Asamblea del Carmelo Ecuatoriano en Puerto Libre Agosto de 2008

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Asamblea del Carmelo Ecuatoriano en Puerto Libre
Agosto de 2008
A los hermanos carmelitas que están en el Ecuador
Antes de nada quiero agradecer a todos ustedes la entrega de su vida en El Ecuador.
Agradezco de corazón, no solo por lo que a mí me toca, sino sobre todo por lo que toca
al Provincial anterior, el P. Gabriel, al P. Jesús, Delegado Provincial. Agradezco a
Monseñor Gonzalo, Mons. Luis Alberto y Mons. Aníbal, quienes, desde su ministerio,
nos recuerdan siempre el amor a la Iglesia como algo fundamental para el Carmelo
Teresiano. Agradezco la presencia entre nosotros de todos los aspirantes o formandos:
Manuel, novicio en Villa de Leiva, Luis, Cristian y Robin, postulantes en Quito,
Benjamín, aspirante, varios jóvenes interesados en conocer nuestra vida sobre todo en la
zona de Guayaquil y Machala. Agradezco también a los hermanos que han compartido
la vida con nosotros durante algún tiempo y que, por diversos motivos, están realizando
una experiencia de clarificación vocacional o han salido de la Orden. Agradezco las
semillas sembradas por muchos hermanos carmelitas a lo largo de tantos años en esta
tierra de El Ecuador. Agradezco la presencia de callado amor, pero siempre fecundo,
con que las Carmelitas aportan siempre nueva sabia al Carmelo ecuatoriano. Agradezco
el empuje esperanzador de los laicos carmelitas, dispuestos a ponerse de pie en esta
hora, con aires de nueva evangelización desde el carisma del Carmelo Teresiano.
Agradezco al equipo misionero de Puerto Libre (a Susana, Nubia, Rut Elvira, José y
Juan) su acogida plasmada en mil detalles. Recuerdo, con todos ustedes, de modo
especial a Jesús Mayorga y a Vidal. Agradezco la presencia con sabor a Reino de todos
los pobres y pequeños que integran nuestras comunidades cristianas; ellos, con su
pobreza, comparten con nosotros la riqueza de Dios, con su llanto nos consuelan, con su
evangelio percibido en la fe alientan nuestro compromiso en el seguimiento de Jesús.
Nos sentimos todos en comunión con la Provincia, que en estos días tiene los ojos y el
corazón puestos en El Ecuador.
Que el Espíritu nos ilumine a todos, para que el aporte de cada uno en esta Asamblea
contribuya a que el Carmelo salga con toda la belleza de su carisma al encuentro del
pueblo de El Ecuador. Que la Madre del Carmelo cuide nuestra viña.
I.- Ecos de la Visita Pastoral Provincial
A lo largo de este mes de agosto he realizado la visita pastoral a la Delegación de El
Ecuador. He compartido ampliamente la vida con cada uno de los hermanos, con las
carmelitas contemplativas, con los laicos de la familia del Carmelo. Esta experiencia ha
sido para mí una gracia muy grande del Señor. Quiero ahora compartir con ustedes
algunos de los ecos que han ido quedando en mi corazón.
1.- “Venid a un lugar tranquilo”
El Carmelo Teresiano nació como un lugar de comunicación para la búsqueda de Dios
y, como consecuencia de ello, para la búsqueda de la belleza y dignidad de todo ser
humano, que con su libertad y verdad, con su amor hecho comunidad solidaria da gloria
a Dios.
En Puerto Libre tenemos la oportunidad de contarnos despacio las cosas que nos han
pasado en el camino. Junto a Jesús y junto a los hermanos podemos hablar de todo,
sabedores de que, incluso los aspectos negativos, pueden convertirse en perlas preciosas
y que, de todo, podemos sacar esperanza para volver a la tarea.
En Puerto Libre estamos en medio de una naturaleza privilegiada. Aquí, los bosques y
espesuras plantadas por la mano del Amado nos envuelven con su belleza única; aquí, la
Pacha Mama nos acoge y abraza totalmente. Estar en este lugar, confiados a su silencio
y quietud, a su canto y colorido, nos conduce a la sabiduría de la propia naturaleza
interior y nos permite confiar hasta la audacia, en palabras de Teresita, en la ternura de
nuestro Padre Dios para caminar con esperanza.
