Boletín con noticias de medios de prensa de los países del MERCOSUR correspondiente al día 16.05.2011. 1.- ARGENTINA Clarín Brasil más duro: confirmó las trabas que afectan a la Argentina Por Eleonora Gosman San Pablo.Corresponsal Lo ratificó el ministro brasileño Fernando Pimentel en un artículo periodístico. Las represalias son para 28 productos de la industria automotriz y ya hay casi 3.000 autos parados en la frontera. Giorgi había solicitado el fin de esas barreras. Brasil mantendrá las trabas a las importaciones de autos argentinos , a pesar de un pedido de Argentina para que el gobierno de Dilma Rousseff levante las barreras. Ayer, el ministro Fernando Pimentel defendió enfáticamente esas restricciones, que rigen desde el martes pasado y alcanzan a 28 productos de la industria automotriz. Pimentel argumentó que no se trata de una “represalia” de Brasilia contra la Casa Rosada sino que buscan disminuir los déficits comerciales de la industria automotriz brasileña. Esa disculpa, lejos de entrañar una salida negociada a la disputa comercial entre ambos países, la pone entre paréntesis. Mientras tanto, ya hay casi 3.000 autos parados en la frontera. El peligro que se insinúa es que las rencillas se salgan de cauce y deriven en una suerte de guerrilla comercial. Es que el viernes pasado, en una conversación telefónica, Débora Giorgi le manifestó a su colega Pimentel que el gobierno argentino estaba dispuesto a negociar los múltiples conflictos que empañan la relación bilateral; pero aclaró que sólo aceptaría sentarse a la mesa si Brasil quita la traba en sus aduanas a la entrada de vehículos fabricados por las terminales argentinas. Quedaron, inclusive, en volver a comunicarse hoy para decidir si habría reunión bilateral de ministros y en ese caso, dónde y cuándo. Con la respuesta negativa de Pimentel, expresada ayer a través de una columna suya publicada en el diario Estado de Sao Paulo, esta nueva conversación telefónica corre serio riesgo de no realizarse . Es que en esa nota periodística, la vía elegida por el funcionario brasileño para anticipar lo que en principio debía decirle hoy a Giorgi por teléfono, no da la impresión de dejar margen de maniobra. En ella insiste que el objetivo de las medidas adoptadas la semana pasada por el Ministerio de Desarrollo e Industria que comanda, es la de “monitorear las operaciones” brasileñas de importación de autos. Y que si se tomó la decisión de eliminar las autorizaciones automáticas para el ingreso de vehículos extranjeros, fue porque se verificó “un aumento significativo del déficit de la balanza comercial del sector automotores (de Brasil), que pasó de arrojar un saldo negativo de 789 millones de dólares en enero del año pasado a 1.900 millones en enero último”. Pimentel utilizó un argumento ya gastado por el propio gobierno argentino, que mantiene varios sectores industriales protegidos de las importaciones por la exigencia de esos permisos no automáticos. Es cierto que la Organización Mundial del Comercio consagra ese tipo de instrumento, como recordó en su nota Pimentel. Pero la OMC no admite que el mecanismo se transforme en una barrera contra el comercio, como de hecho ocurre en estos casos. En otros párrafos de su columna, el ministro consideró “improcedente” la interpretación de su decisión del martes anterior “como una forma de represalia de Brasil contra Argentina”. Y para completar, lanzó otros dardos al decir: “ Es innegable que el sector privado brasileño viene enfrentando una serie de dificultades para la exportación de productos al país vecino (Argentina)”.Pero el broche viene con la siguiente frase: “Desde un inicio dejamos en evidencia nuestro compromiso con el estímulo a la competitividad de la industria nacional, con el esfuerzo para diversificar las exportaciones brasileñas y ampliar sus mercados, con la defensa de nuestras empresas contra prácticas desleales e ilegales de comercio”. Y concluye que “cono se ve, estamos haciendo todos los esfuerzos para defender los espacios conquistados por nuestra industria”. Los diarios brasileños coincidieron ayer en señalar que el gobierno de Dilma decidió rechazar “cualquier condicionamiento” argentino para establecer un canal de diálogo. El carioca O Globo interpretó lo dicho por Pimentel en los siguientes términos: “El gobierno asegura que sólo levantará la barrera (contra los autos argentinos) después que Argentina revise el trato que dispensa a los productos brasileño, que quedan varados hasta cuatro meses en la frontera”. Según otros medios, “en la perspectiva más optimista, habrá una segunda conversación (la de hoy, por teléfono entre Giorgi y Pimentel) que servirá para establecer una agenda de negociación en Foz de Iguazú”, donde Giorgi pidió hacer el encuentro bilateral. La pelea 1 El ministro de Desarrollo brasileño Fernando Pimentel confirmó las licencias no automáticas que rigen desde la semana pasada para 28 productos de la industria automotriz argentina. 2 Además de distintos modelos de autos, la restricción alcanza a piezas y neumáticos que deberán pedir autorización especial. 3 Argentina participa en el 53% del mercado de autos importados brasileños. Y la medida, que implica fuertes demoras para exportarles, afecta al 39% de las exportaciones a Brasil. El viernes la ministra argentina Giorgi le había solicitado el cese de esas trabas. Una voz en el teléfono Débora Giorgi habló el viernes por teléfono con Fernando Pimentel, tras la misiva en la que éste le ofreció una reunión cuando ella quisiera para que “realicemos un encuentro en Brasilia”. Giorgi le propuso concretar el encuentro a Foz de Iguazú, una geografía más neutral que el propio despacho de Pimentel. Pero en esa conversación Giorgi reiteró, como había hecho en su carta de seis carillas, que para sentarse a conversar la condición es que Brasil levante las restricciones a los autos argentinos. “Todavía no pasó nada”, decían anoche, en la cartera de Industria. Justificó Brasil el freno a las importaciones de autos Alberto Armendariz Corresponsal en Brasil Conflicto en el MERCOSUR Un Ministro dijo que sectores de su país tienen trabas para exportar aquí RIO DE JANEIRO.- A la espera de que esta semana se concrete una reunión entre altos funcionarios argentinos y de Brasil para resolver las actuales disputas comerciales, el gobierno de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, descartó que las restricciones levantadas a la importación de autos hayan sido en revancha contra la Argentina. Sin embargo, resaltó que son obvias las trabas que tienen los exportadores brasileños para ingresar en ese mercado. "En relación con el alcance de la medida, fueron incluidas en licenciamiento no automático las importaciones de vehículos de todo el mundo. No procede, por lo tanto, la interpretación de esta medida como una forma de represalia de Brasil a la Argentina", sostuvo el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior brasileño, Fernando Pimentel, en una columna publicada ayer en el diario O Estado de São Paulo. De cualquier modo, aclaró: "Es innegable que el sector privado brasileño viene enfrentando una serie de dificultades para la exportación de productos al país vecino. Aún así, estos roces son reflejos naturales de una relación voluminosa y consolidada. En este contexto, hemos insistido en una solución negociada para problemas que afectan importantes segmentos del sector productivo, como es el caso, por ejemplo, de calzados, alimentos, línea blanca, máquinas agrícolas y cosechadoras". Desde que en febrero el gobierno de Cristina Kirchner aumentó de 408 a 577 la cantidad de ítems incluidos en la lista de licencias no automáticas de importación, Brasil se viene quejando de que sus productos demoran más de 60 días en ingresar el plazo límite establecido por la Organización Mundial del Comercio-, y que las autoridades han retrasado la entrega de certificados sanitarios de libre circulación a alimentos que se han echado a perder. Se informó de envíos de calzados, maquinaria agrícola y electrodomésticos parados en la frontera, y que hay pastas y hasta huevos de Pascua que llevan varios meses en depósitos. Fue en este ambiente enrarecido que la semana pasada Brasil decidió que, a partir de ahora, la importación de autos al país también entraría en el régimen de licencias no automáticas. Si bien la medida afecta a varios otros países -como México, Corea del Sur y EE.UU.