ENSAYO-DELITO POLÍTICO

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El delito político y las paradojas del pensamiento
uribista
Por Jorge Burgos garcía
09-11-08
La figura jurídica del delito político ha sido objeto en los últimos años en Colombia de un
profundo y necesario debate debido en lo fundamental, a 2 elementos claramente
concatenados: en primer lugar, la degradación evolutiva del conflicto armado interno
colombiano en el decurso del tiempo; y en segundo lugar, la insistencia del gobierno
Uribe en que debe ser eliminado del orden jurídico nacional. Semejante controversia, es
inevitable por cuanto que por delito político se entiende palabras más, palabras menos,
aquel tipo de crimen en el que se atenta contra la organización y funciones del Estado y
los derechos que en efecto, deben favorecer al ciudadano.
Ante manifiesta “vaguedad” en la definición, es lógico que se ofrezcan multiplicidad de
interpretaciones, más aún en Colombia, que carga a sus espaldas el lastre de una
confrontación armada indeterminada, a la que espera ponérsele coto pronto. En esto
último existe consenso absoluto. El dilema surge es, alrededor de que vías jurídicopolíticas conviene poner en marcha en pos de conseguir tan anhelado objetivo. El
asunto a resolver merece un análisis concienzudo, para ello, partiré sintetizando lo que
a mi juicio, propone abigarradamente el ejecutivo: en medio de un mar de
incongruencias políticas y morales el gobierno actual pretende generar a como de lugar,
un espacio jurídico que invalide el delito político, sin que ello implique la no concesión
de rebaja de penas a los miembros de grupos insurgentes que cooperen con la
desestructuración de las organizaciones a las que pertenecieron.
Revisemos la misma versión en palabras de una voz oficial, la del alto comisionado
para la paz Luis Carlos Restrepo:
En otras palabras, el delito político -en sus diversas modalidades de sedición, rebelión,
asonada, conspiración o concierto para delinquir- se reduce al intento por suplantar o
derrocar la autoridad legítima... Ni la Constitución ni la ley dicen con claridad en que consiste
tal delito...Es hora de consignar con precisión en la ley lo que entendemos por delito político...
Quedaría así en firme que sólo podemos conceder perdón judicial a guerrilleros o miembros de
autodefensas responsables de pertenencia al grupo armado ilegal, porte ilegal de armas y uso
de prendas privativas de las Fuerzas Armadas...aclaremos que el concierto para delinquir es
una asociación para delinquir con el propósito de derrocar al Estado en el caso de la guerrilla o
suplantarlo en el caso de las autodefensas"… Estamos dispuestos a perdonar el delito de
concierto para delinquir. Es decir, la pertenencia al grupo. Pero si esa persona que perteneció
al grupo, cometió algún homicidio, un robo a un banco u otro tipo de delito, tendrá que
someterse a los jueces y en caso de que haya contribuido con la paz nacional, podrá
recibir los beneficios de la ley de Justicia y Paz1.
1
RESTREPO, Luis Carlos. Redefinir el delito político. Disponible en
www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/noticias/2005/marzo/mar_28_05d.htm. También es importante para una
mayor ilustración de la tesis gubernamental leer el discurso dado por Restrepo en el senado colombiano, disponible
en www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/noticias/2005/mayo/may_18_05b.htm
Debo decir que, a pesar de la andanada de críticas que se le han venido al gobierno en
razón de esta controvertida salida jurídica, el planteamiento no es del todo
descabellado, toda vez que en el fondo, lo que pretende el gobierno es que NO se siga
considerando el delito político como un delito altruista, sin que pierdan ciertas
prerrogativas penales los actores insurgentes del conflicto que abandonen las armas.
Ahora bien, es claro que ni los ataques frontales a la corte suprema de justicia (por
demás deplorables), ni la insistencia en catalogar como terroristas a los guerrilleros
ayudan en lo absoluto. Más bien, evidencian notorias contradicciones en el discurso
oficial, como bien le hicieron saber al gobierno en la reunión sostenida a nivel
continental en los días posteriores al ataque del 1 de marzo, cuando en su declaración
final no se aceptó el calificativo de terroristas sino el de insurgentes a los miembros de
las FARC.
De otra parte, a propósito de la operación del 1 de marzo, en la que se dio de baja a
Raul Reyes, incurrió al poco tiempo el gobierno en una nueva incongruencia, al
considerar injustificable el asilo2 otorgado a las dos guerrilleras colombianas que
sobrevivieron a la ofensiva en territorio ecuatoriano. Pues supone un desconocimiento
elemental –e inconcebible- de la normatividad preexistente sobre el asilo político, ya
que el Estado asilante, conforme lo establecido en las convenciones de Montevideo
(1933) y Caracas (1954) es quien tiene la potestad absoluta de calificar el carácter de
delincuente político de quien o quienes le soliciten protección en su territorio.
De ahí se deriva el hecho que a Hernán Estrada, procurador general de Nicaragua,
haya podido sin mayores problemas, justificar ante la asamblea general de su país el
pasado mes de junio la legalidad del asilo político otorgado a las guerrilleras
colombianas Martha Pérez Gutiérrez y Doris Bohórquez Torrez. Manifestó entre otras
cosas argumentos irrebatibles como los siguientes:
El Estado nicaragüense, consideró en su oportunidad, que las ciudadanas colombianas eran
perseguidas políticas y que por lo tanto, no podían volver a su país... En materia de la
Convención de Asilo Territorial es clara al señalar que todo Estado tiene el derecho, en
ejercicio de su soberanía, a admitir dentro de su territorio a las personas que juzgue
conveniente, sin que por el ejercicio de este derecho, ningún otro Estado pueda hacer
reclamo alguno... Nicaragua estimó que las ciudadanas colombianas no estaban siendo
procesadas por ningún delito común al momento en que ellas, voluntariamente, solicitaron el
asilo político, el que posteriormente les fue concedido, toda vez que a ellas se les concedió el
salvoconducto para salir de Ecuador3.
