CELEBRANDO UN CUMPLEAÑOS ESPECIAL 19 de Noviembre de 1842. Son las 5 de la tarde y en la casa de la familia Larrañaga Ramírez, en Madrid, se oye griterío de niños y de grandes. ¿Qué estará sucediendo? Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos cumpleaños feliz Todos gritan: ¡Felicidades, Isabelita! ¡Que cumplas muchos! ¡Sí, y que nos invites siempre! Los niños se ríen. Mientras los niños corrían en la sala, después de felicitar a su amiga Isabelita, los mayores comentaban a su mamá: Doña Amalia : ¡Qué afortunada es usted, Doña Isabel! Su niña es tan educada, tiene tantas dotes con la música, toca tan bien el piano… Doña Isabel: La verdad es que sí, Doña Amalia, la niña tiene mucho talento para la música. Fíjese, hace sólo unas semanas tuve que llevarla a una fiesta y la invitaron a tocar el piano. Ella se sentó con toda ceremonia y deleitó a los asistentes con varias piezas que tocó con esmero y acierto. Claro, luego todos querían besarla, la elogiaban… Ay, sí, ciertamente me siento muy orgullosa de Isabelita. Don Pedro: No es sólo eso, doña Isabel. Antes de que llegaran los niños, quise felicitarla y entregarle el regalo que envió mi esposa. Para resultarle gracioso, pues no la he frecuentado mucho últimamente, le hice un pequeño piropo en francés y… ¡cuál no sería mi asombro cuando me lo agradeció con un acento perfecto en ese mismo idioma! Realmente es una niña inteligente y que aprovecha sus capacidades. Doña Isabel: Me honra usted con sus comentarios, don Pedro. La verdad es que, después del fallecimiento de mi esposo, cuando Isabelita aún no había cumplido los tres años, lo que me ha quedado ofrecer a mis hijos es una educación esmerada en la medida de lo posible. Ya sólo quedan 4 de los 10 hijos e hijas que nacieron fruto de nuestro matrimonio, pero es mi deseo que se formen integralmente, como personas y como cristianos. Doña Elisa: ¡Cuánta razón tiene, doña Isabel! ¿Qué podemos ofrecerles a nuestros hijos si no son unos sólidos valores morales? Mientras los adultos seguían conversando con su mamá, Isabelita jugaba con sus amiguitos en una de las habitaciones de la casa. Martita: Oye, Isabelita, ¿qué sucedió el sábado cuando regresaste a casa? ¿Te regañó tu mamá? Uy, si yo hubiese regalado los vestidos de una muñeca tan linda como la tuya, mi mamá me habría dado una buena, y no me habría regalado más juguetes nunca. Isabelita: Bueno, al principio sí se enfadó un poco. Realmente la muñeca es preciosa y los vestidos eran muy bonitos, pero aquellas niñas que encontramos en la calle, sólo vestían harapos y yo estaba convencida de que las ropas de mis muñecas eran más necesarias para ellas. Mamá siempre me ha enseñado que hay que ser generosos y solidarios, y compartir con los que tienen menos, ¡no podía enfadarse durante mucho rato…! Se oyen risas que se van apagando… Mirad, chicos, acabáis de escuchar lo que podría haber sido aquel cumpleaños de Isabel Alejandra Larrañaga Ramírez. Y vosotros os preguntaréis que quién era. Pues es muy sencillo, y la habéis visto en algunos cuadros por los pasillos del colegio… Sí, esa monjita vestida de negro y de ojos penetrantes que fundó la congregación a la que pertenecen las hermanas que os acompañan en el colegio. Ella, como cada uno de vosotros, también fue niña. Nació en Manila, en el archipiélago de Filipinas, el 19 de noviembre de 1836, hace hoy ¿cuántos años? Excelente, 176 años. Sus hermanos fueron muriendo en aquel lugar y, cuando muere su papá, teniendo ella dos años de edad, sólo 4 de los hijos pueden ir a España con su mamá: Adrián, Alejandro, Natalia e Isabelita. Isabelita fue la que acompañó siempre a su mamá, porque Alejandro y Natalia murieron pronto, y Adrián marchó a tierras lejanas. Como ya escuchabais en la historia, Isabelita fue formada en la fe cristiana, y siempre dedicó tiempo a la catequesis, a visitar y acompañar a los enfermos, fue generosa y compartió cuanto tenía… Ella estaba convencida de que debía ser como Jesús quería que fuese, y así actuó siempre. Ya siendo mayor, tenía muy buena preparación intelectual: hablaba cuatro idiomas, sabía pintar y bordar, tocaba el piano y cantaba muy bien, tenía una buena posición social… pero eso no la llenaba, porque ella quería consagrarse a Dios por completo. Lo hará cuando funde la Congregación de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, el 02 de Febrero de 1877 en Madrid pero… ¡eso ya os lo contaré otro día! ¿os parece? Lo que es claro es que su vida nos enseña que seguir a Jesús, ser sus amigos, nos hace felices, y eso os lo quiero demostrar con una canción.