La importancia de la obra reside, en tecnología nella giurisprudenza].

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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
La importancia de la obra reside, en
mi opinión, en el intento de retomar la
aspiración de conciliar p e n s a m i e n t o y
mundo, teoría y praxis, como método que
p e r m i t a efectivamente responder a los
p r o b l e m a s r e a l e s del h o m b r e . Por su
rigor crítico y su aportación al debate
controvertido de la actualidad, no debería
pasar desapercibido (con independencia
del acuerdo o desacuerdo que pueda suscitar) para el lector interesado en el estudio de los problemas constantes de la
filosofía política, y especialmente para el
jurista que persiga trascender un enfoque
meramente descriptivo de su objeto de
estudio.
Juan C. UTRERA GARCÍA
FROSINI, UN NUEVO LIBRO*
0. INTRODUCCIÓN: UN TEMA NUEVO
Queda ya lejos, veintisiete años atrás,
la fecha en que (18 de diciembre 1965) el
entonces nuevo profesor de filosofía del
derecho en la Facultad de jurisprudencia
de la Universidad de Catania, Vittorio Frosini, pronunció la conferencia inaugural
del curso en la que se ocupó del tema de
las relaciones entre Humanismo y tecnología en la ciencia jurídica [Umanesimo e
* A propósito de la publicación del libro
de Vittorio Frosini, Contributi ad un diritto
dell'informazione (Ed. Liguori, Napoli 1991,
220 pp.), hemos tenido la oportunidad de
celebrar una entrevista con el autor (el ilustre
profesor, investigador y publicista, director
del «Istituto di Teoría dell'interpretazione»
de la «Facoltá di Giurisprudenza» en la Universidad La Sapienza, de Roma) y de la que
damos cuenta al final de la presente reseña.
tecnología nella giurisprudenza]. Entre los
m a g i s t r a d o s a s i s t e n t e s al a c t o h u b o
comentarios y juicios llenos de cautela y
desconfianza, acompañados, sin embargo,
de aplausos de circunstancia. La idea de
que el ordenador electrónico pudiera convertirse en un colaborador en la administración de justicia suscitó cierta alarma;
con razón, hay que reconocerlo, en una
situación cultural como la de entonces, en
que el recurso a los nuevos métodos e instrumentos de automación aparecía todavía
relacionado con las fantasías de la ciencia
ficción.
Justamente en aquel año había sido
instalado en la Facultad de matemáticas
de aquella Universidad de Catania el primer ordenador electrónico [esa «prótesis
electrónica de la inteligencia humana»,
como se dirá muy gráficamente luego (p.
204)], que el profesor autor de la conferencia había podido observar en funcionam i e n t o . El propio Frosini relata estos
hechos en el libro (p. 14) del que vamos a
o c u p a r n o s : Contributi
ad un
diritto
dell'informazione (Liguori, Napoli 1991,
220 pp.).
La mayor novedad de la segunda mitad
del siglo puede ser considerada, nos dice
Frosini, la cibernética (p. 211 y 212). La
información, se dice en otro lugar, se presenta con caracteres anteriormente desconocidos en la historia de la civilización
humana, por cuanto se refiere a su cantidad, a su variedad, a su rapidez y a su persistencia (p. 205). La difusión de la información automatizada, que se pone ahora
en el primer plano del horizonte de la sociedad tecnológica al fin del siglo veinte, comporta una serie de consecuencias
en el
orden social, en el económico y en el jurídico (p. 159). De estas consecuencias en el
orden jurídico [positivas unas y negativas
otras, porque en la historia de la sociedad
humana, a la aparición de un bien se contrapone siempre la aparición de un mal que
lo acecha y lo amenaza (p. 170)] va a ocuparse el autor de Contributi ad un diritto
285
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
dell'informazione a lo largo de los diferentes capítulos de su libro.
1990:VII La a u t o d e t e r m i n a c i ó n
sobre los datos personales.
4. La informatización del PROCESO.
1. SUGESTIVO MOSAICO DE
CUESTIONES
Recogemos en este volumen, nos dice
su a u t o r al comienzo del Prólogo, mis
escritos concernientes al tema indicado en
el título: (...)• Todos, se añade, están conectados a diversas oportunidades (o tentaciones) de escritura surgidas desde que he
vuelto a la enseñanza académica,
hace
cinco años, y he tomado parte en la actividad de la Asociación de docentes de informática jurídica (ANDIG) que está unida
iure loci a aquélla del Instituto de teoría de
la interpretación y de informática jurídica.
He incluido también dos anteriores artículos míos escritos en el 1985 (...). En la
oportuna Nota bibliográfica se dice cuando, dónde y con qué motivo se hicieron
públicos los catorce trabajos, tantos como
capítulos, con que se compone el sugestivo
mosaico de cuestiones en que el libro consiste. Esta es la trama sobre la que queremos destacar la luz de algunas de sus piezas:
1. Sugestivo MOSAICO DE CUESTIONES.
2. Utopía y realidad de la TELEMÁTICA.
1991:XII
1985:XIII
1985:XIV
Las telecomunicaciones
en los países de Europa
Oriental.
La informática, el derecho a la intimidad y la
democracia.
Una utopía telemática.
1986:IV
La informática en la administración de justicia.
1990:X
Los medios de prueba y
las n u e v a s f o r m a s de
comunicación.
5. La p r o t e c c i ó n de los B I E N E S
INFORMÁTICOS.
1988:VIII La protección jurídica de
los programas (El Libro
Verde).
1989:IX
La tutela jurídica del bien
informático.
1990:XI
La protección jurídica del
bien informático en Gran
Bretaña.
6. El derecho a la salud y el control de
la INFORMACIÓN FARMACOLÓGICA.
1987:111
7. La informatización como SERVICIO PÚBLICO.
1989:V
La informática al servicio
del ciudadano.
1990:VI
La informática regional y
la sociedad europea.
8. DERECHO DE LA INFORMACIÓN
Y DERECHO DE LA INFORMÁTICA.
1991:1
Hacia u n derecho de la
información.
1986:11
Perfiles j u r í d i c o s de la
empresa periodística en
Europa Occ.
3. El derecho a la INTIMIDAD.
1985;XIII
286
La informática, el derecho a la intimidad y la
democracia.
Aspectos jurídicos de la
información farmacológica.
