El fenómeno de los temblores :::INFORMACION::: Con frecuencia los medios de comunicación ponen de actualidad ciudades como Tangshan (1976), Guatemala (1976), México (1985), El Salvador (1986), Armenia (1989) o Kobe (1995), entre muchas otras, asoladas por grandes terremotos que les causan considerables daños materiales y un gran número de víctimas. La superficie de la Tierra, considerada por el hombre como un soporte firme de su actividad, es sacudida por grandes vibraciones ante las cuales se muestra como un frágil material. Los temblores o sismos son probablemente las catástrofes ante las cuales el hombre se siente más indefenso y aterrado. Ocurren sin advertencia alguna, y aún cuando ningún temblor dura por más de 30 a 50 segundos en su máxima intensidad este tiempo es más que suficiente para causar graves daños al hombre y sus centros de población. El temblor es un movimiento vibratorio causado por un deslizamiento repentino de bloques de roca sobre una falla geológica. El movimiento vibratorio generado se propaga por la Tierra en todas las direcciones en forma de ondas elásticas u ondas sísmicas. El punto interior de la Tierra donde se origina un temblor se denomina hipocentro o foco, y el de la superficie terrestre, directamente por arriba del foco, epicentro. Normalmente es en la vecindad del epicentro donde se observa la mayor intensidad del temblor. La profundidad a que se encuentra el foco de un sismo varía desde unos cuantos kilómetros hasta algo más de 650 kilómetros. La distancia entre el epicentro de un temblor y el punto de observación se conoce como la distancia epicentral. Para sismos cercanos a la estación de registro la distancia se mide en kilómetros. Para epicentros muy lejanos la distancia se mide en grados. De acuerdo a la distancia, los temblores se clasifican como temblores locales (hasta 100 km), temblores regionales (hasta 1000 km), o telesismos(más de 1000 km). Por la profundidad a la que se originan, los temblores se clasifican como temblores superficiales (0 a 60 km), intermedios (61 a 300 km) o profundos (301 a 650 km). Se ha observado que la mayor parte de los epicentros sísmicos están distribuidos en áreas de grandes trincheras oceánicas y que los hipocentros correspondientes yacen sobre planos inclinados que son paralelos a fallas geológicas cuyas dimensiones alcanzan a ser hasta de 650 kilómetros de profundidad y 4500 km de longitud. La profundidad focal tiene gran importancia en los efectos que produce el temblor. Los sismos de foco superficial actúan sobre áreas reducidas, pero sus efectos son considerables, pues las ondas sísmicas apenas se atenúan antes de llegar a la superficie. En cambio los de foco profundo afectan a zonas mucho mayores, pero la intensidad, en igualdad de magnitud, es menor, debido a que las ondas sísmicas llegan más debilitadas a la superficie. Fallas geológicas Una falla es una fractura que separa dos bloques de roca, los cuales pueden deslizarse uno respecto al otro en forma paralela a la fractura. A cada deslizamiento repentino de estos bloques se produce un temblor. Existen tres tipos de fallas: fallas de rumbo o transcurrentes, fallas normales y fallas inversas. Las fallas de rumbo son fallas verticales (o casi verticales) donde los bloques se mueven horizontalmente. Este movimiento horizontal puede ser de tipo lateral derecho o de tipo lateral izquierdo, dependiendo de si un observador parado en uno de los bloques ve que el bloque de enfrente se mueve hacia la derecha o hacia la izquierda. Las fallas normales son fracturas inclinadas con bloques que se deslizan en forma vertical principalmente. En este caso los bloques reciben el nombre de Techo y Piso, siendo el techo el bloque que yace sobre la fractura inclinada. Si el techo de la falla se mueve hacia abajo la falla es de tipo normal. En caso contrario se trata de una falla inversa. Cuando el movimiento de los bloques es una combinación de movimiento horizontal y vertical se trata de una falla oblicua. La falla de San Andrés El 18 de abril de 1906 la falla de San Andrés llamó dramáticamente la atención del mundo con un devastador terremoto de magnitud 8.1 en San Francisco, California. Esta gigantesca falla es el área de contacto, o frontera, entre dos de las grandes placas tectónicas: la del Pacífico y la de Norteamérica. Se extiende desde el norte del estado de California hasta la cuenca de San Bernardino, en el sur del mismo estado. Hacia el sur de San Bernardino, la falla de San Andrés se ramifica dando lugar a otras fallas, entre las que destacan las fallas de San Jacinto y Banning. La falla de San Andrés, con una longitud de más de 1250 km, se extiende a profundidades de alrededor de 15 kilómetros. Los bloques de roca a uno y otro lado de esta falla se mueven horizontalmente, con un movimiento de tipo lateral derecho. Esto quiere decir que una persona parada en cualquiera de los dos bloques al mirar hacia el otro bloque verá que éste se mueve hacia la derecha. Como resultado del terremoto de 1906 se observó un desplazamiento relativo de los bloques de la falla de 6.5 metros. Esto y la consideración de que en los 50 años previos a este terremoto la falla había acumulado alrededor de 3.2 metros de desplazamiento, o movimiento de puntos en ambos lados de la falla, se estimó un intervalo de 100 años para que la falla acumule la cantidad suficiente de energía para generar otro terremoto de iguales proporciones. Por esta razón, se considera que mientras más tiempo haya transcurrido desde 1906, más cerca estaremos del siguiente gran terremoto de esta importante falla. Ondas elásticas. La energía liberada durante un temblor se propaga por la Tierra en forma de ondas elásticas denominadas como ondas P, ondas S y ondas superficiales de Love y Rayleigh. Las ondas P hacen que el suelo se mueva hacia delante y hacia atrás en la misma dirección en la que éstas se propagan (ondas compresionales); las ondas S producen movimientos perpendiculares a su dirección de propagación (ondas de cizalla); y las ondas de Love y Rayleigh producen movimientos horizontales y elíptico-longitudinales del suelo, respectivamente. Por su capacidad de transmitirse por el interior de la Tierra, a las ondas P y S también se les conoce como ondas de cuerpo. A diferencia de éstas, y como su nombre lo indica, las ondas superficiales solamente viajan cerca de la superficie terrestre. La onda P, por ser la más rápida, es la primera en registrarse en una estación sismológica. Se transmite por la corteza a una velocidad promedio de 6 km/seg. La onda S es más lenta y se propaga a una velocidad de aproximadamente el 60 % de la velocidad de la onda P. Para mas información visita: http://www.everyoneweb.com/entretenimientoymuchomas/