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En defensa del proceso
revolucionario en Venezuela.
Apuntes para la elaboración de una estrategia
revolucionaria, bolivariana y socialista
en tiempos de traición.
Jutta Schmitt
VENEZUELA 2009
EN DEFENSA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO
EN VENEZUELA. Apuntes para la elaboración
de una estrategia revolucionaria, bolivariana
y socialista en tiempos de traición.
Jutta Schmitt
© Imprenta de Mérida, C.A.
Primera Edición
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY
Depósito Legal:
LF96520093201238
Concepto gráfico:
Yolfred Graterol
Portada y Diagramación
Yolfred Graterol
Corrección
Jutta Schmitt
Imprenta de Mérida, C.A.
(IMMECA- Marzo 2009)
Hecho en la República Bolivariana de Venezuela
Impresión: Imprenta de Mérida, C.A. (IMMECA)
Editorial: IMMECA
Índice
5
Introducción
9
I. ¿Quiénes somos?
13
II. ¿De dónde venimos?
17
III. ¿Hacia dónde vamos?
25
IV. ¿Cuál es nuestro objetivo principal y con qué
método lo alcanzaremos?
33
V ¿Qué hacer? Diez sugerencias
35
Notas
37
Referencias
Introducción
A lo largo de los últimos ocho años, las y los
revolucionarios bolivarianos y socialistas quienes
luchamos en contra del capitalismo y a favor de la
emancipación humana en Venezuela, América Latina y el
mundo en el marco de la Revolución Bolivariana
impulsada por el presidente Hugo Chávez Frías, hemos
vivido una situación insólita. Siendo mayoría y teniendo
todos los factores del poder institucional del Estado a
nuestro favor, la oposición venezolana y sus aliados
internacionales nos han tratado como minoría y peor aún,
nosotros mismos a menudos nos hemos sentido y
comportado como una minoría. Frente a los ataques
continuos de la oposición en contra de cada una de las
etapas de este proceso revolucionario siempre hemos
estado a la defensa, siempre nos hemos encontrado en una
situación de jaque y nunca hemos logrado pasar a una
verdadera contraofensiva que nos pudiera haber permitido
ponerle fin, en varias ocasiones bien justificadas, a esta
guerra no declarada que lleva casi una década. Peor aún,
en el momento preciso en el que el Presidente sí pasó a
una ofensiva contundente y lanzó el proyecto de Reforma
Constitucional para acabar con los espacios del poder que
han quedado al
5
adversario opositor y que tanto daño nos han hecho, una
gran parte de nuestros compatriotas no fue capaz de
comprender ni la vital importancia para el avance de la
Revolución Bolivariana, ni el carácter estratégico de esta
propuesta, lo que hoy nos coloca en una situación de
evidente vulnerabilidad. Una cosa es que la imagen del
Presidente se haya fortalecido, sobre todo ante la opinión
pública internacional tan manipulada por el constante
bombardeo mediático, y otra cosa es que en lo
concerniente a lo esencial que nos define, esto es, nuestro
proyecto socialista, no hemos podido avanzar ni un
milímetro, evidenciando así nuestro flanco más débil: la
falta de claridad conceptual entre nuestros propios
compatriotas y, en última instancia, la falta de claridad
conceptual en cuanto al objetivo mismo. Consideramos
que en este momento es imperativo hacer unas reflexiones
serias que nos permitan prepararnos en lo posible para
recuperar nuestras fuerzas y corregir los errores cometidos
sobre la marcha. Es tiempo de que pensemos en una
estrategia que nos facilite abrir una serie de ofensivas en
vez de estar a la defensiva y tener que reaccionar
constantemente a los ataques de una oposición que
recurre, desde hace 9 años, a cuánta herramienta le sirva
para perseguir su objetivo único: salir del gobierno del
presidente Chávez a cómo dé lugar.
