relatividad

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LA RELATIVIDAD DE EINSTEIN
Cada vez se va haciendo más improbable la idea de encontrar vida fuera de la
Tierra dentro del sistema solar, y por otra parte tampoco parecen encontrarse
señales de que existan civilizaciones en otras zonas de nuestra galaxia más o
menos próximas, así que la literatura y el cine suelen recurrir a naves
extraterrestres procedentes de galaxias remotas y a viajes de astronautas a zonas
lejanas
menos
conocidas
y
por
lo
tanto
más
misteriosas.
Sin embargo, la teoría de la relatividad de Einstein, hoy en día
sobradamente demostrada y prácticamente no cuestionada por nadie importante
dentro del mundo científico, limita mucho la posibilidad de desplazarse por el
espacio, porque marca un límite a la velocidad: por mucho que avance la
tecnología, ninguna nave espacial podrá nunca desplazarse a una velocidad
superior a la de la luz, 300.000 Kilómetros por segundo. A velocidades cercanas a
la luz, un incremento de la energía no se traduce en un incremento de la velocidad
sino de la masa. Si "apretáramos el acelerador" de una nave espacial que viajara
a una velocidad próxima a la de la luz, seguiríamos desplazándonos a la misma
velocidad, pero la masa de la nave aumentaría y además su longitud se reduciría
en la dirección del movimiento, la nave se haría más pesada y achatada. Esto
parece ilógico porque en la vida cotidiana nos movemos a velocidades
infinitamente más pequeñas a la de la luz y no podemos percibir esos efectos, sin
embargo sí se han observado y demostrado en partículas subatómicas que se
mueven
a
grandes
velocidades.
Por lo tanto, viajar a planetas que distan cien años luz de la Tierra, por
muy sofisticada que sea la tecnología, llevaría como mínimo cien años (y cien
años luz no es una distancia muy grande, ni mucho menos, para las magnitudes
que se suelen barajar en astronomía). Esto supone un golpe bastante fuerte para
los que creen que naves extraterrestres de otras galaxias están dando vueltas a
nuestro alrededor y abduciendo a la gente, sin embargo les da también alguna que
otra salida: el tiempo en la teoría de la relatividad no es absoluto, sino que pasa
mucho más despacio para aquél que se mueve a grandes velocidades, y no pasa
para el que viaja a la velocidad de la luz. La luz de una estrella que esté situada a
mil años luz de la Tierra tarda mil años en llegar para un espectador situado en la
Tierra, pero si pudiéramos acompañar al rayo de luz en su trayecto, tendríamos la
sensación de haber atravesado instantáneamente esa distancia de mil años luz.
Para alguien que viaje a la velocidad de la luz el tiempo no transcurre, por lo tanto
se podría viajar hasta una distancia teóricamente infinita. Sin embargo esto tendría
algún que otro efecto secundario: la masa del astronauta se haría infinita y su
longitud se haría cero, es decir, el extraterrestre que nos visitara desde un planeta
situado a un millón de años luz de nosotros, tendría que pasarse viajando un
millón de años o bien tener un organismo capaz de aguantar los aumentos
brutales de masa y la disminución de tamaño que suponen el viajar a velocidades
próximas a la de la luz; por otra parte la Tierra en la que aterrizaría sería la actual
y no la poblada por homínidos anteriores al Homo Sapiens que él había visto
desde su planeta. Es probable que a la hora de aterrizar chocara con algún avión
cuya existencia difícilmente podía haber previsto. Mantener cualquier tipo de
relación o de contacto con seres extraterrestres que habiten planetas de galaxias
remotas sería muy difícil, por no decir imposible, en la práctica.
La relatividad sí abre la puerta de los viajes en el tiempo pero en un solo
sentido: del pasado al futuro y nunca al revés. Si se consiguiera de alguna forma
evitar que las aceleraciones necesarias para poner una nave a una velocidad
comparable a la de la luz no destruyeran al vehículo ni a sus ocupantes, un
astronauta podría darse un paseo por el espacio a enorme velocidad y luego
volver a la Tierra: para él habría sido un viaje de pocos meses o incluso días, y en
la Tierra podrían haber transcurrido siglos. Podría conocer a sus tataranietos;
conocer a sus tatarabuelos es más difícil: tal vez sería posible viajando a una
velocidad mayor que la de la luz, de esa forma podría ir hacia atrás en el tiempo y
aterrizar antes de despegar. Pero de nuevo, la imposibilidad de viajar a una
velocidad mayor a 300.000 Km/s destruye los sueños de los escritores de cienciaficción.
La solución que algunos ven a la limitación de velocidad estaría para los
más imaginativos en el gran enigma que plantean las teorías de Einstein: los
agujeros negros. Un agujero negro es una estrella apagada cuya masa se ha
agrupado, debido a la atracción gravitatoria, en un volumen ridículamente
pequeño. La densidad es tan elevada que el campo gravitatorio en los alrededores
de un agujero negro absorbe cualquier cosa que pase por allí, incluyendo la luz y
cualquier tipo de radiación. La presencia de un campo gravitatorio fuerte tiene el
mismo efecto que el viajar a una velocidad muy elevada: ralentiza el tiempo. En el
caso de un agujero negro, un campo tan inmenso podría llegar incluso a hacerlo
retroceder. Se puede especular con que, a la salida de un agujero negro, un
astronauta podría aparecer en cualquier lugar del espacio, en cualquier momento
del tiempo y quien sabe si en otro universo distinto; por lo tanto los extraterrestres
de otras galaxias podrían utilizarlos como medio de transporte para visitarnos. Sin
embargo, resulta totalmente ilógico pensar que ningún tipo de forma de vida
pudiera sobrevivir a la atracción gravitatoria de un agujero negro sin aplastarse y
desintegrarse automáticamente. Para creer en contactos con los extraterrestres, o
en viajes en el tiempo, no queda más remedio que recurrir a la fé.
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