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Recibido en: 15/11/2011
Aceptado en: 15/06/2012
EL TEMPLO DE LA FAMA: UNA ARQUITECTURA EFÍMERA
PARA LA PROCLAMACIÓN DE FERNANDO VII EN
VALLADOLID
THE HALL OF FAME: AN EPHEMERAL ARCHITECTURE FOR THE
PROCLAMATION OF FERDINAND VII IN VALLADOLID
JESÚS F. PASCUAL MOLINA *
Universidad de Valladolid
Resumen
En plena ocupación francesa, Valladolid fue el escenario de la proclamación del monarca
Fernando VII en octubre de 1808. Para la ocasión se erigió en la Plaza Mayor una
arquitectura efímera denominada Templo de la Fama, que sería reutilizada en dos ocasiones
más, para festejar la onomástica de José Bonaparte en 1809 y con motivo de la entrada que
este realizó en la ciudad en 1811. Damos a conocer nuevos datos sobre su uso y su
decoración, para la que se usó retardatariamente la Emblemática de siglos anteriores.
Palabras clave
Arquitectura efímera. Siglo XIX. Guerra de la Independencia. Fernando VII.
Proclamación. Emblemática. Valladolid.
Abstract
During the French occupation, Valladolid was the scene of the proclamation of the king
Ferdinand VII in October 1808. For the occasion an ephemeral architecture denominated
Hall of Fame was built in the Plaza Mayor. It was reused in two more occasions, to celebrate
the onomastics of Joseph Bonaparte in 1809 and due to his entry in the city in 1811. We
present what its decoration consisted in and some facts about its use.
KeyWords
Ephemeral architecture. 19th Century. Ferdinand VII. Proclamation. Valladolid.
Independence War. Emblematic symbolism.
*
El autor pertenece al Grupo de Investigación Reconocido (GIR) de la Universidad de
Valladolid, “Arte, poder y sociedad en la Edad Moderna”.
BSAA arte LXXVII (2011), pp. 197-216
ISSN 0210-9573
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JESÚS F. PASCUAL MOLINA
1. LAS PROCLAMACIONES DE FERNANDO VII EN 1808
Tras los sucesos ocurridos en Aranjuez entre el 17 y el 19 de marzo de
1808 que terminaron con el cese del valido Godoy, la abdicación de Carlos IV y
la entronización de Fernando VII, se produjo en Valladolid la primera
ceremonia de exaltación del nuevo monarca el día 24 de dicho mes 1. Recibida la
noticia de lo acaecido en Madrid, esta se pregonó por la ciudad con timbales y
clarines y repicaron las campanas de las iglesias 2. El pueblo se concentró en la
Plaza Mayor celebrando el acontecimiento y se procedió a la destrucción del
retrato de Godoy que fue quemado, siendo sus cenizas arrojadas al río 3.
Siguieron tres días de iluminaciones y misa solemne en la catedral.
Apenas duró unos meses la alegría pues la presencia militar francesa en
España y la partida de los monarcas hacia Francia, hicieron prever lo peor. En
efecto, las abdicaciones de Bayona, que tuvieron lugar en mayo, provocaron que
la corona española pasara a Napoleón, quien a su vez la cedió a su hermano José
Bonaparte, desde ese momento rey con el nombre de José I. España se vio
invadida y en manos de un rey extranjero, mientras su legítimo soberano se
encontraba retenido en tierras francesas.
Estos hechos, junto a lo sucedido en Madrid el día 2 de mayo, provocaron
una revuelta popular en Valladolid y una nueva proclamación del monarca el 2
de junio 4. Las calles entre la Plaza Mayor y la Chancillería fueron adornadas
para la ocasión. El día señalado, a las cuatro de la tarde, los miembros del
Ayuntamiento acompañados por otras personalidades y un batallón de
caballería, acudieron a la casa del alférez mayor -el marqués de Revilla- que
debía portar el pendón con las armas de la ciudad. Desde allí se dirigieron a la
Chancillería, cuya fachada fue engalanada y desde su balcón se proclamó al
monarca. Acto seguido fueron a la Plaza Mayor donde el pendón se colocó en el
Ayuntamiento. Dice Gallardo que se hizo “todo con el mayor lucimiento,
aplauso y ostentación”, habiendo acudido el pueblo con escarapelas de color
rojo en sus sombreros 5.
El Consejo de Castilla invalidó las abdicaciones de Bayona en agosto 6, y
Fernando VII volvió a ser proclamado en Madrid el 24 del mismo mes 7, a pesar
1
Cfr. SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, J., Valladolid durante la Guerra de la Independencia,
1808-1814, Valladolid, 2002, pp. 48-49.
2
GALLARDO, F., Noticias de casos particulares ocurridos en la ciudad de Valladolid.
Año 1808 y siguientes, Valladolid, 1886, p. 1. Existe una edición reciente publicada en
Salamanca, 2009.
3
Id., pp. 2-3.
4
Sobre los sucesos de junio, véase SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, J., ob. cit., pp. 55-58.
5
GALLARDO, F., ob. cit., pp. 8 y 9.
6
Gazeta de Madrid, 19 de agosto de 1808, p. 1041. La anulación tuvo lugar el 11 de agosto.
7
Id., 6 de septiembre de 1808, p. 1119.
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de encontrarse ausente del reino, retenido por los enemigos. En Valladolid,
nuevos actos tuvieron lugar en octubre. Desde el día 7, se solemnizó con tres
noches de iluminación la instauración de la Junta Suprema Central y
Gubernativa del Reino, conocida como la Junta Suprema, y el Ayuntamiento
decidió proclamar de nuevo a Fernando VII, “con todas las formalidades y
ceremonias que lo habían sido sus augusto antecesores” 8. El acto tuvo lugar el
día 28 de octubre de 1808, aprovechando la escasa presencia militar francesa en
la ciudad. El repliegue de los ejércitos tras la batalla de Bailén -acaecida el 19
de julio-, hizo que Valladolid se librara de la presencia de un contingente militar
enemigo. Avivada la revuelta por la victoria sobre los franceses, unida a la
exaltación patriótica surgida de la puesta en marcha de la Junta Suprema, el
pueblo de Valladolid volvió, una vez más, a honrar a su monarca con nuevos
faustos, esta vez ciertamente significativos 9. Para tal acontecimiento, se levantó
una arquitectura efímera en la Plaza Mayor y se colocaron luminarias en el
edificio del Ayuntamiento.
