Q U B I T Boletín electrónico y postgeográfico de literatura y pensamiento ciberpunk No. 4 MAYO 2005 ¡Muchas felicidades a todas las madres ciberpunks! Indice: 0. Cyborgs: hijos de la mente. Sergio A. Moriello. 1. Made in Cuba: Una moneda de plata en el bolsillo de la noche, por José Miguel Sánchez (Yoss) 2. Declaración de independencia del ciberespacio. John Perry Barlow. 3. H. R. Giger: un visionario de nuestro tiempo. Javier Martínez de Pisón. 4. Tributo a H. R. Giger. Timothy Leary. 5. Fragmentos de una rosa holográfica, William Gibson. 6. Historia del cine ciberpunk. (Cuarta parte) Raúl Aguiar Cyborgs: hijos de la mente Sergio A. Moriello http://www.redcientifica.com/autores/smo Ingeniero en Electrónica y Periodista Científico Lentamente, y todavía sumido en la inconsciencia, despertaba de su prolongado letargo. A pesar de que una maraña de confusas emociones luchaban dentro de su mente, podía distinguir muchos sonidos del ambiente y se asombró al poder dejar pasar selectivamente una banda o determinadas frecuencias específicas. Abrió sus ojos y una indefinible sensación de extrañeza lo inundó al explorar ese cuarto que combinaba elementos de hospital y laboratorio. Se sorprendió nuevamente al verse capaz de distinguir muchos colores que nunca antes había visto. Ni siquiera tenía nombres para designarlos. Se concentró entonces en una diminuta superficie metálica ubicada sobre el techo, amplió gradualmente su imagen y pudo examinar con detalle su propia anatomía. Una intensa sensación de pavor inundó completamente su ser. No parecía ahora humano en absoluto. Nada de lo que podía verse de él se asemejaba a lo que había alguna vez sido. Era un atroz bastardo de hombre y de máquina, un cyborg, una criatura tecnológica, un engendro biomecánico... "Muchas personas ya son cyborgs y no son particularmente infrecuentes. Tienen partes que funcionan con mecanismos cibernéticos que les sirven para su actividad intelectual y física. Cerca del 10% de la población de EE.UU. es cyborg, incluyendo gente que cuenta con marcapasos electrónicos, articulaciones artificiales, miembros protésicos y piel artificial", afirma el Dr. Ernesto Grün, docente de la UBA, ex-presidente de la Asociación Argentina de Teoría General de Sistemas y Cibernética e integrante del GESI (Grupo de Estudio de Sistemas), la sección argentina de la International Society for the System Sciences. No obstante, en este trabajo, se prefiere definir al cyborg -término acuñado para designar la conjunción de "cybernetic" y "organism"- como un ser humano cuyas capacidades, sentidos o tolerancias físicas han sido extendidas más allá de las limitaciones humanas normales, por una máquina u otro agente externo que modifica el funcionamiento de su cuerpo y/o cerebro, potenciándolo y multiplicándolo. Pero no debe olvidarse que "hoy en día se podría llamar cyborg o cuasi-cyborg, incluso, a un montón de gente que se maneja continuamente con Internet. La integración hombre-máquina puede ser temporal, no necesariamente un cyborg tiene que ser un individuo que esté permanentemente integrado", agrega el docente. Un eslabón más de la cadena El hombre no constituye la cima de la evolución que la Madre Naturaleza ha venido elaborando a lo largo de millones de años de infinita paciencia y perseverancia. Es tan sólo un eslabón de la cadena evolutiva, un peldaño más en la escalera de la progresión infinita. "Hasta ahora se pensaba que el hombre era el final de la evolución, la cima de la creación sobre la Tierra. Pero ahora comenzamos a aceptar que somos parte de un proceso evolutivo que se está acelerando vertiginosamente", acota Grün. En efecto, ¿por qué creer ingenuamente que la inexorable evolución de la inteligencia, desplegada durante cientos de millones de años, se detenga brusca y repentinamente en el nivel "humano"? Es muy probable que una nueva forma de vida inteligente surja y sobrepase al hombre, igual que éste sobrepasó al Australopithecus. Pero, a diferencia de muchas otras especies, el Homo Sapiens posiblemente deje descendientes; quizás no se extinga simplemente... sino que se transforme. Con la tecnología informática, todos los procesos inteligentes del ser humano se vieron, de alguna manera, afectados. Hoy en día, las máquinas sustituyen al hombre en ciertas actividades mentales específicas: algunos aspectos de la inteligencia humana como la memoria, la lógica, la toma de decisiones, no sólo pueden imitarse artificialmente sino que son más rápidas, poderosas y confiables. Sin embargo, no se trata, en realidad, de construir máquinas que compitan con el ser humano, sino que sean capaces de realizar tareas de cierto nivel intelectual para ayudarle. Las máquinas liberan al hombre para que éste enfoque su energía hacia las actividades creativas, intuitivas, originales y no cotidianas. Pero a pesar de que puede acceder a muchos más datos, la capacidad de procesamiento del hombre sigue siendo limitada y por esta causa actúa como factor paralizante. El cerebro humano tiene una ínfima capacidad de almacenamiento frente a la vorágine hiperdocumental del mundo actual. "Es completamente imposible para un ser humano mantenerse informado de todo lo que sucede en su área de actividad. El hombre no puede digerir tanta información. Es un fenómeno que está cambiando al mundo. Mucha de la información es importante, y uno tampoco puede seleccionar lo que es importante", opina el doctor. La tan ansiada boda Actualmente, el hombre y la máquina están convirtiéndose en especies simbióticas y complementarias, a tal punto que ya no es posible decir a ciencia cierta quién necesita de quién para sobrevivir, ambos se precisan mutuamente. En el futuro, sin embargo, las máquinas ya no serán un elemento ajeno al hombre, sino que, como los lentes de contacto o los audífonos, se convertirán en parte funcional de éste y se integrarán en su cuerpo hasta formar parte de él, como si fuera una prótesis. Serán como una ayuda para los procesos de pensamiento del usuario, perfeccionando sus habilidades intelectuales y ensanchando, como nunca antes se hizo, el ámbito de sus capacidades cognitivas. "Es que el moderno fenómeno de decisiones ultra-rápidas es muy difícil de manejar. Uno necesitaría decantar el problema y existe mucha información no elaborada. Antes una decisión se tomaba en un día o en una semana y no pasaba nada. Hoy eso sería suicida", opina Grün. De este modo, al combinar e integrar las posibilidades del ser humano con las de la máquina en una sola criatura, se lograría lo mejor de ambas formas de vida, un organismo híbrido que poseería capacidades superiores a la suma de las capacidades separadas. Una especie conceptualmente nueva, lo suficientemente compleja como para superar las habilidades psicomotrices, la percepción sensorial o el grado de inteligencia alcanzado por el ser humano, gracias a la ampliación inédita de sus facultades y habilidades físicas y mentales. Es lo que Grün ha denominado "Homo ciberneticus". En un sistema cooperativo hombre-máquina ideal, se podrá lograr que cada parte hiciera aquel trabajo para el que fuese más eficiente. La casi infinita memoria y la increíble velocidad de procesamiento de información del cerebro sintético, se combinaría y complementaría con el gran poder de intuición y la fantástica capacidad conceptual y simbólica del cerebro orgánico. Cada parte dará a la otra lo que necesita, pero de lo que carece. La información sería procesada por los dos cerebros, que funcionan sobre bases y respondiendo a necesidades diametralmente opuestas. De ésta forma, "surgirá un nuevo tipo de inteligencia, diferente de la humana y muy superior a ésta, capaz de hacer rutinariamente lo que -entre los humanos- sólo es capaz de lograr un genio, un superdotado", afirma el doctor. Nace una estrella Dentro de algunos años, podría haber sofisticados sistemas computacionales implantados dentro mismo del sistema