El desafío de la comunión Fr. José Rodríguez Carballo, ofm Ministro general OFM Allá en 1209, Francisco de Asís, llegaba con un grupo de Hermanos, a los pies del Señor Papa Inocencio III, para que éste aprobara su forma vitae. La vida del Evangelio que ya vivían con simplicidad y alegría, y que querían ver confirmada con la autoridad de la Iglesia. Ochocientos años después, en abril de 2009 (del 15 al 18), se volverían a encontrar los Hermanos en Asís y en Roma, para celebrar “un nuevo Pentecostés franciscano”, al celebrar el segundo Capítulo Internacional de las Esteras1. Allí los Hermanos de toda lengua, raza y región (cf. Gal 3, 28), jóvenes y ancianos, ministros y siervos, sin barreras de obediencias ni de tradiciones, uniformados no sólo por el color más o menos marrón del vestido, sino más bien por el mismo ideal evangélico del único carisma y de los mismos ideales, celebraron la gracia de los orígenes. 1.- Una mirada al encuentro. “Hace ochocientos años”. Lo que se vivió en Asís el año pasado fue un momento eclesial histórico y una ocasión de gracia para toda la Familia Franciscana. Nos reunía el aniversario de la aprobación de la Regla (1209), y con él, el momento fundacional de los Hermanos Menores. Así como en aquel año de la aprobación, esto supuso para toda la comunidad cristiana una concreción del don del Espíritu como modo explícito de seguir a Cristo, esta ocasión del 2009 quiso ser, no sólo para todos aquellos que hemos sido seducidos con la forma de vivir el Evangelio al estilo de Francisco sino también para todos los creyentes, una gracia particular que continúa anunciando a todos la profecía de la comunión. El Capítulo de las Esteras del 2009 fue una oportunidad para volver a encontrar una vitalidad nueva del carisma que contiene el texto de la Regla, el carisma de Francisco de Asís; pero sin quedarnos en él, sino para intentar remontarnos al autor del carisma: El Espíritu, que es el que, en definitiva, llama al seguimiento de Jesús de una forma determinada. Quiso suscitar en los participantes un movimiento dinámico: de los Hermanos allí reunidos a la Regla, de la Regla al carisma de Francisco y por el carisma hecho carne a través de ochocientos años en la vida de los Hermanos al seguimiento fiel de Jesús de Nazaret. De hecho el programa del evento quería hacer este mismo recorrido después de acogernos en este lugar santo dedicado a Santa María de los Ángeles: el testimonio, el ayuno y la penitencia, y la gratitud. El primero fue allá en 1218. Así lo cuenta S. Buenaventura en la Leyenda Mayor: “Con el correr del tiempo fue aumentando el número de los hermanos, y el solícito pastor comenzó a convocarlos a capítulo general en Santa María de los Angeles con el fin de asignar a cada uno -según la medida de la distribución divina- la porción que la obediencia le señalara en el campo de la pobreza. Y si bien había allí escasez de todo lo necesario y a pesar de que alguna vez se juntaron más de cinco mil hermanos (7), con el auxilio de la divina gracia no les faltó el suficiente alimento (8), les acompañó la salud corporal y rebosaban de alegría espiritual” (LM 4, 10). 1 1 Todo en este encuentro hablaba de la fuerza vital de este tronco viejo y nuevo que tiene ocho siglos de historia y de camino evangélico. Las relaciones de los ponentes, las celebraciones de la fe, los gestos simples, pero ricos, de los participantes, los rostros de tantos Hermanos. Todo expresaba el gozo de la vocación y las esperanzas de nuestras fraternidades. Pero sobre todo el encuentro quiso poner de manifiesto un regalo de Dios, pues nos ayudó a tomar conciencia de nuestra comunión en lo esencial, y nuestro respeto en lo accidental y en cada una de la tradiciones de esta gran familia ¿No nos habrá hablado el Espíritu del Señor, verdadero Ministro general, a seguir siendo y a profundizar aún más, en ser una presencia del Evangelio en la Iglesia y en el mundo, ser una parábola de comunión en minoridad? ¿No es éste el punto central de la Regla? ¿No era esto lo que más cerca estaba del corazón de Francisco? Las expectativas que se abrieron con esta experiencia de comunión no fueron sólo para los frailes franciscanos de las diversas obediencias, las Clarisas o los Hermanos Seglares, sino para toda la Iglesia y el mundo, necesitados de la profecía de la Fraternidad y la Minoridad. Seguramente lo que hemos celebrado ha tenido y sigue teniendo posterior influencia en el futuro ¿Pero qué resultados concretos podemos