EL ROMANTICISMO El Romanticismo abarca aproximadamente todo el siglo XIX. No obstante, es posible encontrar artistas anteriores que anuncian el Romanticismo y románticos que viven y trabajan hasta bien entrado el siglo XX. El Romanticismo tiene mucho que ver con los poetas alemanes que escribieron alrededor de 1800, Hölderlin, Novalis, Richter... Ante todo se oponen a las ideas clásicas precedentes. Los artistas románticos amaban la naturaleza, la libertad de sus sentimientos, lo fantástico, lo enigmático, las leyendas, lo que está fuera del límite de lo simplemente humano. Querían ser sinceros con sus impulsos creadores hasta el punto de que llegaron a considerar a la obra de arte y al artista como algo casi sagrado. Beethoven, que componía muchas veces al aire libre, se expresó así en una ocasión: "Me preguntaréis de dónde extraigo mis ideas. No puedo decirlo con seguridad: acuden a mí sin ser invitadas. Podría casi tomarlas en mis manos, en plena naturaleza, en los bosques, durante mis paseos, en el silencio de la noche, con los primeros albores. Las despiertan estados de ánimo que, en el caso del poeta, se transforman en palabras, y en el mío, en sonidos que resuenan, rugen y gritan hasta que, por fin, se convierten para mí en notas". EL LIED Uno de los mejores vehículos para la transmisión de las ideas románticas fue el lied. Un lied (en plural lieder) es un poema cantado por una voz solista con acompañamiento de piano. Después pueden encontrarse lieder acompañados con orquesta. Los románticos compusieron piezas de gran belleza, para voces y orquesta, fuera del repertorio operístico. Los compositores que prestaron más atención al lied con piano fueron Franz Schubert (17971828) que compuso más de 650; Robert Schumann (1810-1856); Carl Loewe (1796-1869); Johannes Brahms (1833-1897) y Hugo Wolf (1860-1903). Al final del siglo, y ya entrado el siguiente, es habitual el lied con orquesta. Gustav Mahler (1860-1911) es su mejor representante. Compuso series de lieder con acompañamiento orquestal como la titulada “La canción de la tierra”. Arnold Schoenberg escribió Gurrelieder, para voces y orquesta, en un lenguaje posromántico. LA MÚSICA PARA PIANO En este instrumento llevaron a término la liberación de sus sentimientos mediante piezas pequeñas de formas totalmente novedosas y libres. Si antes se llamaba variaciones o sonatas a las piezas de piano, en el Romanticismo aparece el nocturno, el preludio, el intermezzo, el impromptu, el capricho, la romanza y la balada. Algunos músicos se expresaron con el piano: Schumann, Schubert, Mendelssohn y Liszt. El caso del polaco Frederick Chopin (1810-1849) es muy particular: se expresó casi siempre con el piano. LA SINFONÍA Los románticos no tenían límites ni se contentaban con quedar encorsetados en una forma de expresión. Así como el piano fue un lugar para dejar escritas emociones íntimas y apasionadas, la orquesta les resultó muy útil para pintar de forma grandiosa otros estados de ánimo. Durante el siglo XVIII se había establecido claramente la composición de la orquesta (sección de cuerda, viento madera y viento metal). En el XIX se la refuerza con mayor número de instrumentos y con un grupo estable de percusión. A veces también se introduce un coro. Las orquestas son cada vez mejores y los compositores les pueden pedir tocar música más difícil. Una sinfonía es un esquema de sonata en cuatro movimientos inventado directamente para orquesta. Siguiendo más o menos este esquema establecido, los clásicos compusieron una gran cantidad de ellas (Haydn escribió 108 sinfonías; Mozart 41, Boccherini 30; Johann Christian Bach 90...). La sinfonía romántica es más grandiosa y construida con una forma más libre. Si una pieza pianística puede compararse con el poema de un escritor, la sinfonía se podría equiparar a una novela. Schumann y Brahms compusieron cuatro sinfonías; Mendelssohn cinco; Schubert ocho; Bruckner nueve, Mahler diez. EL POEMA SINFÓNICO Hector Berlioz (1803-1869) compone en 1830 su “Sinfonía Fantástica”, donde se sigue más o menos un cierto hilo argumental. Cuatro años más tarde escribe “Harold en Italia”, una sinfonía