Como a veces “los árboles no nos dejan ver el bosque”, hemos hecho un alto en el
camino de nuestra vida cotidiana para hablar de otra manera de las cosas que sentimos y
vivimos y, sobre todo, para hablar de los dolores y gozos de las gentes de El Ecuador,
porque el sentido de nuestra vida, que nos regala Jesús, no puede ser otro que el dar vida
abundante a los que nos rodean. Este corte en nuestra vida, al igual que los nudos de la
caña de bambú, puede fortalecernos y ayudarnos a ver con más claridad por dónde
quiere llevarnos el Espíritu en esta hora. Doy gracias a Dios por permitirnos esta
experiencia de comunión, que viene a continuar las que ustedes han tenido a lo largo de
este año y que valoran como positivas. La Asamblea no solo es un tiempo para
programar, sino, sobre todo, una oportunidad para querernos.
2.- ¿Estamos caminando bien?
Juan Bautista, desde la noche que está viviendo en la cárcel, envía a sus amigos a que
pregunten a Jesús si ha caminado bien o si se ha equivocado y tiene que cambiar de
rumbo. Algunos de ustedes también se preguntan si nuestra vida como carmelitas en El
Ecuador tiene salida o futuro. También algunos de los que han salido de la Orden, con
los que he tenido ocasión de compartir, se lo preguntan con una gran dosis de
decepción… “nosotros esperábamos otra cosa”. Entre ustedes se habla de una crisis
dolorosa, que se viene viviendo en la Delegación, es decir, que no es de ahora, que tiene
ya raíces. ¿Cuál es esta crisis? Hay algunos síntomas que se ven a primera vista. Señalo
algunos que he ido recogiendo en el diálogo con ustedes:
-
Los conflictos interpersonales, las fragilidades que están a flor de piel, se
muestran más fuertes en la conciencia que la experiencia gozosa de Dios.
¿No será esta la hora de entrar más adentro en la espesura del trato de
amistad con quien sabemos nos ama?
-
Nuestro modo de vernos los unos a los otros, culpabilizando a menudo a los
demás de lo que pasa, nos lleva a situaciones sin salida. En estos momentos
“hace falta una heroica humildad para ser uno mismo y no otro” (Merton).
-
La experiencia nos dice que cuando uno busca su propio gusto (si les parece
fuerte lo de gusto, podemos decir otra palabra) no se genera alegría ni para
uno mismo ni para los demás.
-
El estar en comunidad sin amar un proyecto de vida común, sin amar a los
hermanos, genera vidas paralelas, en las que uno se pierde, aunque justifique
su pérdida con motivos ideológicos o estructurales.
-
Todos tenemos derecho a tener problemas personales, pero no a trasladarlos
solapadamente al grupo. Cuando ocurre esto es muy difícil el diálogo porque
no sabemos bien de qué se habla. Cada uno tiene la responsabilidad de llegar
a la solución: “El problema soy yo, tengo que cambiar, porque “si el grano
de trigo no muere no da fruto” (Carlos de Foucauld), y además nunca
cambian tanto las cosas como cuando cambia uno mismo.
-
¿Qué modelo de Iglesia tenemos? Un modelo de Iglesia da como resultado
un modelo de persona, un estilo de ser de carmelitas. Un modelo de
comunidad da como resultado un modelo de ser carmelitas. No es lo mismo
tener una imagen de Iglesia en la que los sacerdotes o la comunidad de
carmelitas son el centro, que tener una imagen de Iglesia comunidad en la
que los más pobres están en medio y en la que todos los ministerios están al
servicio, porque ningún don de Dios es de propiedad privada.