Los sucesos de octubre suponen una manifestación de pública adhesión al
rey por parte de la ciudad de Valladolid y, en especial, de sus autoridades,
recurriendo además a un lenguaje simbólico destinado a resaltar la figura del
soberano, en medio del señalado clima de entusiasmo patriótico y monárquico.
2. EL TEMPLO DE LA FAMA
Sabemos que para proclamar a Fernando VII el 28 de octubre de 1808:
“Se construyó en medio de la Plaza mayor con este objeto un suntuoso
pabellón que se denominó el gran Templo de la Fama, del que formaron los
diseños los señores Don Pedro García González y Don Diego Pérez, directores de
la Academia de la Purísima Concepción de esta ciudad. Era su forma un octógono
regular, en cuyos lados se veían pintadas diferentes alegorías alusivas a las
circunstancias, y la parte superior coronada de una balaustrada donde habían de
colocarse los reyes de armas, cortada en los cuatro frentes del edificio por cuatro
espaciosas escaleras. Componían el segundo cuerpo pareadas columnas de orden
jónico, sobre las cuales remataba un elegante pabellón de tela de seda color rosa,
del que estaba pendiente una primorosa araña de cristal” 10.
Un informe remitido al Ayuntamiento nos aporta datos más concretos
sobre la estructura y decoración del templete, así como la ornamentación del
8
SANGRADOR VÍTORES, M., Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid,
desde su más remota antigüedad hasta la muerte de Fernando VII, I, Valladolid, 1851, p. 535.
9
Sobre los sucesos de otoño de 1808 en Valladolid, véase SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, J.,
ob. cit., pp. 71-72.
10
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 535. Algunas noticias sobre la arquitectura y su
fortuna posterior en REDONDO CANTERA, M. J., “Transformaciones del patrimonio
arquitectónico y urbanístico en España durante la Guerra de la Independencia: el caso de
Valladolid”, Anales de Arquitectura, 4 (1992), pp. 59-60.
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Ayuntamiento y la Plaza Mayor (fig. 1) 11. Acompañaban al mismo el diseño de
la arquitectura y “algunas láminas”, todo ello destinado a desentrañar el
significado de la obra 12. En el propio texto queda claro que su intención era no
sólo describir las decoraciones llevadas a cabo, sino sobre todo explicar el
contenido de las mismas,
“cuyas alegorías no se descubren desde luego, especialmente a muchos que
carecen de las nociones que se adquieren con la inteligencia del idioma latino; por
lo mismo no debiendo dexar de explicarlas a todos” 13.
Queda patente el interés de que se comprendiera el mensaje que se quería
lanzar a través de las decoraciones del templete, si bien como veremos las
fuentes a las que se recurrió eran complejas de entender, y al alcance solo de
una minoría intelectual familiarizada con su uso.
La construcción erigida estaba formada por un octógono inscrito en una
circunferencia de treinta pies de diámetro 14. El templete, colocado en la plaza,
poseía dos escaleras de acceso, una de ellas miraba a la calle de la Lonja y la
otra al edificio del Caballo de Troya.
Un primer cuerpo, con una altura de nueve pies 15, consistía en un tablado
rematado por “una verja adornada de pedestales a los ángulos y medios
correspondientes, sobre los quales se colocan unos jarrones de buen gusto”16,
con espacio para dos escaleras para poder acceder al tablado. Los lados del
octógono se decoraron con pinturas representando “las virtudes más
11
Lleva por título Informe puesto al noble ayuntamiento de esta ciudad por sus comisarios,
encargados de la disposición del tablado, para la proclamación del señor rey Don Fernando VII,
adorno del consistorio iluminación de uno y otro, y de la plaza en el día 28 de octubre, impreso
en Valladolid en 1808, en la imprenta de Pablo Miñón, instalada en aquella época en la ciudad del
Pisuerga. Se conserva en la Biblioteca Pública de León, con la signatura FA. 8435(8). Se trata de
catorce páginas encuadernadas con otros impresos formando un volumen facticio. Recientemente
se ha digitalizado pudiendo consultarse en Internet en la Biblioteca Virtual del Patrimonio
Bibliográfico y en la Biblioteca Digital de Castilla y León.
12
Archivo Municipal de Valladolid (en adelante AMVa), Chancillería, caja 212, leg. 7 (1),
fol. 50: “Sr. Tengo el honor de presentar a v.s. el plan o diseño original que por encargo de los
comisarios de su noble ayuntamiento he formado, simbolizando el templo de la Fama, y con
destino a celebrar en él la augusta proclamación de nuestro soberano el rey don Fernando el 7º
(que Dios guarde). Le acompañan algunas láminas y exemplares impresos del informe dado a v.s.
por dichos señores comisionados como explicación, y destinadas a los individuos y subalternos de
la ciudad. Espero tenga la bondad de admitirlos como prueba de la alta consideración debida a ese
ylustre cuerpo municipal, y del respeto con que me reconozco su más atento servidor. Valladolid
y octubre 27 de 1808. Pedro García González [rubricado]”.
13
Informe…, p. 3.
14
Un pie castellano equivale, aproximadamente a 0,28 m., por lo que la estructura erigida
en la Plaza Mayor mediría unos 8,4 m. de diámetro.
15
Aproximadamente dos metros y medio.
16
Informe…, p. 4.
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recomendables de un príncipe, y del Estado civil de su Monarquía” 17, en
relación con los “espejos de príncipes”, género literario vinculado a la filosofía
política que alcanzó su cénit durante el Renacimiento y el Barroco.
Fig. 1: Portada del Informe puesto al
noble Ayuntamiento de esta ciudad…
Imprenta de Pablo Miñón. Valladolid.
1808. Biblioteca Pública de León.
FA.8435(8).
Las fuentes iconográficas de estas imágenes procedían de la tradición
emblemática surgida de Alciato, así como de las empresas de Saavedra Fajardo.
Desde su publicación en 1531, el libro de Andrea Alciato Emblematum libellus
supuso una referencia constante para los artistas 18. Precisamente, uno de los
grandes éxitos de esta obra, donde se daba lugar a la creación de un lenguaje
simbólico a base de imágenes acompañadas de textos explicativos que pretendía
emparentar con el mundo clásico, fue el estar totalmente ilustrado. En España,
el auge de la literatura emblemática se alcanzó en la centuria posterior, a pesar
de que Alciato fue conocido muy temprano. Es sobre todo en el mundo festivo,
de entradas reales, proclamaciones o exequias, donde este género gozó de un
17
Ibid.
