Anarquismo en España

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El anarquismo
S
urge frecuentemente la dificultad de delimitar las ideas y las acciones de los llamados − indistintamente −
anarquistas, ácratas o comunistas y socialistas libertarios.
Anarquismo es sinónimo de caos o confusión y al mismo tiempo es reivindicativo con denominación de una
teoría política que desea construir un mundo sin gobiernos en el que se combina la libertad individual, la
igualdad y la justicia social. El anarquista rechaza la jerarquía tanto como si se ha consolidado por la
tradición, el consenso, o fue impuesta coactivamente. Su mismo origen etimológico recuerda su objetivo: del
griego an− Archos, sin superiores. El movimiento anarquista señala que la dependencia que genera el poder,
sea terrenal o sobrenatural, elimina la libertad individual y colectiva y es la principal causa que impide el
progreso de la humanidad. Es imprescindible abolir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta
organizada, en cuanto representan la arbitrariedad, el desprecio por la libre expresión de los hombres y la
opresión económica.
Los libertarios practican una firme posición a cualquier institución de carácter político o religioso, puesto que
se apropian de la soberanía popular y la utilizan en beneficio propio. Combatir el Estado como entidad
burocrática que retrasa la auténtica liberación económica y personal de todos los ciudadanos, es la lucha
fundamental de un revolucionario anarquista, que ha de entender que en él radica el origen de todos los males
sociales y mantiene el orden existente basado en el privilegio de unos pocos y la miseria de muchos. La
aspiración del Estado no es una aspiración a largo plazo, sino inmediata al hecho revolucionario.
La anarquía es la abolición de la explotación y de la opresión del hombre por el hombre, es decir la abolición
de la propiedad individual y del gobierno; la anarquía es la destrucción de la miseria, de las supersticiones, del
odio.
Ideólogos de la Anarquía:
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esde finales del siglo XVIII hasta el primer tercio del XX una serie de autores conformaron las bases del
pensamiento antiautoritario sin que pueda establecerse ninguna relación de escuela entre ellos. Cada uno
corresponde a un contexto diferente y sus escritos tiene motivaciones dispares, pero en mayor o menor medida
fueron reivindicados por los militantes y dirigentes del movimiento libertario como fuentes de inspiración
para sus justificaciones políticas.
Entre ellos un clérigo inglés, William Godwin (1756−1836), que colgó los hábitos, pasa por ser el primer
teórico del anarquismo. En medio de la revolución Francesa otro clérigo, Jacques Roux destacó por sus
proclamas incendiarias, en las que insistía que la libertad política sin libertad económica nada representaba.
Graco Babeuf consideraba la propiedad privada como fuente principal de cuantos males afligen a la sociedad.
Charles Fourier (1772−1837) calificado, como utópico, se preocupó más por describir la sociedad perfecta
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que conspira para la revolución. Su propuesta más original consistía en la construcción de los falansteros,
especie de comunas autosuficientes donde hombres y mujeres vivirían e plena igualdad de forma armónica.
Entre los autores del siglo XIX que más influencia ejercieron en la configuración teórica del anarquismo está
Pierre Proudon. En sus escritos se formula por primera vez una opción clara por una sociedad sin gobierno,
diferenciándose así de otros pensadores anteriores que pueden ser reivindicados en menos mayor proporción
tanto por socialistas marxistas como anarquistas.
Nacido en Besançon el 15 de enero de 1809 en el seno de una familia humilde, recibió becas que le
permitieron estudiar y escribir. En su panfleto Qu'est−ce que la propriété? (¿Qué es la Propiedad?, 1840),
Proudhon denunció los abusos a que da lugar la concentración del poder económico y de la propiedad privada.
Sus teorías radicales le hicieron popular como pensador anarquista y se le concedió un escaño en la Asamblea
Constituyente que siguió a las Revoluciones de 1848. Su propuesta de fijar un impuesto sobre la renta contra
la propiedad no fue aprobada en la Asamblea. También fundó un banco crediticio que concedía préstamos sin
cobrar intereses.
