ACONTECER TEOLOGICO EN ABYA-YALA

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ACONTECER TEOLOGICO HOY EN ABYA-YALA
Introducción
Esta es una reflexión teológica situada. Ha sido preparada a propósito del III Encuentro
de Bibliotecarios Teológicos latinoamericanos, en Quito, Ecuador, organizado por la
RLIT. Hablamos desde la experiencia teológica y teologal que venimos acompañando
en la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoanericana y Caribeña
(CETELA). Como tal, entonces, este es un acercamiento parcial y limitado. Lo hacemos
así, en razón del breve tiempo para compartir esta presentación y para poder hablar con
mayor propiedad sobre el tema.
CETELA viene acompañando desde 1991, lo que hemos llamado la reflexión teológica
de sectores o “sujetos” emergentes en América Latina y el Caribe. Asumimos este
compromiso, a conciencia, cuando las señales de los tiempos parecían cerrar los
horizontes a la elaboración teológica desde los empobrecidos, iniciada en la década de
los sesenta en la región. El cambio histórico registrado a finales de los años ochenta,
significó la pérdida de relevancia del socialismo y el anuncio con bombos y platillos del
triunfo del capitalismo y del fin de la historia. Por supuesto, también significó la
desmotivación y la aparente pérdida de legitimidad de la teología latinoamericana de la
liberación. Algunos de los “padres” de la TLL se pusieron en reflujo y se silenciaron por
algunos años, mientras bajaba un poco la marea. O en palabras de Pablo Richard,
“Nació entre nosotros una consigna muy propia del mundo indígena: avanzar sin hacer
ruido”1.
En alguna medida, como fruto del acompañamiento y el respaldo a la reflexión
teológica emergente, se han logrado ir consolidando lo que podríamos llamar como
teologías específicas. Ante el quiebre del paradigma clásico de la TLL, basado en la
opción por los pobres, estas teologías han venido recreando y refundamentando la TLL
a partir de una multiplicidad de categorías teológicas y metodológicas, en que la
categoría socioeconómica ha sido rebasada por factores étnico-culturales, eclesiales y de
género, entre otros. En esta presentación daremos a conocer algunos aspectos de cinco
de estos “rostros” teológicos, como son: la teología indígena, la teología campesina, la
teología feminista, la teología afroamericana y la teología pentecostal.
Por razones de espacio nos limitaremos a una descripción un tanto general de estas
construcciones teológicas. No obstante, hacemos claridad que a pesar de su novedad, ya
cuentan con publicaciones tanto en el campo bíblico, como teológico, en las cuales dan
a conocer sus experiencias y elaboraciones.
1. Teología Indígena
También llamada por algunos de sus protagonistas, como es el caso de Eleazar López
Hernández, como Teología India. Un grupo de indígenas en su mayoría evangélicos,
reunido en marzo de este mismo año en Chimborazo, Ecuador, propuso que se llamara
1
RICHARD, Pablo. Cuarenta años caminando y haciendo teología en América Latina. En: SUSIN, Luis
Carlos. O mar se abriu. Trinta anos de teologia na America Latina. Sao paulo: Edicioes Loyola, 2000, p.
255.
2
teología de las naciones originarias. Esta búsqueda de un nombre más auténtico, refleja
el mismo proceso de autodeterminación de este movimiento teológico.
Hablar de teología indígena (TI) es para los pueblos mestizos, una cosa novedosa. Hay
quienes la ubican como uno de los fenómenos propios de la última década, coincidente
con los levantamientos indígenas que se opusieron a la celebración del quinto centenario
de la llegada de los europeos a América, y que en El Ecuador registraron movilizaciones
históricas. “Sin embargo la Teología India, en cuanto sabiduría religiosa de los pueblos
originarios de Amerindia es muy antigua. Existe desde que existe el hombre y la mujer
de este continente. Y se ha desarrollado de acuerdo a los desafíos que la vida de
nuestros pueblos fue planteando antes, durante y después de la invasión occidental a
estas tierras.”2
Partiendo de la novedad de la TI, en cuanto tal, hay que decir que inicialmente nació
como protesta. En medio de la implantación del modelo neoliberal, desde fines de la
década de los ochenta, los pueblos indígenas pasaban de ser los pobres entre los
pobres, a ser excluidos completamente del nuevo orden económico mundial. En este
contexto la voz de los indígenas irrumpió con fuerza, incluso con rasgos de insurgencia
armada, como fue el caso de Chiapas, en enero de 1990. La TI hizo oír su voz de
resistencia frente al nuevo proyecto económico de dominación, al lado del conjunto de
los pobres en general.