Para la obra de Alciato y su fortuna posterior, véase ALCIATO, A., Emblemas, ed. de
Santiago Sebastián, Madrid, 1985; ID., Los emblemas de Alciato traducidos en rimas españolas,
1549, ed. de Rafael Zafra, Barcelona, 2003.
18
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gran desarrollo 19. La obra de Diego Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe
político cristiano, representada en cien empresas, publicada en 1640, fue
fundamental en este ámbito 20. Los autores del programa decorativo del templete
vallisoletano conocían bien estas fuentes.
Frente al Consistorio se colocó la imagen de la Concordia. Esta aparecía
representada por la unión de tres héroes representando a las naciones inglesa,
portuguesa y española, con sus brazos entrelazados y con sus escudos de armas
a los pies, simbolizando la fuerza basada en su unión y amistad. La
representación estaba acompañada por un texto explicativo en latín: “Faederis
haec species id habet concordia signum / Ut quos jungit amor jungat et ipsa
manus” 21. El texto fue tomado del emblema número XXXIX de Alciato, cuya
imagen muestra a dos guerreros dándose la mano, señal de amistad y alianza
(fig. 2) . En el ejemplo vallisoletano, donde eran tres las figuras representadas,
sus artífices debieron, además, inspirarse en el emblema CLXII, que mostraba a
las tres Gracias 22.
Fig. 2: Alegoría de la
Concordia. Andrea
Alciato, Emblemata
(Lyon, imprenta de
Guillaume Rouille,
1548), p. 39.
19
CORDERO DE CIRIA, E., “Importancia de la fiesta pública y las relaciones de sucesos
en la divulgación de la cultura emblemática”, en LÓPEZ POZA, S. y PENA SUEIRO, N. (eds.),
La fiesta. Actas del II Seminario de Relaciones de Sucesos, Ferrol, 1999, pp. 67-76.
20
Sobre esta obra, véase SAAVEDRA FAJARDO, D., Empresas políticas, ed. de Sagrario
López, Madrid, 1999.
21
Informe…, p. 5.
22
ALCIATO, A., Emblemas…, pp. 74 y 205.
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Continuando por el lado derecho según se miraba la arquitectura, se hallaba
la representación del Estado Monárquico, simbolizado por un arpa coronada,
que hacía referencia a cómo diferentes partes reunidas forman un todo, donde
las cuerdas a pesar de su independencia componen el instrumento y “se prestan
y corresponden dóciles a la sabia mano que las entona y dirige”, resultando gran
armonía y orden. El mote en latín decía: “Majora minoribus consonant” 23,
indicando que las cosas más grandes están en consonancia con las más
pequeñas. La empresa número 61 de Saavedra Fajardo es el modelo seguido
para este motivo, donde se alude al Estado, en que “gobiernan muchos dedos, y
obedece un pueblo de cuerdas”, todo destinado al bien común 24.
Seguían a la Prudencia y la Fortaleza, personificadas en Belerofonte sobre
Pegaso y dando muerte a la Quimera que, a su vez, se veía como reflejo de
Fernando VII, considerado el héroe de la nación. El texto en latín decía: “Sic tu
pegaseis vectus petis aetera penis / Consilioque animi monstra superba
domas” 25, señalando que con los buenos consejos el héroe era capaz de vencer a
los monstruos. De nuevo Alciato, en su emblema XIV, es la fuente utilizada
para esta empresa 26.
La Vigilancia, siguiente tablero, aludía a “la vigilancia y cuidado del
príncipe hacia su persona y pueblo”, representada en la forma de un león
coronado y recostado pero con los ojos abiertos, símbolo de la protección
ejercida por el soberano hacia su pueblo, siempre alerta, bajo el lema “Non
Majestate securus” 27. La empresa 45 de Saavedra Fajardo se dedica a este
motivo, imagen del príncipe siempre vigilante, usando además de la fuerza su
astucia 28.
La quinta representación estaba dedicada al buen príncipe, quien cuida del
Estado aun a riesgo de su propia vida, y mostraba un delfín y un ancla, en una
alegoría marina del buen gobierno acompañada del lema: “Quam decet haec
memores gestare insignia Reges / Anchora quod nautis se populo esse suo” 29.
El emblema CXLIII de la obra de Alciato recuerda cómo los reyes son para su
pueblo como el ancla para los marinos, garantizando la seguridad con su
firmeza; mientras que el delfín, relacionado con la bondad y la agilidad,
representaba las facultades que debía poseer el príncipe para con el socorro de
su gente 30.
23
Informe…, pp. 5-6.
SAAVEDRA FAJARDO, D., ob. cit., pp. 717-723.
25
Informe…, p. 6.
26
ALCIATO, A., Emblemas..., pp. 44-46.
27
Informe…,pp. 6-7.
28
SAAVEDRA FAJARDO, D., ob. cit., pp. 540-544.
29
Informe…, p. 7.
30
ALCIATO, A., Emblemas..., pp. 184-186.
24
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Los consejeros del príncipe protagonizaban la sexta imagen, que consistía
en un cetro coronado lleno de ojos, empuñado por un brazo humano saliendo de
un grupo de nubes. El cetro representaba la soberanía, los ojos los agentes del
monarca y el brazo emergente de las nubes el poder supremo y de carácter
sagrado de los monarcas. El lema indicaba: “His praevide et provide” 31, “Con
ellos prevé y provee” que es, precisamente, el texto que acompaña a la empresa
55 del texto de Fajardo (fig. 3), que sirvió de modelo 32.
Fig. 3: Empresa 55. Diego
Saavedra Fajardo. 1640.
La Paz deseada ocupaba el séptimo tablero. Se trataba de un personaje en un
carro triunfal tirado por un elefante, lleno de trofeos militares, simbolizando cómo
para la paz y la guerra servían los mismos elementos. La inscripción en latín rezaba:
“Vel fera cognosci concordes undique gentes / Proyectisque armis munia pacis
obit”33. En el emblema CLXXVI de Alciato, tomado como base para esta imagen,
puede verse un elefante, símbolo de la fuerza que garantiza la paz 34.
