DISCURSO DE EMBAJADOR FERNANDO REYES MATTA EN SEMINARIO LATINOAMERICANO 16.03.2007 (Transcripción de intervención verbal) El programa determinó que sea el último en hablar. Por ello, puedo hacer mías varias de las afirmaciones que hemos escuchado en esta jornada. Sé que tenemos 240 millones de pobres en América Latina y ello es un desafío mayor a nuestra capacidad de gobernar. Como también sé que tenemos 70 mil millones de dólares de comercio entre China y América Latina, en medio de escenarios económicos internacionales complejos y aún sin las reglas necesarias. Y, por cierto, comparto el análisis sobre la importancia del incremento en las relaciones políticas entre nuestro continente y China. Por ello, frente a la convocatoria de este seminario para hablar sobre cambios y oportunidades en la América Latina de hoy, permítanme entregar en este foro un complemento desde un ángulo quizás distinto. 1.- Un diálogo necesario para las dos partes. En primer lugar, quisiera decir que el diálogo entre China y América Latina y Caribe es, a mi juicio, esencial para ambas partes. Ello porque estamos construyendo relaciones en el marco del siglo XXI, relaciones que no pueden estar determinadas por una mirada analítica propia de la mitad del siglo XX ni estamos en medio de las polarizaciones propias de la Guerra Fria. Al ser así, ni América Latina puede pensar su desarrollo en el siglo XXI sin China, como tampoco China puede pensar sus diseños estratégicos de mediano y largo plazo sin América Latina. Por ello, estamos frente a un tipo de relación que se construye buscando la propia imagen en la mirada del otro. Un tipo de relación que, como decía un colega previamente, está muy determinada por la forma cómo entendemos allá, en América Latina y el Caribe, lo que es China hoy. No aquella que fue, no aquella que emergió bajo ciertas condiciones y navegó en las tensiones y crisis de la Guerra Fría, sino la China que se manifiesta en los cambios y los crecimientos actuales del país. Para decirlo con un ejemplo a mano, es la China que gana la portada de “The Economist” porque, según esta influyente publicación, aquí se advierte una nueva revolución que deriva de la ley que ahora se está aprobando sobre propiedad y la otra ley sobre niveles similares de impuestos para las empresas, sean nacionales o extranjeras. Los ojos del mundo están puestos aquí. Y nosotros debemos tener los ojos puestos aquí desde la dimensión de nuestros intereses. Y aquí quiero llegar a tres temas que me parecen importantes. a. Los intereses compartidos.- ¿Cómo definir cuál es el parámetro de la relación entre América Latina? A mi juicio hay uno sólo, el de los “intereses compartidos”. No hay otro tan esencial. Y eso que suena como obviedad, no es un tema menor, porque efectivamente definir “intereses compartidos” en el mundo de hoy, es una cuestión muy determinada por los desarrollos de cada región y sus urgencias. A veces algunos de nuestros países tienen intereses distintos, tienen visiones particulares respecto de cómo se ordena el mundo y como cada cual se inserta allí. Lo primero es en consecuencia, saber que más allá de lo que uno sea, que más allá de la inscripción de izquierdas o derechas que pueda tener el gobierno de un país en particular, lo que determina la geografía de la relación entre China y uno de los nuestros es el tipo de cauces y definiciones que demos a los intereses comunes. Cuando a veces se dice que estamos quizás viviendo lo que llaman “la maldición de los recursos naturales” o de las materias primas, es una afirmación sustentada en ciertos análisis atendibles. Pero lo concreto es que, en el espacio de los intereses compartidos, lo que China especialmente busca hoy en nuestra región son los recursos fundamentales para su desarrollo. Eso es lo que interesa. Y la posibilidad que tenemos varios de nuestros países para interactuar con China pasa por las respuestas que podamos dar ante las demandas ligadas al desarrollo chino, pero también con efectos directos sobre nuestro desarrollo. Lo digo desde el país que es el principal productor de cobre en el mundo y lo dice al país que es el principal consumidor de cobre en el mundo. Allí, por ejemplo, hay una expresión muy concreta de lo que es la relación bajo una comunidad de intereses. b.- Las responsabilidades internacionales.- Pero claro, los intereses compartidos, no tienen que ver sólo con el espacio estricto de aquellos requerimientos ligados a los desarrollos económicos. Y aquí viene el segundo tema, también esos intereses están ligados a las responsabilidades internacionales. Creo que América Latina y el Caribe coinciden con China en un proceso fundamental: el ordenamiento internacional que necesitamos pasa por lo multilateral y por ninguna otra lógica. Ni por lo unipolar, ni por lo bipolar, sino esencialmente por lo multilateral, porque es allí donde las diversidades pueden encontrar los foros adecuados para el tratamiento de sus diferencias y de sus aspiraciones comunes. En términos de perspectiva larga, lo multilateral es el espacio de convocatoria al trabajo compartido entre China y nuestro continente. Se trata, en consecuencia, de estar alertas en este siglo XXI para identificar y trabajar en aquellos procesos donde el espacio multilateral se expanda. Y ahí está la Organización Mundial de Comercio y sus desafíos, como están los temas del medio ambiente y todos los temas que, desde diversas dimensiones, hagan posible sentarnos a la mesa pensando y evaluando desarrollos con valoraciones coincidentes. c. Una visión progresista.