Rápidamente pasó de la protesta a la propuesta. En palabras de Eleazar López:
Ejercer este papel de propiciadora de propuestas alternativas ha implicado para
los impulsores de la TI acudir a los Tepeyac indígenas para juntar las flores de la
sabiduría milenaria de nuestros pueblos. Entrar en los mitos, ritos y utopías ancestrales
para descubrir las verdades fundamentales de la humanidad y para activar la energía
espiritual que sólo los pobres conocen.3
Qué es hacer teología indígena? El mismo sacerdote zapoteco mexicano, Eleazar López
responde que:
Hacer TI es asumir con pasión la tarea de defender la vida de todos: hombres y
mujeres, plantas, y animales, ríos y bosques. Y guiados con esta teología actuar como
mensajeros dignos de toda confianza para llevar la palabra divina y nuestra palabra a los
demás, también a los que viven en palacios y a los que son señores de los sacerdotes,
para hacer realidad la Teocalli o casa de todos donde sean escuchados y remediados los
lamentos, miserias, penas y dolores del pueblo, y donde recibamos todo el amor,
compasión, auxilio y defensa que soñaron nuestros antepasados.4
Algunos de los presupuestos metodológicos de la TI, son:
1. La vuelta a las raíces originarias. Se insiste en la recuperación de la religiosidadespiritualidad y sabiduría ancestrales. Esta es una de las fuentes fundamentales de la
TI. Esta espiritualidad ancestral se ha plasmado a través de la historia en libros,
códices sagrados, tradiciones, mitos, ritos, sueños, símbolos y fiestas.
2
LOPEZ HERNANDEZ, Eleazar. La Teología India en la globalización actual. En: SUSIN, Luis Carlos.
Op. cit., p. 109.
3
Ibid, p. 110.
4
Ibid, p. 111
3
2. La revalorización del lenguaje mítico-simbólico y del corporal por considerarlos
instrumentos más aptos para dejar hablar al espíritu.
3. La importancia vital de la comunidad creyente, en que las personas voceras no son
consideradas dueñas de la teología, sino servidoras y parteras de una producción
colectiva.
4. La hermenéutica indígena que interpreta los textos bíblicos desde la cosmovisión
ancestral. Asimismo, se interpreta la historia de la evangelización de acuerdo con la
memoria de los pueblos indígenas.
5. La vida humana y la relación con la creación, vista a partir de otra lógica o
racionalidad. Se trata de una estructura mental de la binariedad: hombre-mujer,
cuerpo-espíritu, ser humano-naturaleza.
En estos tiempos globalizados caracterizados por el consumismo sin límites, a un alto
costo en términos de depredación de la naturaleza, la TI es un kairós con una palabra
urgente para ser escuchada y discernida. Sus propuestas contribuyen enormemente a la
construcción de una salvación más integradora y más abarcante, que otras teologías
desconocen u olvidan.
Hay que tener en cuenta que la TI no es homogénea. La vertiente católica lleva un
caminar que le ha permitido ganarse un espacio en el ámbito de las teologías en AbyaYala5. La vertiente evangélica apenas está empezando a caminar; ya cuenta con una
agenda temática de trabajo, lo cual le va a permitir juntarse pronto con la reflexión
católica en aras de una construcción más ecuménica. La TI es esencialmente ecuménica.
Estas dos vertientes tienen como nexo común su parentesco con la teología cristiana.
Por otro lado, está la reflexión teológica indígena que no tiene raíces cristianas, pues se
entronca directamente a su propia ancestralidad. Con esta vertiente existen mayores
diferencias y tensiones, pero comparten el horizonte común de la lucha por la defensa
de la vida.
