal del género). Sin
embargo, cuando el criterio usado era más riguroso (a saber, niños que eran competentes
en una o más áreas y no lo eran en la tercera más baja de cualquier otra área), ser una
niña era un factor de protección (un factor de interacción del género). Además, cuando el
criterio se hacía más riguroso (a saber, ausencia de cualquier síntoma auto informado
además del criterio previo), no se detectó ningún efecto principal o de interacción (Luthar
et al., 1993). El efecto de recurso de ser una niña se detecta en el presente estudio solo
entre los jóvenes que estaban expuestos a más altos niveles de acontecimientos
adversos en la vida y a psicopatología materna. Los resultados inconsistentes en el
presente estudio pueden haber sido resultado del uso de un criterio riguroso en la
definición de buena adaptación (ausencia de todos los 30 desórdenes psiquiátricos y
puntuación en la Escala de Evaluación Global de los Niños mayor de 70).
En conclusión, los jóvenes con capacidad de adaptación tienden a vivir en familias
de más alto funcionamiento y reciben más orientación y supervisión de sus padres y otros
adultos en la familia. Otros adultos en la familia pueden complementar a los padres a la
hora de proporcionar orientación y apoyo a los jóvenes y de mejorar la adaptación de los
jóvenes. Unas aspiraciones de enseñanza superiores podrían también haber provisto a
los jóvenes con alto riesgo con un sentido de dirección y esperanza. Aunque el CI no tuvo
impacto en los jóvenes con bajo riesgo, los jóvenes con alto riesgo que tenían un CI más
alto quizá puedan hacer frente de una forma mejor y por lo tanto evitar los efectos
negativos de los acontecimientos adversos en la vida.
Limitaciones
Este estudio tiene una serie de limitaciones. En primer lugar, debe enfatizarse que
nosotros confiamos en datos de muestra representativa, y no está claro si las
conclusiones se reproducirían con un diseño longitudinal. Datos de muestra
representativa pueden proporcionar información sobre las asociaciones que existen entre
diferentes variables, pero no pueden proporcionar información sobre la estabilidad de
cada factor de riesgo o resultado, o sobre la dirección de las asociaciones. Son
necesarios datos longitudinales para determinar la dirección de las asociaciones y para
empezar a plantear la causalidad como hipótesis. En segundo lugar, en este estudio solo
se usaron un número limitado de factores. Otros factores no verificados en este estudio
(p. Ej., locus interno de control, temperamento) podrían también predecir capacidad de
adaptación y podrían cambiar los efectos de los factores que se usaron aquí. En tercer
lugar, aunque las conclusiones son contundentes con niveles de trascendencia de menos
de .01 ó 0.01, la magnitud de los efectos, por otra parte, de acuerdo con lo expresado en
los índices de probabilidad o los índices de probabilidad ajustados de las variables
estudiadas, fueron modestos (índices de probabilidad de menos de 3). Por lo tanto, el
nivel de significado clínico de estos factores podría ser limitado. Finalmente, de forma
similar a la mayor parte de estudios de la capacidad de adaptación, este estudio no fue
más allá de identificar factores de protección y de recurso. Por lo tanto, no se exploraron
los mecanismos a través de los cuales los factores de protección y de recurso tienen un
impacto. Futuras investigaciones deberían examinar la naturaleza de los mecanismos o
procesos a través de los cuales un más alto CI y otros factores de recurso operan para
proteger a los jóvenes con alto riesgo.
El Programa MECA es un estudio metodológico epidemiológico realizado por cuatro
equipos de investigación independientes en colaboración con el personal de la División de
Investigación Clínica, que fue reorganizado en 1992 con componentes ahora en la
División de Investigación de Epidemiología y Servicios y la División de Investigación
Clínica y de Tratamiento del Instituto Nacional de Salud Mental, Rockville, Maryland. Los
Principales Colaboradores del Instituto Nacional de Salud Mental son Darle A. Regier,
Doctor en Medicina y Master en Salud Pública, Ben Z. Locke, Master en Salud Pública,
Meter S. Jensen, Doctor en Medicina, William E. Narow, Doctor en Medicina y Master en
Salud Pública, Donald S: Rae, M.A., John E. Richters, Doctor, Karen H. Bourdon; M.A., y
Margaret T. Roper, Master en Ciencias. El Director del Proyecto del Instituto Nacional de
Salud Mental era William J: Huber. Los Principales Investigadores y co-investigadores de
los cuatro emplazamientos son los siguientes: Universidad de Emory, Atlanta, UO1
MH46725: Mina K. Dulcan, Doctora en Medicina, Benjamín B. Lahey, Doctor, y Elaine W.