Proudhon se oponía a las tesis de los socialistas utópicos como Charles Fourier y Claude Rouvroy, conde
de Saint−Simon, argumentando que la sociedad no puede ser transformada de acuerdo a un plan
preconcebido. Imaginaba una sociedad donde la naturaleza ética y el sentido moral de la responsabilidad
estarían tan desarrollados en el pueblo que, para protegerla y regularla, no sería necesaria la existencia de un
gobierno. Rechazaba el uso de la fuerza para imponer un sistema al pueblo. En la sociedad ideal, lo que él
llamaba orden en la anarquía, el pueblo actuaría de forma ética y responsable y por su propia voluntad.
Fue encarcelado de 1849 a 1852 por criticar a Napoleón III. Después de su liberación se exilió en Bélgica.
Tras ser indultado (1862), volvió a Francia con una salud muy débil y murió el 19 de enero de 1865.
Se considera que la obra más importante de Proudhon es su Sistema de las contradicciones económicas, o La
Filosofía de la miseria (1846), que le valió la réplica de Karl Marx en su ensayo Miseria de la filosofía
(1847). Otras obras importantes son Las Ideas revolucionarias (1849), De la justicia en la revolución y en la
Iglesia (3 vols., 1858) y De la capacidad política de las clases obreras (1863).
Bakunin, Mijaíl Alexándrovich (1814−1876), revolucionario y anarquista ruso, nacido en Priamujino en el
seno de una familia aristocrática. Estudió en la academia militar de San Petersburgo. Fue oficial de la guardia
imperial, pero renunció al cargo y se dedicó a viajar por Europa durante varios años, antes de tomar parte en
las revoluciones de 1848 y 1849, desatadas en París y Alemania. Fue arrestado en Austria y condenado a
muerte, pero la pena no se ejecutó sino que fue entregado a los rusos, quienes lo encarcelaron durante varios
años. Lo enviaron a Siberia en 1855, de donde escapó en un barco estadounidense con destino a Japón, y llegó
a Inglaterra en 1861. Desde esta fecha hasta su muerte, Bakunin se dedicó a difundir el pensamiento
anarquista por toda Europa. En 1869 fundó la organización semiclandestina Alianza Democrática y Social y,
en calidad de dirigente del grupo, se opuso a Karl Marx en la I Internacional; este enfrentamiento concluyó
con la expulsión de Bakunin en 1872. Pasó sus últimos años en Suiza, viviendo en la miseria, planeando
conspiraciones que nunca llegaron a realizarse y manteniendo correspondencia con pequeños grupos
anarquistas, alentados por su ferviente inspiración.
El Anarquismo en España:
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spaña aparece en la historia contemporánea como el lugar donde el anarquismo adquirió un mayor arraigo, a
pesar de no contar con figuras de la talla de Bakunin, Kropotkin, Reclús o Malatesta. Los libertarios
españoles influyeron de manera decisiva en el movimiento obrero y en la mentalidad de las clases populares al
menos hasta 1939, y sus organizadores tuvieron un indudable peso en los acontecimientos sociales y políticos
de finales de siglo XIX y primer tercio del XX.
Varias han sido las interpretaciones dadas, desde las psicológicas, en las que se destaca la peculiaridad de los
españoles que rechazan todo tipo de autoridad y jerarquía hasta las economicistas, por las que se vincula esta
ideología a una estructura agraria de campesinos sin tierra − El caso andaluz − o a una industria como la
catalana, dispersa, con fabricas y talleres de pocos obrero. También se ha señalado la influencia ejercida por el
federalismo en un Estado centralista con problemas de reivindicación nacionalista, en especial en Cataluña.
Sin embargo, hoy es necesario matizar varias cuestiones. El anarquismo español no fue en todo caso un
movimiento uniforme; dentro de él se acogen tendencias diferentes: marxistas heterodoxos − lo que hoy
llamaríamos socialistas −, reformistas, que pretendían cambiar la sociedad y encontraron en la Confederación
Nacional del Trabajo −CNT− o en la prensa libertaria, un cauce para la expresión y defensa de sus ideas.
Las dimensiones de los distintos grupos son parecidas a las d sus homólogos, pero supieron permanecer
vinculados al movimiento obrero y mantener el control de una central sindical.
