1.- EVOLUCIÓN DE LA OBRA DE VALLE-INCLÁN. JUSTIFICA LA INCLUSIÓN DE LUCES DE BOHEMIA EN LA ETAPA QUE LE CORRESPONDA. Localización del autor en su contexto histórico, social y literario La obra de Valle- Inclán se desarrolla durante lo que conocemos como “crisis de fin de siglo” (1898-1939), etapa en la que los escritores sienten que la literatura tiene que renovarse. Esta necesidad de cambio se verá reflejada en el movimiento del Modernismo, que pretendía una renovación total de la vida y del arte, a través de su postura antiburguesa y de la recuperación de la belleza del lenguaje literario. En España durante este periodo surge la llamada Generación del 98, grupo de escritores del periodo de entreguerras que pretendía renovar el lenguaje y regenerar la vida pública en un país atrasado cultural y económicamente, y conmocionado por “el desastre”, como se llamó a la pérdida de las últimas colonias de Cuba y Filipinas en 1898. El modernismo y la Generación del 98 compartirán rasgos comunes: El rechazo de la literatura realista anterior: la intuición será la forma de conocimiento y no la observación directa de la realidad. La búsqueda de un lenguaje literario diferente, más claro, más preciso, más bello. Su espíritu de protesta y su profundo amor al arte. Su obra y el estilo de esta Valle-Inclán tuvo una primera y brevísima etapa modernista pero en su independencia no dejó que su estilo personal e inconfundible se viese condicionado por la mayoría -modernistas como Machado y Darío-. En cambio, sí es cierto que su obra se vio modificada en gran medida por el desastre del 98 ya que, después de este, sus escritos tomaron un cauce totalmente noventayochista tiñéndose de crítica social y política en forma de esperpento. Valle-Inclán comienza su carrera literaria bajo la influencia del modernismo de Rubén Darío y de los movimientos estéticos franceses del siglo XIX. Durante esta etapa se refleja en sus escritos una visión nostálgica de la vida y del amor, una visión imposible -utópica- preburguesa; personajes que mueren por amor y héroes. Contiene su obra en esta etapa muchos aspectos líricos -adjetivos, una cierta búsqueda de ritmo-, ya que el autor tenía claramente lo que se denomina una intención poética. Redactó sobre todo cuentos y leyendas. Veámoslo con más detalle: Flor de santidad (1904). Una bellísima novela precedida de un soneto de Antonio Machado. El escenario es la Galicia rural, sus gentes supersticiosas que viven en una atmósfera legendaria y mágica. En esta época escribió también las Sonatas de Otoño (1902), Estío (1903), Primavera (1904) e Invierno (1905). El protagonista es el marqués de Bradomín. Se trata de una obra en la que el autor consiguió crear un ambiente muy preciso poniendo adjetivo a todos los sustantivos. Además, exaltó el mundo decadente con una prosa rítmica, refinada y bellísima. El decadentismo modernista alcanza su plenitud en las Sonatas, Memorias amables del marqués de Bradomín, en las que juega un papel trascendental el erotismo decadente. Bradomín se autodefine como "sentimental", aunque la mayor parte de los críticos dudan de ello. Proliferan los rasgos decadentes y los toques de perversión: asociación deleitable de amor/muerte, satanismo/religión, esteticismo/sensualidad. En general, en su prosa modernista Valle busca el principio parnasiano "del arte por el arte" y practicar "el culto simbolista de la alusión y de la sensación". Hay una búsqueda continua de la musicalidad al estilo de Rubén Darío, y una huida consciente y continua del realismo y el utilitarismo. Tras su etapa modernista, la visión que tiene Valle de la España de su tiempo es cada vez más sombría y negativa y el reflejo de esta visión está en su obra. Sin embargo, el cambio que va del ambiente refinado y de lujosa voluptuosidad de las Sonatas a la mascarada grotesca de El ruedo ibérico, no se hace a través de una ruptura tajante y brusca entre un estilo y otro, sino gradualmente. Incluso en las Sonatas varios críticos han sabido ver el germen del esperpento en ciertas expresiones irónicas, escenas macabras, animalizaciones. El esperpento es una deformación grotesca de la realidad con fines expresivos, según Valle-Inclán: “Los héroes clásicos reflejados en espejos cóncavos dan el Esperpento. Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas”. Respecto a la cronología del esperpento, hay que señalar 1920 como un año decisivo. Aparecen cuatro obras del autor: una tragicomedia de aldea, Divinas palabras, esperpento rural y que está considerada obra maestra del teatro universal; dos farsas, Farsa de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza, y un esperpento, Luces de bohemia. Posteriormente, aparecerán: Los cuernos de Don Friolera (1921), alegato antimilitarista, y La hija del capitán (1927), dos esperpentos que constituyen con Las galas del difunto el titulado Martes de carnaval. Otra de sus obras esperpénticas será Tirano Banderas (1926). En Luces de bohemia Valle transforma y deforma a sus criaturas al pasarlas por el tamiz del esperpento y transmite una imagen monstruosa de la realidad española: instituciones, burguesía, pueblo, nada ni nadie que tuviera alguna relevancia social se salva de la crítica. No cae en la sensiblería ni en la moraleja. Para Zamora Vicente, desde el punto de vista lingüístico, sería la obra maestra del esperpento y su estética resume la nueva manera de ver el mundo por parte del autor. 2.- CARACTERÍSTICAS DEL ESPERPENTO Y SU REFLEJO EN LUCES DE BOHEMIA El esperpento es una deformación grotesca de la realidad con fines expresivos, según ValleInclán: “Los héroes clásicos reflejados en espejos cóncavos dan el Esperpento. Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas”. El autor ante un mundo monstruoso y absurdo opera de forma selectiva, desintegra los hechos y ofrece al público lo que más le escandaliza y sobrecoge. Hace una crítica demoledora del orden establecido y el esperpento es a la vez tragedia y farsa. En Luces de bohemia Valle transforma y deforma a sus criaturas al pasarlas por el tamiz del esperpento y transmite una imagen monstruosa de la realidad española: instituciones, burguesía, pueblo, nada ni nadie que tuviera alguna relevancia social se salva de la crítica. No cae en la sensiblería ni en la moraleja. Para Zamora Vicente, desde el punto de vista lingüístico, sería la obra maestra del esperpento y su estética resume la nueva manera de ver el mundo por parte del autor. Lo fundamental del esperpento es: El empleo de técnicas de deformación y distanciamiento. El intento de profundizar en la vida miserable de España, esto es, una visión crítica. En cuanto al distanciamiento, el recurso más utilizado por Valle-Inclán es el de adoptar un punto de vista “desde arriba” o “levantado en el aire”. Este consiste en separarse de lo que se va a contar, ponerse por encima de ello, no implicarse ni identificarse como autor con los personajes… Así se transmite una realidad empequeñecida, desidealizada, deformada. De todos modos, este distanciamiento –superioridad del autor respecto a sus personajes– no lo es siempre ni en la misma medida con todos los personajes ni situaciones como se verá más adelante, especialmente en algunos momentos con Max o con los personajes secundarios “trágicos” (el preso Mateo y la Madre). En cambio, en otros esperpentos ya no hay personajes sino peleles, marionetas manipuladas por el autor (Los cuernos…, Las galas…). Pasamos después a estudiar las diferentes técnicas de deformación o esperpentización que, tanto en las acotaciones como a través de los diálogos, ejerce sistemáticamente sobre personajes y situaciones. Sobre los personajes recuérdese que son reflejados en los espejos cóncavos del callejón del Gato. Son principalmente tres: - Animalización: consiste en presentar al personaje con algún rasgo animal. Cosificación: presentándose como objetos a los personajes. Muñequización: identificando a los personajes con “peleles”, “fantoches”, con “máscaras”. Como ejemplo de estas técnicas, puede verse el comienzo de la escena II, en la que aparece el librero Zaratustra en tertulia con “el gato, el loro y el canario”, “abichado”, con “la cara de tocino rancio” y “la bufanda de verde serpiente”; en conjunto, un “fantoche”. Posteriormente aparecerá conversando con toda esa extraña