Por último, la Abundancia se mostraba mediante un globo terráqueo sostenido
por un navío, símbolo del comercio, y los frutos de la agricultura y útiles de
labranza, pues “la agricultura con el comercio constituye abundantes los pueblos”,
con el mote “His Polis”35, con estos polos. En la empresa 68 de Fajardo aparecen
dos navíos unidos por sus popas con un eje que atraviesa un globo terrestre. El
significado se ponía en relación con las riquezas y el poder conseguidos mediante la
navegación, sobre la que se construyen los imperios. La imagen vallisoletana era
más compleja, añadiendo además los elementos que remitían a la agricultura.
31
Informe…, p. 8.
SAAVEDRA FAJARDO, D., ob. cit., pp. 644-657.
33
Informe…, pp. 8-9.
34
ALCIATO, A., Emblemas…, pp. 218-219.
35
Informe…, p. 9.
32
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Todo el programa iconográfico respondía a un discurso fundamentado en la
glorificación del monarca y su gobierno, protectores de la nación, que gracias al
soberano alcanzaba la paz y la abundancia. El mensaje de adhesión al Borbón
por parte de la ciudad era claro. Se destacaban las virtudes del rey y se
celebraba la unión con los aliados anlgo-portugueses, frente al enemigo francés.
Sobre el primer octógono del templete se colocó otro cuerpo algo más retraído,
inscrito en una circunferencia y circundado por un podio, decorado en los ocho
lados con trofeos militares pintados36. A este segundo cuerpo se accedía a través de
una escalera situada en el lado que miraba al convento de San Francisco. Sobre él se
levantaban los muros que sostenían el remate cupulado que coronaba la estructura.
Cuatro de los lados estaban abiertos y flanqueados por columnas jónicas, mientras
que los otros cuatro permanecían cerrados con una balaustrada sobre la que se
disponían unos jarrones que se emplearon como flameros durante la iluminación
nocturna, tal y como ocurrió con los del primer cuerpo. En el interior colgaba una
araña de cristal, usada también para el mismo fin. Rematando todo el conjunto,
sobre la cúpula, se situó una figura representando la Fama, alada y portando una
bandera con el escudo de armas de la ciudad37. De nuevo, el papel de la ciudad
como defensora de la legitimidad del monarca queda patente, exhibiendo sus
símbolos en el templete.
Tras la proclamación se colocó en el centro del cuerpo superior una estatua,
pintada de blanco, representando a España, armada con una lanza en la mano
derecha y un escudo de armas en la izquierda 38. Esta imagen se nos antoja
semejante a las empleadas para representar a la diosa Atenea, enlazando también
por medio de esta figura con el gusto por lo clásico presente en toda la obra.
Toda la estructura se pintó imitando mármoles y jaspes; de blanco los
jarrones y las estatuas, y otros elementos semejando bronce 39, muy acorde con
la estética neoclásica.
Para la iluminación nocturna del Templo de la Fama se dispusieron en él
“mil y doscientos pequeños fanales o vasos de cristal iluminados”, de colores
variados, que junto con la araña de cristal situada en el centro del segundo
cuerpo, sobre la estatua representado a España, los jarrones flameros de la
balaustrada y las luces de los veinte guardarruedas que rodeaban el edificio, lo
iluminaron de forma majestuosa 40.
36
La circunferencia poseía veinte pies de diámetro (aproximadamente 5,6 m.), mientras que
el corredor tenía una anchura de tres pies (algo menos de un metro, aproximadamente 84 cm.), y
el podio una altura de cinco pies (1,4 m.).
37
Informe…, p. 11.
38
Id., p. 12.
39
Id., pp. 11-12.
40
Id., p. 12.
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Fig. 4: Retrato de Pedro García
González. Pedro González Martínez.
Antes de 1832. Real Academia de
Bellas Artes de la Purísima
Concepción. Valladolid.
Los artífices de esta arquitectura efímera, como se indica en el informe,
fueron Pedro García González y Diego Pérez. El primero fue arquitecto y
miembro de la Real Academia de Matemáticas y Nobles Artes de la Purísima
Concepción de Valladolid en la que ocupó el cargo de director de arquitectura
desde 1805 41, y del que se conserva un retrato en la citada academia (fig. 4) de
mano de Pedro González Martínez 42. En su ejercicio, se caracterizó por llevar a
cabo una defensa a ultranza del racionalismo academicista y practicar una
arquitectura ligada al clasicismo 43. Su diseño del templete erigido para la
proclamación de Fernando VII se enmarcó en estos parámetros, dejando ver
41
Sobre este arquitecto, véase IGLESIAS ROUCO, L. S., Urbanismo y arquitectura de
Valladolid. Primera mitad del siglo XIX, Valladolid, 1978, pp. 109-110; ID., “En torno a la
ciudad de Valladolid y sus arquitectos. 1800-1850”, en Valladolid. Historia de una ciudad.
Congreso internacional, I, Valladolid, 1999, p. 123. También algunos datos en REDONDO
CANTERA, M. J., ob. cit., p. 62.
42
BRASAS EGIDO, J. C., La actividad pictórica en Valladolid durante el siglo XIX,
Valladolid, 1982, p. 12; URREA, J., “D. Pedro González Martínez, primer director del Museo de
Valladolid”, Folklore, 33 (1983), pp. 88-91, publicado de nuevo en Boletín de la Real Academia
de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid, 27 (1992), pp. 301-305.
43
IGLESIAS ROUCO, L. S., Urbanismo y arquitectura…, p. 109.
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además una serie de referentes al mundo clásico, propios de un ferviente
admirador de la antigüedad 44.
Diego Pérez era hijo del cronista Ventura Pérez y fue también académico
de la Purísima Concepción, donde ocupó el cargo de secretario, director
perpetuo de dibujo y director general 45. A él se atribuyen los dibujos de uno de
los ejemplares de la Historia de Valladolid de Antolínez de Burgos 46, y fue el
autor de un grabado de la Virgen de la Pasión fechado en 1772 47, y del retrato
de Carlos III que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes
vallisoletana 48. Suponemos que él fue el autor de las imágenes que decoraron el
Templo de la Fama y, por qué no, del retrato de Fernando VII encargado por el
consistorio vallisoletano y empleado en las celebraciones.