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
2. UTOPIA Y REALIDAD DE LA
TELEMÁTICA
El nuevo símbolo lingüístico, dice Frosini refiriéndose a la t e l e m á t i c a (esta
«imbricación creciente de los ordenadores
y las telecomunicaciones»), ha tenido rápida fortuna y se ha impuesto ampliamente,
hasta tal punto que cada vez más frecuentemente se lee o escucha la definición de «civilización telemática» como la más representativa de la transformación producida por el
progreso tecnológico en la
civilización
humana de nuestro tiempo (p. 212). En los
tres últimos capítulos de su libro Frosini
nos da cuenta: a) del sugestivo programa
del llamado Grupo de París, fundado en
1979 por J.J.S.S. (Jean-Jacques ServantSchreider), un reto lanzado a la ignorancia
secular del tercer mundo, y la incapacidad
de estrategia económica a largo plazo de los
países ricos de la OPEP (Organización de
Países Exportadores de Petróleo) (página
215): la utopía telemática de crear una
«aldea mundial», cuyos centros estuviesen
conectados por medio de redes informáticas
entre sí, ha pasado a la historia (p. 216); b)
del empleo de la telemática, en alguno de
los Estados Unidos de América del Norte,
para el recuento de los votos políticos emitidos por medio del computador, bien a
través de su teclado, bien utilizando fichas
electrónicas (p. 208-209); (c) del encuentro
celebrado en La Haya, en abril de 1991,
entre los delegados de los Gobiernos de los
Estados pertenecientes a la Organización
para la cooperación y el desarrollo económico (la OCSE): Por primera vez, en expresión de Frosini, se estableció una abierta
confrontación entre el Este y el Oeste sobre
el tema de la situación y de las perspectivas
de desarrollo político, jurídico, económico y
tecnológico de los Países de la Europa centrooriental en el sector de las informaciones
automatizadas y de las telecomunicaciones
(p. 196).
No es preciso insistir, se dice a título
de conclusión, sobre la función desempeñada por las telecomunicaciones
en la
moderna sociedad de masas y de civilización postindustrial que ha sido definida
como «sociedad de la información». Si la
información automatizada representa el
nuevo bien económico, social y jurídico
que caracteriza las sociedades civilmente
más avanzadas a fin del siglo XX, su penetración y difusión en varias formas (televisión, telecomunicación, telemática) constituye una tarea de primer orden para la
creación de una civilización
planetaria
homogénea (p. 201). Si no f u é r a m o s ,
tememos, que (en la carrera del «hiperconsumo») la telemática se convirtiera
sólo en un medio de comprar y vender
todo a cualquier precio.
3. EL DERECHO A LA INTIMIDAD
Uno de los efectos no deseados más
notables de la informática, y de la telemática, es precisamente la violación de la
intimidad que se opera con el archivo, y la
consiguiente recuperación y propagación
de los datos de carácter personal. Es famosa una sentencia del Tribunal Constitucional (el Bundesverfassungsgericht)
de la
República Federal Alemana, de fecha 15 de
diciembre de 1983. Es una sentencia que
ha hecho época, dice Frosini, no sólo por lo
que se refiere a la historia de los censos, o
por la interpretación evolutiva de la Ley
fundamental de la República Federal Alemana, sino también por la configuración legislativa y doctrinal del derecho a la protección
de los datos personales en el procedimiento
de elaboración electrónica de los datos
(p. 118).
En el libro de Frosini se recogen: a)
los preceptos de la Constitución alemana
que sirven de partida para la resolución
del conflicto (p. 126): a todo ciudadano se
le r e c o n o c e el d e r e c h o a la d i g n i d a d
humana y, consecuentemente el derecho
al desarrollo de su personalidad; b) las disposiciones conflictivas de Ley del Censo
(pp. 123 y ss.): los datos personales pue-
287
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
den ser cotejados con los de los libros de
registro de la población y, de resultas, se
prestan a tomar medidas administrativas
contra los sujetos interesados, y c) los
argumentos en que se basa la Sentencia
del Tribunal Constitucional alemán para
declarar inconstitucionales determinadas
disposiciones de dicha Ley del Censo.
La Sentencia del Tribunal Constitucional Alemán por la que se declara inconstitucional una parte del texto de la Ley del
Censo (exactamente su artículo 9, en los
párrafos 1, 2, 3 y, en cierto modo, el 4) es,
en expresión de Frosini, larga, minuciosa
en las particularidades, articulada y compleja en su división en partes, capítulos, parágrafos, secciones y subsecciones, diferenciadas con letras mayúsculas, minúsculas y
duplicadas (aa, bb, etc.), cifras romanas y
números árabes. Su arquitectura intelectual
con su quebrado perfil de agujas y pináculos
se diría de estilo neogótico (página 125).
Los principios que inspiran tal Sentencia pueden resumirse así: 1) la autodeterminación informativa; 2) «no existen datos
sobre una persona carentes de importancia», y 3) el fin justifica los usos.
4. INFORMATIZACIÓN DEL PROCESO
Los d e t r a c t o r e s de la i n f o r m á t i c a
temen que las computadoras puedan dictar
sentencias. Entre los partidarios hay quienes aspiran a la construcción de algoritmos que permitan resolver los litigios procesales mecánicamente, con la asepsia y el
rigor del cálculo matemático. Otros se contentarían con que la computadora ayudase
a los jueces en las tareas de natina: buscar
un dato, reproducir un informe, archivar
un documento, realizar una notificación, y
cosas semejantes. La informática ha traído
consigo, e n t r e o t r a s cosas, u n a nueva
dimensión de la libertad (libertad informática), una nueva dimensión de la propiedad
(propiedad de los nuevos bienes informáti288
cos), y, por lo que ahora más nos interesa,
una nueva dimensión del proceso judicial.
¿En qué medida puede el ordenador ayudar al juez en sus actuaciones? Primeramente como un «documentalista», suministrándole los datos que constituyen el
punto de partida de su tarea, esto es, facilitándole el conocimiento de las normas a
aplicar, ayudándole a «documentarse»
sobre las pertinentes Fuentes del Derecho.
Posteriormente, como un «gestor» o auxiliar administrativo, que lleva a cabo o facilita la ejecución de ciertas tareas auxiliares
que no requieren capacidad de decisión.
No se trata, naturalmente, de la utopía
de una «justicia hecha a máquina» o, como
aún se ha dicho, de fabricar una «máquina
escupesentencias»; sobre este punto los estudiosos serios nunca han cultivado las ilusiones de los perezosos y de los incautos. Pues
es siempre el magistrado, y no el ordenador,
el que debe juzgar y decidir la absolución o
la condena; al ordenador le toca la tarea de
realizar las funciones que antes realizaba el
escriba o el amanuense, convertido ahora
en un autómata privado de distracciones y
de tentaciones (p. 181). La frase no puede
ser, con su punto de ironía final, más clara,
sensata y contundente. En la época de la
informática, del telefax, del teletexto, de la
teleconferencia, el Derecho procesal, rompiendo viejos hábitos, debe admitir expresamente (y la política judicial impulsar efic a z m e n t e ) el uso en las oficinas de
administración de justicia de las herramientas y modos de trabajo que las nuevas
tecnologías nos ofrecen. Los procesos se
tramitarán de modo más racional, cómodo, rápido y seguro con ayuda de la ofimática y de la documentalística basada en los
archivos computerizados.
5. LA PROTECCIÓN DE LOS BIENES
INFORMÁTICOS
De los bienes informáticos, y de la
tutela de las relaciones jurídicas que tie-
INFORMACIÓN BiBLiOGRÁncA
nen por objeto dichos bienes, va a ocuparse el libro de Frosini, Contributi ad un
diritto deU'informazione
en tres de sus
capítulos semisucesivos: el VIII, el IX y el
XI.