caterva de tertulianos en la que el loro gritará: “¡Viva España!”; el que hable, humanizándose, está aún fortaleciendo más esa simbiosis de lo animal y el personaje que se presenta al inicio de la escena II. No sólo los personajes son deformados, sino también las situaciones. El procedimiento más habitual de la esperpentización de las distintas situaciones consiste en hacerlas grotescas o absurdas mediante la técnica del contraste, fundamental en algunas escenas, como la escena XIII, llena de ellos: Don Latino llega borracho al entierro de su mejor amigo, el perrillo que salta por encima de la caja y tuerce la vela, la aparición de Soulinake diciendo que Max no está muerto sino en estado de catalepsia, la llegada del cochero para comprobar si está muerto o no muerto… Todos estos contrastes convierten en grotesca una situación trágica. Finalmente, dentro de las técnicas de deformación, también deberíamos hablar de las comprensiones de espacio y de tiempo. De espacio, porque España se reduce y queda representada en la noche madrileña. De tiempo, porque en los tres días en que se desarrolla su acción se reúne a personajes y acontecimientos reales que sucedieron en un tiempo mucho más dilatado, en los años del reinado de Alfonso XIII. Basta con fijarse en Max Estrella, identificado con Alejandro Sawa, que murió en 1909, y en el ministro de Gobernación, Julio Burell, que lo fue durante unos meses en 1917. La “esperpentización” de la vida española se logra aquí mediante esa condensación de múltiples aspectos de la realidad social, política, cultural y literaria en una acción dramática que logra integrarlos en una estructura cerrada. Esa misma esperpentización se puede percibir en la cronología interna de la obra, viendo cómo Valle juega con ella. Así se ve, por ejemplo, en el modo en que Max-Sawa habla de sí mismo como muerto en la conversación que tiene con el ministro Burell (Sawa se llamaba a sí mismo “Alex”, no Alejandro, del que se dice en el texto que “murió”). 3.-LOS PERSONAJES DE MAX ESTRELLA Y D. LATINO EN LUCES DE BOHEMIA MAX ESTRELLA: resulta un personaje riquísimo, pues puede analizarse su papel en el libro desde diferentes perspectivas. 1.- Es un bohemio muy conocido en la noche madrileña de principios de siglo, Alejandro Sawa, en cuya vida, e incluso obra, se basa el autor para crear su personaje. Sawa llevó una vida bohemia, primero en Madrid, después en París, donde casó con una francesa (allí volvió a trabajar para Rubén, su amigo, y allí conoció a algunos poetas simbolistas franceses, Verlaine entre ellos); volvió con su mujer a Madrid, donde no tuvo éxito su carrera literaria, y murió de hambre y frío en 1909. Su obra, póstuma, se tituló Iluminaciones en la sombra (1910). Su ideología fue siempre radical, cercana al anarquismo (debió conocer también a Bakunin en París). 2.- Así mismo, en diversos momentos de la obra, se caracteriza al personaje como una encarnación de personajes históricos o literarios. En el terreno de lo “mítico”, nos recuerda al poeta ciego Homero, a Dante bajando a los infiernos madrileños, es tan lúcido y ciego como Edipo… (En este punto, podría apreciarse ya la “esperpentización” de héroes a través del antihéroe protagonista). 3.- Desde una perspectiva social, está representando simbólicamente al intelectual contemporáneo, específicamente bohemio, con todas sus contradicciones; ese intelectual que se acerca al pueblo-proletariado convirtiéndose en altavoz de sus reivindicaciones. Naturalmente, esto mismo es lo que hace Valle, con lo que se está presentando a él mismo mediante ese doble literario. Queda claro esto cuando es Max quien explica lo que es el “esperpento”, la creación de Valle-Inclán, como su propio proyecto. 4.