- El tercer espacio se liga con la práctica política. También es necesario saber si tenemos una visión progresista compartida y como hacemos para reforzarla. A lo largo de esta jornada, cuando se analizan los avances de “las izquierdas” en América Latina, cuando se analizan los cambios y oportunidades que allí han ocurrido – como dice el nombre de este Seminario - lo que más he sentido es el trasfondo de un avance hacia el progresismo. Y cuando hablamos del progresismo, llevado más allá de la lógica de una izquierda tal o cual, creo que podemos encontrar una serie de espacios de trabajo donde muchos se puedan sumar y sentirse cómodos, incluso aquellos que podrían no tener la camiseta de izquierda como clásicamente se la ha definido. Se trata de caminar hacia aquellos temas del progresismo que colocan, como decía el Primer Ministro chino en días pasados, a la persona en el centro del desarrollo. Cuando nosotros hablamos de ir en la búsqueda de planteamientoss progresista, estamos subrayando la diferencia esencial con los sectores conservadores, esto es trabajar en un proyecto común que coloca al ser humano en el centro de los logros estratégicos del crecimiento. Unos lo harán de una manera y otros de otra, pero la clave fundamental debe estar puesta en compartir la meta esencial. En esa lógica es donde comienzan a emerger, o por lo menos así lo sentimos desde Chile, los conceptos políticos capaces de dar respuesta a aquella pregunta principal que sentimos aparecer hoy aquí al igual que en otros foros. La pregunta es: ¿ qué es socialismo en el siglo XXI ?. La respuesta tiene que ver con una visión progresista, capaz de armonizar los desarrollos económicos con las políticas públicas para el desarrollo social. No se construyen sociedades eficientes, dinámicas y maduras cuando sólo se registran buenas estadísticas económicas y no se agrega también a ellas el logro de buenas metas en el desarrollo social. Cuando se dice que América Latina gastó tiempo trabajando en aplicar aquello que el llamado Consenso de Washington había dicho, se dice una gran verdad. Mucho de nuestros países lo hicieron, el mío también. Pero, permítanme decir, que en nuestro caso, juntos con asumir el mercado como ordenador de los flujos económicos, aplicar el ordenamiento de la macroeconomía, tener un adecuado control de las finanzas, desde que la democracia fue recuperada en Chile nos propusimos desarrollar lo otro, lo que no dijo el consenso de Washington, esto es las políticas públicas para derrotar la pobreza, para expandir los programas educacionales, para dar garantías de salud a los más amplios sectores. Este proceso lo denominamos la búsqueda de la inclusión o de la cohesión social. Y cuando uno está aquí, empieza a escuchar que aquello que define nuestras políticas tiene mucha sintonía con lo que nuestros amigos chinos dicen, al señalar que su propósito es construir una “sociedad socialista armónica”. Nosotros hablamos allá, de la necesidad de la cohesión social para construir sociedades que tengan estabilidad y que sean capaces de atraer inversión, de crear condiciones de trabajo, de generar desarrollo económico. Las sociedades inestables, no crean condiciones atractivas para la inversión. De tal modo que esa lógica, aquella de la cohesión social, va en directa relación con la capacidad de convocar a quienes queremos que lleguen a trabajar con nosotros. Y ello agrega un valor más a las relaciones con China. 2.- Las derivaciones de un año electoral. Hemos vivido el año pasado en América Latina un año electoral. Un año electoral, que a mi juicio, nos entrega por lo menos, tres lecciones importantes: - - - Vocación democrática de los pueblos.- La primera, que a pesar de todas las desepciones, a pesar de los pocos avances, a pesar de las carencias económicas, el pueblo confía en la democracia y está dispuesto de ir a las urnas una y otra vez , porque cree que, en definitiva, por esa vía más que por ninguna otra se puede abrir el camino que lleve a los gobiernos a impulsar mejores política públicas, especialmente en favor de los más postergados. Y así lo ha demostrado. La lección principal del año pasado, es la tremenda vocación democrática de los pueblos latinoamericanos. Exigencias de cumplimiento.