Divina comedia

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Divina comedia
- […] Ahora, por tu bien, pienso y veo claramente que debes seguirme; yo seré tu guía
para llevarte a un lugar eterno, donde oirás aullidos desesperados; verás a los espíritus
dolientes de los antiguos condenados que esperan entre gritos la segunda muerte. Verás
después a los que también están entre las llamas, pero contentos porque esperan, cuando
llegue la ocasión, tener un puesto entre los bienaventurados. Si quieres después subir
hasta estos últimos, te acompañará en ese viaje un alma más digna que yo y te dejaré
con ella cuando yo parta, porque el Emperador que reina en las alturas no permite que
se entre en su ciudad por mediación mía, porque fui rebelde a su ley. Él impera en todas
partes y reina allá arriba; allí está su ciudad y su alto solio. ¡Oh, feliz aquel a quien elige
para habitar en su reino!
Y yo le contesté:
- Poeta, te requiero, por ese Dios a quien no has conocido, que me hagas escapar de este
mal y de otro peor. Condúceme a donde has dicho para que yo vea la puerta de San
Pedro y a los que, según dices, están tan desolados.
1. A partir del fragmento comente la estructura general de la obra.
2. Explique la relación que se establece entre los dos personajes que intervienen en
el fragmento y su importancia para el desarrollo del poema.
3. Sentido alegórico de la obra e importancia histórica.
4. La prosa narrativa medieval: Boccaccio y otros autores.
1. Este fragmento pertenece al canto I, es decir, forma parte de la introducción
general que Dante antepuso a su magna obra y que sirve de presentación al viaje
que el poeta está a punto de iniciar acompañado de Virgilio. Sirve por tanto para
sumar 100 (unidad perfecta) a los 33 cantos de cada una de las cánticas. En
primer lugar, se nos presenta a Dante perdido en la selva del pecado y asaltado
por alimañas que representan vicios (la pantera es la lujuria, el león la soberbia y
la loba la avaricia). A continuación, se encuentra con el espíritu de Virgilio, que
se ofrece para guiarle en un viaje al infierno y al purgatorio. Como puede
comprobarse en el texto, la etapa última del viaje corresponde al paraíso y ya no
será Virgilio sino Beatriz, la amada de Dante, la encargada de mostrarle el
camino hacia la contemplación de Dios.
El infierno, que ocupa 33 cantos, es un espacio bajo tierra en forma de cono
invertido en el que los nueve círculos concéntricos son cada vez más estrechos y
profundos, a medida que los condenados son castigados por penas más duras.
Los pecados menos graves (lujuria, glotonería, avaricia) son aquellos cometidos
involuntariamente y por inclinación natural del ser humano. Los más graves
(herejía, ira, traición), realizados a conciencia, están penados con castigos más
crueles. Al final, llegamos al centro de la Tierra donde está situado Lucifer.
En el Purgatorio, que también consta de 33 cantos, la trayectoria va a ser la
contraria, de abajo arriba, puesto que se trata de una montaña cuya cumbre
ocupa el paraíso terrenal. Ya no serán condenados por pecados cometidos en
vida, sino almas arrepentidas que esperan el perdón de sus faltas mientras sufren
las penas purificadoras que les permitirán la salvación. Dichos pecados,
correspondientes a los siete pecados capitales, son menos graves a medida que
ascendemos por el purgatorio, puesto que las nueve gradas que lo componen
sirven de tránsito hacia el cielo. Así pues, los círculos se van ensanchando a
medida que ascendemos y los pecados son menos graves.
Finalmente, la tercera parte de la obra se ocupa del Paraíso, compuesto por 33
cantos, meta última a la que debe aspirar todo cristiano que quiera salvar su
alma. Son también nueve esferas celestiales, movidas por los ángeles, las que
escala Dante, guiado por Beatriz, hasta llegar al Empíreo, donde la visión
beatífica de los bienaventurados en el seno de la Rosa mística completa el
sentido de la obra.
2. Dante, que se encontraba perdido en una selva, es decir, se había apartado del
recto camino de la vida y había caído en el pecado, se tropieza con Virgilio, el
autor preferido del poeta florentino, y el poeta latino le invita a que lo siga por
una ruta que les permitirá conocer los tres reinos de ultratumba: el infierno, el
purgatorio y el paraíso. Como Virgilio fue un poeta pagano de la Antigüedad,
aunque se adelantó a la visión cristiana de la vida y profetizó el nacimiento de
Cristo, éste no puede ir más allá del paraíso terrenal y será Beatriz quien le
sustituya en su recorrido por el reino de los cielos. Virgilio representa la razón
humana, el instrumento que debe servir al hombre para luchar contra el pecado,
por lo que explicará continuamente a Dante la correspondencia entre los pecados
cometidos en vida y las penas que por ellos han de sufrir los condenados. Dante,
además de la protección de Virgilio, se valdrá de sus orientaciones y de su
estímulo para soportar la visión terrible del infierno, así como posteriormente la
ayuda de Beatriz, que representa la Gracia, le servirá para adentrarse en el Cielo
y comprender que a través del Amor puro el hombre puede alcanzar la máxima
dicha y participar de la Gloria reservada a los bienaventurados. Virgilio, en este
fragmento, anuncia los tres tramos del viaje y alude indirectamente a Beatriz.