- Finalmente, el nombre resulta (como en otros personajes), simbólico, trágica e irónicamente simbólico: “Max Estella”. No es “más estrella”, ni siquiera es una estrella. Es un fracasado escritor, un “Mala Estrella”, como se le llama en algún momento. También es Máximo Estrella cuando tiene dinero. DON LATINO: el acompañante del protagonista en sus “aventuras”. Es uno de los pocos personajes del libro para el que no se encuentra in “doble” en la realidad de la bohemia de principios de siglo. Podría ser cualquiera de los modernistas con los que convivía Sawa, pero ninguno en concreto tan cercano al protagonista. Sawa solía ir acompañado de un perro; en este sentido, curiosamente, en una ocasión aparece D. Latino tildado como “perro” en el libro (o caracterizando como can). En cambio, para Alonso Zamora Vicente, este personaje fundamental debe entenderse como un desdoblamiento de la personalidad del protagonista: si Max representa la parte más noble, Don Latino es lo que en su vida hubo también de desengaño. El nombre de Don Latino de Hispalis parece venir de la unión del lugar en que nació (Hispalis es Sevilla) con el de su estancia bohemia en París, el Barrio Latino. Por otra parte, lo mismo que en el caso del protagonista, Don Latino reúne también varias personalidades simbólico-míticas: la de Virgilio guiando a Dante-Max por los infiernos madrileños; quizás la de un Sancho Panza aprovechado de aquel idealista poeta, su dueño; la del Lazarillo guiando y engañando a su ciego amo, o incluso la figura del criado gracioso típica de comedia española del Siglo de Oro. Llegados a este punto, cabe reflexionar un momento sobre los personajes vistos. Lo que se aprecia con claridad es una forma de proceder en el esperpento de Valle-Inclán: trata la realidad, es decir, personajes realmente existentes, mostrando básicamente su biografía real; pero a la vez trasforma esa realidad para dar más relieve literario a los personajes, es decir, para profundizar y agudizar las contradicciones en que viven aquellos (esto se puede ver en el desdoblamiento de Sawa en Max y Don Latino). También para dramatizar más su tragedia grotesca (con el suicidio final de Mme. Collet y Claudinita). 4.- LUCES DE BOHEMIA Y LA REALIDAD POLÍTICA Y SOCIAL a.- Crítica al mundo de la cultura: A través de los modernistas y de personajes relacionados con ellos (el librero Zaratustra, Basilio Soulinake, don Filiberto, redactor jefe de El Popular), Valle-Inclán está analizando el papel de la bohemia intelectual en la vida de su tiempo. Algunos de estos modernistas tienen una clara correspondencia con personajes reales, como Gay Peregrino, Dorio de Gádex, Gálvez… Valle los ridiculiza en conjunto, sobre todo al compararlos en su bohemia irresponsable y tarambana con Max Estrella, el intelectual que se acerca al pueblo. El librero Zaratustra, también “copia” de un personaje real, está representando en el libro el papel de los comerciantes de la cultura, que se aprovechan del ingenio ajeno. Por otra parte, está incluido, en la obra teatral, dentro del amplio grupo de burgueses reaccionarios. Don Filiberto es otro burgués que en la obra representa la servidumbre de la prensa a la política, sin ningún respeto por una verdadera actividad intelectual: sólo se publica lo que no atenta contra la posición política del director. El caso de Basilio Soulinake (Ernesto Bark en la vida real) representa en la obra el caso extremo de la afición bohemia por el esoterismo y el pseudocientifismo; también se mofa Valle de estos asuntos, tan de moda en los círculos intelectuales de su tiempo, en otras escenas de libro (Don Latino es teósofo y como tal se muestra hablando con Zaratustra y con Rubén). Los únicos personajes de este mundillo intelectual y bohemio que no aparecen ridiculizados y esperpentizados son Rubén Darío (único personaje importante que aparece citado con su verdadero nombre en el libro) y el Marqués de Bradomin (protagonista de las Sonatas…, y tras el que se oculta el propio autor), que parecen ser conscientes de la tragedia de su amigo. b.- El mundo social del “lumpen”: grupo social que abarcaría a todos los marginados. Está representado en el libro por las dos prostitutas (la Pisa-Bien en la escena III y la Lunares en la X) y un chulo (el rey de Portugal en la II). Valle caracteriza a través de la Lunares la miseria de la prostitución, mientras que con el rey de Portugal nos comunica la fuerte rebeldía social de estos grupos. Está presentando a través de estos personajes lo que caracteriza a los individuos marginados socialmente: no son muy conscientes de su miseria, pero hay un fondo visceral de rebeldía que les lleva a enfrentarse con la sociedad que los ha marginado. Queda clara la simpatía del autor hacia ellos. c.