3. LA DECORACIÓN DEL AYUNTAMIENTO Y LA PLAZA MAYOR
Como se indica en el informe remitido a las autoridades municipales, se
procuró que la iluminación y ornamento de la Plaza Mayor fuera lo más
significativa posible. El balcón central de la galería del consistorio, fue
adornado con “un pabellón de damasco carmesí, que descendiendo del pequeño
chapitel donde están las armas reales sirva de trono o dosel al retrato del
Monarca” 49. Además, toda la balconada se adornó de damasco, lo mismo que el
resto de ventanas del edificio, cuyas cortinas se dispusieron a manera de
pabellón. En el interior del edificio lámparas de araña iluminaron las ventanas y
se colocaron hachas encendidas en la galería. En los balcones se colocaron
“doce jarrones imitados a China para flameros, y delante del retrato del rey, una
araña de sobremesa” 50.
44
Ibid. Iglesias le califica de “devoto admirador de la antigüedad a la que imita en la severa
armonía de masas y espacios estáticos”.
45
URREA, J., “La pintura, la rejería y la platería en Valladolid en el siglo XVIII”, en
Valladolid en el siglo XVIII, Valladolid, 1984, pp. 359-360; ID., “Los académicos de la Purísima
Concepción. 1779-1849”, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima
Concepción, 28 (1993), p. 133; ID., “Los primeros pasos de la Real Academia de Bellas Artes de
la Purísima Concepción”, Academia, BRABASF, 77 (1993), pp. 295-316.
46
ALONSO CORTES, N., “La historia de Valladolid en un curioso manuscrito”, en
Miscelánea vallisoletana (séptima serie), Valladolid, 1944, p. 63.
47
MARTÍN GONZÁLEZ, J. J., “Una plancha de grabado de la Virgen de la Pasión de
Valladolid”, en BSAA, XLVIII (1982), pp. 405-408.
48
URREA, J., Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. Pinturas y
esculturas, Valladolid, 1998, p. 38.
49
Informe…, p. 13.
50
Id., p. 14.
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A lo largo del siglo XVIII, las proclamaciones de monarcas llevaron
aparejada semejante ornamentación de la Casa Consistorial 51. Tal importancia
jugó el edificio municipal como marco de estos actos, que se llegó a denominar
“balcón del rey” al principal del mismo 52.
No conservamos el retrato del rey Fernando VII, pero sabemos que se
empleó el que fuera encargado por el Ayuntamiento al protector de la Real
Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, en marzo de 1808. Se
trataba de un retrato, “el mejor que fuere posible, de medio cuerpo, tamaño
regular, de nuestro rey y señor don Fernando 7º, que Dios guíe, con toda la
propiedad que da de sí el noble arte de la pintura” 53. El 24 de octubre se escribía
a la Academia pidiendo la pintura, “necesitándole para el viernes 28 del
corriente, para celebrar la real proclamación de su majestad” 54. En cuanto a su
autoría debe pensarse en un pintor vallisoletano pues, salvo excepciones, los
encargos de retratos en la ciudad fueron monopolizados entonces por artífices
locales 55. No podemos descartar como posible autor a Diego Pérez, quien
participó en el diseño de la arquitectura efímera.
Además, toda la plaza se iluminó de manera especial. Entre los balcones se
colocaron tres luces en el primer piso, dos en el segundo y una en el tercero,
“formando estas seis luces, aunque distantes, una bella pirámide”. En los
capiteles de las columnas de los soportales también se dispusieron luces 56.
Entre el templete y la calle de la Lonja se colocó un “árbol de fuego”,
destinado al espectáculo pirotécnico que acompañó a las celebraciones, “con
cohetes de diversas clases y en abundancia” 57.
También se decoró la casa del marqués de Revilla y Aguilares 58, alférez
mayor de la ciudad, iluminando su fachada y colocando en ella un retrato del
rey Fernando con la inscripción: “Príncipe el más odiado y perseguido / Rey el
más deseado y más querido” 59.
51
Así ocurrió en las proclamaciones de Felipe V, Luis I, Fernando VI y Carlos III, como se
recoge en PÉREZ, V., Diario de Valladolid, Valladolid, 1885, pp. 12, 61, 231 y 332.
52
Algunos datos sobre la ornamentación del consistorio durante las proclamaciones reales
en URREA, J., “Introducción”, en Patrimonio artístico del Ayuntamiento de Valladolid (cat. –
exp.), Valladolid, 1998, s/p.
53
AMVa, CH 212-1, leg. 7, fol. 49.
54
Id.
55
BRASAS EGIDO, J. C., La pintura del siglo XIX en Valladolid, Valladolid, 1982, p. 23.
56
Informe…, p. 14.
57
GALLARDO, F., ob. cit., p. 27.
58
Sobre la casa, véase URREA, J., Arquitectura y nobleza. Casas y palacios de Valladolid,
Valladolid, 1996, pp. 90-91.
59
GALLARDO, F., ob. cit., p. 27.
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EL TEMPLO DE LA FAMA: UNA ARQUITECTURA EFÍMERA
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4. LOS ACTOS DE PROCLAMACIÓN
Un bando municipal, fechado el 24 de octubre, alertaba a la población de la
celebración de los festejos 60, exhortando a la participación de los ciudadanos en
“una ceremonia que en su fondo tiene el mayor engrandecimiento en el amor
ilimitado de los habitadores de esta Ciudad, fieles Vasallos de su Rey y Señor”.
Se ordenó mantener limpias las calles, colocar colgaduras en las ventanas e
iluminación entre las ocho y las diez de la noche. Este último particular, así
como el repique de campanas de las iglesias, se extendería además a los días 29
y 30. El Ayuntamiento instaba a la tranquilidad de los ciudadanos durante los
actos, al tiempo que pedía a “todos dirigir sus votos a Dios en medio de lo que
significan estas solemnes demostraciones, para que se digne prestarnos el
consuelo de ver sentado quanto antes en su augusto solio a nuestro Soberano
Señor y Rey, colmando de beneficencias a sus vasallos” 61.
