CARMELO ALONSO BERNAOLA

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DOSSIER DE PRENSA
-23 de Junio de 2006-
LA OBRA COMPLETA DEL MÚSICO Y COMPOSITOR
CARMELO BERNAOLA SE DEPOSITA EN BIZKAIA
El Archivo de la Diputación Foral de Bizkaia acoge la gran obra de Carmelo
Alonso Bernaola (1929 -2002), uno de los más relevantes músicos de la
segunda mitad del siglo XX. A partir de ahora, el importante legado de
este artista excepcional y figura internacional, podrá ser consultado por
investigadores y estudiosos en el lugar que el desaparecido compositor
más añoraba: Bizkaia.
Con la firma, tanto de la familia del desaparecido compositor como de la
Diputación Foral de Bizkaia, se formaliza ya el depósito, cuidado y manejo en el
Archivo de esta Institución Foral de la gran obra de Carmelo Alonso Bernaola
(1929 – 2002):
Uno de los más relevantes músicos de la segunda mitad del siglo XX, no solo de
Euskadi sino de todo el Estado español, ya que pertenece a la llamada Generación
del 51 de la música hispana, además de haberse convertido en un artista de gran
proyección internacional.
El depósito de la obra completa, va a posibilitar al Departamento Foral de
Cultura, la conservación de estos valiosos originales que, tras el correspondiente
proceso de catalogación, digitalización y tratamiento especializado, va a estar a
disposición de quienes quieran conocerla, bien para interpretarla o simplemente
estudiarla.
En definitiva, un Fondo Musical de gran trascendencia como lo ha sido la creación
de este compositor: extensa, variada y de gran valor, con una nutrida producción
sea en el sinfonismo, camerística y otros géneros, o en la música aplicada sobre
todo para el cine, radio y televisión.
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Un breve apunte hacia su vida y obra
Carmelo Alonso Bernaola, cuya obra se ha escuchado en los cinco continentes,
nació en la localidad vizcaína de Otxandio en 1929. Su preparación se inició en
Burgos con Amoreti, luego en Madrid con Calés, Massó, Blanco y especialmente con
Julio Gómez.
La carrera conservatorial de Bernaola ha estado jalonada de premios y distinciones
pero fue el Premio de Roma, en 1959, lo que le deparó la posibilidad de ampliar sus
estudios durante un trienio en Roma, Siena y Darmstadt.
Esta formación le pondría en “la hora europea” bajo la dirección de Maderna y
Petrassi, en Composición; Lavagnino, en Música para Cine, y Celibidache, en la
Dirección de Orquesta.
A tan extraordinario curriculum académico se une su especialización como
instrumentista. Un añadido importante de su personalidad como creador y artista,
incluso en su proyección pedagógica, lo constituirá su participación en otras
disciplinas, particularmente en el cine, el teatro y artes plásticas.
Premios y distinciones
El catálogo de su obra es extensísimo y abarca un amplísimo muestrario que va
desde su espléndida labor sinfonística y la sinfónica a la de ámbito camerístico,
construida sobre las más plurales combinaciones. Dentro de la música aplicada a
otras artes puede consignarse su trabajo continuado en las bandas sonoras para el
cine o la televisión así como las piezas creadas con ocasión de algunas
exposiciones.
Sin salirse del campo del cine, no hay que olvidar que Bernaola obtuvo tres Premios
del Círculo de Escritores Cinematográficos, dos Premios Nacionales y el Premio
Goya 1989, además de impartir música para cine en la Universidad de Valladolid.
En lo que respecta a la “gran música” o música de creación personal, numerosos
festivales, centros, ciudades y fundaciones han solicitado obras de la mano del
maestro como: Granada, Barcelona, Madrid, Cuenca, la Sinfónica de RTVE, la
Sinfónica de Dallas, la de “Arturo Toscanini” de la Emilia Romagna, etc.