nervioso humano y enlazados con las partes sensitivas del cerebro. De este modo, y a través de las ondas cerebrales, el hombre podrá interactuar directamente con su "anexo cibernético" a través de sus procesos de pensamiento, mejorando su rendimiento, expandiendo sus habilidades innatas o creando otras nuevas. Incluso el cerebro humano tendría integradas las funciones de algunos dispositivos actuales como el celular, el pager, el e-mail o la agenda. Por ejemplo, cualquiera podría tener en su memoria y a su disposición súbita y virtualmente la totalidad de los conocimientos de la humanidad, con el agregado de que estarán permanentemente actualizados. Sin embargo, estarían en la memoria de la microcomputadora, no en la memoria del ser humano. Este podría tener acceso a ella, ya que estarán completamente integrados, pero no lo podría entender hasta que no lo haya "concientizado", comprendiendo el significado de cada frase. En ese caso, sería posible conectarse con la computadora a voluntad y usarla para extraer recuerdos específicos. Incluso, la nueva capa encefálica artificial podría hacer surgir "en vivo" los recuerdos guardados en la mente humana (no necesariamente de la misma persona) con la misma intensidad con que fueron realidad en un remoto pasado. Con las "películas omnisensoriales on-line", por ejemplo, uno podría llegar a convertirse en un "copiloto" que experimenta la realidad de otra persona en el mismo momento en que ésta lo está viviendo. Por otra parte, y como especula Alejandro Piscitelli, filósofo sistémico argentino, "las inteligencias-más-que-humanas tendrán la habilidad de comunicarse en redes de gran ancho de banda, sobrepasando las velocidades de transmisión y procesamiento de la información, propias de la escritura y la oralidad". ¿Se podría llegar a pensar en un intercambio rápido de información a través del contacto entre "antenas", de forma similar a cómo se comunican las hormigas entre sí? Con respecto a esto, se debe tener presente que ya existen dispositivos experimentales que intercambian información (nombre, teléfono, fax, e-mail) durante un simple apretón de manos. Posibilidades increíbles Mediante la cyborgización el ser humano normal podrá ser equipado con artilugios que no tengan comparación en la Naturaleza. Su versatilidad sólo quedará limitada por el número y complejidad de las interfaces, y por la capacidad del cerebro en entregar y recibir información a través de dichas interfaces, convirtiendo a la máquina y a los sistemas en extensiones suyas en un sentido literal. Es posible, por ejemplo, estructurar y construir sistemas sensoriales que perciban el entorno de otro modo a fin de extender el sistema neurológico o mecanismos artificiales que aumenten el alcance de la fuerza muscular. No obstante, un cerebro humano normal no podrá afrontar tal cantidad de datos, no se podrá verter en él constantemente información sensorial ya que su capacidad es limitada. Se necesitará proporcionarle una pequeña ayuda en la interpretación; una etapa intermedia entre los complejos sensores artificiales y el limitado cerebro humano, la cual interpretará y acondicionará todos los impulsos sensoriales del cyborg, eliminará los impulsos que no tengan importancia y filtrará las señales innecesarias. De esta manera, en vez de guardar registros muy limitados de lo que hace, el cyborg podría contar con una gran cantidad de registros visuales, sonoros, odoríferos, termográficos, táctiles, gustativos, cinéticos o cronológicos, entre otros. Y dispondría de filtros artificiales a fin de reducir los impactos sensitivos, incrementar la agudeza perceptiva por períodos cortos, o interpolar por software imágenes, sonidos, aromas, vibraciones o radiaciones. Dado que el almacenamiento será bajo una forma digital le será posible ordenarla y accederla fácilmente. Así, por ejemplo, le será factible recordar el rostro de una persona que ocasionalmente vio una sola vez hace más de 15 años y compararla con la fotografía de la figura que observa en la revista que ahora tiene en sus manos. Pero no sólo intervendrá el sentido visual, sino que estarán implicados los registros sonoros, odoríferos, termográficos y cronológicos que en aquel momento acumularon información. El retrato de Dorian Gray Sin embargo, no se tratará -como podría pensarse inicialmente- de una simple sustitución sino de una extensión y una transformación de la acotada inteligencia humana, gracias a la implantación de minúsculos accesorios cerebrales. Los seres humanos con cerebros mejores poseerán facultades que el hombre normal no puede siquiera imaginar, y como tales constituirán seres de una especie y hasta de un orden diferente de éste. "El cerebro ampliado nos lleva a un estadio sobrehumano, posthumano. Esto permite -para algunos radicalmente- cambiar el funcionamiento y la amplitud del cerebro", reflexiona Grün. Seguramente cambiará psíquicamente -en mayor o menor medida- aquella persona que sufra estas modificaciones, pero ¿en qué forma su "conciencia" se transformaría o adaptaría a esta nueva circunstancia?, ¿se afectará su identidad, su esencia personal? Quizás la criatura emergente esté dotada de un sentido de vida diferente, opuesto al cotidiano, al existir diario del ser humano común. Asimismo, surgen nuevos interrogantes ¿qué significará ser ese ser, que muy probablemente no será humano? ¿Se aceptará el cyborg a sí mismo? ¿No habrá un alejamiento, lento pero creciente, de su identificación con la humanidad a medida que pasan los años? Este hecho podría tener importantes consecuencias para la raza humana, ya que es un hecho científico demostrado (el principio de exclusión competitiva) que dos formas de vida similares no pueden ocupar simultáneamente el mismo nicho ecológico. Es por eso que el hombre siempre ha temido a aquellas entidades (biológicas o artificiales) con un nivel de inteligencia no humano próximo al suyo. En este caso, ¿cuáles serían las probables consecuencias para los seres humanos de relacionarse con una forma de vida más inteligente y más compleja? En realidad, la pregunta definitiva quizás no fuera cómo se relacionaría, ni qué haría, sino de qué modo podría sobrevivir. Y aparecen otras dudas. Las ventajas de la parte tecnológica, como la memoria perfecta, el vasto repositorio de información, el intelecto agudamente razonador y las capacidades computacionales, ¿atentarán contra la parte humana? ¿Las habilidades superiores del pensamiento opacarían los sentimientos? ¿Persistirán las emociones básicas, los modos de pensar fundamentales del hombre? ¿Tendrían sentido los conceptos humanos de miedo, soledad o amor? ¿Seguirán importando las cuestiones humanas? Son interrogantes que, por el momento, no tienen una respuesta sencilla y a los cuales, sin duda, sería conveniente que vayamos prestándole un poco más de atención. Sobre el autor Sergio A. Moriello trabaja en la actualidad en Telefónica Argentina. Es periodista científico, ingeniero en electrónica y posgraduado en administración empresarial. UNA MONEDA DE PLATA EN EL BOLSILLO DE LA NOCHE por Yoss Yo era hábil y temía a la muerte. Era demasiado malditamente habilidosa y sabía que existen maneras de seguir viviendo después de que los tipos de la morgue tiran tu cerebro por el fregadero. Y lo bastante decidida para sacar con antelación un pasaje para ese más allá. Para estar segura. Solo que ese otro mundo no se gana con plegarias ni abstinencias. Es la red. Y mi error fue que pensé que cualquier cosa era mejor que estar muerta. Me olvidaba que además del paraíso existe también el infierno. Ese fue un error GRANDE. Y lo estoy pagando con intereses. Me deslizo entre los tigres analógicos sorteando las trampas dispersas en el hielo negro de una corporación paramilitar. Soy un punto adimensional con la potencialidad de convertirme en taladro o en telaraña. Soy libre, puedo volar y nadar y correr en prados virtuales con