Título del Trabajo: EL LUGAR DE LOS PROFESIONALES EN LA ESCUELA: LO QUE SE TRANSMITE EN LA INTERVENCIÓN Autor: María Daniela Sánchez Centro Universitario Regional Zona Atlántica- Universidad Nacional del Comahue (Argentina). - Red INFEIES RESUMEN Esta presentación parte de un proyecto de investigación universitario “Intervenciones Institucionales en el espacio escolar actual y transmisión de la cultura”. Apostando al diálogo entre el psicoanálisis y la educación se desplegará el malestar que aparece en los profesionales que trabajan en los equipos técnicos que atienden las instituciones escolares y los modos de transmisión que el hacer de los mismos produce en la cultura escolar actual. 1 Título del Trabajo: EL LUGAR DE LOS PROFESIONALES EN LA ESCUELA: LO QUE SE TRANSMITE EN LA INTERVENCIÓN Autor: María Daniela Sánchez Centro Universitario Regional Zona Atlántica- Universidad Nacional del Comahue (Argentina). - Red INFEIES Esta presentación parte de la experiencia que un grupo de investigadores de la Universidad del Comahue viene realizando desde hace varios años con los profesionales que se desempeñan en las escuelas rionegrinas, formando parte de los equipos técnicos de apoyo pedagógico (ETAP). Partimos de la idea de que este trabajo que llevamos adelante implica en si mismo una intervención porque, apoyándonos en los aportes del psicoanálisis en conversación con otros discursos-, apunta a poner en jaque algunos aspectos vinculados con el modo en como estos profesionales se colocan para llevar a cabo su trabajo en las instituciones educativas. Un modo de hacer que, siguiendo las palabras de Hebe Tizio (2003) se erige a modo de síntoma social, en tanto alude a ciertas tensiones y conflictos en la trama social y se alimenta de los rasgos de la época. Un modo de hacer que, apelando al carácter sustitutivo del síntoma, requiere ser puesto a trabajar. Desde este lugar, buscamos abrir preguntas sobre el escenario en el cual los equipos llevan adelante su intervención y también sobre los efectos que consideran tienen las mismas. Habilitamos la palabra, para que el trabajo se direccione a ‘volver a mirar’ aquellas situaciones o dispositivos que los profesionales técnicos presentan en sus relatos, e ‘interrogar’ en ellas ‘esas’ explicaciones ubicadas en un orden natural que legitiman los modos habituales de funcionamiento institucional (las formas de hacer cristalizadas) y los muestran, muchas veces, sin recursos para hacer otras cosas ante lo que está dado. Pero antes de ingresar en este punto, considero necesario presentar a los protagonistas de este trabajo: los equipos técnicos de apoyo pedagógico. La normativa que desde el año 2004 regula el accionar de estos equipos en el sistema educativo de la provincia de Rio Negro, establece que los mismos tienen la función de asesorar, acompañar y orientar en las situaciones que interfieren en el proceso de 2 enseñanza aprendizaje de un alumno; promover la construcción de acuerdos y contratos pedagógicos que favorezcan un trabajo en equipo, realizar un seguimiento y evaluar estrategias de intervención (preventivas y de asistencia); priorizar la intervención a nivel institucional y/o grupal; elaborar material de trabajo a fin de utilizarlo al momento de tomar decisiones, evaluar la realidad escolar y la propia practica, y propiciar abordajes interinstitucionales. (Res. Nº 3748/04). Estos equipos están constituidos por cuatro perfiles profesionales: psicólogo, pedagogo, asistente social y psicopedagogo; funcionan y dependen de las llamadas Supervisiones Zonales y cuentan con una Dirección de Asistencia Técnica, que funciona a nivel central en el Ministerio Provincial. Existe un equipo por zona y por nivel educativo de cada supervisión de la provinciai. Así, estos equipos, ‘agentes de los aparatos de gestión’ -como los denomina Hebe Tizio (2003)-, asumen el encargo social de acompañar fundamentalmente en las situaciones donde la relación con los códigos de la cultura