Estoicismo y Epicureismo

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ÍNDICE:
Contexto histórico
Estoicismo
• Biografía de Zenón de Citio, Cleantes, Cicerón y Séneca
• Doctrina
Epicureísmo
• Biografía de Epicuro
• Doctrina
Bibliografía
Contexto histórico
En el tiempo de la aparición del Estoicismo y del Epicureísmo, 300 a.C. aprox. , la Edad de Oro de Grecia ya
había terminado, pues las ciudades −estado se habían enfrascado en luchas por la supremacía de la península y
ya débiles habían sido dominadas por los macedonios.
El año 336 a.C. Alejandro Magno , había restablecido su posición en Grecia, luego de reprimir unas
rebeliones, y un congreso de estados en Corinto lo eligió comandante del Ejército griego para la guerra contra
Persia. En el 335 a.C. dirigió una campaña brillante contra los rebeldes tracios cerca del río Danubio. A su
regreso a Macedonia, reprimió en una sola semana a los hostiles ilirios y y después se dirigió hacia Tebas, que
se había sublevado. Tomó la ciudad por asalto y arrasó sus edificios, respetando sólo los templos y la casa del
poeta lírico Píndaro, esclavizando a unos treinta mil habitantes capturados. La rapidez de Alejandro en
reprimir la sublevación de Tebas facilitó la inmediata sumisión de los otros estados griegos.
Alejandro comenzó su guerra contra Persia la primavera del 334 a.C. al cruzar el Helesponto con un ejército
de unos 365.000 hombres de Macedonia y de toda Grecia; En el río Gránico, cerca de la antigua ciudad de
Troya ,atacó a un ejército de 40.000 persas y griegos hoplitas (mercenarios). Sus fuerzas derrotaron al
enemigo y después de esta batalla, toda Asia se rindió. Al parecer, en su camino a través de Frigia cortó con
su espada el nudo gordiano. Continuó avanzando hacia el sur y se encontró con el ejército principal persa,
bajo el mando de Darío III, en el noroeste de Siria. La batalla de Isos, en el año 333 a.C., terminó con una
gran victoria de Alejandro. Aunque cortó la retirada, Darío huyó, abandonando a su madre, esposa e hijos a
Alejandro, quien les trató con respeto debido a su condición de familia real. Tiro, un puerto marítimo muy
fortificado, ofreció una resistencia obstinada, pero Alejandro lo tomó por asalto en el 332 a.C. después de un
asedio de siete meses. Seguidamente, capturó Gaza y después pasó a Egipto, donde fue recibido como
libertador. Estos acontecimientos facilitaron el control de toda la línea costera del Mediterráneo. Más tarde, en
el 332 a.C., fundó en la desembocadura del río Nilo la ciudad de Alejandría, que reemplazó a Atenas como
centro literario, científico y comercial del mundo griego . Cirene, la capital del antiguo reino de Cirenaica, en
el norte de África, se rindió a Alejandro en el 331 a.C., extendiendo sus dominios a todo el territorio de
Cartago.
Dirigiéndose de nuevo hacia el norte, reorganizó sus fuerzas en Tiro y salió hacia Babilonia con un ejército de
40.000 infantes y 7.000 jinetes. Cruzó los ríos Éufrates y Tigris y se encontró con Darío al frente del ejército
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persa, que sufrió una derrota devastadora en la batalla de Arbela (Gaugamela) el 1 de octubre del 331 a.C.
Darío huyó al igual que hizo en Isos y un año más tarde fue asesinado por uno de sus propios colaboradores.
Babilonia se rindió después de Gaugamela, y la ciudad de Susa, con sus enormes tesoros, fue igualmente
conquistada. Más tarde, hacia mitad del invierno, se dirigió a Persépolis, la capital de Persia. Después de robar
los tesoros reales y apropiarse de un rico botín, quemó la ciudad, lo cual completó la destrucción del antiguo
Imperio persa. El dominio de Alejandro se extendía a lo largo y ancho de la orilla sur del mar Caspio,
incluyendo las actuales Afganistán y Beluchistán, y hacia el norte a Bactriana y Sogdiana, el actual Turkestán
ruso, también conocido como Asia central. Sólo le llevó tres años, desde la primavera del 330 a.C. hasta la
primavera del 327 a.C., dominar esta vasta zona.
Para completar la conquista del resto del Imperio persa, que en tiempos había incluido parte de la India
occidental, Alejandro cruzó el río Indo en el 326 a.C. e invadió el Punjab, alcanzando el río Hifasis ; en este
punto los macedonios se negáron a continuar. Entonces Alejandro emprendió el regreso, pero la escasez de
comida y agua durante la marcha habían causado varias pérdidas y desacuerdos entre sus tropas. Alejandro
pasó aproximadamente un año organizando sus dominios e inspeccionando territorios del golfo Pérsico donde
conseguir nuevas conquistas. Llegó a Babilonia en la primavera del 323 a.C., pero en junio contrajo fiebres y
murió. A su muerte el enorme imperio se dividió entre sus generales y las luchas que entablaron por el poder
duraron más de medio siglo.