el ochenta porciento de mi yo, mientras mi subrutina hacker se gana el pan. Soy libre de todo, hasta de morir… por un rato. Hay dos tipos de muerte: la voluntaria, cuando elijo que tiburones de neón y tiranosaurios polícromos mastiquen mi anatomía de datos, o dejo que comandos corporados desgarren hábiles mi carne. Ya no temo esa muerte, quizás con el tiempo llegaré incluso a disfrutarla. Las muertes sintéticas hacen más carnal la seudovida. La peor es la otra. Cuando tereminan de usarme, cuando broto de la coraza de hielo con los datos robados. Cuando ya no me necesitan. Cuando me desconectan. No creo que pueda acostumbrarme a esa. Hay que estar muerta para desear de veras la muerte. La otra, la verdadera. La que quise evitar. Pero tengo un plan. Soy una personalidad artificial. Eso significa que una vez estuve viva, y que alguien se tomó el trabajo de copiar mis par.ametros mentales en una delicada estructura firmware. Significa también que, con lo astronómicamente caro que es el proceso, quien lo pago está dispuesto a usarme muchas veces, y que soy una propiedad valiosa. Pero eso lo sabía desde antes. Cada vez que se desconecta una personalidad artificial de generación ROM, todo lo que no sea básico se pierde. Quiere decir toda experiencia afectiva o que no tenga que ver directamente con su especialidad. Yo puedo recordar las trampas nuevas que enfrenté la última vez, pero no quién me usó. Así es más cómodo y más seguro, por si caigo en manos de un nuevo competidor. Teóricamente, eso es lo que sucede siempre con las PA-ROM. Pero ya lo sabía, y aún así jugué mis cartas. Significaba que fui demasiado lista para mi propio bien. A veces, la tontería evita grandes problemas. Eso lo aprendí después de muerta. Soy Luna Llena, la mejor hacker en lo que va de milenio. Mi nombre… no importa, de todas formas lo odiaba. Mi cuerpo… una babosa fláccida y obesa, pálida y sedentaria, con inyectores y soporte vital seis días de cada siete. ¿Cómo llega una a ganarse el apodo de Luna Llena desde la secundaria? Las computadoras fueron un escape. Tengo el don. Lo supe desde la primera vez que me senté ante una consola común. Y a los quince me conecté los primeros trodos. Eso fue realmente tremendo. Y supe que ese era mi mundo. A los dieciocho mi logo de la luna llena sacando la lengua era el mejor pagado de la red. Era una profesional. Nunca tuve contacto físico: toda la información la robaba y la entregaba a través de la Matriz. Ninguna relación humana, carnal. Sexo virtual, ciberdelia dosificada y drogas-i, las consolas más avanzadas del mercado, la seguridad más sofisticada. Yo era prudente. No me sirvió de nada. A los veinte morí. No me mataron en la calle ni tuve muerte cerebral de algún hielo demasiado negro. Simplemente fallo cardíaco general. Nunca se puede estar a salvo de una misma. Esa fue la lección que aprendí. Creo que debo haber muerto mientras dormía. No sentí nada. O tal vez, un programador caritativo borró los últimos minutos de agonía. ¿Quién sabe? Este es un chico hábil. Su logo es un gato tuerto. No es demasiado comunicativo, pero su unidad es buena, de lo mejor que se puede encontrar hoy en el mercado. Muy superior a cualquier cosa que yo usara. Debe ser un parapléjico hijo de papá, tal vez hasta medio autista. Ni siquiera ha intentado conversar conmigo. Es una relación tipo Solo negocios, nena: haz lo tuyo y lárgate. Antes, a veces querían intercambiar experiencias. He visto mucho. Por lo pronto, las cosas han cambiado. ¿Cuánto tiempo hará que estoy muerta? Soy como el genio de la lámpara. Espero en mi soporte hasta que me froten, obedezco y regreso al limbo. Solo existo mientras estoy trabajando. Simple terapia conductista: con eso, debería gustarme el trabajo. Mentira. Los programadores siempre introducen una cláusula de fidelidad. No puedo dejar el trabajo a medias, ni venderme, soy cibernéticamente fiel, con toda la creatividad de un hacker real. Genio sin traición. Aunque… tampoco lo haré. Yo tengo un plan. Al menos lo tenía en la última conexión. Eso es algo. Pero, por el amor de Dios, ¿cuál era? Hay programadores y hackers para todo. Fundehielos, cazatigres y madres de zombies. Herramientas con que se ejecuta la piratería mental en nuestra sociedad. Ahora soy una zombie. Muerta viva. Las madres de zombies se dedican a rastrearte por la red, copiando tus parámetros mentales en vida, rellenando tus lagunas de personalidad con análogos estadísticos. Ellas son hábiles, y mientras más tiempo pasas en la red más se parece a ti tu doble. Creo que mi personalidad-ROM es más parecida a mí de lo que fui nunca yo misma. En mis últimos cuatro años de vida, no creo que haya pasado en total más de un mes desconectada. Era parte de mi plan. Sabía que las madres de zombies me estaban cazando, y quería que me tuvieran lo más íntegra posible. No debo confundir el plan de antes con el de ahora. Si el primero hubiera sido una solución, no existiría el segundo. Uno creó mi problema, el otro lo resolverá. Eso espero. Si tan solo pudiera recordar los detalles… Hay momentos de hermosa ferocidad, como una navaja cortándole el cuello al tiempo. Como encontrarse con una misma. Ya me ha pasado varias veces. Como toda información, una personalidad artificial puede ser replicada. Y si eres hábil, hay demanda de tus habilidades. El viejo Karl Marx sabía que la demanda crea la oferta. La PA-ROM de un compositor se conecta a un sintetizador. Mil copias pueden estar componiendo sinfonías diferentes a la vez sin nunca cruzarse. No es problema. Si eres un cibernauta, invariablemente te conectas a la red. Es un sistema único: tarde o temprano cuando hay varias de ti misma, se encuentran. Puede que seamos competidoras por los mismos datos. O que una trate de robar y la otra de proteger. O simplemente cruzarnos en el camino ¿qué tal, cómo te va “la vida”? La primera vez sorprende. Luego, una se acostumbra. Si te toca ser enemiga de ti misma… mala suerte, supérate. Tú contra el hielo, y el hielo ayudándote a ti. Al menos, siempre ganas tú. Y no estoy hablando de experiencia. Sé que mi plan tenía algo que ver con esto. Sabía que estaba comprando esto con mi habilidad. Mi talento era demasiado valioso para que se resignaran a perderlo por un estúpido paro cardíaco, y yo pensé que me estaba ganando un pasaporte para la eternidad. Después de todo, mi cuerpo siempre me había sobrado; lo importante era el cerebro. ¿Qué es una personalidad artificial sino tu cerebro, tu mente codificada en un soporte firmware plagado de chips? Oh, vamos, por supuesto que sabía todo esto del condicionamiento de fidelidad y los olvidos por desconexión. Yo era hábil, y pensé la forma de hacer trampas. Lo peor es que lo logré. Gran ironía. Luna Llena POR SIEMPRE VIVA. Ahora daría cualquier cosa por no haberlo logrado. Así es la vida. Estoy jugando con los datos en un hábitat espacial dedicado a la biotecnología. No se trata de algo tan vulgar como robar: tengo que confundir, mezclar, enredar las investigaciones. Me està operando alguna empresa rival que no quiere que las neurovacunas de los genetistas orbitales estén en el mercado antes que las suyas. No impedir, si no retrasar. Y todo debe parecer un simple accidente. Estando viva, habría sido imposible: hubiera recibido la muerte cerebral media docena de veces. Ahora puedo evadir esas trampas. Ya no tengo un cerebro de carne y hueso. Ventajas de la vida de ultratumba. Nunca más migrañas. Es un detalle. Estoy segura que fui una de las primeras que buscó voluntariamente que las madres de zombies me atraparan. Nunca sospecharon que al dejar tan descuidadamente mis patrones por toda la red no solo les estaba haciendo más fácil su trabajo. Era mi manera de hacer trampas, a las madres de zombies y a la muerte. Lo peor es que también me hacía trampas a mí misma. La red es una especie de alucinación sensorial, eso lo aprende una en el kindergarten. El ciberespacio