participación ciudadana en la justicia , jurado populares y constitución

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"PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LA JUSTICIA , JURADO
POPULARES Y CONSTITUCIÓN
Jose I. Cafferata Nortes
(Abstract de material general sobre los temas de la
exposición, para dar mejor pié a ésta)
I.
Derechos ciudadanos sobre la acusación y el
juzgamiento de delitos.
.
Originariamente,
la
Constitución
Nacional
estableció la secuencia de acusación, juicio y castigo
(arts. 65 y 115 C.N.), pero no incluyó ninguna norma
que
expresamente
estableciera
algún
sistema
de
acusación o tipo de acusador especiales, derivando a
"las
leyes"
(arts.
65
y
115
C.N.)
su
regulación
práctica. Luego de la reforma de 1994, la incorporación
del
M.P.
Fiscal
(art.
120)
consagra
un
acusador
público, pero no de modo excluyente de otras formas
posibles de acusación.
Este sistema parece ser acorde con la ideología de
nuestra
ley
ejercicio
fundamental.
popular
de
la
Es
que
si
ella
jurisdicción
admite
(juicio
el
por
jurados, arts. 102, 67 inc. 11 y 24), no se advierten
razones para pensar que sea adversa a la participación
del ofendido por el delito en la actividad acusatoria.
.Por el contrario, desde que confía en un ciudadano
1
común
para
la
trascendente
misión
de
sentenciar,
resolviendo sobre la inocencia o culpabilidad de un
semejante, no podrá
imaginársela recelosa del mismo
ciudadano respecto de la mucho más humilde misión de
provocar ese fallo.
De modo entonces que se puede decir que la Constitución
Nacional no solo autoriza (caso del querellante) sino
que
impone
ciuidadana
caso
en
la
de
los
jurados)
actividad
la
participación
acusatoria
y
en
la
jurisdiccional del Estado.
I. El querellante de acción pública.
1. Existía una corriente de pensamiento entre los
procesalistas locales contraria a cualquier forma de
participación
del
ofendido
por
el
delito
en
el
ejercicio de la acción penal pública, aun cuando se
admitió que se trata de una cuestión de pura política,
de que las leyes procesales pueden resolver libremente
dentro de ciertos límites. Esta oposición fue variando
hasta lograr un estado de opinión favorable, por el
avance
de
convicciones
teóricas
y
el
sustento
de
experiencias concretas, que reconocen el derecho de la
víctima
a
intervenir
como
querellante
y
recogen
su
utilidad como contralor de la actividad judicial y como
colaborador de la investigación.
2
2. El debate -en su evolución- cruzó argumentos,
incluso de orden constitucional.
Por
un
lado
se
dijo
que
la
institución
del
querellante particular contraría el principio de que la
acción
penal
es
consecuencia
el
pública,
titular
y
que
el
excluyente
Estado
"del
es,
en
derecho
de
acusar". Se agregó que se podría alterar el principio
de igualdad, porque por los mismos delitos en una parte
del
país
fiscal)
el
y
imputado
en
otras
tendrá
partes,
un
dos,
sólo
acusador
según
los
(el
códigos
procesales (nacional o provinciales) aceptan o no al
querellante.
Desde
derecho
la
vereda
natural
o
opuesta
de
los
se
no
señaló
que
enumerados
es
un
por
la
Constitución el de promover querella contra el agresor,
y sostenerla ante el poder público hasta que se obtenga
su castigo, derecho que no puede admitir restricciones,
pues
negar
al
individuo
la
facultad
de
perseguir,
inclusive de manera legal, las ofensas inferidas a su
propio derecho, sería tiránico, al despojar a éste de
la potestad de defenderse.
3.
La
naturaleza
admitiéndose
discusión
jurídica
como
fue
zanjada
del
posible
sin
derecho
la
entrar
a
en
la
querellar,
incorporación
del
3
querellante particular en los procesos que motivan los
delitos
de
Nacional
acción
no
pública,
tiene
ninguna
porque
norma
la
Constitución
que
expresamente
establezca o prohiba algún tipo especial de acusador.