- El “pueblo”, el proletariado: aparece en el libro fundamentalmente con el preso Mateo de la escena VI; él es un proletario consciente, revolucionario, y se encarga de presentar en el libro esa conciencia social que se está despertando en esos años en España. Todo él diálogo con Max en el calabozo sirve para mostrar el acercamiento de Max-Valle a las posturas revolucionarias, para predicar que ambos están luchando por lo mismo en diferentes campos. También aparece el proletariado en la escena XI, enfrentándose airadamente a las posturas miserables de los pequeños burgueses (retirado, empeñista y tabernero) ante la muerteasesinato del niño. Presenta el autor, a su vez, distintas reacciones ante ese suceso por parte de los distintos proletarios: la rabia y dolor de la madre, la rebeldía visceral ante la injusticia de la portera, la más consciente del Albañil... Frente a ellos, los pequeños burgueses creen en la autoridad y el orden como bienes supremos, permaneciendo insensibles ante el dolor ajeno. d.- La autoridad aparece ridiculizada y criticada con dureza por servir a los intereses de la burguesía. Sus representantes en el libro son el Capitán Pitito y los guardias que detienen a Max, Serafín el Bonito y el ministro de la Gobernación. Todos ellos se caracterizan especialmente por su incultura y brutalidad. Pero además, en el mismo argumento del libro, se efectúa una crítica durísima contra la represión a través de la historia del preso Mateo y de la muerte del niño. Entre las autoridades destaca el ministro de la Gobernación, también personaje tomado de la realidad (Julio Burell, aficionado a la literatura, ex bohemio; fue ministro en 1917). Quizá haya que entenderlo como símbolo del intelectual que renuncia a su vocación para vivir de la política. Es el que consigue rebajar al Max justiciero a la categoría de pordiosero. 5.-LUCES DE BOHEMIA EN EL CONTEXTO HISTÓRICO Y LITERARIO DE SU ÉPOCA La dimensión crítica del libro se da no solo a través de sus personajes y su argumento, sino que, muchas veces, aparece en los diálogos y en las situaciones. En ellos se perciben con claridad, generalmente, el ataque a personas e instituciones de la época. Estos “zarpazos” críticos son muy abundantes en toda la obra, y aunque hoy no los apreciamos porque ya no son actualidad, en el momento en que se escribió el libro suponían una referencia constante a la sociedad de la época fuertemente revolucionaria. Se puede analizar esta crítica en dos niveles, el literario y el político La crítica literaria se desliza en esas pequeñas citas de los diálogos. Se centra sobre todo en la Academia, a la que Valle ataca claramente a través lo que dicen personajes (“los cabrones de la Academia”). El resquemor de Valle-Inclán contra la Academia es lógico si se piensa que entonces la mayoría de los escritores allí incluidos eran de segunda fila. Entre ellos estaban, por ejemplo, don Mariano de Cavia y Cavestany, a los que se cita en el libro sin ningún respeto. Quizás el ataque más claro sea al sargento Basallo, que va a ocupar la vacante de Galdós, héroe de la guerra de Marruecos que escribió por toda obra unas memorias hoy totalmente desconocidas. De los literatos de la época, aparte de Rubén Darío, se habla de Unamuno y Villaespesa con cierta sorna, y con clara intención burlesca se cita a los hermanos Quintero comparándolos con Shakespeare. De autores de teatro extranjeros, solo aparecen nombrados el citado Shakespeare e Ibsen, quizás para marcar distancias respecto a ambos, pues el Marqués de Bradomín (alter ego de Valle) siente lejano a Shakespeare y Max (otro alter ego) se aburre con Ibsen. También aparece reflejada en el texto la importancia del fenómeno social de la novela por entregas, el género literario más popular entonces. En un diálogo entre Zaratustra y una chica que pide información sobre una titulada “El hijo de la difunta”, se sugiere el papel alienante del género y su mero interés pecuniario. La crítica política se realiza