Ten misericordia de nosotros.

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HORA SANTA
EN EL ESPÍRITU SANTO FUIMOS
UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO
1. CANTO: ESPÍRITU FUEGO DE DIOS.
Yo quiero la tierra incendiar, al hombre yo
quiero cambiar; yo quiero luchar contra el odio,
contra la injusticia y contra la maldad.
ESPÍRITU QUE ERES EL FUEGO DE DIOS Y
QUE ERES LA LLAMA QUE ARDIÓ EN UNA
CRUZ; ENSÉÑAME A SER UNA BRASA DE
AMOR, A SER UNA ANTORCHA DE LUZ.
A TODA LA TIERRA YO QUIERO INCENDIAR,
A TODOS LOS HOMBRES QUIERO ILUMINAR
CON LUZ QUE DIFUNDA EN EL MUNDO LA
PAZ Y FUEGO QUE DESTRUYA EL MAL.
Si quieres la tierra incendiar, un fuego tú debes
buscar; el fuego que nunca se extingue, la luz
que ilumina por la eternidad.
2. Exposición del Santísimo Sacramento. El sacerdote que preside,
deja el Santísimo expuesto sobre el Altar o en el ostensorio. O bien, abre sin más
el Sagrario para la adoración.
3. Lectura del libro del profeta Isaías
61, 1-3. 6. 8-9.
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para
anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a
proclamar el perdón a los cautivos, y la libertad a los prisioneros; a pregonar el
año de gracia del Señor, el día de la venganza de nuestro Dios.
El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos, los afligidos de Sión, a cambiar
su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría y su
abatimiento, en cánticos. Ustedes serán llamados “sacerdotes del Señor”;
“ministros de nuestro Dios” se les llamará.
Esto dice el Señor: “Yo les daré su recompensa fielmente y haré con ellos un
pacto perpetuo. Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos, entre
los pueblos. Cuantos los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el
Señor”.
Palabra de Dios.
El Espíritu del Señor
está sobre mí
y me ha enviado a proclamar
la Buena Nueva a los pobres,
a sanar los corazones que cantamos
a romper las cadenas de la esclavitud
y a proclamar el año de gracia del Señor.
Hoy se ha cumplido el delante de los hombres
esta Palabra en mí,
el Espíritu me ha ungido
y me ha puesto entre los hombres
como luz de salvación.
El Espíritu del Señor
está sobre mí
y me ha enviado a proclamar
la Buena Nueva a los pobres,
a sanar los corazones que cantamos
a romper las cadenas de la esclavitud
y a proclamar el año de gracia del Señor.
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
4. Canto: Espíritu del Señor: Jésed. Disco: te pertenezco.
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5. Reavivar el don que recibimos el día de nuestra ordenación.
Guía: La Iglesia invocó al Padre la presencia del Espíritu Santo, clamó el
cumplimiento de la promesa de Cristo en el Cenáculo: “Yo pediré al Padre
y os dará otro Paráclito, para que esté con ustedes para siempre, el
Espíritu de la Verdad.
¡El Consolador, el Paráclito! ¡El Espíritu de la verdad! ¡El Señor y dador de
vida! Precisamente Él ha engendrado en nosotros aquella nueva vida que
se derrama y es el sacerdocio ministerial de Cristo. Así ha sucedido
concretamente. El Espíritu de la verdad, el Paráclito, “ha recibido” de
aquel único sacerdocio de Cristo y nos lo ha revelado como el camino de
nuestra vocación y de nuestra vida.
Todos: ¡Ven Espíritu Santo! ¡Ven a hacer fecundo nuestro
servicio a Dios y a los hermanos!
Guía: Fue aquel el día en que cada uno de nosotros, en virtud del sacramento,
vio este sacerdocio como realizado en sí mismo, como impreso en la
propia alma bajo la forma de un sello indeleble: "Tú eres sacerdote para
siempre, a semejanza de Melquisedec" (Heb 5, 6).
Guía: Fue aquel día en que cada uno recibimos como don el sacerdocio
sacramental, heredado de los Apóstoles: "Sabiendo Jesús que había
llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los
suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1).
Guía: Fue aquel día en que en cada uno, recibimos “al Espíritu de verdad” con
sus santos dones. Están en nosotros la sabiduría e inteligencia, la ciencia
y el consejo, la fortaleza, la piedad y el santo temor de Dios, para que
sepamos discernir siempre lo que procede de Ti, y distinguir lo que
procede del “espíritu del mundo”, incluso, del “príncipe de este mundo”.
