Viejos y nuevos escenarios para la implicación política de los... de exclusión. Monferrer (UDIMA J. Benedicto (UNED) y M.J. Funes (UNED)

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Viejos y nuevos escenarios para la implicación política de los jóvenes en riesgo
de exclusión.
M.L. Morán (UCM), J.M. Robles (UCM), L. Fernández de Mosteyrín (UCM), J.
Monferrer (UDIMA J. Benedicto (UNED) y M.J. Funes (UNED)
1. Introducción
En esta ponencia analizamos las transiciones, en algunos casos inacabadas, de un
conjunto de jóvenes en riesgo de exclusión social. Nuestro objetivo es analizar la
relación existente entre su intento de superar estas situaciones de desventaja y su
implicación asociativa y participativa. Partimos de la premisa de que, la situación de
desventaja que afecta a estos jóvenes, debe tener algún impacto sobre su formación
como ciudadanos, así como sobre las prácticas cívicas que ponen en práctica. Desde
este punto de vista, queremos analizar, entre otras cuestiones, cómo transforman en
demandas colectivas los problemas que les afectan, el impacto de los procesos de
socialización sobre estas demandas o cómo gestionan sus oportunidades y recursos
de cara a superar sus limitaciones.
Para cumplir con estos objetivos hemos organizado esta ponencia de la siguiente
forma. Comenzamos con una descripción de los aspectos fundamentales de la
investigación en la que se basa este trabajo. En dicho apartado, hacemos un resumen
de la metodología empleada, los objetivos perseguidos y las hipótesis de trabajo. Una
vez presentado los aspectos formales de la ponencia, pasamos a plantear el marco
teórico en el que está inserta. Dicho marco teórico se tratarán fundamentalmente tres
cuestiones; el binomio desigualdad-juventud, centrándonos, para ello, en la idea de
“constelaciones de desventaja” (López Blasco, 2006), la teoría de las capacidades
(Sen, 2010) y la socialización política de los jóvenes. El cuarto apartado está dedicado
al análisis empírico. En él revisamos las entrevistas realizadas a los jóvenes en riesgo
de exclusión social. En último lugar, ofrecemos un conjunto de conclusiones sobre
nuestro estudio empírico a la luz de los conceptos definidos en el marco teórico.
2. Presentación de la investigación
1
2.1. Descripción general del proyecto
Los resultados sobre los trabajamos en esta ponencia provienen de dos
investigaciones que hemos llevado a cabo a lo largo de los últimos tres años acerca de
los procesos a través de los cuales los jóvenes españoles ‘en situación de riesgo’
politizan algunos de los problemas que afectan a sus vidas cotidianas, convirtiéndolos
en demandas colectivas y, eventualmente, empujándolos a la implicación política y a la
acción colectiva1. El principal interrogante que ha guiado ambas investigaciones es
considerar el modo en que las condiciones de desventaja intervienen en la adquisición
de las capacidades y prácticas de ciudadanía de los jóvenes.
Nuestro trabajo trata de profundizar en el binomio juventud-ciudadanía, una
línea de investigación en la que se han producido avances interesantes en el ámbito
europeo (Bynner, 1997; Jones, 1993; Lister, 2003; Furlong y Guidikova, 2001), y en la
que están implicados distintos miembros del equipo investigador (Benedicto, 2005;
Benedicto y Luque, 2006; Benedicto y Morán, 2003 y 2007; Funes, 2003 y 2006;
Morán, 2008). Existen dos elementos a resaltar en esta óptica de análisis. El primero
de ellos es, sin duda, el reconocimiento del aumento de la complejidad de las
transiciones juveniles –que pueden incluso llegar a ser ‘transiciones fallidas’- y su
impacto en la plena integración socio-política de los jóvenes (EGRIS, 2001; López
Blasco, 2006). A ello, hay que añadir la consideración de los jóvenes como
‘ciudadanos en construcción’ que, a lo largo de sus transiciones, van convirtiéndose en
sujetos políticos por medio del ejercicio efectivo de sus derechos y deberes, así como
a través de diferentes formas de implicación política.
2.2.Las preguntas e hipótesis de la investigación
A partir de todo lo anterior nuestro trabajo trata de retomar el viejo tema ‘marshalliano’
(Marshall, 1998) del impacto de la desigualdad social en la desigualdad política desde
una perspectiva distinta de la que adoptan la mayor parte de los estudios de
ciudadanía. Nuestra hipótesis principal es que las constelaciones de desventaja que
están en el origen de transiciones precarias, o incluso fallidas, deben tener un impacto
perceptible tanto en los procesos a través de los cuales los jóvenes adquieren las
1
Estas investigaciones son: “Jóvenes en situación de riesgo. La politización de las demandas
juveniles” (MEC. Plan Plan Nacional de Investigación científica, desarrollo e innovación tecnológica
2004-2007; noviembre 2007-noviembre 2010; SEJ2007-63241) y “La construcción del sujeto
político en la juventud: el caso de los jóvenes andaluces en riesgo” (Fundación Centro de
Estudios Andaluces 5ª Edición de la Convocatoria de Ayudas a Proyectos de Investigación
2009; 1 abril 2009-30 septiembre 2010; PRY107/09).
2
competencias básicas de la ciudadanía como en la forma en la que entienden y ponen
en práctica la implicación cívica. Consideramos, por tanto, que entender
la
intervención de ciertos factores de desigualdad social –en la mayor parte de los casos
como obstáculos, pero en otros pocos como oportunidades- en el modo en el que los
jóvenes se construyen a sí mismos como ciudadanos plenos puede contribuir no sólo
al avance de nuestra comprensión sobre estos complejos procesos sino que, además,
puede convertirse en un conocimiento relevante a la hora de diseñar posibles políticas
destinadas a estos jóvenes, o de evaluar el impacto de las ya existentes.
Nuestra investigación no trata de analizar las características de la implicación
cívica de los jóvenes ‘en riesgo de desventaja’, sino de profundizar en un proceso muy
complejo, marcado por frecuentes avances y retrocesos, en el cual se pueden
diferenciar distintas fases. La primera de ellas es el momento en el que tiene lugar la
identificación de problemas comunes, en tanto que jóvenes pero también como
ciudadanos. A continuación, consideramos las formas en que se politizan algunos de
estos problemas, convirtiéndose en demandas colectivas en sentido estricto. A partir
de estas demandas, tratamos de estudiar su articulación con sus concepciones y
prácticas de implicación cívica que, eventualmente, pueden dar lugar en algunos
casos a la participación de los jóvenes en acciones colectivas y al asociacionismo. En
cada una de estas fases, prestamos una especial atención al modo en que las
desventajas –‘reales’ pero también percibidas por los jóvenes- operan como
obstáculos, pero también como oportunidades para la construcción de los sujetos
políticos.
Por consiguiente, a partir de la hipótesis principal antes expuesta, hemos
trabajado con cuatro hipótesis secundarias que pasamos a exponer muy brevemente:
-1.Algunos de estos jóvenes son conscientes de los obstáculos a los que tienen
enfrentarse en sus transiciones y, como una forma de enfrentarse a ellos, los
convierten en demandas colectivas. Así, junto a las estrategias más difundidas de
búsqueda de soluciones meramente individuales a sus problemas, surgen otro tipo de
estrategias de carácter colectivo que, aunque minoritarias, son relevantes.
-2.Los procesos a través de los cuales tiene lugar la construcción de estas
demandas son complejos, y en ellos intervienen los recursos obtenidos a lo largo de
su infancia y adolescencia en distintos ámbitos de socialización.
-3.Estos procesos de construcción de demandas están también mediados por
las oportunidades y constricciones que imponen los marcos institucionales y culturales
en los que transcurren sus vidas cotidianas.
-4.Las características de estos procesos de politización afectan al modo en que
estos jóvenes entienden y, eventualmente, ponen en práctica la implicación cívica. Así,
3
tanto el tipo de organización como la forma en la que se lleva a cabo el activismo
están afectados por dichos procesos.
2.3.Metodología de la investigación
La definición de nuestro trabajo de campo y de la metodología de análisis se realizó
tras haber llevado a cabo un estudio de los principales factores de desventaja que
afectan en la actualidad a los jóvenes en España. Para ello, además de considerar las
investigaciones más recientes sobre las transiciones juveniles en España, se procedió
a un trabajo de revisión de las principales fuentes estadísticas y de resultados de
encuestas de opinión sobre la situación de los jóvenes españoles2. Paralelamente, se
realizaron una serie de entrevistas a expertos en jóvenes en ‘situación de riesgo’
(miembros de asociaciones juveniles o de inmigrantes, profesores de Programas
de Cualificación Profesional Inicial (PCPI)3, trabajadores sociales..) con el fin de
completar y matizar las anteriores informaciones.
A partir de los resultados obtenidos en esta primera fase, se definieron tres
principales factores de desventaja:
-1)El origen inmigrante del joven; es decir, el hecho de provenir de una familia
de extranjeros, con independencia de su nacionalidad actual. En este caso, se ha
tenido en cuenta: a)la situación administrativa actual del joven (‘con papeles’ o ‘sin
papeles’), b)la edad a la que el joven llegó a España (con el fin de comprobar si ha
estado escolarizado o no en nuestro país), y c)la nacionalidad de origen de la familia
del joven (para tener en consideración si intervienen factores específicos de exclusión
de carácter étnico, religioso o cultural).