2. Teología Feminista
Un primer momento de esta construcción teológica se da en la vivencia de las
comunidades, donde las mujeres empiezan a tomar conciencia de sus derechos, quizás
motivadas un poco por los movimientos feministas tanto en el mundo desarrollado
como en América Latina. Con el florecimiento de las comunidades de base en la década
de los setenta, la mujer se descubre como parte de la iglesia y de los movimientos
sociales. No significa que los momentos se van superando unos con otros. En este
primer momento, la participación de la mujer en la comunidad es un momento de
liberación. Primero hay poca reflexión sobre sí misma. Las reflexiones giraban en torno
a la forma como Débora (A.T) y María (N.T) se ponen al servicio de la comunidad.
Era una manera de dar significado a la mujer. Este caminar se da a la par del proceso de
consolidación de la teología de la liberación (TL). En este tiempo la TL define su
metodología teológica como reflexión crítica de la praxis en un contexto de opresión. La
opción por el pobre es el paradigma que sintetiza su locus teológico. Las pocas mujeres
biblistas y teólogas que participan en el movimiento siguen las líneas generales de la
TL. De manera un tanto ambigua se percibe que la opresión de la mujer es doble, no
sólo por su clase sino también por su sexo.
Abya-Yala es una palabra propia de los kunas de Panamá. Significa “tierra madura” o “tierra en plena
madurez”. Fue adoptada por los indígenas para referirse al continente americano.
5
4
Durante la década de los ochenta, las mujeres realizan una serie de encuentros, en los
cuales se va sistematizando la experiencia de apertura de espacios vivida en las
comunidades eclesiales y en las instituciones teológicas. La teología feminista y la
teología desde la óptica de la mujer intentaba femenizar la teología patriarcal. La
complementariedad era el énfasis. Era una teología de la convivencia, hacer la otra parte
de la naranja.
En este momento ya no se cree suficiente afirmar que la mujer está implícita en la
categoría de pobre. En palabras de Elsa Tamez:
En esta fase se busca enfatizar que los pobres tienen un rostro específico y un
color propio y una cosmovisión particular, y que eso también condiciona el discurso
teológico. No se abandona la reflexión teológica sobre la lucha por la vida digna para
todos y la solidaridad, pero se añade paralelamente la necesidad de leer la Biblia desde
la óptica de la mujer.6
Para esta época se empieza a hablar tímidamente de Dios como padre y madre y se
introduce el término “feminista” para hablar de la teología de la mujer. También se
comienza a utilizar de manera incipiente el lenguaje inclusivo de él y ella.
No será hasta década de los noventa, cuando el movimiento se desarrolle con mayor
propiedad. Se utilizan con mayor rigor las categorías de género. Se cuestionan los
conceptos androcéntricos y patriarcales de toda la teología. La tarea es reconstruir toda
la teología. Se toma conciencia de que aunque se pretende feminizar el discurso
teológico, aún está preso en parámetros patriarcales. Se empieza a dar espacio a las
culturas y al diálogo con otros sujetos y se habla del ecofeminismo.
En el campo de la hermenéutica se hacen avances significativos en la relectura de los
textos bíblicos. Se acoge el cuerpo y la cotidianidad como categorías hermenéuticas. Tal
es el caso del libro del Cantar de los Cantares, leído desde el rescate de la fiesta, la
alegría, el goce de la corporeidad y la sexualidad. Asimismo, se leen algunos de los
textos de Pablo con nuevos parámetros epistemológicos, como el de su relacionamiento
con las mujeres.
Hoy se puede decir con certeza que la teología feminista se ha ganado su propio espacio
en el mundo teológico de América Latina y el Caribe. También hay que ser realistas al
admitir que lo han hecho las mujeres a través de su propio esfuerzo y riesgo. Así se
percibe no sólo en el mundo eclesial, sino en las instituciones teológicas y lo que es más
importante, en la vida cotidiana, en las relaciones de pareja y en el hogar. Ellas han
sensibilizado con su ternura, su pasión y su coraje, todos los ámbitos de la vida humana.
Uno de los logros significativos, por sencillo que parezca, es el del lenguaje inclusivo,
que las ha hecho visibles en medio de un mundo que tercamente quiere seguirlas
invisibilizando.