-, la norma perjudica especialmente a la Argentina, ya que el sector automotor representa el 40% de las exportaciones argentinas a Brasil. Camiones argentinos con más de 2000 autos con ese destino quedaron varados en la frontera. Reclamo por carta La Ministra de Industria argentina, Débora Giorgi, calificó la nueva regla de "intempestiva y sin aviso", y envió una carta a Pimentel en la que reclamaba también por los numerosos problemas que los exportadores argentinos enfrentan en Brasil. El viernes por la noche, ambos funcionarios hablaron finalmente por teléfono y evaluaron la posibilidad de una reunión en Brasilia o Foz do Iguaçu esta semana, aunque la Argentina puso como requisito que Brasil cancele la medida adoptada la semana pasada. "Nuestro país va a negociar siempre y cuando las restricciones sean levantadas. Es un episodio más sobre las relaciones comerciales", afirmó ayer Giorgi, durante una recorrida por la ciudad de Rosario. En su columna de ayer, Pimentel apuntó que no será ése el caso. "Al suspender el carácter instantáneo de la importación de automóviles, el objetivo es permitir un monitoreo fino de esas operaciones para seguir su evolución. De esta forma, el ministerio utiliza un instrumento legítimo, previsto en las reglas de la OMC, que permitirá una evaluación más precisa de la dinámica de este mercado", escribió el ministro, quien destacó que la medida no significa necesariamente que los autos no vayan a ingresar en Brasil. "Somos un país de economía abierta", afirmó. "No se trata en absoluto de un retorno a las prácticas proteccionistas o a la imposición de barreras al comercio", subrayó. Brasil y el dilema de gestionar la abundancia Si para un argentino comprar en Estados Unidos parece barato, comprar en Brasil es todo lo contrario. Una entrada de cine (US$ 12,35), una hora en un estacionamiento céntrico (US$ 15) o hasta tomarse un taxi (a US$ 2,72 la bajada de bandera y US$ 0,93 la ficha); prácticamente no hay bien que pueda competir con los precios argentinos, ni siquiera con los valores que se manejan en Nueva York. A diferencia de lo que sucede en la Argentina, en Brasil la apreciación del tipo de cambio real no se da por un incremento de la inflación, sino porque su moneda, el real, se está apreciando nominalmente frente al dólar, producto del fuerte ingreso de capitales que se vive en el país vecino (que hace que haya más personas vendiendo dólares y demandando reales). El tipo de cambio de las pizarras pasó en poco tiempo de 2 a 1,60 por dólar y llegó incluso a cotizarse hasta 1,40. Por distintos motivos, sin embargo, ambos países viven el mismo dilema: el de la pérdida de competitividad. La Argentina tiene poco margen para deslizar su tipo de cambio sin que la devaluación se traslade a los precios (y acentúe el problema de la inflación), mientras que, por otro lado, desacelerar la dinámica inflacionaria implicaría ponerle un freno a la economía, algo que desde el Gobierno quieren evitar a toda costa. También el fuerte ingreso de dólares producto de la buena racha de las commodities hace pensar que, aun morigerando el problema de la inflación, la Argentina podría llegar a enfrentarse con el problema brasileño, de no poder prevenir la apreciación del tipo de cambio real vía la apreciación nominal del peso. "Obviamente si el peso se tiene que apreciar, se va a apreciar. Uno no puede pretender manejar el tipo de cambio real. Lo que se puede hacer es suavizar las tendencias: intervenir en el mercado cambiario y esterilizar los pesos que se emiten, frenar el gasto público o hacer un fondo de estabilización", opina Miguel Kiguel, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. Para el ex presidente del Banco Central y economista del justicialismo disidente Martín Redrado, hay dos maneras de resolver este desequilibrio: "La Argentina puede resolver la disyuntiva de forma virtuosa, con un plan económico a cuatro años, que convoque a la inversión y al ahorro interno, y de esta manera lubrique el proceso de convergencia del tipo de cambio de manera gradual, o lo puede resolver haciendo más de lo mismo, en cuyo caso el dólar va a corregir hacia arriba, ya sea por un fenómeno de demanda, de dolarización de las carteras de empresas e individuos, o por un problema de oferta, si por factores climáticos baja el ingreso de divisas por la soja". El economista finalizó: "Si seguimos así, es posible que nos encontremos con algún pozo de aire y lo vivamos todos los que vamos en este vuelo".