-2)El ‘fracaso escolar’ o abandono temprano del sistema educativo. En este
caso, hemos diferenciado entre trayectorias escolares con dificultades y fracaso
escolar real. Cuando hablamos de fracaso escolar real, estamos describiendo la
situación de las personas que no han concluido la ESO o lo han logrado después de
varias interrupciones y bastantes más años después de los habituales.
2
En concreto, hemos trabajado con los Informes de Juventud del INJUVE, con datos de la
Encuesta de Población Activa, y con resultados de encuestas de opinión del CIS.
3
Los PCPI son una medida de atención a la diversidad, cuya finalidad es ofrecer una vía
alternativa al alumnado que no haya obtenido el título de Graduado en Educación Secundaria
Obligatoria y, al mismo tiempo, conseguir una cualificación profesional que facilite su acceso al
mundo laboral. Han sustituido a los programas de Garantía Social previstos en la LOGSE.
4
-3)Las dificultades de incorporación al mercado de trabajo, para lo cual hemos
considerado tanto la situación actual del joven (empleado o desempleado), como la
existencia de una trayectoria de subempleo o de trabajo precario4.
A la hora de diseñar el trabajo de campo se han incorporado también otros
factores que entendemos relevantes en la formación de constelaciones de desventaja.
Éstos son: a)la desestructuración de la familia de origen; b)el barrio en el que reside el
joven; y c)un abandono temprano del hogar familiar, que suele estar relacionado, al
menos en el caso de las mujeres, con un embarazo no deseado.
Dos son los aspectos a resaltar en el tratamiento de estos factores de
desventaja a la hora de diseñar el trabajo de campo. En primer lugar, que la situación
de vulnerabilidad de los jóvenes se produce como resultado de la interrelación entre
varios tipos de desventajas. De esta forma, no sólo hemos tenido en cuenta las
limitaciones antes apuntadas, sino, sobre todo, hemos atendido al efecto conjunto de
algunas o de todas ellas. En segundo lugar, los factores de desventaja antes
mencionados no son tratados en nuestra investigación como circunstancias puntuales
que definen la situación del joven en un momento determinado sino desde una
perspectiva dinámica, en cuantos elementos insertos dentro de la trayectoria vital de
los jóvenes entrevistados, que en su interrelación definen un peculiar tipo de transición
a la vida adulta.
En consonancia con la definición de nuestro objeto de estudio y de nuestras
hipótesis, la metodología empleada ha sido de carácter cualitativo. Concretamente,
hemos utilizado dos técnicas de análisis:
-1)Entrevistas en profundidad de carácter biográfico a jóvenes (hombres y
mujeres de 20 y 29 años de edad), marcados por alguno de los factores de desventaja
antes mencionados, que tienen una historia de asociacionismo y que, en la actualidad,
mantienen su implicación con alguna organización o asociación de carácter político o
social. En la selección de los entrevistados se ha procurado abarcar un amplio abanico
de tipos de organizaciones y asociaciones.
-2)Grupos de discusión de jóvenes (hombres y mujeres de 20 a 29 años) cuyas
transiciones están marcadas por alguno de los factores de desventaja. En todos los
grupos se han incorporado al menos a dos personas que, en la actualidad, son
miembros de alguna organización de carácter político y social.
El trabajo de campo se ha realizado en la Comunidad Autónoma de Madrid y
en la de Andalucía entre los meses de octubre de 2009 y marzo de 2010.
2.4.El objetivo de la ponencia
4
La dimensión de género ha sido incorporada en cada uno de los tres factores de desventaja.
5
En esta ponencia se presentan los resultados de un primer análisis de las entrevistas
biográficas realizadas en la Comunidad de Madrid para el proyecto de investigación
financiado con fondos del Ministerio de Ciencia e Investigación5. El objetivo del texto
es analizar la relación compleja que se establece entre los intentos de superar sus
situaciones de desventaja –culminando unas transiciones todavía inacabadas-, la
implicación cívica y el asociacionismo de carácter social y político. Con ello, se tratará
de comprobar algunas de las hipótesis que han guiado nuestro trabajo. A nuestro
juicio, limitarnos únicamente a esta parte de nuestro trabajo de campo es pertinente
debido a las siguientes razones:
-1.Se trata de ocho entrevistas de carácter biográfico realizadas a jóvenes que,
en la actualidad, tienen alguna forma de implicación cívica; es decir, en un sentido
laxo, se trata de activistas. Además, a pesar de su juventud, prácticamente en todos
los casos nos hallamos con largas experiencias de vida asociativa, que suelen
originarse en los primeros años de la adolescencia o incluso durante la infancia. Por lo
tanto, cabe esperar que se pueda seguir el proceso por el cual sus problemas
individuales se han convertido en demandas colectivas y, a partir de ahí, se ha
desembocado en el asociacionismo y, en algunos casos, en la participación en
acciones colectivas.
-2.De las ocho entrevistas, seis de ellas fueron realizadas a jóvenes claramente
afectados por distintas constelaciones de desventaja. Todos los elementos principales
y secundarios de desventaja están presentes, aunque en cada caso concreto el tipo de
factores sea distinto. De aquí que este análisis nos permita comenzar a comprobar el
modo en que éstos intervienen en los procesos de politización y conversión de los
jóvenes en ciudadanos activos. En dos casos, la desventaja no parece ser tan
relevante, pero hemos optado por mantenerlos en nuestro análisis puesto que nos
serán útiles para contrastar, precisamente, cómo operan dichas constelaciones.
-3.Finalmente, tanto el tipo de organizaciones en el que participan como sus
formas de activismo son muy distintas. De ahí que, a partir del estudio de los discursos
con los que entienden y justifican su implicación, podamos comenzar a comprobar el
modo en que distintos factores de desventaja, unidos a diferentes capacidades cívicas
y a entornos familiares y sociales diversos, se traducen en formas distintas de vivir la
implicación cívica y el activismo.
En definitiva, nuestro objetivo es entender estos ocho casos como ejemplos del
modo en que ciertos jóvenes insertos en transiciones ‘inciertas’ se enfrentan a sus
situaciones de desventaja optando por particulares estrategias que implican la
politización de sus problemas, el asociacionismo y la implicación cívica. En cierto
5
Véase el cuadro de entrevistas que se adjunta en el anexo final
6
modo, se trata de jóvenes en los que las situaciones de desventaja se han convertido
en oportunidades, en acicates para la construcción y prácticas de ciudadanía. Aunque
somos conscientes de que se trata de casos muy particulares que no nos permiten
ningún tipo generalización al conjunto de los jóvenes españoles que comparten estas
mismas situaciones de riesgo, consideramos que su estudio nos puede permitir
comenzar a refinar y matizar algunos de los conceptos e hipótesis de nuestro marco
de análisis.
3. El estado de la cuestión: constelaciones de desventaja, capacidades y
construcción de la ciudadanía entre los jóvenes
El marco de análisis en la que se inscribe nuestro trabajo es el de la ciudadanía
sustantiva. Es decir, nos sumamos a un largo esfuerzo realizado por un buen número
de científicos sociales a partir de los años ochenta por profundizar en las bases
sociales de la ciudadanía, como medio de contribuir a establecer nuevas formas de
ciudadanía acordes con la complejidad de los cambios que han sufrido las sociedades
a lo largo y ancho del mundo durante este período 6. Tal y como hemos expuesto en
otros trabajos (Benedicto y Morán, 2007), se pueden diferenciar tres dimensiones
fundamentales para el análisis de la ciudadanía:
-a)Las representaciones compartidas acerca de la ciudadanía; es decir, las
culturas políticas y las gramáticas de la vida ciudadana a partir de las cuales se
construyen las representaciones de la pertenencia común y de la implicación cívica.
-b)Los aprendizajes de la ciudadanía, lo cual nos remite inevitablemente a
reconsiderar el viejo argumento de la socialización política y las propuestas más
recientes acerca de la relevancia de los aprendizajes por medio de prácticas de
ciudadanía7.
-c)Las formas en las que se concreta la implicación cívica, lo que supone
considerar el ejercicio de los deberes y derechos ciudadanos, así como la expresión
de intereses y demandas por medio de distintas formas de participación ciudadana.
6
Existe una abundantísima literatura sobre el diagnóstico de la crisis del modelo ‘marshalliano’
de ciudadanía y las vías para superarla. Entre otros, pueden consultarse Turner (2001),
Somers (1993, 1999) y Kymlicka (1996).
7
Compartimos plenamente la concepción de M. Somers acerca de la relevancia del concepto
de prácticas de ciudadanía: ‘Por lo tanto, la ciudadanía se vuelve a conceptualizar como el
resultado de prácticas políticas, legales y simbólicas llevadas a cabo a través de las matrices
de las normas de pertenencia universal y a través de instituciones legales que se activan en
combinación con las culturas políticas particularistas de los distintos tipos de sociedades
civiles. En consecuencia, las prácticas de ciudadanía son también una fuente de identidad
política.’ (Somers, 1993:589)
7
Sin duda, no es este el lugar para exponer con detenimiento todos los
elementos que componen el marco teórico de nuestra investigación. Pero sí creemos
conveniente aclarar de forma breve algunos de los conceptos que vamos a manejar,
puesto que sólo así se pueden comprender las hipótesis que están en la base de
nuestro trabajo. En
las próximas páginas, abordaremos cuestiones como la
concepción de desigualdad y desventaja social que manejaremos, la idea del papel de
las capacidades de los jóvenes en sus transiciones, la forma en que entendemos el
concepto de socialización política de los jóvenes, y, finalmente, los procesos de
transformación de problemas y desventajas en demandas colectivas.