Pero hoy se discute sobre si la ley suprema otorga
tanta
libertad
a
los
códigos
procesales
para
la
regulación de la actividad acusatoria, como para que
estos
impidan
intervenir
al
como
damnificado
querellante,
la
o
posibilidad
si
tal
de
omisión
significaría privarlo de algún derecho o potestad que
le acuerde la Constitución o la ley penal.
en cambio en que podrían
Se coincide
autorizar su intervención en
tal carácter, pues la circunstancia de que la potestad
de acusar haya sido conferida al Estado a través del
M.P.
Fiscal
(art.
120
C.N.),
no
era
argumento
suficiente para afirmar el monopolio estatal excluyente
de la acción penal.
4.
Tal
como
hoy
legisla
el
Código
Penal,
los
códigos procesales no podrán conferir exclusivamente al
ofendido la función acusatoria (fuera de los casos de
acción privada) privando a los órganos oficiales de la
titularidad de la acción (persecución) pública, porque
lo impide el en su art. 71. Tampoco podrán aquéllos
supeditar su ejercicio ni a la previa intervención del
ofendido, ni a cualquier otra condición no prevista por
4
la ley de fondo. Pero ello no descalifica la posible
intervención del damnificado junto con los funcionarios
encargados de perseguir, o sólo frente a la inercia o
desinterés de éstos. La querella sólo tendería así a
facilitar la punición (no a condicionarla) determinando
la
intervención
resolverá
si
del
ella
órgano
jurisdiccional,
corresponde.
Y
esto
que
también
se
justificaría por la coincidencia entre el interés de la
víctima
en
lograr
la
sanción
del
ilícito,
con
el
interés estatal en idéntico cometido.
Sin
embargo,
ciertos
hoy
casos
se
esta
propone
hacer
limitación,
desaparecer
permitiendo
que
para
la
víctima (constituida o no en querellante) pueda evitar
la punición cuando esto sea más favorable a su interés.
5. Hasta tanto esto ocurra, habrá
que permitirle
al querellante -como mínimo- intervenir en el proceso,
con facultades para acreditar la existencia del delito
y la participación punible del imputado, y recurrir
contra las resoluciones jurisdiccionales adversas a su
interés, o favorables al imputado (Vgr, sobreseimiento,
absolución), incluso si el M.P. Fiscal no las impugna.
La
posibilidad
recursiva
tampoco
importará
una
afectación a la oficialidad del
ejercicio de la acción
(persecución)
se
autoridad,
del
penal,
si
derecho
no
a
priva
impugnar,
a
ni
aquella
se
pone
5
condicionamiento alguno a su actuación. Sólo se tratará
de que, frente a la conformidad del acusador público,
el querellante pueda provocar un nuevo examen de la
cuestión por parte de un tribunal de alzada.
deberá
permitirse
que
si
el
Fiscal
También
requiere
el
sobreseimiento (no acusando) o la absolución (durante
el juicio) del acusado, la acusación del querellante
(previo
el
control
judicial
admitido
para
cualquier
acusación) pueda dar base al juicio, y su pedido de
pena
permita
que
el
tribunal
la
imponga
en
la
sentencia.
6.
Ha
reavivado
el
debate
sobre
las
atribuciones
acusatorias del particular querellante, la Convención
Americana
sobre
Derechos
Humanos
incorporada
a
la
Constitución Nacional, y a su mismo nivel (art. 75 inc.
22) que en su art. 25 establece en términos generales
la obligación del Estado de proveer a los ciudadanos
sometidos
judicial
a
su
cuando
jurisdicción
alguno
de
una
sus
debida
derechos
protección
haya
sido
violado, siempre que este derecho les sea reconocido
por la Convención, o por la Constitución o las leyes
internas del Estado.
