Characteristics and Outcomes in Adult Patients Receiving Mechanical Ventilation. A 28-Day International Study. Autores: Esteban A, Anzueto A, Frutos F, Alía I, Brochard L, Stewart TE, Benito S, Epstein SK, Apezteguía C, Nightingale P, Arroliga A, Tobin M. Cita: JAMA 2002: 287(3): 345-355. Objetivos del estudio: Determinar la sobrevida de pacientes que reciben asistencia respiratoria mecánica (ARM) y conocer los factores que influyen en la misma. Diseño: Los datos fueron obtenidos en forma prospectiva de todos los pacientes adultos que recibieron ARM por más de 12 horas entre el 1º y el 28 de Marzo de 1998, internados en 361 unidades de terapia intensivas (UTI) de 20 países (la Argentina participó con más de 40 Centros). La variable principal fue mortalidad de cualquier causa en UTI. Otra información recolectada incluyó datos demográficos, score de severidad a la admisión (SAPS II), estado funcional crónico e indicación, tipo y duración de la ARM. Los pacientes también fueron evaluados diariamente por un máximo de 28 días para el desarrollo de los siguientes eventos: SDRA, barotrauma, neumonía, sepsis, falla renal, falla hepática y coagulopatía. La necesidad de intubación traqueal se consideró en los pacientes que recibían ventilación no invasiva y en aquellos que requirieron reintubación luego de la extubación. El tiempo de comienzo del weaning también fue registrado. Resultados Principales: 5.183 (33%) de los 15 .757 pacientes admitidos recibieron ARM durante el período de estudio. 68.8% de estos pacientes requirieron ARM para tratamiento de insuficiencia respiratoria aguda. 16.7% por coma, 12.8% debido a insuficiencia respiratoria aguda sobre enfermedad pulmonar crónica, y 1.8% por enfermedad neuromuscular. La tasa de mortalidad para los pacientes que requirieron ARM fue 30.7%. La duración de la ARM, duración del weaning y tiempo de estadía en UTI y en el hospital se observan en la siguiente tabla: Los valores son expresados como media y (DS) Duración (días) Total EPOC SDRA Valor p ARM 5.9 (7.2) 5.1 (5.3) 8.8 (8.5) <.001 Weaning 4.2 (7.2) 4.7 (7.8) 5.0 (5.6) .55 Estadía en UTI 11.2 (13.7) 11.2 (10.6) 14.3 (17.7) .01 Estadía en Hospital 22.5 (23.7) 21.2 (17.7) 24.5 (24.8) .07 Los factores asociados de manera independiente con un incremento en la mortalidad fueron: (entre paréntesis odds ratio y 95% de intervalo de confianza): 1) Edad: 40-70 (OR 1.58, [1.27-1.98]) y Edad: > 70 (OR 2.18, [1.71-2.76]) 2) Coma (OR 2.98, [2.44-3.63]) 3) SDRA como causa de la insuficiencia respiratoria aguda (OR 1.44, [1.03-2.01]) 4) Sepsis como causa de la insuficiencia respiratoria aguda (OR 1.71, [1.34-2.2]) 5) Presión pico de la vía aérea > 50 cm H2O (OR 2.67, [1.50-4.72]) 6) Presión plateau de la vía aérea >35 cm H2O (OR 3.67, [2.02-6.66]) 7) Indice PaO2/FiO2 < 100 (OR 8.71, [5.44-13.94]) Uso de drogas vasoactivas (OR 1.77, [1.50-2.08]) o bloqueantes 8) neuromusculares (OR 1.39, [1.08-1.79]) Los factores que se desarrollaron durante la ARM y que se asociaron con mayor mortalidad fueron: barotrauma, SDRA, sepsis, shock, falla renal, falla hepática, coagulopatía, y acidosis metabólica. Sólo el estado postoperatorio (OR 0.75, [0.61-0.91]) y la traqueostomía (OR 0.45, [0.35-0.58]) se asociaron con disminución de la mortalidad. Implicatncias: Este estudio provee información importante sobre los datos demográficos, manejo y evolución de los pacientes que requieren ARM. El número de pacientes estudiados es verdaderamente impresionante; al involucrar 361 unidades de terapia intensiva de todo el mundo, los autores consideran que los resultados son generalizables. Si bien fue un estudio observacional, los datos fueron obtenidos de manera prospectiva y se utilizaron definiciones standards, disminuyendo la probabilidad de sesgo en las mediciones. Para minimizar algún potencial efecto “Hawthorne” (cambio en la conducta como resultado de ser observado), sólo dos individuos en cada UTI estaban en conocimiento de que el estudio estaba siendo conducido. Entonces, las fuerzas de este trabajo fueron su tamaño, naturaleza prospectiva, pseudo-ciego y el riguroso registro de datos. Estos datos pueden ser utilidad para que los médicos brindan información a los familiares de los pacientes sobre el resultado esperado o la duración de la estadía. También los datos pueden ser de utilidad para los administradores de salud con respecto a planificación de recursos en las UTI. Los resultados pueden también ayudar al control de calidad; si los datos de una unidad en particular son significativamente diferentes de los observados en este estudio, quizás pueda identificarse una necesidad de cambio de conductas. Los autores buscaron