Guía: Fue desde aquel día en que en cada uno de nosotros el Espíritu Santo
crea siempre de nuevo, aquella realidad que constituye la esencia de
nuestro sacerdocio, que confiere a cada uno de nosotros la plena
identidad y autenticidad en el servicio sacerdotal, que nos permite "ir y dar
fruto" y que este fruto "permanezca" (cfr. Jn 15, 16).
Guía: Fue desde aquel día en que en cada uno de nosotros, el Espíritu del
Padre y del Hijo, nos permite descubrir cada vez con mayor profundidad
el misterio de aquella amistad a la que Cristo nos ha llamado en el
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
Guía: Fue aquel el día en que cada uno de nosotros se ve a sí mismo, en el
sacerdocio de Cristo en el Cenáculo, como ministro de la Eucaristía y,
viéndose así, comenzó a caminar en esa dirección.
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Cenáculo: "No os llamo ya siervos.... a vosotros os he llamado amigos"
(Jn 15,15). Su presencia es condición necesaria para mantener la amistad
con Cristo y nos garantiza también un conocimiento cada vez más íntimo
y conmovedor del misterio de nuestro Maestro y Señor.
Guía: Fue desde aquel día en que en cada uno de nosotros, en virtud de una
singular efusión del Paráclito, el Resucitado ha renovado en cada uno de
nosotros lo que realizó con sus discípulos en la tarde de la Pascua, nos
ha constituido en continuadores de su misión en el mundo (cf. Jn 20, 2123). Por esta efusión del Paráclito, nuestro sacerdocio está íntimamente
unido al Espíritu Santo y a su misión. El Espíritu, con su misteriosa fuerza
santificadora, es fuente y raíz de la especial tarea de evangelización y
santificación que se nos ha confiado.
Sacerdote, hoy mi Espíritu te ha
ungido
y sabes ya que eres mío,
no te perteneces más;
ahora te envío a los hombres que
amo
hazles sentir que es muy grande el
amor que les tengo.
Sacerdote, tú tendrás una cruz
pesada,
yo lo sé más recuerda que
contigo la cargo yo;
no dejaré que su peso te aplaste,
el cáliz que tú has de beber,
beberé yo primero.
TOCARÁS LAS MISERIASDEL
HOMBRE MÁS PROFUNDAS
Y LA ANGUSTIA QUE ARRANCA
LA PAZ
EN EL CORAZÓN,
Y VENDRÁN HASTA TI
SUPLICANTES
BUSCANDO UN CONSUELO,
LOS QUE ESTÁN AGOBIADOS Y
HERIDOS LOS CONSOLARÁS,
EN MI NOMBRE, SACERDOTE,
TÚ LO HARÁS.
Sacerdote,
ya tu vida es de los otros, dónala,
sólo en esto encontrarás felicidad,
sólo en la entrega estará tu alegría,
don para el hombre que
vive hambriento de amor.
Sacerdote para que el mundo
tenga vida te mando a ti,
para que sepa de mi amor te elijo a ti;
alza la vista a la mies ya madura,
el mundo espera sediento
la Buena Noticia.
Y TESTIGO TE HARÉ DE
ALEGRÍAS INFINITAS
DE LAS LÁGRIMAS DE GOZO
DEL HIJO QUE VUELVE AL HOGAR
DE LA PAZ Y LA DICHA DEL
HOMBRE
AL SER PERDONADO,
LA ESPERANZA PERDIDA DE
MUCHOS POR TI VOLVERÁ,
GRANDES COSAS, SACERDOTE,
TÚ VERÁS,
EN MI NOMBRE,
GRANDES COSAS TÚ HARÁS,
SACERDOTE DE MI CORAZÓN
SERÁS.
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
6. CANTO: Sacerdote (P. J. Marcos Alba R., M.Sp.S.)
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7. IMPLORACIÓN
Guía: Conscientes cada uno de nosotros de que mediante el Espíritu Santo, que
actúa con la fuerza de tu cruz y resurrección, hemos recibido el
sacerdocio ministerial para servir la causa de la salvación humana de tu
Iglesia:
Todos: ― imploramos hoy, en este año sacerdotal para nosotros, la renovación
continua de tu sacerdocio en la Iglesia a través de tu Espíritu que debe
“rejuvenecer” en cada momento de la historia a tu querida Esposa;
― imploramos que cada uno de nosotros encuentre de nuevo en su
corazón y confirme continuamente con la propia vida el auténtico
significado que su vocación sacerdotal personal tiene, tanto para sí
como para todos los hombres;
― imploramos que cada uno de los que hemos sido ungidos
sacerdotalmente, de modo cada vez más maduro, vea con los ojos de la
fe la verdadera dimensión y la belleza del sacerdocio;
― imploramos que cada uno de los sacerdotes, dando gracias
incesantemente, se corrobore en la fidelidad a este santo don que,
precisamente porque es totalmente gratuito, obliga más.