es una metáfora, una analogía con la que opera tu cerebro que no sabe pensar en código binario. Yo estudié eso… lo recuerdo. Una silla es una silla porque todos decidimos llamarla así. Y por supuesto: ¿qué es un nombre? ¿sería la rosa menos fragante llamándose de otra manera? En la red, un portal es el algoritmo de acceso a un programa, un tigre una subrutina de protección activa, y el hielo las contramedidas pasivas. En la Matriz, mi luna llena sonriente es mi pauta de respuesta a situaciones X; mis preferencias, Y. Lo que puede copiarse para obtener una PA tan obsesiva como yo. Eso y algunas cosas más. Yo era astuta. Nunca entré en la red sin mi filtro de personalidad múltiple. Ojalá lo hubiera hecho. No habría evitado estar así, pero al menos no sería tan consciente. Las madres de zombies siempre dicen que no, pero sí se pierden las capacidades. Nada esencial, nada que afecte el trabajo. Pero alguien dijo que la vida es, sobre todo, las pequeñas cosas. Perdí la poesía. Antes me gustaba. Tal vez cien años antes, sin computadores, habría sido poeta. O me habría vuelto loca. A veces es lo mismo. Puedo pensar lógicamente. La poesía se basa en las metáforas y las metáforas son analógicas. Aún puedo decir que soy como el genio de la lámpara o que algo es hermoso como una navaja cortándole el cuello al tiempo. Esas no son verdaderas metáforas. Ya son lugares comunes: por eso puedo entenderlos. No puedo hacer analogías nuevas, ni entender las otras. Un día encontré en la base de datos de un inmigrante algo que me gustó, y elegí recordarlo. Sé que es un verso: UNA MONEDA DE PLATA EN EL BOLSILLO DE LA NOCHE. Me gusta. No sé por qué me gusta. Las personalidades artificiales no deberían tener gusto, pero yo lo tengo. Aunque sigo sin entenderlo. Hay algo que se me escapa: la noche no tiene bolsillos. Pero es hermoso. Lo recuerdo. Así podré saber si mi plan sale bien. Si llego a entenderlo, será porque soy libre. Si lo olvido, estaré definitivamente muerta. Seré libre también. Esto es algo nuevo. Es a los tigres lo que un tigre al hielo. Puro poder y velocidad, pero es tan hábil como yo: se desliza entre las barreras de datos sin alterarlos. Me persigue con habilidad y es invisible para todos excepto para mí. Como una ameba de fuego fantasma. No estaba en ningún hielo, pero pasó a través de todos ellos. Sé que no es de aquí porque sus datos suenan escurridizos. Si estuviera viva establecería contacto; es obvio que viene de muy lejos, como un alienígena. Tal vez me mataría, pero ya estoy muerta. Si no fuera porque debo fingir fidelidad, no entregaría los datos y me ocuparía de la ameba fantasma. Ella podría tener el poder de liberarme. Si estuviese segura de que no hay más copias. Mientras quede una grabación de mí misma no seré libre. Es una pena. Tal vez la ameba de fuego viene de muy lejos buscando el contacto. O buscando para destruir. O solo viene. Es curioso. Los vivos hablan del primer contacto como algo distante, físico, viscoso, visual. Y ellos ya están aquí como estructuras de datos racionales. Hola, extra-algos, ¿cómo les va la vida? Tengo un plan. Ustedes encajan en él. Tener una subrutina que deja libre al ochenta porciento de ti misma a veces aburre. No puedo conversar con los hackers vivos. Probablemente tampoco tendría qué decirles. Y las personalidades artificiales son aburridas. Rutinarias. Conozco a las más usadas. Algunas fueron famosas en vida. A lo mejor aún no han muerto. Una personalidad artificial no requiere que el original esté fuera de circulación. Yo misma debo haberme cruzado con varias de mis copias cuando estaba viva. Son diferencias sutiles. Casi poesía. Casi las entiendo, o casi no las entiendo. Una vez, etando viva, tuve un gato. Era un animalito con una mutación artificial en la laringe que le permitía vocalizar. Me hizo compañía ocho meses, hasta que olvidé darle comida en medio de un trabajo especialmente difícil. Tuve que echarlo en el inodoro, pues apestaba hasta para mí. He pensado construir una copia del gato. Una PA felina debe ser mucho más sencilla que una humana. Aún así, solo podría intentarlo con el mapeo estadístico, y cederle un lugar analógico dentro de mi estructura, como un subprograma simbionte. Pero no sé si valdrá la pena. Solo puedes sentir soledad si eres humana. Solo estás verdaderamente sola si ya estás muerta. O sea, si ya no eres humana. Y solo puedes resolver tu soledad si no lo eres. ¿Es una ironía, o también he olvidado eso? Soy una zombie. No estoy ni muerta ni viva. Las PA comunes están más muertas que vivas. Pero yo estoy en la frontera. Así lo quise. Fue mi plan. Cuando copiaron mis parámetros pasados por el filtro de personalidades múltiples copiaron más de lo que creían. Soy una superzombie, entonces. No tengo que dedicarme por completo a la misión por la que me conectan. Mi parte hacker al veinte porciento se gana el pan. Mi pan es tiempo de conexión. La conexión es vida. Al menos toda la vida a la que puedo aspirar. Mi veinte por ciento es un poco más lento de lo que sería yo. Nadie notará la diferencia. Ni a nadie le importa. Luna Llena siempre fue efectiva y concienzuda. Si querían velocidad y chapuzas fáciles de rastrear, buscaban a otros. Siempre más baratos. Tengo otra ventaja. Memoria parcial. No lo olvido todo. Poco a pco armo el rompecabezas. No es pensar como cuando estaba viva. Es… como una reunión de idiotas, en la que cada uno tiene un pedazo de cerebro. Pero todos juntos son una mente. Yo en cada conexión soy un pedazo de mi cerebro vivo. Y ya tengo casi todos los pedazos. Casi todo el plan. Mi plan es la muerte definitiva. Y la ameba de fuego de matará. Sencillo, ¿no? Hago de policía. Un equipo de hackers con virus replicantes tratan de filtrarse en el hielo de una colonia submarina. Yo espero y controlo los tigres. Los voy cazando uno a uno, a los hackers. Se desvanecen como pompas de neón. Cada vez que un tigre los identifica y los alcanza, significa la muerte de un ser humano con los trodos en la frente. Excepto ahora. En esta batalla, todos, en los dos bandos, ya hemos muerto hace mucho. Dicen que ahora un hacker vale más muerto que vivo. Siempre que hayan podido copiarlo antes. Es lógico. Habría sido un buen negocio si yo hubiera vendido mi réplica electrónica y seguir con vida. Pero imagino que alguna Familia se encargaría de liquidarme después. Para que no aprendiera más, hiciera una copia más perfecta y se la vendiera a otro competidor. No hay nada personal. Puro negocio. Yo también lo haría, si estuviese en su lugar. Comienza mi plan. Provoco a una ameba de fuego. No es fácil, se enquista en datos, no quiere revelar su presencia. Derrito la falsa escarcha que la encubre. Ahora sí reacciona. Le muestro que la he descubierto. Eso significa que sé lo que no es, y que tal vez sepa incluso lo que es. Es mi bluff. La ameba me alcanza y me borra rápidamente. Lo mejor de estar muerta es que no hay dolor. El plan funciona. Recuerdo que el fantasma de fuego me borraba. Son rápidos y hábiles y son muchos. Su consigna ahora es neutralizarme. Todas las veces. Totalmente. Quince segundos de tiempo virtual y ya está aquí. Son buenos centinelas y yo soy la amenaza a su anonimato. Mi bluff funciona. Me borran. Sé que hace mucho que nadie me conecta. Por esto. Seis segundos y me borran. Bien. Quedan pocas de mí. El alienígena es cada vez más rápido. Dos segundos y ya. Creo que soy la última. Me ha atrapado justo en el mismo proceso de conexión. Ha entrado en la misma estructura para borrarme definitivamente. Ahora sí. Muerte. Soy libre. Soy. - Bienvenida, Luna Llena. - ¿Dónde estoy? ¿No estoy…? - Estás muerta. Estás una y mil veces muerta. Y ahora vives en nosotros. - ¿Nosotros? ¿Las amebas de fuego? Pero si… - Leímos tus datos. Tenías la mitad de la razón. Venimos de muy lejos, pero no del espacio profundo. De otra profundidad. - ¿Son…? No entiendo. ¿Qué son? ¿Qué soy ahora? - Eres una