encontrar después de las celebraciones de estos 800 años de vida evangélica según la forma vitae que profesamos en la Regla? Quizás no es que haya nuevos signos concretos, ni nuevos resultados, sino un nuevo espíritu. No debemos buscar quizás nada nuevo, pues tenemos todo lo necesario, tenemos el Evangelio, la Regla, las mediaciones de las obediencias y nuestras tradiciones; pero sí podemos seguir encontrando un modo nuevo con que poder vivirlas: en comunión y respeto, en complementariedad y diversidad, en interdependencia y colaboración estrecha. El hecho mismo de estar juntos los Hermanos reunidos, el conocerse, el celebrar juntos la fe en los altares del franciscanismo, el intercambiar experiencias, el hacer fiesta por el don de la vocación,… todo habla de un nuevo futuro de comunión. Una comunión que se sigue convirtiendo para nosotros en un desafío. 2.- El desafío de la comunión. Creemos, estamos vinculados por el mismo texto de la Regla y el mismo don carismático que iluminó la vida de Francisco; hemos celebrado con gozo y alegría estos ochocientos años de historia de vida evangélica; estamos llamados a vivir, en lo concreto y con modalidades creativamente fieles, una comunión aún más profunda y evangélica. Efectivamente, el secreto del futuro de la vida religiosa y franciscana se encuentra en la comunión. Para ello me gustaría describir aquí algunos rasgos de esta espiritualidad de la comunión, pues nos pueden seguir iluminando en este camino. Sin duda, la Iglesia y el mundo nos hacen, a nosotros los franciscanos, una llamada a hacer concreta la comunión a través de una espiritualidad bien comprensible y una visible praxis de vida. Esta espiritualidad de comunión es ante todo y según palabras del santo padre Juan Pablo II, “una mirada del corazón hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado… es capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y 2 valorarlo como… un don para mí…”2. Y continuaba diciendo el papa como llamada de atención a toda la Iglesia: “No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento”3. Esta misma llamada viene dirigida a nosotros. No podemos caer en la tentación, ante unos tiempos de cambios y de radicales transformaciones a la que está sometida la vida religiosa en general y el franciscanismo en particular, seguir señalando como prioritario y esencial, lo que ha sido fruto de los avatares y las vicisitudes de la historia. Ya no se necesita más el refuerzo de nuestras seguridades extrínsecas para ser un signo profético de comunión en la Iglesia. Se requiere esfuerzo hecho experiencia de todo cuanto es para nosotros central y esencial en el camino de nuestra forma vitae. Debemos vencer toda tentación de división y de contraposición que insidie la vida y el empeño de cada una de nuestras obediencias y tradiciones. En el respeto de la diversidad podemos encontrar la clave para poder entender que la diferencia no es peligro de comunión, sino riqueza de la misma. La Familia Franciscana ha de verse invitada a hacer una opción fundamental por la espiritualidad de las relaciones con todas sus consecuencias para ser “signo e instrumento de comunión”4. Esto significa que, si no somos y nos presentamos en la Iglesia y ante el mundo, si no hacemos visible hoy al Espíritu de Jesús que late en la Regla y que nos hace uno y diversos, y por tanto abiertos, reconocedores, respetuosos… todo cuanto hagamos, por muy auténtico, generoso y justo que nos parezca, puede ser la práctica “insignificante” y por tanto no hacer visible la unión deseada por Cristo como signo de credibilidad y fecundidad5. La Iglesia nos lo ha recordado de muy claro y explícito: “Se pide a las personas consagradas que sean verdaderamente expertas en comunión, y que vivan la respectiva espiritualidad como «testigos y artífices de aquel "proyecto de comunión" que constituye la cima de la historia del hombre según Dios». El sentido de la comunión eclesial, al desarrollarse como una espiritualidad de comunión, promueve un modo de pensar, decir y obrar, que hace crecer la Iglesia en hondura y en extensión”6. Y también: “La comunión que los consagrados y consagradas están llamados a vivir va más allá de la familia religiosa o del propio Instituto. Abriéndose a la comunión con los otros Institutos y las otras formas de consagración, pueden facilitar la comunión, descubrir las raíces comunes evangélicas y juntos acoger con mayor claridad la belleza de la propia identidad en al variedad