- La segunda lección, es que ese pueblo no va a las urnas sólo porque tiene un derecho a emitir el voto, sino porque también quiere y exige cambios. Presiona porque haya avances en términos de progreso, de transformación. Y volverá a estar cuando sea convocado, pero – ojo - también cada vez se dará más cuenta de cuánto se cumple aquello que se le promotió. El “accountability” político es cada vez más fuerte en América Latina. Esta ahí sobre la mesa como nunca antes. Una agenda de cambio.- Y en tercer lugar, en todas esas elecciones hay un respaldo a esa búsqueda de la que hablábamos previamente, a que los gobiernos y las políticas se hagan con una perspectiva progresista. La gran mayoría de hombres y mujeres de nuestro continente reclaman una agenda siglo XXI que no los deje al margen ni tampoco les entregue respuestas más propias del pasado. Nuestras sociedades son testigos de un proceso acelerado de transformaciones, lo ven en la televisión, en los anuncios callejeros, en las cosas que se dicen – ellos sienten lo que está en el aire – y por ello, con razón, reclaman recibir también una parte de esos beneficios. En especial, cuando se viven tiempos donde las certezas son difusas. 3. China y las izquierdas nuestras. Al concluir, permítanme plantear una pregunta que creo necesario hacerla en este espacio académico de reflexión. Sobre todo, necesaria para quienes estamos comprometidos en nuestro continente con proyectos desde la perspectiva de la izquierda. Vengo de un país que tiene a una mujer y a una socialista, Michelle Bachelet, a la cabeza del gobierno, lo cual no es poco ni era imaginable hace veinte años, por decir algo, y quizá hace mucho menos tampoco. Además ella, asumió el gobierno después de Ricardo Lagos, quién junto a una coalición de centro-izquierda gobernó Chile y desde allí hizo contribuciones esenciales a los fundamentos del socialismo en el siglo XXI, según nuestra manera de entender esta matriz política. La pregunta es ésta: ¿qué pueden aprender las izquierdas de América Latina de la experiencia china? Aquí estamos frente a un tema mayor si se mira lo que son las distintas respuestas que se vienen construyendo para aquello que es izquierda, para aquello que es socialismo en los tiempos de contemporáneos. Y a lo menos uno podría priorizar los siguientes elementos de esta experiencia china que pueden ser útiles a nuestra mirada: 1. Hay que saber tener estrategias de largo plazo. Estrategias por las cuales la gente sienta que, aunque no tenemos hoy los resultados a la vuelta de la esquina, sí saben para donde se avanza, cómo se camina y cuáles son las metas que están por lograrse. El tema de las estrategias de largo plazo, que en el pasado configuraron nuestras utopías, por las cuales luchamos y sufrimos, hoy día requieren volver a emerger en tanto método. Un método que otorgue claridad sobre las sociedades que queremos y las características de equilibrio básico y de mínimo humano que esperamos al interior de ellas 2. Entener el presente. En segundo lugar, lo que podemos apreciar de la experiencia desarrollada en China bajo la lógica de su partido comunista, es que hay que actuar con los pies en la tierra. O digámoslo de otra forma, hay que saber que nos estamos moviendo en un mundo que está crecientemente articulándose en procesos de globalización. Por ello, se trata de que la lógica, la imaginación y la capacidad de una entidad de izquierda estén en condiciones entender la historia de los tiempos que le toca vivir y no en la lógica de aquellos tiempos que fueron claves hace cuarenta años o cincuenta años. Porque a veces uno escucha voces que parecieran estar hablando más desde la mitad de los años sesenta, que en la mitad de la primera década del siglo XXI. Actuar con los pies en la tierra, en consecuencia, significa hacer pensamiento progresista, pero con las determinantes, las posibilidades y las oportunidades, -como se dice en la convocatoria- que hoy tenemos al frente. Yo creo que eso uno lo siente de una manera muy nítida en los procesos que se discuten acá en China y lo hemos escuchado en la últimas doce horas al concluir las deliberaciones de la ANP. 3. Escuchar a la gente. Y por último también creo que es importante algo que en cierta forma se aprecia en la experiencia que hoy se vive en China, más allá de que sea perfecta o no. Es saber cómo los partidos progresistas, los partidos de izquierda que quieren mirar al futuro pensando en la gente, colocan el oído atento al decir y al querer de su gente, del pueblo. Permítanme una observación personal. Tras el seguimiento que uno ha podido hacer sobre los debates y la proyección pública de lo ocurrido en la Comisión Consultiva Política – esa suma de debate con más de 2.500 participantes de los sectores más diversos - me hace, por lo menos preguntarme, ¿ qué pasaría si un tipo de estructura parecida a esto, tuviéramos alrededor de nuestras instituciones, de nuestros organismos parlamentarios algo con estas características donde se expresara nuestra diversidad ciudadana? Dejo la pregunta planteada ante nosotros, porque ello también tiene mucho que ver con la mirada progresista que hoy hemos intentado colocar aquí.