Flagg. Doctora; Fundación para la Investigación de La Higiene Mental en el Instituto
Psiquiátrico del Estado de Nueva York (Universidad de Columbia), Nueva York, UO1
MH46718: Hector R. Bird, Doctor en Medicina, David Shaffer, Doctor en Medicina, Myrna
Wessman, Doctora, Patricia Cohen, Doctora, Dense S. Gould, Doctor, y Agnes Whitaker,
Doctora en Medicina; Universidad de Yale, New Haven, Connecticut, UO1 MH46717:
Mary Schwab-Stone, Doctora en Medicina, Philip J. Leaf, Doctor, Sarah Horwitz, Doctora,
y Judith H. Lichtman, Master en Salud Pública; Universidad de Puerto Rico, San Juan,
Puerto Rico, UO1 MH46732: Glorisa Margarita Alegría, Doctora, Julio Ribera, Doctor,
Sara Huertas, Doctora en Medicina, Michael Woodbury, Doctor en Medicina, y José
Bauermeister, Doctor.
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El Estado de Preparación de los Estudiantes para Discutir Asuntos del Final de la Vida
con Pacientes. Mary K. Buss, Doctora en Medicina, Eric S. Marx, MTS, Daniel P.
Sulmasy, Doctor en Medicina, PhD
Propósito: Explorar cómo las facultades de medicina preparan a los estudiantes para
tratar cuestiones del final de la vida con sus pacientes. Método: En 1997, los autores
examinaron a 226 estudiantes de cuarto año de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Georgetown y de la Facultad de Medicina Mayo, evaluando los conocimientos
relevantes, las experiencias, las actitudes, y el sentido del estado de preparación de los
estudiantes para tratar cuestiones del final de la vida. Resultados: Setenta y dos por
ciento (162) de los estudiantes elegibles respondió. Casi todos (99%) reconocieron la
importancia de unas directrices avanzadas y de discusiones previas sobre cuestiones del
final de la vida con sus pacientes en sus prácticas (84%). Sin embargo, solo un 41%
pensaba que su educación en lo que se refería a cuestiones del final de la vida había sido
adecuada, solo el 27% había discutido alguna vez cuestiones del final de la vida con un
paciente, y solo el 35% pensaba que había tenido una exposición y una educación
adecuadas en lo tocante a directrices avanzadas. El ochenta por ciento estaba a favor de
más educación sobre cuestiones del final de la vida. La exposición educativa a cuestiones
del final de la vida y a modelos de conducta, la habilidad para definir correctamente una
directriz avanzada, el número de discusiones sobre el final de la vida de las que se es
testigo, y la edad, fueron todos asociados con el sentido del estado de preparación de los
estudiantes para discutir directrices avanzadas con los pacientes. Conclusiones: la
mayoría de los estudiantes no se sentían preparados para discutir cuestiones del final de
la vida con sus pacientes, pero quería aprender más. Los factores asociados con un
sentido del estado de preparación sugieren varias intervenciones educativas plausibles y
fáciles, pero se requiere una investigación ulterior para entender el alcance del problema y
para llevar a cabo modificaciones en el programa de estudios. Academia de Medicina
1998;73:418-422
Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, 37:11 NOVIEMBRE 1998
Revisado y aceptado por Michael S. Jellinek, Doctor en Medicina, Editor Asociado.
Aceptado 23 Junio, 1998.
De la Universidad de Columbia, New York, y el Instituto Psiquiátrico del Estado De New
York (Drs. Tiet, Bird, Hoven; Cohen; y Sr, Davies), Universidad de Emory, Atlanta (Dr.
Goodman), y el Instituto Nacional de Salud Mental, Rockville, Departamento de Medicina
(Dr. Jensen).
Solicitudes de reimpresión al Dr. Tiet, Departamento de Psiquiatría Infantil y Adolescente,
Universidad de Columbia/NYSPI, Unidad 43 722 Oeste Calle 168ª, New York, NY 10032.
0890-8567/98/3711-1191/$03.00c1998 por la Academia Americana de Psiquiatría Infantil
y Adolescente.
COMENTARIO PERSONAL
Personalmente, este estudio me ha resultado interesante porque señala diferentes
aspectos e ideas con las cuales yo estaba de acuerdo antes de realizar la traducción.
Siempre he pensado que una familia bien estructurada es el pilar fundamental sobre el
cual crece un niño como persona. La seguridad de saber que pase lo que pase tienes
detrás de ti personas que te apoyan, que te orientan y te marcan unas pautas de
comportamiento es importante para la formación de la autoestima, la seguridad en uno
mismo y la forma de afrontar cada situación.
Otra de las ideas que se comentan y que me ha llamado la atención es que la
presencia de otros adultos en la familia es beneficiosa. Para mí, estas personas se llaman
ABUELOS. Una vez vi un documental sobre ballenas donde se decía que sólo los
hombres y las ballenas conocían su segunda generación y esto era porque la finalidad de
su existencia no es la de ser padres, sino abuelos. Son las ballenas abuelas las que
cuidan al ballenato y de forma similar creo que los abuelos ejercen un papel importante en
la educación del niño.
Mi último comentario es acerca de que ser niña es un factor protector. Sin
connotaciones sexista, estoy de acuerdo con ello. No sé si por causa genética o porque a
lo largo de la historia la mujer ha estado limitada en muchos aspectos de la vida, el
principio de supervivencia ha hecho que ésta sea capaz de desarrollar unos mecanismos
de adaptación mayores que el hombre.
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