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AUTBERT, Germain Blanc, f. 25 – 5 – 1961
Hubo otro Hermano en la Provincia con el nombre Aubert; solamente una t de
diferencia, atravesada en medio y... muda. Ver B. I. 195.
Germain Blanc nació el 28 de octubre de 1886 en un pueblecito de Los Alpes:
Bonneval-sur-Arc, de la Antigua Saboya, en el Departamento de Hautes Alpes,
cerca del Mont Blanc. Más allá, sólo estaban la montaña, las nieves eternas, el
cielo. Todo respiraba elevación, pureza, como el alma del pequeño Germain.
En abril de 1899, cuando aún no cumplía 13 años, entró al juniorado de Saint
Paul. En él se hizo notar por su buen voluntad y tesón en cuanto emprendía. Era
además, uno de los más inteligentes y aplicados del grupo; su acento de
Saboyano, francés puro, resaltaba entre los demás juniores del mediodía francés.
Su carácter sereno y nada turbulento, le atrajo más de una reprensión... por
ensimismado y distraído.
Postulante allí mismo, tomó el hábito en diciembre de 1901. Su noviciado se vio
interrumpido por los acontecimientos de 1903. Leyes persecutorias y el dilema
trágico: volver atrás o la expatriación. Generosamente hizo el sacrificio y atravesó
el océano con la pléyade de Hermanitos que así salvaron su vocación.
En Jacona terminó su noviciado y allí mismo recibió su primer nombramiento: San
Cristóbal Las Casas, Chiapas. Varios días en ferrocarril hasta Tehuantepec, luego
a caballo y en Juchitán en compañía del H. Fimbert, joven como él, se les acabó el
poco dinero. La caridad del Sr. Cura los socorrió con un buen peso y hubo de
seguir el viaje en pesada carreta, tirada por lentos bueyes. El viaje, ya largo, se
prolongó en esa forma, una semana, comiendo y durmiendo a la buena de Dios lo
que encontraban en el camino y en donde los sorprendía la noche. El H. Pedro
Damián acogió a los dos hermanitos que le llegaban de refuerzo. El H. Fimbert
volvió a ser H. Luis Azéma y el H. Autbert, H. Estanislao.
El H. Estanislao Blanc permaneció allí diez largos años, cosa rara entre los
jóvenes de ese tiempo que solían cambiar cada año. La vida era pobre en San
Cristóbal, pero el fervor, la alegría y la dicha, grandes. Siempre recordó más tarde
con agrado sus años en Chiapas. Los alumnos guardaron de él grato recuerdo y lo
buscaban en México como H. Estanislao. Profesor dedicado y celoso, subdirector
más tarde, tuvo que ver en el inicio e la vocación del único Hermano chiapaneco,
el H. Tomás Zepeda Rincón.
La guerra europea y nuestra revolución impusieron el cierre de esta obra tan bella
y prometedora. El H. Blanc, que sólo había interrumpido su estancia en Chiapas
para participar en el retiro de su profesión perpetua en diciembre de 1909, volvió a
emprender nuevamente viaje tan penoso y largo de 15 días, esta vez
definitivamente.
En La Capital ayudó en el Luz Saviñón y en La Perpetua. En 1915 hubo de acudir
al servicio de la patria, no en el campo de batalla que no iba de acuerdo a su
carácter, sino en el de control postal en Burdeos. Monótonos pasaban los días en
esta tediosa labor. Un hecho vio a romper esta monotonía. Inadvertidamente abrió
y quizás censuró la correspondencia personal del Señor Embajador de España,
Quiñones de León. Hubo reclamación oficial, explicaciones y excusas...;
advertencias y sanciones, no muy severas por cierto. Germain Blanc era incapaz
de un crimen, aunque sólo fuera de carácter diplomático.
Terminada la guerra, siguió los cursos del Segundo Noviciado intensivo, de sólo
tres meses, y realizó su primera y última visita a su familia y a su patria. No por
desamor, sino más bien por su carácter retraído y pusilánime, o mejor, como
motivo decisivo, su espíritu personal de pobreza y desprendimiento. Había que
verlo leer y releer a media voz, la carta recibida de su hermano Roberto, ingeniero
agrimensor, sentado en el jardín y luego..., preparar su carta anual, sólo una, en
borrador leído y releído y finalmente escrito con letra temblorosa.
A su vuelta a México fue destinado a la Preparatoria, entonces ya en la Avenida
Morelos 30. Estuvo allí hasta el traslado al edificio actual del CUM en la Colonia
del Valle. Aquí permaneció aún ocho años. En total, treinta y seis años de
magisterio tesonero y oscuro, pero eficaz y meritorio, en las ciencias Biológicas y
Francés. No poseía el don de la palabra fácil y fluida, pero en cambio, su tesón y
dedicación la hacían fecunda, pues metódico y exigente como era, sus discípulos
aprendían.
Resúmenes mimeografiados y montones de hojas y cuadernos, todo revisado a
conciencia, y a intervalos, su expresión ante los errores... “¡cochon d’avocat!” –
intraducible-, pues entre sus alumnos, estos se distinguían por su
despreocupación. La enseñanza del Francés era para él un apostolado en pro de
la cultura de su patria. Otra de sus expresiones al cruzar alguno de sus alumnos,
era “¿Sais-tu ta poésie?”
Su falta de elocuencia no era motivo para omitir o recortar su catecismo.
A veces recurría a la lectura de un libro adecuado. Más que la palabra, era
elocuente la personalidad y el ejemplo del maestro.
Hermano marista a carta cabal, a las virtudes de humildad, sencillez y modestia,
connaturales en él dado su carácter, se unía una fidelidad delicada a los ejercicios
de comunidad. Su pobreza al parecer excesiva, y su parquedad en la
alimentación. Le costaba comprender la vida moderna, pero respetaba y sonreía
benévolamente con otra de las frases de su repertorio: “¡se ve que están
contentos!”
Los años pasaron: la adaptación juvenil a un mundo nuevo, la revolución y la
guerra, la persecución religiosa, la escuela socialista, el traslado de la casona del
Morelos al moderno y amplio edificio del CUM. A todo se amoldaba, prosiguiendo
su propia vida. Pero llegó el tiempo de la ancianidad, del retiro de la vida activa.
En 1951 se celebraron sus Bodas de Oro de vida religiosa. Su oído se hacía cada
vez más duro: “¡No sé qué dicen!” Su andar se hizo penoso y cansado. En 1953
empezó a padecer algunos ataques cerebrales de los que solía reponerse pronto,
pero que volvían a repetirse.
A finales de 1955 pasó en descanso a Tlalpan. Al principio dio algunas clases de
francés a los postulantes, pero hubo de dejarlas. Su piedad se acentuó, sus
rosarios y sus visitas al Santísimo se multiplicaron. Rezaba multitud de oraciones
indulgenciadas para ayudar a las almas del purgatorio.
En 1961 debía celebrar sus Bodas de Diamante (sic)con los Hermanos Felice,
Balmey y Dauphin. Las celebró en el cielo junto con el H. Felice.
El 25 de mayo de 1961, Dios lo llamo a la recompensa. Fue en la Clínica San
Rafael a donde había pasado a causa de una crisis nerviosa y psicológica que
precipitó el fin. El P. Champagnat no habrá tenido problemas para reconocerlo
como un auténtico Petit Frère de Marie.
Tenía 76 años y 58 de vida religiosa.
Fuente: Ecos de Familia V. 410.
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