escolar pueda encontrarse interferida, y de este modo, propician que el patrimonio simbólico de las generaciones siga presente. Ahora bien, en este punto es importante preguntarse ¿de qué modo los profesionales que se desempeñan en estos equipos asumen ese encargo y de qué maneras propician ‘hacer vivir el patrimonio simbólico’? Porque ‘hacer vivir el patrimonio simbólico’, tiene ver con poder pesquisar el modo como cada niño, adolescente o adulto se enfrenta con la oferta escolar y lo que con ella puede hacer: recrearla, innovarla, rehusarla, denegarla….; es decir, atender al modo particular de hacer lazo, reconociendo que los efectos de las acciones o los dichos de cada uno, quedan determinados por el lugar que el sujeto ocupa en una determinada estructura de discurso. Y este aspecto se torna fundamental para pensar el hacer de los equipos técnicos, en un contexto escolar poblado de disconformidades, desautorizaciones y donde el saber-hacer de los equipos aparece fuertemente deslegitimizado. Un hacer entre tensiones Sabíamos que al focalizar nuestra investigación en el modo en como los profesionales se colocaban para llevar adelante su tarea en las instituciones educativas, lo hacíamos con la convicción de que ya conformábamos una pregunta, una inquietud que se venía a asentar en alguna de las oscuras grietas del malestar que viven estos equipos. Esta convicción fue necesaria para tomar una posición frente a aquello que los 3 técnicos nos fueron diciendo en los diferentes momentos por los que atravesó nuestro trabajo. Por ello, al momento de habilitar la palabraii para que los profesionales pudieran dar cuenta de aquello que les sucede en su práctica diaria, se presentaron situaciones vinculadas con: -la jerarquización de su trabajo como profesionales y las condiciones del contexto. En este punto, los técnicos hacen hincapié en la no conformación de equipos - en términos de cobertura de cargos- y los efectos de esto sobre su tarea: “no tenemos equipos completos, faltan perfiles y por eso terminamos haciendo la parte fácil de muchas cosas”, en la remuneración recibida: “estamos mal pagos, no puede ser que un técnico cueste solo $ 2500 para el Ministerio” y en las condiciones de su trabajo: “vivimos trabajando en la urgencia”; “estamos tapados como profesionales”. Emerge así una fuerte queja que, al poner el foco en la “dimensión social del problema” (Zelmanovich y Kiel: 2009), potencia el campo del sentido y hace que quienes enuncian estas quejas, vivan como apremiante todo movimiento que intente conmocionar ese decir, haciendo que las intervenciones de nuestro equipo caigan, muchas veces, en el vacío. -Otras referidas a la posición que los profesionales toman frente a los actores que están directamente vinculados con su hacer -puntualmente los padres, los docentes y el supervisor-, y ante situaciones que involucran una decisión puntual, como por ejemplo determinar un recorrido particular de escolaridad. Así en uno de los encuentros de palabra, los técnicos dicen: “yo qué puedo hacer si los padres no quieren aceptar la dificultad de su hijo”; […] “Si la mamá se cierra y no entiende y no quiere saber nada con la posibilidad de otro tipo de escolaridad, nosotros no podemos hacer nada. Son los padres los que terminan definiendo cual va a ser el recorrido de sus hijos”; […],· “yo desde mi lugar puedo llegar a orientar, acompañar pero si los padres no acuerdan y el supervisor tampoco toma el toro por las astas y bueno, ¡que le vas hacer!” . La pregunta sobre el ¿qué se puede hacer? se opaca tras la consideración de la persona de los padres. La justificación acude a la cita y se clausura el sentido: “¡que le vas hacer!”