3.1.Desigualdad y construcción de la ciudadanía entre los jóvenes en situación de
riesgo
Una de las hipótesis básicas para el estudio de las transiciones de los jóvenes a la
vida adulta es la “constelaciones de desventaja” (López Blasco, 2006). Según esta
hipótesis, las desventajas a las que se enfrentan diversos colectivos de jóvenes
afectan al tipo de transiciones que siguen a lo largo de sus vidas. Influyen de forma
significativa en la naturaleza y limitaciones de las oportunidades que poseen para
hacer frente a los obstáculos que se encuentran a lo largo de las mismas. En otras
palabras, la desigualdad social en recursos y oportunidades influye en la capacidad del
individuo para gestionar su propia transición.
Desde este punto de vista, existen tres momentos o umbrales en los que este
tipo de desigualdades se manifiestan de forma más evidente:
-a) El ingreso en el mercado de trabajo, que condiciona el logro de la
autonomía económica.
-b) La emancipación familiar, que se concreta en el abandono del hogar
de origen y la formación de una familia propia, que se traduce en el logro de su
autonomía social.
-c) La constitución como sujetos políticos, a través del ejercicio de
derechos y de responsabilidades cívicas, lo que supone el logro de la autonomía
política.
Para diversos autores, la clase social de origen, el género o la condición de
“inmigrante” son tres factores “estructurales” fundamentales de desventaja. Desde este
mismo ángulo, se ha puesto de manifiesto que estos factores ejercen una influencia
muy destacada sobre la educación, el trabajo y los lazos familiares de los jóvenes con
estas características. En el ámbito educativo, se percibe un mayor porcentaje de
abandono o fracaso escolar entre este tipo de jóvenes. En el terreno laboral, se
observa un aumento de procesos de inserción precaria en el mercado de trabajo, así
8
como un mayor desempleo juvenil. Por último, se ha puesto de manifiesto la
recurrencia, entre este tipo de jóvenes, de procesos de abandono temprano del hogar
paterno/materno y la constitución prematura de una familia propia (embarazos
juveniles..). Cualquiera de las situaciones incluidas en estos tres grupos está en el
origen de un aumento de los riesgos y obstáculos que se presentan en las
transiciones. En concreto, influyen en el tipo (y cantidad) de recursos educativos y
económicos de los que va disponiendo el joven para culminar su tránsito.
A estos factores estructurales habría que añadir el papel de otros factores
“subjetivos”/culturales que intervienen en las capacidades de los jóvenes en forma de
recursos sociales y culturales. En concreto, se pueden mencionar: el capital social, el
capital cultural, las expectativas y la percepción de riesgos, la inserción del joven en
redes sociales, etc...
Sin embargo, algunos autores ponen un mayor énfasis en las capacidades
individuales para gestionar las propias transiciones, así como las situaciones objetivas
de desventaja que acabamos de narrar. En su opinión, es importante tener en cuenta
el carácter multicausal-multidimensional de los factores que intervienen en las
transiciones por lo que se deja espacio para una cierta autonomía de los jóvenes en la
gestión de sus tránsitos. Igualmente, plantean la necesidad de tener en cuenta los
marcos político institucionales en los que se producen las transiciones y el impacto de
ciertas políticas destinadas a los jóvenes. En definitiva, estos trabajos nos permiten
señalar que las transiciones de los jóvenes marcan pautas y diferencias en las formas
de integración de los jóvenes. En otras palabras, hacen posible establecer una
relación entre transiciones precarias y constelaciones de desventaja, por un lado, y
riesgo de exclusión y marginación social, por otro.
3.2.Las capacidades de los jóvenes
Este planteamiento sobre las transiciones juveniles se enmarca, en nuestro trabajo, en
el debate general sobre los conceptos de desigualdad y justicia. Para ello, tomamos
como punto de partida una de las principales teorías comparativistas: la teoría de las
capacidades8 de A. Sen.
8
Una de las formas básicas de clasificar las distintas y heterogéneas teorías de la justicia y la
igualdad distingue entre tesis “contractualistas” y “comparatativistas”. Así, mientras las primeras
se caracterizan por la búsqueda de conjunto de normas o principios comunes que garanticen
un entorno justo e igualitario, las segundas centran su atención en las desigualdades que
generan las instituciones reales y en los efectos de éstas sobre las posibles formas de
exclusión social. En otras palabras, mientras que las primeras se ocupan de la búsqueda de
una idea general de justicia, las segundas se centran en la comparación entre situaciones de
desventaja real y en sus causas.
9
En este trabajo, partimos de una de las tesis comparativitas más actuales; la
teoría de las capacidades de A. Sen. Este planteamiento nos permite ofrecer una
visión más clara y consistente sobre la forma en la que entendemos las oportunidades
de los jóvenes en riesgo de exclusión social. Uno de los elementos centrales de esta
teoría es la diferencia entre la situación real y material de los ciudadanos o “la vida que
conseguimos vivir” y “la libertad que realmente tenemos para escoger entre diferentes
estilos y modos de vida” (Sen, 2010, 257). Este punto de partida es básico para su
tesis por dos razones. En primer lugar, porque permite al autor centrar su análisis de la
desigualdad no en objetos separados de la convivencia- objetos materiales como los
ingresos o los bienes que un sujeto puede poseer o adquirir 9- sino en la vida de los
ciudadanos y en sus aspiraciones y deseos personales. En segundo lugar, porque le
da la posibilidad de centrar su teoría de la igualdad no solo en el logro, sino también
en el proceso y las oportunidades que los ciudadanos tienen para alcanzar sus
objetivos. Desde este punto de vista, el autor plantea que “en el enfoque de la
capacidad la ventaja individual se juzga según la capacidad de una persona para
hacer las cosas que tenga razón para valorar. Desde el punto de vista de la
oportunidad, la ventaja de una persona se juzga menor que la de otro si tiene menos
capacidades, menos oportunidad real, de lograr esas cosas que tiene razón para
valorar” (Sen, 2010, 262).
El concepto de “desventaja de conversión” nos puede ayudar a matizar el
sentido de la teoría de Sen sobre las capacidades. Entendemos desventaja de la
conversión como la dificultad para transformar recursos en vida buena 10 (Sen, 2010,
288). Con este concepto el autor trata de poner de manifiesto que las desventajas no
son debidas, en exclusiva, a las desigualdades materiales de los sujetos, sino que,
también, dependen de las propias características y capacidades que poseen los
ciudadanos para transformar los recursos de los que disponen sean estos escasos o
no. Se trata, por lo tanto, de un ejercicio cuya finalidad es trasladar el énfasis analítico
desde los recursos materiales a las habilidades, facultades y capacidades de los
ciudadanos para alcanzar la vida deseada. Sen lo expresa de la siguiente forma:
“diferentes personas pueden tener muy diferentes oportunidades para convertir el
9
Esta distinción marca una diferencia fundamental con los autores clásicos de la teoría de la
igualdad de oportunidades (Coleman, 1966)
10
Existe una interesante y prolífica discusión sobre este concepto clave en la teoría de las
capacidades. Las posturas más polarizadas en este terreno están representadas por A. Sen,
por un lado, y M. Nussbaum, por otro. Así, mientras el primero considera “vida buena” como
cualquier situación o condición que un individuo considere preferible, la segunda planeta un
conjunto de circunstancias basadas en principios socialmente valorados. Es decir, mientras
Sen considera la “vida buena” como una preferencia individual, Nussbaum enlaza este
concepto a una visión de carácter más sociológico.
10
ingreso y otros bienes primarios en características de la buena vida” (Sen, 2010, 284285).
En el caso que nos ocupa, tal y como veremos más adelante, el objeto de
investigación son las capacidades mostradas por los jóvenes entrevistados para
gestionar la situación objetiva de desventaja en la que se encuentran. Por lo tanto, en
nuestra investigación, las constelaciones de desventajas, tal y como han sido definidas
más arriba, no son tomadas como barreras irreversibles. Tampoco como la única
forma de interpretar las desigualdades entre los individuos. Partimos de la tesis de
que la implicación política puede ser una forma de transformar los recursos disponibles
en el tipo de vida deseado por los entrevistados y que la socialización política de los
jóvenes en situación de riesgo puede ser una variable que nos ayude a comprender
dicha capacidad de transformación. Así, nos centramos, en las capacidades –
oportunidad real- mostradas por los entrevistados para gestionar las desventajas
mediante la implicación o la participación política, así como mediante la conversión de
las limitaciones y barreras personales en reclamaciones y actitudes políticas. Es decir,
se trata de comprender en qué medida la socialización política puede convertirse en
una vía para transformar recursos en buena vida.