La mayoría de las organizaciones surgieron en núcleos urbanos industriales, Barcelona, Valencia, Alcoy,
Tarrasa, Sabadell, Gijón o en ciudades con una importante capacidad administrativa, comercial o de servicios,
como La Coruña, Sevilla o Zaragoza, y desde ellas irradiaron a otros pueblos y comarcas, pero manteniendo
siempre la hegemonía. Incluso el pretendido anarquismo andaluz, tuvo casi siempre unas perspectivas
reivindicativas concretas − mejoras de las condiciones de trabajo, mejor salario, jornada de ocho horas,
etcétera − y el insurreccionalismo de ciertas comarcas como en Jerez o Córdoba, puede conectarse con el del
sur de Italia y está vinculado a los cambios sociales y económicos del campo a finales del siglo XIX, donde
una gran masa de campesinos no propietarios, en una agricultura comercial poco mecanizada, pugnaba, en
parte por la presión demográfica, contra los dueños de las tierras por mantener el empleo o aspirar al reparto
de las mismas.
Es en este contexto donde se extienden el ideal de la Acracia y se adapta a la mentalidad de los jornaleros,
generalmente analfabetos, que recibían las palabras esperanzadoras de un nuevo orden por parte de unos
líderes carismáticos que hacían de misioneros, trasladándose de pueblo en pueblo. Ha sido esta forma
ancestral de expansión de sus teorías la que ha servido para acentuar el pretendido carácter semirreligioso y
utópicas de los anarquistas andaluces, que impulsaron, por otra parte, sindicatos agrarios esporádicos, poco
estables, producto más bien de las coyunturas sociales o políticas.
En 1932, en plena II República, La Voz del campesino, de Jerez de la Frontera, insistía en que es urgente la
Federación Nacional de Campesinos y quizá hoy más que nunca, dado los problemas que hoy tiene planteado
el organismo confederal − CNT− frente a la actitud del gobierno republicano socialista. Y desde Tierra y
Libertad de Valencia, El 20 de agosto de 1935, un tal Piojan volvía sobre el tema: Cuántos pueblos, cuántas
aldeas, hay que no saben que existe la Confederación Nacional, esperanza del proletariado consciente, por no
haberles mandado un solo acto ni un simple periódico confederal.
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lega Fanelli: Los orígenes del anarquismo español se remontan a la visita que en 1868 hizo el italiano
Giusseppe Fanelli, un hombre de la internacional, a varias ciudades, Barcelona, Madrid, Valencia,
principalmente. Había triunfado la Gloriosa revolución que destronó a Isabel II, y abría un periodo
constituyente que permitía la libertad de reunión y asociación como en ningún otro período anterior de la
historia contemporánea de España. En enero de 1869 se constituyó un núcleo provisional de la AIT en
Madrid, compuesto, entre otros, por el zapatero y luego cantante de zarzuela Francisco Mora, el grabador
González Morago y el tipógrafo Anselmo Lorenzo. Igual hicieron en Barcelona el tipógrafo Rafael Farga
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Pellicer, el médico Gaspar Sentiñon y dos estudiantes andaluces, García Viñas y Trinidad Soriano, junto a
otra secreta de la Alianza.
En aquel tiempo republicanismo y movimiento obrero caminaban estrechamente unidos y la prensa
republicana servía como cauce de las reivindicaciones de los trabajadores. Así, personajes como Pi i Margall
− difusor de Proudhon − o Fernando Garrido conectaron con los primeros internacionalistas. Ya al
congreso de la Internacional de Bruselas del año 1868 había asistido el catalán Marsal Anglora, maquinista,
bajo el seudónimo de Sarro Magallán, y un año después, al de Basilea, irían Farga Pellicer y Gaspar
Sentiñon.
En 1870, en el primer Congreso Obrero Nacional, quedó constituida oficialmente la Federación Regional
Española − FRE − de la AIT. Las gestiones de Fanelli habían dado su fruto y la mayor parte de aquellos
primeros dirigentes aceptaron las tesis bakuninistas, especialmente el apoliticismo, aprobadas sin dificultad.
La prensa obrera empozó a difundirlas a través de La federación de Barcelona, o La solidaridad de Madrid.
En el III Congreso de la FRE en diciembre de 1872, celebrado en Córdoba, la mayoría bakuninista se vincula
a la Internacional surgida de Saint−Imier, sustituyéndose el Comité Federal, tachado de centralista, por una
Comisión Federal, que residiría hoy en Alcoy.
Sagasta, primer ministro de Amadeo de Saboya, ordenó a los gobernadores civiles la disolución de la
internacional acusada de se la utopía filosofal del crimen. Era la consecuencia del triunfo del Gobierno en el
Congreso de los Diputados ante una interpelación sobre la ilegitimidad de la Internacional. Si embargo, el
fiscal del Tribunal Supremo, Eugenio Díez, dirigió una circular a las audiencias en la que interpretaba que, de
acuerdo con la constitución, no podía perseguírsela.