Los principales reinos que se formaron fueron el de Egipto, el de Macedonia y el Seleúcida (en Asia
Occidental) Así se da origen al llamado periodo helenístico (s. IV a s. I a.C. ) en que la lengua y el saber
griegos eran preeminentes en el Mediterráneo y Asia Menor Se fomentó sistemáticamente el saber en nuevas
instituciones, como la famosa Biblioteca de Alejandría, donde se estudiaba filología, gramática, prosodia,
lexicografía y crítica literaria. La poesía también estuvo marcada por un acercamiento erudito, y generalmente
siguió los modelos clásicos. Se hicieron muchos avances en ciencias como la medicina empírica, la
astronomía y las matemáticas; era la época de Euclides, Apolonio de Perga, Eratóstenes, Aristarco de Samos,
y Arquímedes
Durante los siglos III y II a.C. Roma hubo de enfrentarse a Macedonia por el dominio del mar Egeo. Las
tropas macedónicas estuvieron dirigidas durante las dos primeras guerras por Filipo V, que fue finalmente
derrotado en el año 197 a.C. Con la ayuda de las ciudades griegas del sur, los romanos procedieron contra
Antíoco III , rey de Siria, al que derrotaron en el año 190 a.C. y le forzaron a entregar sus posesiones en
Europa y Asia Menor. El hijo y sucesor de Filipo, Perseo (c. 212−166 a.C.), continuó la resistencia contra los
romanos, lo que condujo al estallido de la tercera Guerra Macedónica. En el año 168 a.C. su ejército fue
puesto en fuga en Pidna por el cónsul Paulo Emilio el Macedónico. Macedonia se convirtió en provincia
romana en el 148 a.C. Dos años más tarde, la revuelta de la Liga Aquea en Grecia contra el dominio romano
concluyó con la conquista y destrucción de Corinto.
Roma reemprendió la lucha contra los cartagineses en la tercera Guerra Púnica (149−146 a.C.), que finalizó
cuando Escipión Emiliano conquistó y destruyó Cartago, que a partir de entonces formó parte de la provincia
romana de África. La conquista de Numancia en el 133 a.C. puso fin a una serie de campañas en la península
Ibérica. Ese mismo año Roma también incorporó a su control el reino de Pérgamo, I; poco después este
territorio formó parte de la provincia de Asia.
Roma había creado, en 131 años, un imperio (administrado todavía bajo una forma republicana) que
dominaba el Mediterráneo desde Siria hasta Hispania. Como resultado de esas conquistas los romanos
entraron en contacto con el mundo griego, primero en el sur de Italia y Sicilia y más tarde en el este,
adoptando gran parte de su cultura, arte, literatura, filosofía y religión. El desarrollo de la literatura latina
comenzó en el 240 a.C. con la traducción y adaptación de la poesía épica y los dramas griegos. En el 155 a.C.
se establecieron escuelas de filosofía griega en Roma.
Con la adquisición de tan vastos territorios comenzaron los problemas internos de Roma. Algunas familias
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plebeyas extremadamente ricas se aliaron con las viejas familias patricias para excluir al resto de ciudadanos
de las más altas magistraturas y del Senado. Esta clase dirigente aristocrática (optimates) se hizo cada vez más
arrogante y propensa al lujo, perdiendo los altos niveles de moralidad e integridad de sus antepasados. La
gradual desaparición de los campesinos, causada por la creación de grandes propiedades agrarias, de un
sistema de producción esclavista y por la devastación del campo por la guerra, condujo al desarrollo de un
proletariado urbano cuya opinión política no se tenia en consideración. El conflicto entre el partido
aristocrático y el popular era inevitable. Los intentos de los tribunos de la plebe Tiberio Sempronio Graco y su
hermano Cayo Sempronio Graco por aliviar la situación de los ciudadanos más pobres con una reforma
agraria y el reparto de cereales, acabaron en revueltas en las que ambos hermanos resultaron muertos, en el
133 y en el 121 a.C. respectivamente.
Las comunidades itálicas sintieron que sus cargas aumentaban en tanto que sus privilegios disminuían y
exigieron compartir con Roma los beneficios derivados de las conquistas. El tribuno Marco Livio Druso
intentó conciliar a la población pobre con reformas legales la posesión de la tierra y reparto de cereales, y a
los ejércitos itálicos con la promesa de la concesión de la ciudadanía romana. Su asesinato fue seguido, por
una revuelta de los ejércitos itálicos cuyo objetivo era crear un nuevo Estado itálico gobernado según la
constitución romana. Tras la denominada Guerra Social los pueblos itálicos (principalmente marsos y
samnitas) fueron finalmente derrotados, pero consiguieron la plena ciudadanía romana.
Los problemas internos de Roma continuaron y se sucedieron una serie de luchas por el poder.
En medio de la anarquía surgió la figura de César, quien hizo una buena gestíon, pero se ganó la enemistad de
la aristocracia y fue asesinado el 15 de marzo del año 44 a.C. Marco Tulio Cicerón intentó restaurar la vieja
constitución, pero Marco Antonio, , se unió con Marco Emilio Lépido y el hijo de una sobrina de César,
Octavio (más tarde el emperador Augusto), para formar el segundo triunvirato. Los triunviros iniciaron su
mandato proscribiendo y asesinando a sus opositores republicanos, incluido Cicerón. En el año 42 a.C.
Octavio y Marco Antonio derrotaron a Marco Junio Bruto y a Cayo Casio Longino, dos de los asesinos de
César, en Filipos, al norte de Grecia; más tarde los tres se repartieron los territorios pertenecientes a Roma:
Octavio se quedó con Italia y Occidente, Marco Antonio con el Oriente y Lépido con África. Poco después,
Marco Antonio, rendido ante los encantos de la reina de Egipto Cleopatra VII, planeó crear con ella un
imperio oriental independiente. Lépido,), intentó conquistar Sicilia, por lo que fue privado de su provincia y
apartado del triunvirato. La muerte de Sexto Pompeyo, , dejó a Octavio que había reforzado su posición en
Occidente solo frente a Marco Antonio como rival. Tras la batalla de Accio (o Actium) (31 a.C.) y el posterior
suicidio de Marco Antonio y Cleopatra, Octavio obtuvo el control de Oriente (29 a.C.), con lo cual pasó a
poseer la total supremacía sobre el territorio de Roma. Dos años más tarde recibió del Senado el título de
augusto que asociaría a su propio nombre, acto que se considera el inicio del periodo imperial.