Esta
protección
agente”
al
cual
corresponderá
pueda
“cualquiera
eventualmente
sea
atribuírsele
el
la
vulneración, incluso cuando fuere un particular ya que
en
este
último
caso
el
Estado
habrá
incumplido
su
6
obligación de evitar que tal vulneración ocurra y si
luego no brinda su protección judicial, en cierto modo
la
estaría
auxiliando
(Corte
I.D.H.,
Caso
Velásquez
Rodríguez, 29-VII-88).
Este
es
el
llamado
derecho
a
la
tutela
judicial
efectiva que "comprende el derecho de acceder a los
tribunales
sin
discriminación
alguna,
el
derecho
de
incoar un proceso y de seguirlo, el de obtener una
sentencia
o
resolución
motivada
sobre
la
cuestión
planteada, el derecho a obtener una sentencia de fondo
sobre esa cuestión, el derecho a la utilización de los
recursos, el derecho a que la sentencia se ejecute"
(Cf. VAZQUEZ SOTELO, José Luis, Reflexiones en torno a la
acción
procesal,
publicado
en
"Simplificación
procesal", edición del "XI Encuentro Panamericano de
Derecho Procesal", Bs. As., 19979).De lo expuesto queda
claro
que
corresponde
derecho
a
la
tutela
a
quien
raíz
de
judicial
ha
la
efectiva,
resultado
comisión
de
también
menoscabado
un
le
en
su
a
la
delito:
víctima.
7. Antes de la vigencia de esta normativa mucho se
discutió
entre
nosotros
sobre
si
la
víctima
de
un
delito tiene o no el derecho, derivado simplemente de
su
condición
de
tal,
de
reclamar
al
Estado
el
enjuiciamiento del autor y de lograr la aplicación de
las
sanciones
correspondientes
previstas
por
la
ley
7
penal. El nuevo sistema constitucional, pero sobre todo
las interpretaciones de los organismos supranacionales
sobre
la
aportan
normativa
mucho
de
a
derechos
esta
humanos
discusión,
incorporada,
aproximándonos
paralelamente a nociones de “protección penal” de la
víctima, por obra de un “derecho penal protector”.
8. La jurisprudencia supranacional de la región avanza
luego
extraordinariamente
sobre
estos
conceptos
al
afirmar categóricamente que, "cuando la violación de
los
derechos
tipificado
humanos
sea
penalmente,
el
la
resultado
víctima
de
tiene
un
hecho
derecho
de
obtener del Estado una investigación judicial que se
realice "seriamente con los medios a su alcance ... a
fin
de
identificar
imponerles
las
a
los
sanciones
responsables,
pertinentes...".
[y]
A
de
este
derecho se lo deriva del "derecho a la tutela judicial
efectiva" previsto en el art. 25 de la CADH
9.Pero el avance de este pensamiento es todavía más
profundo, pues los organismos regionales de protección
de
los
derechos
humanos
han
producido
además
un
conjunto de opiniones y decisiones que proporcionan un
amplio
margen
para
administración
de
fundamento
propio
del
la
rediscutir
justicia
derecho
el
rol
penal
penal,
y
pues
de
hasta
la
el
permiten
inferir que consideran al derecho a la tutela judicial
efectiva
de
la
víctima
del
delito
"como
la
base
8
insustituible de legitimación del ejercicio del poder
punitivo". Es así que en aquel ámbito supranacional se
ha
expresado
que
la
razón
principal
por
la
que
el
Estado debe perseguir el delito es la necesidad de dar
cumplimiento a su obligación de "garantizar el derecho
a la justicia de las víctimas..." (Cf. Comisión I.D.H.
Informe No. 34/96, Casos 11.228 y otros), entendiendo a
la persecución penal (cuando alguno de los derechos de
estas haya sido violado), como un corolario necesario
del
derecho
investigación
competente,
de
todo
individuo
judicial
imparcial
a
e
cargo
a
de
independiente
obtener
un
en
una
tribunal
que
se
establezca la existencia o no de la violación de su
derecho, se identifique "a los responsables" y se les
imponga "las sanciones pertinentes" Cf. Comisión I.D.H.
Informe No. 5/96, Caso 10.970).
