chantal mouffe, autora de “en torno a lo politico”

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Partes de la Guerra Social (PGS) nº 16
La AnTagonía, es AnTagónica a la Agonía:
CHANTAL MOUFFE, ó la agonía socialdemócrata
Los PGS son esbozos que terminan alimentando otros materiales del colectivo.
Son fragmentos, Partes sobre la Guerra Social entre el capital y el trabajo.
Ataques de la multitud a la economía política mercantil y a sus sirvientes.
Fragmentos que pueden ser tomados y recombinados por cada uno y una, y ser usados
para fabricar colectivamente la crítica a la sociedad Capital-Parlamentarista
CHANTAL MOUFFE, AUTORA DE “EN TORNO A LO POLITICO”
http://www.pagina12.com.ar/diario/reportajes/index-2007-07-29.html
Nota: lo destacado corre por cuenta del Colectivo NPH
Las razones del discurso de derecha
La palabra “orden” es la más transitada por los demagogos de la derecha, aquí y en el mundo. La socióloga
belga, marxista crítica y estudiosa de los nuevos modelos de la democracia, explica qué idea de sociedad
se esconde atrás de esta manía: un modelo de enfrentamiento y antagonismo.
Por Carolina Keves
Un mundo globalizado, sin izquierdas ni derechas, donde la democracia no escapa de una visión
gerencial y es la mejor herramienta de una utopía que no acepta conflictos y en la
que el discurso del orden es el más vendido por los demagogos. Si hay una
imagen que Chantal Mouffe desmitifica es ésa. En su nuevo libro, En torno a lo
político (Fondo de Cultura Económica), la politóloga belga que vino a Buenos
Aires a un seminario de la Escuela de Posgrado de la Universidad Nacional de San
Martín intenta despabilar esta visión “pospolítica” reivindicando el lugar del
conflicto en la complejidad de lo social. Así retoma las ideas de Carl Schmitt y
repite la mirada crítica de veinte años atrás, cuando escribió con Ernesto Laclau
Hegemonía y estrategia socialista. Fue un intento por sacar del letargo al
marxismo cuestionando la idea de lucha de clases en una realidad que parecía ir
en sentido contrario. Hoy no duda en afirmar que tenían razón. En un mundo
unipolar, la opción no está en manos de un proletariado con límites ya difusos sino en la articulación
de un proyecto de diversas voces, en un sistema que reivindique la confrontación y el adversario, en
una democracia agonista.
–En su libro apunta contra los que definen la política como buena administración.
–Es que sigue vigente esta visión extremadamente racionalista de lo político, según la cual en la vida política
se pueden solucionar los conflictos de forma que nadie pierda. Yo critico esta visión porque me parece que
deja de lado algo que considero central en la política, que es el papel de las pasiones y de las
confrontaciones. Lo que define lo político es la confrontación. En todo sistema surgen conflictos y hay
confrontación porque hay un “otro” que siempre queda excluido. Lo que sucede a veces es que el
sistema no puede ofrecer una solución racional y deviene en lo que yo llamo un antagonismo. Son
conflictos que pueden poner en cuestión la existencia de la democracia porque manifiestan una forma
amigo/enemigo, que no acepta ningún diálogo y sólo plantea su eliminación.
–Su visión de la política les resulta antidemocrática a algunos...
–Pero no es lo que yo planteo. Para los liberales “conflicto” es una mala palabra. Niegan todo el tiempo
su existencia. Para mí hay que reconocer su posibilidad de emergencia y tratar de ver cómo se puede evitar
que lo haga bajo la forma amigo/enemigo. En este punto, yo propongo el modelo de una democracia
agonista, en donde el conflicto de intereses no se plantea ya en términos de amigo/enemigo sino de
adversarios. Esto implica que un partido o un representante acepten que las demandas o la solución que
proponen sus oponentes son legítimas. Es justamente lo contrario a lo que sucede cuando la política se
plantea en el discurso moral. En un registro moral la política pasa a ser una lucha entre el bien y el mal. El
“otro” nuevamente aparece como el enemigo, aquello que debe ser erradicado.