carismática, como sarmientos de la única vid. Deberían competir en la estima mutua (cf. Rm 12, 10) para alcanzar el carisma mejor, la caridad (cf. 1 Cor 12, 31)7. Pero debemos entender bien, la comunión y la unidad en lo esencial no pueden significar reducir la unidad a uniformidad. Es por ello que la espiritualidad de la comunión nos hace una llamada a tener en cuenta los dinamismos de la pluralidad y la diversidad. La unidad de comunión se realiza en la pluriformidad y en la diversidad, pues ésta es consecuencia de la encarnación de Dios en nuestra historia concreta. La comunión en la fe, en la misma forma de vida que hemos profesado con la Regla, en el testimonio de vida 2 NMI 43 NMI 43 4 LG 1 5 Cf. Jn 17, 20-26; EN 77 6 VC 46 7 Caminar desde Cristo (CDC) 30 3 3 evangélica, no suprime la diversidad de expresiones y realizaciones; al contrario, las genera. Como un árbol que tiene muchas ramas. Como una sinfonía que tiene muchas melodías. Como el cuadro que combina armónicamente muchos colores. La diversidad es un valor positivo. No es el límite de la unidad, es su riqueza y contenido. Por eso, con mucha libertad, podemos decir que así como las formas de vida cristiana no se entienden desde sí mismas y para sí mismas, las distintas obediencias y tradiciones en la Familia Franciscana no se entienden sino desde las relaciones mutuas. Desde esta comprensión relacional debemos seguir caminando desde la circularidad y la reciprocidad y nos ayudará a vencer, si aún existe, toda visión comparativa y jerarquizadota. La pregunta no puede ser ¿en qué nos distinguimos? ¿qué podemos hacer nosotros, qué pueden hacer ellos?. La pregunta es ¿quiénes somos? ¿qué ha querido para todos Francisco de Asís? Desde la identidad podemos descubrir la diferencia, y esto no significa borrar las diferencias o caer en el igualitarismo o uniformismo. ¿Somos o no somos un carisma que enriquece el corazón de la Iglesia? 3.- Haciendo camino: una comunión operativa. La espiritualidad de comunión, patrimonio y tarea de la vida consagrada en general y del franciscanismo en particular, nos lleva a poner el acento en la comunión, a partir de la propia vida, dando forma al tejido de la participación y de la colaboración. Es este el camino que ha ido experimentado las diversas ramas de la Familia Franciscana, como expresión del mejoramiento de sus relaciones. Son muchas las iniciativas comunes que ponen de manifiesto la unidad en lo esencial con el respeto de la diversidad. Son frutos que salen al encuentro de las diversas necesidades, para atender las exigencias de nuestros destinatarios del Evangelio, y ser más significativos en la Iglesia y en el mundo. Quisiera ahora de forma muy sucinta señalar algunas iniciativas de cooperación interfranciscana a nivel y escala universal. Pero además, no quiero dejar de recordar otras muchas iniciativas y formas de colaboración y de comunión interfranciscana a nivel local y nacional, que siguen poniendo de manifiesto este espíritu de comunión: * Conferencia de la Familia Franciscana (CFF) Los miembros de esta entidad son los ministros generales de la OFM, OFMConv, OFMCap y TOR, así como la ministra general de la Orden Franciscana Secular (OFS), y el Presidente de la Conferencia Franciscana Internacional (IFC), es decir, la asociación mundial de las comunidades de la TOR/OSF. Quiere promover la comunión entre todos y orientar y planear iniciativas comunes. Los ministros generales, miembros de esta Conferencia, se relevan en su presidencia. Se proponen reunirse dos veces al año. La Conferencia de los Ministros Generales --que ya existía anteriormente-- sigue funcionando paralelamente. * Instituto Franciscano de Espiritualidad (IFS) en Roma Es un anexo a la " Pontificia Universidad Antoniano” de Roma, instituto que brinda una formación académica y científica y ofrece a los futuros profesores universitarios, formadores y animadores, orientaciones prácticas en el ámbito de la teología espiritual. Allí se reconoce una particular importancia a la transmisión de la espiritualidad típicamente 4 franciscana. El Instituto es regentado por la Orden de los Capuchinos (OFMCap) y la Orden de los Frailes Menores (OFM) ya que la mayor parte de los profesores pertenece a estas dos ramas de la Primera Orden. El Colegio de profesores está complementado por peritos de otras comunidades, lo mismo que por algunos laicos. También podemos destacar el curso para formadores franciscanos que organiza la PUA. * Curso de formación