-3.3. La socialización política: aprendizajes y prácticas de ciudadanía
La constatación de la quiebra de algunos de los fundamentos del modelo clásico de la
ciudadanía ha vuelto a suscitar el interés de los científicos sociales por las
capacidades que deben estar en la base de una ‘ciudadanía común’11, así como por
los procesos de aprendizaje de las mismas. Se trata, pues, de retomar el viejo
argumento de la socialización política, dando por superada la tradicional perspectiva
parsoniana e incorporando nuevas aportaciones realizadas principalmente desde la
sociología y la psicología social. La definición de A. Percheron es un buen ejemplo del
tipo de concepción de socialización política que manejan estas perspectivas
renovadas:
‘La socialización es también el desarrollo de una cierta representación
del mundo (…). La amplitud del campo de representación, los puntos en torno
a los que se centra el conjunto de las representaciones varían de un individuo
a otro, de un grupo a otro, de una generación a otra. Las experiencias de cada
uno, las condiciones sociales, económicas y políticas en donde vive y, en
consecuencia, a partir de las cuales construye su representación del mundo
adquieren por ello un peso esencial.’ (Percheron, 1993: 33)
11
Es interesante, por ejemplo, el interés por considerar qué tipo de ‘virtudes cívicas’ se
corresponden con estas nuevas formas de ciudadanía. Sobre este tema, pueden consultarse,
entre otros, Walzer (1998) y Camps (1993).
11
Entendemos, pues, los aprendizajes de los fundamentos de la ciudadanía
(capacidades, memorias, valores, identidades..) como procesos complejos, con
avances y retrocesos, que tienen lugar a lo largo de toda la vida de los individuos, y
que están profundamente influidos por experiencias compartidas. Unas experiencias
profundamente marcadas, tal y como afirma Percheron, por las condiciones sociales
de la propia existencia y por los acontecimientos vividos por cada generación, pero
que también se encuentran afectadas tanto por los marcos institucionales como por los
culturales que operan en las sociedades de pertenencia (Swidler, 1986). De ahí que el
concepto de ‘experiencia social, tal y como es definido por F. Dubet (1994, 2000),
encaje bien en nuestra perspectiva de análisis12.
En definitiva, trabajamos con un concepto de aprendizaje que presupone la
existencia de un actor no plenamente socializado que se ve obligado a articular
diferentes lógicas de acción, cada una de las cuales da lugar a la construcción de un
tipo de identidad. La construcción de la identidad social se convierte, así, en un trabajo
–incesante pero no agónico- en el que los actores ponen en relación principios
heterogéneos. Se trata de una labor en la que las personas se muestran competentes,
pero que, sin embargo, no está exenta de conflictos. Por lo que se refiere a su
dimensión estrictamente política, los ciudadanos son capaces de establecer una cierta
distancia con respecto a lo político, jugando dentro de este ámbito una vez más con
diferentes lógicas de acción.
Una de las consecuencias de manejar una concepción como la que acabamos
de exponer es renunciar a considerar los procesos de socialización como simples
aprendizajes e interiorizaciones de valores, creencias y actitudes compartidas
transmitidos por una serie de agentes de socialización (como propugnaba el modelo
parsoniano), para dar un peso mucho mayor a las ocasiones concretas por medio de
las cuales las personas y grupos ponen en práctica estos fundamentos de ciudadanía.
En un trabajo de ‘ensayos y errores’, los ciudadanos transforman en práctica, en los
distintos espacios de su vida ciudadana, las ‘gramáticas de la ciudadanía común’
(Cefaï, 2001). Ello hace posible, no sólo considerar las transformaciones de los
espacios de la vida ciudadana, sino también incorporar la diversidad y el cambio en el
estudio de la socialización política. Todo lo anterior explica, también, que la
perspectiva dramatúrgica y el análisis del modo en el que se construyen y aplican
marcos de significados compartidos sean aspectos relevantes en nuestro análisis.
12
‘La sociología de la experiencia social tiene como objeto definir la experiencia como una
combinación de lógicas de acción que vinculan al actor con cada una de las dimensiones de un
sistema. El actor está obligado a articular diferentes lógicas de acción, y es la dinámica
engendrada por esta actividad la que constituye la subjetividad del actor y su reflexividad.’
(Dubet, 1994: 101)
12
Considerar las prácticas de ciudadanía de los jóvenes como momentos en los
que captar sus procesos de aprendizaje cívico es especialmente interesante por
diferentes motivos. En primer lugar porque, aunque mantengamos que los procesos de
socialización política tienen lugar a lo largo de todo el curso vital de las personas, no
por ello debe dejar de reconocerse que la juventud es un momento destacado de estos
aprendizajes. Y ello, fundamentalmente, porque es en la juventud cuando se
adquieren los principales derechos de ciudadanía por lo que es entonces cuando
tienen lugar las primeras ocasiones de ejercicio de derechos y deberes cívicos y las
primeras experiencias de implicación ciudadana. A través de las estrategias que
despliegan los jóvenes para transitar hacia la vida adulta, por convertirse en
ciudadanos plenos, se pueden captar muchas de las lógicas, contradicciones y
conflictos que caracterizan el modo en que operan los aprendizajes de la ciudadanía.
-3.4.Los procesos de transformación de problemas y desventajas en demandas
colectivas
Estamos convencidos de que un aspecto central de la formación de ciudadanos (de
sujetos políticos potencialmente activos) es el proceso por el cual los individuos pasan
de considerar algunos de los problemas que perciben en su entorno como un asunto
puramente particular, a entenderlos como cuestiones públicas que afectan al interés
común y sobre las cuales los poderes públicos tienen algo que decir, poseen algún
tipo de responsabilidad. Se trata, en suma, del proceso de politización de problemas
particulares, que da por supuesta la tradición liberal de la ciudadanía y que tiene
también algunos puntos de contacto con la concepción marxista de construcción de
una conciencia ideológica o de clase (Funes, 1994).
Desde un punto de vista analítico, es posible diferenciar entre distintos
momentos de ese proceso. Planteados de una forma muy resumida, los principales
son:
-a)Tienen que darse las condiciones para que se produzca el reconocimiento
de formar parte de una misma comunidad política, lo que implica conocer las reglas
básicas de su funcionamiento y aceptar –al menos parcialmente- las normas de la vida
en común (Leca, 1986). Ello no es incompatible ni con el reconocimiento de la
diferencia ni tampoco con la expresión de la disidencia.
-b)Para convertirse en demandas, los problemas individuales deben vincularse
con ciertos sentimientos de justicia y de derechos (Gamson et al, 1990). Ello explica
que el lenguaje que adoptan las demandas o reivindicaciones combine la expresión de
agravios con las reclamaciones de derechos vulnerados.
13
-c)Por medio de la formulación de las demandas, el individuo se reconoce
como miembro de un grupo más amplio, en cuyo ‘nosotros común’ estas mismas
demandas ocupan un lugar destacado.
-d)La expresión de las demandas implica atribuir la responsabilidad y
competencia a algún tipo de autoridad política, quien debe dar respuesta a las
mismas. (Tilly, 1998).
-e)La acción colectiva es una de las formas posibles mediante las cuales estos
grupos expresan sus demandas, convirtiéndose, así, en actores colectivos. La acción
colectiva debe entenderse como una forma de participación política habitual en las
sociedades democráticas y, además, como forma de expresión de los conflictos
políticos (McAdam, Tarrow, y Tilly, 2001; Tilly, 2004). Uno de los problemas
fundamentales que han abordado los estudiosos de la acción colectiva es entender los
factores que intervienen en el paso de la expresión de las demandas al ‘estallido’ de la
acción colectiva.
Una vez más, consideramos que el estudio del modo en que se llevan a cabo
estos procesos de politización entre los jóvenes, y más concretamente entre aquéllos
que se encuentran marcados por ‘constelaciones de desventaja’ tiene un especial
interés. Tal y como hemos afirmado en páginas anteriores, las transiciones juveniles
coinciden con el momento en el que se adquiere el estatus formal de ciudadanía pero,
sin embargo, para muchos jóvenes están marcadas por dificultades evidentes para
adquirir la plena autonomía –económica, social, familiar- que complican el logro de una
plena ciudadanía sustantiva. Sin olvidar ni la diversidad de los jóvenes ni tampoco que
comparten buena parte de los problemas que afectan al conjunto de los ciudadanos, la
existencia de problemas específicos de los jóvenes asociados con dicha autonomía –
el trabajo, la vivienda, la expresión de sus estilos de vida y de ocio..- constituyen un
campo en el que observar cómo se producen estos procesos.
4.La vinculación entre desventajas, politización de problemas y experiencia
asociativa
Entramos, finalmente, en el tema central de nuestro trabajo que, como hemos
afirmado en páginas anteriores, no es sino analizar las ocho entrevistas realizadas en
la Comunidad de Madrid a jóvenes que participan en distintos tipos de organizaciones
con el fin de comprender distintas estrategias destinadas a la gestión de sus
desventajas en las que la politización de ciertos problemas y las experiencias
asociativas parecen jugar un papel destacado. Para ello, nos hemos centrado en
cuatro cuestiones: el modo en que entienden sus propias desventajas, los principales
14
agentes y ámbitos de socialización política, la politización de problemas y su discurso
político, y, finalmente, cómo expresan sus experiencias asociativas. Somos
conscientes de que no hemos profundizado en algunos temas importantes, que
posiblemente nos harían matizar algunas de nuestras conclusiones. En concreto, no
se examinan en este trabajo ni las representaciones de la ciudadanía ni tampoco los
medios a través de los cuales los jóvenes hacen efectiva su implicación. Por otro lado,
también hemos de advertir que hemos optado por centrarnos en los elementos
compartidos de sus discursos, mientras que hemos prestado una menor atención a
sus diferencias. Deberemos incorporar todas estas cuestiones en las próximas fases
de nuestro análisis.