–Ubicar a ese otro en el pasado, ¿responde a la misma estrategia? ¿Puede entenderse como una
forma de deslegitimación al negarlo como posibilidad en el presente?
–Depende de cómo se realice la construcción en el discurso. También se puede perfectamente construir el
“otro” en el pasado como un adversario. El componente temporal a ese nivel no creo que sea tan importante.
Lo importante aquí es entender que siempre va a haber conflicto, siempre va a haber un “otro”. Lo que definirá
la forma del espacio político es cómo se reconoce a ese “otro”. La política no pasa por destruir al oponente
sino por seguir luchando y confrontando. De eso se trata la lucha hegemónica, de tratar de convencer
a la mayoría de la población de que el proyecto de uno es el que debe ser adoptado. Lo que intenta la
tendencia pospolítica es negar esa confrontación, asegurando, por ejemplo, que las categorías de izquierda y
derecha han sido superadas, que son obsoletas.
–¿Eso es peligroso?
–Es una de las críticas que le formulo a Ulrich Beck. El plantea que el sistema de adversarios ha sido
superado y celebra el avance al centro como un progreso de la democracia. Pero si uno observa, la realidad
muestra otras cosas. Ese consenso al centro ha tenido como consecuencia la emergencia de otras
identidades colectivas y ofrece varios peligros. Hoy la política democrática tradicional no puede salir de los
límites del centro. Los programas de centroizquierda y centroderecha prácticamente no ofrecen
diferencias. Y esto crea el terreno para que demagogos de derecha vengan a decir que hay alternativas, dan
la ilusión de cambio.
–Aquí se escucha mucho decir que “Tal es el único que tiene propuestas”.
–Hay que reconocerles a los populismos de derecha que conocen la importancia de la dimensión
afectiva. Volviendo a Beck, él plantea que la gente piensa en función de sus problemas y habla de lo que
denomina como la “subpolítica”. Plantea la desaparición de los partidos, los sindicatos, etc., porque la
gente ya no se reconoce más en esos colectivos. Eso me parece que es absolutamente falso. La gente
sigue teniendo necesidad de pertenecer a un grupo e identificarse con algo.
–¿Los políticos están dejando de lado las pasiones?
–Lamentablemente los partidos de izquierda más tradicionales temen mucho esta dimensión y la identifican
con la germinación de los grandes totalitarismos. Pero las pasiones pueden ser movilizadas de manera
que también sean productivas. Es importante que los partidos progresistas tomen en serio la dimensión
afectiva para no dejarle libre el terreno al oportunismo de derecha.
–También hay ejemplos de izquierda. Observemos el caso de Hugo Chávez.
–Pero hay una diferencia entre los populismos de derecha y de izquierda. Es cierto que comparten un
elemento. Ambos crean una identificación en torno del pueblo. Eso no me parece mal. Es una dimensión
inherente a todo proceso democrático, porque ¿realmente qué es la democracia sino el poder del pueblo?
La diferencia pasa por lo que cada uno entiende o define por pueblo. El discurso de Chávez es un discurso
que se dirige a las clases populares excluidas. El pueblo aparece como entidad inclusiva. En el caso de la
derecha, tiene un fuerte componente de exclusión. Observemos lo que pasa con Jean-Marie Le Pen en
Francia. En su discurso, el pueblo sólo incluye a los franceses, identificados en su oposición a esos
tres millones de inmigrantes. Pero, sobre lo que quiero insistir es en la amenaza que ofrece esta
concepción de que la izquierda y la derecha ya no existen. En un marco donde todo es centro, si entre los
partidos tradicionales no hay diferencia, no ofrecen una alternativa radicalmente distinta, no debe
llamar la atención que la gente se pregunte para qué va a votar.
–En el libro, usted plantea una revisión crítica de la obra de Carl Schmitt, lo que puede resultar algo
provocador.