-
Una lucidez política para entender la situación del país me parece muy
necesaria. Una lucidez eclesial para ver los entresijos de la iglesia
ecuatoriana me parece también muy oportuna. Pero amará de verdad a los
hermanos y hermanas ecuatorianos el que dé la vida por ellos,
independientemente de donde haya nacido y más allá de los análisis que
haga sobre la situación. Por eso, la lucha sorda entre nacionalismos me
parece lenguaje viejo, mentalidad vieja; frente al símbolo, que une y
convoca, que se sirve de las fortalezas y debilidades de cada uno para
construir el Reino, el diábolo, con sus insidias, pretende dividir, separar,
enfrentar, despreciar al otro. El diábolo nos cierra las entrañas, las vuelve
opacas y confusas; nos hace unos desalmados, sin capacidad para la ternura y
la compasión.
-
Un hacer cosas sin amar a este pueblo ecuatoriano me parece estar sin estar,
es dar sin darse, que es la mejor forma de justificarse. Además, esta actitud
genera paternalismos, muy difíciles de discernir, complejos de dominio que
están muy lejos de la igualdad y justicia que hace brotar el Reino de Jesús.
3.- “Habéis oído que se dijo a los antiguos, pero yo os digo”
“La viña está seca, la higuera marchita, y el granado y la palmera y el manzano, los
árboles silvestres están secos, y hasta el gozo de los hombres se ha secado” (Joel 1,12),
“y sin embargo, encuentro esta vida hermosa y llena de sentido en cada instante” (Etty
Hillessum).
Es verdad que las debilidades que tenemos son muchas, pero creo que en este momento
es más importante soplar sobre las brasas que hacerlo sobre las cenizas. Dar con esas
brasas y soplar sobre lo que nos apasiona es vital para nosotros.
Es verdad que el individualismo, o sea el ir cada uno a lo suyo, amenaza con romper la
vida del Carmelo en el Ecuador, pero también es verdad que se ve en el horizonte una
nubecilla, pequeña como la palma de una mano, que consiste en el deseo de otro estilo
de vida más comunitario que pueda llenarnos de esperanza. El diálogo y la escucha son
los nuevos nombres del amor. De desconocidos que éramos, podemos hacernos amigos
por el diálogo.
Es verdad que tenemos cada uno muy presentes los defectos de los demás y que esto a
menudo nos paraliza y nos impide la confianza creativa –es más fácil encontrar quien
hable mal de los demás que quien lo haga bien-, pero creo que ya empezamos a ver que
otro modo de hablar unos de otros es posible. Uno de los frutos de la experiencia de
Dios es ver a los hermanos de otra manera. Quizás nos pueda venir bien esta parábola
para reforzar este camino de la mirada creativa.
Trabajo en equipo
Una vez en la carpintería hubo una extraña asamblea: fue una reunión de herramientas para
arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que
tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo
golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo;
dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo
ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija
estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se pasaba
midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. De repente entró el
carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el
tornillo.
Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble. Cuando la carpintería
quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la
palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero
el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no
pensemos ya en nuestros defectos y concentrémonos en la utilidad de nuestras cualidades".
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la
lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y
exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron
orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
Es verdad que somos pocos, al menos desde nuestros esquemas mentales en los que solo
siendo muchos parece que podemos ser significativos, pero los comienzos de la familia
teresiana de varones no estuvieron basados en la fuerza ni en el número, sino en el
“fraile y medio” con que la Santa dio los primeros pasos. Y aquí y ahora, creo
sinceramente que somos más de un “fraile y medio” para empezar de nuevo. Además,
los símbolos siempre son pequeños: un poco de pan, un grano de mostaza, un poco de
sal, unos gramos de levadura... Y no deberíamos olvidar que lo propio del símbolo es lo
frágil y pequeño unido, el brote, que apenas se ve, llamado a crecer y dar fruto; en
definitiva, la espiritualidad de los inicios, que, sin compararnos con el pasado, nos abre
al futuro. El eco de santa Teresita sigue resonando entre nosotros: Amar la pequeñez y
la pobreza, conjugado todo ello con la confianza audaz en el Padre que nos ama, puede
darnos alas para volar como águilas.