3. Teología Campesina
La construcción teológica desde una perspectiva campesina es nueva. Empezó a abrirse
camino en las vivencias de las comunidades campesinas de Colombia en la década
6
TAMEZ, Elsa. Hermenéutica feminista de la liberación: una mirada retrospectiva. En: Temas, programa
pastoral de la mujer CEDEPCA. Guatemala. No. 35, (abr.-may. 2000); p. 3.
5
pasada. Como tal se comenzó a dar a conocer en la 4ª jornada teológica de CETELA, en
1995.
Parte de la vida campesina, de los desafíos que brotan de la tierra. Es una teología de
pocas palabras y en este silencio ha recuperado los símbolos que nos hablan de la vida
diaria. “La Teología Campesina se ha venido expresando a través de dibujos, coplas,
cuentos, pinturas, imágenes, canciones, poemas, narraciones, cartas, testimonios,
oraciones, celebraciones, escritos, dichos, artesanías, actitudes, alimentos, símbolos,
medicina natural, etcétera.”7 Se trata de un quehacer teológico muy rico en su expresión
simbólica.
La teología campesina (TC) ha crecido mucho, al abrigo de muchos encuentros y el
apoyo solidario de hermanos y hermanos de otros rostros. No ha producido hasta ahora
mucha teología escrita, aunque si cuenta con varias cartillas de su caminar.
Para la TC hay un referente central: la tierra de la mano con la Biblia. Esta unidad le
ha ayudado a encontrar los dinamismos que hay en la tierra y en la Biblia. Considera la
tierra como un lugar de Dios, un lugar teológico. La tierra tiene un dimensión santa,
sagrada, porque allí se genera la vida en abundancia. Uno de sus textos bíblicos
centrales, es el de Levítico. 25, 6-7, que habla de que la tierra produce por sí misma y
por eso alcanza para la gente y para los animales. Resalta, pues, la tierra como un eje
central en la TC para poder entender los secretos que se guardan en la vida del campo.
Sin esto, cree que es muy difícil descubrir la revelación de Dios. La tierra es su ser vivo,
de allí su dignidad. Por esto se critica el derecho a la propiedad privada que convierte al
ser humano en víctima de la exclusión.
Según la TC, la tierra espera que nos acerquemos a ella con amor, con afecto, con
ternura y con fraternidad. En una palabra la tierra no nos pertenece, sino mas bien,
pertenecemos a ella. Esto nos saca de la lógica de la razón a la del corazón. La
preocupación central de la vida campesina son: agua, aire, alimento, salud, vivienda,
vestido. Otras necesidades son irrelevantes. La TC tiene su corazón en la tierra, pero
una tierra fértil que habla a su vez de la vitalidad de Dios.
En el plano metodológico, en la TC “Se está dando el paso de una lógica racional de la
experiencia de Dios, a una lógica de los sentimientos, donde cobra mucha importancia
la persona, la autoestima, la afectividad y la sensibilidad.”8
Durante el último encuentro de TC, en 1998, como parte del querer de Dios para el
campo sobresalió la propuesta de la agro-eco-teología. Se trata de una reflexión
teológica profundamente enraizada en el mundo agrario, entendido como una gran
manifestación de Dios que incluye las tradiciones y religiosidades indígenas con todo su
legado de adhesión y lucha por la tierra. Esta reflexión teológica asume como una
prioridad la conquista y la defensa de la tierra de todos los males que atentan contra ella
como es el caso de los abonos químicos. Se habló así de una teología campesina
integradora de todos los aspectos de la mentalidad y del mundo campesino desde su ser
7
8
CCC, CETELA. Caminar teológico a paso campesino. Bogotá: Kimpres, 1998 p. 82.
Ibid., p. 83.
6
interior y su ámbito familiar hasta sus relaciones más amplias con el medio natural que
la rodea.9
4. Teología Afroamericana
La reflexión teológica desde el punto de vista de las negritudes no es nueva. No
podemos desconocer las producciones teológicas desarrolladas en diferentes regiones
del Africa.10 El hecho de que aparezcan como nuevas en nuestro medio, puede significar
que nos llegan tardíamente quizá debido al carácter eurocéntrico y blanco propio del
mundo teológico occidental.