A pesar de las sucesivas guerras civiles, la literatura latina experimentó un notable desarrollo durante el
llamado `periodo ciceroniano' (70−43 a.C.). Es la primera parte de la llamada edad de oro de la literatura
romana. El siguiente periodo (43 a.C.−14 d.C.) es conocido con el nombre de `periodo augusteo'. César y
Cicerón llevaron la prosa latina a nuevas cimas, Terencio fue en esta época uno de los más brillantes
dramaturgos y Catulo y Lucrecio destacaron por su brillante actividad poética.
La Roma Imperial tuvo muchos altibajos , debidos en parte al emperador de turno, se destacaron por su
excelente gobierno Trajano, Adriano y Marco Aurelio, que era estoico; por el contrario Nerón y Cómodo son
recordados por sus gobiernos tiránicos.
Durante el gobierno de Constantino se reconoció al cristianismo como la religión oficial del Imperio, este
edicto fue el principio del fin para las escuelas filosóficas anteriores. Poco después el imperio se repartió en
Oriente y Occidente, debido a las invasiones bárbaras, el Imperio de Occidente cayó en 476 d. C..
Estoicismo
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Biografías
Zenón de Citio: (fl. finales del siglo IV y principios del III a.C.), se le conoce como el fundador del
estoicismo. Nació en Citio, Chipre. Poco se conoce de su juventud excepto que sus contemporáneos se
referían a él como de origen fenicio. Fue alumno del filósofo cínico del siglo IV a.C. Crato de Tebas y del
platónico Jenócrates. Sobre el 300 a.C., Zenón fundó su propia escuela de filosofía, conocida como
estoicismo, por derivación de la Stoa Pecile (pórtico pintado), nombre dado a un parque público donde el
maestro enseñaba a sus discípulos. El deber moral, el autocontrol, y vivir en armonía con la naturaleza eran
algunos de los principios de la ética práctica en la que Zenón estaba interesado. Enseñó en Atenas durante más
de medio siglo y fue respetado por su recto modo de vida. Se dice, sin embargo, que rechazó la oferta de
hacerse ciudadano ateniense por lealtad a su Chipre natal. Zenón no dejó escritas sus enseñanzas, pero fueron
difundidas por sus numerosos discípulos.
Cleantes: (c. 331−232 a.C.), nació en Asia Menor. Tuvo que dedicarse a diversos oficios para poder vivir y, al
tiempo que trabajaba, aprendía escuchando al filósofo estoico Zenón; con el tiempo llegó a ser el sucesor de
su maestro y a dirigir la escuela de los estoicos en torno al año 263 a.C. De las más de 50 obras que parece
haber escrito no han llegado hasta nosotros más que escasos fragmentos, el más importante de ellos es el
conocido como "Himno a Zeus".
Marco Tulio Cicerón: (106−43 a.C.), Aunque su carrera política fue notable, Cicerón es especialmente
conocido como el orador más elocuente de Roma y como hombre de letras. Nació en Arpinum (actualmente
Arpino, Italia) y en su juventud estudió derecho, oratoria, literatura y filosofía en Roma. Tras una breve
carrera militar y tres años de experiencia como abogado que defendía a ciudadanos privados, viajó a Grecia y
Asia, donde continuó sus estudios. Regresó a Roma en el 77 a.C. y comenzó su carrera política. En el 74 a.C.
fue elegido miembro del Senado.
Aunque la familia de Cicerón no pertenecía a la aristocracia romana, los patricios más ricos y poderosos de
Roma le apoyaron en su candidatura al consulado en el 64 a.C. por el gran desagrado que les producía el otro
candidato, aristocrático pero menos respetable, Lucio Sergio Catilina. Fue elegido Cicerón, y Catilina volvió a
intentarlo al año siguiente con los mismos resultado. Entonces, airado, organizó una conspiración para
derribar el gobierno. Cicerón controló la situación, detuvo y ejecutó a a varios de los partidarios de Catilina y
a éste lo expulsó del Senado con una ardiente soflama conocida como Catilinarias. Julio César y otros
senadores romanos sostuvieron que Cicerón había obrado con excesiva dureza, sin proporcionar las debidas
garantías legales a los conspiradores. Como resultado de esto, en el 58 a.C., Cicerón se vio obligado a
exiliarse. Tras un año en Macedonia fue perdonado por el general romano Pompeyo el Grande.
Cicerón se dedicó a la literatura hasta el 51 a.C., cuando aceptó el encargo de gobernar la provincia romana de
Cilicia como procónsul. Regresó a Roma en el 50 a.C. y se unió a Pompeyo, que se había convertido en el
mayor enemigo de Julio César. Cuando César derrotó a Pompeyo, en el 48 a.C., Cicerón comprendió que
continuar con la resistencia a César era inútil, y aceptó su amistad, aunque mientras César fue dictador de
Roma, Cicerón vivió apartado de la vida política dedicándose a escribir. Después del asesinato de César, en el
44 a.C., Cicerón retornó a la política. Esperando ver la restauración de la República, apoyó al hijo adoptivo de
César, Octavio, más tarde el emperador Augusto, en sus luchas contra el cónsul romano Marco Antonio. Sin
embargo, Octavio y Marco Antonio se reconciliaron, y Cicerón fue ejecutado como enemigo del Estado, el 7
de diciembre del 43 a.C.
Cicerón creó un elaborado estilo prosístico que combina claridad y elocuencia, y que se ha convertido en uno
de los modelos por medio de los que se juzga toda la demás prosa latina. Su obra contribuyó mucho al
enriquecimiento del vocabulario de su propio lenguaje. Los escritos de Cicerón tratan sobre muchos temas.