III. El Jurado.
1. La Constitución Nacional dispone que "todos los
juicios
criminales
ordinarios
se
terminarán
por
jurados..." (art. 118, concordante con los arts. 75
inc. 12 y 24). A pesar de tan categórica disposición,
el
mandato
Constitucional
ha
sido
incumplido
y
el
jurado no ha sido instituido en la Argentina. La de
Córdoba autoriza que “los tribunales colegiados” puedan
9
ser “también integrados por jurados” (art. 162), lo que
así estableció la ley 8123 (nuevo C.P.P. de Córdoba de
1991).
2. La reforma de la carta magna de 1994, que dejó
subsistentes
aquellas
disposiciones
(pudiendo
no
hacerlo), ha dado nuevo impulso a un movimiento que se
reinicia a partir de la restauración institucional de
1983
con
fuerza
creciente,
llegándose
al
punto
de
sostener que sólo el juicio por jurados, sea en el
modelo
anglosajón,
o
sea
en
el
modelo
escabinado,
satisface la garantía del "juicio previo" , pues es a
ese tipo de “juicio” al que se refiere el art. 18 de la
Constitución ( no a otro), lo que es acorde con la
ideología
política
que
da
sustento
a
nuestra
ley
fundamental.
Pero es importante señalar (para precisar desde ya el
concepto) que la idea actual de jurado es ajena a la de
“asamblea
popular”,
pues
en
cualquiera
de
sus
más
conocidas expresiones (modelo anglosajón; escabinado)
tiene
un
componente
técnico
y
oficial:
siempre
se
tratará de un tribunal penal compuesto por jueces (o
algún
juez)
permanentes
del
Estado,
junto
con
ciudadanos comunes. Lo que variará según sea el modelo
de jurado que se trate, será el número de aquellos dos
componentes (el oficial y el popular), el modo en que
10
se vinculen entre sí y las atribuciones que les asignen
a cada uno, en relación a aspectos procedimentales y a
cuestiones sustanciales del asunto a juzgar (vgr, si
los
ciudadanos
deben
opinar
sólo
de
los
hechos
o
también sobre el derecho, etc.).
3. Históricamente, el jurado ha sido una institución
que
se
comporta
atrayendo
como
una
irresistiblemente
especie
a
juristas
de
espejismo,
y
a
hombres
comunes.
Pero
la
aproximación
al
jurado
nunca
es
fácil,
al
contrario, siempre es polémica, seguramente porque se
trata una actividad, la de juzgar, que sino es la "más
divina" de las actividades humanas, es por lo menos la
más poderosa, porque pone a ciertos hombres por encima
de
otros,
con
atribuciones
para
decidir
sobre
su
libertad, su honor, sus bienes, es decir, sobre su
vida. La polémica se potencia porque, en verdad, de lo
que se trata es de una cuestión de poder: el poder de
juzgar y penar (o de impedir que los órganos estatales
impongan la pena).
Es bajo esta óptica en donde el tema se conecta con la
histórica discusión sobre quién debe
normas
decurso
jurídicas
se
concepciones
ha
a
los
producido
tildadas
casos
un
de
aplicar las
concretos,
juego
en
antitético,
"elitistas"
o
cuyo
entre
de
11
"democráticas" de la administración de justicia. Es por
eso, que la controversia sobre
jurado -en su versión
anglosajona- se ha planteado, tradicionalmente, no sólo
como un conflicto entre jueces técnicos en derecho y
jueces
legos,
sino
también
como
un
conflicto
entre
funcionarios oficiales y simples ciudadanos (o quizá
más lo segundo que lo primero), simples ciudadanos cuyo
veredicto
absolutorio
impedirá
absolutamente
que
el
absuelto sea penado (no hay recurso del fiscal), aun
cuando haya sido contrario a la ley (el jurado es "juez
de
leyes
y
en
tal
caso,
si
se
nos
permite
la
comparación, el veredicto absolutorio funciona como un
"criterio
de
oportunidad",
o
como
una
"excusa
absolutoria", expresando que al jurado le parece justo
que el acusado, aun cuando pudo haber violado la ley
penal, en el caso concreto no reciba pena). Y en la
polémica, se han vertido sucesivos argumentos, y se han
formulado múltiples y contradictorias imputaciones.
