Uno del Hada Madrina

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Nº 3
SEXTANTE ECONÓMICO
Edgar Hugo Dorsey
ENERO 28 DE 1995
Nº 3
UNO DEL HADA MADRINA.
Había una vez una familia muy numerosa y muy trabajadora que tenía una hacienda muy
grande.
En la hacienda se podían hacer muchas cosas ya que tenía ríos, montañas, bosques,
animales de dos y cuatro, tierra para sembrar, en fin, era casi un paraíso.
La principal actividad de la hacienda era la venta de plátanos, ya que éstos se daban de
manera casi natural, nada más extendías la mano. El producto se exportaba principalmente a
Estados Unidos y su precio se cotizaba en dólares. La familia se sentía “Popis” y compraba
muchas mercancías de Estados Unidos y las pagaba con los dólares que recibía por la venta
del plátano. Hay que decir que también compraba maquinaria y materias primas para los
negocios que tenía. Había negocios que eran de la familia y muchos tenían negocios propios.
Era una familia muy numerosa y cada vez era más grande. La política de los jefes de familia
era la siguiente:
“Cuando alguien esté en edad de trabajar, le ponemos un negocio dentro de la hacienda o le
damos un empleo en nuestras empresas. ¡Que haga algo para ganarse su comida!”.
¡ Vivían muy felices !.
De repente, los jefes de familia se dan cuenta que había mucha gente en edad de trabajar y
que no trabajaba, principalmente porque la familia no había ahorrado lo suficiente para poner
más negocios, o invertir en los que ya estaban funcionando. Además, ya le debían al banco
del pueblo una buena cantidad de dinero. Por otra parte, como la familia había aumentado, ya
no le alcanzaban los dólares para comprar en Estados Unidos, a pesar de que habían
incrementado sus ventas de plátano y vendían además otros productos.
Entonces, para componer la situación tenían que hacer dos cosas.
 Darles chamba a los que no tenían
 Conseguir más dólares para comprar maquinaria y materias primas y otros artículos.
Uno de la familia, que había estudiado economía (según él, aunque nunca enseñó el título)
estableció una estrategia para lograrlo y les dice a la familia:
- “Les propongo este Modelo de Desarrollo Económico”.
“Para que el bienestar de la familia aumente, tenemos que hacer lo siguiente:”
1.- Invitar a gente fuera de la familia como socios de los negocios que están dando dinero. De
esta manera aumenta el tamaño de los negocios y así creamos más empleos. O sea que
debemos aumentar la Inversión Extranjera.
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2.- Invitar a gente a que use algo de lo que hay en la hacienda y que a la familia no le da
dinero o le cuesta mantener. Por ejemplo el río y la cascada, que podrían explotarse como
lugar turístico. O sea Concesionar.
3.- Invitar a gente a que compre los negocios en los cuales NO nos va bien porque entre la
familia no nos ponemos de acuerdo para trabajar eficientemente. O sea Privatizar algunos
negocios de la familia.
4.- Pedir prestados dólares a la gente y se los vamos pagando conforme vamos aumentando
nuestras ganancias. O sea Tesobonos.
5.- Aumentar las ventas al extranjero para que entren más dólares a la hacienda.
Casi todos estuvieron de acuerdo. Sin embargo, algunos aceptaron pero con una condición:
“que no se metan con nuestro plátano, porque después van a querer tomar decisiones
por nosotros y mandar en nuestra casa. ¡Nuestro plátano es sagrado!”. O sea que no
atenten la Soberanía.
Y así lo hicieron y les iba muy bien, todo era coser y cantar.
De repente, el jefe de la familia se enferma y otra persona tiene que hacerse cargo.
Y ¡Oh sorpresa!. Al revisar los libros de la hacienda, el nuevo jefe se da cuenta de que no todo
era tan bonito como se lo pintaban. Los dólares que había recibido la familia en préstamo ya
casi se estaban acabando y además no había dólares para regresárselos a quienes se los
habían prestado, aunque por lo general se les regresaban sus dólares y se los volvían a
prestar. Pero, si se daba cuenta de esto la familia y los que prestaron el dinero, las cosas
podían empeorar porque ya no les volverían a prestar, aunque se les dijera que se aguantaran
tantito, que era una crisis pasajera y que se iban a reponer pronto, que prestaran, que se les
iba a pagar como siempre, etc.. El problema era urgente porque ya no había dólares y ya se
tenía que pagar a los que prestaron. ¡Había que hacer algo!.
¿Qué decía el Modelito de Desarrollo?. El economista buscó en su recetario y la encontró.
Receta número 3: Si no tienes dólares y te urgen mucho, devalúa la moneda (aumenta el
precio del dólar), así venderás más en dólares porque tus mercancías se volverán más
baratas para los extranjeros y comprarás menos en dólares porque te saldrá más caro.
Y así lo hicieron, aunque se diera cuenta la familia y los que les prestaron. Más vale una vez
rojo que muchas descolorido.
Pero el embrollo iba más allá de lo platicado. El problema fue que con lo que se dijo y se hizo,
ya ni la familia ni los que les prestaron creían en el jefe. Lo curioso es que si se negociaban
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los préstamos y se les daba un poco más de tiempo para pagar, se lograría componer más o
menos la situación. Pero seguían sin creer. Se dio entonces una Crisis de Confianza.
Entonces la pensaron mejor y alguien dijo: ¡Vamos con el jefe de la familia de los que nos
están prestando y le decimos como está la bronca. Que les diga que no se apuren, que su
dinero está seguro, y que él responde por nosotros, al fin que somos vecinos, ni modo de que
huyamos!.
Y dijo otro: “Sí, pero que no se metan con nuestro plátano”.
Y fueron y lo vieron. Nada más que el jefe de allá les dijo:
-. De acuerdo, yo los apoyo, solo que hay dos cosas que quiero aclarar: ¿Cómo sé que van a
pagar, quién me garantiza que paguen y con qué pueden responder en caso de que por
alguna razón fallen?.
-. Pues con las ventas del plátano. Son ingresos seguros, respondieron
-. De acuerdo, solo que cuando vendan, depositan en mi banco las ventas, y si no pagan sus
compromisos, yo pago por ustedes, me cobro a lo chino y les regreso lo que sobre. O sea
Pignoro sus ingresos para garantizar el pago.
-. Ta’güeno, dijeron los masiosares.
-. La segunda cosa es: ¿Y yo qué gano al darles el aval nomás de gratis?. O me pagan un
dinero por apoyarlos o no hay trato. O sea, les cobro una Comisión por darles el Aval de
Garantía.
-. Ni “peiper”, dijeron resignados los masiosares.
-. Lo voy a consultar con mi familia a ver que piensa, dijo el jefe blanco.
-. Pues no le piensen mucho que el cuello se está mojando, contestaron.
El jefe blanco todavía no lo consulta, pero algunos medio gandallas de aquella familia, andan
pidiendo cosas que simplemente no tienen que ver con el caso.
Cualquier similitud con la realidad es mera y celestial coincidencia. Esto fue solo un
cuento de hadas.
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