Sus obras filosóficas revelan su creencia en Dios y en el libre albedrío. Casi todos sus trabajos filosóficos se
basan en fuentes griegas y, por lo tanto, aparte de su valor intrínseco, tienen uno añadido como es el de haber
divulgado y preservado la filosofía griega que de no haber sido por él, tal vez, se hubiera perdido. A partir del
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45 a.C. y de la muerte de su hija Tulia, Cicerón se retiró de la política para dedicarse por completo a sus
escritos literarios y filosóficos. Destacan sus tratados De Legibus (Sobre las leyes), De Officiis (Sobre el
deber), y De Natura Deorum (Sobre la naturaleza de los dioses). Su obra influyó mucho en el poeta italiano
Petrarca y en otros escritores del renacimiento. Sus obras retóricas, escritas en forma de diálogo, en especial
De Oratore (Sobre la retórica), tienen gran valor como modelos de una consumada retórica y como una rica
fuente de material histórico. La más famosas de sus piezas de oratoria son las cuatro contra Catilia, conocidas
por Catiliniarias, y las catorce contra Marco Antonio conocidas por Filípicas.
Entre las obras menores de Cicerón, los tratados De Senectute (Sobre la vejez) y De Amicitia (Sobre la
amistad) siempre han sido admirados por su estilo cultivado. Muy importantes son cuatro colecciones de
cartas escritas por Cicerón a sus conocidos y amigos. Estas cartas constituyen una revelación espontánea de su
autor y una excelente fuente de información sobre la política y las costumbres de la antigua Roma, y se
ocupan de temas que van desde la filosofía y la literatura a las cuestiones familiares.
Lucio Anneo Séneca: (c. 4 a.C.−65 d.C.), filósofo latino, dramaturgo, político y eminente escritor de la
literatura latina. Lucio Anneo Séneca nació en Córdoba, hijo del retórico romano Marco (Lucio) Anneo, más
conocido como Séneca el Viejo. Tras estudiar retórica y filosofía en Roma, Séneca el Joven, como hoy se le
conoce, quedó profundamente influido por las enseñanzas de los estoicos, cuya doctrina desarrollaría en lo
sucesivo. En el año 49 d.C. Séneca se convirtió en pretor y fue nombrado tutor de Nerón, hijo adoptivo del
emperador Claudio. A la muerte de Claudio, en el 54, Nerón se convirtió en emperador. La honestidad y la
moderación que caracterizaron los cinco primeros años de su mandato fueron en gran medida resultado de la
sana influencia de Séneca y Sexto Afranio Burro (muerto en el año 62), jefe de la guardia pretoriana. Hacia el
año 62, Séneca perdió todo control sobre el emperador. La gran fortuna que Séneca había logrado acumular
para entonces despertó los celos de Nerón, que intentó infructuosamente envenenarlo. Retirado de la vida
pública, Séneca se dedicó plenamente a escribir y a estudiar filosofía. En el año 65 se vio involucrado en una
conspiración para asesinar a Nerón, liderada por el plebeyo Cayo Calpurnio Pisón, y se suicidó por orden del
emperador.
El estilo artificial y epigramático de Séneca representa espléndidamente la edad de plata. Sus discursos, así
como diversas obras científicas, se han perdido, pero entre los numerosos escritos que se conservan destacan
las Cuestiones Naturales (54 d.C.), siete libros en los que se analizan los fenómenos de la naturaleza desde un
punto de vista estoico, y que hacen referencia a alguno de los cuatro elementos; la Epístola a Lucilio (63−64),
124 cartas dirigidas a un amigo; y varios tratados estoicos sobre temas como la ira (41−44), la serenidad
mental y el retiro filosófico (55−56). Sus diálogos y tratados morales son más humanos y persuasivos que
dogmáticos, y hacen gala de una gran humildad. También escribió nueve tragedias en verso, todas ellas
adaptaciones libres de antiguas leyendas griegas; las cuatro primeras están probablemente basadas en las obras
de Eurípides.
Séneca figura entre los filósofos estoicos más destacados de Roma; su principal preocupación era la ética,
pero sus creencias eran más espirituales que las de los primeros filósofos estoicos. Sus tragedias en verso
ejercieron una influencia notable en la posterior evolución del teatro clásico en Italia. Otros dramaturgos de
épocas posteriores también se sintieron atraídos por el estilo retórico y florido de Séneca, su coherencia
formal, su capacidad analítica e introspectiva, el fatalismo estoico de sus personajes y la fuerza de los temas
que abordaba: el asesinato, el horror y la venganza.
Doctrina
La escuela estoica se creó en Atenas hacia el 300 a.C., sus reuniones se realizaban en un pórtico conocido
como stoa poikilé ( puerta pintada), de ahí su nombre. Los estoicos se preocuparon del mundo físico y de la
cuestión moral; esta tiene gran relevancia ya que ha influido poderosamente en los filósofos de siglos
posteriores.
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El mundo físico: La esencia de las cosas es la fuerza, la tensión y para manifestarse necesita dos principios,
uno pasivo que es la materia, y otro activo que la razón o logos. Estos dos principios de las cosas son
inseparables, pues la razón está en las cosas mismas, actúa desde su interior y no es separable sino por
abstracción.
Esta razón o pensamiento interior de las cosas es a la vez su Providencia, pues en el Universo todo se
encadena necesariamente y de acuerdo con la razón.
Lo que en cada cosa es su pensamiento activo o razón, es en el mundo razón, Dios, alma o pensamiento. Dios
por lo tanto, es la causa de su movimiento y de su realidad misma, pues la única realidad es la acción en el
trabajo y en el movimiento, en la naturaleza y en la sociedad. La materia va unida a la fuerza y la fuerza a la
materia; son inseparables como el cuerpo y el alma; todo no es más que fuerza y acción: la razón contenida en
las cosas es como una semilla que lleva en sí todas las formas que podrá adoptar después de germinar.
