UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA FACULTAD DE VETERINARIA MASTOCITOMA CANINO; PRESENTACIÓN DE UN CASO CLÍNICO Por Maria Fernanda TAMBASCO CASURIAGA Romina Natascha CARDOSO MAURENTE TESIS DE GRADO presentada como uno de los requisitos para obtener el título de Doctor en Ciencias Veterinarias Orientación: Medicina Veterinaria MODALIDAD: Estudio de caso MONTEVIDEO URUGUAY 2014 PÁGINA DE APROBACIÓN Tesis de grado aprobada por: Presidente de mesa _____________________ Dr. Pedro Martino Segundo miembro (Tutor): ______________________ Dr. Alejandro Benech Tercer miembro: _______________________ Dr. J. Pedro Pacheco Cuarto miembro (Co-tutor): _______________________ Dra. Cecilia Amaral Fecha: 14 de octubre 2014 Autores: ______________________ Br. Fernanda Tambasco ______________________ Br. Romina Cardoso 2 AGRADECIMIENTOS Agradecemos a la Familia Spangerberg, por toda la información y colaboración brindada para realizar el presente trabajo. 3 TABLA DE CONTENIDO PÁGINA DE APROBACIÓN ............................................................................2 AGRADECIMIENTOS …………………………………………………………….. 3 LISTA DE TABLAS Y FIGURAS …………………………………………………. 5 RESUMEN ………………………………………………………………………….. 6 SUMMARY …………………………………………………………………………..7 INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………………8 REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA ………………………………………………………8 MASTOCITOMA ……………………………………………………………………13 OBJETIVO GENERAL ……………………………………………………………. 27 OBJETIVOS ESPECÍFICOS …………………………………………………….. 27 PRESENTACIÓN DEL CASO CLÍNICO ………………………………………. 27 DISCUSIÓN ………………………………………………………………………...32 CONCLUSIONES …………………………………………………………………. 34 BIBLIOGRAFÍA …………………………………………………………………….. 35 ANEXOS …………………………………………………………………………….39 4 LISTA DE TABLAS Y FIGURAS TABLA 1 ……………………………………………………………… Página 19 TABLA 2 ……………………………………………………………… Página 24 FIGURA 1 ……………………………………………………………. Página 16 FIGURA 2 ……………………………………………………………. Página 17 FIGURA 3 ……………………………………………………………. Página 28 FIGURA 4 .................................................................................... Página 29 FIGURA 5 .................................................................................... Página 31 5 RESUMEN Los tumores de la piel y tejido subcutáneo son los tumores más frecuentes en los caninos, correspondiendo a un tercio de todos los tumores hallados en esta especie. La proliferación neoplásica de mastocitos, denominada mastocitoma, es el tumor cutáneo más frecuente en el perro, pudiendo afectar animales de cualquier edad, sexo y raza. Los métodos utilizados para el diagnóstico de esta neoplasia son la citología y la histopatología, siendo esta última más completa porque permite confirmar el diagnóstico y determinar el grado histológico. El mastocitoma canino puede ser tratado mediante cirugía, quimioterapia sistémica, radioterapia o una combinación de los 3 métodos, según las características clínicas del tumor, su grado histológico y el estadio clínico del paciente. Los quimioterápicos sistémicos más utilizados son la vinblastina, lomustina, prednisona y los inhibidores de tirosin quinasa, masitinib y toceranib. En el presente trabajo se realizó una revisión bibliográfica sobre los tumores cutáneos caninos y se profundizó en el estudio del mastocitoma cutáneo canino, discutiendo las diferentes alternativas de tratamiento. Se describió el caso clínico de un canino macho, de 6 años de edad, raza Labrador, que presentó una lesión en piel cuyo diagnóstico citológico fue de mastocitoma. Se observó una respuesta parcial de dicho mastocitoma al tratamiento con prednisolona como único agente terapéutico. La dosis utilizada fue de 1 mg/kg cada 24 horas, con la cual se obtuvo una reducción muy importante del tamaño de la lesión en 30 días de tratamiento. La remisión total de la neoplasia se logró luego de 30 días de tratamiento con masitinib, a una dosis de 12.5 mg/kg cada 24 horas, la cual se administró al culminar el tratamiento con prednisolona. La medicación fue muy bien tolerada por el paciente durante todo el tratamiento y los chequeos hematológicos y bioquímicos que se realizaron durante el transcurso del mismo no mostraron ninguna de las alteraciones descriptas en la bibliografía consultada. 6 SUMMARY Neoplasms of the skin and subcutaneous tissues are the most common neoplasms in dogs, they represent 1/3 of all dog tumours. The neoplasic proliferation of mast cells, called mastocytoma, is the most frequently skin tumour in the dog and it can affect dogs from all ages, sexs and breeds. Diagnosis can be made by cytology or histopathology, being the second one more complete because it confirms the diagnosis and assess the histological grade of the tumour. Treatment of mastocytoma can be made by surgery, radiation, chemotherapy or a combination of the three, depending on the tumour features, histologic grade and clinical stage of the patient. The drugs commonly used for the treatment of this neoplasm are vinblastine, lomustine, prednisolone and tyrosine kinase inhibitors, masitinib and toceranib. In the present work, a review of canine skin tumours literature was made and we studied in depth cutaneous mastocytoma, discussing the different treatment options. We made a case report of a 6 years old Labrador Retriever dog, with a skin lesion which was identified as a mastocytoma by cytological examination. Partial response of the tumour was observed after 30 days of oral prednisolone treatment (1 mg/kg, once daily). Complete response of the tumour was achieved after 30 days of treatment with masitinib (12.5 mg/kg, once daily). This drug was supplied after prednisolone treatment had finished. Treatment was well tolerated by the patient and hematologyc and biochemical checkups were made. Adverse effects or reactions mentioned for this drug in the literature were not showed in this case. 7 Mastocitoma canino; presentación de un caso clínico Introducción En la práctica diaria de la clínica de pequeños animales se presentan con mucha frecuencia pacientes con presencia de masas y tumoraciones en piel y/o tejido subcutáneo, generalmente bien delimitadas y circunscritas. Entre estos figuran los hematomas, abscesos, procesos inflamatorios, neoplasias y paraneoplasias (Ortiz & Col., 2008). Si bien una anamnesis completa y un minucioso examen clínico del paciente son elementos muy importantes para poder realizar un buen diagnóstico, el diagnóstico definitivo sólo podrá obtenerse mediante citología o histopatología de la lesión. El tratamiento a implementar y el pronóstico funcional y vital del paciente dependerán de varios factores como ser: la naturaleza y comportamiento biológico del tumor, su localización y tamaño y el estado general del paciente. El rápido desarrollo tecnológico aplicado a la medicina observado en los último años tuvo una fuerte repercusión en medicina veterinaria y ha permitido la inclusión de nuevas alternativas al tratamiento de los tumores cutáneos, tanto quirúrgicas (criocirugía, radioterapia, radiación por láser e hipertermia) como médicas que se reservan para aquellos casos en los que no existen alternativas quirúrgicas o radioterapéuticas o como terapia de apoyo de tumores de alto índice metastático o potencial de recidiva elevado (Vail & Col., 2009). En el presente trabajo nos fijamos como objetivo realizar una revisión bibliográfica sobre los tumores cutáneos, profundizando en el mastocitoma, que es el tumor cutáneo más común en el perro y uno de los tumores malignos de presentación más frecuente en esta especie. Además se presenta un caso clínico donde se describe los estudios paraclínicos realizados hasta llegar al diagnóstico definitivo, se discuten las alternativas terapéuticas argumentando por qué se opta por la que finalmente se implementó y se realiza el seguimiento de la evolución clínica del paciente. Revisión bibliográfica Los tumores de la piel y tejidos subcutáneos son los tumores más frecuentes en los caninos, correspondiendo aproximadamente a un tercio de todos los tumores hallados en esta especie (Bostock, 1986). Según Moriello & Col. (1990), la incidencia de los tumores de piel en caninos es de 728 por cada 100.000 animales en riesgo y son 6 veces más comunes en perros que en gatos. Se han realizado numerosos trabajos a lo largo de todo el mundo con el fin de determinar la prevalencia de los distintos tumores que asientan en la piel y/o tejidos subcutáneos y la influencia que tienen la edad, sexo y la raza sobre su aparición. Estudios realizados por Cohen & Cols. (1974), Mukaratirwa & Cols. (2005), Pakhrin & Cols. (2007), Ortiz & Col. (2008), Bravo & Cols. (2010), Villamil & Cols. (2011) y Ávalos & Cols. (2013), coinciden en que el riesgo de aparición de tumores de piel se incrementa al aumentar la edad y que el grupo etario con mayor número de 8 diagnósticos se encuentra entre los 6 y 10 años de edad. También existe coincidencia en la afirmación de que el sexo no tiene incidencia en la aparición de los diferentes tipos de tumores cutáneos ni efecto sobre su malignidad, esto sin tomar en cuenta los tumores perineales ni de glándula mamaria que tienen claramente una influencia sexual - hormonal. En cuanto a la influencia de la raza sobre la aparición de tumores cutáneos, se observaron diferencias según el país y continente donde se realizó el estudio pero esto puede ser atribuible a las diferentes preferencias y popularidad que tienen las razas en dichos países. De todas maneras se pudo observar en todos los estudios una mayor incidencia de tumores cutáneos en perros de raza pura. Algunas de las razas que tienen una reconocida predilección para desarrollar tumores cutáneos son: Boxer, Basset Hound, Weimaraner, Labrador, Golden Retriever y Cocker. Para los autores antes citados, el mastocitoma fue la neoplasia cutánea observada con mayor frecuencia. En nuestro país no existen datos ni estudios específicos que hayan identificado cuales son los tumores de piel