separar los factores que afectan la mortalidad en tres categorías; aquellas presentes al momento de la iniciación de la ventilación mecánica, aquellas relacionadas al manejo del paciente, y aquellas que se desarrollaron durante el curso de la ventilación mecánica. La mayoría de los pacientes requirieron ventilación mecánica por insuficiencia respiratoria aguda (68.8%); las causas más comunes de esta falla respiratoria fueron un estado post-operatorio (20.8%), neumonía (13.9%), e insuficiencia cardiaca congestiva (10.4%). Sólo una pequeña proporción de pacientes (4.5%) tuvieron SDRA al momento del enrolamiento. En este estudio, 10.1% de los pacientes tenían EPOC. El análisis multivariado de en dichos pacientes no demostró que tuviesen una mortalidad incrementada (28.8%), y la mortalidad fue similar en los intubados luego de un intento fallido de ventilación no invasiva que en aquellos tratados inicialmente con ventilación invasiva. Sorprendentemente, estos pacientes tuvieron una similar duración del soporte respiratorio, duración del weaning, y duración de la estadía en UTI. Esto sugiere que la EPOC como enfermedad subyacente no es una contraindicación para iniciar soporte ventilatorio ya que no se observó un incremento en el riesgo de mortalidad ni prolongación de la estadía en UTI en los mismos. Recientes estudios de pacientes con SDRA han demostrado un aumento de la sobrevida con la utilización de volúmenes corrientes bajos. Sin embargo, ha sido sugerido que el beneficio de volúmenes corrientes bajos está presente sólo si los pacientes del grupo con ventilación convencional presentaban un promedio de presión plateau mayor de 32 cmH2O. Este estudio confirma una asociación independiente entre incrementada mortalidad y altas presiones plateau. Los autores apuntan correctamente que los resultados no prueban una relación causal entre altas presiones y mortalidad, pero ciertamente sus hallazgos soportan el uso de estrategias de ventilación protectiva. No obstante, la ventilación con bajos volúmenes corrientes (menos de 6 mL/kg versus más de 10 ml/kg) no tuvo impacto en la sobrevida. Esto podría sugerir que es más importante asegurarse evitar excesivas presiones pico y plateau que intentar lograr ventilación con bajos volúmenes corrientes. Es de notar que el nivel de PEEP no impactó sobre la mortalidad luego de las correcciones para otras variables. Quizás uno de los hallazgos más interesante de este estudio es la demostración que existe una relación directa entre severidad de la hipoxemia y riesgo de mortalidad. Ha habido un debate en la literatura con respecto al grado de la hipoxia y la mortalidad en UTI. En el presente trabajo, los pacientes con una relación PaO2/FiO2 menor de 100 tuvieron un odds ratio ajustado para mortalidad de 8.71 (comparados con pacientes con PaO2/FiO2 > 300). Más aún, la relación entre el grado de la hipoxia y la mortalidad parece ser “dosis-dependiente”; la mortalidad fue mayor en aquellos pacientes con mayor hipoxia. El estudio analizó numerosas variables potenciales de confusión, fortaleciendo esta aparente asociación. Existen muchas estrategias de ventilación que han demostrado ser beneficiosas en mejorar la oxigenación aunque no la mortalidad; ejemplos el óxido nítrico y la posición prona. Si bien los datos no prueban que la hipoxia está causalmente relacionada a disminución de la sobrevida, los resultados implican que una mejoría en la oxigenación (quizás con una de las estrategias mencionadas) pueda ser un razonable objetivo de tratamiento. Finalmente, este estudio confirma que la evolución de los pacientes ventilados está fuertemente influenciada por otras co-morbilidades que se desarrollan durante la hospitalización. Específicamente, el desarrollo de shock, sepsis, falla renal o hepática, coagulopatía y hasta acidosis metabólica fueron asociadas con un mayor riesgo de muerte. El trabajo agrega considerable información a nuestro conocimiento sobre la evolución de los pacientes que requieren ventilación mecánica. Si bien el artículo demuestra varias asociaciones muy interesantes, debe ser enfatizado que la causalidad no puede ser probada con esta metodología. Como el estudio fue realizado en alrededor de 20 países diferentes, también pueden haber existido importantes variaciones regionales en la práctica con impacto sobre el resultado final y consecuentemente ello podría limitar la generalización de los resultados. No obstante, los datos proveen un punto de comienzo importante para futuras investigaciones. Damon Scales and Thomas E. Stewart Interdepartmental Division of Critical Care and Intensive Care Unit Mount Sinai Hospital University of Toronto