con viola solista que se le ocurrió mientras leía un libro de Lord Byron. Cinco años después creó “Romeo y Julieta” con orquesta, solistas y coro, obra a la que denominó "sinfonía dramática”. Además de poner título a una sinfonía (no solo numerarla), se toma como referencia un argumento o unas ideas literarias. A este tipo de música se le llama música programática, pues sigue un programa. Con Franz Liszt (1811-1886) este tipo de obra adopta un solo movimiento y se denomina poema sinfónico. Algunos muy interesantes de Liszt son Mazzepa, La batalla de los hunos, Hamlet y Orfeo. El poema sinfónico podría ser el equivalente, a la música de una película sin las imágenes. De hecho, hoy en día puedes escuchar fácilmente una banda sonora en CD. Esa música es, en realidad, sin la película, música programática porque se puede imaginar el argumento mientras se escucha. Uno de los últimos románticos, Richard Strauss (1864-1949), compuso algunos de los más famosos poemas sinfónicos como “Así habló Zarathustra”, “Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel” o “Don Quijote”. LA MÚSICA DE CÁMARA La música de cámara fue lo que menos practicaron los compositores del Romanticismo, pues no les resultaba un terreno tan íntimo como el piano o el lied ni tan impresionante como la gran orquesta. Muchos músicos, como Berlioz o Liszt, no compusieron nada para pequeño grupo. Fueron los primeros románticos, Schubert, Schumann y Mendelssohn, quienes cultivaron sobre todo el cuarteto de cuerda, Pero existe una excepción, la de Johannes Brahms (1833-1897) quien compuso 24 obras de cámara: cuartetos de cuerda, sextetos, tríos y cuartetos con piano, sonatas para violonchelo, etc. EL DRAMA MUSICAL ALEMÁN El poema sinfónico, el lied y la música programática fueron algunos géneros que interesaron mucho a los músicos románticos por la relación que mantienen con la literatura. No es de extrañar que la ópera les parezca también muy tentadora para reflejar en la escena los argumentos, las leyendas y los personajes de fantasía que tanto les atraían. Hasta entonces Alemania no había tenido una importante tradición operística. Fue Carl Maria von Weber (1786-1826) quien escribió la primera ópera importante en alemán, “El Cazador Furtivo”. Después seguiría este camino Richard Wagner (1813-1883). Las óperas alemanas suelen tratar temas medievales o de cuentos de hadas, con personajes fantásticos, héroes, dioses y seres mitológicos siempre en un entorno de leyenda y fantasía. Wagner trató todos estos temas dando a sus óperas forma de drama musical. El drama musical consiste en dar unidad al desarrollo de la obra haciendo que sea continuado, evitando la tradicional división de la escena en arias, recitativos... Wagner empleó el leitmotiv. Cada personaje de la ópera tiene un leitmotiv, una melodía que le caracteriza y que suena con cada aparición de ese personaje. Una ópera wagneriana era algo así como una película hoy en día: el público iba al teatro a ver con todos sus sentidos el desarrollo de un argumento con música y muchos efectos especiales. Algunas de las óperas más impresionantes de Wagner son Tristán e Isolda, Tannhäuser, Lohengrin, La walkiria, Sigfrido o El ocaso de los dioses. Al hablar del poema sinfónico mencionamos a Richard Strauss. Sus lieder y sus óperas están entre las obras más importantes del Romanticismo tardío (Elektra, Salomé, El caballero de la rosa). LA ÓPERA ITALIANA Italia no se interesó demasiado por las ideas de los románticos, por eso siguieron fieles a su forma de hacer ópera, que era una de las expresiones musicales que más les gustaba. El XIX es el siglo del esplendor de este género en Italia. Surgieron figuras de la talla de Gioacchino Rossni (1792-1868); Giuseppe Verdi (1813-1901); Vincenzo Bellini (1801-1835); Gaetano Donizetti (1797-1848) o Giacomo Puccini (1858-1924). EL BALLET El ballet romántico se manifiesta a comienzos del siglo XIX a través de varias tendencias, de las cuales la más famosa ha sido el ballet blanco, llamado así por los vaporosos trajes blancos empleados por las bailarinas. La apoteosis de este tipo de baile fue “Giselle”, de 1841, cuya