Es verdad que la debilidad nos puede llevar sin más a esconder el carisma pensando que
mientras ha durado ha sido hermoso, que a fin de cuentas los carmelitas hemos escrito
páginas gloriosas en Ecuador y que, espiritualizando las cosas, hasta podemos entender
que si el grano de trigo no muere no da fruto, y que tenemos que morir. Quizás
tengamos que cultivar algún día la espiritualidad de los límites, pero, sinceramente, creo
que esta hora puede ser para la Delegación de los Carmelitas en El Ecuador la hora de
cultivar la espiritualidad de la entrega, del amor que se da por entero. Una mujer que se
atrevió a romper el frasco del perfume de su vida llenó de buen olor toda la casa, y el
grito de un pobre desde la orilla del camino oído por Jesús convirtió al mendigo en un
seguidor, y el gesto generoso de un muchacho que ofreció sin pensar en su hambre sus
cinco panes y dos peces convirtió el hambre de la multitud en una fiesta y hubo
alimento para todos y aún sobró, y el camino de dos hombres descorazonados, a los que
se les había escondido la alegría muy en los adentros, después de caminar una jornada
con Jesús, descubrieron asombrados que un fuego les quemaba por dentro.
Es verdad que la debilidad puede llevarnos al enfrentamiento y que la viña florida, en
dos días, puede quedar convertida en una casa destartalada, en la que entren los ladrones
y roben la heredad. Es verdad que la debilidad nos puede llevar a creer más en el propio
proyecto personal que en el proyecto de la Delegación, siguiendo el popular “sálvese
quien pueda”. Pero creo también que esta experiencia de búsqueda de Dios en medio del
dolor y de la noche puede enseñarnos mucho acerca de nosotros mismos (humildad y
propio conocimiento) y del Señor (experiencia de su presencia, de su paz, de su gozo y
fortaleza en medio de nosotros). Solo así podremos cantar las mejores músicas del
Carmelo invitando a las gentes de El Ecuador a danzar al ritmo de un Dios, siempre
amigo de dar, con la música universal del amor.
Es verdad que las urgencias pastorales y el exceso de actividades pastorales han podido
llevarnos en ocasiones a una pérdida de olfato para el diálogo de amistad con el Señor, a
una débil experiencia comunitaria en la que, a veces, ni siquiera hemos sido compañeros
(los que comen el pan juntos), a una pastoral de francotiradores que no construye el
Reino y, además, nos agota y agota a los demás, porque solo el que anda en comunión
ni cansa ni se cansa. Pero también es verdad que, escuchándoles a ustedes, he percibido
preguntas que no solo señalan que muy cerca hay fuentes donde se puede beber sino que
las mismas preguntas son un camino hacia esas fuentes: ¿Qué sabor a Reino tendrá lo
que digamos, lo que hagamos, lo que seamos, si todo ello no ha brotado de un encuentro
amistoso con el Señor y de la escucha constante y atenta de su Palabra? “En el dialogo
con Dios germinan los grandes acontecimientos que cambian el rumbo de la historia”
(Edith Stein). En las sentadas dialogantes con ustedes he percibido dolores, pero dolores
esperanzados. En los encuentros tenidos, comunidad tras comunidad, he visto mucha
vida alrededor de los carmelitas; he visto cómo gentes desalentadas encuentran en el
Carmelo motivos para vivir con esperanza.
Es verdad que los proyectos personales, valiosos y hasta interesantes para desarrollar los
dones de cada uno, pueden debilitar el interés por las cosas comunes, el aprecio por una
misión pastoral que hay que llevar a cabo juntos. Pero también es verdad que he visto a
hermanos que están dispuestos a dejarlo todo para seguir, pobres y confiados, a Jesús,
sabedores de que el Señor no quita nada sino que lo da todo.
Es verdad que se ha debilitado algo tan imprescindible como la pastoral vocacional, o
sea, la capacidad de provocar a otros para el camino de seguimiento de Jesús en una
Iglesia de comunión y misionera, pero también creo que es posible vencer al enemigo
cantando. “El miedo llamo a mi puerta, salió la fe a abrir y no había nadie” (L. King).
Los hermanos carmelitas que nos precedieron en El Ecuador y que surcaron las aguas de
estos ríos que se unen para formar el Aguarico, supieron mucho de estos desafíos del
Espíritu y los afrontaron con gran fortaleza y elegancia.