En 1873, durante la I República, se produjo la insurrección de Alcoy protagonizada por los trabajadores
textiles y dirigida por los internacionalistas. Pedían la disminución de la jornada de trabajo y aumento salarial.
Los hechos se precipitaron cuando una delegación de obreros fue tiroteada al salir de entrevistarse con el
alcalde, quien resultó apaleado por la muchedumbre y varios edificios incendiados.
Con la reinstalación de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII en 1875 la Internacional fue
estrechamente vigilada y perseguida, al igual que el resto de Europa y América. Disperso el movimiento
obrero tras el congreso de Veviers, los anarquistas quedarán arrinconados y entrarán en un periodo de
recomposición y enfrentamientos ideológicos.
Etapas:
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874−1880: Son los años de la desorganización y la clandestinidad de la Internacional, que aún celebra en
1874 su IV Congreso de Madrid, con el acuerdo de convertirse en una organización secreta y una clara
opción por la insurrección revolucionaria. Comienzan a aflorar las intransigentes y los que − como el círculo
catalán −querían mantener más contacto con el asociacionismo obrero y utilizar la huelga como cauce
reivindicativo de las sociedades de oficios.
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881 − 1887: La apertura que suponía el gobierno de Sagasta propiciaría que los libertarios partidarios de la
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acción sindical procuraran reconstruir plataformas estatales de lucha reivindicativa. En 1881 fue creada la
Federación de trabajadores de la Región Española − FTRE −, claro intento de volver a los tiempos de la
internacional, y practicar el lema: La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores
mismos. De la que surgió probablemente una primera fuente de división entre los que querían acabar de un
golpe con la vida clandestina languideciente para crear lo antes posible un amplio movimiento y una
organización legales.
Las dos corrientes tendrían ocasión de ver reforzadas sus tesis por el aumento de las sociedades obreras y los
levantamientos insurreccionales en el campo, principalmente en Andalucía. Aquí la FTRE contaría con
efectivos que defendían el anarcocomunismo en contra de teóricos como Lunas − propuso incluso la creación
un partido socialista que permitiera el triunfo de la anarquía − o Ricardo Mella, partidarios del colectivismo.
En el sur predominaban las sociedades secretas, como la de Los Desheredados, cuyos efectivos estaban entre
los trabajadores de los viñedos de Jerez, o la llamada Mano Negra, envuelta en la leyenda y de la que se duda
seriamente sobre su existencia real. Sirvieron para desencadenar una fuerte represión, con acusaciones de
crímenes comunes, y para cortar una serie de huelgas contra el sistema de contratación y las condiciones
laborales. Más de 2.000 campesinos fueron arrestados y a siete se les condenó a garrote vil.
En el III Congreso de Valencia, en 1883, que supuso la decadencia de FTRE, se repudiaron los asesinatos de
la Mano Negra, tal vez con el propósito de diferenciar la acción reivindicativa de los sindicatos, del carácter
secreto y poco escrupuloso de las organizaciones andaluzas.
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880 − 1909: La FTRE desapareció en 1880 con la división de dos organizaciones. Surgió una Federación de
Resistencia al Capital, mientras en Valencia nacían las Bases para la organización Anarquista de la
Región Española, que pretendían ser una continuadora de la Alianza. Por su parte los socialistas impulsaban
la Unión General de Trabajadores − UGT −. El anarquismo entraría en una fase de aislamiento,
circunscrito a grupos de afinidad, con la promoción de distintas publicaciones que difundían las tesis
libertarias o impartían conocimientos generales en los ateneos obreros. Intentaron crear una cultura propia,
donde los valores obreros se impusieron los de las clases dominantes. La Revista Blanca, fundada por
Federico Urales en 1898, representa uno de los máximos exponentes de este tipo de literatura. Al mismo
tiempo, la propaganda por la acción, con diversos actos terroristas y asesinatos, alcanzará su momento de
mayor actividad. Uno de los primeros fue el de Paulino Pallás en septiembre de 1893, contra el general
Martínez Campos, símbolo de la monarquía borbónica que había acabado con la I República. En Jerez en
1892 volvieron a repetirse las insurrecciones.