. Así las posiciones, a los actores les queda la posibilidad de entregarse al peligroso juego del sacrificio y la autoexclusión. Y sabemos que lo expulsado, si no logra ser sintomatizado por las vías de cada discurso, se reincorpora al sistema y consolida el 4 malestar existente. Un malestar que por un lado, deja al descubierto una posición teté a teté con el semejante y en la que el saber -disciplinario y específico al campo de trabajoiii- que permite instalar una diferencia en esa relación se borra. De este modo el vínculo educativo se degrada y lo que aparece es la falla y la desilusión afectando muchas veces hasta la propia persona del profesional. Al respecto, un técnico manifiesta: “hace mal que te digan: ‘ah, bueno a vos te quisiera ver en el aula’ o “así no me servís como le dijeron a una colega. Y es muy fuerte porque toca el narcisismo de todos, el no tener las respuestas, quedar mal parados … y hay que poder soportar eso.” Que la mirada del otro ‘los deje mal parados’, nos permite pensar en los recursos con los cuales los profesionales cuentan, no solo en términos de formación, de trayectoria de trabajo, sino también en la determinación inconciente que toda posición conlleva. Se trata de eso que se escabulle al sujeto mismo para inscribir y transcribir esas vivencias. De modo tal que, ante aquello que los desborda, que los impacta, la salida más habitual sea -tal como trata Freud a las vivencias de dolor, fundamentalmente en el Proyecto de Psicología para neurólogos (1895) - expulsar de si todo aquello que genere dolor: “que les va hacer, no te vas a estar peleando con todos”[…] “ nosotros tenemos que seguir yendo todo el año a las escuelas, nos conviene tener buenas relaciones y terminamos haciendo como podemos” Pero también sabemos que el modo en como las diferentes marcas se articulan, está determinado por una transmisión que permite un marco en el que las escenas se arman. Y en este sentido, no podemos olvidar que desde la misma gestación de estos equipos, diversas situaciones de rechazos y controversiasiv - ya sea políticas, sociales, educativas y hasta personales en las cuales se juega sobre todo aquello que ‘convoca’ a cada profesional a ser parte de estos equipos- han ido signando su existencia, promoviendo movimientos que en lugar de tender a la ligazón, al investimento, “tienden a expulsar pedazos de si mismo.” (Janin, Beatriz: 2011; 31). Ahora bien, llegados a este punto resulta abrir la pregunta sobre ¿qué le sucede a los profesionales que se desempeñan en las instituciones educativas, cuando un padre o un docente se posicionan desde este lugar? ¿Qué efectos produce en ellos esa ‘desacreditación de su saber’? ¿es posible desabrochar el rol que los sujetos ocupan en una institución -como en este caso la escuela-, para pensar en la posición discursiva que habita en ellos? 5 Los técnicos reciben a los llamados padres, docentes, en tanto seres hablantes que vienen a manifestar algún malestar en relación al niño, al adolescente o a otros adultos. Pero, muchas veces, en lugar de provocar interrogantes sobre la posición subjetiva que cada uno de ellos toma en relación a aquello que le causa malestar, se ubica antes éstos como un semejante. Por eso, lo que aparece es una marcada dificultad para leer esos decires de un modo diferente al de una provocación o desafío hacia su lugar y en lugar de recurrir a interrogar ese ‘no me servís’ poniendo a circular algo del campo de la significación, el profesional se siente atacado en su idoneidad y tapona la posibilidad de que una relación sostenida en el Saberv comience a sentar sus bases. Me pregunto: ¿Pueden los técnicos pensar otro lugar para aquello que traen los sujetos a quienes se dirige la intervención? ¿Pueden crear condiciones de alojamiento? Un ejercicio de lectura …. Sabemos que un ejercicio de lectura requiere al menos dos tiempos. Uno primero en donde los técnicos nos fueron diciendo ¿Qué les pasa? Y por supuesto, supusimos allí un saber de ellos. Sin embargo, una lectura implica (sin dejar de pasar por ese primer tramo, porque no se puede saltear) reparar en aquello que no encaja bien en el texto, lo que en todo caso podría traer problemas en la linealidad del texto y empezar a inferir ciertas ilaciones que no están a la