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PRIMERA CRITICA
¿Pero quien fue Antonio Vivaldi?.
Pues Vivaldi nació en Venecia, un 4 de marzo de 1678 y murió en Viena,
el 28 de julio de 1741. Estudió música mientras se preparaba para ser
sacerdote y más tarde dio clases en un orfanato femenino en Venecia.
Fue un relevante violinista cuyas composiciones, que incluyen cientos de
conciertos y sonatas y docenas de óperas fueron admiradas tanto por el
público como por los expertos, entre ellos Bach. Su música cayó en el
olvido a las pocas décadas de su muerte y no fue redescubierta hasta el
siglo XX. Su obra Las Cuatro Estaciones, la que nos ocupará hoy, se
encuentra entre las más populares jamás compuestas.
¿Y Vivaldi?.....¿Cómo os explico yo el efecto que produce en mí Vivaldi?.
No creáis que es fácil, aunque por seguir la tradición, si os he desvelado
que Betto es mi quitapenas y Strauss me ayuda en los momentos
trascendentales de mi vida, diría que Antonio Vivaldi hace posible que
mientras se lee el CD en mi equipo de música y suena en casa, la alegría
es como si fuera impregnándose por todas partes: en el ambiente, en las
paredes, sale por la ventana (sobre todo si la tengo abierta xD) y se
cuela también en mi corazoncito :P-.
Las Cuatro Estaciones.
Tenemos, al violín como solista y en la orquesta sonarán dos violines
distintos, una viola, un violonchelo y el contrabajo (Bueno, ya sé que a
algunos os parecerá todo violines, sin más, pero es que no es así :P).
Evocar la naturaleza a través de la música ha sido uno de los deseos de
muchos compositores de todas las épocas. Los medios utilizados han
sido muy diversos pero destaca el basado en el uso de los instrumentos
para imitar los sonidos de la naturaleza: el canto de los pájaros, el viento
y otros fenómenos atmosféricos.
Vivaldi escribió estos cuatro conciertos para violín y orquesta de cuerda
asignando a cada concierto una de las estaciones del año y obteniendo
una de sus obras más representativas y populares.
El ambiente natural de cada estación es descrito por el compositor
veneciano con los medios que tenía a su alcance y a nosotros nos toca
disfrutar del resultado.
LA PRIMAVERA
Comienza con una alegre melodía (si,si, en Allegro, padri, vaaaaaaale
XDD-fue una bromita de las mías, ainssss-) siendo capaz de mostrarnos
una atmósfera de total júbilo ante el nacimiento de la primavera. El
ascenso de intensidad se debe a la intención de poner de relieve el
complemento de la naturaleza rebosante de vida, donde el ambiente está
inundado de luz y color.
Un juego armónico de violines imitará distintos trinos de tres pajaritos
distintos, lo que nos recordará siempre que el carácter descriptivo de
esta obra constituye un hito sin precedentes en la historia de la música.
También encontrará la manera de hacernos escuchar algo parecido al
murmullo de las fuentes, con diseños melódicos de violines mientras toda
la orquesta nos avisará de que se acerca una tormenta mediante notas
rápidas recreándonos en la atmósfera violenta de la primavera. Luego
llegará la tranquilidad y los violines se encargarán de mantener como un
colchón armónico a base de figuraciones breves sobre intervalos cortos,
representando el susurro de las hojas y de las plantas y las violas nos
marcarán el ritmo imitando el ladrido de un perro y hasta de un pastor
dormido (aunque....claro....para entender todo esto tendríais que haberla
visto representada alguna vez :(). Porque dará comienzo entonces una
danza pastoril que no se me olvidará nunca (y solo la ví una vez). Es
increíble que los instrumentos consigan hacerte sentir el marcado
carácter rural de lo que suena....provocando efectos completamente
diferentes para el que escucha.
EL VERANO
Vivaldi expresa el cansancio a causa del calor con un tema basado en
breves motivos que parecen evocar la respiración lenta y profunda,
mediante la orquesta y separados por silencios.
Luego nos presenta lo que quiere significar el canto de un cuco, una
tórtola, un jilguero....hasta que suena un piano que evocará la lenta
respiración de un céfiro.
Después la orquesta describirá en agitados movimientos la fuerza del
viento, de distintos vientos, empezando por el nórdico y hasta el lamento
de un joven campesino ante la incertidumbre de su destino hasta que los
compases nos aclaran que la tristeza anterior y gracias al verano, se ha
tornado alegría, como debe ser xD. Total, hay incertidumbres que no se
aclaran nunca....
En el Adagio, el violín solista realiza una lenta melodía con la que Vivaldi
quiere describir el ambiente tranquilo del descanso veraniego. De pronto,
un descanso se ve sorprendido por lo que van a representar sonidos de
moscas y moscardones siempre presentes en verano gracias a violines,
violas y bajos, que repiten una misma nota con figuras breves y en tempo
más rápido.
Y otra vez aparece el ambiente somnoliento del principio.
En el tiempo del Presto, el ambiente de tormenta genialmente descrito
por el compositor lo realiza con toda la orquesta a base de figuras breves
y a mucha velocidad...hay que oírla :).
EL OTOÑO
La orquesta interpreta una bella y sencilla melodía de carácter bailable
que servirá de tema principal y funcionará como estribillo entre las
diferentes intervenciones de la orquesta o el solista.
Vivaldi, en un momento dado, emplea el violín solista para describir a un
borracho amigo del vino joven que nos proporciona el otoño. Escalas
ascendentes y descendentes, florituras de todo tipo interpretadas por el
solista con el discreto acompañamiento del bajo contínuo.
Pero la calma llega al movimiento de el otoño como pretendiendo ahora
describirnos la tranquilidad bucólica del borracho durmiendo.
Observamos en la instrumentación los diferentes colores que vemos en
el otoño: ocres, verdes oscuros, amarillos y todo un abanico cromático
propio de la estación otoñal y que Vivaldi nos describe a través de
lánguidas melodías y tímidas intervenciones de la orquesta.
En el octavo movimiento, el del Adagio Molto, la calma sigue siendo
absoluta, los violines, con sentido coral, armonizan con violas, chelos,
contrabajos y el cémbalo de forma arpegiada. En esta tranquilidad del
ambiente escuchamos la lenta respiración de los borrachos dormidos
hasta que un acorde de violines nos indica que estamos en una
progresión armónica: escuchando atentamente cada uno de sus tonos
podemos lograr que nos transporte al ambiente otoñal después de la
fiestuki donde todos duermen la borrachera de vino y alegría.
El noveno, el Allegro, está dedicado a la caza y a los cazadores, que en
el alba se dirigen con trompetas y perros a realizar su labor. El carácter
rítmico de la caza se mantiene en todo momento hasta que un violín
solista dibuja con su melodía la huída de la fiera tras la que van los
cazadores, basada en una progresión melódica. El carácter descriptivo
de la música alcanza aquí uno de sus momentos más significativos.
Podremos escuchar como sonidos de escopetas y ladridos de perros
gracias a cortas y decisivas intervenciones de las cuerdas hasta que
inevitablemente los sonidos nos van diciendo que la fiera muere mientras
huye gracias a vertiginosas escalas.
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