4. En contra del jurado se ha dicho, entre otras
cosas,
que el pueblo gobierna (juzgar es una forma de
gobernar) sólo a través de sus representantes y que, no
teniendo
los
jurados
tal
carácter,
se
afecta
la
representatividad propia del sistema republicano. Se ha
respondido diciendo que la institución se relaciona con
la democracia que implica participación ciudadana en
12
las decisiones oficiales; y también que los jurados son
representantes
del
pueblo,
aun
cuando
selección haya sido distinta.
que
en
escrito
un
sistema
e
inspirado
interpretación
y
su
forma
de
Se dice también
jurídico
en
su
conformado
principios
aplicación
a
por
derecho
científicos,
los
hechos
su
supone
conocimientos técnicos que sólo puede tener un juez
formado en la ciencia jurídica (a quien irónica y quizá
injustamente se pretende mostrar como una especie de
"máquina de subsumir").
Este argumento, se ha contestado, si bien es serio, no
es decisivo, pues cuando el jurado examina el hecho que
se pone bajo su juzgamiento
bajo la lente del derecho,
lo hace en la forma natural que le permite el término
medio de la cultura general. Además, el valorar un
hecho
en
sus
consecuencias
jurídicas
no
es
sólo
aplicar la ley en su sentido técnico, sino también el
captar el sentido jurídico del pueblo del cual los
jurados forman parte. Esta objeción –se agregó- parece
más bien una expresión de auto-defensa de los juristas.
Se
argumenta,
resistir
mejor
asimismo,
las
que
el
presiones
juez
oficial
sociales
sobre
puede
sus
decisiones: en cambio el jurado, que no juzga con la
razón sino con el corazón, puede caer en injusticias
por exceso (fruto de la presión o indignación popular)
o por defecto (fruto del sentimiento de piedad pública)
13
en
las
que
oratoria
lo
hábil
puede
de
cuestionamiento,
un
que
hacer
incurrir,
fiscal
o un
tiene
también
incluso,
defensor.
peso,
la
A este
se
ha
contestado que la prevalencia del juez técnico (del que
no
debe
olvidarse
autoritarios
y
que
se
aparece
perfecciona
con
bajo
los
el
regímenes
sistema
inquisitivo) ha determinado una suerte de clase (alta)
judicial, cuyos fallos configuran movimientos reflejos,
expresados en una mecánica aplicación del derecho con
sentido
meramente
burocrático
(cuando
no
clasista:
fíjense en la "clientela" del derecho penal, dicen),
que no capta la realidad social.
Además, los jurados pueden ofrecer iguales o mejores
garantías de imparcialidad que los jueces oficiales:
éstos, sobre todo en procesos de trascendencia pública,
saben que de
la
decisión de un caso puede depender no
sólo su consagración o su desconcepto públicos, sino
incluso el riesgo de su permanencia en el cargo, o su
carrera futura. Aquéllos, en cambio, no tendrán esta
presión pues son sólo jueces accidentales, su concepto
social no dependerá de su intervención aislada en un
caso judicial, y no tienen ni trayectoria ni futuro
como magistrados que deban cuidar.
¿Y los prejuicios de los jurados? se argumenta ¿Y los
prejuicios de los jueces técnicos? se responde. Por lo
menos
-se dice-
aquéllos pueden ( o deberían) ser
14
detectados en cada caso y determinarán la exclusión del
jurado prejuicioso. A los jueces oficiales, en cambio,
se
los
prueba
presume
en
indebidamente
contrario
que
desprejuiciados
surja
de
una
(salvo
causa
de
recusación concreta, vgr, enemistad con el acusado) por
lo
que
sus
desapercibidos
prejuicios
no
pudiendo
generalmente
por
esta
pasarán
circunstancia
determinar la exclusión del juez (lo que sí ocurrirá
con el jurado) aunque influirán (aun inconscientemente)
en sus decisiones.
