martes 17 de febrero de 2004 SECCIONES Escoja la sección eltiempo.com / cultura Febrero 17 de 2004 7:30 a.m. El tenor colombiano Juan Carlos Echeverry deslumbró en la Opera de la Bastilla El artista fue contratado por la Opera nacional de París, luego de graduarse de estudios musicales en Alemania. Las luces de la escena y el maquillaje acentúan el lado gitano o de trovador aventurero de Juan Carlos Echeverry, que interpreta con éxito varios roles del programa lírico "Amar y Soñar, paseo por una España imaginaria". Desde su infancia en la ciudad de Manizales, arrullado por las voces cantoras de sus tías y sobre todo de su madre, Lucía Bernal de Echeverry, hasta su vida actual de profesional del "bel canto", radicado en París, han pasado menos de treinta años que se adivinan gozosos y apasionados en la permanente labor de perfeccionar su arte. "Crecí en un ambiente musical, toda mi familia cantaba. Mi madre y mis tías son cantantes naturales, con voces vibradas, lindas. De niño jamás me imaginé que cantar podía ser un trabajo o una carrera. No sabía que se podía ser profesional con algo tan delicioso como hacer música, tocar el piano", dijo Echeverry. "Mucho después lo entendí y me di cuenta que hay que trabajar muchísimo. El talento estaba ahí, pero después hay que perfeccionarse técnicamente, es todo un proceso que requiere mucho sacrificio. El hecho de ser pianista me ha servido para trabajar mis roles operísticos y para entender más el concepto del compositor, la armonía, es fundamental. Pienso que todos los cantantes deberían tocar piano", declaró. Sus inicios en el piano Tras estudiar piano y canto en el Conservatorio de Bogotá, Juan Carlos Echeverry fue "descubierto" por el director de orquesta norteamericano David Levy, quien se encontraba en ese entonces en Colombia dirigiendo La Traviata. "Tres pianistas marcaron mi juventud en Bogotá, las hermanas Pilar e Inés Leyva y sobre todo Teresita Gómez, quien partió mi vida en dos. Con ella aprendí lo que es vivir la música, lo que significa dar", recuerda. David Levy le recomendó viajar a Alemania, lo que Juan Carlos Echeverry hizo en 1995, cuando ingresó a la Escuela superior de música de Colonia, donde obtuvo el primer premio al graduarse en el año 2000. Poco después llegó a París para pasar el concurso de la ópera nacional, siendo escogido junto a otros cinco cantantes -de un total de 300 aspirantes- para formar parte del Centro de formación lírica. "Pienso que en Colombia hay voces hermosas y mucho talento, pero el nivel de canto no es muy bueno. El problema es que por ejemplo cuando tú estas en Alemania, en Europa, estás en contacto todo el tiempo con la realidad del mundo de la ópera. Entonces sabes qué roles te convienen, qué puedes cantar", explica. "En el baño todos somos unos Pavarotti. Cantando en la casa y en el salón de clases eres el rey, pero entonces tienes que ir a ver a quienes realmente son los duros en las grandes escenas internacionales. Y ahí puedes llegar y decir: okey, creo que me falta, o eso no es para mí, me conviene el barroco, o Verdi. Se necesita conciencia del profesionalismo y saber que es un trabajo de mucho sacrificio", recalca. Juan Carlos Echeverry, que canta en alemán, italiano, francés e inglés, vive en París dedicado a su arte, mimado por la estructura de la Opera nacional de París, donde ha podido recibir las enseñanzas de artistas como Teresa Berganza, Renata Scotto, Felicity Palmer y Christa Ludwig. Tanto en el venerable teatro Garnier como en la moderna sala de la Bastille ha interpretado, entre otros, los roles de Tamino (La flauta mágica), el Conde de Almaviva (El Barbero de Sevilla) y Arturo (Lucia di Lamermoor). En el espectáculo "Amar y soñar", dirigido por la argentina Alita Baldi, interpreta, entre otros papeles, a Giussepini, en El dúo de la africana, de Manuel Fernández Caballero, y a un chulapo en La verbena de la paloma, de Tomas Breton. París Con AFP