Como corresponde a tan eximia personalidad artística, Carmelo Bernaola ha
recibido a lo largo de su vida numerosas distinciones tales como: Premios
Nacionales de Música 1962 y 1992, la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes,
Premio Sabino Arana, Medalla de Oro de la Ciudad de Vitoria-Gasteiz, Hijo Adoptivo
de Medina de Pomar, localidad en la que vivió años juveniles, Miembro Numerario
de la Real Academia de Bellas Artes de Granada y Doctor Honoris Causa por la
Universidad Complutense, entre otros tantos reconocimientos.
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A ellos habría que añadir el acto de homenaje ofrecido por la Diputación Foral de
Bizkaia en noviembre de 1999 así como la distinción, ya póstuma, de “Bizkaiko
Seme Bikaina”, también por esta Institución Foral.
Su gran obra ahora en Bizkaia
El hecho de que Carmelo Bernaola haya cedido el conjunto de su obra a
Diputación Foral de Bizkaia, como se ha cumplido tras su fallecimiento por medio
su esposa Maria del Carmen Ruiz es, asimismo, un gesto más que pone
evidencia el amor del músico por el País Vasco y, más particularmente, por
Bizkaia natal.
la
de
en
su
Como se recordará, por razones diversas él hubo de residir fuera de nuestro
Territorio, al que visitaba siempre que tuviera ocasión y, con la mayor frecuencia,
con motivo de los partidos del Athletic, como es de dominio público.
Su pasión por la tierra, por el Athletic y por el euskera vizcaíno eran parte de los
síntomas más conocidos de su innegable vasquidad, cualidad ésta reconocida
incluso de forma “quasi-oficial” por sus propios biógrafos.
Esta condición de vasco iba unida a la de su internacionalidad. Así, el propio Tomás
Marco, en una biografía temprana sobre Bernaola, publicada en 1976, escribía:
“Bernaola supone, además, un punto de entronque con los movimientos más
recientes que reivindican las culturas regionales. Vasco por los cuatro costados,
nuestro compositor no renuncia a las raíces de su cultura ni a sus más profundos
entronques sin que por ello la obra se resienta de tradicionalismo o caiga en una
cierta provincialidad. El lenguaje y el aliento creativo de Bernaola tienen vuelo
universal (…) y su base más profunda es íntimamente vasca”.
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CARMELO ALONSO BERNAOLA
(1929 - 2002)
Vida y obra
Carmelo Alonso Bernaola nace en Otxandio el 16 de julio de 1929. Su
padre tenía ascendientes burgaleses y su madre procedía de Dima. Entre
sus recuerdos infantiles, Carmelo conservó toda su vida el de la lectura de
páginas del Quijote por parte de su padre, quien a su vez obligaba a la
madre a hablarle al hijo en euskera. En la guerra del 36, tras el bombardeo
de Otxandio por los franquistas (que, por cierto, pilló al niño Carmelo en
plena calle junto a un amigo) y a punto de que esas tropas entraran en la
localidad, la familia Alonso Bernaola marchó hacia las inmediaciones de
Bilbao. Más tarde, estando ya las tropas cerca de la capital vizcaina, se
trasladó a Medina de Pomar, en donde Carmelo permanecería hasta 1946.
En esta localidad burgalesa, Carmelo, de ocho años, inició sus estudios
teóricos musicales junto al de varios instrumentos, formando parte, para los
trece años, de un trío y de la banda municipal. Asimismo, componía
pasacalles, valses, marchas, dianas y otras piezas. A los quince años
comienza a tener contactos con maestros de Burgos. Cuando la familia se
establece en esta capital, Carmelo inicia los estudios de armonía con
Amoreti, maestro de capilla de la catedral y director del Orfeón Burgalés,
así como prosigue los estudios de clarinete y piano con Manuel Martín, que
había iniciado cuando vivía en Medina.