y tejidos subcutáneos más frecuentes en la población canina ni sobre la influencia que tienen los diferentes factores de riesgo (edad, sexo, raza) sobre su aparición. Sin embargo, en el año 2012, Elgue & Cols. realizaron un estudio en el Hospital de la Facultad de Veterinaria, UdelaR, donde se determinó la casuística del cáncer y los factores de riesgo asociados a su aparición. En el mismo, los tumores de piel se ubicaron en segundo lugar de aparición, por debajo de los tumores mamarios. La franja etaria que registró más caninos con cáncer fue la de 6 a 10 años y a excepción de los tumores reproductivos, el sexo no tuvo influencia significativa. En cuanto a las razas, los perros cruzas fueron los de mayor representación y dentro de las razas puras las más afectadas fueron Pastor Alemán, Cocker, Doberman y Boxer. En la piel tienen lugar numerosos tipos de tumores y aproximadamente entre el 20 y el 40 % de los tumores primarios de piel y tejido subcutáneo son histológicamente malignos. La etiología de los tumores cutáneos es probablemente multifactorial y en gran parte desconocida. Se sugiere que entre los factores que contribuyen a su desarrollo se encuentran factores físicos (exposición prolongada a la luz solar), factores genéticos y moleculares, factores víricos e inmunológicos (Vail & Col., 2009). En general los tumores de piel se clasifican histológicamente de acuerdo con el tejido de origen (epitelial, mesenquimatoso o de células redondas) y con el tipo de célula de origen si existe suficiente diferenciación (Vail & Col., 2009). Dentro de los tumores epiteliales se clasifican: papiloma, carcinoma de células escamosas, tumor de células basales, tumor de glándula sebácea, tumor de glándula sudorípara y keratoacantoma (Vail & Col., 2009). Los papilomas son tumores de origen viral, comunes en el perro, tanto jóvenes como adultos. Se presentan como un crecimiento en forma de coliflor, pueden ser únicos o múltiples y normalmente se observan en la cabeza, párpados, pies, genitales y boca (Vail & Col., 2009). 9 El carcinoma de células escamosas (CCE) es un tumor que suele encontrarse en la piel poco o nada pigmentada. La localización cutánea más común en el perro es el lecho de la uña, escroto, plano nasal, extremidades y ano. Pueden manifestarse como lesiones proliferativas o ulcerativas, en general son tumores localmente invasivos y con potencial metastático medio. El carcinoma de células escamosas de lecho ungueal es altamente agresivo y metastático; comportándose como el CCE de boca (Vail & Col., 2009). Los tumores de células basales incluyen epiteliomas de células basales, carcinoma de células basales y tumores basiloides. Son poco comunes en el perro, normalmente se presentan como masas solitarias, bien circunscriptos, firmes y sin pelo. Suelen localizarse en la cabeza, cuello y hombros y la mayoría son benignos (Vail & Col., 2009). Los tumores de glándula sebácea están dentro de los tumores de piel más frecuentes en el perro y representan un complejo abanico de neoplasias que se pueden dividir en 4 grupos según su imagen histológica. Según su frecuencia decreciente de aparición se encuentran: hiperplasia sebácea, epitelioma sebáceo, adenoma sebáceo y adenocarcinoma sebáceo. Las lesiones de la hiperplasia sebácea se caracterizan por ser verrucosas y solitarias en su mayoría pero pueden ser múltiples y se localizan en las extremidades, tronco y párpados. La hiperplasia sebácea a menudo antecede al adenoma o adenocarcinoma sebáceo y es probablemente un precursor de su desarrollo. El epitelioma sebáceo se manifiesta como una lesión solitaria, a menudo localizada en la cabeza. Las lesiones son casi idénticas en apariencia a las de hiperplasia sebácea. Los adenocarcinomas sebáceos son tumores poco comunes parecidos en apariencia a las lesiones hiperplásicas pero se caracterizan por ulceración e inflamación de los tejidos circundantes (Vail & Col., 2009). Los tumores de glándula sudorípara pueden derivar de glándulas apócrinas o écrinas. Los derivados de glándulas écrinas son raros en el perro y ocurren sólo en las almohadillas plantares. Los quistes de glándulas sudoríparas apócrinas son lesiones tumorales benignas, son más comunes y se presentan en la cabeza como nódulos redondeados, fluctuantes, intradérmicos y contienen un líquido claro y acuoso. Los adenomas y adenocarcinomas de glándula sudorípara apócrina son raros en el perro. Pueden presentarse en cualquier parte del cuerpo aunque la mayoría se desarrollan en las extremidades. Normalmente son tumores solitarios, elevados, bien circunscriptos y sólidos y pueden ulcerarse (Vail & Col., 2009). El epitelioma intracutáneo cornificante o keratoacantoma es una proliferación epitelial benigna que surge del epitelio superficial existente entre los folículos pilosos. Puede manifestarse en 2 formas típicas: como una masa solitaria o en forma multicéntrica. La mayoría de las lesiones son muy pequeñas y tienen un poro abierto en la superficie. Este poro contiene una masa de queratina la cual contiene a veces tallos pilosos (Vail & Col., 2009). Los tumores mesenquimatosos surgen del tejido conectivo y los más frecuentes de la piel y tejido subcutáneo en el perro son: mastocitoma, lipoma, sarcomas de tejidos blandos, melanoma e histiocitoma. Los sarcomas de tejidos blandos son un grupo 10 heterogéneo de tumores cuya clasificación se basa en una apariencia histológica y un comportamiento biológico similar. Los sarcomas surgen de tejido mesenquimatoso y tienen características parecidas a la del tipo de célula de origen. Pueden originarse en músculo, tejido adiposo, neurovascular, y tejido fibroso, pudiendo dar lugar a entidades benignas o malignas. Tienden a aparecer como tumores firmes o blandos, seudoencapsulados, localmente invasivos y tienden a metastizar por vía hematógena (Vail & Col., 2009). El mastocitoma es el tumor cutáneo más frecuente en el perro. Por ser el tema de estudio en la presente Tesis, lo trataremos detalladamente más adelante. Los lipomas son tumores benignos de tejido adiposo. Son relativamente comunes en perros mayores, en especial en localización subcutánea pero pueden presentarse también en la cavidad torácica y abdominal, el canal de la médula ósea y vulva y vagina en perras. Pueden causar anormalidades clínicas debido a compresión o estrangulación pero la mayoría son asintomáticos (Vail & Col., 2009). Los tumores de melanocitos son tumores cutáneos relativamente comunes en el perro y se presentan con mayor frecuencia en perros mayores que tienen la piel muy pigmentada. Los melanomas cutáneos en el perro pueden ser de comportamiento benigno o maligno y pueden presentarse en cualquier parte del cuerpo. Los melanomas benignos suelen estar bien definidos, profundamente pigmentados, pequeños y firmes aunque móviles sobre el tejido subyacente. Los melanomas de comportamiento maligno tienden a crecer rápidamente y a menudo se ulceran. En el perro más del 85 % de los melanomas que surgen en la piel con pelo se asocian a un comportamiento benigno (Vail & Col., 2009). El histiocitoma es un tumor solitario, de color rojo y pequeño que puede presentarse sobre la cabeza, pabellones auriculares y miembros. Por lo regular parecen estar inflamados y pueden tener rasgos de agresividad en la microscopia pero son de carácter benigno y en general resuelven en forma espontánea dentro de los 3 meses. Rara vez se presentan tumores múltiples y de manera excepcional pueden hacer metástasis en ganglios linfáticos. Además de los histiocitomas, existen otras 2 condiciones de histiocitosis reactivas: cutánea y sistémica. Ambas son consideradas perturbaciones reactivas de las células presentadoras de antígeno y resultan indiferenciables en la histopatología. En la histiocitosis cutánea existen múltiples placas o nódulos dérmicos a subcutáneos y no se asocian con enfermedad sistémica. En la histiocitosis sistémica los nódulos dérmicos se acompañan de anorexia, pérdida ponderal y el curso suele ser fatal ya que diferentes órganos suelen estar afectados (Ackerman, 2008). Los tumores de células redondas pueden afectar la piel y tejido subcutáneo. Citológicamente se caracterizan por la presencia de células redondas diferenciadas. Los tipos de tumores de células redondas que pueden desarrollarse en la piel de los caninos son: histiocitoma, mastocitoma, linfoma y tumor venéreo transmisible. En su forma poco diferenciada, muchos de estos tumores pueden ser difíciles de diferenciar con microscopía óptica de rutina, por lo que a veces se utilizan tinciones histoquímicas e inmunohistoquímicas específicas (Vail & Col., 2009). 