Es verdad que, como somos pocos, podríamos abrir la puerta para que entre quien lo
desee, sin discernimiento, tanto para los que llaman por primera vez a la puerta como
para nosotros, que tras más o menos años, queremos seguir siendo carmelitas en El
Ecuador. Pero he encontrado hermanos que están buscándose en el don que un día
recibieron y que intentan por todos los medios “reavivar la gracia que está en ellos” y
vivir la vida como quien la estrena; no desean seguir adelante de cualquier manera, sino
cada vez más conscientes de haber recibido una llamada de Dios para ser testigos de su
amor en medio de este mundo.
4.- ¿En los tiempos difíciles cantaremos también?
Nuestra Delegación, con la risa escéptica de Sara entre las manos, visitada por las
reliquias de Teresita, ha sentido una fuerte invitación a recorrer el camino de la
confianza creativa en la Iglesia que está en El Ecuador. ¿Podrá más la tozuda realidad
palpada día a día que la creatividad nunca agotada del Espíritu? ¿Podrá más la
disgregación a que lleva el individualismo que la fuerza de la comunidad? ¿Podrán más
los trozos rotos de nuestra vasija rota que las posibilidades que nos ofrece de nuevo el
Alfarero para que no perdamos la alegría de los sueños? ¿Esconderemos nuestra
pobreza por miedo o la entregaremos a la tierra, como hizo el salmista que puso en el
surco las semillas que su familia necesitaba para vivir? ¿Nos meteremos en ambientes
cerrados cuando todo, en el Ecuador, habla de vida, cuando la vida nos abraza por todos
los lados y cuando el Espíritu nos empuja con su aire nuevo, misionero? La audacia de
Teresita nos invita a confiar “solo por hoy”, con el pan nuestro de cada día como
alimento, con los hermanos que, “solo por hoy”, Dios nos da como compañeros.
La esencia de Dios es sacar, animar constantemente procesos pascuales que van de la
muerte a la vida, del yo al nosotros, de lo mío a lo nuestro, de la injusticia a la
dignidad, del abuso del pobre a sentarlo a la mesa para que coma el pan nuestro.
Aunque a veces nuestra vida se ha escorado hacia un individualismo rabioso, podemos
iniciar pasos que nos lleven a una experiencia de pertenencia que respete y no anule la
riqueza de la propia individualidad de cada persona. Las distancias más largas se
acortan cuando damos un paso. Lo que nos diferencia nos hace únicos y lo que nos une
nos hace testigos del Reino de Jesús, nos hace Iglesia. Puede haber llegado el momento
de no mirar hacia los fracasos del pasado sino de poner los ojos en quien nos ofrece
posibilidades. “A quien se detiene en los fracasos y desánimos se le paralizan las fibras
del alma. Disponiéndonos a empezar de nuevo, la paz del corazón y una alegría del
Evangelio pueden cambiar nuestra vida” (Roger Schütz).
Nuestras comunidades están en contacto con la gente del pueblo; ahí se puede recrear
nuestra esperanza. Si escuchamos lo que nos dicen las personas que nos rodean,
podemos llegar a descubrir lo mejor que hay en nosotros: esa fuente que mana y corre
aunque es de noche. Las comunidades reciben vida de la gente, de los pobres. Dios nos
bendice en los pobres. Una vez más podemos entender que el Reino empieza desde
abajo, aunque el ponernos abajo nos haga vulnerables. El Reino de Dios solo puede ser
anunciado desde el contacto directo con las gentes más necesitadas de respiro. El Reino
de Dios se va gestando donde ocurren cosas buenas para los pobres. ¿Qué sentido tienen
estilos de vida elitistas, acomodados? La opción que ustedes tomaron por una economía
compartida y una claridad en el uso de los bienes, por las que tanto han luchado en el
trienio pasado, me parece que es todo un signo de espiritualidad. Este signo puede ser el
comienzo de una claridad mayor en otros aspectos de la vida, necesitados también de
verdad, de liberación y de coherencia con nuestra vocación como carmelitas. El Reino
de Dios pone en su centro al que está necesitado. Ellos son los preferidos de Dios. Las
mejores cosas nos las dice Dios en ellos. Nuestro rostro de carmelitas está escondido en
los últimos; ellos nos dicen quiénes somos. Al mirarlos descubrimos nuestra identidad.
