NAVEGACIÓN: La mañana no prometía mucho: el tiempo estaba revuelto, parecía que iba a llover y además soplaba levante, lo que probablemente dificultaría los planes que nuestras amigas pensaban llevar a cabo. Sweet y Majórica se conocían desde hacía varios años porque habían trabajado conjuntamente en un proyecto medioambiental. A Sweet le cayó bien esa chica tímida y parca en palabras, en cuya mirada se veía un gran potencial de aprendizaje en todos los campos. Majórica vio en Sweet unas cualidades totalmente opuestas a lo que su nombre indicaba, y fueron la decisión y la fortaleza que a ella le hubiera gustado poseer lo que motivaron su inmediata aceptación. Cuando comenzaron a trabajar, ninguna de las dos sospechaba que la otra pudiera aportarle nada como para poder intimar y hacerse amigas, pero un día, Sweet le comentó a Majórica que tenía un velero en el puerto, y que cuando quisiera podían ir a navegar. Majórica aceptó la invitación encantada, y junto con otros amigos comunes, las dos mujeres comenzaron a navegar y disfrutar del mar cada fin de semana. Aquella mañana de abril, y a pesar del tiempo, ambas decidieron seguir adelante con sus planes y aventurarse con el velero varios días. Cuando acabaron de trabajar, fueron a un supermercado y compraron todas las provisiones necesarias para pasar 3 días en el mar. Por supuesto, no olvidaron el ron, las coca colas, las galletas y pastas de chocolate ni las botellitas de Rioja-crianza para las cenas. A mediodía tomarían cerveza. Después de la compra, fueron al barco y estibaron bien toda la comida, compraron hielo y pusieron motor en marcha. Su vecino de pantalán las miró con cara de envidia. El hombre normalmente hacía bricolaje, y aquel fin de semana, como otros tantos, se quedaría en puerto con la sensación de impotencia que da el hecho de que otros naveguen y tú te quedes en tierra. Se acercó a las dos chicas y les dijo: -¿Qué, a dar una vuelta? - “Bueno, más o menos. Nos vamos varios días por ahí”. Contestó Sweet. - y hacia dónde vais? – Preguntó el vecino. - “Pues no lo tenemos muy claro....Si sopla levante, iremos hacia el Sur. Si nos viene de poniente, tiraremos hacia el Norte...Ahora veremos en la bocana cómo nos viene y qué rumbo tomar”. - Respondió muy seria Sweet. El vecino la miró con cara de sorpresa, y preguntó con mucha curiosidad si su madre no se iba a preocupar al no conocer hacia dónde se dirigía su hija. Ambas jóvenes rieron la gracia ... dándose cuenta demasiado tarde que la pregunta iba en serio. Por fin soltaron amarras, y el velero enfiló la bocana como si supiera que fuera le esperaban nuevas aventuras. Nada más salir de puerto, decidieron dirigirse hacia el Norte, a una localidad que distaba 40 millas de la suya, así que izaron mayor y el viento empezó a arreciar, llegando al cabo de media hora a soplar más de 15 nudos de morro, como casi siempre en el Mediterráneo. Sweet, que lo que quería era navegar a vela, metió toda la caña y apuntó directamente al 180º. En cuanto vio que entraba, le dijo a Majórica que montara maniobra de espinaker. En las últimas navegadas, Majórica ya era capaz de montar escota, braza, barbers y tangón en un tiempo bastante breve, teniendo en cuenta su desconocimiento total de la materia. Así que se puso en marcha, colocó el saco del spi en sotavento, preparó escotas y tangón y en el momento en que todo estuvo claro, izó el globo de color azul mar, el cual, nada más notar la brisa que llegaba por babor, tomó vida propia y se infló con orgullo marinero. A Majórica le gustaba la sensación de libertad que trasmitía el barco, el ruido del agua chocando contra el casco y la velocidad que podía alcanzar con esos vientos portantes. Su cara transmitía mucha felicidad, y en esos momentos no existían ni problemas, ni preocupaciones: sólo libertad. La navegación duró casi 4 horas, y llegaron al primer puerto situado 20 millas más al sur al anochecer, justo a tiempo para poder arranchar todo el barco y prepararse una cenita en condiciones, con su vinito y por supuesto, las pastas de chocolate después de cenar. Como los preparativos y la navegada cansaban lo suyo, antes de las 11 de la noche estaban durmiendo como bebés. Por la mañana, viendo que las condiciones eran óptimas para navegar, pusieron nuevamente rumbo al Sur, con la intención de comer fondeadas en Isla Grosa y luego navegar en las aguas del Mar Menor, lugar en el que Sweet se había iniciado en la vela con su padre. Otra vez tuvieron a Eolo de su parte, y