Unidad 1 La clasificación de las voces Cuando se tiene mucha experiencia en la reeducación vocal, puede referirse para clasificar una yoz, al timbre y a la emisión vocal utilizada. El reeducador debutante no siempre es capaz de clasificar una voz con una única audición de la misma y reconocer, por ejemplo, que el re 3, común a todas las voces, hombres, mujeres y niños, no tienen la misma riqueza armónica si lo emite una soprano, una mezzo o una contralto; por la misma razón que esta nota no tiene la misma constitución acústica si la toca un violín, un alto o un violoncelo Por otra parte, para un oído poco ejercitado, una voz puede dar la impresión de ser una grave, cuando en realidad es una “voz agravada”, sea por gusto, por imitación, mal hábito, fatiga o mala técnica. En tal caso, el timbre es artificial, fabricado, privado de armónicos agudos y muy diferente del de una voz grave, rica en sonoridades redondas, calidas y amplias. Esto es válido para todos los enfermos disfónicos que utilizan un mecanismo incorrecto y cuyas condiciones orgánicas o funcionales determinan los aspectos patológicos del timbre. Ciertas disfonías alteran a tal punto las posibilidades vocales que sólo son posibles algunas notas, casi siempre como ya se ha dicho, sobre una tesitura más grave y una extensión vocal reducida, lo que hace imposible el canto. ¿Cómo clasificar la voz de estos enfermos en tales condiciones? ¿Cómo encontrar la nota fundamental del sujeto a reeducar? La primera condición sería que los reeducadores tuviesen el gusto de la calidad vocal, que su oído se formase para este género de reeducación y, en fin, que tuviesen un mínimo de cultura musical. Estas condiciones no son fáciles de reunir, tanto más que el valor acústico del timbre varía en cada individuo. Algunos prefieren las voces timbradas, gruesas, potentes, mientras que otros aprecian sobre todo las voces claras, brillantes, incluso metálicas o incluso dulces, finas... Es innegable que existe una gran diversidad en cuanto al color vocal y que cada voz comporta características diferentes. Es cierto que la misma voz hablada y cantada tiene la posibilidad de modificar el color según el texto o la música. También es verdad que hay voces que parecen de buena calidad, aunque estén producidas en malas condiciones musculares que tarde o temprano harán aparecer modificaciones del timbre; según la resistencia muscular variable de cada individuo, éstas se explicarán por la facilidad de adaptación de las cavidades supralaríngeas y por la dirección impuesta al aliento para obtener, según los gustos y técnicas, una predominancia de resonancias palatales, nasales, orales, en lugar de repartirlas armoniosamente y realizar con ello el timbre personal del individuo con facilidad y flexibilidad y con vistas a un mejor rendimiento vocal y un mínimo de fatiga. Entonces, ¿cómo reconocer las características inherentes a la voz del sujeto, de las que son resultado de un trabajo mal comprendido y mal dirigido, o de un gusto particular? ¿Sobre qué criterios clasificar una voz? Hay que tener en cuenta ciertas características predominantes, que son las mismas para la voz hablada que para la voz cantada. Entre los caracteres predominantes se encuentra: 1) EL TIMBRE PERSONAL que está en función de varios factores: a) de la presión subglótica que actúa sobre el modo de vibración de los repliegues vocales; b) de la integridad de los órganos vocales; c) de la laringe cuyo menor cambio de situación puede producir una modificación del timbre; d) de la forma de las cavidades de resonancia, de su adaptación al sonido laríngeo y de la posición de los órganos contenidos en esta cavidad, velo palatino; e) de la longitud, espesor y forma del paladar así como de la altura del paladar duro; f) del tamaño y la forma del orificio bucal y de la situación de las arcadas dentarias, que pueden modificar las dimensiones de la faringe; g) de la importancia de la lengua y su falta de movilidad; h) de la calidad de las mucosas de los órganos que participan en la producción del sonido. Cada uno de estos factores pueden tener una repercusión más o menos marcada sobre el timbre vocal; a ello vendrán a añadirse las diferentes técnicas, el comportamiento, el temperamento, la personalidad del sujeto y las diversas emociones que percibe y que pueden alterar el color vocal y el modo de emisión. 2) LA LONGITUD Y EL GROSOR DE LOS REPLIEGUES VOCALES. En principio, repliegues vocales pequeños igual a voz aguda; repliegues vocales grandes, igual a voz grave. Pero existen tenores de repliegues vocales largos; y bajos con repliegues cortos. 3) LA FORMA Y VOLUMEN DE LAS CAVIDADES DE RESONANCIA: cavidades pequeñas igual a voz aguda; cavidades grandes igual a voz grave. Aquí también hay numerosas excepciones 4) LA TESITURA Y EXTENSIÓN: que no hay que confundir, son dos factores importantes para clasificar las voces. Pero tampoco aquí, las condiciones en los enfermos disfónicos son normales, lo más frecuente es que la tesitura esté abajada y la extensión reducida a algunas notas. De todo lo que llevamos dicho se deduce que sólo después de restablecer un funcionamiento fisiológico normal y ver reaparecer las características acústicas del timbre vocal, se podrá clasificar definitivamente la voz del orador y del cantor. Los caracteres secundarios son: 1) La capacidad respiratoria y el desarrollo muscular torazo-abdominal. 2) La altura tonal de la voz hablada, pero en las disfonías es habitualmente muy grave y más raramente demasiado aguda. Por otra parte, ciertos individuos se sirven de dos voces diferentes: una para hablar y otra para cantar. 3) La amplitud vocal indica una voz con sonoridades anchas y redondas. 4) La intensidad, que permite la potencia vocal sin esfuerzos. 5) El temperamento vocal que es el conjunto de cualidades personales en relación con los medios vocales. En fin los caracteres morfológicos. Está admitido en general, que una soprano o un tenor son brevilineos, bajos y anchos; que un bajo o una contralto son longilíneos, delgados y altos. Pero hay numerosas excepciones: un tenor heroico y una gran soprano de ópera pueden ser fornidos y altos. Por tanto, el tipo morfológico no puede considerarse como un factor determinante, positivo; sólo como un factor añadido a otros más valiosos. Se trata, pues, de reconocer si alguno de estos factores se reúnen y cuáles son los que pueden añadirse para confirmar la clasificación. De todas maneras, cuando haya discordancia importante entre ciertas características, aún siendo muy bella la voz será corta (con pocos graves o un agudo limitado, por ejemplo). Pero dadas las posibilidades de adaptación de los órganos vocales y con la ayuda de una buena técnica estas dificultades podrán compensarse. Claire Dinville, pianista, cantante y foniatra francesa.