El marqués de Revilla, alférez mayor, publicó asimismo otro bando el día
26, llamando al orden durante las celebraciones 62. Se prohibió la circulación de
coches por los escenarios en los que tendría lugar la proclamación, lanzar
cohetes rastreros y disparar armas de fuego, y se pedía a todo aquel que tuviera
menores de veinte años a su cargo “cuidará de llevarles a su vista, y de que no
distraigan a causar alguna perturbación”. El tiempo que durasen los festejos se
colocarían guardias en Puerta del Consistorio, y en las calles de Santiago,
Caballo de Troya, Lencería y en la puerta de San Francisco, de manera que ante
cualquier problema se pedía a la población acudiera a estos puestos 63. Además,
en días anteriores se había prevenido, “pareciendo indispensable para el mayor
decoro y obstentación de tan plausible motivo, el que se forme la tropa que al
presente se halla en esta ciudad para cubrir los principales puntos por donde ha
de transitar dicho acto de proclamación” 64.
El día señalado, a las dos de la tarde, comenzaron las celebraciones. Una
cortina de damasco carmesí ocultaba el retrato del monarca situado en el balcón
principal del Ayuntamiento. Al son de la música la cortina se levantó dejando
ver la pintura 65. A continuación, el alférez mayor y el escribano del
Ayuntamiento subieron al templete, donde se colocaron unos reyes de armas y,
frente al retrato del rey, el marqués de Revilla agitó el pendón diciendo en voz
alta “Castilla y León por el Rey Don Fernando VII”, a lo que siguió la
aclamación popular 66. El pendón quedó fijado “en un plinto que ocupa el centro
60
AMVa, Bandos, C. 212-14.
Ibid.
62
Id., C. 212-15.
63
Ibid.
64
AMVa, CH 212-1, leg. 7, fol. 48.
65
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 535.
66
Id., p. 536.
61
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JESÚS F. PASCUAL MOLINA
de la obra” 67. Una vez bajaron, se retiraron las escaleras y se rodeó la estructura
con unas cadenas “sostenidas sobre veinte guardarruedas fijos en el suelo que
formarán el circo exterior” 68. La proclamación continuó después por las calles
de la ciudad, siendo el alférez acompañado por las autoridades de la misma 69.
Al día siguiente se quemó “un vistosísimo árbol de fuego”, y se lanzaron
todo tipo de fuegos de artificio 70. Durante tres noches, además de iluminación y
repique de campanas, hubo música, situándose los intérpretes en los balcones
del Ayuntamiento 71. No podemos afirmar con total certeza que se trate de
composiciones interpretadas en Valladolid, pero en la Biblioteca Histórica de
Santa Cruz de esta ciudad se conservan dos canciones impresas bajo el título de
Enhorabuena a nuestro amado soberano el señor don Fernando VII (que Dios
guarde) el día de su proclamación 72. Ambas obras, basadas en dos canciones
populares de aquel momento tituladas El sueño y El amante tímido, se
fundamentan en la exaltación del monarca y aluden a la lucha contra los
franceses y la restitución del reino 73.
5. LA REUTILIZACIÓN DEL TEMPLETE: CELEBRACIONES EN EL
VALLADOLID DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Tras los festejos en honor de Fernando VII la alegría de los vallisoletanos
duró poco, ya que el ejército imperial conducido por el mismísimo Napoleón
entró en España el 6 de noviembre. La ciudad fue evacuada el día 13, y los
primeros destacamentos franceses entraron en la localidad entre los meses de
noviembre y diciembre. De hecho se esperaba al emperador en la tarde del día
26 o en la mañana del 27 de diciembre 74, como se comunicó al Ayuntamiento
para que tuviera dispuesto el alojamiento de Napoleón y su comitiva, por lo que
“se formó lista de las piezas que comprende el real palaçio y en que puede
alojarse S. M. y otros señores y de algunas casas inmediatas para los demás de
su comitiva” 75. También se informó al cabildo de la Catedral para que tomase
las medidas oportunas. Sin embargo el emperador retrasó su entrada en la
67
Informe…, p. 11.
Id., p. 12.
69
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 536.
70
AMVa, Bandos, C 212-14.
71
Informe…, p., GALLARDO, F., ob. cit., p. 27.
72
BHSC, U/Bc LEG 14-3 n.º 1147. Las composiciones carecen de autor y no se indica lugar
ni fecha de impresión.
73
Véase más abajo, Apéndice documental, doc. n.º 1.
74
AMVa, CH 212-1, leg. 7, fol. 459.
75
AMVa, Libros de Actas, 1808, fols. 778-779. Sobre las transformaciones que la llegada
de los franceses provocó en la arquitectura vallisoletana, véase REDONDO CANTERA, M. J.,
ob. cit.
68
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EL TEMPLO DE LA FAMA: UNA ARQUITECTURA EFÍMERA
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ciudad hasta el nuevo año. Así, el 5 de enero se comunicó de nuevo su visita.
Los miembros del Ayuntamiento debían acudir al recibimiento con “el
distintivo de la banda y la escarapela”, mientras que los subalternos y alcaldes
de barrio debían llevar “el lazo en el brazo y sombrero” 76.
Finalmente, el 6 de enero de 1809 el emperador Napoleón entró en
Valladolid donde permaneció hasta el día 17 77. El recibimiento tuvo lugar en la
llamada puerta del puente, extramuros del Puente Mayor, a donde acudieron los
miembros de la corporación municipal en torno a las cuatro de la tarde. Desde el
lugar acompañaron al emperador a su aposento 78.
En esa ocasión, parece ser que se había previsto emplear el Templo de la
Fama para celebrar la presencia en la ciudad del Emperador pero, si hacemos
caso a Gallardo, la intervención de unos desconocidos armados llevó a su
retirada:
“Manuel Ruiz Fernández, Francisco Berzosa y Cipriano Varcerrilla
orquestaron las labores de acondicionamiento del Palacio Real. La noche del 26,
los obreros que trabajaban en acicalar para la ocasión el templete alzado cuando la
proclamación de Fernando VII, son asaltados por dos hombres enmascarados con
armas de fuego y blancas, se subieron al tablado, preguntaron por quién se hacía
aquello y, respondiendo uno de los operarios que para el emperador Napoleón, les
mandaron bajar con amenazas, y los enmascarados quitaron las colgaduras y las
arrojaron al suelo, diciendo que aquello solo se debía de hacer por Fernando VII, y
en efecto, no se volvieron a poner y se quitó el templete en 30 de diciembre” 79.