La llegada del ordenador ha introducido, según Frosini, una NUEVA forma de
comunicación, ya que el mensaje humano
debe ser codificado en un lenguaje computerizado y puede ser transmitido y recibido sólo por medio de una máquina (página 159); una NUEVA lógica mecánica y
artificial que ayuda y complementa el trabajo de la inteligencia humana (p. 160), y
un NUEVO tipo de valor añadido en el
campo de la producción económica (p.
160).
A propósito de la protección jurídica
del software, en Contributi... se informa
del Decreto de la Presidencia de la República italiana, del 22 de junio de 1979
(n. 338) y se trae a colación el razonamiento, sutil y rico de observaciones, de
Borruso sobre la no patentabilidad del
programa informático (p. 102). En otro
lugar se trata (pp. 153 y ss.) de las líneas
orientadoras («guidelines») de la futura
legislación de los países de las Comunidades europeas en materia de protección de
los programas, esto es, del llamado Libro
Verde Europeo, que suscita diferentes
asuntos en discusión y sobre los que, a su
vez, Frosini expone sus propios criterios.
En tomo al tema de la nueva criminalidad económica relacionada con los bienes informáticos (bien tomándolos como
objeto, «sobre ellos», bien tomándolos
como instrumento, «por medio de ellos»),
Frosini muestra, j u n t o a u n a precisa y
varia información, sus personales y sensatas sugerencias al respecto.
Es a t i n a d a la t e s i s de F r o s i n i al
defender la idea de que el acceso a la
información ya significa, viene a decirse
(página 187), un menoscabo en la integridad del computer:
u n m o d o de c o m o
«fructificación» p r o v o c a d a e i l í c i t a .
p u d i é r a m o s d e c i r , q u e s u m i n i s t r a al
«intruso» (al que accede sin estar autorizado a ello) una reproducción de ciertos
datos que «salen» del sistema y «se quedan» en el soporte que el intruso les ofrece, siquiera sean las propias células de
memoria de su cerebro.
6. EL DERECHO A LA SALUD Y LA
INFORMACIÓN FARMACOLÓGICA
A veces, la información automatizada
es algo más que un bien objeto de propiedad privada: permite, en ocasiones,
realizar el derecho al bien de la salud.
Aparte de filósofo del derecho, o precisamente por eso, Frosini es «un hombre de
su tiempo» que conoce las realidades
a c t u a l e s y reflexiona en p r o f u n d i d a d
sobre las mismas. Así refiere cómo, en
pleno esfuerzo de una guerra combatida
al límite de la supervivencia, el Gobierno
de coalición británico confió a un economista liberal, lord Beveridge, la tarea de
redactar un informe sobre la posibilidad
de mejoras sociales mediante intervenciones legislativas. El resultado fue, dice,
una ley, a la cual siguieron otras, y, al
fin, la institución del Servicio Nacional
de Asistencia Social (el National Health
Service) en 1948. La asistencia médica y
el suministro farmacéutico resultaron, de
ese modo, organizados y burocratizados
a nivel nacional en un contexto administrativo de leyes y de reglamentos (página
59).
El derecho a la salud, dice Frosini, es
uno de los nuevos derechos sociales, esto
es, fundados sobre una pretensión de los
particulares frente a la colectividad estatal,
que han hecho su aparición en el siglo veinte y han determinado el paso del «Estado de
derecho» al «Estado de justicia» o «Estado
de bienestar» de nuestro tiempo (p. 59). El
producto farmacéutico en la sociedad farmacológica (p. 57) es, naturalmente, un
producto industrial. Desde que la indus-
289
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
tria farmacéutica se ha convertido en una
p r o d u c c i ó n de m a s a , el m é d i c o y ei
p a c i e n t e r e s u l t a n u n i d o s e n t r e sí p o r
medio de una invisible cadena cuyos anillos corresponden a intereses de origen y
destino diferentes: sociales, científicos y
jurídicos (p. 58). La información farmacológica (en sus varios aspectos: científica,
estadística, oficial, etc.) resulta, de este
m o d o , i m p r e s c i n d i b l e en la s o c i e d a d
actual.
Se justifica así que en
Contributi...
exista u n Capítulo III que se dedica a
«Aspetti giuridici della informazione farmacológica e della farmacovigilanza».
Aquí se estudia el régimen jurídico vigente
sobre la materia; se exponen perspectivas
de regulación jurídica, y se advierte del
peligro de unas estructuras (sanitarias, en
este caso) rígidas que acaben encerrando
al ciudadano en lo que Max Weber llamó
«la jaula de acero» (p. 73), esto es, del peligro, en resumen, de una rígida racionalización (burocrática o informática) poco
operativa.
7. LA INFORMATIZACIÓN COMO
SERVICIO PÚBLICO
Como antes se hiciera con la sanidad,
la educación o el transporte, es preciso
hacer hoy de las instalaciones informáticas y de la información automatizada un
servicio público.
A la sede de servicio público (dentro de
un posible Derecho administrativo de la
informática) p u e d e n ser remitidos, en
nuestra opinión, dos capítulos del presente libro de Frosini.
El Capítulo V («La informática al servicio del ciudadano», páginas de la 93 a la
100) t r a t a de u n a serie de t e m a s que
p u d i e r a n titularse así: 1) la GESTIÓN
administrativa de la información; 2) la
INFORMATIZACIÓN de las oficinas de la
Administración; 3) los OBSERVATORIOS
290
informáticos: la utilidad de los bancos,
creados y por crear, de datos de interés
público; 4) la necesaria conexión en RED
entre los distintos bancos de datos; 5) la
doble dirección del FLUJO informativo
entre la Administración y el ciudadano.
En el Capítulo VI («La informática
regional en la sociedad europea», páginas:
de la 103 a la 114), se ponen de manifiesto, epígrafe a epígrafe, las cuestiones de:
1) Legislación sumergida (dispersa) de la
informática; 2) Iniciativas regionales para
la informática; 3) Instrucción profesional
en el ámbito informático; 4) Programación
regional y nacional en informática administrativa; 5) El ordenamiento regional y
la Europa de las regiones. He aquí, una
vez más, la vocación intemacionalista de
la t e c n o l o g í a i n f o r m á t i c a , el a l c a n c e
supranacional de este nuevo, digamos,
SERVICIO PÚBLICO COMUNITARIO
INTERREGIONAL de la telemática.
Como al final advierte Frosini, es preciso mirar hacia adelante en la tarea de activación de los recursos todavía no adecuadamente empleados del «capital
político»
existente en la organización regional del
ordenamiento (jurídico) italiano, metiéndoles dentro del «mercado político» comunitario en el que éstos puedan fructificar en
beneficio de una sociedad más avanzada en
el bienestar y en la libertad (p. 114). Esta
frase destaca lo que es el fin último del
derecho, del derecho de la informática, y
aún de toda la informática: el bienestar y
la libertad de los miembros de la sociedad,
el logro de una vida a tono con la dignidad
esencial del ser humano.