Al llegar al servicio militar, opositó en Madrid para músico militar, siendo
destinado a Burgos, en cuya Orquesta Sinfónica obtuvo, en 1949, la plaza
de clarinete. En 1951 es destinado a la Banda del Ministerio del Ejército en
Madrid. Prosigue sus estudios oficiales en el Conservatorio madrileño,
donde cursa el último año de armonía con Enrique Massó, obteniendo el
Premio Extraordinario. Cursa también otros estudios con Julio Gómez,
Calés y Blanco, al mismo tiempo que trabaja como clarinetista en la Banda
Municipal.
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Obtiene las máximas calificaciones y galardones académicos: Premios de
Clarinete y de Contrapunto y Fuga, Premio Extraordinario de Música de
Cámara, Premio Mozart de Composición, todos ellos en 1956, y Premio
Extraordinario de Composición, en 1958.
Como apunta el biógrafo José Luis Garcia del Busto, en estas fechas
Bernaola tuvo “los primeros atisbos sobre el método dodecafónico de
Schönberg y se interesó por los grandes clásicos del siglo XX: Bartók,
Strawinsky y, acaso en mayor medida, Hindemith”. Influencias que
aparecen en su primer Cuarteto de Cuerda, de 1957, obra que le reportó el
Premio Nacional de Música, en 1962.
En 1959, año en que se casa con María del Carmen, se dan dos casos
importantes: su asistencia a los cursos de Compostela, donde trabaja con
Alexander Tansman y André Jolivet, lugar en el que el maestro Stoutz,
director de la orquesta de cámara de Zürich, le sugiere que componga un
concierto para violín y cuerda, por una parte; por la otra, la obtención del
Gran Premio Roma, en diciembre, lo que hará que en febrero de 1960 los
Bernaola se trasladen a la Ciudad Eterna, donde Carmelo estudiaría con
Petrassi y se relacionaría con músicos como Pan, Evangelista, Peixinho,
etc.
En los Cursos de Nueva Música de Darmstadt recibiría lecciones de Bruno
Maderna, que prorrogaría en posteriores contactos en Roma. Asimismo, en
estos años pasa por las clases de Messiaën, donde toma conocimiento de
obras de Stockhausen, Boulez, etc. Acude también a la Academia Chigiana
de Siena, donde recibiría de mano de Lavagnino magistrales enseñanzas
sobre la música cinematográfica, nociones que le servirían en su futuro
como autor de bandas sonoras.
En Siena estudia dirección con Celibidache, con el que, luego, le uniría una
estrecha amistad a lo largo de su vida. “Su concepto (el del maestro
rumano) de la fenomenología musical, sus observaciones sobre la
instrumentación, y las interrelaciones tonales y tímbricas, dejaron profunda
huella en Bernaola hasta el punto de que trascendieron a sus obras
posteriores”, dice García del Busto.
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Hay incluso otros muchos desplazamientos para estudios en esta época,
pero lo anteriormente citado sirve ya para formarse una idea de la
intensísima preparación musical de Carmelo Bernaola.
En este período que se alarga hasta su regreso definitivo a Madrid, en 1962,
digamos que en la creación de Carmelo Bernaola se da una serie de obras
que ponen ya de manifiesto, al menos en parte, el progreso de su
personalidad musical. La primera es el Piccolo Concerto, concluida en
Roma en 1960, que utiliza procedimientos seriales, como lo harán las
Constantes (1960). Se sale un poco de este terreno en la Sinfonietta
progresiva, de 1961, para escribir de una forma aún más libre en la
Superficie n.1, de 1960, obra que señala ya la madurez compositiva del
autor. A esta primera Superficie seguirían otras del mismo nombre, que van
mostrando los cambios bernaolianos en distintos períodos, con alteraciones
propias de la flexibilidad de su música.