En último caso, se concluye, la discusión sobre las
condiciones personales de jueces y jurados es relativa,
pues ser corruptible o incorruptible, venal o probo,
templado
o
apasionado,
no
son
virtudes
ni
defectos
propios del juez oficial, ni tampoco del juez popular.
Es sólo un problema de hombres.
Más recientemente se ha señalado (con pretensión de
denuncia) que, algunos jueces oficiales están apoyando
al jurado como un modo de derivar hacia ciudadanos
comunes los defectos del funcionamiento judicial (y el
desprestigio que ello acarrea) y de cargarlos con la
responsabilidad de que “los delincuentes entren por una
puerta y salgan (o no salgan) por otra”.
5.
Entre
superadora
de
nosotros
estos
se
dos
ha
concebido
sistemas
que
una
han
opción
sido
15
considerados
antitéticos
(y
de
la
interminable
discusión que generan), procurando su integración al
estilo europeo, diferente del modelo
anglosajón donde
teóricamente el jurado es el juez del hecho y declara
la culpabilidad -lo que indiscutiblemente no es una
noción puramente fáctica- y el juez técnico interviene
solamente
en
la
conducción
del
procedimiento
(cuyos
alcances pueden exceder la mera información técnicajurídica y aun orientar a los jurados en la solución
del caso) y en la fijación de la sanción.
Ella
postula
un
modelo
donde
técnicos
y
legos
se
encuentren en el mismo nivel (aunque no en cualquier
proporción)
en
jurisdiccionales;
orden
o
sea,
a
un
sus
atribuciones
tribunal
compuesto
por
jueces oficiales y por ciudadanos comunes.
Esta propuesta parte de la base del juez letrado, bajo
el fuerte argumento que sólo el técnico en derecho
puede cumplir las funciones que la administración de
justicia
exige,
que
no
requieren
menos
conocimiento
profesional que cualquier otra similar.
Pero
esta
alternativa
también
acepta
que
la
intervención de ciudadanos legos puede configurar, en
ciertos casos, un eficaz auxilio para los técnicos,
pues
la
participación
contribución
valoración
de
sociológica
del
hecho
y
aquéllos
ética
motivo
del
importará
para
obtener
juicio
y
de
una
una
la
16
personalidad
de
sus
partícipes,
lo
más
concordante
posible con las opiniones y los sentimientos del común
de la gente, todo por cierto dentro de los límites de
la ley.
6.
El
sistema
escabinado
trata
de
superar
los
defectos originados tanto en las posibles deformación
profesional y burocratización del tribunal totalmente
oficial, como los que pueden derivarse de la ignorancia
del derecho por parte de los jurados.
Sin duda que la deliberación de la sentencia
adquirirá un nuevo perfil cuando actúen conjuntamente
jueces
técnicos
y
legos.
En
un
acto
de
tales
características, "ambas clases de jueces colaboran y se
prestan mutuamente aquellas facultades que a los otros
les faltan. Los técnicos prestan su conocimiento del
derecho;
los
jurados
la
visión
espontánea
de
relaciones jurídicas, propias del hombre común".
exigirá
"a
los
jueces
técnicos
una
las
Esto
responsabilidad
adicional... cual es la de hacer comprender a los legos
el
valor
de
lo
jurídico,
especialmente
de
las
formalidades procesales y de las reglas de valoración
de la prueba". Tal como se ha dicho, el jurista que
esté seguro de sus convicciones deberá
“encontrar la
vía para solucionar los prejuicios sentimentales que
puedan tener los jueces legos y convencerlos del valor
17
y la necesidad de los resultados jurídicos”. Y si el
juez
técnico
no
lo
consigue
tendrá
"un
importante
motivo para revisar su propio pensamiento y preguntarse
si
el
hábito
y
la
rutina
no
habrán
influido
decisivamente en su modo de pensar".
