Sentencia: 00255 Expediente: 04013716-0042-PE Fecha: 06/06/2008 Hora: 10:50:00 AM Emitido por: Tribunal Casación Penal, San Ramón Extracto 1 Tipo de Extracto: Voto de mayoría Rama derecho: Derecho Penal Redactor del Texto de Origen: Morales García Jorge Luis Descriptores Restrictores Estafa Consideraciones acerca de los negocios con causa ilícita Texto del extracto II.- En el primer motivo de casación por la forma se alega "ERRÓNEA APLICACIÓN DEL ARTICULO 216 INCISO 1) DEL CÓDIGO PENAL". Argumenta como inobservados los artículos 11.1 de la Declaración de Derechos Humanos, 14.2 del Pacto de Derechos civiles y Políticos, XXVI de la Declaración Americana sobre Derechos Humanos; 39 y 41 de la Constitución Política , 216 inciso 1) del Código Penal; 1, 2, 6, 9, 142, 180, 184, 349, 350, 355, 363 y 369 del Código Procesal Penal. Arguye que en ese caso no se dan los elementos objetivos y subjetivos del tipo de estafa, señala en apoyo de tal tesis que ni el ofendido, ni los testigos creyeron como real el negocio propuesto por el imputado; dice que el ofendido tenía el pleno conocimiento de la falsedad y naturaleza del negocio que ofrecía el imputado. En apoyo de su tesis cita lo dicho por Alejandro Villalobos Chavarría, Asdrúbal Alejandro Solano Rodríguez y Sandra Villalobos Arguello. Señala que el ofendido, como comerciante, sabía sobre la falsedad del negocio propuesto por el imputado, pues se trataba de una gran cantidad de mercadería y era desproporcionada para el precio pactado. Apunta así que el acto de disposición del ofendido no fue producto de su error, sino más bien, de su ambición y participación conciente en este tipo de conducta. Dice que el mismo Tribunal revela ese conocimiento del ofendido cuando relaciona que éste creyó estar haciendo "la compra del año" . Manifiesta que con base en el principio de autorresponsabilidad el Derecho Penal no puede proteger o tutelar a un ofendido que teniendo conocimiento o sospecha sobre la dudosa procedencia del negocio pacta y provoca su propio perjuicio patrimonial, señalando que se estaría en presencia de otro tipo penal que sería la receptación. Considera la impugnante que la evidente desproporcionalidad entre la mercadería y el precio, excluye la posibilidad del engaño, generador del error y, por ello, estima erróneamente aplicado el delito de estafa, insta se declare la atipicidad de los hechos y que se absuelva a su representado. El reclamo no es atendible. La línea de argumentación de la recurrente es contradictoria en sí. Aunque pretende atacar la existencia del elemento objetivo del tipo de estafa consistente en el error, su discurso resulta confuso, pues, aunque en ocasiones afirma la inexistencia del engaño en el ofendido, contradictoriamente indica que su acción se fundó en una actitud ambiciosa , con lo que evidentemente no estaría cuestionando la existencia del error en su accionar, sino, más bien, la moralidad de su actuar. Este aspecto, que es el que realmente enfoca el recurso, fue un motivo de disputa en la doctrina durante algún tiempo, al respecto, escribe Gladys Romero: " ... cuestión muy debatida en doctrina y jurisprudencia, tanto en Italia como Alemania, ha sido la existencia de la estafa en los casos de negocios con causa ilícita. Así, por ejemplo, el supuesto de la compra de una máquina de hacer moneda. Carrara sostuvo con sutiles argumentos la inexistencia de estafa en hipótesis tales como cuando una mujer da dinero a una hechicera a cambio de que le entregue un veneno para matar a su marido, y sólo se le entrega una sustancia inocua; o cuando un comerciante rico entrega dinero a un sujeto para que mate a su enemigo y el sujeto coge el dinero haciéndole creer que ya lo ha matado, etc. Sus argumentos fueron apoyados por Pessina, Agelotti Giuriati, Escobedo, etcétera. También en Alemania, en un principio, la jurisprudencia negaba en estos casos