A su vuelta a Madrid, Bernaola compone su primera pieza para gran
orquesta, Espacios Variados (1962), así como Morfología Sonora (1963)
para piano solo, Superficie n.3 (1963), Permutado (1963), Mixturas,
inspirada en la plástica de Lucio Muñoz (1964), Heterofonías (1965) para
orquesta, Traza (1966), Continuo (1967-68), así como Música de cámara
para 13 instrumentos, para cuartetos, para quintetos, etc. Ya para entonces
había iniciado su labor como compositor de música para cine, televisión,
obras de teatro, etc. lo que hace que le nombren profesor de Música
Cinematográfica de la cátedra de Historia y Estética de la Universidad de
Valladolid, así como obtiene premios del Círculo de Escritores
Cinematográficos (1967, 1968 y 1972) y el Nacional de Música
Cinematográfica (1969 y 1973), que culminarían con el Premio Goya a la
mejor música cinematográfica, en 1989, como recuerda Garcia del Busto.
Punto central: década de los 70
La década de los 70 es, sin duda, una de las cotas más positivas en la
carrera ascendente de Bernaola. Poco a poco se había ido introduciendo en
Madrid la nueva música con autores como Luis de Pablo, Hidalgo,
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Cristóbal Halffter, Guinjoan, etc. y ¡cómo no! el propio Carmelo. Hasta el
mismo Conservatorio de Madrid, que había tenido ya un precedente en la
figura de Gerardo Gombau, crea una clase de Nuevas Técnicas
Compositivas, nombrando profesor, entre otros autores, a Bernaola en el
curso 1972-73. “Es una de las actividades docentes que ocupan una franja
significativa del quehacer de Bernaola, quien ha sido uno de los maestros
más importantes para las nuevas promociones de compositores”, dice
Garcia del Busto.
Oda für Marisa es la primera obra de este período de los 70. Le sigue
Relatividades, de 1971, encargada por el Festival de Granada y dedicada a
la memoria de Ataúlfo Argenta.
Una de las creaciones de mayor significación en la trayectoria bernaoliana
es Impulsos, de 1972, composición para gran orquesta que además de su
valor propio supone un resumen de los logros precedentes, por lo que
marca un hito en su carrera. Dos años más tarde, y por encargo de la
Orquesta Nacional de España, sacará a luz su primera sinfonía, la Sinfonía
en Do, título que no quiere decir que esté escrita en esta tonalidad, sino más
bien que el cómputo general nos lleva hacia ella. A lo largo de su vida,
Bernaola compondría tres sinfonías.
En 1975 se estrena Negaciones de Pedro, encargo de la Semana de Música
Religiosa de Cuenca; en ese mismo año escribe también Ayer soñé que
soñaba, encargo de la Fundación March en homenaje a Antonio Machado
en su centenario. Composición de más relieve es la Villanesca, de 1978,
encargada por RNE y hecha en homenaje al músico renacentista Francisco
Guerrero.
En 1979 cumple Carmelo Bernaola los 50 años, lo que da motivo a que en
Bilbao y Madrid se le dediquen conciertos monográficos. En la capital
vizcaína, además de ofrecerle el concierto, la Caja de Ahorros Vizcaína
edita un pequeño cuaderno con escritos sobre el compositor. Se estrena A
mi aire, una de las obras más difundidas del autor. Con motivo de su medio
siglo de vida, RNE le encarga una obra sinfónica, que será la Sinfonía n. 2,
estrenada en el Teatro Real, obra en cuatro tiempos regida “por los
principios de unidad, variedad, continuidad y contrastes” como reza la
propia estética bernaoliana.
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De la década de los 80 quedan obras de gran interés, como son las
Superposiciones variables (dos obras con el mismo título), de 1980, y el
Bela Bartók Omenaldia (1981), homenaje al músico centroeuropeo para
clarinete, violín y piano, en cuyo estreno participó el propio Bernaola.
Director de la Escuela Jesús Guridi
En ese mismo año (1981), es nombrado director de la Escuela de Música
Jesús Guridi, de Vitoria-Gasteiz, gestión realizada por el propio alcalde de
la ciudad, José Angel Cuerda. Bernaola permanecería en el cargo durante
catorce años, hasta que se jubiló. Gracias a su enseñanza, surge una nueva
generación de compositores vascos, así como se cuida de forma muy
esmerada la preparación de los instrumentistas. En lo que se refiere a los
jóvenes compositores vascos, es sin duda uno de los capítulos más
brillantes de todo el siglo XX.