11 El linfoma es la neoplasia hematopoyética más común en los perros y resulta de la transformación maligna de los linfocitos. El linfoma cutáneo representa un subgrupo distintivo y las variedades epiteliotrópicas (micosis fungosa, síndrome de Sezary y reticulosis paguetoide) son las más prevalentes. Estos tumores epiteliotrópicos derivan de las células T (en general linfocitos T citotóxicos CD8 +) mientras que las variedades no epiteliotrópicas se originan en las células B. El linfoma de células T cutáneo (micosis fungosa) es inusual y se presenta como una dermatitis exfoliativa con prurito variable, luego las áreas afectadas se levantan un poco por encima de la superficie cutánea. En el estadio avanzado de la enfermedad se identifican los nódulos y tiempo más tarde aparece linfadenomegalia y evidencia de diseminación interna. Los linfomas cutáneos no epiteliotrópicos por lo general se presentan como nódulos múltiples dérmicos o subcutáneos, con alopecia asociada. En algunos casos hay descamación pero el prurito es menos común que con los linfomas de células T (Vail & Col., 2009). El tumor venéreo transmisible es una neoplasia contagiosa transmitida por el coito y también a través del lamido y contacto directo con las lesiones. El agente infeccioso parece ser la propia célula cancerosa. En la mayoría de los casos los genitales están comprometidos con elementos proliferativos del tumor pero la boca, nariz y cualquier parte del cuerpo pueden estar afectados y pueden observarse lesiones nodulares múltiples o lesiones tipo verrucosas o ulcerativas y sangrantes (Ackerman, 2008). Una anamnesis completa y un minucioso examen clínico del paciente son elementos muy importantes para poder realizar un diagnóstico correcto. Se debe obtener información sobre la duración de la lesión, rapidez de crecimiento, cambios de forma y tamaño, presencia o ausencia de prurito, terapias aplicadas y su respuesta. En todo tumor cutáneo debe examinarse su tamaño, localización, consistencia, fijación a los tejidos subyacentes y estado de la piel que lo recubre. Estos datos pueden dar un alto grado de sospecha sobre el tipo de tumor implicado pero el diagnóstico definitivo sólo podrá obtenerse mediante citología o histopatología de la lesión. Los procedimientos diagnósticos más frecuentes son la aspiración con aguja fina (PAAF) y la biopsia tisular. La PAAF es una técnica sencilla que permite diferenciar lesiones tumorales de lesiones inflamatorias y también permite la diferenciación entre tumores de tejido epitelial y mesenquimatoso. El examen histológico de una muestra extirpada no sólo permite determinar el tipo de tumor implicado si no también su grado de malignidad e invasión. El tipo de biopsia se indica según el tamaño y localización del tumor. Un pequeño tumor en un lugar accesible se trata normalmente con biopsia excisional. Para tumores grandes o en sitios que no permiten una fácil y completa escisión se debe realizar una biopsia incisional o en sacabocados (Vail & Col., 2009). El tratamiento a implementar y el pronóstico funcional y vital del paciente dependerán de varios factores como ser: la naturaleza y comportamiento biológico del tumor, su localización y tamaño y el estado general del paciente. La decisión del tratamiento a implementar también debería realizarse tomando en cuenta la disponibilidad económica y de tiempo del propietario de la mascota para seguir el tratamiento. La escisión quirúrgica del tumor es el tratamiento de elección siempre que sea posible e indicado, pero pueden aplicarse otras modalidades de tratamiento como ser la criocirugía, radioterapia, radiación por láser e hipertermia. La quimioterapia tópica local y sistémica también se utilizan en el tratamiento pero 12 normalmente se reservan para aquellos casos en los que no existen alternativas quirúrgicas o radioterapéuticas o como terapia de apoyo de tumores de alto índice metastático o potencial de recidiva elevado (Vail & Col., 2009). Mastocitoma El mastocitoma se origina en mastocitos neoplásicos. Los mastocitos son células grandes y redondeadas, miden de 15 a 20 micras de diámetro. En general, son fácilmente reconocibles ya que su citoplasma está repleto de un gran número de gránulos que se tiñen fuertemente con colorantes como el azul de tolouidina. Estos gránulos suelen enmascarar al núcleo que es grande y de forma arriñonada (Tizard, 2009). Los mastocitos se originan a partir de células hematopoyéticas pluripotenciales. Migran hacia los tejidos como células inmaduras y sufren maduración y diferenciación in situ por la influencia del Factor de Crecimiento de Células Madre (Stem Cell Factor) y de Interleuquinas producidas por los linfocitos locales. Estas células maduras se distribuyen por todo el organismo, particularmente hacia aquellos órganos y tejidos que tienen contacto primario con antígenos extraños como ser la piel, tracto respiratorio y tubo digestivo (London & Col., 2003). Las condiciones microambientales del tejido donde maduran los mastocitos determinan sus capacidades funcionales. Por ejemplo, los mastocitos que se encuentran en la mucosa del tubo digestivo (llamados mastocitos de mucosas) contienen grandes cantidades de condroitín sulfato y pequeñas cantidades de histamina en sus gránulos. Los mastocitos que se alojan en los pulmones y en la serosa de las cavidades corporales (llamados mastocitos de tejidos) contienen heparina como su principal proteoglicano en el gránulo y producen grandes cantidades de histamina (Abbas, 2012). Los mediadores que el mastocito produzca dependerán de su localización anatómica y además esto está probablemente regulado por las interleuquinas locales (London & Col., 2003). En la superficie celular de los mastocitos se expresan varios receptores de estimulación como ser: receptor de alta afinidad para IgE (FceRI), receptor C-kit, receptor de proteinas del complemento, receptor TLR, neuropéptidos y opioides. De estos, el receptor FceRI y el C- kit cumplen un rol fundamental en la activación de los mastocitos (Da Silva, 2011). La activación de los mastocitos ocurre luego del entrecruzamiento entre la IgE (ligada a un antígeno polivalente) y su receptor FceRI. Esta unión da lugar a tres tipos de respuestas biológicas: secreción del contenido preformado del gránulo por exocitosis (desgranulación), síntesis y secreción de mediadores lipídicos y síntesis y secreción de citoquinas. Las funciones efectoras de los mastocitos están mediadas por dichas moléculas solubles, entre ellas se encuentran: histamina, heparina, condroitín sulfato, proteasas (triptasa y quimasa), prostaglandina D2, leucotrienos, factor de necrosis tumoral alfa e interleuquinas (IL-3, IL 4, IL 5 e IL 6). Estos mediadores desencadenan diversas reacciones biológicas: la liberación de histamina produce aumento de la permeabilidad vascular, vasodilatación, broncoconstricción, hipermotilidad intestinal y prurito; las proteasas producen daño tisular y estimulan la secreción de moco; la prostaglandina D2 produce vasodilatación y broncoconstricción; los leucotrienos producen broncoconstricción; el factor de necrosis tumoral induce coagulación intravascular diseminada y las diferentes interleuquinas activan eosinófilos y neutrófilos promoviendo la inflamación de los tejidos. Todas estas reacciones pueden provocar respuestas inflamatorias normales, 13 reacciones de hipersensibilidad local y/o reacciones de hipersensibilidad sistémicas o shock anafiláctico y muerte (Abbas, 2012). El receptor C-kit es un receptor tirosin quinasa de membrana para el Factor de Crecimiento de Células Madre (SCF), el cual es esencial para la maduración y diferenciación de los mastocitos en los tejidos y también interviene en la correcta activación de los mismos tras la unión IgE-FceRI (Da Silva, 2011). La proliferación neoplásica de mastocitos, denominada mastocitoma, es el tumor cutáneo más frecuente en el perro, con una incidencia del 19 al 28 % en esta especie (Bostock, 1986; Ávalos & Cols., 2013). Los mastocitomas son más frecuentes en animales de edad adulta (edad media 8 - 9 años), pero pueden afectar perros de cualquier edad, incluso caninos menores de un año. No existe predilección sexual pero algunas razas tienen mayor predisposición a desarrollar este tipo de neoplasia, entre ellas se encuentran los Boxers, Retrievers (Labrador y Golden), Bull Dogs, Beagles y Boston Terriers (Blackwood & Cols., 2012). La etiología del mastocitoma es desconocida pero como sucede con otros tipos de neoplasias, se cree que es multifactorial y la alta predisposición que presentan algunas razas podría indicar que existe un componente genético (Dobson & Col, 2007). Se ha demostrado en mastocitomas caninos la presencia de mutaciones en la región yuxtamembranosa del receptor C-Kit (receptor de tirosín quinasa para el factor de crecimiento celular de células madre) (Webster & Cols., 2006) que conlleva un cambio en la estructura del mismo por el cual no necesita el factor de crecimiento para activarse, produciendo un crecimiento celular incontrolado, una disminución de la apoptosis e inicio de la angiogénesis imprescindible para la formación de la neoplasia (Sánchez Gómez, 2013). Debido al importante rol que cumple este receptor en la tumorgénesis de los mastocitomas, ha sido considerado un potencial blanco para el tratamiento de los mismos (Webster & Cols., 2006; Beaven, 2009). Actualmente existen dos medicamentos veterinarios registrados, cuyo mecanismo de acción es a través de la inhibición de los receptores de tirosin quinasa. Los mastocitomas cutáneos tienen presentaciones clínicas muy variadas, la mayoría de los tumores son solitarios pero algunos animales pueden tener lesiones múltiples. El comportamiento clínico de estos tumores se ha correlacionado con el grado de diferenciación histológica de los mismos (Bostock, 1986). Los mastocitomas bien diferenciados tienden a ser solitarios, de 1 a 4 cm de diámetro, de crecimiento lento, elásticos y a menudo llevan presentes varios meses. Generalmente no se ulceran pero el pelo que los cubre puede perderse. Los mastocitomas indiferenciados tienden a ser lesiones de crecimiento rápido, que se ulceran causando una considerable irritación y pueden alcanzar un gran tamaño. Los tejidos circundantes pueden inflamarse y edematizarse y pueden desarrollar nódulos satélites en los tejidos circundantes. Los tumores de diferenciación intermedia llenan el espectro entre ambos extremos. Ocasionalmente, la manipulación mecánica durante el examen del tumor produce degranulación y la subsiguiente formación de pápula y eritema en los tejidos circundantes, fenómeno denominado “Signo de Darier”. En el perro, los mastocitomas se localizan más comúnmente en el tronco y en las extremidades y con menor frecuencia en la cabeza y cuello. Su presentación en mucosas es muy infrecuente pero posible. En el pulmón y tracto gastrointestinal se encuentran abundantes mastocitos normales, pero son lugares que muestran bajos índices de desarrollo de mastocitoma (Thamm & Col., 2009). Todos los 14 mastocitomas son potencialmente malignos debido a su capacidad de metastizar. El patrón típico de metástasis es en el sistema retículo endotelial, con metástasis en ganglios, hígado, bazo y médula ósea (Ríos, 2008). Esta forma visceral se denomina