8. Dóciles a la acción del Espíritu Santo
Guía:
El sacerdocio está totalmente al servicio de la Vida que da el Espíritu
Santo: damos testimonio de ella mediante el servicio de la Palabra, la
crea, la regenera y multiplica, mediante el servicio de los sacramentos.
El propio sacerdote vive antes que nada de esta vida, la cual es la fuente
más profunda de su madurez sacerdotal y también la garantía de
fecundidad Espiritual para todo su servicio
Todos: Señor, que seamos servidores de la Vida que da el Espíritu Santo.
Guía:
Nuestro testimonio de Cristo es a menudo muy imperfecto y defectuoso.
¡Qué consuelo para nosotros estar seguros de que fundamentalmente es
él, el Espíritu de verdad, el que da testimonio de Cristo! ¡Ojalá nuestro
testimonio humano se abra, por encima de todo, a su testimonio! En
efecto, él mismo "escruta las profundidades de Dios" (cfr. 1 Cor 2, 10), y
solamente él puede acercar estas "profundidades", estas "grandezas de
Dios" (cfr. Hch 2, 11) a las mentes y a los corazones de los hombres, a
los cuales somos enviados como servidores del Evangelio de la
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
― imploramos que todos los sacerdotes perseveremos en la acción de
gracias por el don de la vocación como una gracia no merecida;
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salvación.
Todos: Señor que seamos dóciles a la acción del Espíritu Santo.
Guía:
"El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza... intercede por nosotros
con gemidos inefables" (Rom 8, 26). No obstante la resistencia de las
mentes, de los corazones y de la civilización impregnada del "espíritu del
mundo", sin embargo perdura en toda la creación "la espera", de la que
habla el Apóstol en la Carta a los Romanos: "Toda la creación gime y
está en dolores de parto hasta el momento presente" (Rom 8, 22), " para
ser admitida a la libertad de la gloria de los hijos de Dios" (ibíd. 8, 21).
¡Que esta visión paulina no abandone nunca nuestra conciencia
sacerdotal y que nos sirva de apoyo para nuestra vida y nuestro servicio!
Entonces comprenderemos por qué el sacerdote es necesario para el
mundo y para los hombres.
Todos: Señor, envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad.
En este año sacerdotal, los sacerdotes somos invitados a ser cada vez
más conscientes de la gracia de nuestra especial vocación. Asimismo,
nos sentimos impulsados a confiarnos a la acción del Espíritu Santo, con
corazón joven y plena disponibilidad, dejando que Él nos conforme cada
día con Cristo Sacerdote.
Todos: Señor, que el Espíritu Santo que derramaste en nuestros corazones
nos conforme cada día más a Ti, Sacerdote Fiel.
9. Preces
Jesús, nuestro Sumo Sacerdote que nos has “tomado de entre los hombres para
lo que se refiere a Dios”, tu Padre; hoy te pedimos tu Espíritu Santo para encarar
la realidad de nuestro tiempo, sin voltear la vista ante su miseria, ni desconocer su
riqueza.
¡DANOS TU ESPÍRITU SANTO, JESÚS SUMO SACERDOTE!
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo, ven a renovar nuestro
sacerdocio en su fisonomía esencial, la que no cambia, de asemejarnos a Cristo;
pero también, ilumínanos para ser aptos a nuestra época y a cada ambiente
nuestro, con los cambios que implica y el corazón abierto a las necesidades de
nuestros hermanos.
¡VEN ESPÍRITU SANTO, ILUMÍNANOS Y TRANSFÓRMANOS EN CRISTO!
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
Guía:
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Jesús, nuestro Buen Pastor, con nuestra mirada transformada en la tuya,
reconocemos los estímulos y las esperanzas del mundo en que vivimos: su
conciencia de la dignidad de la persona, su apertura a los valores religiosos, el
cuidado de la oración, la solidaridad internacional; también reconocemos que han
caído prejuicios ideológicos, que tu Palabra es más conocida, que tenemos
nuevos mártires, especialmente en América Latina.
¡NOS ALEGRAMOS, JESÚS,
POR PARTICIPAR DE ESTAS ESPERANZAS!