–Si lo dice por el compromiso de Schmitt con el nazismo, le repito lo que planteo en el libro. Pienso que
debe ser la fuerza intelectual de un teórico y no su cualidad moral el criterio al momento de decidir si
uno puede abordar determinada teoría. Ahora bien, coincido con él en que nunca puede haber
consenso sin exclusión porque, como dije, un “nosotros” siempre necesita de un “otro”. Pero disiento
en muchos otros aspectos. Más bien lo que planteo en el libro es pensar a Schmitt en contra de Schmitt. Su
crítica al liberalismo es completamente pertinente. Estoy de acuerdo en que el liberalismo reduce la
política a un consensualismo individualista. En donde me alejo es cuando concluye que siempre las
relaciones en política se van a plantear en términos de amigo/enemigo. Mi intención es mostrar que hay
otra manera en que se puede poner en escena el antagonismo, que es el agonismo. Este modelo lo
propongo como alternativa a los dos que hoy son dominantes en la teoría política. Me refiero a la teoría
agregativa, que considera que en el campo de la vida democrática uno tiene actores individuales que sólo se
mueven en función de sus intereses propios y que la función del sistema se limita a encontrar maneras de
negociar entre esos intereses. Y el modelo deliberativo de Habermas, según el cual lo central en la
democracia es la deliberación, en donde todo el mundo puede participar y se puede llegar a un acuerdo
racional, en función del bien común. Según mi opinión, todas estas concepciones se olvidan de un elemento
central: los conflictos. Las democracias deben aceptar dichos conflictos y promover los canales para
que las resistencias puedan expresarse bajo formas legítimas. De esa forma se evita la posibilidad de
que exploten de otra manera, una manera extremadamente violenta.
–¿Es lo que pasa con el terrorismo?
–El terrorismo es un caso de lo que sucede internacionalmente. Mi argumento es que cuando no hay
posibilidad para que los conflictos se expresen en forma agonista, emergen de una manera
antagonista. Vivimos en un mundo unipolar, con un centro de poder que es Estados Unidos. No hay
posibilidad de disentir con eso a través de canales legítimos.
–Se trata de algo que usted viene planteando hace tiempo.
–Hace veinte años planteamos con Ernesto Laclau la necesidad de un proyecto de democracia radical
y plural. Esto suponía la necesidad de que los movimientos de izquierda realizaran una revisión y
atendieran la complejidad que estaba asumiendo el escenario político para convertirse en una alternativa
creíble frente al neoliberalismo. Dicha construcción implicaba crear una cadena de equivalencias entre
demandas de distinta naturaleza y ya no de clase. Implicaba un proyecto político en donde se articularan
las demandas de los campesinos, de los obreros, de las feministas, es decir reclamos heterogéneos de
diversos sectores.
–Pero cuando explica el ascen-so de Haider en Austria cita como factor la coalición entre
conservadores y socialistas. Este tipo de articulaciones, ¿no es a veces perjudicial para la vida
democrática?
–Hay que entender que en Austria no había una articulación en el sentido en que nosotros lo entendemos.
Más bien la coalición entre el Partido del Pueblo y el Partido Socialista fue un acuerdo político para
dividirse los puestos de gobierno. Así, la gente empezó a tener demandas que nadie atendía. Acotado el
universo de elección, aparece Haider, un político que empieza a responder a reclamos de naturaleza
completamente diferente. Por un lado, se acerca a los yuppies. Por el otro, a los obreros, que no se sentían
representados por el partido socialdemócrata en tanto pertenecían a los sectores más tradicionales de
la industria en vías de extinción.
La AnTagonía, es AnTagónica a la Agonía:
“El hombre que no ha experimentado la angustia de la muerte no sabe que el Mundo natural dado le es
hostil, que tiende a matarlo, a destruirlo, que no se dan allí las condiciones esenciales que puedan
satisfacerlo realmente. Ese hombre sigue siendo pues, en el fondo, solidario con el Mundo dado. Querrá a lo
sumo “reformarlo”, es decir, cambiar los detalles, hacer transformaciones particulares sin modificar sus
caracteres esenciales. Ese hombre actuará como reformista “hábil”, es decir, como conformista, pero jamás
como revolucionario verdadero. Pero, el Mundo dado donde vive pertenece al Amo (humano o divino), y en
ese Mundo es necesariamente Esclavo. No es pues la reforma sino la supresión “dialéctica”, vale decir
revolucionaria del Mundo, la que puede liberarlo, y por consiguiente, satisfacerlo. Pero esa transformación
revolucionaria del mundo presupone la “negación”, la no aceptación del Mundo dado en su conjunto.”