De un lado está el Fuego, la materia más noble, el fuego del cielo que envuelve el Todo y al que nada
envuelve. Se nos aparece algunas veces cuando la nube expulsa minúsculas partículas. El fuego es Dios, cuyo
imperio se manifiesta en los movimientos de los astros, en los cuales todo es orden, medida y belleza.
Penetrando una materia pasiva y sin cualidades, este Dios produce en ella los cuatro elementos con sus
cualidades antagónicas: pesado (tierra y fuego) y ligero (aire y fuego). Los dos primeros se dirigen
naturalmente hacia el centro del mundo, los segundos hacia la periferia. Los cuatro elementos se transforman
recíprocamente los unos en los otros, porque están mezclados en proporciones diversas en todos los cuerpos
visibles, y existe fuego oculto aun el agua.
La cuestión moral: Los mismos dos principios activo y pasivo del mundo físico se encuentran en el mundo
de la humanidad. Aquí estos dos principios serían la voluntad y la pasión. El hombre debe usar su voluntad
para luchar con la pasión y triunfar sobre ella. Pero el verdadero bien solo se encuentra en aquello que
depende nuestra voluntad, como las opiniones, los movimientos, las reacciones, el valor, la dignidad, el
desarrollo de la inteligencia y de las virtudes, el ejercicio de la voluntad.
Hay cosas que no dependen de nosotros son los cuerpos, los bienes, las dignidades, el entorno, la Naturaleza,
el Destino y estas no son ni buenas ni malas. Sólo son agradables o desagradables, verdaderas o falsas. Los
obstáculos serios que encontramos en la vida devendrían en buena parte de no hacer una real diferenciación
entre las cosas y no atinar a manejarlas con justicia y justeza. Si cada uno tomase de la vida tan sólo lo que le
pertenece, y considerase extraño a él lo que de él no depende, muchas situaciones angustiosas se superarían
fácilmente. Decía el famoso estoico Epicteto: "Aunque yo soy cojo, constituye esta falta un obstáculo para mi
cuerpo, que no depende de mí, pero no para mi voluntad".
En todo ser viviente, existe un impulso, un ímpetu de la naturaleza hacia un fin. Ese impulso lleva al ser a
conservarse a sí mismo y al mismo tiempo lo conduce hacia el porvenir. En primer lugar hay una solicitud
insensible, anterior al impulso propiamente dicho; luego una "representación motriz" de lo que conviene
hacer, seguida de una preparación semiconsciente de la acción, mezclada con un esquema de los movimientos.
Entonces se bosqueja la decisión; se formula; se transformaen apetito en volición razonable; y, por último, el
asentimiento voluntario y la elección del acto.
Al término de estos pasos que forman una sucesión continua se halla la virtud misma. No existe solución de
continuidad entre el impulso natural de la vida y la decisión de la voluntad. La misma naturaleza lleva al
individuo a conservarse, a amarse a sí mismo, a transformar su deseo fundamental en decisión reflexiva y
voluntaria. Es importante la actitud general del alma que entra libremente en las vías de la naturaleza y
cumple el designio de los dioses. Debe entenderse bien que no se pretende buscar el placer, pues si el placer es
el fin, resulta imposible conservar la justicia que a veces es dolorosa. Y, abolida la justicia, todas las virtudes
desaparecen con ella. Del mismo modo es imposible considerar el placer como una recompensa ofrecida a
quien escoge el bien. La virtud debe ser cultivada por sí misma con exclusión de todo temor, de todo
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beneficio, de todo bien exterior. El hombre virtuoso ignora a la vez el temor al castigo y el deseo de una
recompensa. La virtud es su propia recompensa; se muere por la patria sin esperanza de ser recompensado.
El Bien aparece como indivisible: no admite más ni menos. Todos los bienes son iguales, son equivalentes y
son adquiridos de una vez por todas, y son inmutables. El Bien no se confunde, pues , con lo "cómodo", que
comprende grados. Se dirá, más bien, que es idéntico a lo útil, lo único útilm, como la virtud misma; que es
justo y saludable, y quees, en cuanto tal, lo deseable supremo. Inversamente, el mal, tiene todos los caracteres
opuestos: nocivo, ruinoso, injusto, detestable. Se dirá aun que el Bien se confunde con lo Bello, porque es
digno de elogios, lo cual es el signo de la belleza.
Los estoicos insisten en que la Moral no debe ser abstractamente intelectualizada, sino una forma de vivencia
cotidiana. El sabio es el que puede comprender y marchar al ritmo de "Aquello que todo lo produce". No
niega la realidad del objeto, sino que se apoya en él para realizar su Ser. Si el sabio llega a este estado, deja de
ser "esclavo" y se convierte en "libre". Pero debe entender la "necesidad de las cosas"; doctrina de la
"necesidad" de la marcha del Universo, que por otra parte sostienen las Escuelas de Misterios de la antiguedad
y los verdaderos esoteristas de todos los tiempos. El Tiempo marcha y nos somete a sus ciclos; pero el
Tiempo es necesario para la purificación y la conciencia de la propia inmortalidad natural, sin obligatoriedad
de creer adquirirla a través del sometimiento a ninguna forma de Fe, Religión o Secta.
La "razón del sabio" es para el Estoicismo, el conciliar amablemente y sin desplantes la propia libertad con la
obediencia a la Ley Natural. Siendo la razón patrimonio de todos los hombres, aunque expresada en diferentes
grados de actualización, la Humanidad está formada por todos los hombres y mujeres sin excepción. De allí
que se rechace todo egoísmo y se recomienden las acciones generosas, que beneficien a todos. Al respecto
decía Cicerón: "Charitas generis humani... Civis suum totius mundi". Este pensamiento recoge el
cosmopolitismo de los estoicos. Así, las Normas Morales, dejarían de ser humanas para convertirse en
universales; el Estoicismo recomienda referirse siempre a la "Obra entera" y a la Vida que une al Todo. Así, la
virtud es en sí misma, y no un mero medio para lograr cosas, en éste o en otro mundo. (Este concepto está
muy por encima, obviamente, al actualmente sostenido por el capitalismo y el marxismo).