4.1.La narración de las desventajas
Esta investigación está diseñada para analizar la formación y la implicación política de
los jóvenes en situación de riesgo. Por esta razón, una de las cuestiones centrales
aquí es el análisis de la percepción de los ocho jóvenes entrevistados sobre las
desventajas que les afectan, así como las opiniones que expresan sobre estas
circunstancias.
En primer lugar, debemos llamar la atención sobre el hecho de que la mayor
parte de los jóvenes entrevistados explican su situación de desventaja más en
términos individuales que contextuales13. Es decir, cuando se trata de definir las
causas de su posición social y económica los factores del entorno pasan a un segundo
plano mientras las capacidades, limitaciones o errores individuales cometidos a lo
largo de su trayectoria vital son claramente ponderados.
La atribución personal de responsabilidad es más clara cuanto más extremas
son las condiciones de desventaja14. En los casos más extremos, se trata de jóvenes
que han crecido en situación de privación económica, familiar y laboral muy severas, y
que explican sus condiciones actuales de desventaja como un hecho que, en algún
punto, pudo ser revertido por una acción individual. Es decir, desde su punto de vista,
existe siempre un momento clave que es el desencadenante de su situación. Dicho
momento de su trayectoria personal funciona simbólicamente como un punto de
13
Furlong y Cartmel(1997) hablan de la falacia epistemológica de la modernidad para referirse
a este proceso característico de las sociedades actuales consistente en transformar los
problemas estructurales en problemas individuales. En el caso de los jóvenes, este cambio en
la forma de percibir los problemas que aquejan a sus vidas tiene, en muchos casos efectos
nocivos, en tanto que se “frecuentemente tratan de resolver problemas colectivos a través de la
acción individual haciéndose a si mismos responsables de su inevitable fracaso” (p. 114)
14
La asunción de responsabilidades individuales en los éxitos o fracasos de sus transiciones es
un rasgo que destaca F. Dubet (1994) en sus estudios sobre los jóvenes en Francia, y que
también se confirman en investigaciones realizadas en España (Benedicto y Morán, 2003).
15
inflexión en sus vidas. En otras palabras, de haber actuado de otra forma sus vidas
serían sustancialmente distintas.
Es muy común que esta decisión o acción esté relacionada con los estudios.
Concretamente, el abandono de la educación formal -una de las principales causas de
riesgo de exclusión social al generar, por ejemplo, dificultades para la inserción en el
mercado laboral- es explicado como una decisión errada o como una debilidad de
carácter. En definitiva, este acontecimiento suele ser narrado como una
elección
equivocada, en muchos casos en contra de lo que recomendaban padres o hermanos,
o como el resultado de haberse dejado llevar por deseos que no correspondían a su
condición social. Representativos de esta última circunstancia son los casos en los
que los jóvenes manifiestan su arrepentimiento por haber dejado los estudios para
comenzar a tener ingresos obtenidos de trabajos siempre precarios, con el objeto de
mejorar sus posibilidades de consumo.
Es relevante que esta tendencia la encontremos en los jóvenes entrevistados
sujetos a un conjunto diverso de desventajas. Así, dicho argumento aparece entre
jóvenes con dificultades por su condición de inmigrantes, por problemas familiares
severos (familia desestructurada), con grandes dificultades laborales o jóvenes con
una importante trayectoria de fracaso escolar.
Una de las consecuencias fundamentales de esta forma de enfocar las
desventajas que afectan a los jóvenes entrevistados es la escasa o nula politización de
su situación. Sólo en casos excepcionales, se ofrece una interpretación sobre los
causantes, responsables o instituciones capaces de solucionar la situación o los
problemas que han marcado su juventud. La atribución individual de responsabilidades
determina que no exista la reconstrucción social o política de sus circunstancias. Tanto
es así, que los problemas que les afectan son raramente enmarcados como
cuestiones que afectan a personas de su entorno, condición o grupo social. No existe,
digámoslo así, una explicación social o política de sus problemas. Son, por el
contrario, limitaciones impuestas a sus vidas y no a las vidas de las personas como
ellos.
Esto no impide que nos hablen de sus problemas. Sin embargo, como decimos,
esta explicación no tiene, en general, una forma de discurso político 15. El barrio pero,
sobre todo, la escuela, son los ámbitos que preocupan a los jóvenes y en los que
reconocen un importante riesgo. Las escuela es vivida como espacio en el que se
generan
pocos
conocimientos
válidos
15
para
la
vida
de
los
jóvenes
y,
Tal y como veremos en los apartados siguientes, estos jóvenes sí tienen una discurso político
formado. Sin embargo, éste se relaciona básicamente con las problemáticas y temas que
definen la actividad de las organizaciones y colectivos a los que pertenecen.
16
fundamentalmente, como una fuente de desmotivación y frustración. La imposibilidad
de los docentes para atender a las necesidades y/o las problemáticas de sus alumnos
es valorada por los jóvenes entrevistados como un límite decisivo para la mejora de
sus condiciones. Es representativa la sensación, expresada por algunos entrevistados,
de que una mayor implicación de la escuela en los problemas que afectan a ellos y a
su entorno podría haber mejorado su situación.
El barrio es el otro problema fundamental para estos jóvenes. Es decir, el barrio
entendido como una injerencia negativa sobre sus posibilidades. Se trata de un
entorno negativo porque en él se dan circunstancias de inseguridad, drogas pero,
especialmente, de falta de valores positivos. El ocio mal entendido, en otras palabras,
el empleo del tiempo inútilmente, por ejemplo, consumiendo alcohol, unido al
“pasotismo”, se señala recurrentemente como un elemento presente en el barrio y que
ejerce una influencia muy negativa. Los jóvenes entrevistados, tal y como veremos
más adelante, se definen, generalmente, en oposición a esta forma de entender el
mundo.
Sin embargo, excepto en casos concretos, los problemas que afectan a la
familia, la situación económica de éstas, la condición económica de los propios
jóvenes o las desigualdades de género, no son descritas, como
circunstancias
problemáticas o de desventaja. La situación familiar desfavorable es, por ejemplo,
descrita como una circunstancia que les ha tocado vivir pero que no ha tenido un
efecto directo sobre sus posibilidades o situación personal presente. En otras
palabras, no encontramos en el discurso de los jóvenes entrevistados una narración
clara sobre las influencias negativas y determinantes de su situación familiar o
económica. Parece por el contrario, que consideran que pueden “buscarse la vida”, es
decir, superar estas circunstancias mediante su propio esfuerzo. Un esfuerzo que, en
la mayor parte de los casos, pasa, bien por retomar los estudios para mejorar su
situación profesional, bien por mejorar o progresar en su empresa o, en el caso de los
inmigrantes, hacer un esfuerzo por integrarse en la cultura española.
Encontramos, por último, en el terreno de las emociones, un elemento que aparece
con cierta recurrencia. Se trata, de una importante sensación de impotencia y
frustración. Esta frustración es el resultado, en muchos casos, de la imposibilidad de
modificar las condiciones o, de otra forma, de la irreversibilidad de la situación que les
afecta. Destaca, por ejemplo, la visión de la escuela y en mucha menor medida del
barrio como ámbitos que no cambian y que no pueden ser cambiados.
4.2.Ámbitos y agentes de socialización política
17
Una característica particular de las entrevistas realizadas en esta investigación a
jóvenes en riesgo de exclusión social es la escasa influencia de la familia, la escuela o
el grupo de pares sobre su interés por la política y los temas sociales. Tal y como
describiremos a continuación, buena parte de los ámbitos clásicos de la socialización
política no aparecen como elementos claves para la sensibilización política de estos
jóvenes. Sin embargo, en muchos casos, la parroquia sí ejerce una influencia
fundamental sobre la formación de sus opiniones políticas y sobre su acercamiento al
mundo de la participación. Esta circunstancia, pone de manifiesto la importante
presencia de la iglesia en este tipo de entorno, así como la influencia que continúa
teniendo para parte de los jóvenes españoles.
Con el objeto de conocer la influencia de la familia sobre las opiniones e
intereses políticos de los jóvenes entrevistados, se indagó si en sus hogares se
producían regularmente conversaciones sobre este tipo de temas o si algunos de sus
familiares participaban en alguna asociación o eran miembros de algún partido político.
Igualmente, nos interesamos por si era costumbre estar al tanto de las noticias
políticas, sociales y económicas a través de la prensa escrita, la televisión o la radio.
En la mayor parte de los casos, el ambiente familiar en el que han crecido los jóvenes
no está especialmente politizado. Igualmente, aunque, en muchos casos se reconoce
que era habitual ver las noticias de televisión, el entrevistado no otorga a este hecho
demasiada relevancia o, directamente, manifiesta su desinterés o desconfianza
respecto a este tipo de información. Incluso cuando algún familiar tenía algún tipo de
vinculación política o participativa, el entrevistado no narra esta circunstancia, con
alguna excepción puntual, como un elemento determinante o causante de su interés o
de su compromiso con dicho tipo de actividades.