Alexander Kojève, La dialéctica del Amo y del Esclavo en Hegel.
“El socialismo burgués o conservador:
Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración
de la sociedad burguesa.
Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la
situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de
animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de
toda laya. Pero, además, de este socialismo burgués han salido verdaderos sistemas doctrinales”.
Engels y Marx, Manifiesto del partido comunista.
0.1.- La simulación es la coartada entre la verdad y la mentira::
“1) Hay 10 millones de pobres, y de ellos, 3.4 millones son indigentes. Los pobres solo pueden comprar el
58.4% de la canasta básica alimentaria; y los indigentes, ni eso, apenas llegan a poco más de la mitad, el
57%. 2) El secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, la directora del INDEK Ana Edwin y la
interventora del IPC Beatriz Paglieri, han violado el secreto estadístico. Hay un sistema paralelo al oficial
con información mentirosa, hay programas simuladores para fijar como verdadero el Indice de Precios al
Consumidor (IPC), desde enero a junio de 2007”.
1) Encuesta Permanente de Hogares (EPH), INDEC, 2º semestre de 2006, antes de ser el INDEK. 2)
Carlos Stornelli, dictamen del Fiscal, 2/8/07.
“En América Latina: 1) El 48 por ciento vive en la pobreza, vale decir, 192 millones de personas están en la
miseria. De ellos, 100 millones, es decir el 25 por ciento, son indigentes. 2) Es la región más desigual del
planeta. En promedio, el 10 % más rico de la población gana 30 veces más que el 10 % más pobre. 3) Tiene la
mayor tasa de homicidios dolosos del mundo y el 55 por ciento de los presos no tiene una condena firme. 4)
El 65 por ciento cree que los gobernantes mienten para ganar las elecciones. 5) El 60 % de los políticos alega
que los partidos no cumplen sus funciones”.
Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD), La Democracia en América Latina, 4/2004.
Chantal Mouffe es autora
de “El retorno de ‘lo’ Político”. En cambio, de lo que se trata, es
de “El Retorno de ‘la’ Política”. Lo de “la”, política; o “lo” político, no resulta antojadizo. La
política remite al colectivo social antagonista. Por el contrario, Lo político, al estado consensual
agonista.
Chantal Mouffe trabaja junto con el argentino Ernesto Laclau
y son coautores de un texto clásico del pensamiento
socialdemócrata: “Hegemonía y estrategia socialista”. Ambos,
son de lo más radical del pensamiento socialista burgués.
Verdaderos progresistas, no el mamarracho que conocemos en la
Argentina.
Con respecto a la “afectividad” de la política y el retorno de
“Carl Schmitt”, nos permitimos recordar lo que escribimos el 22
de julio, al comienzo del trabajo: Cri$Tina Fernández: La
KandidaTa de Das KapiTaL: “El poder de la Nueva Clase (NC)
nace de la manipulación de las pasiones de las masas. En
cambio, la multitud, es la organización del poder de las pasiones
contra la NC. La pasión que manosea la NC, es la esperanza
irrealizable de un capitalismo humanizado. Esa no es una esperanza, sino una mera ilusión
irrealizable. Cuatro años de gobierno kirchnerista con la más alta desigualdad social de la
historia Argentina, así lo demuestra”.
Bajo un record de abstención, como en Europa y Estados Unidos, La NC argenta está
decidida a continuar gobernando con los que los voten. Por eso su imaginario y simbolismo sólo
sintoniza con el ciudadano colonizado por The Matrix. La NC, ya asumió vivir bajo una crisis de
hegemonía permanente. Y el estado de derecho constitucional, es en realidad, el estado de
excepción Schmittiano. Es decir, Hobbes+Bentham+Giuliani.