a través de citas o alusiones, y tiene todavía mayor relieve. Varios personajes políticos de aquellos momentos son atacados: Maura, Castelar; Manuel Cano (cacique de Huesca), Don Jaime, el conde de Romanones, el general Weyler (que se oculta como el “Enano de la venta”), el ministro ya citado, Silvela, Alfonso XIII, García Prieto, el marqués de Alhucemas, la Infanta… También algunas instituciones son atacadas con crudeza: la Acción Ciudadana o el Ministerio de la desgobernación. Con todo lo anteriormente descrito, el libro aparece como un reflejo hiriente de la situación política de las primeras décadas del presente siglo. Lo que quizás sea más destacable es que Valle selecciona los personajes históricos para que compongan un friso esperpéntico no de un momento dado sino de toda una época, más o menos desde la mayoría de edad de Alfonso XIII, hasta 1920. 6.-ESTÉTICA. LENGUAJE ESPERPÉNTICO EN LUCES DE BOHEMIA Si en algo están de acuerdo todos los comentaristas de Valle-Inclán es en su prodigioso manejo del lenguaje en todas las etapas de su creación literaria. Hay que tener en cuenta que nunca la lengua de Valle-Inclán es una lengua hablada, sino todo lo contrario, es una lengua artificial, totalmente sujeta a un proceso de elaboración bien meditado por el autor, donde se reúnen elementos de muy diversa procedencia. Además, y aquí está el acierto fundamental del autor, su lengua se adecua perfectamente a cada personaje que aparece individualizado por su expresión (debe tenerse en cuenta la importancia del lenguaje de los personajes en la obra teatral, como transmisor del contenido y como reflejo de su personalidad). ¿Cómo construye Valle el lenguaje de Luces de bohemia? 1. Elementos tomados del lenguaje modernista ya banalizado y vacío. Es el que utilizan todos los bohemios de la obra, incluidos Max y Rubén. Quizá el caso más curioso sea el de Rubén, que utiliza constantemente un latiguillo: “¡Admirable!”. En todos los modernistas está claro el uso de un lenguaje literario aplicado a la conversación cotidiana, lo que produce un efecto claramente burlesco. 2. Lo más llamativo del lenguaje de los personajes de Luces de bohemia es la presencia del habla achulada madrileña. Prácticamente se puede rastrear en casi todos los personajes, pero lo utilizan especialmente todos los personajes del ambiente nocturno madrileño: modernistas, chulos, prostitutas… Los principales rasgos de este tipo de lenguaje son: - Léxico: curda, quinces, morapio, chavelar, chola, guindilla, fiambre, pápiro, apoquinar… Apócope de palabra: La Corres, Don Lati, delega, propi… Modismos: dar p’al pelo, jugar de boquilla, coger a uno de pipi, estar marmota, ¡me caso en Sevilla!, ir de ganchete… Cultismos entre palabras coloquiales: no introduzcas la pata… Vulgarismos: sus (os), cuála, dilustrado, seña… 3. Para caracterizar a los personajes pequeño-burgueses y a las autoridades, utiliza Valle un lenguaje bastante retórico cercano al lenguaje oficial. Es un lenguaje despersonalizado, como si no hubiera un sujeto que emitiera la comunicación, es un lenguaje casi administrativo. Este es el lenguaje que utiliza el capitán Pitito, el empeñista, el guardia, el retirado, el tabernero… muestran su indiferencia mediante un lenguaje falsamente aséptico. 4. Finalmente, hay un par de personajes que hablan un castellano de extranjeros, con abundantes incorrecciones: Mme. Collet y Basilio Soulinake. Lo descrito anteriormente sucede en los diálogos. De otro modo, en las acotaciones se muestra un estilo muy cuidado y literario. Quizá esté en ellas lo más llamativo de la elaboración a que somete el lenguaje Valle-Inclán. Si otros autores teatrales apenas las cuidan pues son concisas notas aclarativas sobre personajes, escenarios o acciones, Valle las desarrolla por extenso y literariamente. Muchos de los rasgos lingüísticos que hemos señalado en los diálogos aparecen también en las acotaciones. Pero estas se caracterizan principalmente por su sintaxis nominal, abundantes enumeraciones asindéticas, metáforas, comparaciones y neologismos, entre otros recursos a caballo entre la naturalidad y la artificiosidad o estilismo literario.