PADRE BUENO,
ENVÍANOS DE NUEVO COMO PASTORES
CON TU HIJO RESUCITADO,
CON UN CORAZÓN REALISTA Y CONFIADO,
CON MENTE CLARA Y FIEL A TU VOLUNTAD,
CON PASOS FIRMES Y EVANGÉLICOS A LA VEZ. AMÉN.
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Padre Celestial, que eres Dios.
Hijo, redentor del mundo que eres Dios.
Espíritu Santo, que eres Dios.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios.
Jesús Sacerdote y Víctima.
Jesús, sacerdote Eterno, según el orden de
Melquisedec.
Jesús Sacerdote que en la última cena instituiste
el sacrificio eterno.
Jesús, Sacerdote a quien el Padre envió a
evangelizar a los pobres.
Jesús Sacerdote quien en la última cena instituyó
el sacrifico eterno.
Jesús sacerdote siempre vivo intercediendo por
nosotros.
Jesús Pontífice a quien el Padre ungió por la
virtud del Espíritu Santo.
Jesús Pontífice tomado de entre los hombres.
Jesús Pontífice constituido en favor de los
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
10. LETANÍAS A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SACERDOTE Y VÍCTIMA.
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De una mala tentación.
De todo pecado de simonía.
De la dispensación indigna de obras de los
eclesiásticos.
Del amor del mundo y todas sus vanidades.
De la celebración indigna de tus misterios.
Por la santa unción con la cual Dios Padre te ha
constituido sacerdote.
Por tu espíritu sacerdotal.
Por el ministerio aquel por el cual sobre la tierra
clarificaste al Padre.
Por la cruenta inmolación de Ti mismo que hiciste
una vez sobre la cruz.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Perdónanos, Jesús.
Óyenos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
hombres.
Jesús Pontífice de nuestra confesión.
Jesús Pontífice más ampliamente que la gloria de
Moisés.
Jesús Pontífice del verdadero tabernáculo.
Jesús Pontífice de los bienes futuros.
Jesús Pontífice Santo, inocente e inmaculado.
Jesús Pontífice fiel y misericordioso.
Jesús Pontífice de Dios y lleno de celo por las
almas.
Jesús Pontífice perfecto para la eternidad.
Jesús Pontífice, el cual por su propia sangre
penetró a los cielos.
Jesús Pontífice que ha iniciado para todos
nosotros el camino nuevo.
Jesús Pontífice que nos amaste y lavaste
nuestros pecados en tu sangre.
Jesús Pontífice que te entregaste a Ti mismo
como víctima y oblación.
Jesús Víctima de Dios y de los hombres.
Jesús Víctima Santa e inmaculada.
Jesús Víctima que aplacas a la humanidad.
Jesús Víctima pacífica.
Jesús Víctima de propiciación y de alabanza.
Jesús Víctima de paz y de reconciliación.
Jesús víctima en quien tenemos fe y acceso a
Dios.
Jesús Víctima viva por los siglos de los siglos.
Que nos seas propicio.
Que nos seas propicio.
De un temerario ingreso al sacerdocio.
Del Espíritu de incontinencia.
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Líbranos, Jesús.
Líbranos, Jesús.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Perdónanos, Señor.
Óyenos, Señor.
Ten piedad de nosotros.
Óyenos.
Escúchanos.
Sacerdote celebrante:
Oremos:
Dios Santificador y Custodio, suscita en la Iglesia por tu Espíritu, idóneos y fieles
dispensadores de tus misterios, para que por medio de su ejemplo el pueblo santo
camine por la vía de la salvación, por Nuestro Señor Jesucristo…… Amén.
11. CANTO DE SALIDA.
EN EL ESPÍRITU SANTO, FUIMOS UNGIDOS SACERDOTES DE CRISTO.
Por aquel sacrificio cotidiano renovado sobre el
altar.
Por aquella divina potestad que en tu sacerdocio
ejerces invisiblemente.
Para que te dignes conservar en tu santa religión
el orden universal de tu sacerdocio.
Para que te dignes proveer de pastores según tu
corazón al pueblo santo de Dios.
Para que te dignes llenar a tus sacerdotes de ese
espíritu tuyo sacerdotal.
Para que custodies con buena ciencia la palabra
de los sacerdotes.
Para que te dignes enviar a tu mies operarios
fieles.
Para que te dignes tributar perseverancia en tu
santa voluntad a todos tus sacerdotes.
Para que te dignes conceder constancia en la
acción y en la oración a tus sacerdotes.
Para que a través de ellos te dignes promover en
todas partes el culto al Smo. Sacramento.
Por aquellos que administraron bien tus bienes
recíbelos en tu gozo eterno.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Jesús Sacerdote.
Jesús Sacerdote.
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