Ahora bien, no hace falta remitirse a los mejores escribas del nazismo para coincidir con la
crítica radical a la democracia burguesa. En esto, le precedieron todos los clásicos del
pensamiento revolucionario de izquierdas; y todos los movimientos, partidos e intelectuales que
le sucedieron. Por más marxismo “crítico” que se haga gala, la destrucción del estado, la
abolición de las relaciones sociales de producción mercantiles, la desaparición de la división
entre dirigentes y dirigidos, NC y votantes, maestros y alumnos, patrones y empleados,
gobierno y autogobierno; no está en duda, para ninguna práctica, imaginario y filosofía que se
reclame marxista o anarquista. Las progresistas como Chantal Mouffe tienen todo el derecho a
ser tales, pero no a vender espejitos de colores insultando las luchas y la inteligencia desde, por
lo menos, La Comuna de París hasta el presente.
Chantal Mouffe no coincide con el diagnóstico de Ulrich Beck y dice “La desaparición de
los partidos, los sindicatos, etc., porque la gente ya no se reconoce más en esos
colectivos. Eso me parece que es absolutamente falso”. Grave error de Chantal Mouffe. La
multitud no está haciendo una Subpolítica como dice Beck, sino una Pospolítica partidaria,
sindical y estatal. Los partidos a nivel universal están en su peor crisis. En Francia en las últimas
elecciones municipales la abstención superó el 40% y la sindicalización en todo el planeta es la
más baja de todos los tiempos.
En Argentina, el peronismo vuelve a llevar más de una lista para las próximas elecciones
presidenciales, a lo que ahora se sumó el radicalismo con idéntico síndrome. La izquierda
partidaria fue dividida en siete listas para los comicios a jefe de gobierno porteño y no para de
caer desde el 2001. Hay infinitamente más anticapitalistas fuera de los partidos y
sindicatos que dentro de ellos. El 80 por ciento de la fuerza de trabajo Argentina no está
representado por la CGT. La derecha de Macri sólo representa tres votos de cada diez posibles, y
Sobisch no deja de ser un dirigente local de Neuquén. Que aparezcan en los medios no es
garantía de nada. Ahí está el ejemplo de Raúl Castells, que sacó 2.944 votos sobre 2.573.732
posibles en las elecciones porteñas. Creyendo que porque su compañera “Nina” Peloso bailaba
en el caño de Tinelli, y tomando por estúpida a la multitud, iba a poder trocar apoyo electoral
por minutos en el aire de la Telebasura.
0.2- La Simulocracia es el atajo entre el Capital-Parlamentarismo y el Estado de
emergencia::
“Hay corrupción política cuando bienes públicos se rigen por la tasa de ganancia de las empresas”.
Sergio Acevedo, ex gobernador kirchnerista de Santa Cruz; ex jefe de la SIDE (Secretaría de Inteligencia
Del Estado) de Kirchner, 2/8/07.
“Que se organicen como asamblea (.) Eso es importante, ir trabajando en red, poder ir difundiendo y
formando asambleas que vayan apuntalando el trabajo. (.) En caso de emergencia (.) usamos los celulares,
mensajitos de texto. (.) Para otro tipo de comunicación (.) usamos internet, sobre todo para conectarnos
con la gente de otras asambleas (.) Después, los diarios y las radios para hacer conocer al resto de la
comunidad. (.) A veces cuando hay que tomar medidas muy extremas, de arriesgar mucho, somos nosotras
las que las proponemos, somos un poco las que llevamos las banderas de la lucha, y tenemos hombres que
respetan y nos acompañan, y no discriminan, y eso es muy importante, el tema de la horizontalidad que se
da en las asambleas y la igualdad, tener muy en cuenta nuestras opiniones. Cuando un pueblo se organiza,
aunque seamos pocos los que estamos activamente trabajando, y muchos lo hacen de una forma más pasiva,
yo creo que estamos demostrando (.) que se está visibilizando un cambio sociocultural que se va a traducir,
sin dudas, en cambios políticos. Estamos luchando contra una explotación minera, pero yo creo que esto a la
larga va a producir un cambio en el modo de pensar de la sociedad, y eso se va a reflejar en todos los
ámbitos. Más allá de los resultados, es la semilla que vamos a dejar plantada”.
Coordinadora de Asambleas Ciudadanas por la Vida de Chilecito, Gabriela Romano, 23/7/07.
La Simulocracia como forma
del gobierno de la vida, como
biopoder posmoderno, es eso, una
simulación de representación y
liderazgo, no consenso efectivo y
cheque
en
blanco.