La arquitectura efímera sí fue reutilizada para honrar al monarca francés,
José Bonaparte, con motivo de su onomástica el año 1809 80. El 14 de marzo el
Ayuntamiento acordó los actos que debían realizarse el día de san José 81. El 17
hubo salvas de cañones y repique de campanas, celebrándose una solemne misa
al día siguiente, haciéndose “una plática amonestando a la tranquilidad”82. Se
programó además “en el palacio del rey un banquete al que serán convidados
todos los jefes de las autoridades civiles y militares, brindando a la salud de su
S.M.C.”, y hubo en la plaza bailes y alegrías y por la noche se iluminó la
ciudad 83.
76
AMVa, Libros de Actas, 1809, fol. 1.
Sobre la estancia del emperador en la ciudad, véase “Napoleón en Valladolid”, en
ORTEGA RUBIO, J., Investigaciones acerca de la historia de Valladolid, Valladolid, 1887, pp.
240-249 y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, J., ob. cit., pp. 75-80.
78
AMVa, Libros de Actas, 1809, fol. 2.
79
GALLARDO, F., ob. cit., pp. 36-37.
80
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 542.
81
AMVa, Libros de Actas, 1809, fols. 83 v.-84.
82
GALLARDO, F., ob. cit., pp. 45-46.
83
AMVa, Libros de Actas, 1809, fols. 83 v.-84.
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El gobernador Dufresse manifestó su interés de que:
“para la mayor solemnidad de la función del día de san Josef se ponga en la
plaza el templete que se hizo para la proclamación del rey Fernando, borrando las
inscripciones análogas a la festividad celebrada en aquel tiempo y restituiendo
otras en su lugar”84.
Los regidores discutieron el asunto alegando como dificultad la falta de
tiempo para poder erigir la estructura, pero finalmente se accedió a ello. El
encargado de armar y desarmar el tablado fue don Pedro García, maestro
arquitecto, que cobró 1282 reales y 27 maravedís por su labor 85.
Estos festejos por el rey José se siguieron celebrando en años sucesivos sin
que conste la utilización del Templo de la Fama. En 1810 hubo repique de
campanas, misa solemne con Te Deum, salvas, baile en casa del general
Kellermann e iluminación de la ciudad, y lo mismo en 1811 86. En 1812 a lo
dicho se añadió la celebración de una comedia gratuita para el pueblo, hubo
fuegos de artificio en la Plaza Mayor y se repartió pan entre los pobres 87. Este
año además hubo festejos similares por el cumpleaños del Rey de Roma 88,
Napoleón Francisco José Carlos Bonaparte, hijo de Napoleón y la emperatriz
María Luisa, su segunda esposa. En 1813 hubo asimismo fuegos de artificio y
se pretendió además celebrar una corrida de novillos, pero estos fueron robados
por la partida del guerrillero Saornil y no se pudo celebrar 89. También ese año
se celebró el cumpleaños del Rey de Roma.
Más tarde, en 1811, la estructura arquitectónica fue de nuevo reutilizada
con motivo de la entrada de José Bonaparte en la ciudad 90. Su primera visita no
contó con unos faustos acordes con la importancia del soberano. En abril de ese
mismo año el Ayuntamiento había acordado que el recibimiento se realizara en
la puerta de Madrid, con ofrecimiento de las llaves de la ciudad e iluminación
nocturna 91. Efectivamente, el sábado 28 de abril tuvo lugar la recepción del
monarca en la puerta del Campo 92. Allí acudieron las autoridades, acompañadas
84
Id., fol. 84 v.
Id., fol. 90.
86
GALLARDO, F., ob. cit., pp. 107 y 144-145.
87
Id., pp. 177-178.
88
Id., p. 178.
89
Id., pp. 222-223. Sobre este personaje, véase SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, J., ¡Nos
invaden! Guerrilla y represión en Valladolid durante la Guerra de la Independencia española.
1808-1814, Valladolid, 2000, pp. 32-36.
90
Sobre las estancias de José I en Valladolid, véase SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, J.,
Valladolid…, ob. cit., pp. 91-92.
91
AMVa, Libros de actas, 1811, fols. 145 v.-147.
92
Id., fol. 147 v. Gallardo narra los pormenores de la llegada del rey en ob. cit., pp. 151152.
85
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de maceros y música de timbales y clarines, acercándose al coche en el que
venía el rey, ofreciéndole las llaves de la ciudad. Rápidamente, José Bonaparte
se dirigió al palacio real, donde recibió a las autoridades militares y civiles, “en
el salón donde se hallaba y a todas dio un largo discurso en razón de lo
conveniente que es a las Españas la unión con la Francia”, a donde se dirigía
para encontrarse con su hermano y tratar de la situación del reino 93.
Su visita del mes de julio, sin embargo, contó con unos faustos más
significativos. El día 3 se dio la noticia de la llegada del monarca y se indica
que, además de la iluminación acostumbrada, “se ponga en la plaza de palacio
el templete de la Fama, con la magnificencia y aparato que se ha efetuado en
otras ocasiones” 94. También debía celebrarse un baile general en el
Ayuntamiento, “convidando para él a todas la personas de distinción y decencia
que pareciese al señor corregidor”. Durante los días anteriores a la visita se
ultimaron los preparativos nombrándose comisarios encargados del refresco, la
iluminación, la orquesta, y todos los asuntos relativos a los festejos 95. El coste
total del recibimiento ascendió a 57 905 reales y 29 maravedís como se indicó el
3 de agosto 96.
El rey llegó el día 10 de julio, a las tres y media de la tarde, procedente de
París, donde había asistido al bautizo del Rey de Roma. Se hizo el recibimiento
“a fin de que la población presentase un cuadro en el exterior más animado” 97.
Hubo salvas de artillería y repique de campanas y jóvenes de la ciudad bailaron
en el recorrido delante del coche del monarca 98.
Recorrió el monarca la ciudad desde la Puerta de Santa Clara, donde se
erigió un arco triunfal dedicado a su persona 99, hasta su aposento en el Palacio
Real, itinerario flanqueado por efectivos militares. Por la noche hubo
iluminación, “volviendo a lucir por tercera vez delante de la Real morada el
consabido templo de la Fama con sus correspondientes vasos de colores” 100. Se
interpretó música en la Plaza de San Pablo y también se engalanó la
Chancillería donde se pusieron colgaduras en la fachada, así como un dosel en
el balcón principal cobijando el busto del rey y un tablado para los músicos 101.