El barrio, entendido como el entorno en el que el joven se relaciona con el
grupo de amigos o conocidos, tampoco aparece como un factor determinante de la
conciencia cívica de los jóvenes entrevistados. Tal y como se ha descrito más arriba,
en general, el barrio es descrito como una influencia negativa o desmotivadora 16. Tal y
como nos cuentan los jóvenes entrevistados, los valores que imperan entre los amigos
y conocidos no coinciden con los valores que ellos respetan y valoran. La inmediatez,
el materialismo, la carencia de objetivos vitales, constante entre sus pares, no son los
valores que acercan a los jóvenes entrevistados al mundo de la participación. Todo lo
contrario, nuestros entrevistados manifiestan recurrentemente que su motivación es
justamente oponerse a esa forma de ver la vida que prevalece en su entorno. Algunos
16
La única excepción se encuentra en la entrevista 5, en la que el haber crecido en una
localidad –un pueblo cercano a Madrid- con una densa red asociativa sí parece tener una
influencia en la socialización política de este joven.
18
de ellos nos explican que, entre sus amigos, son los únicos que participan en alguna
asociación. En algunos casos, narran la extrañeza que manifiestan sus conocidos por
el interés de los entrevistados en apoyar o ayudar a los demás.
Tampoco la escuela es señalada como un ámbito fundamental en la formación
política y social de los jóvenes entrevistados. Ciertamente, tenemos casos en los que
el inicio en el mundo participativo es el resultado de alguna conferencia o charla
recibida en el colegio. Sin embargo, más allá de esto, la escuela no figura entre los
ámbitos que despiertan en los jóvenes entrevistados interés por la participación. Al
igual que sucede con el barrio, el colegio significa para estos jóvenes un lugar de
desmotivación y, en muchos casos, de abierto rechazo.
Sin embargo, varios de los jóvenes entrevistados acceden al mundo
participativo a través de la parroquia. La figura del párroco emerge así como un
importante canalizador de la socialización de los jóvenes entrevistados. En muchos
casos gracias a actividades lúdicas, como fiestas, espectáculos o festivales, estos
jóvenes comienzan a entrar en contacto con un mundo en el que la participación y la
ayuda a los demás son valores apreciados. En un entorno en el que, como hemos
visto, no existen otros ámbitos de concienciación social y política, la parroquia se
convierte en una lugar que permite a los jóvenes poner en perspectiva los problemas
que les afectan.
El otro gran agente de socialización política es la propia organización en la que
los jóvenes participan. Es decir, la organización funciona, no sólo como un ámbito para
el ejercicio de actividades sociales y políticas, sino como un espacio de formación de
la opinión, generación de redes sociales y como un lugar en el que se actualizan
capacidades y habilidades de gran utilidad para revertir la situación de desventaja que
les afecta. Tal y como veremos más adelante, los jóvenes entrevistados muestran gran
interés por problemáticas con las que tienen una relación inmediata y directa. En
muchos casos, se trata de cuestiones que les afectan directamente a ellos. Es fácil
pensar que el acercamiento a organizaciones de este tipo está muy relacionado con su
propia experiencia y preocupaciones cercanas.
Sin embargo, la participación en estas organizaciones no sólo les permite estar
en contacto con estos problemas con el fin de aportar su esfuerzo para solucionarlos,
sino que, en muchos casos, dicho interés les permite formar una opinión más profunda
y consistente sobre las razones y fuentes de dicha situación. Es decir, llama la
atención que, en la mayor parte de los casos, los jóvenes entrevistados no expresan
en términos políticos muchas de las limitaciones y problemas que les afectan. Sin
embargo, al hablar de los temas prioritarios que ocupan a sus organizaciones y, por
ende, a ellos mismos, los jóvenes muestran un discurso coherente y formado.
19
Antes de concluir con este apartado, nos gustaría llamar la atención sobre un
aspecto particular de la trayectoria participativa de los jóvenes entrevistados. En la
mayor parte de los casos, comenzaron su trayectoria participativa a muy corta edad.
En el caso de los jóvenes que se vincularon al mundo participativo a través la
parroquia, lo más habitual es que esta implicación comenzara en la adolescencia. Por
lo tanto, la vinculación temprana a las dinámicas participativas es otro elemento
recurrente entre los jóvenes entrevistados.
En resumen, podemos decir que llama la atención sobremanera que la
socialización política de estos jóvenes está íntimamente relacionada con las
asociaciones y colectivos en los que participan. Estas organizaciones se transforman
así, en ámbitos que arman a estos jóvenes de recursos para interpretar sus problemas
y circunstancias, así como les ofrecen herramientas que les ayudan a salvar sus
limitaciones. También hemos visto como la familia, el barrio o el colegio, ambientes
que generalmente son básicos para la formación social y política de los ciudadanos,
juegan, en el caso de nuestros jóvenes, un papel menos relevante.
4.3.La politización de problemas y el discurso político
El análisis de las ocho entrevistas biográficas realizadas en Madrid confirma una de
las hipótesis que formulamos al inicio de nuestro trabajo: aunque con dificultades,
estos jóvenes son capaces de transformar algunos de los principales obstáculos con
los que se enfrentan en sus transiciones a la vida adulta en problemas colectivos. No
obstante, el proceso de conversión de problemas individuales en demandas colectivas,
y, por lo tanto, politizadas, posee algunos rasgos particulares. A ellos vamos a dedicar
esta sección, haciendo hincapié, una vez más, en los aspectos comunes de sus
discursos.
El primer elemento compartido es el indudable interés por los problemas de su
entorno más inmediato. Si bien, como hemos mostrado con anterioridad, algunos
jóvenes tienen especiales problemas en politizar ciertos problemas que les afectan
personalmente, no por ello podemos dejar de advertir que es a partir del
reconocimiento de ciertas situaciones de desventaja –el fracaso escolar, el barrio de
residencia, las dificultades de incorporarse en el mercado de trabajo, la obtención del
permiso de residencia…- como interpretan el mundo que les rodea. De aquí que la
‘inmediatez’ sea una constante en el modo en que aparecen expresadas las
cuestiones de carácter político.
Es evidente que la utilización de la entrevista biográfica como técnica de
investigación puede haber magnificado este vínculo entre experiencias personales y
discurso acerca de lo común, de lo compartido. Ello explicaría también el predominio
20
de una argumentación en primera persona del singular, en la que sólo cuando se
habla de la asociación a la que se pertenece aparecen atisbos de un sujeto colectivo
que se enfrenta a problemas comunes17. De aquí que las cuestiones en las que ellos
se saben competentes, y sobre las que aparece una formulación más rica, son no
tanto aquéllas que han vivido de cerca, sino sobre todo las que están relacionadas con
el ámbito de actuación de las organizaciones a las que pertenecen o han pertenecido.
De hecho, en algunos momentos se percibe claramente cómo se emplea un
vocabulario aprendido en la asociación para el diagnóstico de dichos problemas.
Se combina, así un diagnóstico certero y articulado sobre un número reducido
de cuestiones que entienden que les afectan directamente –diversas según los
entrevistados- con una exposición bastante tópica y muy genérica sobre los problemas
que afectan a los jóvenes españoles y a la sociedad en general. Así pues, en términos
estrictos, podemos afirmar que el discurso político es bastante débil, salvo en el
ámbito en el que se han socializado, en donde el peso de su asociacionismo es muy
relevante. En términos también muy generales, podríamos afirmar que los
fundamentos de sus culturas ciudadanas son bastante débiles, lo que les impide en la
gran mayoría de los casos poder expresar discursos políticos bien articulados 18. De
hecho, sólo en tres entrevistas encontramos algo parecido a un marco general en el
que se inscriben los problemas, y que permite un diagnóstico político de sus causas,
consecuencias y posibles soluciones. La primera de ellas es la realizada a un joven
senegalés ‘sin papeles’ en la que la experiencia de la inmigración se articula en un
discurso político más general, muy marcado por una visión desde ‘la periferia’ –en
concreto, desde África- que da sentido a las dificultades de los jóvenes y a los
principales problemas que aquejan al mundo: pobreza, desigualdad, corrupción
política etc.. Los otros dos casos
son los de dos jóvenes pertenecientes,
respectivamente, al movimiento okupa y a un partido político (PP). Pero en ambos lo
que encontramos es el recurso a una serie de argumentos tópicos –proporcionados
claramente por sus respectivas organizaciones- que aplican en bastantes ocasiones
para simplificar el mundo que les rodea, lo que les permite comprenderlo, explicarlo y,
sobre todo, reafirmarse en sus posiciones.
La propia debilidad de su discurso político influye, a nuestro juicio, en algunos
otros rasgos que caracterizan el modo en el que politizan distintos problemas. Para
17
Sólo en las dos entrevistas realizadas a jóvenes de origen inmigrante, predomina un discurso
en primera persona del plural. En estos casos, su discurso es siempre colectivo.
18
No obstante, debemos hacer dos advertencias a este respecto. La primera de ellas es que en
este artículo no hemos analizado a fondo la dimensión de cultura política que aparece en las
entrevistas. Se trata de una tarea pendiente, cuyos resultados matizarán, sin duda, nuestras
actuales afirmaciones. Por otro lado, no debemos olvidar que esta debilidad no es específica de
estos jóvenes, sino que es un rasgo que define la cultura política de los españoles.
21
empezar, predomina una argumentación ética e incluso sentimental a la hora de emitir
un diagnóstico o incluso de establecer las responsabilidades. Así, se repiten
expresiones que remiten al deber moral, la injusticia, la pena o la rabia.