también mastocitosis sistémica y puede cursar con linfadenopatía, hepatomegalia y esplenomegalia. En estos casos es posible observar efusiones pleurales y peritoneales con abundantes mastocitos neoplásicos (Thamm & Col., 2009). Los animales pueden presentar además signos clínicos paraneoplásicos debido a la degranulación y liberación de sustancias vasoactivas desde los gránulos de los mastocitos, como ser histamina, heparina y proteasas. La complicación más común es el desarrollo de ulceras gástricas y/o duodenales, las que pueden estar presentes en más del 80 % de los caninos con mastocitoma. Esto se debe a que la histamina estimula los receptores gástricos H2 provocando un exceso en la producción de ácido clorhídrico, hipermotilidad de la pared estomacal y dilatación de las vénulas y capilares incrementando notoriamente la permeabilidad endotelial, provocando así una trombosis y necrosis isquémica de la mucosa gástrica (Howard & Cols., 1969). Estas ulceras gastroduodenales pueden pasar desapercibidas u ocasionar anorexia, vómitos (con o sin sangre), diarrea (con o sin melena), anemia y signos de peritonitis si existe perforación. La liberación de heparina puede provocar trastornos de la coagulación y puede haber retraso en la cicatrización de las heridas en el lugar de extirpación de un mastocitoma debido a los efectos locales de las enzimas proteolíticas (O´Keefe, 1990). Raramente puede producirse una liberación masiva de histamina desde las células neoplásicas y desencadenar una reacción anafiláctica aguda, pudiendo provocar la muerte del animal (Blackwood & Cols., 2012). Los mastocitomas se diagnostican fácilmente por evaluación citológica de la lesión mediante punción y aspiración con aguja fina (PAAF). Los mastocitos aparecen como células redondas, de pequeñas a medianas, con un núcleo central, redondo u oval que puede ser difícil de visualizar por la presencia de abundantes gránulos que se tiñen de rojo púrpura (metacromáticos) (Thamm & Col., 2009). Algunos mastocitos malignos, pobremente diferenciados, pueden tener escasos o ningún gránulo en su citoplasma dificultando el diagnóstico citológico, lo que obliga a ampliar el diagnóstico diferencial hacia otros tumores de células redondas como ser el linfoma cutáneo, histiocitoma, melanoma y tumor venéreo transmisible (London & Col., 2003). La PAAF también se puede utilizar para evaluar presencia de metástasis en los ganglios linfáticos regionales, hígado, bazo y médula ósea (O´Keefe, 1990). Aunque la PAAF es un método de diagnóstico rápido y sencillo que puede realizarse en la mayoría de las clínicas veterinarias, no proporciona información sobre el grado histológico de la lesión. El examen histológico de los mastocitomas es imprescindible porque confirma el diagnóstico citológico y además informa sobre el grado histológico del tumor, dato de fundamental importancia para el clínico ya que determina el abordaje terapéutico a seguir. Esto puede realizarse a partir de una muestra obtenida por biopsia incisional o excisional. El grado de un mastocitoma estará determinado por las características de las células neoplásicas (grado de granulación, pleomorfismo citoplasmático y nuclear, número de figuras mitóticas) y por la extensión e invasión del tumor hacia los tejidos subyacentes (London & Col., 2003). Desde el punto de vista histopatológico y de acuerdo al sistema propuesto por Patnaik & Cols. (1984), los mastocitomas se clasifican en 3 grupos (Figura 1): tumor bien diferenciado (grado I), moderadamente diferenciado (grado II) y poco diferenciado (grado III). 15 Figura 1: Características histológicas de los mastocitomas según su grado. Tomado de Ríos, (2008). Los tumores grado I, II y III tienen una incidencia de aproximadamente 36 %, 43 % y 20 % respectivamente. Se ha demostrado que el grado histológico del tumor afecta en gran medida el pronóstico de la enfermedad ya que cuanto más indiferenciado es, mayor es el riesgo de desarrollar metástasis y el tiempo de sobrevida es menor (Patnaik & Cols., 1984). 16 A B C D E F Figura 2. Cortes histológicos de mastocitomas de diferentes grados según sus características histológicas: A) Mastocitoma Grado I: Células mastocíticas bien diferenciadas dispuestas en cordones, separadas por colágeno dérmico. Citoplasma amplio y granular. Cromatina nucleolar condensada. Sin figuras mitóticas. B) Mastocitoma Grado I: Se observa mayor celularidad que en A. C) Mastocitoma Grado II: Celularidad incrementada, células bien diferenciadas, citoplasma amplio, pleomorfismo leve y algunos núcleos vesiculados con nucléolos. D) Mastocitoma Grado II: Celularidad, citoplasma indistinto, pleomorfismo moderado, nú- 17 cleos vesiculados con pequeños nucléolos, moderado número de figuras mitóticas. Las células se observan menos diferenciadas que en la figura C. E) Mastocitoma Grado III: Altamente celular, citoplasma indistinto, pleomorfismo moderado, grandes núcleos vesiculados, nucléolos distintivos y prominentes, muchas células mitóticas. F) Mastocitoma Grado III: Células altamente pleomórficas, núcleo hipercromático, nucléolos prominentes, muchas células mitóticas. Tomado de Patnaik y col. (1984). Se considera que los tumores de grado I tienen un comportamiento benigno, lento desarrollo y están presentes durante meses o años sin aumentar de tamaño y tienen un baja probabilidad de metastizar. La remosión quirúrgica completa suele ser curativa (Blackwood & Cols., 2012). El comportamiento biológico de los tumores de grado II es muy variable, algunos pueden ser removidos completamente mediante cirugía local pero otros necesitan radioterapia o quimioterapia como tratamiento coadyuvante y tienen alta probabilidad de desarrollar enfermedad metastásica (Blackwood & Cols., 2012). Los tumores grado III muestran un comportamiento muy agresivo, desarrollando metástasis tempranamente y generalmente ocasionan la muerte del animal (Blackwood & Cols., 2012). Una vez que el diagnóstico de mastocitoma se ha realizado y debido al hecho de que cualquier tumor de este tipo es capaz de desarrollar metástasis, todos los caninos que lo presenten deben ser evaluados para determinar el grado de extensión de la enfermedad y su salud general (London & Col., 2003). Esto puede conocerse mediante una serie de exámenes complementarios de diagnóstico cuyos resultados le permiten al veterinario actuante determinar el estadio clínico del tumor. Los estudios sugeridos son: hematología y bioquímica sanguínea, urianálisis, radiografía de tórax, ecografía de abdómen y punción y aspiración de ganglios linfáticos. Los animales con mastocitoma pueden presentar eosinofilia (debido a factores quimiotácticos e interleuquinas producidas por los mastocitos) y también anemia debido a hemorragias gastrointestinales o secundarias a hiperesplenismo. Aunque la afección pulmonar es muy rara, la evaluación de la cavidad torácica está siempre indicada. La evaluación de la cavidad abdominal mediante ecografía se indica para ver si hay afección hepática y esplénica. Si durante el estudio ecográfico se detectan anormalidades en dichos órganos se recomienda realizar aspiración con aguja fina y estudio citológico para confirmar la presencia de metástasis. El lugar primario de metástasis son los ganglios linfáticos regionales por lo que estos deben ser evaluados mediante un examen citológico aún si están normales de tamaño. En los ganglios linfáticos normales pueden encontrarse mastocitos por lo que puede ser dificultoso distinguir entre células reactivas y neoplásicas. En general, en los procesos metastáticos, los mastocitos neoplásicos tienden a estar agrupados y suelen estar menos diferenciados que los normales sugieriendo enfermedad metastásica (Ríos, 2008). Una vez que se reúne toda esta información se determina el estadio clínico del tumor aplicando el sistema de estadiaje TNM propuesto por la Organización Mundial de la Salud para los mastocitomas caninos que se observa en la tabla 1 (Owen, 1980). Este sistema se basa en la evaluación de la extensión del tumor primario (T), evaluación de la condición de los ganglios linfáticos regionales (N) y la confirmación de ausencia o presencia de metástasis distantes (M). Siguiendo este criterio, el tumor puede ser clasificado dentro de cuatro estadios: Estadio I: presencia de un único tumor, limitado a la dermis y sin afección de ganglios regionales. Estadio II: presencia de un único tumor, limitado a la dermis y con afección ganglionar regional. Estadio III: presencia de tumores múltiples o un 18 solo tumor grande e infiltrativo, con o sin afección ganglionar. Estadio IV: cualquier tumor con metástasis distantes o recidivas con metástasis. A su vez, los estadios I a III se dividen en (a) sin signos sistémicos y (b), con signos sistémicos (Owen, 1980). Tabla 1: Sistema de estadificación clínica Tomado de Owen, (1980). ESTADIO E I: Un único tumor limitado a la dermis, sin afección de ganglios regionales. E II: Un tumor limitado a la dermis, con afección ganglionar regional. E III: Presencia de tumores múltiples o de un solo tumor grande e infiltrativo, con o sin afección ganglionar. E IV: Presencia de cualquier tumor con metástasis distantes o recidivas con metástasis. de la OMS para los mastocitomas caninos. CARACTERÍSTICAS I a: sin signos sistémicos. I b: con signos sistémicos. II a: sin signos sistémicos. II b: con signos sistémicos. III a: sin signos sistémicos. III b: con signos sistémicos. La determinación del estadio clínico del tumor es muy importante ya que condiciona las decisiones terapéuticas y le permite al clínico informar mejor a los propietarios sobre el desenlace más probable de la enfermedad (Thamm & Col., 2009). El mastocitoma canino tiene un comportamiento biológico muy variable por lo que se han identificado varios factores que ayudan a predecir dicho comportamiento (London & Col., 2003). El grado histológico del tumor es el factor predictivo más importante y tiene una correlación significativa