“Me han hecho obispo los pobres” (Monseñor Romero). Los destinatarios de la misión
pastoral de nuestro carisma no solo son receptores de nuestros servicios, sino que
forman parte de nuestra identidad. Los pobres son nuestro lugar teológico; en ellos Dios
nos habla, en ellos hablamos a Dios, desde ellos hablamos de Dios.
Tenemos tendencia a eliminar, olvidar, despreciar ámbitos de la realidad. “Cuando das
un puntapié a un nido de avispas, está casi garantizado que te van a picar” (Sabiduría
africana). La capacidad de relación es el más antiguo y el más permanente de todos los
valares espirituales. Para ir a relaciones significativas tenemos que descubrirnos los
unos a los otros, y eso no se puede hacer sin la respuesta a una pregunta que, sobre todo,
tengo que responder yo: ¿Quién soy yo? Y con la respuesta a una pregunta que, sobre
todo, tiene que responder el otro: ¿Quién eres tú? Para ir hacia unas relaciones
significativas también es necesario responder a la pregunta: ¿Quién eres tú, pequeña
Delegación de El Ecuador? A mí me gustaría responder que no queremos ser un
instrumento de eficacia, sino una parábola de Dios para las gentes que nos han sido
confiadas.
Llevamos un tesoro en vasijas de barro, pero hay un pueblo en las encrucijadas de los
caminos que está esperando que se manifieste lo que es ser hijos de Dios. No somos el
eje de la vida, como nos mentía el egoísmo. “La vida es mayor que nosotros y los
caminos del Señor van mucho más lejos que nuestras miradas” (Espinel). ¡Ojalá que
nos invada una llovizna de humildad! Que nos permita tener un diálogo entre iguales y
la capacidad para tenerlo todo en común. Así seremos un signo ofrecido gratuitamente a
las gentes de El Ecuador.
Solo las personas felices se mantienen firmes y compasivas en los tiempos difíciles. ¿En
los tiempos difíciles cantaremos también? En los tiempos difíciles cantaremos también.
4.- ¿Cuál será nuestra respuesta?
¿Percibiremos la llamada en medio de la noche? ¿Cómo responderemos? ¿Qué
seremos?
-
¿Personas que acuden a los gritos de los orillados o personas que esconden por
pudor el tesoro escondido?
¿Personas que acompañan y comparten o personas que silencian los secretos del
Rey?
¿Personas que son de Dios y de todos o personas que están y viven en terreno de
nadie?
¿Personas abiertas que trabajan en red o personas que agrandan naderías?
¿Personas en éxodo o personas paralizadas que defienden su parcela?
¿Personas que ayudan a otros a abrirse al Misterio de Dios o personas que
ahuyentan a los que buscan, sin dejar entrar a los que quieren ver a Jesús?
¿Personas que llevan consuelo a los que sufren o personas que son profetas de
calamidades?
¿Personas de utopía o personas que miran hacia atrás tratando de guardar lo que
no da vida?
¿Personas que viven y trabajan en red, en Iglesia, o personas que hacen de su
vida un juego solitario?
5.- La decisión es nuestra
Nunca es tarde para volver atrás, sobre todo si percibimos que el camino que
llevábamos era un atajo que no nos llevaba a ningún lugar. Las mejores palabras que
ustedes han dicho en el informe del proceso de reflexión llevado a cabo en este año, y
que yo recojo, hablan de:
-
Disponibilidad u obediencia a un proyecto de vida común, que lleva a dar un
paso al frente para decir: “Aquí estoy”.
-
Claridad vocacional o decisión de querer pertenecer a este proyecto, aunque a
veces nos hayan dado ganas de marchar: “¿También ustedes quieren
marcharse?” La crisis, en la escritura ideográfica china, se dice con dos signos,
uno que significa peligro y otro que significa posibilidad.
