Una nueva composición de Josep Soler, quien este año celebra su setenta y cinco cumpleaños, será estrenada en el ciclo de la Fundación Scherzo. La creación de la obra, escrita en agosto de 2008 por encargo de Javier Alfaya, se inscribe en otra conmemoración, la del vigésimo quinto aniversario de la esta revista. Javier Perianes y el Cuarteto Quiroga darán vida a estos pentagramas que, según su autor y siguiendo la línea de sus últimas creaciones, “gira más o menos en torno al acorde de Tristán”, pero él mismo, sin dar importancia a cómo es la obra desde el plano técnico o estético, dice que surge, “como siempre, del deseo de intentar hacer música”. Su título es Quinteto nº 2 y el propio Soler pidió que se interpretara después de una obra que él mismo sugirió, una de las fugas juveniles de Beethoven. Cerrará el concierto el Quinteto con piano de Schumann. Soler guarda un excelente recuerdo de su Quinteto nº 1, datado en 1992, escrito por encargo del Centro de Difusión de la Música Contemporánea y estrenado en Madrid dos años después por un grupo que él no duda en calificar como excelente, el Isar Cámara – de cuyos miembros y actividad lamenta no saber nada desde entonces. Ese quinteto duraba alrededor de media hora y el que se presentará próximamente es “bastante más largo”. Entre 1976 y 1978 Soler abandonó la técnica serial que era hasta entonces su procedimiento creativo habitual y en las obras de ese período ya se observa la presencia cada vez más significativa del acorde de Tristán. Para Soler el acorde de Tristán representa la unión de Schönberg y Wagner en un proyecto musical que su biógrafo Ángel Medina califica de “sorprendente”, aunque éste añade que los nombres de estos dos compositores “ya estaban unidos en concepto de eslabones sucesivos de una tradición y que obras como La noche transfigurada de Schönberg no pueden ocultar su filiación en el Wagner del Tristán”. Ahora bien, la elección de este acorde tonalmente ambiguo y de clara indefinición en lo que a funciones armónicas se refiere, se inscribe en una larga tradición ya que Medina recuerda que “algunos estudiosos han indagado en la tradición del acorde y han encontrado que compositores anteriores – desde Machaut a Beethoven – lo habían intuido o utilizado en determinados momentos”, y el propio Soler señala un uso consciente de él en alguna composición de Chopin. Entre 1979 y 1984 Soler sistematiza el uso de este acorde como procedimiento compositivo y de la deliberada simplicidad de las obras de esos años se pasa a una creciente complejidad entre 1985 y 1989 para, ya desde 1990, entrar en una etapa de profundización en su uso como parte de un personal sistema modal que tiene al acorde de Tristán como referente fundamental. Es en las características de este último período en que se inscribe la creación del Quinteto nº 2 que próximamente conoceremos. Obras imprescindibles - Missa de Sant Miquel d’Olèrdola, para voces masculinas y órgano (1953). - Edipo y Yocasta, ópera (1972). - Mahler-Lieder, para soprano y grupo instrumental (1992). - Passio secundum Ioannem, para solistas, coro y orquesta (1962). - Danae, para orquesta de cuerda (1959). - Llibre d’orgue de Santa Maria de Vilafranca (2007). - Le Christ dans la Banlieu, para orquesta (1990). - Poema de Vilafranca, para orquesta (1995). - A Matilde, para violín y orquesta (2008). - Cuarteto nº 4 (1988).