Décimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario Hay un elefante en el cuarto, creo que deberíamos admitirlo y traerlo a la luz. Aquí está: hemos pedido sin recibir, buscado sin encontrar, tocado y escuchado como se le pone llave desde adentro, o ¿no? Así que, el día de hoy escuchamos a Jesús que nos ordena seguir pidiendo, seguir buscando, seguir tocando, y volvemos a encontrar la esperanza. Una vez más creemos y volvemos a pedir. Y las personas por cuyas vidas hemos suplicado, siguen muriendo, y nuestras dolencias físicas aún nos torturan, y, a pesar de todas nuestras oraciones por la paz, la semana pasada se descubrió una fosa común de setenta jóvenes asesinados en Ciudad Juárez. Tratamos de negociar con Dios como lo hizo Abraham. ¿Te diste cuenta de como Abraham creyó que tenía que convencer a Dios de no asesinar a las personas, como si Dios era un terrorista que tenía que ser "manipulado". Esa es la imagen inquietante que Jesús redime cuando nos dice que Dios quiere darnos cosas buenas. Dios no es una deidad indiferente a la que se le tiene que convencer de salvar vidas. Jesús nos promete que Dios quiere darnos mucho más de lo que hemos aprendido a pedir. Y a veces resulta que en realidad estábamos pidiendo por una piedra, y en vez de eso Dios nos dio un pescado. Sufrimiento. Ésta es la razón número uno por la que los jóvenes abandonan la fe. ¿Dónde estaba Dios cuando mi padre murió el año pasado? Todos oramos tan fuertemente por la sanación de mi hermana, pero aún así Dios no nos escuchó. Dios los pudo haber salvado de ese accidente automovilístico, pero sin embargo, todos murieron. Éste es el elefante en el cuarto, pero el Espíritu Santo está también en este cuarto, el gran y eterno Consolador, a quien Jesús promete es el premio para todos los que oran. Sigan orando, y observen como el Espíritu Santo trabaja. Continúa buscando y encontrarás el Espíritu Santo esperando por ti en esas oscuras esquinas. Yo seguiré tocando hasta el día en que el Espíritu Santo abra la puerta a la eternidad, donde todas las lágrimas desaparecerán, y Jesús, mi amante Salvador, me regresa al ciento por ciento todo el amor que pensé había perdido. ¿Sientes como el Espíritu Santo te ayuda a superar la decepción y el dolor? Y TÚ ¿qué opinas sobre esta pregunta ó sobre las lecturas de hoy, ó sobre las columnas del año pasado? La Historia y Usted ¡ahora en línea! Visita www.lahistoriayusted.com Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! (Lucas 12:49) Kathy McGovern ©2010 Traducido por: Wendy Feliz