hugo hoenigsberg

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SEMINARIOS EN LA LONDON SCHOOL OF ECONOMICS
¿ LA POLEMICA EN LA PSICOLOGIA EVOLUTIVA SOBRE EL
COMPORTAMIENTO HUMANO NO SIEMPRE
SE PUEDE EXPLICAR POR MEDIO DE LOS GENES?
HUGO HOENIGSBERG
INSTITUTO DE GENETICA EVOLUTIVA & BIOLOGÍA MOLECULAR
UNIVERSIDAD MANUELA BELTRAN, BOGOTA D.C. COLOMBIA
Los seminarios sobre Darwin dirigidos por la filósofa Helena Cronin de la
London School of Economics (LSE) es uno de los más controvertibles seminarios
que han existido en vista de la incomprensión y mutua desconfianza que separa dos
visiones intelectuales muy opuestas sobre la Psicología Evolutiva. El Profesor Rose
de la Universidad Abierta de Londres es uno de los grandes opositores de la
Psicología Evolutiva y LOS SEMINARIOS DE LA LSE son su más enconado
opositor. La generación de intelectuales metropolitanos en Londres ha venido
degustando en la gran polémica a favor de la Psicología Evolutiva participando en
los análisis Darwinistas como herramientas para responder a todas las preguntas
que puedan surgir sobre la naturaleza humana, desde por qué a los niños no les
gusta la ensalada, o la sopa, hasta por qué unas cuantas mujeres administran
dizque dictatorialmente las grandes compañías norteamericanas. La doctora
Cronin ha extendido su invitación a participar en estos seminarios a grandes
expositores y científicos de la Psicología Evolutiva.
Sin embargo, esto no ha convencido mucho a escépticos como Rose. En un
artículo recientemente puesto a circular por Evans, Rose rechaza “esa galería de
ideologías superficiales que se han venido agrupando alrededor de la casi difunta
teoría Darwinista.” No debemos pensar que esta polémica sea verdaderamente
muy dura porque en el ambiente inglés este tipo de confrontación en el campo de la
psicología evolutiva ha dado lugar hasta a mucha más rudeza. Los psicólogos
evolutivos de Estados Unidos como John Tooby y Leda Cosmides han venido
publicando desde el año 2000 fuertes diatribas contra el evolucionista
norteamericano Stephen Jay Gould prácticamente hasta su muerte (mayo del
2002). Los aliados del Profesor Rose incluyen la filósofa Mary Midgley y los
biólogos Gould y Lewontin. En la otra esquina, se incluyen Richard Dawkins,
Matt Ridley y Helena Cronin en Gran Bretaña; Dan Dennet, Steven Pinker y E.O.
Wilson en Estados Unidos. Estas disputas en ninguna forma han disminuido la
larga amistad que ha habido entre los combatientes entre sí y Hugo Hoenigsberg a
partir de los años 60 en adelante. Sin embargo, en vista de lo que está en juego, que
incluye disputas muy científicas sobre una serie de detalles sobre la sociobiología,
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la psicología evolutiva y todo lo que tenga que ver con la naturaleza humana ha
provocado comentarios periodísticos innecesarios. Ahora bien, ciertas
afirmaciones de la biología molecular sobre el comportamiento sexual agonístico
del hombre y de la mujer tienen una base genético-molecular experimentalmente
comprobada que resulta por lo menos necio ignorar. Tal es el caso del vínculo de
amor en la pareja (que además incluye la rutina, porque así lo exige el cerebro):
naturalmente que el ecosistema en el cual se mueve el ratón de campo (que ha sido
el modelo biológico de los experimentos), no solo no es semejante al del ratón de
montaña, sino que ni siquiera es parecido al del humano. Dado que el “insulto
ambiental” que parece ser responsable por la construcción del nicho ecológico en
el cuál se mueve una especie y que generalmente se atribuye la preferencia en el
ritual del cortejo sexual de una pareja, no es improbable que sea exagerado
extrapolar de una especie a otra en lo que respecta el promotor del gen y el
“transistor” molecular de los circuitos que intervienen en el intercambio de señales
entre genes y receptores de las proteínas oxitocina y vasopresina (Ptashne y Gann
2002). Por otra parte, existen no solo coincidencias sino también mucho código
genético en común entre cualquier especie de ratón y el hombre (vea Insel y
Young, 2001; Ridley, 2003).