Las sociedades obreras, estructuradas por oficios, muestran todavía escasa fuerza y su reivindicación de la
jornada de ocho horas es uno de los lemas de las manifestaciones de los primeros de mayo, en
conmemoración de los mártires de Chicago.
A partir de 1900, Anselmo Lorenzo y Josep Prat traducen los escritos de los anarconsindicalistas, cuya idea
eje es la huelga general como estrategia revolucionaria. Algunos libertarios, considerándose portadores de la
pureza doctrinal, reaccionaron contra lo que entendían como una transgresión por su análisis marxistas de la
lucha de clases y por sus propuestas de organización futura, a las que tachan de autoritarias y burocráticas.
Sería en Cataluña, principal zona del proletariado español, donde grupos socialistas, anarquistas, y algunos
republicanos vinculados a Lerroux, propiciaron Solidaridad Obrera, en oposición a Solidaritat Catalana;
expresión del catalanismo político en los comienzos del reinado de Alfonso XIII. Proclamó en su primer
manifiesto la neutralidad partidista de sus afilados, con el fin de facilitar la unión de todos los trabajadores. En
1908 quedó constituida en Badalona, con equilibrio entre socialistas y anarquistas una Conferencia Regional
de Sociedades de Resistencia Solidaridad Obrera, cuestión difícil de encajar en el PSOE por lo que
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suponía de marginación de la UGT.
Los sucesos de la Semana Trágica en julio de 1909, con la llamada de los reservistas para luchar contra la
sublevación de Marruecos, desencadenaron una huelga general en Barcelona y otras localidades y más de 100
muertos. Un tribunal militar consideró a Ferrer Guardia el responsable. Era un libertario, fundador de la
Escuela Moderna, centró de enseñanza laico y racionalista, en la línea de lograr un hombre nuevo mediante
la educación. Fue condenado a muerte y ejecutado, en medio de una gran protesta internacional.
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910 − 1930: En el Congreso celebrado en Barcelona en 1910, 114 sociedades obreras de toda España
acordaron, tras la experiencia de Solidaridad Obrera, fundar la Confederación Nacional del Trabajo, con
la oposición de los representantes socialistas asistentes. El primer secretario fue Josep Negre y en el I
Congreso de 1911, se fijan sus bases ideológicas y tácticas: el sindicato era considerado como un medio para
las reivindicaciones salariales y sociales y como futuro organismo de control de la producción de la sociedad
libertaria. La táctica d acción directa no aceptaba ningún tipo de intermediario en las relaciones con los
patronos e impedía la participación política de la organización. Su estructura interna estaba caracterizada por
una completa descentralización que, teóricamente, daba todo el poder a las bases y cuyos representantes
debían ser meros transmisores de las decisiones de sus afiliados.
Las relaciones entre anarconsindicalistas y anarquistas no serían fáciles. Los primeros creían más en los
sindicatos como medio de llegar al comunismo libertario, y los segundo intentaban controlar la CNT para
hacer de ella una organización específicamente libertaria. El Congreso de El Ferrol en 1915 reunió a la
segunda generación de dirigentes − Pestaña, Quintanilla, Carbó, Bajatierra, Sánchez Rosa, etcétera− que
se opusieron a la Guerra Mundial y decidieron expandir la Confederación, disuelta legalmente por
Canalejas, asesinado en 1912 por Manuel Pardiñas.
En 1916 se firmó un pacto con la UGT para hacer frente al aumento del coste de la vida impulsando la huelga
general de 1917. El II Congreso en 1919 aprobó la creación de los Sindicatos Únicos de Industria, que
englobaban a los de Oficio, ratificó el apoliticismo, la acción directa y el comunismo libertario como meta.
Aunque en principio estuvieron de acuerdo en adherirse a la III Internacional, los informes de Angel
Pestañas, y Gastón Leval tras su visita a Moscú, hicieron que la CNT se retirara, por las persecuciones de
que eran objeto sus compañeros rusos.
La crisis subsiguiente a la I Guerra Mundial provocó un recrudecimiento de las tensiones patronos − obreros,
extendiéndose el pistolerismo. Entre 1922 y 1923 muchos militantes cenetistas fueron tiroteados y asesinados
− Salvador Seguí, Boal,... − y de igual manera murieron Dato, jefe de gobierno; el cardenal Soldevilla,
etcétera. La desaparición de numerosos dirigentes hizo que ocuparan puestos clave miembros partidarios del
comunismo bolchevique como Nin y Maurín, aunque no pudieron desarticular el peso anarquista.