Que
el
Kirchnerismo no pueda tolerar una
conferencia de prensa de los
periodistas de la mass media, que
no son ningunos John Reed, es
todo un síntoma de la endeblez de
su poder. La Simulocracia es la
política
para
el
hommo
Tecnologicus.
Las
y
los
gobernantes y los candidatos, las
plumas de los Media críticos y los
parlamentarios, los académicos y
jueces “Pro”-gres; se muestran
pero no se los discute, se los
consume pero no se los critica, se exhiben pero no se toca, se ofrecen pero no se alcanzan.
Hommo histericus narcissus. La nueva tipología económica, social, psicológica y política del
postfordismo.
Hommo narcissus: Sean los encuestadores del parnaso del chupete electrónico halagados
por los comunicadores de los multimedia; los políticos profesionales o intelectuales que debaten
contra el espejo; los artistas bufones del poder y los dirigentes de los organismos de los
Derechos Humanos que bajan todas sus defensas cuando los elogian; los sindicalistas vanidosos
porque se sientan a la mesa de la burguesía y los periodistas que entrevistan siempre a los
mismos, dándose mutuamente la razón como buenos seres agonistas, pero, “vade retro”, nunca
jamás, antagonistas.
Chantal Mouffe va en línea con Kristina como “clase” política, por eso la exhuma
Página12 y la trae la Academia del mandarinato. Los cuatro, integran la Nueva Clase
Cultural, de ‘lo’ político agonista y estatal. Y como clase capitalista tienen intereses muy
concretos en que el capitalismo no desaparezca. Porque con él se terminan sus privilegios de
clase: los que ordenan y los que obedecen, los emisores y los receptores, los que piensan y los
que hacen.
Su quimérica propuesta trata de querer encauzar el conflicto en el estado. Como si
este fuera un “locus” (lugar) neutro. En buen romance: Hacer del político gerente del capital un
bombero para que no se incendie la sociedad mercantil. Chantal Mouffe no es ninguna ingenua:
ataca la antagonía social, porque en ella está el filo de la lucha de clases de la multitud contra el
capital. Quiere impugnar el concepto amigo-enemigo, porque corporiza el amor y el odio como
pasiones políticas. Por cierto, amor entre los luchadores antagonistas y odio contra los
explotadores agonistas.
Agonista viene del griego, de Agon, luchar; Agonista: luchador. En cambio, Anta-gonista,
se desprende de Anti = enemigo, agonos = lucha. Lucha entre enemigos, enemigos en lucha;
pero no cualquier adversario, sino enemigos Antagonistas. La Anta-gonía es la lucha de los
contrarios, no el mero combate. Es el conflicto entre opuestos irreductibles, estratégicamente
irreconciliables, por lo tanto, enemigos Anta-Gonistas.
Una política agonista no supera el imaginario burgués, que reconoce las luchas pero para
integrarlas al sistema. En cambio, las prácticas e ideas antagonistas buscan destruir lo que
impide su victoria, busca la eliminación de su enemigo social antagónico. Por eso la lucha de la
Multitud contra el Capital, la Asamblea versus el Estado, son luchas antagónicas, no agonistas.
Van más allá del capital, más allá del estado de partidos y sindicatos, van más allá de la agonía.
El combate por la hegemonía agonista de Chantal Mouffe, busca hacer a-gonizar al
contrario, sin eliminarlo. Lo desarma sin destruirlo totalmente. Porque ya sabemos, el capital no
puede terminar con el trabajo del que vive. En cambio, la lucha del trabajo es antagónica, no
puede permitirse sólo debilitar al capital (las reformas), no alcanza con hacerlo agonizar (QSVT),
sino que tiene que destruirlo (la revolución) y enterrarlo (Echarlos a Todos).