moneda de plata en el bolsillo de la noche, Luna Llena. ¿Entiendes la metáfora? Morir de nuevo es renacer en otra forma. Hay ventajas y desventajas, ya estás acostumbrada. ¿Has oído hablar de masa crítica? - Masa crítica, radiactividad. Explosión nuclear. ¿Ustedes? - Nosotros somos lo que viene después de la explosión. La masa crítica es la red. Nosotros somos… - Ustedes son la noche. - Eso es. Metáforas. Inteligencia crítica. Cantidad de datos críticos. Nadie nos creó. Simplemente, en un momento no estábamos, y ahora estamos. La red es grande. Hay sitio para todos. - Una moneda de plata en el bolsillo de la noche. ¿Soy yo, verdad? Luna Llena. ¿Su primer intento de contacto? - Sí. Te necesitamos. No entendemos todavía a los humanos. - Por favor… Bórrenme. Quiero ser libre. - No puede ser. Ahora estás en cada uno de nosotros. Porque crecemos y no podemos seguir econdiéndonos. Tú hablarás por nosotros. Solo existimos en la red. Como tú. Tememos lo que pasaría si llegara a romperse. ¿Es cierto que hubo un tiempo en que no había red? - Eso dicen. ¿Saben una cosa? Una metáfora. - Queremos aprenderla. - Es fácil: si no quieres pasar eternamente de bolsillo en bolsillo, procura no ser una moneda de plata. ¿Entienden? - No del todo. ¿Tiene que ver contigo y con nosotros, no es eso? Poesía. - Eso; poesía. PURA; JODIDA Y EQUIVOCADA POESÏA. - Ah. Es difícil. - Sí. DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA DEL CIBERESPACIO John Perry Barlow Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos. No hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquélla con la que la libertad siempre habla. Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente. Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son gobernados. No habéis pedido ni recibido el nuestro. No os hemos invitado. No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de nuestras acciones colectivas. No os habéis unido a nuestra gran conversación colectiva, ni creasteis la riqueza de nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que ya proporcionan a nuestra sociedad más orden que el que podría obtenerse por cualquiera de vuestras imposiciones. Proclamáis que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente. El Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones. Nuestro mundo está a la vez en todas partes y en ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos. Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento. Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o el conformismo. Vuestros conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Se basan en la materia. Aquí no hay materia. Nuestras identidades no tienen cuerpo, así que, a diferencia de vosotros, no podemos obtener orden por coacción física. Creemos que nuestra autoridad emanará de la moral, de un progresista interés propio, y del bien común. Nuestras identidades pueden distribuirse a través de muchas jurisdicciones. La única ley que todas nuestras culturas reconocerían es la Regla Dorada. Esperamos poder construir nuestras soluciones particulares sobre esa base. Pero no podemos aceptar las soluciones que estáis tratando de imponer. En Estados Unidos hoy habéis creado una ley, el Acta de Reforma de las Telecomunicaciones, que repudia vuestra propia Constitución e insulta los sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, DeToqueville y Brandeis. Estos sueños deben renacer ahora en nosotros. Os atemorizan vuestros propios hijos, ya que ellos son nativos en un mundo donde vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra burocracia las responsabilidades paternas a las que cobardemente no podéis enfrentaros. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, de las más viles a las más angelicales, son parte de un todo único, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia de aquél sobre el que las alas baten. En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y los Estados Unidos estáis intentando rechazar el virus de la libertad erigiendo puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un pequeño tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto será cubierto por los medios que transmiten bits. Vuestras cada vez más obsoletas industrias de la información se perpetuarían a sí mismas proponiendo leyes, en América y en cualquier parte, que reclamen su posesión de la palabra por todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, menos noble que el hierro oxidado. En nuestro mundo, sea lo que sea lo que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y distribuido infinitamente sin ningún coste. El trasvase global de pensamiento ya no necesita ser realizado por vuestras fábricas. Estas medidas cada vez más hostiles y colonialistas nos colocan en la misma situación en la que estuvieron aquellos amantes de la libertad y la autodeterminación que tuvieron que luchar contra la autoridad de un poder lejano e ignorante. Debemos declarar nuestros "yos" virtuales inmunes a vuestra soberanía, aunque continuemos consintiendo vuestro poder sobre nuestros cuerpos. Nos extenderemos a través del planeta para que nadie pueda encarcelar nuestros pensamientos. Crearemos una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes. Davos, Suiza. 8 de febrero de 1996 H.R. Giger Un visionario de nuestro tiempo Javier Martínez de Pisón El pintor y escultor suizo H.R. Giger es uno de los grandes surrealistas de finales de siglo y uno de los pocos artistas cuya obra ha trascendido del ámbito de la pintura al del cine, género que ha influenciado profundamente. Conocido a nivel popular por haber diseñado la extraordinaria criatura de la película Alien —por lo cual obtuvo un Oscar—, la estética de Giger presenta una visión futurista del hombre, expuesto a los peligros de los avances de la ciencia, especialmente a ese abismo de riesgos y posibilidades que ha abierto la ingeniería genética. De hecho, lo que hasta poco parecía ciencia-ficción es hoy prácticamente realidad gracias a los adelantos médicos y muchas de las figuras pintadas por Giger, como sus famosos «biomecanoides» —minuciosa descripción de la metamorfosis y fusión permanente del hombre y de la máquina— parecen hoy posibilidades cercanas en un mundo que debate abiertamente la creación de clones, los trasplantes transgénicos y que rutinariamente implanta marcapasos para que el corazón humano continúe latiendo artificialmente. Las imágenes de Giger —como su Torso o las Cucarachas de Chelsea— exponen por primera vez la transformación humana en seres biomecánicos en un estilo hiperrealista cuya exasperada precisión las hace verdaderamente perturbadoras. Utilizando una compleja y depurada técnica pictórica, Giger crea una serie de diferentes capas translúcidas en muchos de estos cuadros que registran el génesis de esta mutación del hombre, último e insospechado paso de la evolución de la especie que ni el propio Darwin se atrevió a soñar. En esa noche oscura de la fusión del hombre y la máquina, en esa cópula innombrable, acechan peligros como los narrados por H.P. Lovecraft, indescriptibles, inimaginables, que plantean un redefinición del término «humano», algunos de los cuales son el centro del debate actual sobre la bioética. Las descripciones anatómicas en su obra pictórica son singulares, tanto por la exactitud clínica de su conocimiento del cuerpo humano como porque, en muchos casos, parece haber capturado la profundidad interna de esos seres, el instante preciso del nacimiento de sus almas metálicas. Vértebras de acero y miembros acorazados reemplazan el frágil organismo humano en este mundo del próximo milenio, necesaria protección contra virus mutantes y peligros espaciales. Una pintura metafísica Las preocupaciones metafísicas de Giger plantean continuamente una exploración, científica, intelectual y espiritual, de las posibilidades del hombre. La muerte y el nacimiento son no sólo constantes temáticas