Cuatro niveles de compromiso político: de QB a HE Todos participamos en política, querámoslo o no, porque el silencio y la inacción son tan importantes como las palabras y la acción. Y todos tenemos un nivel de compromiso político, que va de la opinión a la acción. No es lo mismo el que opina que el que hace, pero todos, en mayor o menor medida, hemos asumido un compromiso con la política, entendida ésta como el manejo de lo común, de lo público. El problema es si el nivel de compromiso es el que necesita nuestro país en este momento. Voy a definir cuatro niveles de compromiso creciente, con la esperanza que podamos identificarnos en cuál nos encontramos actualmente y ver si podemos aumentarlo. 1) “¡Qué barbaridad!” (QB) En este nivel, opinamos con indignación ante lo que nos llega de la realidad, ya sea directamente, por conocidos o por los medios. Puede ser un hecho violento, un atropello del gobierno o una costumbre social. El ámbito suele ser una reunión familiar, de amigos o en el trabajo. Al decirlo, la persona está declarando que no está de acuerdo con el hecho y le parece que es algo serio, que no debería existir. La frase suele ir acompañada de alguna referencia a otro país u otros tiempos donde no ocurren o no ocurrían esos hechos. 2) “Habría que hacer algo” (HH) La persona que se compromete en este nivel se da cuenta de que la condena no alcanza para modificar la realidad, sino que alguien debería tomar cartas en el asunto. El problema, en general, es que el “habría” potencial es impersonal y arroja el guante a un público imaginario e indefinido. Lo que está diciendo la persona tácitamente es que no está en condiciones de hacer algo en este momento, pero apoyaría a los que hicieran algo para cambiar la situación. En su favor, este nivel es menos pesimista que el anterior y no busca en el exterior ni en el pasado la solución. Alguien de aquí hoy tendría que hacer algo. 3) “Voy a hacer algo” (VH) En este tercer nivel de compromiso político, la persona se da cuenta de que la denuncia y la necesidad de hacer algo vago y general no alcanza, y que él o ella sienten el “llamado” a entrar en acción concreta. Tal vez empiece a dedicar tiempo de reflexión sobre lo que haría, con quiénes y los obstáculos que deberá vencer. O podría empezar a incluir en sus conversaciones las ideas de lo que quiere hacer, buscando la solidaridad y la compañía de otras personas. Generalmente este nivel es consecuencia del fracaso de los dos anteriores, viendo que la falta de involucramiento personal no permite cambiar la realidad. 4) “Hice esto” (HE) La persona que puede decir esto ha pasado de los primeros niveles de opinión – denuncia, expresión de deseos general y convicción personal– a la acción. Ha modificado la realidad. Ha salido del área de comodidad y puede ver los frutos de su acción. Ahora lo que ha hecho queda expuesto a la reflexión propia y a la crítica de los demás. Dejó de ser un espectador para convertirse en actor. Ha tomado la decisión dramática de cruzar la raya, de subirse al escenario. Ahora, los nuevos espectadores podrán a su vez mantenerse ajenos y distantes o incorporarse a la acción para continuarla o refinarla. De espectadores a actores En la Mesa Interreligiosa del Conurbano Norte hemos adoptado un isotipo que simboliza el cruce dramático e irreversible de la raya que separa a los espectadores de los actores, los que opinan de los que hacen. Cansados de las tres primeras actitudes en nuestras comunidades de fe, hemos decidido hacer algo. No hay escasez de denuncias privadas, en nuestros cultos y ante la sociedad de lo mal que está todo (QB), y sin duda cumplen a veces la función de aportar una mirada distinta y enriquecedora de la realidad. Tampoco escasean las sugerencias de que, aparte de las denuncias, es necesario “hacer algo” para revertir la situación calamitosa de la sociedad (HH), pero esto generalmente termina en un “pelotazo a dividir” en la otra cancha, para que lo reciban los que quieran involucrarse. Últimamente, cada vez más creyentes están diciendo que van a hacer algo (VH), con la secreta esperanza de que una voz o alguien enviado del cielo los convoque, evitándose de esa forma la difícil tarea de decidir arriesgarse por su cuenta. El isotipo muestra varios círculos (creyentes) que han cruzado la raya creando un camino abierto para que otros creyentes asuman la postura de mayor compromiso, “hice esto” (HE), con los riesgos y dolores de cabeza inherentes a todo trabajo con personas. Si bien nos unen los mismos principios generales de la ética, la república y la distribución del ingreso, y el convencimiento de que los creyentes tenemos mucho que aportar y mucho que aprender en la política, hay un arduo trabajo por delante en la conciliación de diferencias de implementación de esos principios, entre los creyentes y de los creyentes con los que no creen. Pero si creíamos que valía la pena antes de cruzar la raya, ahora estamos convencidos de que no nos equivocamos. Invitamos a muchos creyentes y no creyentes a pasar de decir “¡Qué barbaridad!” a “Hice esto” o, mejor aún: “Hicimos esto”. Alejandro Field Octubre 2008