El día 11 el rey fue cumplimentado por las autoridades, se cantó un Te
Deum en la Catedral, y se corrió un novillo enmaromado en la plaza de palacio
93
AMVa, Libros de actas, 1811, fol. 147 v.
Id., fol. 321 v.
95
Id., fol. 339.
96
Id., fol. 377 v.
97
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 549.
98
GALLARDO, F., ob. cit., p. 164.
99
Id., p. 165.
100
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 549.
101
GALLARDO, F., ob. cit., p. 165.
94
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por la tarde. Esa noche el monarca acudió al teatro y se ofreció un refresco en el
Ayuntamiento al que asistieron más de 600 personas, seguido de un baile “que
duró hasta una hora bastante avanzada” 102. El soberano abandonó la ciudad a las
6 de la mañana del día 12, con acompañamiento de danzas, dirigiéndose a
Madrid.
6. CONCLUSIONES
Como hemos visto, el llamado Templo de la Fama fue una singular
construcción de carácter propagandístico, destinada a exaltar la figura de
Fernando VII y demostrar públicamente el apoyo de las autoridades
vallisoletanas al monarca.
Sus autores optaron por un repertorio iconográfico vinculado con la mejor
tradición emblemática de los siglos XVI y XVII, pero sin embargo algo
obsoleto para la época y de difícil comprensión, con unas composiciones un
tanto crípticas para el público, de ahí que exista una preocupación por aclarar su
significado, conscientes de la dificultad que entrañaba su lectura.
Del mismo modo, la obra puede relacionarse con los “espejos de
príncipes”, cuya finalidad era señalar las virtudes propias del buen gobernante,
y que también alcanzó su momento de esplendor en siglos pasados. El conjunto
de imágenes que formaron parte del templo de la fama vallisoletano, erigido
para ensalzar al príncipe virtuoso, es un interesante ejemplo de empleo tardío
del género señalado, del que la obra de Saavedra Fajardo, clave para la
construcción realizada en Valladolid junto con los emblemas de Alciato, fue
uno de los paradigmas más significativos de esta literatura de tipo didáctico y
moral.
Todo ello demuestra un gran conocimiento de estos elementos por parte de
los artífices del Templo de la Fama, que sin embargo optaron por la estética
neoclásica, propia del momento, para los elementos arquitectónicos del
templete, plagado de referencias al mundo clásico.
Tanto la arquitectura como sus decoraciones resultaron asimismo útiles
para los propósitos del gobierno invasor, que en diversas ocasiones recurrió a su
uso para ensalzar a José Bonaparte, eso sí eliminando convenientemente las
inscripciones alusivas a Fernando VII.
102
SANGRADOR VÍTORES, M., ob. cit., p. 549.
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APÉNDICE DOCUMENTAL
I. Enhorabuena a nuestro amado soberano el señor don Fernando VII (que
Dios guarde) el día de su proclamación
Letra acomodada a la música de la canción titulada El Sueño
“I.
Escucha, buen Fernando,
escucha, y te daré
en medio de tus penas
alegre parabien.
Tras los días tempestuosos
vienen otros de placer;
ESTRIVILLO
Porque quien es inocente,
aunque desgraciado es,
nada tiene que temer.
II.
Alégrate, Fernando
y mira ya vender
tus fuertes españoles del
águila el poder.
De la Francia las victorias
son alfombras de tus pies;
porque quien es inocente &c.
III.
Pensáron tus contrarios
tu solio poseer
haciéndote la guerra
con el ardid cruel.
Pero Dios que te protege
da valor al pueblo fiel;
porque quien es inocente &c.
IV.
El monstruo de la Europa
envía un nuevo Rey,
venturas prometiendo,
que nadie a de creer.
Pero al fin tu Corte dexa,
y su tropa huye con él;
porque quien es inocente &c.
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V.
Feliz, o rey Fernando,
recibe el parabien,
que aunque cautivo y preso
hoy vencedor te ves.
Ya tu reyno te proclama
con las voces del placer;
porque quien es inocente &c.
VI.
Tu nombre se repite
con el amor más fiel,
y todos tu retrato
desean poseer.
Que te digan tus contrarios
si hubo más dichoso Rey;
porque quien es inocente &c.
VII.
Si tu por un engaño
cautivo ahora te ves,
a fuerza de victorias
al reyno has de volver,
y será tu mayor gloria
que lo fue tu padecer;
porque quien es inocente &c.
VIII.
Que tiemblen tus contrarios,
que tiemblen esta vez,
pues se han de ver esclavos
de quien esclavo es.
Dios te ofrece la victoria,
y te ampara su poder.
Porque quien es inocente,
aunque desgraciado es,
nada tiene que temer.
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JESÚS F. PASCUAL MOLINA
Otra canción acomodada a la música del Amante Tímido
I.
Mi amor a Fernando
quisiera explicar,
que soy su vasallo
más fino y leal;
y pues sus contrarios
le pintan tan mal,
sus muchas virtudes
quisiera cantar;
pero aunque mas diga,
aun me queda mas.
IV.
Quisiera que Apolo
viniese a inspirar
sublimes canciones,
con que celebrar
un Rey perseguido,
que triunfando está;
porque Dios su amparo
continuo le da;
más aunque esto fuera,
aun quisiera mas.
II.
De piedras preciosas
quisiera formar
una orla graciosa
donde colocar
su amable retrato,
que el pecho leal
le lleve gravado
con su original;
pero aunque esto hiciese,
aun quisiera mas.
V.
Quisiera ser ave,
y a Francia volar
por ver a Fernando
y poderle hablar.
Allí consolarle
su pena fatal,
y con mis respetos
alivio le dar;
pero aunque esto hiciese,
aun quisiera mas.
III.
Mejor es de flores
su busto cercar,
poniendo por trono
la palma inmortal.
La bella azucena
asida tendrá
con que su inocencia
representará.
mas aunque esto hiciese,
aun quisiera mas.
VI.
Mas pues sus vasallos
resueltos están
a restituirle
Reyno y Libertad;
como ellos quisiera
también pelear,
y por mi Monarca
morir o triunfar;
y cuando esto logre
ya no quiero mas”.
Biblioteca Histórica de Santa Cruz, U/Bc LEG 14-3 n.º 1147
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