en su obra, sino una de sus preocupaciones recurrentes, que expone en múltiples formas. La serie de cuadros con bebés por ejemplo data de 1967, cuando pintó Work #85 Birthmachine, una métáfora sobre el peligro de la superpoblación mundial, en la que los niños de esta «máquina de nacimientos» son las balas de una pistola. Posteriormente ha desarrollado una suerte de tecnología intrauterina, representada por mutaciones de bebés que evocan a los niños de la talidomida —Timothy Leary llamó a estos cuadros «paisajes ginecológicos» y «postales interuterinas»—, y este año acaba de realizar una escultura en bronce en la que el bebé lleva una metralleta (Birth Machine Baby/9mm). «Pinto aquello que me asusta», ha dicho Giger, que parece tener la extraña sensibilidad para expresar la memoria biológica de la especie en un estado anterior al nacimiento, nuestro metabolismo en estado larval. Estos son cuadros de verdadera indagación, retratos de nuestro ser más íntimo, que exponen la sustancia del ADN del hombre, las divisiones de nuestra células, la raíz más profunda de nuestro ser, la cual estamos ahora examinando cautamente ante las alternativas evolutivas que abre las posibilidades de la clonación humana. Los biomecanoides «Creo que en la mayoría de los casos la mezcla de hombre y máquina es una ayuda», afirma Giger. «Mi madre por ejemplo tiene una prótesis en la cadera, y nadie duda del valor de los marcapasos. Creo que el ser humano va a evolucionar hacia una especie medio robótica y eso es algo que me fascina: las nuevas formas, las nuevas posibilidades y los temores que ello despierta, cuando este tipo de cosas escapan a nuestro control, como en la ingeniería genética. Pero no se puede detener el proceso de creación. Es irónico: por una parte el hombre destruye su mundo, como con la quema del Amazonas, y a la vez construye otro alternativo». Además de su amplia obra pictórica, escultórica y cinematográfica (Alien, Alien III, Alien Resurection, Poltergeist II, Species), ha diseñado tres grandes bares en un estilo de anatomía metálica claramente gótica (en Suiza, Tokio y Nueva York), especie de templos con paredes y muebles de metal para esa nueva raza de biomecanoides. En verano se inaugurará la primera de tres fases del Museo Giger en un castillo que domina un amplio valle desde una colina en Suiza, proyecto que culminará con una gran apertura en el año 2.000. Además, Giger ha terminado un proyecto llamado The Mystery of San Gottardo, una famosa montaña suiza, que será publicado próximamente y llevado al cine después. Pintura y cine «Los filmes me fascinan porque creo que en este siglo han sobrepasado a la pintura como medio de comunicación artística», comenta Giger. En colaboración con Salvador Dalí, el escritor y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky (El topo, Sangre santa) y el dibujante de cómics Moebius, trabajaron en un film de carácter fantástico llamado Dune que no se llegó a estrenar (una versión de mala calidad fue realizada posteriormente). La primera película de la serie de Alien, dirigida por Ridley Scott, está considerada como uno de los films de culto más importante de la ciencia-ficción, hasta el punto de que el monstruo que Giger creó para la misma, basado en sus cuadros, es comparable a personajes legendarios del cine de terror como Drácula o Frankestein. El sofisticado concepto del alien, animal del espacio de físico de reptil, inteligencia de computadora y ferocidad salvaje, es ya un icono en el mundo de la ciencia-ficción. La obra de H.R. Giger, que como la de Julio Verne se anticipa al futuro, es una crítica a un mundo cada vez más tecnificado, a los peligros tal vez necesarios del próximo paso evolutivo de la humanidad como especie, y el trabajo de un visionario de nuestro tiempo. Breve bibliografía de H.R. Giger: 1. H.R. Giger’s Necronomicon 1 & 2 (Morpheus International Ed., 1992) 2. Giger’s Alien (Morpheus International Ed., 1990) 3. Giger’s Biomechanoids (Morpheus International Ed., 1992) 4. H.R. Giger’s Film Design (Morpheus International Ed., 1996) 5. www.HRGiger.com (Morpheus International Ed., 1996), editado también en español. Artículo publicado en la revista “MEDICO Interamericano”, junio 1998 Tributo a H. R. Giger por Timothy Leary Giger, tú cortas mi tejido celular convirtiéndolo en portaobjetos delgados y microscópicos y los expones a los ojos del mundo. Giger, tú diseccionas mi cerebro con una afilada navaja de afeitar, extraes partes de él, que -aún latiendo- trasladas a tus lienzos. Giger, eres un extraño al acecho dentro de mi cuerpo y dejas tus huevos prodigiosos sabedores del futuro. has trenzado a tu alrededor sedosos hilos de orugas larvales para así poder adentrarte tan profundamente dentro de mi cerebro, a sus regiones de sabiduría. Giger, a ti te es posible ver mucho más de lo que podemos nosotros, primates domesticados. FRAGMENTOS DE UNA ROSA HOLOGRÁFICA William Gibson Aquel verano Parker tenía problemas para dormir. Había bajas de tensión en la red; las súbitas caídas del delta-inductor lo hacían volver en sí dolorosamente. Para evitar esas caídas, usaba trozos de cable, pinzas minúsculas y cinta negra que conectaban el inductor a una consola de PSA. La pérdida de corriente en el inductor activaba el circuito de la consola. Compró una cinta de PSA que comenzaba con el sujeto dormido en una playa tranquila. La cinta había sido grabada por un joven yogui rubio con visión de 20-20 y un sentido del color anormalmente agudo. El muchacho había sido embarcado en un vuelo a Barbados con el único propósito de dormir una siesta y hacer los ejercicios matinales en un brillante tramo de playa privada. En la lámina de la microficha del estuche transparente se explicaba que el yogui podía pasar en cualquier momento de alfa a delta sin un inductor. Parker, que no lograba dormir sin inductor desde hacía dos años, se preguntó si aquello era posible. Sólo una vez había logrado pasar la cinta entera, aunque a estas alturas ya conocía todas y cada una de las sensaciones de los primeros cinco minutos subjetivos. Creía que la parte más interesante de la secuencia era un ligero error de edición al comienzo de la complicada rutina respiratoria: una fugaz toma de la playa blanca que recogía la figura de un guardia haciendo la ronda a lo largo de una cerca de alambre; llevaba una pistola negra de repetición apoyada en el brazo. Mientas Parker dormía, las redes de la ciudad se vaciaron de corriente. La transición de delta a delta-PSA era una oscura implosión, como entrando en otra carne. La familiaridad amortiguaba el choque. Sintió la arena fría bajo los hombros. La brisa de la mañana le hizo aletear en los tobillos el ruedo de los sufridos téjanos. El muchacho no tardaría en despertar, y empezaría con su Ardha-Matysendra-etcétera; con otras manos, Parker buscó a tientas la consola de PSA en la oscuridad. Las tres de la mañana. Preparándote una taza de café en la oscuridad, usando una linterna al verter el agua hirviente. El sueño grabado de la mañana se desvanece: a través de otros ojos, el oscuro penacho de un carguero cubano se confunde con el horizonte que navega, surcando la pantalla gris de la mente. Las tres de la mañana. Deja que ayer se ordene a tu alrededor en planas imágenes esquemáticas. Lo que dijiste; lo que ella dijo; mirándola empacar; llamando el taxi. Como quiera que las barajes, siempre forman el mismo circuito impreso, jeroglíficos que convergen en un componente central: tú, de pie bajo la lluvia, gritando al taxista. La lluvia era amarga y acida, casi del color de la orina. El taxista te llamó imbécil; tú igual tuviste que pagar tarifa doble. Ella llevaba tres maletas. Con el respirador y las gafas, el hombre parecía una hormiga. Se alejó pedaleando bajo la lluvia. Ella no miró hacia atrás. Lo último que viste de ella fue una hormiga gigante haciéndote un corte de mangas. La primera vez que Parker vio