Séneca, llega a "divinizar" la moral en su versión de la Etica Profunda, y no la moral de las cambiantes
costumbres, y asegura que se basta a sí misma para señalarnos a Dios en nosotros y en la Naturaleza; que nos
hace resistir a la necesidad de las cosas exteriores y que nos lleva a la "apatia" o victoria sobre las
perturbaciones del Alma, a la Divina Serenidad, a la Salud Perpetua que no cesa con la muerte. Como
consecuencia vemos que el Sabio debe controlar toda forma de sensibilidad y aún destruirla cuando ya no le
haga falta, toda pasión que enturbie su virtud.
Para los estoicos el suicidio es aceptable, puesto que la muerte se halla entre las cosas indiferentes. Cuando el
sabio sabe que la razón ha realizado y cumplido en él todo lo que es posible, cuando ha perdido su patria o sus
amigos, cuando siente un sufrimiento demasiado cruel, si está atacado de un mal incurable que pone en
peligro la razón misma, ¿por qué no quitarse la vida? El sabio se marcha cuando ha gozado plenamente del
festín, cuando la vida se le ha vuelto inoportuna; cuando la enfermedad arruina su cuerpo hasta la muerte;
cuando corre peligro de ser obligado por un tirano a cometer actos vergonzosos, cuando conoce los extremos
de la indigencia; en fin, cuando una especie de embriaguez lo arroja hacia la muerte.
Zenón era contrario al matrimonio, para él es algo opuesto a la naturaleza, nos casamos por seguir la
costumbre. El marimonio produce sobre todo bastardos, frutos del inevitable adulterio. No obstante, si el sabio
tiene hijos, no dejará de amarlos. Zenón además no se oponía a situaciones tales como el incesto o el
canibalismo, que para él eran cosas indiferentes, reprobadas por convención social
El Estoicismo, por su carácter práctico y alejado de fantasías, por su dignidad y transparencia, ha trascendido
no sólo su patria griega para extenderse con el Imperio Romano e inspirar muchas de sus leyes, sobre todo las
relacionadas con los derechos naturales, y conformar no pocas de las costumbres de los primeros cristianos en
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contra de la vieja Ley Mosaica, sino que su Teoría del Conocimiento alcanza al mismo moderno Kant y ayuda
a todo aquel que a tan excelsa Filosofía recurre, especialmente en las horas más amargas, en aquellas en que
una locura colectiva puede amenazar todo lo justo y lo bueno que las generaciones pasadas nos legaron.
Epicureísmo
Biografía de Epicuro
(341 a.C.−270 a.C.), nació en la isla de Samos en el seno de una familia ateniense, y educado por su padre,
que era maestro, y por varios filósofos. A los 18 años se trasladó a Atenas para cumplir su servicio militar.
Después de una breve estancia, en el 322, se reunió con su padre en Colofón, donde empezó a enseñar. Sobre
el 311, Epicuro fundó una escuela filosófica en Mitilene, en la isla de Lesbos, y dos o tres años después fue
director de una escuela en Lampsaco (hoy, Lâpseki, Turquía). De regreso a Atenas en el 306, se instaló allí y
enseñó sus doctrinas a un devoto grupo de seguidores. Como las enseñanzas tenían lugar en el patio de la casa
de Epicuro, sus seguidores fueron conocidos como los 'filósofos del jardín'. Tanto las mujeres como los
hombres frecuentaban este lugar, y esta circunstancia provocó numerosas calumnias sobre las actividades que
allí tenían lugar. Estudiantes de toda Grecia y Asia Menor acudieron para incorporarse a la escuela de
Epicuro, atraidos tanto por su carácter como por su inteligencia.
Epicuro fue un autor prolífico. Según lo que acerca de su vida refirió el historiador y biógrafo del siglo III
d.C. Diógenes Laertes, a su muerte dejó 300 manuscritos, incluyendo 37 tratados sobre física y numerosas
obras sobre el amor, la justicia, los dioses y otros temas. De sus escritos, sólo se han conservado tres cartas y
algunos fragmentos breves, incluidos en la biografía de Diógenes Laertes.
Doctrina
La doctrina de Epicuro se basa en la búsqueda de un estado profundo de serenidad o ataraxia y en sus
postulados acerca del mundo físico sigue las enseñanzas atomistas de Demócrito, aunque con ciertas reformas.
Mantuvo que el Universo se encuentra constituido por dos realidades: los átomos y el vacío; los primeros son
infinitos en número, el segundo en extensión. Los átomos poseen una amplia variedad de formas y tamaños y,
moviéndose en el vacío y combinándose entre sí de diversos modos, dan lugar a las diferentes clases de seres,
por supuesto, todos ellos corporales o materiales.
El movimiento es explicado de manera mecánica: los átomos son pesados y en virtud de esta propiedad,
tienden a caer de lo alto hacia abajo. Ahora bien, con frecuencia en esta caída unos chocan con otros variando
de dirección y velocidad, originando, de este modo, combinaciones nuevas que dan lugar a la diversificación
de los seres; así pues, en el Universo todo es variación y cambio
La física, como proceso de explicación del Universo posee una finalidad fundamentalmente desmitificadora; a
saber: poner de relieve la auténtica realidad de los fenómenos y de los seres naturales con el fin de eliminar
los infundados temores cósmicos y teológicos, y permitir a los seres humanos vivir en paz consigos mismos.