Desafortunadamente corresponde decir que las mencionadas hasta el momento, no
2
Es de aclarar que se refiere estrictamente hablando a la figura jurídica a través de la cual un Estado
concede protección en su territorio a un delincuente político debido a la persecución de otro Estado.
Además es importante añadir como bien sustenta Raul Chavarri Porpeta en su texto el derecho de
asilo político en Hispanoamérica: la institución del asilo es una de las principales aportaciones
que Iberoamérica ha hecho al Derecho internacional...En realidad, esta plenitud hispanoamericana de
la institución se debe a la inestabilidad de los Gobiernos y a la proliferación y frecuencia de los golpes
militares. Disponible en dialnet.unirioja.es/servtlet/articulo?codigo=2129405
3
Puede consultarse la defensa completa del
www.radiolaprimerisima.com/noticias/general/30865
asilo
político
efectuada
por
Estrada
en
son ni mucho menos, las únicas “pifias” cometidas por el actual gobierno; vale la pena
traer a colación una más, la que justamente generó el asilo político de las citadas
guerrilleras a Nicaragua: la clandestina operación del 1 de marzo. En principio, el
gobierno en cabeza del presidente, explicó que en ningún momento se violó la
soberanía ecuatoriana. A los pocos días –como se estila por parte del ejecutivo- se
reconoció que si hubo una incursión en territorio del país vecino por parte del ejército
nacional. Luego de ello, procedió a ofrecer mil disculpas el presidente Uribe en la
reunión del grupo de Río celebrada el 7 de marzo en República Dominicana. En la
declaración final de esta cumbre, se rechazó de manera unánime la "violación a la
integridad territorial de Ecuador” y se reiteró que se debe mantener –a pesar de lo
hecho por Colombia- el precepto de "no ocupación militar directa o indirecta, cualquiera
que sea el motivo, aun de manera temporaria". Finalmente en ella, los mandatarios
asistentes expresaron su satisfacción por el compromiso asumido por el gobierno
nacional "de que estos hechos no se repetirán bajo ninguna circunstancia".
Visto así el panorama, es apenas obvio que el presidente Uribe y su equipo de
asesores parecieran no tener las cosas no muy claras del todo. Lo más censurable en
todo esto, más allá del reclamo injustificado a Nicaragua por lo del asilo y la profanación
del sagrado orden jurídico internacional con la operación del 1 de marzo, es lo relativo a
la discusión sobre la vigencia del delito político.
A mi entender, el más craso error, es haber adelantado un proceso de paz con uno de
los actores insurgentes del conflicto, en este caso las AUC, sin haber fijado previamente
la ley bajo la cual se dirimirían las dificultades eventuales que entrañaría un proceso de
esta naturaleza. No se hizo así, la ley de justicia y paz se expidió con un proceso de
negociación bastante adelantado, y las trabas jurídicas –legítimamente interpuestaspor la corte suprema de justicia, aunado a la insistencia de Uribe en extinguir el delito
político –con argumentos igualmente válidos- y sus incoherencias discursivas y
prácticas han sembrado el estado de incertidumbre jurídico-político en el que se halla
confinado actualmente el Estado colombiano.
Por último, visualizar y dar a conocer a la opinión pública, los principios políticos por los
que se rige el actual mandatario es parte de mi oficio –pues sus contradicciones de
algún modo deben tener algún cimiento ideológico-. Y de hecho, buena parte de esos
cimientos, se hallan en la inmortal obra El Príncipe. Obra en la que Nicolás Maquiavelo
describe de manera esclarecedora, la necesidad que tiene un gobernante de ser audaz,
de tener capacidad para disimular algún juego y (sobre todo) soltura para desprenderse
de los escrúpulos de la moral corriente si así lo exige el fin que quiere alcanzar. A lo que
se añade, como bien lo enfatiza el profesor Pinilla en su reciente manual de historia
política:
Un recurso perenne externo, la fortuna, la suerte, a la cual Maquiavelo le dedica todo el
capítulo XXV, y de la cual dice rige el 50% de nuestras acciones...”Cuando un príncipe dotado
de prudencia ve que la fidelidad en las promesas se convierte en perjuicio suyo y que las
ocasiones que le determinaron a hacerlas no existen ya, no puede y aun no debe guardarlas, a
no ser que el consienta en perderse”4
4
PINILLA PINILLA Luís. El devenir de las ideas políticas. Fondo de publicaciones de la universidad
Sergio arboleda. Bogotá. 2008. Pág. 57-58
Recuérdese que el gran botín en la operación del 1 de marzo, más que la muerte de
Reyes, fue haber hallado su “computador” intacto...con el que mantiene en jaque a sus
incómodos vecinos. Así que, a la luz de los hechos, el príncipe colombiano, más que
ceñido a los principios montesquianos o Beccarianos, lo está a los del inmortal autor
renacentista; en definitiva, como lo recuerda con frecuencia el doctor Cesar Torres Del
Río en sus cátedras: “no hay nada más actual que la Historia”…
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