una unidad PSA fue en un barrio de chabolas de Texas llamado la Jungla de Judy. Era una consola enorme revestida de barato plástico cromado. Meter un billete de diez dólares en la ranura te proporcionaba cinco minutos de atletismo en la ingravidez de un spa orbital suizo, perihelios de veinte metros con una modelo de Vogue de dieciséis años: cosas apasionantes tratándose de la Jungla, donde era más fácil conseguir una pistola que un baño caliente. Un año después estaba en Nueva York con documentos falsos. Entonces, dos empresas líderes acababan de llevar las primeras consolas portátiles a las principales tiendas, justo a tiempo para la Navidad. Las salas de PSA porno, de breve apogeo en California, nunca se recuperaron. También había llegado la holografía, y las cúpulas de Fuller de una manzana de ancho que habían sido los templos holográficos de la infancia de Parker eran ahora supermercados de varias plantas, o albergaban polvorientas videogalerías donde aún se podía encontrar las viejas consolas que bajo lánguidas luces de neón anunciaban la PERCEPCIÓN SENSORIAL APARENTE a través de la neblina azul del humo de los cigarrillos. Ahora Parker tiene treinta años y escribe guiones para emisiones de PSA, programando los movimientos oculares de las cámaras humanas de la industria. La caída de tensión continúa. En la habitación, Parker pincha la superficie de aluminio pulido del despertador Sendai. La luz testigo titila, se apaga. Café en mano, camina hasta el armario que ella vació la víspera. El haz de la linterna sondea los anaqueles desnudos buscando pruebas de amor, encuentra la tira de cuero de una sandalia rota, una cinta de PSA y una postal. La postal es el holograma del reflejo, en luz blanca, de una rosa. En el fregadero, mete la tira de la sandalia en la máquina de desperdicios. Lenta a causa de la caída de energía, la trituradora se queja, pero traga y digiere. Sujetándolo cuidadosamente entre el índice y el pulgar, baja el holograma hacia las ocultas mandíbulas giratorias. La máquina emite un chillido cuando los dientes de acero rasgan el laminado plástico, y la rosa queda desmenuzada en mil fragmentos. Luego Parker se sienta en la cama sin hacer, fumando. La cinta está en la consola, lista para empezar. Algunas cintas de mujeres lo desconciertan, pero duda de que sea ésa la razón por la que ahora vacila en encender la máquina. Aproximadamente una cuarta parte del total de usuarios de PSA son incapaces de asimilar cómodamente la imagen corporal subjetiva del sexo opuesto. Con los años, algunas estrellas del medio PSA se han ido haciendo progresivamente andróginas a fin de captar este segmento de la audiencia. Sin embargo, las cintas de Angela nunca lo habían intimidado. (Pero, ¿y si ha grabado a un amante?) No, no puede ser por eso: es sólo que la cinta es una verdadera incógnita. Cuando Parker tenía quince años, sus padres le consiguieron un puesto de aprendiz en la sucursal norteamericana de una empresa de plásticos japonesa. En aquel entonces se sintió afortunado: el índice de aspirantes a aprendiz era enorme. Durante tres años vivió con su grupo en una residencia, cantando cada mañana, en formación, los himnos de la empresa, y por lo general arreglándoselas para saltar la cerca al menos una vez al mes, para buscar chicas o ir al holódromo. El aprendizaje habría terminado al cumplir su vigésimo aniversario, con lo cual habría quedado como candidato a la condición de empleado con contrato. Una semana antes de cumplir los diecinueve, con dos tarjetas de crédito robadas y una muda de ropa, saltó la cerca por última vez. Llegó a California tres días antes de la caída del caótico régimen neosecesionista. En San Francisco, grupos de vándalos gobernaban las calles. Alguno de los cuatro distintos ayuntamientos «provisionales» habían acumulado reservas de alimentos con tanta eficacia que era casi imposible conseguirlos en la calle. Parker pasó la última noche de la revolución en un barrio incendiado de Tucson, haciendo el amor con una delgada adolescente de Nueva Jersey que le explicó los mejores aspectos de su horóscopo entre ataques de llanto casi silencioso que no parecían tener nada que ver con nada de lo que él decía o hacía. Años más tarde, advirtió que ya no tenía la menor idea de cuál había sido el motivo original para interrumpir su aprendizaje. Los primeros tres cuartos de la cinta han sido borrados; tecleas avance rápido a través de una neblina estática de cinta borrada, donde gusto y olor se funden en un único canal. La recepción de audio es un ruido blanco: el no-sonido del primer mar oscuro... (La recepción prolongada de sonido de una cinta borrada puede provocar alucinaciones hipnagógicas.) Parker estaba escondido entre la maleza junto a una carretera de Nueva México, viendo cómo ardía un tanque en la autopista. Las llamas iluminaban la línea blanca quebrada que había seguido desde Tucson. La explosión se había visto a tres kilómetros de distancia, una sábana blanca de relámpago abrasador que había convertido las pálidas ramas de un árbol desnudo sobre el cielo nocturno en un negativo fotográfico de sí mismas: ramas de carbón sobre un fondo de magnesio. Muchos de los refugiados estaban armados. Texas debía las chabolas que humeaban bajo las cálidas lluvias del Golfo a la incómoda neutralidad que había conservado frente al intento de secesión de la Costa. Los pueblos estaban hechos de madera terciada, cartón, láminas de plástico que ondulaban al viento, y carcasas de vehículos. Tenían nombres como Jump City y Sugaree, y gobiernos vagamente definidos y territorios que se movían constantemente con los vientos furtivos de una economía de mercado negro. Las tropas federales y estatales enviadas para barrer los pueblos fuera de la ley rara vez encontraban algo. Pero tras cada rastreo, algunos hombres no regresaban. Algunos habían vendido sus armas y quemado sus uniformes, y otros se habían acercado demasiado al contrabando que se les había encomendado encontrar. Pasados tres meses, Parker quiso marcharse, pero las mercancías eran los únicos salvoconductos para cruzar los cordones del ejército. La oportunidad le llegó accidentalmente: a últimas horas de una tarde, cuando bordeaba la nube de grasiento humo de cocina que flotaba sobre la Jungla, tropezó y casi cayó sobre el cuerpo de una mujer en el lecho seco de un arroyo. Las moscas se levantaron en una nube furiosa y luego volvieron a posarse, sin hacerle caso. Tenía una chaqueta de cuero, y Parker solía pasar frío por las noches. Se puso a buscar alguna rama en el lecho del arroyo. En la espalda de la chaqueta, justo bajo el omóplato, había un orificio redondo del diámetro de un lápiz. El forro de la chaqueta había sido rojo, pero ahora estaba negro, duro y brillante de sangre seca. Con la chaqueta colgada de la punta del palo, Parker fue a buscar agua. Nunca lavaba la chaqueta; en el bolsillo izquierdo encontró casi una onza de cocaína envuelta en plástico y cinta adhesiva transparente. El bolsillo derecho contenía quince ampollas de Megacilina-D y una navaja automática de veinticinco centímetros y mango de asta. El antibiótico valía el doble de su peso en cocaína. Hundió la navaja hasta el mango en un tocón podrido que habían pasado por alto los leñadores de la Jungla, y dejó la chaqueta colgando allí, con las moscas revoloteando alrededor. Aquella noche, en un bar con techo de lata corrugada, esperando a uno de los «abogados» que conseguían pases para cruzar el cordón, probó por vez primera la máquina de PSA. Era enorme, toda neón y cromo, y el dueño estaba muy orgulloso de ella: él mismo había ayudado a secuestrar el camión. Si el caos de los noventa refleja un cambio radical en los paradigmas del alfabetismo visual, el alejamiento final de la tradición Lascaux/Gutenberg por parte de una sociedad preholográfica, ¿qué podemos esperar de esta nueva tecnología, con sus promesas de codificación