-
Deseo grande de vivir en una iglesia de comunión y misión, aportando un
carisma que conjuga el saber entrar en la presencia del Misterio de Dios con la
itinerancia por los caminos para compartir los gozos y dolores de las gentes.
-
Acogida, con humor teresiano, de nuestras diferencias, porque eso nos hace
únicos. Los aspectos que nos separan podemos verlos, al etilo de Teresita, como
la mejor de las sinfonías. No se trata tanto de organizarnos mejor para funcionar
mejor; no se trata de cómo distribuirnos para cubrir los huecos; se trata de llevar
adelante la tarea del Reino con las pequeñas o grandes fuerzas que Dios nos da,
con los hermanos, tal como son, que Dios nos regala. Cada hermano es un
regalo, no un problema. Cada hermano es una posibilidad, no una amenaza.
-
Estilo de vida sencillo, fraterno, orante, alegre. Somos un grupo que puede llegar
a ser duro consigo mismo, si no nos alcanza la ternura de la mujer. Somos
hermanos de la Virgen, amigos de Teresa, compañeros de tantas mujeres que, en
el intercambio de dones, nos enriquecen y nos complementan.
-
Atrevimiento para seguir soñando juntos, para vivir la vida con ilusión. “Juntos
andemos” con hermanas y hermanos que vibran con las misma músicas que
nosotros. Que nada ni nadie nos haga perder la alegría de los sueños. El Espíritu
es la alegría. Quien vea la alegría en nuestras comunidades, verá a Dios.
6.- “¡Ánimo! Soy yo, no tengáis miedo”
Un relato nos puede poner sobre la pista, porque a veces no es precisamente ánimo lo
que percibimos en lo que nos rodea.

Parábola: Las dos ranas
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un
hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando
vieron cuán profundo era, dijeron a las dos ranas que estaban en el fondo que se
debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando
de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que
sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se
desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más, la multitud de ranas gritaban y hacían señas para que dejara de
sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía sentido seguir
luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas, hasta que finalmente logró
salir del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "nos da alegría que hayas logrado salir, a
pesar de lo que te gritábamos". La rana les explicó que era sorda, y que pensó que
las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.
Nuestro estilo de vida, fruto de la experiencia de Dios en el Carmelo, nos desafía a la
valentía, al riesgo, a no contentarnos con los caminos trillados de siempre. Nos lo
diremos con palabras de nuestros Santos. Nos lo diremos con Santa Teresa que puso en
marcha un estilo de vida no para personas concertadas, que buscan estilos concertados,
sino para personas desconcertadas, locas, capaces de albergar en el corazón los sueños
de Dios. Lo diremos con Juan de la Cruz que nos invita a la mejor de las movidas,
porque una comunidad apretada, que no se mueve ¿qué puede ser? “Múdese todo muy
enhorabuena, con tal que hagamos asiento en ti" (San Juan de la Cruz). Lo diremos con
Teresita, que nos dice con su sencillez que lo que agrada a Dios en que amemos nuestra
pequeñez y nuestra pobreza, que lo que agrada a Dios es la confianza ciega puesta en su
misericordia.
Lo diremos con palabras de dos hermanos más cercanos a nuestros días:
“Diré una sola cosa: Abran el corazón al Espíritu. Se dirá que entonces se corre un
gran riesgo: Arriesguen. Habrá quien advierta: Se van a equivocar. Equivóquense. No
hay lección mejor aprendida que la que ha costado algún error. Equivóquense, eso les
permitirá aprender mejor la lección” (Bernardo Olivera).
“Es tarde,
pero es nuestra hora.
Es tarde,
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde,
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde,
pero es madrugada
si insistimos un poco” (Pedro Casaldáliga).
Atrevámonos a volar. “Dios es amigo de ánimas animosas” (Santa Teresa). Nos rodea
una nube de testigos, de gente muy valiente que se jugó la vida por abrir caminos de
liberación en estas tierras del Oriente.
Valorémonos. El Espíritu nos enseña a valorarnos, nos enseña el camino de la confianza
creativa, nos cita en el misterio manteniendo en nosotros el derecho a soñar.