con el tiempo de sobrevida (London & Col., 2003; Thamm & Col., 2009; Blackwood & Cols., 2012). Del 80 al 90 % de los perros con tumores bien diferenciados y el 75 % de los perros con tumores moderadamente diferenciados experimentan una sobrevida prolongada tras la escisión quirúrgica completa. Los perros con tumores indiferenciados tratados quirúrgicamente mueren de la enfermedad antes del año a consecuencia de una recidiva local o desarrollo de metástasis (Thamm & Col., 2009). El estadio clínico del tumor es también predictivo del resultado. Sin embargo, se ha sugerido que no existe diferencia entre pacientes con un único mastocitoma de aquellos con tumores múltiples y no se ha podido comprobar que los mayores estadios empeoren el pronóstico (London & Col., 2003). Los mastocitomas que asientan en las uniones mucocutáneas y en la región prepucial o inguinal han sido asociados a un comportamiento agresivo y un peor pronóstico y se sugiere que estos tumores deben considerarse de alto riesgo de metástasis y recidiva (Thamm & Col., 2009). Sin embargo, en un estudio llevado a cabo por Sfiligoi & Cols. (2005), se concluyó que no se encontraron diferencias en el desenlace (tiempo de sobrevida) entre perros con mastocitoma inguinal o perineal y perros con mastocitoma en otras localizaciones. El peor pronóstico que se ha asociado a estas ubicaciones podría deberse a la dificultad de realizar una completa escisión quirúrgica del tumor en esas localizaciones (Blackwood & Cols., 2012). Los mastocitomas que se originan en el tracto gastrointestinal, hígado, bazo o médula ósea tienen un pronóstico grave (London & Col., 2003). Existe poca información sobre las características y el pronóstico de los mastocitomas que asientan en el subcutáneo. Un trabajo realizado 19 por Thomson & Cols. (2011) sugiere que los mastocitomas subcutáneos podrían ser menos agresivos que los cutáneos debido a sustancias producidas por el tejido adiposo que los rodea, las cuales influyen sobre el desarrollo de la enfermedad. El mismo estudio concluyó que la mayoría de los mastocitomas subcutáneos tienen bajos índices de recidiva y metástasis y por lo tanto un mejor pronóstico. Los signos sistémicos (anorexia, vómitos, melena, eritema generalizado) y los signos locales (irritación, inflamación, ulceración, rápido crecimiento) están comúnmente provocados por tumores de comportamiento agresivo por lo que la presencia de dichos signos se asocia a un peor pronóstico (Blackwood & Cols., 2012). La recidiva local tras la escisión quirúrgica puede acarrear un pronóstico más reservado (Thamm & Col., 2009). En cuanto a la raza, los animales de raza Boxer son los que presentan mayor incidencia de mastocitomas (Bostock, 1986), pero estos tienden a ser de grado bajo o intermedio, con bajas tasas de recidiva y metástasis, por lo que están asociados a un mejor pronóstico (Thompson & Cols., 2011). Los Labradores presentan comúnmente mastocitomas más agresivos en comparación con otras razas (Da Silva, 2011), y tienen alta incidencia de recidivas (Thompson & Cols., 2011). Sin embargo, todos los mastocitomas deben ser tratados como potencialmente malignos independientemente de la raza del animal (London & Col., 2003). La presencia de mutaciones en la región yuxtamembranosa del receptor de membrana Kit se ha asociado a un incremento en el riesgo de desarrollar metástasis y recidivas y a un menor tiempo de sobrevida (Webster & Cols., 2006). Algunos marcadores de proliferación celular pueden predecir el pronóstico y la respuesta al tratamiento de una manera más objetiva, estos son: el índice mitótico, proteína Ki67, proteinas AgNOR y el antígeno proliferativo celular nuclear (PCNA). El índice mitótico es el número de mitosis observadas en los cortes histológicos, en un campo de 10 aumentos. Existe una correlación entre este índice y el tiempo de sobrevida. A mayor número de mitosis observadas, menor es el tiempo de sobrevida independientemente del grado histológico del tumor. La proteína Ki-67 es un marcador de proliferación celular que se expresa durante las fases activas del ciclo celular y puede ser detectada mediante inmunohistoquímica. La elevada expresión de esta proteína se asocia con mortalidad aumentada y elevadas tasas de recidiva y metástasis y es un factor pronóstico independiente del grado histológico del tumor. Las proteínas AgNOR son regiones organizadoras nucleolares argirófilas que pueden ser visualizadas como puntos coloreados por la tinción con plata coloidal de cortes histológicos de mastocitomas. El conteo de estos puntos es una medida indirecta de proliferación celular y está asociado a metástasis, recidivas y menores tiempos de sobrevida. A mayor número de puntos, peor es el pronóstico pero esa medida no puede predecir el comportamiento biológico del tumor independientemente del grado histológico. El antígeno proliferativo celular nuclear (PCNA) es una proteína que se valora por histoquímica y que se requiere para la síntesis de ADN. Su expresión se asocia a proliferación celular y a un mayor riesgo de mortalidad. Al igual que las proteínas AgNOR, estas no permiten predecir el comportamiento biológico del tumor independientemente de su grado histológico (Blackwood & Cols., 2012). De todos los indicadores mencionados anteriormente ninguno de ellos supera la exactitud de la graduación histológica propuesta por Patnaik & Cols. y es el método más confiable y sencillo, pudiendo ser utilizado por todos los clínicos (Strefezzi & Cols., 2009). El mastocitoma canino puede ser tratado mediante cirugía, quimioterapia sistémica, radioterapia o una combinación de los tres métodos. La elección del tratamiento a 20 implementar se realiza en función de las características clínicas del tumor: tamaño, localización, grado histológico y estadio clínico. La extirpación quirúrgica completa es el tratamiento de elección para los mastocitomas grado I y II sin evidencias de metástasis, y que están localizados en zonas donde la cirugía permita una extirpación adecuada, con márgenes limpios y manteniéndose la estética y la funcionalidad (Ríos, 2008). Los mastocitomas raramente se encuentran encapsulados y la mayoría invade los tejidos adyacentes. Por lo tanto es muy importante obtener amplios márgenes quirúrgicos (O´Keefe, 1990). La cantidad de tejido sano que debe extraerse no se conoce con claridad pero históricamente se ha recomendado que la escisión quirúrgica debe incluir 3 cm de margen de tejido sano circundante. Sin embargo, un trabajo realizado por Fulcher y colaboradores en el año 2006, concluyó que un margen lateral de 2 cm puede ser suficiente para lograr la escisión completa de mastocitomas grado I y grado II. Para los mastocitomas grado III la recomendación es un margen lateral de 3 cm (Blackwood & Cols., 2012). Márgenes extensos en profundidad son tan importantes como los laterales y debe extraerse un plano de fascia profundo al tumor en continuidad con éste (Fulcher & Cols., 2006; Thamm & Col., 2009; Blackwood & Cols., 2012). Todos los márgenes quirúrgicos deben evaluarse para determinar si la extirpación fue completa o incompleta ya que las recomendaciones terapéuticas dependerán de este resultado. Para los tumores grado I y II con márgenes limpios no se recomiendan más tratamientos pero si un seguimiento y control cada 3 meses. En caso de hallar márgenes incompletos se puede realizar una reoperación con márgenes más amplios o solo monitorear la zona intervenida por posibles signos de recidiva. Si en cualquiera de las situaciones anteriores hubiese evidencia de enfermedad metástasica previa, se requiere tratamiento coadyuvante con radioterapia o quimioterapia. También se recomienda la extirpación quirúrgica de un nódulo linfático clínica o citológicamente sospechoso para evaluarlo histológicamente y el tratamiento coadyuvante debe ser considerado en estos pacientes. Los tumores grado III pueden ser operables o no operables pero independientemente de este hecho y debido al alto riesgo de desarrollo de metástasis y de recidiva local, se recomienda aplicar una terapia multimodal que incluya radioterapia y quimioterapia (Blackwood & Cols., 2012). La radioterapia es útil en el tratamiento de aquellos mastocitomas que no son operables o que no pueden ser escindidos en forma completa, también lo es en tratamiento de metástasis en ganglios linfáticos y recidivas. Sin embargo, no es efectiva como única forma de tratamiento. El protocolo ideal se desconoce pero se sugiere realizar una dosis total de 40 Gy, fraccionada, durante 3 o 4 semanas (O ´Keefe, 1990). Si bien la radioterapia se utiliza comúnmente como tratamiento coadyuvante luego de una cirugía, los mejores resultados se obtienen si se aplica antes de la misma. Es importante tener en cuenta que la radiación puede producir quemaduras locales e inducir la degranulación de las células y ocasionar graves efectos sistémicos. Por esta razón y para minimizar esos efectos, todos los pacientes sometidos a este tipo de terapia deben recibir prednisona y antihistamínicos, antes, durante y después del tratamiento irradiante (Blackwood & Cols., 2012). La principal desventaja de este tipo de tratamiento es que suele ser caro y no está disponible para todos los pacientes. Actualmente es una técnica que no se encuentra presente para su uso en medicina veterinaria en Uruguay. 