8. DERECHO DE LA INFORMACIÓN Y
DE LA INFORMÁTICA
También son dos capítulos de Contributti... (el Capítulo II y el Capítulo I) los
que podemos agrupar bajo este nuevo epígrafe común. El capítulo II, titulado «Per-
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
files jurídicos de la empresa periodística
en Europa Occidental», trata ñindamentalmente de la libertad de prensa, con precisas referencias a las leyes de Francia,
Gran Bretaña y República Federal Alemana. Se ocupa, en síntesis, de: 1) la HISTORIA de la libertad de prensa, tan vinculada
al liberalismo político; 2) su FUNDAMENTO, en la misma naturaleza humana; 3) su
CONTENIDO, limitado en ocasiones por
razones de moralidad, y 4) sus peligros de
EXTINCIÓN, o de desvirtuación, por obra
de la censura o por obra de los monopolios
informativos.
El capítulo I, «Hacia un derecho de la
información», viene a ser una apretada
síntesis de todo lo que después se irá desarrollando en el libro. Consiste en el texto
de la Conferencia pronunciada en 1991
(16 de mayo) en la Facultad de Jurisprudencia de Catania, con motivo del veinticinco aniversario de aquella inauguración
de curso (diciembre de 1965, veinticinco
años atrás), en que Frosini, como referíamos al c o m i e n z o de este c o m e n t a r i o ,
habló, por primera vez, de «Humanismo y
tecnología en la ciencia jurídica».
A la vuelta de un cuarto de siglo, nos
dice Frosini, «a los problemas de la informática jurídica, o sea del uso de la metodología operativa y de los instrumentos de
elaboración electrónica para la investigación jurídica, han venido a añadirse los
problemas del derecho de la informática^
(p. 15).
El derecho «representa (al decir de
Frosini) la fundamental forma de información sobre los comportamientos que hay
que tener en las relaciones entre los hombres (...); y, por eso, ha sido definido (por
él mismo), con expresión compendiadora,
como morfología de la praxis; (...) a las
nuevas experiencias y exigencias de vida
social debe, pues, corresponder una morfología jurídica a ellas adecuada. El derecho de la información, resulta, entonces,
entendido como el derecho de la sociedad
de la información, como aquel ius que
debe regir, y hacerla transparente con sus
reglas, la societas». «Que esta tarea (la de
estructurar el nuevo derecho del porvenir)
pueda llevarse a cabo por las nuevas generaciones de estudiosos (concluye Frosini)
éste es el augurio de un viejo jurista»
(páginas 28 y 29).
9. CONCLUSIÓN
Contributti ad un diritto della informazione es u n libro denso, de palpitante
actualidad y de amplio alcance. Construido
desde la perspectiva de un filósofo del
derecho atento a la realidad de nuestro
tiempo, trata de las implicaciones jurídicas del hecho de la información automatizada que caracteriza la sociedad en que
vivimos.
De la informática en la administración
de justicia, a la informática al servicio del
ciudadano. De la protección de datos personales, a la protección del software. De la
información farmacológica, a la telemática. De los bancos de datos, a los documentos electrónicos. Los trabajos de que consta Contributi... nos ofrecen un sugestivo
panorama de los temas que constituyen el
objeto de la Informática jurídica (es decir,
de las Aplicaciones de la informática al
Derecho, al quehacer de los juristas), por
una parte, y del ya llamado Derecho de la
informática, por otra.
Esta es una obra escrita desde el profundo c o n o c i m i e n t o de los complejos
engranajes del derecho, considerado, hay
que decirlo, como un todo, en su unidad
esencial; y también desde la esperanza en
la contribución de las nuevas tecnologías a
un mundo racional y acorde con la dignidad de la persona.
Contributti ad un diritto della informazione es una pieza completa. Compuesta
con profusión de referencias legislativas,
no sólo de Italia sino de otros muchos países; entreverada de oportunas citas litera291
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
rias e ilustradores datos estadísticos;
redactada en un lenguaje preciso, riguroso,
y rico en matizaciones; impregnada de
prudencia y gran sentido crítico; orientada
a la vida; no exenta de sus g r a n o s de
humor, de humanísima comprensión.
El libro de Frosini constituye sustanciosa y necesaria lectura para los estudiosos del Derecho de la informática; para
quienes, desde un planteamiento unitario
del Derecho, se interesen por la problemática jurídica de nuestra sociedad de la información; para quienes, juristas, políticos,
informáticos, sociólogos, sientan la necesidad de comprender un poco más la circunstancia sociocultural de nuestro tiempo.
10. APÉNDICE: UNA ENTREVISTA CON
FROSINI
Tuve la fortuna de conocerlo personalmente gracias a la gentileza de los profesores Lombardi Vallauri y Taddei que me lo
presentaron. Nos encontramos, el 12 de
diciembre de 1991, en el Instituto de Teoría de la Interpretación y de Informática
Jurídica de la Facultad de Derecho de la
Universidad «La Sapienza», en Roma, en
Palazzina Tumminelli. Ocurrió exactamente con motivo de la presentación de
una de sus más recientes obras: Contrihutti ad un diritto dell'informazione
(Ed.
Liguori, Napoli, 1991).
La reunión, en la que intervinieron
(aparte del presentador de la obra, y para
ocuparse de diferentes temas) algunos
miembros de la Asociación Nacional de
Docentes de Informática Jurídica, se desarrolló en el ámbito de una cordial acogida.
Se percibía en el ambiente la generosa
hospitalidad y, todo hay que decirlo, el
benéfico sentido del h u m o r del que el
mismo Frosini hizo gala contando algunas
anécdotas divertidas. La sesión se completó con una «sabrosa» comida.
292
Antes de este encuentro, el nombre de
Frosini, pese a haberlo visto escrito tantas
veces en las p á g i n a s de los libros, me
resultaba algo maravilloso pero lejano. Tal
que el nombre, lo recuerdo bien, de aquel
autor de nuestro primer libro de Latín
que, muchachos estudiantes, utilizábamos
al comienzo de nuestros estudios de enseñanza media.
Aquel señor, pensábamos nosotros,
puesto que era el autor de aquella obra,
no podía pertenecer al mundo, común y
n a d a e x t r a o r d i n a r i o , de los m o r t a l e s ;
hasta que llegó el día en que hubimos de
aceptar, sorprendidos, que nuestro profesor en la materia, como él m i s m o nos
dijo, había hablado por teléfono con tal
persona, que, extrañamente, estaba en
esta vida, existía.
Volvamos a lo que estaba ocurriendo
en la mañana de diciembre. En aquella
inolvidable reunión, allí precisamente,
entre nosotros, estaba «Frosini», el autor
de tantos y tantos libros de informática
jurídica, que desde los años sesenta, con
su obra «Cibernética e Diritto» (un tema
entonces poco conocido en el ámbito cultural europeo), había venido ocupándose
de esta materia hasta llegar a publicar
recientemente el libro que ahora se presentaba, titulado Contributi ad un diritto
della informazione.