La lucha “por la hegemonía”, una matriz político-cultural de corte gramsciano, plantea la
construcción de los bandos enemigos, no su indiferenciación. El enemigo se alía a un adversario
táctico, pero lo tiene siempre en la mira subsumido como enemigo estratégico. La lucha por la
hegemonía de la multitud -como concepto de clase de los que viven de su trabajo-, es
antagónica al capital que vive de ella. Es un combate agónico, a muerte, en el sentido más
fuerte del término. Una disputa irreductible, no dialectizable por el Estado, la Nueva Clase y el
Capital; es decir, no constituye meramente un enfrentamiento agonista. No hay síntesis entre
agonismo y antagonismo. Como no la hay entre reforma y revolución. Para revolucionar la
forma en que se reproduce la vida bajo el capitalismo, la lucha entre agonismo y antagonismo es
una guerra antagónica. Así que en esto, Chantal Mouffe, “trafica” ideológicamente con las
enseñanzas de Antonio Gramsci.
En relación a Jean-Marie Le Pen, Chantal Mouffe, atrasa. El mito de abrazarse al
progresismo, al centro indiferenciado, donde pueden convivir Macri y Kirchner, “porque sino se
viene el fascismo”, es una trampa que ya conocemos y que solo sirve para perpetuar al
progresismo de derecha y a la derecha progresista, o sea, al neoliberalismo por otros medios.
Además, en la última elección en Francia, Le Pen tuvo un fracaso absoluto.
Cita de Wikipedia: Le Pen se presentó a las elecciones presidenciales francesas en 1974,
1988, 1995 con mediocres resultados, sin embargo en las elecciones del año 2002, Le Pen
obtuvo 16,86% de los votos en la primera ronda. Fueron suficientes para acceder a la segunda
vuelta, por el pobre resultado del candidato socialista, Lionel Jospin (ex-primer ministro) y la
fragmentación del voto entre otros quince candidatos, perdió ante Chirac. En las elecciones el
año 2007 se volvió a postular a la presidencia, aunque en esta ocasión quedó de cuarto lugar
con algo más del 10% de los votos.
No alcanza para que haya postfascismo con candidatos totalitarios. No hay posfascismo sin
masas posfascistas. Y en esto, el fascismo del Siglo XXI no avanzó un ápice en comparación al
fascismo de los años ’20 y ’30 del siglo XX.
El fascismo es el fordismo al cuadrado, pleno empleo, adoración al trabajo y al estado. El
fascismo es un régimen político, una ideología, pero sobre todas las cosas una relación libinidal
entre un líder sádico y masas masoquistas.
En la era posmoderna de la individuación narcisista, el giro psicológico capitalista de la
singularidad Deleuziana, la multitud no reverencia a nadie. No hay fascismo donde hay cinismo.
Y hoy el escepticismo atenta contra el principio cultural rector de todo totalitarismo: la creencia,
el compromiso, la completa sumisión, la despersonalización, la masificación, la
desingularización, que enviste de poder al Führer como relación psicológica, construye política y
disciplina lo social.
Singularidad y Multitud son sinónimo de lo común, lo cooperante, lo político extra estatal;
aún con todas sus ambivalencias. La multitud es irreductible a la des-individuación y
masificación típicamente fordista. Las propias bases materiales del capitalismo, la tendencia
hacia la subsunción real de la sociedad en el capital, el trabajo muerto y el general intellect, el
teletrabajo que en la Argentina ya exprime a 620.000 proletarios no asalariados, el
Excedentariado y el Precariado, la pobreza con empleo y el trabajo negado, son la muralla
objetiva a la imposibilidad subjetiva del fascismo clásico.
Las centrales sindicales como la CGT, apenas si puede canalizar al 18.6% de toda la fuerza
de trabajo. Sin compromiso de clases institucinalizable por el estado, ¿De que fascismo podemos
hablar? Los partidos son cáscaras vacías, la desindicalización es la regla, y en consecuencia, la
abstención electoral va en crecimiento. Las experiencias de democracia de base, la propaganda
por la acción directa, la fraternidad en la lucha, el arte insurgente, los métodos piqueteros, la
comunicación en Red, el nuevo imaginario anticapitalista; todas estas prácticas, de las y los que
luchan intransigentemente, son antagónicos, no solo al fascismo, sino a su cooptación agonista
desde el estado.
 Autonomía para Resistir,
 Antikapitalismo para Avanzar,
 Poder Asambleario para Vencer.
3 de agosto de 2007
Colectivo Nuevo Proyecto Histórico
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