Que nadie piense que está excluido de un proyecto que es común y en el que todos los
que lo deseen tendrán sitio, tarea y palabra. “Dios no imposibilita a ninguno para
comprar sus riquezas; con que dé cada uno lo que tuviere se contenta” (Moradas
V,1,3).
“Hay muy pocas personas que amen los paisajes que todavía no existen” (F. Pessoa).
Hermanos, lo mejor está por llegar. Caminemos con la mirada que nos regala Juan de la
Cruz, “sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía” (Juan de la Cruz). Les invito
a trabajar por lo que aún no podemos ver, sin perder la alegría de los sueños. “¿No sería
más progresista decir hacia dónde vamos a seguir que decir en dónde nos vamos a
parar?” (Mafalda).
¿Cómo concretaremos todo esto para que no se quede solo en palabras? Nosotros, como
Delegación en El Ecuador, tenemos la palabra.
II.- Opciones prioritarias para el Trienio en la Delegación
-
Opción por la Pastoral vocacional, como expresión lógica de una vocación
vivida con entusiasmo y agradecimiento al servicio de la Iglesia en El Ecuador.
-
-
-
Opción por los pobres (por los indígenas que son los pobres entre los pobres),
porque el amor, al estilo de Jesús, lo mostramos poniéndonos abajo.
Opción por el centro de Espiritualidad de Puerto Libre, como un camino largo de
encuentro de nuestros hermanos misioneros con el don del Carmelo y, por lo
tanto, con la tarea de la espiritualidad en ISAMIS.
Opción por el Instituto de Espiritualidad en Santa Teresita, como una oferta que
hacemos desde el Carmelo a la Iglesia Ecuatoriana.
Opción por una relación fluida, fraterna, sincera con las Madres Carmelitas,
sabedores de que recibimos más que damos. En comunión con ellas podemos
dar testimonio de un carisma común. ¿Seremos tan tontos que nos quedemos al
margen de tanta riqueza?
Opción por los laicos del Carmelo para llevar adelante la tarea carismática que
se les ha confiado al igual que a nosotros. No somos nosotros los que les
dejamos participar en nuestra misión, sino que nosotros, aunque tarde,
reconocemos que han recibido el espíritu del Carmelo igual que nosotros.
III.- Pistas de luz para el camino
Es posible otro modo de hablar de Dios. Es posible otro modo de hablar de nosotros. Es
posible otro modo de hablar de los demás.
¿Cómo hacer que el proyecto de todos se nos meta en el corazón? ¿En qué insistiremos
en este momento? ¿Cuáles serán los criterios de discernimiento de nuestra vida en esta
hora? No en muchas cosas. Insistiremos:
- En el amor apasionado a una Iglesia que opta por servir a los últimos, como lo
hizo Jesús, que vive la comunión en el Espíritu y que es misionera de Evangelio
a todos los pueblos.
- En el amor apasionado a las mujeres y hombres del Ecuador, sin que nada
humano nos sea ajeno, sin que nada de lo que pasa en esta tierra nos sea
indiferente.
- En la experiencia comunitaria, porque los que fueron cimiento de nuestra utopía
“todo lo tenían en común”.
- En la práctica creativa de la oración personal y comunitaria.
- En una relación con los más pequeños, con los más pobres.
- En un camino en comunión con los laicos.
- En un camino de confianza en los hermanos que Dios nos ha dado como
compañeros.
En la capilla de Puerto Libre, que en algunos momentos parece el arca de Noé donde
todos los seres vivos de la selva se hacen presentes para cantar con nosotros la
“solidaridad” de Leónidas Proaño, está dibujada en la pared esta frase de la Santa, que
me parece el mejor programa para el trienio que ahora empezamos: DEJEMOS HACER
AL SEÑOR.
Con El les dejo a ustedes, pero seguimos todos juntos en el camino. Que la Madre del
Carmelo nos enseñe a ser hermanos entre nosotros y hermanos de todos los pueblos. Un
abrazo entrañable para toda la familia del Carmelo en El Ecuador.
Pedro Tomás, Provincial
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