He leído, he estudiado, curioso y satisfecho, tales Contributi..., convirtiéndome
en ese « i n t e r l o c u t o r s i l e n c i o s o » , q u e
somos, como él dice, los lectores. Hablar
con Frosini es una oportunidad que no
conviene desaprovechar; dadas las circunstancias, la distancia física y sus propios compromisos, un encuentro como el
de ahora no es cosa que ocurra todos los
días.
No quisiera, pues, dejar pasar esta
magnífica ocasión; si él me lo permitiese,
desearía escuchar su opinión, para dar traslado de ella a sus lectores, sobre cómo percible y cómo juzga diversos aspectos de
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
«su» vida y la de quienes forman parte de
nuestra actual sociedad (y, de un modo
especial, a los lectores del BOLETÍN DE LA
FACULTAD DE DERECHO de nuestra Universidad Nacional de Educación a Distancia, con sede en Madrid, a quienes la presente entrevista va inicialmente dedicada).
—Aquella p r i m e r a reflexión fue la
semilla de la que nació y se desarrolló mi
libro Cibernética, derecho y sociedad, publicado en 1983 y traducido al castellano,
con u n Estudio Preliminar de AntonioEnrique Pérez Luño.
Destinada, por tanto, esta entrevista
(importante, por la importante condición
del entrevistado) a sus lectores de este
BOLETÍN, queremos presentarle, ilustre
profesor Frosini, el presente repertorio de
preguntas, esperando sus respuestas, sus
personales consideraciones.
B) ¿A «quién» o a «qué» debe el haber
llegado a ser lo que ahora es?
A) ¿Cuál fue, y cómo recuerda usted, el
«comienzo» de su actual actividad?
—En 1965, convertido en catedrático
de Filosofía del Derecho en la Universidad
de Catania, debía pronunciar la lección
inaugural del curso (en italiano, la «prolusione accademica»), que entonces se acostumbraba a hacer con solemne ceremonia.
Aquel año había leído, en una revista ilustrada, la noticia de lo que había ocurrido
en Suiza a la joven Madeleine Bol, a la que
le había sido concedida por un computer
el carnet de jugador profesional de fútbol,
c a l i f i c a c i ó n de la que h a b í a n e s t a d o
excluidas hasta entonces las mujeres, a las
cuales estaba reservada la calificación de
aficionadas. He recordado este episodio en
mi libro Cibernética, derecho y sociedad
(Editorial Tecnos, Madrid 1982, p. 89).
—El hecho despertó mi interés y llevé
a cabo un trabajo de investigación sobre
las relaciones entre el computer y el derecho, que llegó a ser el tema de mi conferencia inaugural de curso sobre «Umanismo y tecnología en la jurisprudencia»,
celebrada en Catania el 18 de diciembre de
1965, luego publicada en mi libro Teoremi
e problemi di sciencia giuridica (Ed. Giuffré. Milano, 1971, pp. 65 a 84).
—He estudiado muchos años antes de
decidirme a escribir. He sido alumno de la
«Scuola Nórmale Superiore» de Pisa (se
trata de un Colegio universitario cuyos
becarios, elegidos tras rigurosa selección,
deben simultanear los cursos de la Universidad con los impartidos por la propia
«Scuola»; así lo dice Pérez Luño en su
Introducción Preliminar a «La estructura
del Derecho», p. 8) y me he licenciado en
Filosofi'a y Letras en aquella Universidad;
después me he licenciado en Derecho en la
Universidad de Catania; he sido, finalmente
advanced student (estudiante adelantado)
en el Magdalen CoUege, de la Universidad
de Oxford; creo que la larga preparación
cultural me ha sido útil.
—Mi primer libro lo escribí a los cuarenta años, en 1962, y fue La struttura del
diritto (Ed. Giuffré, Milano, 6." edizione,
1977), también traducido al castellano (y
publicado en la prestigiosa colección del
Real Colegio de E s p a ñ a de Bolonia) a
cargo de A. E. Pérez Luño.
C, D, E) ¿Cómo era la Universidad
durante su carrera, en su época
de estudiante? ¿Cómo deberta
ser, en su opinión, la
Universidad ideal? Creo que
usted ha colaborado, con un
artículo, en un libro sobre la
«Universidad
desintegrada»
(1981).
¿Hasta qué punto tm profesor, a
su parecer, es o debería ser un
293
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
educador, quiere decirse un «formador»,
más que un mero «informador»? Por otra
parte, con frecuencia se dice que la ley no
basta si no hay «humanidad».
—Usted se refiere amablemente a mi
artículo sobre «La Universidad desintegrada: la situación italiana», aparecido en el
fascículo dedicado a La crisis de las facultades de derecho de los Anales de la Cátedra
Francisco Suárez (1980-81, núms. 20-21,
pp. 219-237). Se trata de la traducción de
la Introducción a mi libro: L'Universitá
desintégrala. Una ricerca nella facoltá di
Giurisprudenza
e di Scienze
politiche
delVuniversitá. di Roma, publicado por el
editor Franco Angeli, de Milán, en 1981,
en la colección «Diritto e Sociología», dirigida por Renato Treves.
—Aquel libro es el resultado de un trabajo sociológico (dirigido por mí), como
se dice, de campo, con entrevistas y recogida de datos estadísticos. Yo he enseñado
incluso Sociología del Derecho, primero
en Catania y después en Roma, como profesor encargado de Cátedra; he sido más
bien el primer profesor italiano en esta
disciplina.
—La Universidad que he vivido como
profesor desde el 1954 (he comenzado
como docente de Historia de las doctrinas
políticas en Catania) y en la que he conocido la revolución de los estudiantes de
1968, se me muestra como «desintegrada»,
en comparación con la Universidad «orgánica» en la que viví como estudiante, en
Pisa, Catania y Oxford.
—Fue en Oxford donde leí la obra de
H. Newman, The Idea of University, en la
que se traza el ideal, y no sólo la idea, de
la Universidad. Es éste el de una comunidad cultural, en la que hay una relación
directa entre el docente y el estudiante,
hay c o l a b o r a c i ó n y no conflicto e n t r e
ambos, hay transmisión del saber de los
más dignos a los más capaces, caracteres
perdidos en la Universidad de masas.
294
—Yo hago lo que puedo desde mi cátedra: los estudiantes asistentes a las clases
(pocos respecto al número total de los
matriculados) tienen una convocatoria
especial de exámenes reservada para ellos;
p u e d e n pedir la admisión a la tesis de
licenciatura en Teoría de la interpretación
o en Informática jurídica; pueden llegar a
alcanzar la calificación más alta (il voto di
trenta e lode). He tratado así de hacer de
mi Instituto una especie de pequeña Universidad dentro de la Universidad.
F) Su último libro recoge los más
recientes ensayos dedicados a
aspectos del derecho de la
información y déla inforrruitica en
varios sectores. Usted ha escrito
muchísimos «artículos» y muchos
«libros». ¿Hay alguno entre ellos al
que especialmente «ama» o al que
está más ligado por alguna razón?
—La pregunta me pone en un aprieto,
ya que cada uno de mis libros ha nacido
como respuesta a una necesidad interior, no
sólo intelectual, sino también emocional,
esto es, cultural en el sentido más amplio.