En el caso del continente americano, no se puede negar los vínculos estrechos de la
Teología Afroamericana (TA) con la “Black Theology”, surgida en la década de los
sesenta, como toma de conciencia de las comunidades negras norteamericanas, en su
lucha por la defensa de sus derechos civiles y religiosos.
La TA, como las otras vertientes teológicas, encuentra su origen en los movimientos de
lucha tanto al interior de las iglesias, como en la sociedad, contra las discriminaciones
de tipo étnico-cultural. El P. Antonio Aparecido da Silva, uno de los principales
impulsores de la TA, destaca tres características de la elaboración teológica desde la
perspectiva afroamericana:
1. Recuperación y afirmación de la identidad negra. Considera que la toma de
identidad es sin duda uno de los mayores acontecimientos de la población afrodescendiente del continente. Esta toma de conciencia ha posibilitado un salto
cualitativo en el tránsito de la condición de inferioridad introyectada, a una nueva
postura de autoestima.
Y por otra parte, ha alterado los resultados de las
investigaciones sobre la presencia numérica de la población afro-descendiente en los
diversos países. Así se ha comprobado con mayor rigor, el peso que tiene la
población negra en países como Brasil, Colombia, Venezuela y Ecuador, por
mencionar sólo unos pocos.
2. Experiencias de fe en las comunidades negras. Existen en el continente una
diversidad de experiencias de Dios en las comunidades negras del continente, tanto
católicas como protestantes, así como las que conservan fielmente sus tradiciones
religiosas africanas, a través del Vudú haitiano, el Canbomblé en Brasil y la Santería
en Cuba. Esta realidad religiosa, según Aparecido, constituye necesariamente el
campo de la TA. Dice Aparecido:
En la lectura de la Palabra de Dios, la comunidad negra siente acontecimentos
bíblicos desde dentro de su experiencia histórica y, completa lo que falta en la
Biblia. Por ejemplo, la esclavitud negra en el “nuevo mundo” fue más duradera,
más intensa y más larga que la esclavitud en Egipto o el exilio en Babilonia. En
sus liturgias las comunidades negras fácilmente se identifican con el Cristo
9
Para mayor información ver: QUINTERO, Adriano, ULLOA, Amilcar. Memoria 2º Encuentro de
teología campesina. Medellín: Confiar Publicidad, 1999, pp. 17-19, 21.
10
Al respecto, véase: APARECIDO, Antonio. Caminhos e contextos da teologia afro-americana. En:
SUSIN, Luis Carlos, Op. cit.., p. 11-38.
7
sufridor porque esta es su realidad. Sin embargo, en sus fiestas también sienten
el gozo de su liberación-resurrección.11
3. Culturas negras e inculturación. La inculturación es entendida como un proceso en
el cual el pueblo expresa su fe cristiana a partir de su propia cultura. De acuerdo con
Aparecido, la TA no se interesa sólo por la inculturación como proceso, sin o que
ésta misma reflexión teológica es parte de ese proceso. Se ve en esta afirmación una
fuente de resistencia, frente a la propuesta globalizadora neoliberal que insiste en
homogeneizar todas las realidades culturales a la cultura del consumo.
La gran fortaleza de la TA radica en su fundamentación metodológica. Pues se parte del
postulado de que las negritudes, antes que ser oprimidos por el hecho de su pobreza, son
discriminadas y marginalizadas por el color de su piel. Esto hace que el hombre negro y
la mujer negra sean más pobres entre los pobres. “Por tanto, la metodología teológica
afroamericana no puede considerar la realidad del racismo como un hecho secundario
frente a las realidades socioeconómicas de clases, sino que debe tomarlas en serio.”12
En América del Sur, la TA viene siendo promovida por el Grupo Guasá13, conformado
por teólogos y teólogas tanto católicos como evangélicos, de Venezuela, Brasil, Perú,
Ecuador y Colombia. Dentro de poco se publicará un texto con ocho artículos con un
enfoque interdisciplinario, preparados para el último encuentro de éste grupo, realizado
en Buenaventura, Colombia, en marzo de este año.