La oxitocina y la vasopresina son indispensables en las ovejas para construir una
relación materno infantil duradera, sin embargo las mismas moléculas no
producen ese efecto en los ratones de ciudad. Pero en la especie humana sí. El sexo
hace que se produzcan en el cerebro de ambas especies. Los receptores de las dos
hormonas son idénticos y se presentan en partes equivalentes del cerebro en ambas
especies (el ratón y el hombre). La inserción de ciertos polinucleótidos en el
promotor de los genes receptores del hombre, también y en manera idéntica se
encuentra en los ratones de pradera. Todavía más significativo es el dato de
polimorfismo molecular que nos advierte que las inserciones en los promotores de
los genes receptores en los ratones de pradera varían de individuo a individuo
como en nosotros (vea Hoenigsberg, 2004). Ridley (2003) dice muy acertadamente
que sabiendo por otros ejemplos que la forma de actuar y la estructura del genoma
es un fenómeno universal y que en donde se presenta para efectuar un control en
una especie por lejana que sea la parentela genética vuelve a presentarse en otra,
conviene no insistir demasiado en la diferencia entre las máquinas genéticomoleculares que siempre se han encargado de confeccionar el amor en los otros
animales y en el hombre. No nos parece muy terrible que no haya sido en la corte
de Eleanora de Aquitania, o en algún otro lugar aristocrático de la Europa
Medieval Cristiana o de algún señor feudal del Islam en donde se forjó el amor. La
hipótesis poética quiere que sea en esos bellos lugares en donde los trovadores
atraían a las jóvenes por sus encantos y que antes de ese amor no había sino sexo.
En forma muy general, se podría decir que lo que anima a Rose, Gould y
Lewontin es que la ciencia pueda utilizarse para condonar injusticias. Los que han
venido sosteniendo la psicología evolutiva, pertenecen a un amplio grupo de
científicos que se han sentido oprimidos por lo que llaman las virtudes políticas, a
la luz de las campañas que se llevaron a cabo en toda Europa en contra del
Darwinismo antidemocrático e inmoral.
En el libro que salió del Centro Darwinista de la LSE hay varias posiciones
que sin tener una fuerte hipótesis de trabajo basada en resultados experimentales
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se han afirmado cosas como que el trabajo masculino está hecho para el riesgo
mientras que el femenino está hecho para no asumir riesgos dizque porque los
elementos de selección natural que se ciñeron sobre los sexos en el alba de la
historia humana hace 250.000 años enfatizaron premios selectivos diferentes en los
dos sexos. Supuestamente habría un dimorfismo sexual en esta y otras
características. Estas afirmaciones yo tampoco las comparto sobre todo porque se
trata de especulaciones que no están acompañadas por la fuerza experimental
como se esperaría de cualquier afirmación científica que pueda tener
repercusiones sociales.
Ninguna de las ligerezas del “gen egoísta” de Richard Dawkins que han
aparecido en la prensa y que pretenden dar una explicación sobre todas las
conductas humanas están acompañadas con pruebas contundentes, tales como
cuáles son los genes, y en qué lugar de los cromosomas se encuentran, que
supuestamente serían responsables por las características del comportamiento
humano que le atribuyen.
A pesar de que no todas las características de la sociedad humana se pueden
atribuir ahora al materialismo científico, sin embargo resulta imposible echar
fuera borda datos contundentes, como por ejemplo, que la erección del pene y la
lubricación de la vagina interesada durante el cortejo sexual estén inducidas por la
oxitocina y los otros péptidos relacionados ( Argiolas, et al., 1989).
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
Argiolas, A., Melis, M.R., Stancampiano, R., y Gessa, G.L. 1989. Penile erection
and yawning induced by oxitocin and related peptides: structure-activity
relationship. Peptides 559-63.
Dawkins, R. 1981. Selfish genes in race and politics. Nature 289-528.
Dawkins, R. 1982. The Extended Phenotype. Oxford University Press.
Hoenigsberg,
H.F.
2004.
www.corporacionescenarios. org
La
Evolución
del
Libre
Albedrío.
Insel, T.R. y Young, L.J. 2001. The neurobiology of attachment. Nature Review in
Neuroscience 2: 129-36.
Ridley, M. 1996. The Origins of Virtue. Penguin.
Ridley, M. 2003. Nature via Nurture. Fourth Estate. London.
Tooby, J., y Cosmides, L. 1992. The psychological foundations of culture. En The
Adapted Mind (ed. Barkow, J.H., Cosmides, L. and Tooby, J.). Oxford University
Press.
Walter, H. 2001. Neurophilophy of Free Will. MIT Press.
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