vista entre distintos tramos de esos textos o entre textos. ¿Qué es lo que aquí no parece encajar en el texto? En las expresiones escuchadas, la brecha que se abre entre los profesionales de éstos equipos y los actores de las instituciones educativas nos lleva a preguntarnos directamente por aquello que los inquieta. Y en este punto es necesario abrir preguntas no solo sobre las quejas que emiten vinculadas con la gestión de las escuelas, las carencias sociales, educativas y económicas de las familias, lo difícil que es que los docentes puedan pensar otras formas de hacer con el niño que no pasen solo por derivar, sino sobre todo por algo que insiste en estas quejas y que tiene que ver con “la no valoración de su trabajo” y el “no sostenimiento de la posición que toman como equipo -por parte de los estamentos superiores: supervisores, Dirección de Asistencia Técnica, etc.-, ante situaciones complejas que impactan en la vida institucional, y los efectos que ello conlleva”. Un técnico expresa: 6 “se sabía que algo iba a pasar, yo ya lo había dicho pero no leyeron nada de lo se había hecho, necesitábamos una decisión que nos sostenga, pero el funcionario tenía que tomar una decisión que no tomó ¿y que pasó? la transportaron a otro lugar, culparon a esa escuela y esa situación se llevó una directora y provocó un quiebre en el equipo y también con otros colegas. […] Y si los que están arriba tuyo no tienen bien claro las cosas…entonces qué les vas hacer” Me pregunto: ¿qué se pide al Otro cuando se pide que te sostenga? ¿Qué calidad toma ese Otro para los técnicos que cuando la decisión no va en el camino esperado, irrumpe el quiebre? Freud en su texto “Psicología de las masas” (1919) cita como ejemplos dos estructuras sociales, la iglesia y el ejército, sostenidas en un Ideal, en el amor al Ideal, al Padre Ideal que amaría a todos los hijos por igual. Ese padre puro amor, supuesto por Freud, no se sostiene en la actualidad. Más bien aparece su otra cara, que angustia porque nos deja a merced de su poder (inflación imaginaria del Otro) y deja al sujeto sin posibilidades de responder salvo con un acto: “se llevó una directora” “provocó un quiebre en el equipo”. Llegados a este punto, decir que el hacer de un profesional no esta solamente atravesado por las situaciones vinculadas con una dimensión más macro o estructural, se vuelve una verdad de Perogrullovi. Pero ¿pueden los técnicos preguntarse qué es lo que genera ese malestar más allá de esas dimensiones? ¿Pueden abrir una pregunta por su participación en lo que dicen que les ocurre? Para que algo se quiera saber, hace falta una posición de ‘falta de saber’; por el contrario, donde habitan las respuestas -“son los padres los que deciden”; “si los que están arriba tuyo no tienen bien claro las cosas”; “si los equipos nos están completos”-, no viene ninguna suposición de saber en el Otro, ni el querer saber sobre lo que (me) pasa. Estos modos de presentación del malestar, nos enfrentan “con la dificultad para acercarnos con una palabra que produzca efectos, porque el sujeto no quiere escuchar nada que tenga que ver con la división subjetiva” (Kiel y Zelmanovich: 2009; 5). ¿Y la transmisión? Partimos de la idea que la transmisión tenía que ver con el modo de hacer lazo, y en este recorrido se ha intentado mostrar que ese modo, en los profesionales que integran los equipos técnicos, está más emparentado con el desenlazar que con el enlazar. Así, lo que se transmite no esta permitiendo replicar el amor, sino más bien algo de la 7 desconfianza y la desacreditación; algo que impide que el circuito de la transferencia, vía por excelencia que implica que el amor al Saber se ponga en juego. La pregunta es ¿Cómo intervenir allí donde no nos sentimos convocados? Este interrogante es el que sostiene nuestro trabajo desde el equipo de investigación con los profesionales técnicos. Intentamos sostener la dimensión de la imposibilidad, trabajando con un dispositivo que cuya