Hay un pequeño libro mío, Ordine e disordine nel diritto (Ediciones Guida, Ñapóles,
1979, pp. 64), que quizás refleja mi carácter,
que es racional y pasional; tal vez la interpretación que he dado del ordenamiento
jurídico sea una proyección de mi carácter,
aunque yo esté convencido de haber expuesto una teoría del derecho objetivo.
G) Es un hecho indiscutible la
utilización de la informática por los
operadores del derecho. ¿Cómo
interpreta usted el «prejuicio» de
quienes rechazan la automatización
de la actividad jurídica?
—En Italia ha habido siempre un prejuicio hacia la enseñanza de la informáti-
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
ca jurídica; prejuicio contra el que he
luchado desde 1965, cuando pronuncié
mi lección inaugural de curso, que antes
he recordado. La misma suscitó entonces
en el público asistente, compuesto de
estudiosos, de magistrados y de abogados, un auténtico desconcierto; hace un
cuarto de siglo, hablar de aplicaciones del
Computer al derecho era como hablar de
ciencia/ficción en un congreso de científicos.
—La resistencia psicológica a la innovación tecnológica era debida a las típicas
características de la mentalidad de los
juristas: el tradicionalismo y el formalismo, que resultaban alteradas por los nuevos instrumentos. Hoy aquel prejuicio va
desapareciendo entre las nuevas generaciones de juristas, pero perdura en la clase
política de los legisladores, que se ha formado sobre los viejos esquemas doctrinales.
H) En su opinión, ¿hasta dónde llevará
el camino, ya abierto, de la lógica
matemática aplicada al derecho? El
futuro de la informática jurídica,
¿será verdaderamente la
«informática decisionál», en el
propio y estricto sentido de la
expresión? ¿Caminamos realmente
hacia un mundo de «autómatas
pensantes» capaces de tomar, sin
que se les programe, decisiones
justas?
—El desarrollo de la informática, que
se ha llevado a cabo durante los treinta
ú l t i m o s a ñ o s , ha sido tan r á p i d o , tan
diversificado, tan revolucionario, digamos
también, tan imprevisible, que es aventurado formular hipótesis sobre su futuro.
Basta pensar en la transformación del calculador electrónico (una máquina construida para el lenguaje matemático) en un
informador automatizado (que dialoga en
lenguaje natural) y en la llegada de la tele-
mática, esto es, en la transmisión de datos
a la velocidad del pensamiento.
^ C o n la creación de sistemas expertos
y de los ordenadores de la cuarta generación y después aún quizá de la quinta
generación, con la colocación de células
biológicas en lugar de chips de silicio, ya
en fase de experimentación, tendremos
máquinas cada vez más parecidas a «cerebros artificiales».
—Sin embargo, el valor moral de la
justicia no puede ser metido en las máquinas; si una máquina adquiriese consciencia, tendría la consciencia de ser máquina,
esto es, instrumento, como un can se siente can.
I) En su último volumen, por ejemplo,
refiriéndose a Griffin, usted alude a
«una mayor resistencia» de la ética
protestante (pp. 6 y 7), frente a la
mayor inclinación que se observa
en los países católicos, a aceptar la
autoridad constituida. ¿Cuál es su
«juicio» sobre esta nuestra
sociedad desde el punto de vista
«ético»?
—Mi a n t e r i o r a f i r m a c i ó n a b r e el
camino a la respuesta siguiente. En mi
libro L'uomo artificíale (Ediz. Spirali,
Milano, 1986) he discutido los problemas
éticos que han surgido en la nueva edad
tecnológica: el subtítulo de aquel libro, en
efecto, es Ética y derecho en la era planetaria. En él está reproducida mi ponencia
sobre L'etica della responsabilitá, traducida al castellano en el volumen Estat de
dret y drets humans, publicado por la
asamblea Catalana de la Cruz Roja Española, Barcelona, 1983. Dada la complejidad del tema, permita que me remita a lo
escrito para los lectores de lengua española.
295
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
L) ¿Cuál piensa que sea el «papel del
intelectual» en la política y en la
sociedad? Entre sus obras figura una
titulada «Costituzione e societá
civile» (1986). ¿Hasta qué punto el
intelectual contribuye, puede o debe
contribuir a hacer un mundo más
racional, una sociedad más civil,
más en consonancia con la dignidad
humana?
—Creo que el papel del intelectual ha
crecido mucho en importancia y en responsabilidad en el mundo de hoy, porque
vivimos en lo que se acostumbra a llamar
«la sociedad de la información». En las
naciones de civilización tecnológica el
analfabetismo ha desaparecido, la circulación de las ideas se ha hecho rapidísima,
la prensa diaria y los telediarios están
p r á c t i c a m e n t e a d i s p o s i c i ó n de t o d o s
suministrando noticias y opiniones.
—Quisiera señalar un caso representativo del nuevo papel político y social asumido por el intelectual: es el verificado en
las revoluciones pacíficas de los Países de
la Europa oriental (a excepción de Rumanía), en las cuales los intelectuales han
jugado un papel decisivo.
M) Usted es un hombre afectivo, amante
de su familia; incluso ha dedicado
un libro a su nieta, la cual significa
para usted «el futuro». ¿Cómo
desearía que fuese, o cómo piensa
que será, la sociedad, la familia o
los seres humanos de las «próximas
generaciones» ?
—Yo tengo ciertamente una fuerte
unión afectiva a mi familia; no en vano
soy siciliano. Sin embargo, como observador del m u n d o social debo constatar la
profunda transformación a que la moderna sociedad de masas somete la institución de la familia: en Italia y, por otra
296
parte, hasta en Japón, donde antes los
vínculos y las obligaciones de sujeción
familiar parecían inmutables. He sido, en
efecto, Visiting Professor en la Universidad
de Tokio en 1978, donde he dado un curso
sobre el derecho de familia en la teoría
general del derecho; he vuelto en 1985, y
ya los cambios de costumbres producidos
en el comportamiento social y familiar saltaban a la vista.
N) Entre los títulos de sus obras de
temas no jurídicos hemos
encontrado, por ejemplo, un
comentario sobre «U mulo di Rosa
(Scene siciliane)», un estudio sobre
«II teatro di Verga, Mito e Storia» e
incluso una exégesis sobre Dante
(«Kelsen e Dante»). ¿Qué le ha
llevado a ocuparse de diversos temas
de literatura? ¿Acaso usted esconde
en lo profundo de su alma un
artista, un escritor o un poeta,
todavía desconocido para sus
lectores?
—Ya he hecho referencia al hecho de
que mi primera formación de estudioso ha
sido literaria; y, si bien mi carrera de profesor se ha desarrollado en la facultad de
Derecho y he tenido experiencia de abogado y después de magistrado, sin embargo,
conservo vivo mi originario amor por la
literatura.
—He escrito varios ensayos de crítica
literaria, como los recogidos en mi reciente libro sobre La familia Stuparich (Ed. Del
Blanco, Udine, 1991, p. 250); he publicado
un librito de memorias y de meditaciones.