21 El tratamiento con quimioterápicos puede aplicarse en diferentes situaciones: cuando es necesario un tratamiento sistémico, para tratar o prevenir el desarrollo de metástasis en los tumores de alto grado; como tratamiento coadyuvante previo a cirugía o radioterapia, con el fin de reducir los bordes del tumor y así aumentar la chance de lograr una escisión completa o remisión; y para tratar los tumores que no se pueden operar por su alto grado y/o localización y no es posible acceder a radioterapia (Blackwood & Cols., 2012). En la actualidad existen varias drogas y protocolos que pueden utilizarse en el tratamiento sistémico de los mastocitomas caninos. Los agentes terapéuticos más usados son: vinblastina, lomustina, prednisona y los inhibidores de tirosin quinasa (toceranib y masitinib). El sulfato de vinblastina es la sal de un alcaloide extraído de la Vinca rosea, con acción citostática y que ha sido utilizado desde hace mucho tiempo en el tratamiento de neoplasias hemolinfáticas caninas y en varios tipos de neoplasias en humanos (Thamm & Cols., 2006). Su eficacia frente al mastocitoma canino ha sido demostrada como único agente terapéutico o en combinación con prednisona, como tratamiento adyuvante pre o post quirúrgico en mastocitomas grado II y III (Webster & Cols., 2008; Rassnick & Cols., 2008; Thamm & Cols., 2006). La vinblastina se administra a una dosis semanal de 2 mg/m² y exclusivamente por vía intravenosa. Es potencialmente mielosupresora por lo que deben realizarse chequeos hematológicos previos a cada dosis. Se recomienda suspender el tratamiento si el conteo de neutrófilos es menor a 3000/ul o el conteo de plaquetas es menor al normal. Los efectos tóxicos a nivel de tracto gastrointestinal son generalmente leves (Blackwood & Cols., 2012). Rassnick & Cols. (2008), estudiaron la eficacia de la vinblastina como terapia única en 51 caninos con mastocitoma de alto grado, no operables. De estos, 25 animales recibieron 2.0 mg/m² de vinblastina IV, 1 vez por semana durante 4 semanas y luego cada 15 días hasta completar 8 tratamientos. En este grupo se observó respuesta parcial en 3 animales (tasa de respuesta global 12 %). Veintiseis animales recibieron 3.5 mg/m² de vinblastina i.v, cada 15 días hasta completar 5 tratamientos. En este grupo se observó respuesta completa en 6 animales y respuesta parcial en 1 animal (tasa de respuesta global 27 %). Este estudio concluyó que la vinblastina es efectiva frente al mastocitoma canino pero se pone en duda su utilidad como único agente terapéutico dado que la tasa de respuesta obtenida fue mucho menor que las reportadas cuando se usa en protocolos combinados. Si bien el grupo tratado con la dosis más alta (3.5 mg/m²) mostró una tasa de respuesta mayor, los signos de toxicidad hematológica (neutropenia) y gastrointestinal (gastroenteritis) fueron más severos en comparación con los presentados en los animales tratados con 2.0 mg/m². Webster & Cols. (2008), estudiaron la eficacia del uso combinado de vinblastina y prednisona postquirúrgica en caninos con mastocitoma cutáneo grado II y III y compararon los tiempos de sobrevida con aquellos caninos que sólo recibieron tratamiento quirúrgico. El tiempo de sobrevida para el grupo tratado solo con cirugía fue de 20 meses y para el grupo tratado con vinblastina y prednisona fue de más de 70 meses. 22 La lomustina es una molécula perteneciente a la clase de las nitrosoureas alquilantes con acción citostática. Ha sido utilizada en el tratamiento de linfomas y tumores cerebrales caninos y ha demostrado actividad frente al mastocitoma (London & Col., 2003). La dosis de lomustina es de 70 mg/m² administrada por vía oral y cada 3 semanas. Puede ser utilizada como única droga o en combinación con vinblastina y/o prednisona. Debido a que puede ocasionar una severa mielosupresión y hepatotoxicidad, debe monitorearse el número de neutrófilos y las enzimas hepáticas previo a la administración de cada dosis (Blackwood & Cols., 2012). En un estudio realizado por Rassnick & Cols. (1999), se administró lomustina (90 mg/m², oral, cada 3 semanas) a 23 caninos con mastocitoma cutáneo, grado I, II y III. El tratamiento pudo evaluarse en 19 caninos, de los cuales 8 (42%), mostraron una respuesta medible; un canino con mastocitoma grado II mostró una respuesta completa y los 7 restantes mostraron una respuesta parcial. El tratamiento con lomustina logró estabilizar la enfermedad en 6 de los 19 caninos, con una duración media de 78 días. Los glucocorticoides (prednisona-prednisolona), han demostrado ser efectivos en el tratamiento del mastocitoma canino, sin embargo el mecanismo exacto por el cual se logran los efectos inhibitorios aún no se conocen con claridad (Takahashi & Cols., 1997). Takahashi & Cols. (1997) demostraron la presencia de receptores de glucocorticoides en el citoplasma de células de mastocitomas caninos y la inhibición de la proliferación e inducción de apoptosis de esas células tumorales por dexametasona y prednisona. En ese estudio se observó una gran disminución del tamaño tumoral en la primer semana de tratamiento pero entre la cuarta y séptima semana, el tumor recobró su tamaño original o aún mayor, posiblemente debido a que la célula neoplásica adquiere resistencia a los glucocorticoides. Los glucocorticoides también pueden contribuir a la respuesta antitumoral reduciendo el edema e inflamación peritumoral (Thamm & Col., 2009). McCaw & Cols. (1994) estudiaron la eficacia de la terapia con prednisona como único agente en mastocitomas caninos de grado intermedio y alto. Se trataron 25 caninos con prednisona (1mg/kg por día durante 28 días) y se observó respuesta total (no evidencia de tumor), en 5 de ellos y respuestas parciales (tumor presente pero que redujo más del 50 % de su volumen) en 4 animales. El bajo porcentaje de respuesta que se obtuvo en este estudio (20%) podría deberse a que la dosis utilizada no es la adecuada y/o también a que el 77 % de los tumores evaluados eran de grado III, los cuales se sabe que pueden perder sus receptores citoplasmáticos o estos pueden ser inefectivos y por lo tanto ser resistentes a la terapia con corticoides (McCaw & Cols., 1994; Takahashi & Cols., 1997). Las tasas de respuesta más elevadas (hasta 65%) se consiguen con protocolos de terapia combinada de prednisona con vinblastina y/o lomustina (Blackwood & Cols., 2012) y terapia con masitinib (81%) como único agente (Hahn & Cols., 2008). 23 Tabla 2: Drogas y protocolos utilizados para el tratamiento de los mastocitomas caninos. La tasa de respuesta incluye las remisiones parciales y completas. Tomado de Blackwood & Cols. (2012), London & Cols. (2009) y Hahn & Cols. (2008). DROGA Vinblastina y Prednisona PROTOCOLO Vinblastina: 2 mg/m² IV, semanal, por 4 semanas, luego cada 15 días, hasta completar 4 tratamientos más. Prednisona: 2 mg/kg Oral, 1 vez al día, por 1 semana. Luego 1 mg/kg por día durante 2 semanas y luego cada 48 hrs. Lomustina 70 mg/m² Oral, cada 21 días, 4 ciclos Vinblastina/ Lomustina Vinblastina: 2 mg/m² IV, cada 4 semanas. Lomustina: 60 mg/m² Oral, administrada a la tercer semana de iniciado el tratamiento y luego cada 4 semanas Vinblastina/ Lomustina y Vinblastina: 2 mg/m² IV, cada 4 Prednisona semanas Lomustina: 70 mg/m² Oral, administrada a la tercer semana de iniciado el tratamiento y luego cada 4 semanas. Prednisona: 0.5 mg/kg, Oral, 1 vez al día. Vinblastina/ Lomustina y Lomustina: 70 mg/m² Oral, Prednisona administrada la primer semana de tratamiento y luego cada 4 semanas. Vinblastina 3.5 mg/m² IV, administrada a la tercer semana de iniciado el tratamiento y luego cada 4 semanas. Prednisona: 2 mg/kg Oral, 1 vez al día durante las primeras 2 semanas. Luego 1mg/kg, 1 vez al día hasta la semana 24, disminuyendo la dosis hasta la semana 28. Masitinib 12.5 mg/kg Oral, cada 24 h. Toceranib 3. 25 mg/kg Oral, cada 48 h. TASA DE RESPUESTA 47% 44% 57% No publicada 65% 81% 42.8% Los inhibidores de tirosin quinasa son un grupo de moléculas pequeñas que actuando como inhibidores competitivos, bloquean el lugar de unión de la molécula de ATP con el receptor de tirosin kinasa en la membrana de los mastocitos, de forma reversible o irreversible. En ausencia de ATP, la quinasa es incapaz de fosforilar e iniciar la cascada de señales que desencadenan la respuesta celular (crecimiento 24 celular, diferenciación, sobrevivencia y muerte programada o apoptosis) (London, 2009). De esta manera se inhibe el crecimiento celular incontrolado, la disminución de la apoptosis e inicio de la angiogénesis, imprescindibles para la formación de la neoplasia (Sánchez Gómez, 2013). En oncología veterinaria se cuenta con dos fármacos comercializados para inhibir específicamente los receptores de tirosin quinasa, cuyos principios activos son toceranib fosfato y masitinib mesilato. Ambos fármacos han sido aprobados por la Agencia Europea del Medicamento y por la Food and Drug Administration (USA) para su uso en caninos con mastocitoma (Blackwood & Cols., 2012). El toceranib fosfato (Palladia®, Pfizer Animal Health) es una molécula pequeña que tiene actividad en la angiogénesis patológica, en la proliferación y crecimiento tumoral, y en la progresión metastásica del cáncer, bloqueando selectivamente varios miembros del grupo de receptores de tirosin quinasa: KIT (receptor del factor de crecimiento de células madre) localizado en las células tumorales; VEGFR2 (receptor del factor de crecimiento vascular endotelial) localizado en las células endoteliales y PDGFR (receptor del factor de crecimiento derivado de las plaquetas) localizado en los pericitos. El primero es el responsable de forma directa del crecimiento tumoral y de la protección frente a la apoptosis y los últimos dos son responsables de la angiogénesis tumoral, lo que conlleva secundariamente al crecimiento del tumor (Sánchez Gómez, 2013). La inhibición simultánea de los tres receptores bloqueados por el toceranib, inhibe múltiples procesos, llegando a detener el crecimiento del tumor o incluso inducir su regresión. Debido a que actúa sobre estos tres tipos de receptores, su espectro de actividad se amplia frente a otros tipos tumorales, más allá de su indicación en los mastocitomas (London, 2009). La dosis recomendada por la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) es de 3.25 mg/kg p.v. administrada por boca, cada 48 hrs. La duración del tratamiento depende de la respuesta al mismo. Al igual que ocurre con otros quimioterápicos, el tratamiento con toceranib puede ocasionar efectos adversos. Las alteraciones descriptas más frecuentemente son: anorexia, pérdida de peso, letargia, vómito, diarrea con o sin sangrado, neutropenia y calambres musculares (EMEA, 2013., London, 2009). Los mismos suelen ser leves o moderados y temporales pero en algunos pacientes más sensibles o en tratamientos mal dosificados pueden presentarse reacciones adversas severas que indican la suspensión del tratamiento en forma temporal o permanente. Los pacientes que reciben esta droga deben ser monitoreados al menos una vez por semana para controlar la aparición de alguno de efectos secundarios mencionados (EMEA, 2013). London & Cols. (2009), demostraron la eficacia del toceranib en 145 caninos con mastocitoma recurrente, grado II o III, con o sin afección de ganglio linfático regional. El tratamiento con toceranib proporcionó una mejora significativa de la tasa de respuesta objetiva frente al placebo en la fase ciega del estudio. La tasa de respuesta objetiva para todos los caninos que recibieron toceranib fue de 42. 