volvieron a navegar con el spi, tomando el sol, un buen aperitivo y unas cervecitas frescas, mientras de vez en cuando hablaban por teléfono con amigos y parientes para darles sana envidia. El viento volvió a subir, esta vez ya entraban 18 nudos, así que Sweet no quiso arriesgar más de lo debido y una vez izado el génova, arriaron el spi sin problemas, y siguieron navegando a buen ritmo. A mediodía estaban fondeadas en Isla Grosa, comiendo unos riquísimos espagueti a la boloñesa y una ensalada aderezada con vinagre de módena, por supuesto. A media tarde, entraron en el Mar Menor tras estar durante media hora dando vueltas en la zona del Estafio, y comenzaron a navegar con una brisita de 8 nudos y el mar como un plato. Majórica cogió la caña y empezó a disfrutar de una navegación fácil y relajada, conociendo poco a poco el comportamiento del velero y sintiendo que se detenían el tiempo y el espacio. Al cabo de un rato, llegaron a una zona de poca profundidad, así que hicieron un bordo y se separaron de la orilla, buscando aguas más profundas. Sweet sintió un repentino “apretón” y, confiando en el buen hacer marinero de su amiga, le dijo: - “Majórica: voy al water, no creo que tarde mucho....tú vigila la sonda y si ves que baja de 4m. me avisas, por favor”. - Vale, capitana!!!! Contestó Majórica con su sonrisa sempiterna en la boca. No te preocupes, yo te aviso si hay cualquier problema. Sweet no había hecho nada más que sentarse en la taza del water, cuando escuchó que Majórica decía con voz nerviosa: - Capitana!!!! La sonda marca 3......2,5........2..... Sweet estaba en “plena faena” y no daba crédito a lo que oía: justo en ese momento, cuando menos capacidad de maniobra tenía, se metían en un bajo. Dadas las circunstancias, como no podía subir a cubierta, le dijo a Majórica a pleno pulmón: - “Majórica!!! Dale 30º a babor” !!! Los nervios traicionaron a las dos amigas, una con los pantalones bajados y la otra con la cara descompuesta notaron de repente un ruido atronador y un frenazo en seco, seguido de un crujido y una sensación indescriptible de miedo en todo el cuerpo, que les hizo dejar inmediatamente lo que se traían entre manos y mirarse con cara de espanto. Sweet arrancó motor y metió avante y atrás en repetidas ocasiones, para ver si conseguía sacar de aquel seco a su velerito. Los intentos fueron infructuosos, y tras un rato maldiciendo y sufriendo por el estado de la embarcación, se tiró al agua para comprobar daños en la obra viva. La orza tenía un bulbo en la parte inferior que se había clavado en el fondo de fango y era prácticamente imposible salir de allí sin ayuda, así que ni corta ni perezosa, llamó por radio, canal 16, solicitando remolque. Tras dos laaaaargas horas de espera, las dos jóvenes tenían una cara de pocos amigos imposible de describir, y unas cuantas fotografías del evento demostrando que habían aguantado estoicamente la espera, eso si, con los chalecos salvavidas bien colocaditos como les habían indicado por radio los de Salvamento Marítimo. Por fin llegaron los “Hombres de Harrelson”, como les llamaba Sweet (ya había pasado por ese trance en otra ocasión y en la misma zona con su padre) y a pesar de la sugerencia de la armadora de escorar el barco para sacarlo sin mucha “brusquedad”, el guapo y fornido capitán le dijo: - Señorita, no se preocupe lo más mínimo y deje actuar a los profesionales, que para eso estamos. Usted relájese y disfrute que no le va a doler. Mi segundo irá con ustedes por si en la maniobra de salvamento ocurre cualquier incidente. Pero....vaya si dolió: tras meter un cabo por proa sujetando las cornamusas de babor y estribor, el capitán empezó a meter caña a su máquina voladora y el velero salió disparado.....tan disparado que al momento clavó el bulbo en otro seco que estaba a menos de metro y medio de profundidad. Ahí si que no hubo negociación posible: la orza hizo literalmente CRACK y el pobre “segundo” que acompañaba a las dos amigas puso una cara de “joder, la hemos liado” que confirmó las peores sospechas de Sweet: mala barraca. Sweet levantó la madera del fondo de su velero, y comprobó como la caja de la orza estaba totalmente agrietada, y había una vía de agua en estribor. Se puso a maldecir en voz alta en varias lenguas, y no pudo evitar que se le escaparan unas lágrimas de dolor al ver tan malherido a su barquito. - “No te preocupes, cielo. Saldremos de ésta y volverás a navegar como siempre lo has hecho. Tú tranquilo, que en una semana