El arquitecto como artesano de lo cotidiano:

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El arquitecto como artesano de lo cotidiano:
Reflexiones de campo entre etnometodología y arquitectura.
Joan Baltà Pelegrí
Doctor en Psicología Social por la UAB y Licenciado en Sociología por la UB.
Resumen
La cotidianidad de la mayoría de despachos de arquitectura se desenvuelve en una
compleja relación entre cliente, espacio y arquitecto. Lejos de ser una ecuación
reproducible, se traduce en una plataforma donde añadir multitud de otras variables que
por su naturaleza circunstancial y cambiante requieren del desarrollo una cierta artesanía.
Y es que el artesano parte de un método pero sabe irse y volver, adaptarlo y deformarlo.
El artesano desarrolla una sensibilidad especial que difícilmente se enseña, sólo se
aprende. En esta triple relación entre arquitecto, espacio y cliente, el arquitecto es el
artesano, el espacio un conjunto de prácticas a localizar y el cliente o usuario el
responsable de estas prácticas. Ser capaz de captar estas prácticas, sus maneras de
hacer e intentar reproducir un espacio para ellas es el resultado de un trabajo artesano.
Michel de Certeau distinguía entre espacio y lugar, definiendo al primero como un lugar
practicado. De este modo, un mismo lugar puede ser diferentes espacios dependiendo de
las prácticas que allí se lleven a cabo. El arquitecto captaría estas prácticas e intentaría
generar un espacio, aunque sólo conseguiría generar un lugar con la esperanza de
facilitar unos determinados tipos de prácticas por parte de sus usuarios y de este modo,
espacios. En definitiva, el arquitecto haría lugares que sus usuarios convertirían en
espacios. Si damos por buena esta distinción, asumimos que el espacio no solo delimita
lo físico, sino que contempla en su propia definición lo social. El espacio no es algo pasivo
sobre lo que actuar, es una continua transformación, un proceso atravesado por las
prácticas que allí se desarrollan. Es algo heterogéneo, relacional y en continua
transformación. El escenario resulta una emergencia entre lo material y lo colectivo. Una
relación heterogénea tratada desde múltiples ángulos por la literatura social
contemporánea que aquí no pretendo abordar.
Por su parte, el cliente o usuario es el responsable de estas prácticas. Si se trata de
particulares, el cliente acostumbra a coincidir con el usuario, pero si el cliente es la
administración pública, por ejemplo, el usuario final puede ser otro y las prácticas que allí
se efectúen en un futuro hacen el asunto un tanto más complejo. La construcción de
determinadas infraestructuras, una distribución de elementos particular puede favorecer el
desarrollo de determinadas prácticas, pero a su vez también puede esconder
posibilidades no previstas que acaben transformando los espacios en espacios diferentes
no imaginados.!Conocer e imaginar al cliente o usuario presente y futuro se vuelve una
tarea clave para el arquitecto. Y además le exige algo que los investigadores sociales
siempre abordamos con extrema prudencia: la proyección hacia el futuro. Imaginar el
desarrollo de determinadas prácticas en escenarios por construir. A menudo, el cliente
parece el mal necesario, una interferencia entre el espacio y el arquitecto. Pero, por el
contrario, a mi parecer es quien dará vida al proyecto, quien lo acabará y transformará
con sus prácticas cotidianas.
Por último, el arquitecto se presenta como un artesano de lo cotidiano, de sus escenarios,
de las maneras de hacer que allí se desarrollan. Un buscador de escenarios atemporales
que permitan el desarrollo de múltiples prácticas a lo largo del tiempo. El arquitecto se
descubre como un artesano más de lo humano, especializado en su habitar, en su
relación con la materialidad.
Durante medio año he estado inmerso en el día a día de un despacho de arquitectura
haciendo labores de consultoría estratégica y organizacional. Desarrollar la parte
comunicativa fue la excusa para estar cada día en el despacho y empaparme de cada
oficio del equipo consiguiendo borrar la excepcionalidad de mi presencia. En el transcurso
de este trabajo de campo y conjuntamente con el equipo del despacho desarrollamos una
determinada manera de explicar la empresa y sus diferentes oficios con el objetivo de
establecer una dirección definida para la empresa y adaptar su organización a dicho fin.
Al margen de los resultados estrictos de mi trabajo como consultor sobre la empresa, del
trabajo de campo se desprenden un conjunto de reflexiones entre arquitectura y
etnometodología que son las que pretendo desarrollar en la presente comunicación. La
complejidad de la obra arquitectónica reside en esta heterogeneidad entre lo material y lo
experiencial, pero también en su proyección hacia el futuro hacia su voluntad de perdurar.
Complejidad que parece requerir del desarrollo de una artesanía sensible al devenir de lo
colectivo.
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