Dante, por su parte, acepta la propuesta y se dispone a seguir sus pasos.
3. En la Edad Media estaba muy en boga la lectura en clave simbólica de textos e
imágenes. El significado de una obra como la Divina comedia solo puede
extraerse de la alegoría o parábola que encierra. La historia esconde un sentido
oculto que el lector debe descifrar, aunque tampoco hay que descartar la
posibilidad de una experiencia mística real de Dante. El poeta se halla en una
situación desesperada de pecado (“selva oscura”) de la que no puede salir y es
por intercesión de su amada Beatriz, cuya alma está en el cielo, que Dante
emprende un duro camino no solo físico sino intelectual (de comprensión de la
justicia divina) hasta llegar a la salvación de su alma. El movimiento es,
primero, hacia abajo, a las profundidades del infierno para entender –gracias a la
razón humana personificada en Virgilio- el destino de los hombres que en vida
han pecado con ejemplos cercanos de personajes históricos y contemporáneos
reconocibles y que han de pagar por sus faltas según la gravedad de las mismas.
En segundo lugar, a partir del Purgatorio se inicia un ascenso que tiene por
finalidad la progresiva purificación del alma con la esperanza de alcanzar la
dicha suprema que es finalmente la unión con Dios.
La importancia histórica de un poema de tal envergadura es que por primera vez
un libro, además escrito en una lengua vulgar (la toscana) sin tradición literaria,
encierra toda una visión medieval de la historia, de la religión, e las costumbres,
etcétera. Lo que Santo Tomás de Aquino sistematizó en su Summa Teologica,
Dante consigue plasmarlo poéticamente en su obra aunando el legado clásico
con el espíritu cristiano y lo hace con una lengua comprensible para la mayoría
que definitivamente alcanzará su esplendor desde este primer monumento.
El poema fue pronto traducido, ya en el siglo XV, al catalán (Andreu Febrer) y
luego al castellano (Enrique de Villena). A modo de imitaciones surgieron en la
literatura española numerosos “infiernos” (Infierno de los enamorados, Infierno
de amores, etc.) de diversos poetas como el marqués de Santillana o Juan de
Mena. No obstante, el influjo de Petrarca pronto desplazó al de Dante, sobre
todo en el siglo XVI, y no será hasta el siglo XIX, con el Romanticismo, cuando
la Divina comedia vuelva a suscitar la admiración de autores como Milton, en su
Paraíso perdido, o nuestro Bécquer en alguna de sus rimas. Este poeta acarició el
proyecto de traducir la obra al castellano, tarea que finalmente realizó Núñez de
Arce en una adaptación no muy lograda. En el siglo XX ilustradores como
Salvador Dalí se han inspirado en el poema, poetas como Borges han recreado
alguno de sus episodios y actores como Roberto Benigni o Vittorio Gassman han
difundido la obra por escenarios de todo el mundo.
4. Boccaccio, humanista del siglo XIV, compuso en latín obras eruditas, pero
emplea la lengua vulgar para gran parte de obra literaria. Entre ellas, podemos
destacar el Ninfale Fiesolano, de carácter pastoril; Filocolo, de tema amoroso; el
Corbaccio o “laberinto de amor”, de intención satírica contra las mujeres.
Pero su mejor libro es el Decamerón, colección de cien relatos de tono realista
dentro de un marco general: para huir de la peste que asola Florencia, siete
damas y tres caballeros se aíslan en una finca campestre durante diez días. Allí
cada uno narra un cuento cada día siguiendo el tema propuesto por uno de ellos.
Así surgen historias variadas llenas de vitalidad, sobre todo aquellas que tienen
el amor como motor del relato, desde el amor carnal hasta el tierno y el
idealizado. La cantidad de personajes que pululan ofrece un cuadro de la
diversidad de clases sociales de la época. La pretensión de Boccaccio ya no es
aleccionar, como en la Edad Media, sino divertir e incitar al goce de la vida.
Como máximo, cierta sátira de costumbres se vislumbra en algunos relatos.
También en prosa, ya en el ámbito de la literatura castellana, hallamos la obra de
don Juan Manuel titulada El conde Lucanor que, a diferencia del anterior, sí
tiene un marcado carácter moral y ejemplarizante. Proceden en su mayoría de
tradiciones cuentísticas árabes y orientales. Por otro lado, encontramos novelas
caballerescas como el Amadís de Gaula, primer libro de caballerías de éxito que
narra las fantásticas aventuras de Amadís en su lucha contra gigantes,
encantadores y caballeros, llevado por su amor a Oriana. En contraste con esta
tendencia, aparece una obra como Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, de
carácter realista y precursora inmediata de la novela moderna (Cervantes en El
Quijote la calificará de “mejor libro del mundo”) pues introduce el humor, la
ironía, lo verosímil y ofrece una visión más humana de los personajes.
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