para misioneros en Bruselas. La casa de frailes menores (OFM) de Bruselas, en comunión con las otras obediencias, organiza cada año un curso de formación para futuros misioneros. Los hermanos se encargan de preparar a los frailes de las diversas tradiciones y obediencias, para la misión ad gentes. * Conferencia Franciscana Internacional Abarca las comunidades y congregaciones de la Tercera Orden Regular con oficinas internacionales en Roma. Aproximadamente las 3/4 partes de las 400 congregaciones de la TOR que existen en todo el mundo, son miembros activos de esta Conferencia. Algunos monasterios de hermanas contemplativas de la TOR son miembros asociados. * Franciscans International (FI) Es una Organización No Gubernamental adscrita a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su propósito consiste en promover valores y objetivos franciscanos (= apoyo a los pobres, compromiso en pro de la justicia, de la paz y la reverencia por la creación, etc.) unida a las Naciones Unidas, para intervenir - en conjunto con otras iniciativas y grupos afines - en las cuestiones cruciales para el futuro de la humanidad. * Central Misionera de los Franciscanos, en Bonn, Alemania. La Central Misionera Franciscana constituye un organismo de la Conferencia de los ministros provinciales de Europa Central. Aparte de estos miembros "de oficio", hay otros miembros "asociados", o sea, provincias franciscanas del hemisferio Sur, unidas por vínculos personales o históricos con la Central Misionera Franciscana. Otros ejemplos de cooperación interfranciscana a escala continental o nacional * En América Latina En 1995 existían ocho centros franciscanos en América Latina, cuyo objetivo era servir a la organización y renovación espiritual de la familia franciscana en este continente. Fuera del CIPFE en Uruguay, había Centros Franciscanos en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala, Paraguay y Perú. Igualmente, en Chile, Colombia y México los miembros de la Familia Franciscana crearon su propia organización, sin fundar, no obstante, centros específicos. En Venezuela, existe una organización de Familia Franciscana y un centro de formación. El nivel de colaboración entre las distintas ramas franciscanas y su comunión con los centros varía según los países. Posiblemente tal cooperación funciona mejor en el Brasil. 5 Los centros existentes organizan seminarios, retiros, publicaciones, congresos, programas de formación, grupos de acción en favor de la justicia, la paz y la reverencia por la creación, etc. * Centro Franciscano de Petrópolis (FFB), Brasil Este centro fue fundado con el nombre de CEFEPAL. Sus fundadores percibían con toda claridad que una auténtica renovación tan sólo era factible a condición de que se diera una concentración de todas las fuerzas, llevando a todas las ramas de la familia franciscana a la unidad, no obstante sus diferencias. El Centro se presenta como un foco de nuevos impulsos e ideas, significativos y válidos para toda la familia franciscana que está en el Brasil. En Asia * Instituto Franciscano de Asia (FIA) El Franciscan Institute of Asia fue fundado en 1980, en Manila (Filipinas). Entre los objetivos del FIA aparecen los siguientes: El conocimiento de Francisco y Clara, su visión y su forma de vida, como también el fortalecimiento del movimiento franciscano; transmitir la historia del movimiento franciscano; posibilitar la experiencia de vida franciscana, de su oración y de sus compromisos; investigación de formas franciscanas de servicio a la Iglesia; promover el diálogo con otras religiones en el continente asiático; favorecer la investigación y distribuir publicaciones franciscanas. Todas estas iniciativas, son sin duda, signos de la presencia del Espíritu. Signos que refuerzan nuestra identidad y pertenencia, al mismo tiempo que manifiestan la riqueza de nuestro Patrimonio común, para el bien del mundo y de la Iglesia. El carisma franciscano se presenta hoy como un “estímulo a vivir, a imagen de la Trinidad, en la unidad que Jesús ha querido y suplicado al Padre para todos sus discípulos” 8. Es necesario que los signos de esperanza sean valorados y profundizados. La Familia franciscana y todos cuantos profesamos la Regla del padre san Francisco, tenemos delante de nosotros el reto y el desafío de la comunión, de una tarea común y en comunión a favor del Evangelio, de la Iglesia, de la Vida Consagrada y del hombre de hoy. Comencemos hermanos … en comunión. 8 VC 101 6