Las dificultades para la plena politización de los problemas están posiblemente
relacionadas con el rechazo a la política convencional. Éste se expresa con lenguajes
muy diversos, que van desde el desconocimiento o desinterés, la aceptación
resignada de un sistema que es incapaz de resolver los principales problemas que
afectan a los ciudadanos
o la crítica desesperanzada, hasta el empleo de un
vocabulario extremadamente agresivo que, no obstante, acaba siendo estéril.
En todo caso, o bien porque se considere que la propia lógica del sistema
político lo convierte en incapaz de resolver los que ellos consideran principales
conflictos políticos, o bien porque se entiende que las principales instituciones políticas
están demasiado alejadas de los problemas de la gente común, la manera en que
formulan sus demandas no acaba de identificar responsables concretos y soluciones
bien definidas.
En definitiva, se constata una evidente ausencia del Estado y de las principales
instituciones políticas –parlamento, ayuntamientos, partidos políticos- a la hora de
concretar sus propias demandas. Ello explica, tal y como tendremos ocasión de
comprobar más adelante, la alta valoración de un asociacionismo ‘a pequeña escala’ y
de la resolución de los problemas más inmediatos, más cercanos. No obstante, es
interesante advertir que en casi todos los casos19, el voto se mantiene como un deber
cívico relevante, incluso cuando se entiende meramente como una costumbre.
También es significativo que los sindicatos aparezcan como organizaciones efectivas a
la hora de solucionar conflictos concretos de los trabajadores20.
Ahora bien, el modo en el que se entiende la relación con el sindicato –incluida
representante sindical de CCOO- nos advierte de otro elemento compartido por buena
parte de los entrevistados: el distanciamiento del sistema político no supone ni el
desconocimiento, ni tampoco la ausencia de utilización de lo que ellos entienden como
servicios o recursos proporcionados por el Estado. Por el contrario, todos ellos no sólo
conocen bien dichos recursos –cursos de español para inmigrantes ofrecidos por el
Ayuntamiento de Madrid, subvenciones municipales o autonómicas a las asociaciones,
asesoramiento laboral de los sindicatos..- sino que los emplean de forma estrictamente
19
Sólo en el caso de las entrevistas a jóvenes de origen inmigrante –por razones obvias, ya
que no poseen la nacionalidad española- y en la realizada a una joven que participa en el
movimiento okupa –dada su auto-adscripción al movimiento ‘anarquista’- no hay una referencia,
en la mayor parte de las ocasiones espontánea, al voto como obligación de los ciudadanos.
20
El militante de Nuevas Generaciones es el único de los que han tenido experiencias con los
sindicatos que niega de forma tajante –y, de nuevo bastante tópica- la efectividad de la acción
sindical.
22
instrumental, y con frecuencia, tanto para solucionar sus problemas personales, como
también en su vida asociativa. No obstante, no se reconoce al Estado tras esta
prestación de servicios, y mucho menos se le atribuye el calificativo de político. Ello
quizá explique la casi total ausencia del lenguaje de los derechos cívicos en nuestras
entrevistas, salvo en el caso del joven inmigrante sin papeles.
4.4. La experiencia asociativa
Las experiencias asociativas de los ocho jóvenes entrevistados en la Comunidad de
Madrid son muy diversas en numerosos aspectos. Difieren en sus trayectorias
participativas, en el tipo de organizaciones en las que están implicados en la
actualidad, y también en la intensidad y en las formas con las que llevan a cabo su
activismo21. No obstante, existe una constante que aparece en todos ellos: la vida en
las asociaciones opera como un factor relevante con el que enfrentarse a algunas de
las desventajas reconocidas por los jóvenes, en la medida en que les proporciona
recursos y capacidades que ellos entienden relevantes para sus propias transiciones
juveniles. Dedicaremos este apartado a profundizar en algunas de las principales
dimensiones de la afirmación anterior.
Debemos comenzar recordando que en todos los casos menos en uno nos
encontramos con una larga historia de vida asociativa, que se inicia en la infancia o en
la adolescencia22. En el caso de los jóvenes afectados por mayores constelaciones de
desventaja, el contacto con la primera asociación se produce como la única manera
posible de encontrar un lugar de ocio que les aleje de las calles en barrios conflictivos.
Por otro lado, como ya hemos señalado con anterioridad, también es patente la
influencia de una educación religiosa, que se produce no tanto en la escuela sino
sobre todo a través de la parroquia, quien ofrece precisamente este tipo de
actividades. Finalmente, las dos entrevistas realizadas a jóvenes de origen inmigrante
constituyen ejemplos de cómo las asociaciones son entendidas como una parte
significativa de una vida social dotada de un importante componente comunitario. Así
pues, en un buen número de casos existe un paso ‘natural’ de usuarios de los
servicios que proporcionan las asociaciones, a organizadores activos de las mismas.
En definitiva, el asociacionismo se convierte casi en un ‘estilo de vida’.
21
No hay que olvidar que en la selección de los entrevistados hemos forzado de manera
intencionada esta diversidad, puesto que nos interesaba contar con jóvenes que, partiendo de
situaciones de desventaja, hubieran desarrollado formas distintas de implicación cívica en
diferentes tipos de organizaciones.
22
La única entrevistada que no posee una amplia experiencia de vida asociativa es la
representante sindical.
23
La permanencia en la misma asociación –o en una de la misma naturaleza- o el
salto a otro tipo de organización no parece depender sólo de la existencia de cambios
importantes en la vida de los entrevistados (la migración, unas malas experiencias en
el trabajo..) sino que intervienen también el tipo de entorno en el que se vive–en
concreto, la densidad de asociaciones en el lugar en el que habita-, así como la propia
evolución de sus recursos políticos. Por lo tanto, nos encontramos con algunos
ejemplos en los que por medio de la asociación se logran ampliar horizontes y se
formulan nuevos problemas que están en el origen de otros vínculos asociativos. Pero,
a su vez, existen casos en los que no se logra dar ese salto, por lo que se mantiene el
mismo tipo de implicación, definida siempre por estar estrechamente asociada a los
problemas que ‘tienen más cerca’, que les afectan o les han afectado de una forma
más directa. El caso de la joven de origen colombiano es un ejemplo de
‘asociacionismo múltiple’, muy cambiante pero con un nivel de implicación escasa, en
el que la entrevistada va descubriendo otros problemas y ‘probando’ diferentes tipos
de asociaciones vinculadas a los mismos. En el dirigente de Nuevas Generaciones,
nos encontramos con un joven que, a partir de una primera implicación de carácter
religioso y social, se afilia a un partido político como forma de incorporarse a una
organización que no sólo le ayuda a solucionar una situación de exclusión social y
profesional extrema, sino que le proporciona también un discurso sólido con el que
explicar el mundo. Y, finalmente, por poner sólo algunos ejemplos de esta diversidad
de tipos de activismo, tenemos dos casos en los que, partiendo de situaciones de
exclusión absolutamente dispares, se opta por permanecer en la misma asociación a
al que han pertenecido desde la infancia, aunque definen de modo muy distinto su
compromiso23.
Si pasamos ahora a considerar las motivaciones para el asociacionismo que
expresan estos jóvenes, debemos distinguir entre dos momentos diferentes. Para
empezar, el primer contacto con la vida asociativa parece directamente impulsado por
el entorno familiar, y en mucha menor medida por el escolar. Aunque en muchas
ocasiones no se reconozca de forma explícita, son las familias –y en algunos casos los
párrocos- quienes animan a los hijos a formar parte de una asociación, con el objetivo
fundamental de encontrar un lugar de ocio organizado resguardado del peligro de la
calle. Sólo en un segundo momento, ya en su primera juventud, la decisión de
continuar con sus experiencias asociativas responde a una dinamización interna. Se
trata de una elección consciente, en cuya justificación se combinan distintos
argumentos. El primero de ellos es un discurso del ‘deber ser’, que en pocas
23
Se trata de las dos entrevistas (E6 y E8) realizadas a jóvenes que siguen implicados en
organizaciones de tipo parroquial.
24
ocasiones adopta el lenguaje político de la ciudadanía. Por el contrario, se suele
expresar en términos éticos, como obligación de ayudar a los demás –igual que le han
ayudado a él o a ella cuando era niño o adolescente-, o también con un lenguaje más
íntimo en el que se insiste en la autorrealización personal.
En segundo lugar, nos encontramos con justificaciones que giran en torno a la
idea de sociabilidad. No se trata solamente de que se llegue a la organización a través
de redes de amigos, sino sobre todo de que la propia asociación se convierte en un
lugar muy importante para sus relaciones personales y para sus actividades de ocio.
No obstante, tampoco debe ocultarse que –como tendremos ocasión de comprobar a
continuación- las redes sociales que se establecen en las asociaciones se convierten
también en un recurso pragmático importante para algunos jóvenes, en la medida en
que les sirven para enfrentarse con algunos de sus problemas más importantes: se
convierten en formas para salir del barrio, o en contactos para obtener trabajo.
En esta misma línea, todos los entrevistados reconocen en mayor o menor
medida que las asociaciones les han proporcionado –y en muchos casos siguen
haciéndolo- recursos que consideran relevantes para enfrentarse a los obstáculos de
sus transiciones juveniles. En concreto, destacan tres ideas que manejan con mucha
frecuencia. Ante todo, la existencia de la asociación, y su propia implicación, se
justifica porque es el único modo de resolver algunos problemas concretos.