música fue compuesta por Adolphe Adam (1803-1856). Hasta entonces lo importante de un ballet eran los bailarines y las coreografías de su director o directora. Los compositores no eran muy destacados. La llegada del ruso Pietr llich Chaikovsky al mundo del ballet cambió esta situación. Su música de El lago de los cisnes, La bella durmiente o El Cascanueces, estrenados en San Petersburgo, son auténticas obras maestras. Después, la escuela rusa de ballet se extendería por todo el mundo. LOS PRIMEROS NACIONALISTAS El romanticismo extendió su influencia sobre Europa, pero es sobre todo un movimiento alemán. Muchos compositores del resto de países comenzaron a sentir amenazada su identidad musical por ese predominio germano. Por este motivo van a aparecer algunas corrientes musicales nuevas. Una de ellas dará lugar a una música construida con elementos del folclore de cada país. Esto es conocido como nacionalismo musical. ALGUNOS COMPOSITORES NACIONALISTAS Rusia Mihail Glinka, Modest Mussorgsky Chequia Bedrich Smetana, Leos Janácek Noruega Edvard Grieg Dinamarca Carl August Nielsen Finlandia Jan Sibelius Inglaterra Sir Edward Elgar España Isaac Albéniz, Enrique Granados, Manuel de Falla LOS DIRECTORES Cuando vemos un concierto de una orquesta o un coro observamos que el director es un personaje que mueve los brazos al que todo el mundo observa atentamente. La labor de un director de orquesta o de coro se puede resumir así: • Marcar el tempo con todas sus variantes: cambios de velocidad, ritardandos, accellerandos... • Vigilar e indicar las entradas correctas de los instrumentistas o cantantes. • Indicar las intensidades con todas sus variaciones: crescendo, diminuendo, cambios bruscos de matiz. • Coordinar los diferentes grupos tímbricos para que todo suene con la claridad y el equilibrio deseado. • Detectar los errores de ejecución y ayudar a solucionarlos. Para todo ello, además de una formación musical que le permita conocer los instrumentos y las voces, ha de trabajar una técnica que le permita hacer todo lo anterior mediante el uso de gestos. Por supuesto, la mayor parte del trabajo del director se realiza durante los ensayos. En el año 790 a. C. Se escribió en una tablilla griega: "el que da el tiempo marca con una vara hacia arriba y hacia abajo con movimientos iguales para que así todos sean capaces de ir a la vez". Desde entonces ha evolucionado mucho la forma de dirigir a un conjunto. En el Barroco solía ser frecuente dirigir dando indicaciones desde el teclado que realizaba el continuo o desde el asiento de primer violín, quien, con los movimientos de su arco guiaba en el pulso a los demás músicos. Es hacia 1790, en la ópera de Turín, donde hay un direttore dell'orchestra subido sobre un podio. En 1822 fue Hippolyte Chélard quien dirigió por primera vez la orquesta filarmónica de Londres con una batuta, Hacia 1880 el papel fundamental de los directores era ya reconocido por todos los músicos. MÚSICA CON AIRE NUEVO. GABRIEL FAURÉ Al finalizar la guerra franco-prusiana, se funda en Francia la Sociedad Nacional para la Música Francesa. Tenía como objetivo ayudar a los compositores franceses para que se pudieran interpretar sus obras, Como resultado aumentó el número de composiciones sinfónicas y de cámara. Todo lo que simbolizaba la Sociedad, en un principio fue muy cercano al nacionalismo, ya que se pretendía renovar la música del país. Una de las líneas de este resurgir de la música francesa nacionalista fue la que representó Gabriel Fauré (1845-1924), uno de los fundadores de la Sociedad. Fue alumno de Saint-Saëns, ocupó varios cargos como organista y por último fue profesor de composición y, dirigió el Conservatorio de París. Fauré no compuso apenas música para orquesta, ninguna sinfonía ni concierto. Solo un réquiem de gran belleza con orquesta y coro, y dos óperas, Prometeo y Penélope, sobre temas de la Grecia clásica. Destaca sobre todo en la música de cámara, canciones y música para piano. A veces se dice que la música de Fauré es "helénica" porque recuerda los principios artísticos de los antiguos griegos: equilibrio, claridad, serenidad, moderación...