8 % (21 caninos mostraron respuesta completa y 41 respuesta parcial). El masitinib (Masivet®, Kinavet CA-1®, AB Science) inhibe de forma potente y selectiva la forma mutada en la región yuxtamembranosa del receptor KIT y también actúa sobre el PDGF (receptor del factor de crecimiento derivado de plaquetas) y sobre el FGFR·(receptor del factor de crecimiento fibroblástico) (Catalent Pharma 25 Solutions. Kinavet-CA1, 2013). Inicialmente se uso en forma exclusiva para el tratamiento de mastocitomas poco diferenciados o indiferenciados con expresión mutante del receptor KIT pero debido a su especificidad también puede ser utilizado en otras enfermedades en las que están implicados mastocitos de este tipo como pueden ser el asma felino o la dermatitis atópica canina. También puede ser utilizado en otros tipos tumorales debido a su mecanismo antiangiogénico y por su capacidad de inhibir a los mastocitos que se encuentran implicados en los infiltrados inflamatorios que preceden al tumor (Sánchez Gómez, 2013). La dosis recomendada por la EMEA es de 12.5 mg/kg p.v. administrada por boca, diariamente. La duración del tratamiento depende de la respuesta que se observe al mismo (EMEA, 2009). Masitinib es considerada una droga segura y muy bien tolerada por los pacientes, de todas maneras pueden presentarse algunos efectos adversos como ser anorexia, letargia, vómito y diarrea, generalmente leves o moderados y transitorios (Hahn & Cols., 2008). En un pequeño porcentaje de pacientes el uso de esta droga provocó anemia hemolítica y en otros nefropatía perdedora de proteinas, pero se desconoce el mecanismo de esta toxicidad (London, 2009). También se describen como efectos adversos la elevación de las enzimas hepáticas, bilirrubinemia y azotemia, leucopenia, neutropenia, linfopenia y trombocitopenia En los animales que se encuentran bajo tratamiento con masitinib se aconseja evaluar la albuminemia y proteinuria cada 2 semanas y realizar un hemograma completo y enzimograma hepático cada 4 semanas (Catalent Pharma Solutions. Kinavet-CA1, 2013). La eficacia del masitinib fue estudiada por Hahn & Cols. (2008), en caninos con mastocitoma cutáneo no operable o recidivante, grado II o III, sin presencia de metástasis. En este estudio participaron 202 caninos de los cuales 161 recibieron 12.5 mg/kg de masitinib por boca, cada 24 hrs. y por un período de 6 meses. Cuarenta y dos animales recibieron un placebo a igual frecuencia y por el mismo período. Del grupo de animales que recibieron masitinib, 26 % mostraron remisión completa de la neoplasia y 55 % remisión parcial. En el grupo placebo, se observó remisión completa en el 21 % de los caninos y remisión parcial en 36 %. Los inhibidores de tirosin quinasa, toceranib y masitinib, se presentan como una nueva alternativa para el tratamiento del mastocitoma canino y su efectividad ha sido demostrada en tumores cutáneos grado II y III. La presentación oral de estas drogas facilita su administración, el propio dueño del animal puede encargarse del tratamiento en su domicilio. Pueden utilizarse como agente terapéutico individual o combinarse con otros fármacos, por ejemplo vinblastina o prednisona (Blackwood & Cols., 2012). La terapia complementaria para los efectos sistémicos relacionados con la degranulación de los mastocitos puede ser necesaria en algunos pacientes. Los efectos de la liberación de histamina (ulceración gastrointestinal, vasodilatación, broncoconstricción), se pueden bloquear administrando el bloqueante H1 difenhidramina (2 a 4 mg/kg p.v. cada 12 horas) y el bloqueante H2 ranitidina (2 mg/kg p.v. cada 12 horas). En general, el uso de estos agentes se reserva para aquellos pacientes que presentan signos sistémicos o locales de degranulación o en casos en que es probable que esta ocurra, por ejemplo cuando se realiza radioterapia (Thamm & Col., 2009). 26 Objetivo General El presente trabajo tiene como objetivo general, la presentación de un caso clínico de mastocitoma cutáneo, en un canino. Objetivos Específicos a. Profundización en el estudio de la oncología cutánea canina y en especial del mastocitoma cutáneo. b. Discusión de las diferentes alternativas de tratamiento. Presentación del caso clínico Historia Clínica El día 7 de noviembre de 2013 se presenta a consulta Tomy, un canino macho, de raza Labrador Retriever, de 6 años de edad y 36 Kg de p.v. Su propietario consultó por la presencia de un engrosamiento y ulceración de la piel de la región axilar izquierda, la cual llevaba varios días de evolución, empeorando día a día. El dueño relata que además de la lesión en piel el paciente presenta desde hace varios días, anorexia y letargia y ocasionalmente vómitos con sangre. En el examen objetivo general se apreció mucosa bucal hiperémica, ganglio linfático axilar izquierdo aumentado de tamaño y un estado de carnes regular. El sensorio era normal así como el resto de las evaluaciones. Al examen clínico particular se observó en la piel de la región axilar izquierda, una lesión redondeada, de aproximadamente 8 cm de diámetro, acompañada de ulceración, eritema, engrosamiento dérmico y adherencia a planos profundos. La lesión presentaba además dolor a la palpación, exudación y olor fétido y signos de prurito ya que el propietario comenta un continuo lamido de la misma por parte del paciente (figura 3). 27 Figura 3. Fotografía de la lesión encontrada en la región axilar izquierda. Se observa su característica redondeada, acompañada de ulceración, eritema y engrosamiento dérmico. Se procedió a realizar una punción-aspiración con aguja fina de la lesión para citodiagnóstico y a la espera de dicho resultado se realizaron las siguientes indicaciones: administrar prednisolona (20 mg cada 12 horas), omeprazol (20 mg cada 24 horas) y cefradoxilo (1000 mg cada 24 horas) y limpieza de la zona con Xterivet® (solución de ácido hipocloroso neutro con acción antiséptica y desinfectante (Laboratorio Universal), cada 12 horas. Controles El primer control se realizó el día 13 de noviembre. El propietario relata que el paciente se encuentra animado, comiendo bien, tomando agua normal y que no presentó más episodios de vómitos. En la evaluación de la lesión se observa una disminución de su tamaño a aproximadamente 4 cm, disminución del eritema y exudación y de la contaminación bacteriana, persistiendo la ulceración, el engrosamiento dérmico y la adherencia a planos profundos. En el estudio citológico de la lesión se observó un citograma de fondo hemático con presencia de células redondas de talla mediana con presencia de gránulos intra y extracitoplasmáticos de color rojo morado, siendo este resultado compatible con mastocitoma (ANEXO 1). 28 Ante dicho diagnóstico se decide realizar una serie de estudios complementarios para determinar la extensión de la enfermedad (estadificación) y el estado de salud general del paciente. Se extrae sangre para realizar hemograma completo, uremia y creatininemia y enzimograma hepático. Se solicita además ecografía de abdómen y electrocardiograma. Se continúa con la administración de prednisolona (40 mg cada 24 hrs., am) y cefradoxilo (1000 mg cada 24 hrs.) y en lugar de omeprazol se indicó ranitidina (75 mg cada 12 hrs). Se plantean las distintas opciones de tratamiento y el propietario decide encargar el inhibidor de tirosin quinasa masitinib, cuya administración queda sujeta a los valores que se obtengan de los análisis de bioquímica sanguínea. Se estima que el producto demora en llegar a nuestro país unos 20 días. El siguiente control se realizó el día 7 de diciembre. El paciente se encuentra animado, tolerando la medicación y sin signos sistémicos. La lesión ha mejorado notablemente, observándose una disminución de su tamaño (midiendo aproximadamente 2 cm), con desaparición de la ulceración y de la adherencia a planos profundos (figura 4). Figura 4. Fotografía de la misma lesión que en la figura 2, tomada a un mes y medio de la consulta. La lesión ha mejorado notablemente, observándose una disminución de su tamaño, con desaparición de la ulceración. El hemograma dio como resultado los siguientes parámetros: Hto. 38 %, Hb. 13.5 g/dl, RGR 5, 33 mill/ul, leucocitos 22.700/ul, neutrófilos 20.884/ul, linfocitos 1.135/ul, monocitos 454/ul y eosinófilos 227/ul (ANEXO 2). Los resultados de la bioquímica sanguínea fueron los siguientes: creatininemia 0.9 mg/dl, uremia 34 mg/dl, FAS 708 UI/L, AST 28 UI/L y ALT 163 UI/L (ANEXO 3). 