5. Teología Pentecostal
Quizá nos parezca increíble que los pentecostales estén haciendo teología, debido a la
idea que existe en cuanto a que estas iglesias viven su experiencia carismática, al
margen de la reflexión teológica.
Se trata de una experiencia muy reciente. Se ha venido incubando en los procesos de
organización del mundo pentecostal, cercanos al mundo ecuménico. Un ejemplo de ello,
es el trabajo de la Comisión Evangélica Pentecostal Latinoamericana (CEPLA).
CETELA, por su parte, viene respaldando la reflexión teológica desde esta perspectiva
desde 1995. El año pasado un grupo representativo de diferentes países
latinoamericanos, reunido en Santiago de Chile, constituyó la Red de Investigadores del
Pentecostalismo. Para este encuentro produjeron unos doce textos interdisciplinarios,
que serán publicados dentro de poco.
No está por demás, insistir en la importancia de esta reflexión teológica, dado el
crecimiento numérico tan grande de las iglesias pentecostales. Constituyen hoy la
inmensa mayoría de la población evangélica de América Latina y el Caribe.
Los estudiosos y estudiosas de este fenómeno, consideran importante diferenciar los
distintos de pentecostalismos. Bernardo Campos, habla de cuatro tendencias en el
pentecostalismo latinoamericano: el pentecostalismo de expansión internacional, con
fuerte influencia del fundamentalismo norteamericano; el pentecostalismo de raigambre
11
APARECIDO, Antonio. Caminos y contextos de la teología afro-americana. Tomado del texto en
castellano del artículo en mención, el cual será editado próximamente.
12
Ibid., p. 16.
13
Guasá, es un instrumento de origen africano, el cual es tocado por las mujeres.
8
nacional, en abierta diferenciación del anterior; el neo-pentecostalismo, más cercano al
catolicismo que al protestantismo evangélico; y los movimientos de cura divina, o “isopentecostalismos”, así llamados por estar en sintonía con algunas peculiaridades del
pentecostalismo clásico, pero cuya identidad está en proceso de desarrollo.14
El mismo Campos, ha propuesto como categoría hermenéutica la pentecostalidad, para
ayudar a la unidad de las iglesias. Según él: “Se trata de la categoría “pentecostalidad”
como experiencia universal que expresa el acontecimiento de pentecostés en calidad de
principio ordenador de la vida de aquellos que se identifican con el avivamiento
pentecostal”15.
La experiencia pentecostal valora el cuerpo humano como elemento litúrgico por
excelencia. Dice Elida Quevedo, pastora pentecostal de Venezuela, que: “...nuestro
cuerpo vivo, nuestro ser, el que establece el tiempo litúrgico, se encarna en la historia y
la cultura propia, toma el pulso de la celebración de fe, marcando el ritmo y moviéndose
hacia las acciones y compromisos.”16
Otro elemento de la espiritualidad pentecostal, destacada por la pastora Quevedo, es el
carácter festivo del culto.
Esto es posible gracias a la acción del Espíritu. El Espíritu de Dios vuelve al
culto una fiesta. En esa fiesta reina la alegría: en esa fiesta los abrazos y los gestos
humanos acompañan el canto, la intercesión mueve la solidaridad, provocando muestras
de cariño; la proclamación reanima, la esperanza se oye, Aleluya! Ofrendar es un
acontecimiento feliz, porque hasta el más humilde y pobre puede entregar sus dones. El
afecto y la ternura se comparten, se suelta la lengua, se desatan las inhibiciones, las
emociones se liberan, los sentimientos afloran, los sentidos se llenan del poder del
Espíritu, todo se vuelve fiesta. Fiesta que reúne a los pobres, fiesta que celebra el amor,
la justicia, la paz, la hermandad, la solidaridad. A través de esta Fiesta, Dios recrea la
fiesta del mundo, volviéndolo más humano y más libre.17
A manera de conclusión
Nos hemos limitado a describir algunos de los movimientos teológicos, que a nuestro
juicio, están dando testimonio en alguna medida, del acontecer teológico hoy en AbyaYala. Y que ante todo, están ayudando a reconstruirlo a partir de nuevas categorías
teológicas. Así quedó constatado en la 6ª jornada teológica convocada por la Asociación
Teológica del Tercer Mundo (ASETT), capítulo de América latina y CETELA, hace
sólo dos semanas, en Cumbayá, Ecuador. Se llamó “Abya-Yala y sus rostros:
Formación teológica y transversalidad”. En este espacio los “rostros” teológicos
asumieron con propiedad su papel como protagonistas de primer orden, del quehacer
teológico en Abya-Yala. Esto no significa que descartemos otros importantes
movimientos teológicos que se están dando en la región.