Íntimamente ligado con esta función instrumental, la asociación es también una fuente
de información importante para su propia supervivencia y para la mejora de su
situación personal (permiso de residencia, trabajo, cursos de formación, ayudas o
recursos de la administración..).
Por otro lado, la propia asociación proporciona un tipo de formación que no les
es ofrecida por el sistema educativo formal. Ello es especialmente importante en el
caso de los jóvenes con un claro fracaso escolar y también para los de origen
inmigrante, pero es significativo que también aparezca en las dos entrevistas en las
que no hay claros factores de exclusión social.
Por último, como tendremos ocasión de ver más adelante, las asociaciones se
entienden como lugares en los que se adquieren valores y capacidades que
consideran muy relevantes. En todo caso, estas ‘funciones’ de las experiencias
asociativas aparecen formuladas en las ocho entrevistas, aunque en proporciones
diversas y con énfasis distintos.
Para seguir con nuestro argumento, todo lo anterior nos lleva a afirmar que, en
los discursos de nuestros entrevistados, se expresan dos ideas: la experiencia
asociativa ‘te cambia la vida’ y, además, las actividades de la asociación poseen un
25
impacto, al menos en el entorno más inmediato.
Veamos con algo más de
detenimiento cada una de ellas.
Una asociación es un lugar para la adquisición y puesta en práctica de lo que
algunos autores han denominado las ‘capacidades pre-políticas’ de la ciudadanía 24.
Ante todo, nuestros jóvenes consideran que las experiencias asociativas han
contribuido a aumentar su autoestima y a desarrollar la confianza en sí mismos y en
los demás. Al mismo tiempo, les han permitido adquirir un valor que G. Simmel
denominó ‘cosmopolitismo’; es decir, les lleva a estar expuestos, a tolerar e incluso a
apreciar la diversidad de los ‘otros’25. A partir de lo anterior, en algunos casos, los
jóvenes son capaces de ponerse en el lugar de los demás, por lo que adquieren el
valor de la empatía. En definitiva, aunque formuladas siempre con un lenguaje
predominantemente individual y poco politizado, los entrevistados establecen un
vínculo entre sus experiencias asociativas y lo que nosotros consideramos como
prerrequisitos de la ciudadanía.
Por otro lado, tal y como apuntábamos en páginas anteriores, la vida asociativa
en sí misma parece convertirse en algunos casos en un agente significativo de
socialización política, aunque con una intensidad muy dispar. Es decir, es la
experiencia asociativa la que dota de ciertos recursos políticos a los jóvenes. Es cierto,
como ya hemos observado, que entre estos jóvenes predomina un discurso antipolítico, que ellos entienden sin embargo como social. Tampoco debemos olvidar que
sus intereses políticos son casi siempre ‘inmediatos’, puesto que muchos de ellos
tienen serias dificultades de ir más allá de los problemas que les afectan a ellos
mismos o a su entorno más próximo. Pero, no obstante todo lo anterior, la experiencia
asociativa conlleva una cierta politización, aunque en muchas ocasiones débil.
Permite, sobre todo en los casos de los jóvenes afectados por mayores desventajas,
ampliar sus horizontes, superar la limitación de sus propias vidas, y comenzar a
entenderse a sí mismos como parte de un todo más amplio. Aun en aquellas
ocasiones en las que esta apertura al mundo se emplea para diseñar claras
estrategias de huída o incluso de desclasamiento, o cuando se sigue viviendo en un
mundo extremadamente limitado , su activismo impulsa una cierta construcción de un
‘nosotros común’ de jóvenes afectados por distintos factores de desventaja (trabajo,
emancipación, formación, barrio).
24
Nos referimos, en concreto, a las capacidades planteadas por Jean Leca (1986) y, en cierto
modo también, a algunos de los componentes básicos del concepto de capital social de R.
Putnam (1993, 1995).
25
Mientras que G. Simmel (2007) empleó el concepto de cosmopolitismo para referirse a
aquella virtud que creaba la vida en las grandes ciudades, ha sido R. Sennett (1978) quien lo
ha recuperado en su análisis de los fundamentos de la ciudadanía contemporánea.
26
Por otra parte, a pesar de la heterogeneidad de las trayectorias vitales y de los
discursos, también existe un importante consenso en lo que se refiere a la valoración
de los resultados de sus experiencias asociativas. Así, en prácticamente todos
nuestros casos se combinan dos valoraciones sólo aparentemente contradictorias. Por
una parte, se expresa la frustración que produce el reconocimiento de la limitación de
los resultados de sus actividades. Junto con la admisión de la satisfacción personal
que les proporciona su trabajo, reforzada por el apoyo y comprensión de los demás e
incluso por la existencia de recompensas inmediatas, aparece una y otra vez el
sentimiento de desilusión.
No obstante, la asociación también cambia la vida del entorno más inmediato.
El papel de las organizaciones se considera clave para mejorar la vida de los chicos
de los barrios más duros; el sindicato logra solucionar día a día el problema de las
trabajadoras; y la asociación de inmigrantes ayuda a regularizar la situación
administrativa de los ‘sin papeles’, paga las multas de los trabajadores del ‘top manta’,
los saca de la calle, y contribuye a su integración en la sociedad española. Así, al
tiempo que se expresa una visión pesimista y distanciada de los grandes problemas
sociales y de la vida política formal, los jóvenes valoran los resultados de la
implicación en aquellas organizaciones que, con fines más ‘modestos’, se dedican a
tratar de solucionar los problemas ‘cercanos a casa’ (‘close to home’). En este tipo de
tareas sí se sienten competentes y eficaces.
5.Conclusiones
Las conclusiones que podemos extraer de este primer análisis de una parte de nuestro
trabajo de campo no pueden sino ser provisionales. No sólo no hemos considerado
más que las entrevistas biográficas realizadas en Madrid, sino que, además, nos
hemos limitado a tratar de comprobar un de los interrogantes que estaban en el origen
de nuestra investigación. En concreto, nos interesaba comenzar a profundizar en las
relaciones que se establecen entre constelaciones de desventaja, politización de
demandas y experiencias de asociacionismo. La elección de este tema es, sin duda
arriesgada, habida cuenta de que la mayor parte de los estudios realizados sobre la
juventud española advierten de la limitada implicación cívica de los jóvenes, que
parece extremarse en el caso de aquellos grupos dotados con menos recursos (en
particular, educativos). Una tendencia reforzada por la debilidad de las dimensiones
participativas de las culturas políticas de los españoles y por unos marcos
institucionales que tampoco alientan la intensidad y diversidad de los canales de la
participación ciudadana.
27
A pesar de todo ello, el análisis de los relatos biográficos de estos ocho
jóvenes, muy heterogéneos tanto en lo que se refiere a la naturaleza y grado de las
desventajas que les afectan, como a sus experiencias asociativas, nos permite
avanzar unos primeros resultados sobre los que deberemos seguir profundizando.
Planteados de una forma muy resumida, los principales son los siguientes:
1. En la mayor parte de los casos, la situación de desventaja es interpretada en
términos individuales. En otras palabras, encontramos una atribución individual de
responsabilidad sobre la situación de desventaja que afecta a los jóvenes. Dicha
“culpabilización” está muy relacionada con el fracaso en los estudios o con un tránsito
prematuro al mundo laboral para contar con más recursos económicos.
2.A pesar de que, en la mayoría de los casos, los obstáculos a los que se
enfrentan en sus tránsitos a su vida adulta son muy importantes, estos jóvenes son
capaces de desarrollar estrategias con las que tratar de superarlos. En este sentido,
se confirma la tesis de algunos estudiosos que afirman que los jóvenes son actores
activos de sus propias transiciones (con todos los riesgos de fracaso que ello
conlleva).
3.Más aún, algunos jóvenes llegan a convertir algunas de estas limitaciones en
recursos para salir adelante. De ahí que aprovechen las escasas oportunidades que
les proporciona su ‘diferencia’ –el origen inmigrante, el barrio desfavorecido..- para
poner en práctica estrategias alternativas. Esta circunstancia nos permitiría enlazar
nuestro estudio con las tesis esgrimidas más arriba y desarrolladas por la teoría de las
capacidades.
4.El asociacionismo aparece como un factor clave en dichas estrategias. La
asociación se convierte, así, en un espacio fundamental tanto para la construcción del
propio yo – para ‘crecer como persona- así como para adquirir recursos –formación,
redes sociales- que ellos consideran importantes para superar sus propias
desventajas.
5.Los recursos que proporciona el asociacionismo son empleados de forma
muy distinta por estos jóvenes. En todos los casos, nos encontramos con las
dimensiones pragmática, de sociabilidad, ética y, en mucha menor medida, ideológica,
combinadas y expresadas de modo diferente por cada uno de ellos.
6. Pero, al mismo tiempo
-aunque siempre en un contexto de fuertes
dificultades para la politización de problemas y para la formación de un discurso
político articulado- la asociación acaba ‘armando políticamente’ al joven. Le permite
adquirir algunos fundamentos de la ciudadanía –confianza en los demás, aceptación
de la diferencia, empatía- y, al mismo tiempo, hace posible que convierta algunos
problemas individuales en cuestiones colectivas. Todo ello, dentro de la inmediatez
28
que define su concepción de los problemas que consideran más relevantes. En
definitiva, el asociacionismo ‘te cambia la vida’ y en cierta medida también la del
entorno más inmediato.
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