vas a estar de nuevo en buen estado” -Le dijo Sweet a su velero. Los “Hombres de Harrelson” llevaron al barco y a sus tripulantes al puerto de Tomás Maestre, y tras tomar unos datos de la embarcación y pedirles disculpas por el “golpecito” se despidieron cortésmente. Majórica estaba destrozada: el sentimiento de culpa que tenía en el cuerpo era demasiado profundo como para poder hablar o consolar de alguna manera a su amiga. Realmente el problema era grave, y aún quedaba por resolver si podían volver navegando a su puerto base. Si alguna cualidad buena tenía la armadora, era su optimismo. Viendo que la vía de agua era pequeña y que podían dejar solo a su amigo y compañero, con voz más animada le dijo a Majórica: - “Patrona: qué te parece si nos vamos a cenar una dorada a la sal a un restaurante que conozco?” Dicho y hecho, las dos amigas se dieron un merecido homenaje, con su botellita de vino y su licor digestivo, para acabar celebrando la anécdota a la luz de la luna y con un par de copas, en la bañera del barco. Al día siguiente Eolo volvió a mostrar su buen carácter, y permitió que navegaran todo el día amuradas a estribor, circunstancia muy favorable, dado que era en esa banda donde estaba la grieta, con lo que al escorar conseguían que no entrara mucho agua por la unión casco-orza. Tras más de 8 horas de navegación en ceñida, llegaron exhaustas pero felices a su puerto base. Dos días después, los cirujanos de la fibra operaron al velerito, y tras más de 15 días convaleciente, lo dejaron listo para navegar. Antes de echarlo al agua, Sweet recibió un e-mail muy sentido de Majórica lamentando profundamente el incidente, y su respuesta no se hizo esperar. Decía textualmente así: “No sufras, que el barco ya está listo para navegar...Eso si: tienes que estudiarte bien el manual básico de emergencia para patrones de embarcaciones de recreo. Las primeras reglas de dicho manual (MABEPER) son: 1ª- Nunca deje que el patrón abandone el puesto de mando 2ª- En caso de que el/la patrón/a abandone el gobierno de la embarcación, ud. comience a chillar inmediatamente 3ª- Si a pesar de chillar, ud. considera que puede haber peligro o emergencia, póngase al pairo. 4ª- Si no sabe lo que es ponerse al pairo, mal rollito, compañero/a.....siga gritando y rece lo que sepa. 5ª- Una vez que el patrón/a ha abandonado el gobierno y no le quede más remedio que controlar el puesto de mando, y después de haber gritado lo suficiente sin que le hagan caso, y una vez rezados un Padrenuestro y un Ave María, comience a llorar: eso libera muchas tensiones y estrés. 6ª- Llore todo lo que pueda, y a la vez, siga intentando ponerse al pairo o virar, algo que necesitará saber para dominar una embarcación. 7ª- Si ud. la caga, no se preocupe, el patrón/a de la embarcación la habrá cagado también....seguro. AHORA, UNAS PRÁCTICAS PARA CASITA: Práctica imprescindible en casa: ate el mango de una escoba a una silla. Ponga a su derecha y a su izquierda, algo adelantadas (un metro delante de usted, y un metro y medio a la derecha y a la izquierda respectivamente) dos troncos de madera. Rodee los troncos con sendos cabos a modo de escota (una muy tensa con un cascanueces haciendo de maneta y otra floja). Coja el mango de la escoba a modo de CAÑA. A su lado, ponga una grabadora con las palabras CINCO, CUATRO, TRES Y MEDIO, TRES, DOS Y MEDIO, ...así hasta uno. Ponga en marcha la grabadora e imagine que va navegando y la patrona está cagando. Cuando escuche TRES, mueva todo lo rápido que pueda la "caña imaginaria", al mismo tiempo que suelta rápidamente la escota que ud. imagine tensa, y haga el movimiento oportuno para una virada rápida y eficiente. Inmediatamente, coja el cascanueces, sitúelo en el otro tronco, tire de la escota que había dejado floja y recupere la caña y el rumbo. Cuando haya practicado este ejercicio 50 veces con éxito, es decir, cuando la embarcación de su casa no esté en peligro y logre efectuar la maniobra antes de que la grabadora llegue a DOS, habrá superado las pruebas de acceso para obtener el PER. Mientras, olvídese de que le firmen las prácticas que la acreditan para llevar embarcaciones de recreo de hasta DOCE metros de eslora y a una distancia de DOCE millas de la costa....... SUERTE Y A POR TODAS, COMPAÑERO/A. Si sigue estos prácticos consejos, en menos de un año estará usted capacitado/a para obtener el P.E.R. Para el tema de patrón de yate, ya hablaremos el año que viene. Besos, la Capitana. BASADO EN UN HECHO REAL....