Ante todo, nada proviene de la nada o de lo que no existe, pues en este caso todo nacería de cualquier cosa
sin necesidad de semillas. Y si lo que desaparece no pasase a ser otra cosa y se disolviese en la nada, ya todo
se hubiera acabado. Pero el Universo fue siempre tal y como es hoy y siempre será así, pues no existe nada
en que pueda convertirse: pues fuera del propio Universo nada hay en lo que pueda cambiarse.
DIÓGENES LAERCIO: Carta a Herodoto, 29.
La concepción física de Epicuro se fundamenta en los tres principios siguientes: a) nada puede nacer de la
nada; b) nada puede reducirse a la nada; c) el Todo (el Universo) siempre ha sido tal y como ahora es y
siempre será de la misma manera.
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Estos tres principios le parecen evidentes al filósofo, pues, en primer lugar, si algo pudiera venir de la nada,
los seres podrían nacer de cualquier cosa; pero nuestros sentidos nos muestran que las cosas surgen a partir de
una materia anterior (de unos gérmenes anteriores) dotada de ciertas virtudes; en segundo, también es evidente
que nada puede reducirse a la nada, pues si fuera posible tal reducción (es decir, la desaparición integral de
algo), el conjunto de los seres iría disminuyendo, ya que, según la ley anterior, nada proviene de la nada. Pero,
dado que el tiempo es infinito, todos habrían desaparecido ya; por tanto, en tercer lugar, el Todo (el Universo)
es inmutable: todo cambio se da en el Universo, pero el Universo no cambia, siempre es el mismo.
El Universo es cuerpo y espacio; en efecto, la sensación atestigua que los cuerpos existen y de acuerdo con
ella es necesario concluir racionalmente sobre aquello que no es evidente a los sentidos. Pero si no existiera
el espacio, que es llamado vacío, lugar y naturaleza impalpable, los cuerpos no tendrían lugar donde estar ni
donde moverse; y fuera de esto no puede entenderse ni siquiera imaginarse nada.
DIÓGENES LAERCIO: Carta a Herodoto, 29.
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Los epicúreos aceptaron la existencia de los dioses, que son incorruptibles, bienaventurados y plenamente
felices: pero mantuvieron que permanecían ajenos e indiferentes a la marcha del mundo y a la suerte de los
seres humanos: no intervienen en las tormentas, ni en los terremotos, ni en las desgracias de las personas. En
cuanto a éstas, no poseen nada inmortal, el alma misma se encuentra formada por átomos y, en consecuencia,
es material y no puede sobrevivir a la muerte del cuerpo:
El alma es corpórea, compuesta de partículas sutiles, difundida por toda la estructura corporal, muy
semejante a un espectro que contiene una mezcla de calor; un poco semejante a éste y otro poco a aquél y
también muy diferente a ambos por la sutileza de las partículas. En particular, recibe muchas mutaciones por
la tenuidad de sus partes; pero ellas se encuentran concreta en sí misma más que con el resto de las partes.
Todo esto manifiesta las facultades del alma, los afectos, los movimientos ligeros y los pensamientos
mentales, si nos faltan los cuales, morimos.
Las ideas de Epicuro acerca de la vida, los dioses y la manera de ser feliz, pueden resumirse en los siguientes
postulados:
− La muerte no es nada para nosotros, una vez que el cuerpo y el cerebro se convierten en polvo y cenizas, no
hay sentimiento ni pensamiento, y lo que no tiene sentimiento o pensamiento es nada para nosotros.
− Lo máximo en el placer es estar libre de todo dolor y molestia, tanto en el cuerpo como en la mente. Cuando
este placer está presente, todo el dolor está ausente.
− Las enfermedades que provocan un dolor atormentador duran sólo corto tiempo, luego de ello uno está libre.
Las enfermedades que acarrean un dolor atenuado pueden durar largo tiempo, pero es posible vivir de forma
tal que los placeres de la vida superan con largueza las molestias. En ambos casos, el dolor no es algo que uno
deba temer.
− Es imposible ser feliz sin también ser sabio, honorable y honesto, y es imposible ser sabio, honorable y
honesto sin también ser feliz. La felicidad es tan dependiente de la práctica de la sabiduría, el honor y la
honestidad que ser negligente con sólo uno de estos valores conducirá irremediablemente a problemas y
lamentaciones en la vida.
− Absolutamente todo lo que nos aleje de ser dañado por la gente es bueno y correcto.
− Algunos hombres y mujeres desean ser famosos y bien conocidos porque piensan que esto hará que sus
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vidas estén a salvo de riesgos. Si la fama acarrea la seguridad, es bueno y correcto desear ser famoso; pero si
una vida famosa trae más problemas que una vida oscura, es tonto desear lo que es realmente malo para
nosotros.
− No hay placer que sea malo en sí mismo. Lo que es malo son las desagradables consecuencias que puedan
resultar si no se usa la cabeza cuando se decide qué placeres perseguir y cuáles evitar.
− Si todo placer permaneciese y afectase a todo el cuerpo y no sólo a una o dos partes, no habría diferencia
entre un placer u otro; todos ellos serían igualmente deseables.
− Si las cosas que provocan placer a los hombres y mujeres licenciosos los liberase de tener mentes
perturbadas, es decir, si una vida así los liberase del temor a Dios, el temor a la muerte y el temor al dolor, y si
aquellas cosas les enseñaran cómo manejar racionalmente sus deseos, no veríamos nada malo con esos
hombres y mujeres; ellos habrían alcanzado la cima del placer y estarían libres de todo el sufrimiento corporal
y mental, que es el principio y el fin de todo el mal.