Esta propuesta “mixta” permitirá también que el
fallo del jurado sea motivado, satisfaciendo así un
aspecto de la defensa en juicio, la que conlleva el
derecho del ciudadano de conocer por qué
culpable;
además,
facilitará
la
lo declaran
interposición
de
recursos contra la sentencia condenatoria (derecho hoy
de
nivel
Constitucional,
art.
75
inc
22
C.N;
P.I.D.C.P., art. 14 inc 5; C.A.D.H., art. 8 inc. 2, h)
atacando los fundamentos fácticos o jurídicos en ella
consignados.
7.
También
se
discute
sobe
si
el
tribunal
de
jurados debe tener intervención obligatoria en todas
las causas criminales o solamente en algunas (las más
graves; o las más leves) y acerca de la influencia que
pueda tener al respecto la voluntad del acusado.
8.
Si
bien
nuestro
modelo
constitucional
contempla expresamente el juicio con jurados (CN Arts.
24, 75, inc. 12º y en el art. 118) tanto para la Nación
como para las provincias (CN arts. 5 y 121). Mucho se
18
ha discutido y aun se sigue debatiendo acerca de si las
provincias se encuentran facultadas para legislar al
respecto
o
bien,
si
ello
corresponde
al
Congreso
Nacional, quedando en manos de las provincias sólo su
aplicación.
Pese al imperativo constitucional, lo cierto es
que el Congreso Nacional no ha dictado ninguna ley que
lo haga efectivo, sí lo han las provincias de Córdoba y
Chubut,
aunque
sólo
está
vigente
en
la
primera
de
ellas.
Con la reforma constitucional del año 1987, la
provincia de Córdoba inició este proceso, incorporando
en
su
art.
162
administración
la
participación
de
justicia.
ciudadana
Sin
en
embargo,
la
su
implementación no fue inmediata.
Es que su entrada en vigencia recién se llevo a
cabo con la ley 8123 que reformó el Código Procesal
Penal de la Provincia de Córdoba (en adelante: CPP).
Esta nueva legislación, estableció, por un lado, la
posibilidad de que los tribunales se integren con dos
jurados para aquellos delitos en donde el máximo de la
escala penal supere los 15 años de pena privativa de
libertad
y
siempre
que
(imputado,
Ministerio
particular),
mientras
lo
que
sea
a
pedido
Público
por
otro,
o
de
parte
querellante
estableció
la
19
obligatoriedad para todos los delitos correspondientes
al Fuero Penal Económico (art. 369 CPP).
Pero
provincial
este
no
proceso
culminó
reformador
con
ello,
en
sino
el
ámbito
que
siguió
avanzando y recién se vio concluido en el año 2004 con
la sanción de las leyes 9181 y 9182 que ampliaron, aún
mas,
la
participación
ciudadana
estableciendo
la
integración de las Cámaras Criminales con ocho jurados
para el juzgamiento de todos los delitos comprendidos
en
el
Fuero
Penal
Económico
y
Anticorrupción
como
también para los homicidios agravados (art. 80 CP),
para los delitos contra la integridad sexual de la que
resultare la muerte de la persona ofendida (art. 124
CP), secuestro extorsivo seguido de muerte (art. 142
bis CP), homicidio con motivo u ocasión de tortura
(art. 144, tercero, inciso 2) y homicidio con motivo u
ocasión de robo (art. 165 CP), (art. 7 ley 9181 y arts.
2 y 4 ley 9182).
Ambos sistemas tienen mayores semejanzas con el
modelo escabinado que con el anglosajón. Por cierto,
que su incorporación no ha sido una tarea sencilla,
habiendo
generado
polémicas,
debates
y
fuertes
resistencias de diversos sectores, no sólo en orden a
su implementación sino también en relación al modelo a
adoptar,
que
se
adapte
a
nuestro
sistema
(modelo
20
anglosajón
-EEUU,
Reino
Unido-,
modelo
escabinado
o
modelo puro).
Hoy
en
día
la
mayoría
de
las
provincias
argentinas siguen esperando el juicio con jurados, pero
hay
que
destacar
que
algunas
como
Mendoza,
Buenos
Aires, Neuquén, cuentan con proyectos legislativos para
su implementación.
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