Ideario siciliano (Ed. Sellerio, Palermo,
1988), cuyo título está claramente inspirado en el libro de Ganivet; pero mi libro
quizá más conocido en este campo es La
filosofía política di Pinocchio (Ed. Lavoto,
Roma, 1990), que recoge ensayos aparecidos en el transcurso de diversos años. He
incluso escrito un trabajo teatral sobre el
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
viaje de Goethe a Sicilia, que h a sido
transmitido por la RAL
O) ¿Cuál es su violtn de Ingres, esto es,
su «hobby»?
—Confieso ser un apasionado de la
ópera. Me gusta toda la música, antigua y
moderna, y he viajado por toda Europa
también para escuchar las óperas líricas
en los grandes teatros. Cuando hago largos
viajes en automóvil, escucho siempre algunas grabaciones de ópera; y, naturalmente,
leo con frecuencia libros sobre el tema.
P) ¿De qué se está ocupando en este
momento? ¿Qué obra está por ofrecer
a sus lectores?
—Tengo preparada la cuarta edición
de mis Lezioni di teoría delVinterpretazione,
que publicaré después en forma de volumen, conforme me lo pide una editorial
alemana.
Q) Por razones inherentes a su
profesión de docente
universitario,
usted ha debido fijar su residencia
en diversas ciudades. ¿Dónde
(cuándo, entre quiénes, etc.) le
gustaría vivir para desarrollar
cumplidamente sus deseos
reprimidos, si acaso los tuviese, y si
hubiese deseado de la vida más de
cuanto ella misma le ha ofrecido?
—Creo que los días más bonitos de mi
vida universitaria fueron los días pasados
con mi mujer, Silvia, en la Universidad de
Harvard, a donde fui como Visiting Professor en 1985; desgraciadamente, por un
período demasiado breve, porque entonces
formaba parte del Consejo Superior de la
Magistratura y, por eso, sólo pude ausentarme de Italia por algunas semanas. Fuimos alojados en la Palmer House, la villa
que había sido la casa de los hermanos
Henry y William James y que ya estaba
d e s t i n a d a a los i n v i t a d o s de la Law
School. Tuve un breve curso de lecciones
sobre Power and freedom in a computer age
(Poder y libertad en la época del computador) y me hubiera gustado poder quedarme por un semestre al menos; ese fue un
deseo que he sido obligado a dejar insatisfecho.
R) ¿Cómo organiza su jomada para
llegar a hacer tantas cosas y cuál es
su método de trabajo?
—Mis jornadas r o m a n a s están, p o r
desgracia, condicionadas por las considerables pérdidas de tiempo que caracterizan la vida en esta gran ciudad: sobre todo
a causa de los atascos del tráfico en la
calle, de las esperas al autobús, de la dificultad de encontrar un aparcamiento para
el coche, hasta dentro de la Universidad. Y
no hablemos del tiempo que se pierde en
los despachos para la gestión de un asunto
y en las colas de las ventanillas de los bancos.
—Desarrollo mi actividad de escritor
durante los días que puedo pasar en mi
casa de campo; soy madrugador y escribo
durante bastantes horas seguidas por la
m a ñ a n a , mientras que dedico la tarde
(después del mediodía y antes de que anochezca) a la lectura de los apuntes de trabajo para el día siguiente; se entiende que
al anochecer estoy con mi familia.
—Cuando estoy en Roma leo durante
todos los retazos de tiempo de que dispongo, y leo incluso de noche cuando me desvelo y hasta que vuelvo a dormirme de
nuevo. Habitualmente el sábado por la
mañana redacto las sentencias, pues soy
magistrado.
297
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
S) ) Si volviese hoy a ser estudiante,
¿qué «consejos» daría usted, docente,
a Vittorío Frosini? O, de otro modo,
¿qué «sugeriría» a los jóvenes de
hoy?
ya que en la sociedad de hoy se asiste a un
desfase entre el mundo social y el sistema
jurídico, en c u a n t o el desarrollo de la
sociedad tecnológica y el del ordenamiento jurídico proceden con ritmos diversos.
—No puedo dar consejos al que fui
ayer, no sólo porque el pasado es irreversible, sino porque me he formado a través
de ciertas experiencias, de estudio, de
encuentros, de viajes, y si un imaginario
Vittorío Frosini siguiese mis consejos y se
comportase de manera diferente a la mía
no sería la m i s m a persona que yo soy.
Tengo, sin embargo, un hijo, Tommaso
Edoardo, que es u n joven estudioso de
Derecho constitucional, al que recomiendo
no dispersar sus intereses mentales, como
he hecho yo, y concentrarse en un trabajo
profundo más limitado.
—^Vivimos, en efecto, en una verdadera revolución tecnológica, no menos
importante y decisiva que las revoluciones
sociales de otros tiempos históricos, como
lo demuestra la experiencia de la ex Unión
Soviética, en la que la necesidad del avance tecnológico ha prevalecido sobre el conservadurismo social. Es preciso, no obstante, tutelar sobre todo los valores de la
l i b e r t a d , de la j u s t i c i a , de la p e r s o n a
humana, del progreso moral en las relaciones sociales (lo que es más importante que
el progreso tecnológico), pero no se debe
renunciar a las conquistas de la ciencia y
de la técnica, antes bien, encaminarlas
hacia una mayor solidaridad humana.
—Por otra parte, es preciso reconocer
que existe un temperamente intelectual: yo
he tenido una vocación de escritor ensayista, igUcJ que he sido en mi juventud un
nadador de velocidad de cien metros a
estilo libre; otros son, por el contrario,
aptos para las carreras de fondo.
T) Usted habla de un nuevo «ius» como
«derecho de la sociedad de la
información»
(«Contributti...»,
página 29). ¿Qué ha aportado
verdaderamente la informática al
derecho? ¿Cómo resumiría las
características del derecho de la
sociedad informatizada, o por así
decirlo, del «derecho
informatizado»?
—La sociedad de la información necesita de un derecho de la información, igual
que una sociedad agrícola necesita del
derecho agrario, una sociedad fundada
sobre el cambio necesita de u n derecho
mercantil, una sociedad industrial necesita de un derecho industrial. No se trata de
una afirmación obvia, y casi tautológica,
298
U) ¿Piensa que la informática
jurídica
contribuirá a superar la ambigüedad
de los textos legislativos y que el
derecho informático evitará
verdaderamente «la jaula de acero»
que constituye, según Max Weber, la
«racionalización burocrática» que
amenaza con hacer prisionero al
ciudadano, como usted mismo
refiere en «Contributti...» (p. 73)?
—El empleo de los e q u i p a m i e n t o s
electrónicos en la actividad legislativa ha
sido un factor determinante para la creación en el continente europeo de Normativas europeas sobre la técnica legislativa,
como se titula la colección de los textos
pertinentes, publicada por la Cámara de
los Diputados en 1988, a la que yo he agregado una extensa introducción. Digo en el
continente europeo, porque en Gran Bretaña existía la tradición del drafting (de la
técnica de redacción) que se remonta a
Lord Brougham (1833); pero, como he
explicado en mi estudio, el recurso a la
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
memorización electrónica ha impuesto
una nueva disciplina del lenguaje legislativo.