− Si nuestra paz mental no fuera disturbada por ideas supersticiosas sobre cometas, estrellas fugaces y otros
tipos de fenómenos astronómicos, o por pensar en la muerte (lo que realmente es nada para nosotros), así
como por nuestra carencia de entendimiento de los limites del sufrimiento y cómo manejar racionalmente
nuestros deseos, no tendríamos necesidad alguna de adquirir un cabal entendimiento científico de la
naturaleza.
− Una persona no puede estar libre de la mayoría de los temores que preocupan sobre el universo en tanto
carezca de un cabal entendimiento científico de la naturaleza y crea más bien en leyendas, parábolas y mitos.
Sin un cabal entendimiento científico de la naturaleza uno no puede alcanzar la cima del placer.
− No hay razón para luchar denodadamente por lograr seguridad física y mental ante aquellos quienes pueden
dañarnos si nuestra paz mental puede ser fácilmente atacada y destruida por temores y ansiedades que
provienen de un entendimiento no científico de por qué la naturaleza se comporta como lo hace en el cielo, en
la tierra, o en cualquier otro lugar del universo.
− Si bien buena parte de sentirnos a salvo de otros pudiera posiblemente obtenerse a través de acumular gran
riqueza y poder, la seguridad, la protección y la tranquilidad serían más ciertamente nuestras si simplemente
viviésemos una vida calmada y sencilla, retirada del mundo.
− Entiende que la verdadera riqueza es tener lo que realmente se necesita para una vida feliz y averiguarás
cuán fácil es satisfacerla completamente; cree, erróneamente, que la riqueza consiste en poseer todo lo que
uno pudiera posiblemente imaginar y soñar, y no habrá nunca un término para tus afanes y sudores.
− Al manejar continuamente los asuntos más importantes de la vida de acuerdo con los dictados de la razón, el
hombre, o la mujer, sabio construye una defensa de por vida contra las desdichas y dificultades, y rara vez
sufre por ellas.
− El individuo honesto tiene más paz mental que nadie; es el hombre o mujer deshonesto quien siempre tiene
alguna razón para preocuparse y sentirse ansioso.
− Tan pronto como se ha alcanzado la cima del placer físico a través de la satisfacción del ansia corporal, no
hay mayor placer que disfrutar por sobre ello; uno ha alcanzado un nivel que no puede ser superado. En ese
punto, uno puede variar el tipo de placer; uno no puede incrementar la intensidad. El placer mental también
tiene un límite natural que no puede ser superado y este es lo siguiente: la paz de mente que resulta del
entendimiento racional y la búsqueda del placer y de un cabal entendimiento científico de aquellas cosas que
acostumbraban llenar la mente con temor y estremecimiento.
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− Una vida inmortal no proveería una oportunidad para ningún placer adicional de lo que esta vida mortal
provee. Un entendimiento racional de la felicidad esclarece el hecho de que la cima del placer se logra aquí y
ahora, en esta vida, y no puede ser superada, ni aún si uno pudiera vivir para siempre.
− Si no hubiera ningún límite natural para el placer, tomaría una eternidad satisfacer el número infinito de
deseos que uno pudiera imaginar y soñar. La mente, sin embargo, es capaz de descubrir el límite natural y la
cima del placer; es además capaz de liberarnos de todos los temores de cualquier vida después de la muerte,
de forma que no necesitamos, ni deseamos, ni tememos a la eternidad. Por lo tanto, aún si nos llegase la hora
de partir de esta vida, podemos acercarnos a nuestro descanso final con la absoluta confianza que hemos
gozado todo el placer que fue posible gozar.
− El individuo que aprende cuáles son los límites naturales del placer sabe cuán poco se requiere
verdaderamente para satisfacer sus necesidades y tener una vida feliz, y cuán fácil es obtenerla. Por lo tanto,
es innecesario malgastar su vida luchando y fatigándose.
− En la toma de toda decisión, el principio básico debiera ser el objetivo último de la vida que tenemos frente
a nosotros y lo que realmente sabemos y hemos experimentado (en lugar de lo que otros alocadamente
imaginan): si nos apartamos de esta norma, nos veremos abrumados con la duda y la confusión.
− Si negamos o descartamos todo aquello que sabemos y hemos experimentado, no quedará nada para
servirnos como principio fundamental cuando requiramos formarnos una opinión sobre cualquier asunto, ni
siquiera aquellos puntos de vista que reconocemos como falsos.
− La confianza absoluta al determinar lo que es cierto y lo que es alucinatorio es sólo posible si aprendemos a
distinguir claramente entre aquellas ideas que se basan en lo que sabemos y hemos experimentado y aquellas
otras que tienen su origen en la imaginación y nada más. En otras palabras, si damos la misma autoridad a la
imaginación y a nuestros sentimientos internos que el que damos a lo que sabemos y hemos experimentado,
nunca estaremos completamente seguros respecto de nada, toda vez que no habrá un principio básico con el
cual eliminar la duda y la confusión.
− Si no tenemos claro en nuestra mente el objetivo último cuando requeramos tomar una determinación sobre
seguir o evitar un particular placer o dolor, y procedemos en nuestra decisión de acuerdo con algún criterio
menos reflexionado, nuestro comportamiento no será consistente con nuestros principios.
Epicuro y sus seguidores fueron atacados por sus contemporáneos, sobre todo por los estoicos. Se decía que el
jardín era escenario de toda clase de desenfrenos y que no había tales filósofos, sino sólo una multitud de
libertinos en busca del placer corporal. A tal punto llegó esta mala fama, que hoy en día epicúreo designa a
una persona amoral, deseosa de placeres sensuales.
Bibliografía
Enciclopedia Hispánica, Tomos VI y VII
Breve historia de la filosofía
Enciclopedia Microsoft Encarta
Lecciones de filosofía
Diccionario de filosofía, Tomo I
Historia de la filosofía, "desde la Antigüedad al Escolasticismo"
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