14
CAMPOS, Bernardo. De la reforma protestante a la pentecostalidad de la Iglesia. Debate sobre el
pentecostalismo en América Latina. Quito: Ediciones CLAI, 1997, p. 2.
15
Ibid., p. 78.
16
QUEVEDO, Elida. Jubileo y celebración de la fe en la experiencia pentecostal. En: CEPLA. Jubileo la
fiesta del Espíritu. Identidad y misión del pentecostalismo latinoamericano. Quito: Ediciones CLAI, 1999,
p. 71.
17
Ibid., p. 78.
9
No desconocemos, por ejemplo, que hoy en América Latina y el Caribe, existen otras
fuentes de producción teológica significativas, que están haciendo un aporte valioso
para la vida y misión de las iglesias de la región. Para mencionar sólo un ejemplo, se
puede destacar la interesante reflexión que viene auspiciando la Fraternidad Teológica
Latinoamericana (FTL), a partir de los Congresos Latinoamericanos de Evangelización
y de la producción teológica de sus miembros, a través de la Editorial Kairós y de la
Colección FTL. Estas producciones son un referente importante para conocer por dónde
se está orientando la reflexión teológica evangélica.
Como tales deben ser tenidas muy en cuenta a la hora de hacer adquisiciones
importantes para las bibliotecas teológicas.
De igual manera, no se puede perder de vista, que los teólogos de liberación, después de
algunos años de “avanzar sin hacer ruido”, han estado produciendo ampliamente en
áreas como la espiritualidad, la hermenéutica bíblica y por supuesto, la teología.
Terminamos diciendo que, el quehacer teológico hoy en América Latina y el Caribe es
muy dinámico y diverso. Y que éste no depende sólo de los movimientos teológicos.
Las Asociaciones teológicas regionales (ALIET para mesoamérica y norte de
suramérica, ASTE para Brasil, ASIT para el cono sur y CETELA para el mundo
ecuménico), también vienen promoviendo las publicaciones en el ámbito de la
educación teológica y la pastoral, como parte de sus gestiones. Los bibliotecarios y las
bibliotecarias teológicas, deberán seguir agudizando su destreza en este campo a fin de
seleccionar y adquirir libros que propicien una formación seria de nuestros y nuestras
estudiantes de teología.
Fraternalmente,
Amilcar Ulloa
Secretario Ejecutivo de CETELA
Quito, Ecuador, julio 18 de 2000.
10
BIBLIOGRAFÍA
CAMPOS, Bernardo. De la reforma protestante a la pentecostalidad de la iglesia.
Debate sobre el pentecostalismo en América Latina. Quito: Ediciones CLAI, 1997, 112
p.
CCC-CETELA. Caminar teológico a paso campesino. Bogotá: Kimpres, 1998, 93 p.
CEPLA. Jubileo la fiesta del Espíritu. Identidad y Misión del pentecostalismo
latinoamericano. Quito: 1999, 232 p.
QUINTERO, Adriano y ULLOA, Amilcar. Memoria 2º encuentro de teología
campesina. Medellín: Confiar publicidad, 1999, 32 p.
SUSIN, Luis Carlos. O mar se abriu. Trinta anos de teologia na America Latina. Sao
Paulo: Loyola, 2000, 294 p.
TAMEZ, Elsa. Hermenéutica feminista de la liberación: una mirada retrospectiva. En:
Temas, programa pastoral de la mujer CEDEPCA. Guatemala. No. 35, (abr.-may.
2000); 8 p.
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