la existencia de estafa habiéndose sostenido que, en la medida que el tipo de estafa exige una intervención en el patrimonio jurídicamente protegido, faltaría el tipo de estafa "si al engañado se lo determina mediante la simulación de una contraprestación que contiene una acción inmoral o punible". Pero posteriormente, este criterio fue modificado por resolución plenaria de 12 de diciembre de 1912 que, pese a las polémicas que suscitó, fue aceptada y hoy es doctrina dominante. El caso en cuestión trataba de la venta de supuestos abortivos a mujeres contra el pago de 10 marcos, conociendo el acusado que los abortivos eran inidóneos y su costo solo era de 40 "pfennig". El Tribunal, fundando ampliamente sus afirmaciones, sostuvo que había estafa considerando que, desde el punto de vista económico, las mujeres habían sufrido un perjuicio o detrimento en su patrimonio de 10 marcos. La circunstancia de que no tuvieran derecho a la contraprestación (abortivos idóneos) carecía de importancia. Sin embargo, no faltaron objeciones a esta resolución. Binding, por ejemplo, criticó duramente a esta sentencia que denominó verdadera revolución jurisprudencial, en razón de su teoría sobre el concepto de patrimonio, argumentando que no habría habido estafa si el expendedor de falsos abortivos hubiese entregado realmente un abortivo. Es decir, dedujo que la resolución estaba implícitamente obligando al vendedor a cumplir con la prestación prohibida. Pero, como señala Mezger, "de esta manera se desconoce el momento determinante para el castigo; con arreglo al § 263, se castiga la intención de la estafa existente en el momento del engaño y dirigida al futuro, y no el rechazo subsiguiente a la contraprestación"." (Romero, Gladys, Los elementos del tipo de Estafa , Lerner Editores Asociados, Buenos Aires, 1985, páginas 291 a 293). Ese mismo caso paradigmático de la jurisprudencia es retomado por la doctrina nacional, concretamente por el Doctor Francisco Castillo González y al respecto dice: " Puede ocurrir que el objeto de que fue despojada la víctima por el estafador esté en un patrimonio, sea de posesión y tráfico permitidos y que tenga un valor económico. Pero que la finalidad que se proponía realizar la víctima era inmoral e incluso delictuosa. Por ejemplo, el caso de la muchacha embarazada que le paga a un curandero para que le dé un abortivo a cambio de dinero, y el curandero la engaña. La misma situación se presenta en el timo de la guitarra, en el cual, el estafador saca dinero a la víctima bajo la promesa de realizar una falsificación de moneda, en cuyas ganancias serán socios. O bien, A quería comprar droga a B, quien lo engañó, pues recibió su dinero, pero en lugar de cocaína le entregó una sustancia que no lo era." (Castillo González, Francisco, El delito de estafa , Editorial Juritexto, San José, Costa Rica, 1º Edición, 2001, página 80). Se refiere también, por parte del Doctor Castillo, la posición de quienes consideran que en tales supuestos la víctima no ha sufrido un daño patrimonial que deba ser jurídicamente protegido, considerando que el Estado no debe intervenir a favor de una persona que puso en juego su integridad patrimonial con un negocio ilegal o prohibido; tesis que, como vimos, es la que se sostiene en el recurso. Sin embargo, esta Cámara, tal y como lo plantea el citado autor, se decanta por la posición mayoritaria de doctrina, es decir, aquella para la que resulta inocuo el que la contraprestación prometida fuera prohibida o no, lo que se castiga es al estafador por su acto delictivo y, con ello, no se estaría legitimando el negocio inmoral, que en estos supuestos, en realidad, nunca se llega a operar, es sólo el medio comisivo por el cual el sujeto agente logra la disposición patrimonial del sujeto pasivo. En vista de lo dicho, lo procedente es declarar sin lugar el motivo de casación ensayado.-“