El músico recibe una serie de homenajes en varios puntos que tienen que
ver con su vida y personalidad: con ocasión de sus sesenta años, se dan en
Otxandio, Bilbao, Medina del Pomar, Burgos, Madrid, etc. Al mismo
tiempo, recibe premios como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas
Artes, nuevamente el Premio Nacional de la Música (1992), la Medalla de
Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid y el Premio Sabino
Arana (todos ellos en 1992). Ingresa como Académico en la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando (1993) y es nombrado doctor
honoris causa de la Universidad Complutense de Madrid, junto con otros
compositores como Cristóbal Halffter, Luis de Pablo y Tomás Marco.
En los 80 y 90 continúa con su tarea creativa, componiendo obras como
Nostálgico, para piano y orquesta (considerado como su “concierto” de
piano) en 1986, año en que da a conocer la Quasi una fantasía y Juegos
concertantes, para violín y orquesta. Otros títulos de transcendencia de esta
última época son Abestiak, encargada por la Quincena Musical donostiarra
con motivo de su setenta cumpleaños (1989) y que hace referencia a Juan
de Antxieta; la Sinfonía n. 3, estrenada en Parma en 1991, obra en cuyo
segundo tiempo puede apreciarse un vago homenaje a la música vasca
(aunque realmente no sea un zortziko, lleva ritmo en 5/4); Rondó para
orquesta (1992); Clamores y Secuencias, para cello y orquesta (19913,
versión definitiva: 1999); la cantata Euskadi-Canto al Euskera (1995), obra
encargada por la Fundación Sabino Arana en la que intervienen solistas,
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coro, orquesta e instrumentos autóctonos. Otra de las obras de gran
resonancia fue el ballet La Celestina, estrenado en el Teatro Real en junio
de 1998.
Junto a estas obras de condición puramente musical hay que hacer
referencia a gran número de composiciones hechas para las bandas sonoras
del cine, así como para el teatro y la televisión. Ya la monografía hecha por
Antonio Iglesias en 1982 mostraba los títulos de 31 partituras hechas para
el teatro así como medio centenar para el cine.
En julio del 2001, Carmelo Bernaola comunicó que no iba a estar presente
en el estreno de su obra Fantasías, encargada por el Festival de Granada
para su 50 edición. Era increíble que no acudiera al estreno de una obra
suya, y más en Granada, con cuyo festival mantenía excelentes relaciones.
Fue el aviso de una enfermedad, que acabaría con su vida el 5 de junio del
2002.
Como corresponde a tan eximia personalidad artística, Carmelo Bernaola
ha recibido numerosas distinciones, tales como los Premios Nacionales de
Música de 1962 y 1992, la Beca Reina Sofía del Ayuntamiento de Madrid,
la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes concedida por el Rey en
1987, la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid, la
Medalla de Oro de la ciudad de Vitoria-Gasteiz 1990, Premio Sabino Arana
en su modalidad de Bellas Artes 1993. Es Hijo Adoptivo de la ciudad de
Medina de Pomar (Burgos), en la que vivió años juveniles.
Ha sido miembro del Comité Español de la SIMC, Consejero de la
Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), Miembro Numerario de
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y
correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Ntra. Sra. De las
Angustias de Granada. El mes marzo de 1999, fue investido Doctor
Honoris Causa por la Universidad Complutense. Este mismo año (26 de
noviembre) la Diputación Foral de Bizkaia le rindió tributo a su condición
de hombre relevante del Territorio, con un “Acto de homenaje al
compositor vizcaíno”. Ha sido Premio de la Fundación Guerrero de Música
en su edición del año 2001.