premisa es proponer modos de relación que soporten una lógica del no-todo para hacer lugar al sujeto. Un dispositivo que, nutriéndose de los aportes provenientes de trabajos anteriores, propició un espacio para que los técnicos pudieran atreverse a pensar y hacer de otro modo en el escenario escolar actual. Asimismo, ese espacio como momento de producción, permite brindar herramientas teórico-conceptuales que van otorgando fundamentos a esas otras formas de hacer que se van inventando. Tomando las palabras de Gabriel Pulice (2000), esto «no significa otra cosa que la búsqueda de respuestas clínicas adecuadas, que permitan algún modo de intervención eficaz”. Eficaz, en el sentido de pensar modos alternativos para poder hacer, soportando la incertidumbre que toda intervención en el campo de la complejidad demanda. Bibliografía: FREUD, Sigmund (1895) “Proyecto de Psicología para neurólogos”, en Obras Completas, tomo I, Buenos Aires, Amorrortu, 1993.________________(1921) “Psicología de las masas y análisis del yo”, op.cit., tomo XVIII. [1930 (1929)] “El malestar en la cultura”, op.cit., tomo XXI. JANIN, Beatriz. “El sufrimiento Psíquico en los niños”, Buenos Aires, Noveduc, Colección Conjunciones, 2011. KIEL, Laura y ZELMANOVICH, Perla. “Los padecimientos en la escena educativa y los avatares del lazo social”, en Clase Nº 5, Curso de Posgrado: Psicoanálisis y Prácticas Socioeducativas. FLACSO, Bs. As., 2009 8 PORTO, María del Carmen y SANCHEZ, Daniela. “La intervención de los equipos técnicos: entre las normativas y la demanda de las instituciones del nivel medio”, en Revista Pilquen N° 7, sección Psicopedagogía e(n línea), disponible en www.revistapilquen, 2011 PULLICE, Gabriel; MANSON, F y otros. “Investigación y Psicoanálisis”, Buenos Aires, Letra Viva, 2000.TIZIO, Hebe. Tizio, Hebe: “La posición de los profesionales en los aparatos de Gestión del Síntoma”, en Reinventar el vínculo Educativo: Aportes de la pedagogía Social y del psicoanálisis. Tizio, Hebe (coord.). Barcelona, España, Ed. Gedisa, 2003 i En la actualidad el número de equipos asciende aproximadamente a 70 y el total de técnicos que se desempeñan en ellos son alrededor de 300 profesionales. Cabe destacar que algunos equipos cuentan con más de un técnico por perfil, dados, por ejemplo, la cantidad de alumnos de esa zona supervisiva. ii Hemos denominado a ese dispositivo: ‘Espacios de Palabra’. Un desarrollo ampliado del mismo puede consultarse en el artículo de Bertoldi, Sandra y Porto, María del Carmen, “¿Por qué un ‘Encuentro de Palabras’ como herramienta de exploración para indagar una pregunta de investigación en psicopedagogía?, en Revista Pilquén Nº 9, sección psicopedagogía: Dossier. (en línea), disponible en www.revistapilquen, 2012 iii Se trata en este caso, de un saber de características muy diferente al saber del especialista que plantea Raul Vidal en su libro Locura y Horror: ¿qué relación? ¿Qué clínica?, (Ed. Brujas, Córdoba, 2010) . En ese texto, el autor hace referencia a la idea de especialidad que remite al discurso médico y expresa que la misma “alude a la concepción de experto y agrega que un saber de experto es un saber que no tiene nada de supuesto”. Podemos agregar nosotros que corre el riesgo de creerse portador de un saber sin fisuras y generar mayor malestar. (por exceso o por defecto se vive la misma situación) iv Una mayor profundización sobre este tema se encuentra desarrollada en el artículo de Bertoldi, Sandra y Porto, María del Carmen. "La asistencia técnica en el nivel medio del sistema educativo ríonegrino: marchas y contramarchas”, en Revista Pilquén Nº 6, sección psicopedagogía. (en línea), disponible en www.revistapilquen, 2010 v Entendemos aquí la instalación de una relación transferencial que permite al sujeto decir sobre su verdad. vi Cuando una persona dice algo evidente u obvio, o bien añade una verdad notoriamente sabida, solemos decir que ha dicho una ‘perogrullada’ o una ‘verdad de Perogrullo’. 9