Muchos sindicatos cenetistas fueron clausurados durante la Dictadura de Primo de Rivera. La actitud de
algunos anarconsindicalistas de buscar vías mas posibilistas a la CNT provocó la reacción de grupos, que
crearon en Valencia la FAI en 1927, con el fin de combatir el reformismo de Peiró y Pestaña principalmente.
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931 − 1939: Los anarquistas se dividieron a la hora de concretar su papel de colaboración con otras fuerzas
políticas parar derrocar a la Dictadura y proclamar la República. Con posterioridad los faístas acusaron de
colaboración a aquellos que prestaron su apoyo a los republicanos, pero en realidad ningún sector permaneció
al margen de las conspiraciones que se fraguaron con tal fin.
Después de la reorganización realizada en el congreso de 1931, la CNT, mantuvo una línea de hostilidad casi
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permanente contra los gobiernos republicanos. Los sectores más radicales se imponen y los moderados
sindicalistas se escinden tras la firma de un manifiesto conocido como el de los treinta y forman los Sindicatos
de Oposición, con arraigo en Cataluña, País Valenciano, y Huelva. Pestaña, López y Peiró, entre otros, se
distanciaron de las posturas intransigentes representadas por la FAI, al proclamar que la revolución no podía
ser obra de una minoría, sino de las masas sindicales. Las tácticas insurreccionalistas propiciaron, en cambio,
levantamientos armados, proclamando el comunismo libertario. Todo ello supuso una disminución de los
efectos cenetistas que agrupaban a principios de 1932 a unos 700000 afiliados, aproximadamente un 12,75 por
ciento de una población activa que sobrepasaba los cuatro millones.
La base fundamental de la CNT estaba en Cataluña. En otras zonas su influencia tuvo que compartirla con la
UGT, que adquirió como sindicato de gestión, cada vez mayor implantación, sobre todo en aquellos núcleos
tradicionalmente marginados, como los campesinos. La CNT tenía fuerza en el País Valenciano, Murcia,
Andalucía, Asturias, y Madrid, aunque a lo largo de la República se produjeron altibajos en al afiliación sobre
todo tras los sucesos de octubre de 1934.
En este contexto, lo que podía llamarse literatura de anticipación experimentó un incremento en el
movimiento libertario, que le llevará a especificar por primera vez cuál era el modelo de sociedad que
preveían y de que manera se pretendía que la CNT y los grupos anarquistas colaboraran para tal fin.
Los treintistas acabaron integrándose nuevamente en el congreso de Zaragoza, de 1936, y en él se manifestó
un mayor ánimo de colaboración con el gobierno republicano del Frente Popular. En plena guerra civil cuatro
anarconsindicalistas, García Oliver, Juan López, Federica Montseny y Peiró, participaron como ministros
en el gabinete de Largo Caballero, al igual que lo hicieran en el de la Generalitat de Cataluña. El
anarquismo, que tanto había abogado contra los gobiernos y el Estado, acabaría en aquellas circunstancias
intentando apuntalar al Estado y al ejecutivo del Frente Popular.
Opinión Personal:
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l anarquismo en España comenzó siendo un movimiento clandestino que pugnaba por darse a conocer al
pueblo. Llegado un tiempo se convirtió en eso mismo que aspiraba, un movimiento conocido por todo el
pueblo y lo que es más importante, también seguido por él. Pero el mayor problema que encontró estaba
dentro de sí mismo; una causa que parecía tan noble como liberar al oprimido campesino se tuvo que enfrentar
a nacionalismos (Como el catalán) y las múltiples divisiones internas que sufrió.
El mayor fallo que tuvo fue pasar de ser un movimiento que combatía al estado a ser un movimiento que
pretendía gobernar al estado, lo que al final le llevo a convertirse en un mero peón del mismo.
Bibliografía:
C
uadernos de historia 16; el anarquismo por Javier Paniagua.
7
Enciclopedia Encarta 99.
Gran Enciclopedia Universal.
Diccionario Enciclopédico Santillana.
11
12
Pierre Proudhon.
Francisco Largo Caballero
Cartel de la CNT
Francisco Pi i Margall
8
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