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Igualmente le fue concedido el Premio CEOE a las Artes, como maestro de
varias generaciones de músicos españoles. Tras su muerte, la Academia de
las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España le otorgó la Medalla
de Oro. Igualmente, a título póstumo, la Diputación Foral de Bizkaia le
otorgó la distinción de "Bizkaiko Seme Bikaina".
Importancia de su legado
Como queda dicho, Carmelo Bernaola es autor de una nutrida producción
musical, sea en el sinfonismo, camerística y otros géneros o en la música
aplicada, sobre todo para cine, radio y televisión. Despliega al mismo
tiempo una gran labor como pedagogo, tanto en sus funciones como
profesor del Conservatorio Superior de Madrid como en diferentes cursos,
como los de Granada o Santiago, y en su gestión como director y profesor
de la Escuela de Música de Vitoria-Gasteiz, que conduce con diseño
propio.
A lo largo de su vida formó generaciones de compositores, siendo una de
ellas la vasca, muy importante, como ya se ha mencionado.
Su creación musical es extensa, variada y de gran valor. Por ello, quienes
quieran conocerla, sea para interpretarla o simplemente estudiarla, podrán
acceder al Archivo de la Diputación Foral, donde se implantará un sistema
(de copias, de consulta en el propio local, etc.) adecuado para ese deseo.
De la misma forma, quienes opten por escribir alguna monografía, tesis,
etc. podrán asimismo acceder a las obras con la máxima sencillez y
facilidad, pudiendo consultar las que les interesen sin tener que acudir a
diversos lugares, puesto que el legado estará ubicado por entero en el
mismo Archivo.
Sobre el músico de Otxandio se ha escrito bastante. En la bibliografía sobre
Carmelo figuran el capítulo dedicado a él por Ramón Barce en la “Guía de
la música contemporánea”, de M. Grater, editada por Taurus en la
temprana fecha de 1966; están también la ya citada monografía de Tomás
Marco, editada por la Dirección General de Patrimonio Artístico y Cultural,
Madrid 1976; el volumen dedicado a su música de cine, “Evolución de la
banda sonora en España: Carmelo Bernaola”·, de Joan Padrol, publicado
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por el Festival de Cine de Alcalá de Henares, en 1986; el “Carmelo
Bernaola”, editado por Mínima, dirigido por Jesús Villa Rojo, con artículos
y ensayos de J. L. Balbin, J.L. Garcia del Busto, Carlos Villasol, J. A.
Zubikarai, J. M. Sánchez Verdú, Joan Padrol, Sabin Salaberri y Luis
Mazorra Incera; o la biografía y análisis de su obra en el volumen
“Carmelo Bernaola, la obra de un maestro”, de J. L. García del Busto, la
obra más completa, publicada con el apoyo de la Diputación Foral de
Bizkaia y la SGAE en el 2004.
Asimismo, pueden hallarse artículos de varios autores en diversos libros o
del propio Bernaola publicados por La revista de Occidente, la Fundación
March, etc., así como el propio discurso del autor “Sobre el género
sinfónico”, editado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Sin embargo, en la labor creadora de un artista excepcional como Bernaola
siempre quedan muchos rasgos por darse a conocer, por lo que es de
suponer que en los años sucesivos habrá estudiosos que vuelvan a examinar
las obras del músico. Para este menester, el legado guardado en el Archivo
será del máximo interés.
Al lado del fácil y utilísimo servicio que puede suponer para la
interpretación o el estudio del autor, el hecho de que toda su obra se guarde
en un departamento institucional es la mayor garantía, hoy, de que se
conserve con la mayor seguridad.
Desgraciadamente, muchas obras de autores de primerísimo nivel han ido
desapareciendo a medida del paso del tiempo, puesto que los lugares en que
se guardaron, sea en familia o en círculos de amistad, acabaron por
despojarse de ellos, una vez pasado el atractivo de las obras. Luego, cuando
se ha intentado recuperar, ha sido ya imposible. Por ello, el que figuren en
un archivo institucional y público supone la mayor garantía.
*Documentación facilitada por el musicólogo J.A. Zubikarai.
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