29 En la ecografía de abdomen se observó un estomago levemente engrosado pero no se encontraron alteraciones de significación en el resto de los órganos (ANEXO 4). El electrocardiograma fue normal. Se indica continuar con la administración de prednisolona y ranitidina en las mismas dosis e intervalos y se suspende el antibiótico debido a la evolución de la lesión y el control de la contaminación bacteriana secundaria. El día 17 de diciembre se controla nuevamente al paciente. El mismo se encuentra en buena condición general, recuperando peso y la lesión sigue evolucionando favorablemente. Se decide comenzar el tratamiento sistémico con masitinib (quimioterápico inhibidor de tirosin kinasa, Kinavet CA-1®) a una dosis de 450 mg por día. Se indica además la administración de prednisolona cada 48 hrs y discontinuar la misma a los 7 días y continuar las indicaciones dadas para la ranitidina. El siguiente control se realizó el día 17 de enero de 2014. Finalizado el primer mes de tratamiento con masitinib, el paciente ha tolerado la medicación y se encuentra en buen estado de salud general. En la zona de la lesión la piel está alopécica y fina y solo se palpa un pequeño engrosamiento (de aprox. 0.5 cm) en el subcutáneo, puediendo corresponder a lesión tumoral o cicatriz. Durante el tratamiento con masitinib el paciente presentó anorexia y letargo de grado leve. Se extrae sangre para hemograma completo, funcional hepático, uremia, creatininemia y albuminemia y se solicita análisis de orina para determinar la presencia o ausencia de proteinuria. El hemograma dio como resultado los siguientes parámetros: Hto. 39 %, Hb. 13.9 g/dl, RGR 5, 98 mill/ul, leucocitos 16.400/ul, neutrófilos 9.840/ul, linfocitos 4.100/ul, monocitos 820/ul y eosinófilos 1.476/ul (ANEXO 5). Los resultados de la bioquímica sanguínea fueron los siguientes: creatininemia 1.1 mg/dl, uremia 32 mg/dl, FAS 152 UI/L, AST 23 UI/L y ALT 47 UI/L (ANEXO 6). La albuminemia dio como resultado 2.43 g/dl y la proteinuria no se pudo determinar ya que el propietario no recolectó la orina para su estudio (ANEXO 7). El 11 de marzo se realizó el último control. El paciente se encontró de buen ánimo y en muy buen estado general. El sitio de la lesión ha recuperado el pelo y sólo se palpa una pequeña deformación en el subcutáneo de aproximadamente 0.5 cm. No se evidenciaron signos sistémicos asociados a la enfermedad en la anamnesis ni examen clínico general. Se indica hacer otro ciclo de administración de masitinib en la misma dosis e intervalo que la vez anterior y realizar los chequeos de control en 30 días. 30 Discusión Los métodos usados para el diagnóstico del mastocitoma son la evaluación citológica y la histopatología. Esta última es más completa ya que no solo confirma el diagnóstico sino que además permite determinar su grado histológico y la presencia o ausencia de los marcadores de proliferación celular. Por estudio citológico de la lesión se determinó que el paciente presentaba una neoplasia conformada por mastocitos. De acuerdo a la presentación clínica del tumor y a los resultados obtenidos de los estudios complementarios realizados, el mismo se clasificó como Estadio III (presencia de un solo tumor grande e infiltrativo, con o sin afección ganglionar), según la clasificación de Owen (1980). No se pudo confirmar progresión metastásica de la enfermedad hacia el ganglio linfático regional (axilar izquierdo) ya que no se realizó citología ni biopsia del mismo, dado que en el primer control el ganglio ya no era palpable. Debido a que no se realizó biopsia del tumor, la graduación histológica propuesta por Patnaik (1984) no se pudo determinar. Los marcadores de proliferación celular que se utilizan para predecir el pronóstico y la respuesta al tratamiento (índice mitótico, proteína Ki-67, AgNOR y PCNA) (Blackwood & Cols., 2004) tampoco se pudieron determinar por la inexistencia de cortes histológicos. Los caninos son los animales de compañía que con mayor frecuencia desarrollan mastocitomas cutáneos. La edad y la raza en que se presenta este caso coincide con la bibliografía en que el riesgo de aparición de tumores de piel se incrementa al aumentar la edad y que el grupo etario con mayor número de diagnósticos se encuentra entre los 6 y 10 años de edad (Cohen & Cols., 1974; Mukaratirwa & Cols., 2005; Pakhrin & Cols., 2007; Ortiz & Col., 2008; Bravo & Cols., 2010; Villamil & Cols., 201; Ávalos & Cols., 2013). Se observó una respuesta muy favorable (aunque parcial) del mastocitoma al tratamiento con prednisolona como único agente terapéutico. La dosis utilizada fue de 1 mg/kg p.v por día, administrada siempre am. Esta dosificación permitió una reducción muy importante del tamaño de la lesión (de 8 cm a 2 cm) en 30 días de tratamiento. Esta respuesta pudo deberse a un efecto directo del corticoide sobre el mastocito neoplásico, sin embargo pensamos que pudo haber existido además un efecto indirecto, por control de la inflamación y edema que acompañaban la lesión, los cuales se explican por la acción de las sustancias producto de la degranulación de los mastocitos. Debido a que se ha demostrado que la predinsolona tiene una efectividad limitada (promedio de 4 a 7 semanas) (Takahashi & Cols., 1997), una vez estabilizado el paciente mediante el tratamiento combinado de prednisolona, antibióticoterapia y ranitidina, lo que permitió controlar la lesión y los efectos sistémicos, se decide iniciar un tratamiento sistémico con masitinib (Kinavet CA-1®), un inhibidor de tirosin kinasa, específico para el tratamiento de este tipo de neoplasia. La dosis utilizada fue de 12.5 mg/kg p.v. oral una vez al día, tal como se recomienda en la literatura (Catalent Pharma Solutions. Kinavet-CA1, 2013). 31 El uso de esta droga está indicado en mastocitomas con mutación en la región yuxtamembranosa del receptor de membrana KIT y a pesar de que dicha mutación no se pudo confirmar en este caso, la respuesta al tratamiento fue muy favorable ya que al momento del último control se había logrado una remisión completa de la enfermedad. El paciente toleró muy bien la droga y solo manifestó anorexia y letargo de grado leve, reacciones que se describen como muy frecuentes en la bibliografía consultada (Catalent Pharma Solutions. Kinavet-CA1, 2013; Blackwood & Cols., 2009; London, 2009; Hahn & Cols., 2008). Dado que es muy difícil predecir cual puede ser la evolución de la enfermedad luego de un mes de tratamiento con masitinib y debido a que no se conocen los plazos definitivos de su administración (Borrego, com. personal), se recomienda continuar el tratamiento por un período de seis meses. Los chequeos hematológicos y bioquímicos que se recomiendan realizar durante el tratamiento con esta droga fueron realizados a las 4 semanas de iniciado el tratamiento y no se encontraron ninguna de las alteraciones descriptas en la bibliografía consultada (Catalent Pharma Solutions. Kinavet-CA1, 2013; London, 2009; Hahn & Cols., 2008). En el segundo hemograma (que se realizó como control al mes de iniciado el tratamiento con masitinib) se observó una marcada disminución de la leucocitosis y neutrofilia encontrada en el primer estudio, posiblemente debido a la importante reducción del proceso inflamatorio que acompañaba la neoplasia. El tratamiento quirúrgico no fue planteado como opción en este caso por la buena evolución que mostró al tratamiento quimioterápico implementado y por la localización anatómica del tumor, sobre la piel de la región torácica, lo cual hace muy difícil obtener márgenes profundos limpios. La radioterapia tampoco fue considerada como medida terapéutica, en primer lugar por no encontrarse disponible su aplicación en nuestro país, y en segundo lugar por la respuesta observada al quimioterápico utilizado. La bibliografía menciona el uso de vinblastina y/o lomustina (Rassnick & Cols., 2008, Blackwood & Cols., 2004, Rassnick & Cols., 1999). Sin embargo, su uso no fue tenido en cuenta en este caso por la mayor toxicidad que presentan ambas drogas y por la menor tasa de respuesta que se obtiene en comparación con los inhibidores de tirosin kinasa. La vinblastina se encuentra disponible en nuestro país a bajo costo y la lomustina se puede importar desde Brasil con un costo más elevado que el de la vinblastina pero menor al de los inhibiodres de tirosin kinasa. 32 Conclusiones Los tumores de la piel y tejidos subcutáneos son los más frecuentes en los caninos, correspondiendo aproximadamente a un tercio de todos los tumores hallados en esta especie. Entre ellos el mastocitoma es el tumor de piel más frecuente en esta especie. Los métodos usados para el diagnóstico del mastocitoma son la evaluación citológica y la histopatología. Esta última es más completa ya que no solo confirma el diagnóstico si no que además permite determinar su grado histológico y la presencia o ausencia de los marcadores de proliferación celular. Por la morfología celular de los mastocitomas (tumor de células redondas), corresponde realizar diagnóstico diferencial con histiocitoma, linfoma y tumor venéreo transmisible. Cuando el mastocito presenta escasos gránulos sólo puede diferenciarse mediante inmunohistoquímica. El tratamiento más efectivo contra el mastocitoma es la escisión quirúrgica con amplios márgenes de seguridad, cuando esto no es posible, las drogas más comúnmente utilizadas son la prednisolona, vinblastina y lomustina, como únicos agentes o combinadas. Los inhibidores de tirosin kinasa (masitinib y toceranib) son nuevas moléculas que han demostrado ser efectivas y seguras para el tratamiento de mastocitomas caninos. En este caso se observó una remisión parcial de la neoplasia con la administración de prednisolona a dosis de 1 mg/kg durante 30 días. La remisión total se obtuvo luego de 30 días de tratamiento con masitinib (Kinavet CA-1®), a una dosis de 12.5 mg/kg cada 24 hr. Hasta el momento no se han podido establecer cuales son los plazos mínimos ni máximos de administración de esta droga que aseguren una cura completa de la enfermedad y tampoco se conocen cuales son los efectos secundarios que puedan presentar los pacientes que la reciban por períodos prolongados. 33 Bibliografía 1) Abbas, A., Lichtman, A., Pillai, S. (2012). Respuestas inmunitarias dependientes de la IgE y enfermedades alérgicas. En: Abbas, A., Lichtman, A., Pillai, S. Inmunología celular y molecular. 7a.ed., Barelona, Elsevier, p. 425-444. 2) Ackerman, L. 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