—En el sector de la Administración
pública, la llegada de la información automatizada ha reportado ventajas e inconvenientes; pero, en todo caso, se ha abierto
un nuevo espacio de libertad, la libertad
informática, entendida no sólo como una
defensa de la reserva de los datos personales, sino también como participación del
ciudadano en el circuito de la información
pública: es un aspecto que he dejado claro
en mi ensayo sobre La informática al servicio del ciudadano, incluido en mi libro
sobre Contributi ad un diritto deU'informazione.
V) Considerando la información, esto
es, tos datos, como un bien jurídico
de valoración económica (pp. 23 y
sigs., a propósito de la informática y
el derecho civil), ¿acaso se está
contribuyendo a una
competitividad
económica que da la espalda a
ciertos valores humanos, la
espiritualidad, el intercambio
desinteresado, la solidaridad en
suma?
—Ya he hecho referencia a la «libertad
informática», una fórmula que yo mismo
acuñé y puse en circulación en la cultura
jurídica italiana en 1981; con ella se relaciona la otra fórmula mía de reciente propuesta, el «bien jurídico informático»
como nuevo valor social, económico, jurídico, que enriquece la civilización humana, aunque se aumente la competitividad
económica. Se trata, de todos modos, de
un «bien» inmaterial, al que no se puede
renunciar en las condiciones de desarrollo
de la sociedad tecnológicamente avanzada
sin poner en peligro la paralización de las
diferentes formas de actividad industrial y
terciaria.
W) En el contenido de una obra suya
(en la titulada «Teoremi e problemi
di scienza giuridica», 1971) hace
referencia al senso comune, al buon
senso. ¿Cuál es su opinión: sensato,
se nace, o se hace uno?
—Desde mis primeros escritos jurídicos he h e c h o r e f e r e n c i a al « s e n t i d o
común», polemizando contra el formalismo y el racionalismo abstracto; de modo
p a r t i c u l a r , en mi ensayo sobre Senso
comune e scienza giuridica, aparecido en
1966 y reeditado en mi libro Teoremi e
problemi di scienza giuridica, de 1971; es
un ensayo que escribí aún antes de La
struttura del diritto (1.° edición, en 1962),
del que anticipé ciertos temas pero que
publiqué con posterioridad al libro. Hay
en él un requerimiento a la sabiduría, a
la «prudencia» que forma, junto al derecho, la jurisprudentia; por lo que pienso
que el prudente «se hace», con la mirada
abierta al mundo, con el ejercicio de la
reflexión dirigida hacia sí mismo, con el
frecuente trato con los hombres y con los
libros.
Z) Y concluyendo. ¿Por qué un filósofo
llega a ser un hombre práctico,
ocupándose, por ejemplo (como
usted expresamente hace, pp. 90 y 91
de «Contributi...») ele la revolución
administrativa de la justicia y de el
derecho en su aspecto dinámico?
¿Por qué la novísima experiencia de
la informática jurídica en su
relación con el derecho se ha hecho
un área circunscrita, o casi, a los
iusfilósofos?
—Y concluyamos. El filósofo del derecho debe ser un pensador provisto de un
fuerte interés por el derecho, que es un
hecho práctico, el conjunto de reglas del
comportamiento social expresadas en los
símbolos de la norma, la «morfología de la
299
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
praxis», como he querido definirlo, esto
es, el c o n o c i m i e n t o de las formas del
actuar social. En efecto, considero la ley
no u n m a n d a t o ni un juicio, sino una
información, un mensaje dirigido a aquellos que deben observarla y hacerla observar. El filósofo del derecho tiene aún una
visión más amplia del mundo jurídico que
la que tenga un jurista positivo limitado
en su específica esfera de competencia técnica. Por esto los filósofos del derecho han
podido captar la nueva forma de la experiencia jurídica en su mismo nacimiento,
sobrepasando la legislación positiva; a
ellos toca, en efecto, la tarea de m i r a r
hacia los nuevos horizontes de la responsabilidad del hombre.
Frosini (catedrático, culto, universitario, elitista en cierto sentido, emotivo,
joven de alma, filósofo del derecho, siciliano, encariñado con su familia, viajero,
ensayista, amante de la ópera, prudente
magistrado, autor prolífico y realista) ha
tenido la amabilidad de regalamos algunas
consideraciones sobre su vida, su obra, la
Universidad y la sociedad de nuestro tiempo, en una muestra de generosidad intelectual y humana que, en nombre propio y en
el de sus lectores, de todo corazón agradecemos.
Francisco Eugenio DÍAZ
GARAU SOBRINO, Federico F.
Los efectos de las
resoluciones
extranjeras
en España.
Sistemas
general y convencional.
Editorial
Tecnos, S.A., Madrid, 1992, 133 p p .
Uno de los aspectos más importantes
de la práctica judicial del Derecho internacional privado consiste en que los sujetos del tráfico jurídico extemo van a pre300
t e n d e r , en m u c h a s ocasiones, que las
r e s o l u c i o n e s que se d i c t a n sobre esta
especialidad jurídica alcancen determinada eficacia en el extranjero. Pero para
que la expresada aspiración pueda tener
lugar, las resoluciones judiciales en cuestión han de someterse a los trámites y
pautas jurídicas {homologación o exequátur) que establezca el correspondiente
o r d e n a m i e n t o e x t r a n j e r o . D e b i d o al
aumento creciente de la expresada práctica judicial del derecho internacional privado, cada Estado va perfeccionando su
respectivo sistema de homologación de
las decisiones extranjeras y en el ámbito
del derecho convencional la red actual de
instrumentos internacionales se ha incrementado y perfeccionado en los últimos
años completando así los sistemas particulares de cada ordenamiento jurídico.
Un ejemplo relevante del citado esfuerzo
convencional en la esfera c o m u n i t a r i a
europea lo tenemos en la proyección y el
i m p a c t o j u r í d i c o i n t e r n a c i o n a l que ha
tenido el Convenio de Bruselas de 1968,
sobre competencia judicial y ejecución de
resoluciones en materia civil y mercantil.
Dada la t r a s c e n d e n c i a j u r í d i c a del
tema me ha parecido importante traer al
«Boletín de la Facultad de Derecho» (BFD)
de la Universidad Nacional de Educación a
Distancia (UNED) este breve comentario
sobre el libro recientemente publicado por
el profesor Federico Garau Sobrino, Los
efectos de las resoluciones extranjeras en
España. Sistemas general y convencional.
Sin duda que la consulta y el estudio de
este libro les será de gran utilidad a estudiantes y profesores de Derecho de la
UNED.
En su Introducción, se expone con claridad el objeto de estudio y se efectúa una
delimitación conceptual del mismo, que
bien podrían resumirse así: a) en primer
lugar, se analizan «los efectos generales
derivados del reconocimiento (capítulo 1) y
de la declaración de ejecutividad (capítulo
2) de las resoluciones extranjeras, para
establecer posteriormente los efectos con-
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