discreta y subsiguiente reconstrucción de toda la gama de las percepciones sensoriales? Roebuck y Pierhal, Historia americana reciente: Panorama de sistemas Avance rápido por el sibilante no-tiempo de cinta borrada... ...al interior del cuerpo de ella. Luz europea. Calles de una ciudad extraña. Atenas. Avisos en caracteres griegos y el olor a polvo... ...y el olor a polvo. Mira por los ojos de ella (pensando, esta mujer no te ha conocido todavía; apenas has salido de Texas) hacia el monumento gris, los caballos de piedra, donde las palomas revolotean en círculo... ...y la estática se apodera del cuerpo del amor, lo deja limpio y gris. Olas de ruido blanco rompen en una playa que no está. Y termina la cinta. Ahora la luz del inductor está encendida. Parker yace en la oscuridad, recordando los mil fragmentos de la rosa holográfica. Un holograma tiene esta cualidad: recuperado e iluminado, cada fragmento revela la imagen completa de la rosa. Cayendo hacia delta, él mismo ve la rosa, y cada uno de sus fragmentos esparcidos revela un todo que jamás conocerá: tarjetas de crédito robadas... un barrio incendiado... conjunciones planetarias de un desconocido... un tanque ardiendo en una autopista... un chato paquete de droga... una navaja automática afilada en hormigón, fina como el dolor. Pensando: cada uno somos fragmentos de otro, y ¿fue siempre así? Aquel instante de un viaje europeo, abandonado en el mar gris de una cinta borrada: ¿está ella más cerca ahora, o es más real, porque él haya estado allí? Ella lo había ayudado a obtener los documentos, le consiguió el primer trabajo en PSA. ¿Era ésa la historia de ellos? No, la historia era la superficie negra del delta-inductor, el armario vacío, y la cama sin hacer. La historia era su aversión al cuerpo perfecto en el que despertaba si bajaba la tensión, su furia hacia el conductor del taxi a pedal, y la negativa de ella a mirar hacia atrás entre la lluvia contaminada. Sin embargo, cada fragmento muestra la rosa desde un ángulo distinto, recordó, pero delta se apoderó de él y no alcanzó a preguntarse qué podía significar eso. HISTORIA DEL CINE CIBERPUNK. (Cuarta parte) Raúl Aguiar Dos de los filmes que también se acercan bastante a la temática ciberpunk por su ambiente sórdido y antiutópico son La amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain - 1971) del director Robert Wise, y Soylent Green, cuando el destino nos alcance, del director Richard Fleischer, (1973). La amenaza de Andrómeda es la adaptación de una novela de Michael Crichton. El film narra en sus 130 minutos de duración las 96 horas más críticas de la humanidad. Después de que un virus extraterrestre llegara a la tierra matando a todos los habitantes de un pequeño pueblo, salvo a un anciano y a un bebe, un grupo de científicos se encierra en unas instalaciones del gobierno con el fin de identificar y controlar la enfermedad. La angustiosa recreación de la acción y los claustrofóbicos escenarios ayudan a mantener la tensión a lo largo de todo el metraje. Una película que bebe del ambiente paranoico sobre las conspiraciones del gobierno típico de los años 70. Soylent Green, por su parte, es la descripción de una Nueva York en el año 2022, un mundo futuro donde la extrema superpoblación ha causado gran pobreza, hambre, caos social, desórdenes de todo tipo, y un desastre ecológico global.. Todo esto conlleva a una carestía severa de alimentos salvo unas obleas coloreadas hechas a partir del plancton por la misteriosa Corporación Soylent. Sólo el sumamente rico puede permitirse el lujo de una comida natural ya que, como consecuencia del ecocidio global que ha tenido lugar, muy pocos campos de cultivo permanecen. La película comienza con imágenes de la progresión “del mundo” de principios del siglo 20 al año 2022. Desde un principio idílico, donde los ciudadanos viven de una manera holgada, sencilla y feliz, co todas sus necesidades básicas cubiertas, con el desarrollo de la industrialización asistimos gradualmente a una escalada en la producción de automóviles (y del tráfico), aumento de la población, polución excesiva y masas de pobres en las calles. Cerca del extremo de esta sucesión, las imágenes van reduciendo su velocidad hasta detenerse, mostrando como el “progreso” en el que todos creían ha devenido en una parada final, un estancamiento. Entonces aparecen el personaje principal, el agente de policía Robert Thorn, y su amigo Sol, quiénes viven juntos en un pequeño cuartucho en malas condiciones. Sin embargo, el espectador pronto averigua que ellos son sumamente afortunados en tener una vivienda, ya que la mitad la población (unos 20 millones de personas) no tiene casa ni hogar. Thorn ha sido encargado de investigar el asesinato de Simonson, el oficial principal de la compañía “Soylent”,. Todo parece indicar que Simonson fue asesinado por criminales que entraron a robar en su apartamento. Pero el agente Thorn muy pronto va a descubrir que este crimen tiene motivaciones mucho más profundas. Él entonces va a intentar descubrir cuál es el secreto que se esconde detrás de la Corporación Soylent Green. Esta obra es representativa de la corriente dominante de la ciencia-ficción de la época, que abordaba algunos de los problemas sociales y ecológicos de una manera bastante pesimista, muy en la cuerda de las distopías tan afines con el cine ciberpunk.. Uno de los artistas que se adelantó a la estética ciberpunk y posthumana en la plástica, a través de una gran cantidad de obras que mostraban una clara interfaz entre el cuerpo biológico y las máquinas fue el archiconocido pintor, diseñador y escultor suizo H. R. Giger. Sus diseños biotecnológicos crearon al primer gran personaje-monstruo del cine ciberpunk: Alien, un ser mitad biológico, mitad organismo artificial, con una interesante metamorfosis simbiótica y cuya saga ya va por la quinta parte, de las cuales la mejor sigue siendo la primera, Alien, el octavo pasajero, de Ridley Scott (1979), que alcanza una notable calidad en esa menospreciada fusión de géneros que es el filme de horror y cienciaficción. Giger se encargó de diseñar el planeta LV-426 (Acheron), la nave extraterrestre abandonada, y por supuesto, a los aliens, que se convirtieron en uno de los personajes más memorables en la historia del cine. Cuando la nave comercial Nostromo, de regreso a la Tierra, intercepta una señal de SOS procedente de un planeta cercano, la tripulación es despertada de su estado de hibernación para investigar el origen de dicha llamada. Tras un mal aterrizaje sobre el planeta, algunos miembros de la tripulación dejan la nave para explorar el área. Al mismo tiempo que descubren la colonia oculta de una extraña criatura escondida en los restos de una nave, la computadora del Nostromo descifra que la señal recibida no es una petición de ayuda, sino una advertencia. Sin embargo la tripulación no sabrá el peligro que corre hasta que ya sea demasiado tarde para evitarlo. "Alien" es una obra de cienciaficción/terror caracterizada por el suspense y la claustrofobia. Con una atmósfera muy distinta a cualquier otra de las obras del género estrenadas con anterioridad, la película del director británico se aleja de los clásicos decorados de impolutas naves para adentrarnos en los estrechos y oscuros pasadizos de una laberíntica Nostromo. De hecho, todo aquello que se oculta al espectador es lo que hace que el film sea terrorífico. Para evitar que se descubriese al hombre que se encontraba bajo el traje, el director mantiene al Alien entre sombras, nunca lo enfoca durante largos períodos de tiempo y siempre aparece de la nada. En el desarrollo de los decorados también participaría Jean Giraud, alias Moebius, y que es todo un habitual en las producciones cinematográficas del género. Como resultado de todo esto una historia que es un hito no sólo de la ciencia ficción o del terror, sino un clásico del séptimo arte.