Efectivamente y contrario a las fuerzas bolivarianas,
revolucionarias y socialistas que tienen limitaciones
fuertes en lo que concierne la elección de sus medios, la
oposición en la persecución de su objetivo recurre a todos
los medios que estén a su alcance, desde la
6
urna electoral hasta la desestabilización económica,
política y social, el intento de asesinato, la instigación a la
violencia e inclusive a la guerra civil y el fomento de la
intervención extranjera. Sus herramientas son el engaño,
la mentira, la difamación, el doble discurso, el chantaje y
la violencia, herramientas que hasta el día de hoy no han
encontrado respuesta efectiva por parte de nuestro lado, ya
que nuestras instituciones han permanecido de manera
notoria en una especie de inacción y casi-parálisis. A todas
estas, cada comportamiento de la oposición que parece
indicar que por fin acepta las reglas del “juego
democrático”, es celebrado por muchos de nuestros
compatriotas como una “victoria”, cuando en realidad
cada una de las acciones de la oposición no es nada más ni
nada menos que un elemento táctico que obedece a una
determinada estrategia para proseguir su fin. El ejemplo
más reciente es la aseveración ilusoria que hacen muchos
de nuestros compatriotas al manifestar que por fin y en
ocasión del referéndum sobre la reforma constitucional, la
oposición ‘aceptó’ e inclusive ‘defendió’ a nuestra Carta
Magna de 1999, cuando en realidad la supuesta defensa de
la misma no ha sido y no sigue siendo otra cosa que un
recurso momentáneo- táctico que obedece a
consideraciones de carácter estratégico. Mañana mismo y
si las circunstancias así lo requieren, la oposición echará al
traste con lo que está “defendiendo” hoy, a fines de
realizar su objetivo. De igual manera y como ha sido
demostrado hasta el cansancio a lo largo de los últimos
años, concesión que se le haga a la oposición es y siempre
será interpretada por esta como una debilidad del gobierno
que es
7
aprovechada de inmediato para preparar la próxima
estocada.
Ha llegado el tiempo de hacer un inventario de la
estrategia y las tácticas, tanto del adversario como de
nuestro lado. Ha llegado el tiempo de dejar de depender de
las ‘iniciativas’ o más bien de la ausencia de iniciativas
por parte de nuestras instituciones que nunca actúan frente
a las avanzadas agresivas del adversario, bien sea en el
campo mediático, bien sea en el campo de la calle; estos
campos de batalla a los que la oposición sigue calentando
para mantener una conflictividad artificial en detrimento
grave de nuestro lado. De ahí que tenemos que empezar a
desarrollar y hacer efectiva desde ya, una estrategia que
nos permita determinar y hacer valer nuestras fortalezas
para incidir con toda nuestra fuerza en el debilitamiento
del campo opositor, previa identificación de sus flancos
más débiles.
Sin embargo y obviamente, no podremos hacer inventario
alguno ni mucho menos trazar una estrategia sin antes
aclarar los principios fundamentales que nos rigen y que
nos definen en términos de quiénes somos, de dónde
venimos, hacia dónde vamos y con qué método
operaremos para alcanzar nuestros objetivos. Es
imperativo tener claridad acerca del objetivo principal que
queremos alcanzar; estamos hablando de una claridad
conceptual que no deje lugar a dudas. Sólo así podremos
decidir cómo queremos avanzar hacia la realización de
este objetivo, o lo que es lo mismo, determinar la
estrategia que nos lleva hasta allá. Y sólo entonces
podremos abordar el tema de las herramientas tácticas que
están a nuestro alcance.
8
I ¿Quiénes somos?
El proceso revolucionario bolivariano en Venezuela tiene
múltiples tiempos y espacios de nacimiento. Nació en el
movimiento guerrillero de los años sesenta, en las
montañas, en los cuarteles, en los barrios, en el campo, en
la calle, en el cerro; nació en la rebelión popular contra “el
paquete” de CAP tan sangrientamente sofocada el 27 de
Febrero de 1989; nació en el clamor por una vida digna de
la vasta y empobrecida mayoría de venezolanos que han
sido excluidos del proceso de producción y distribución de
riqueza; nació en las demandas insatisfechas, más
rudimentarias del pueblo venezolano por obtener tierra,
vivienda, educación, salud, agua y electricidad, las que le
fueron negado a lo largo de cuatro décadas de la
‘democracia’ puntofijista. El proceso revolucionario
bolivariano nació, en pocas palabras, en la explotación
económica, la dominación política, la discriminación
social y racial, la represión militar y la alienación humana,
perpetradas contra las clases marginadas, contra los
eternos ‘Condenados de la Tierra’, sección Venezuela.
De manera generalizada, podemos constatar la existencia
objetiva de dos grandes clases sociales en Venezuela,
antagónicamente opuestas, siendo la una
9
constituida por una minoría que posee los medios de
producción, mientras que la otra está compuesta por todos
aquellos que no poseen sino su fuerza de trabajo, la que
tienen que vender en el mercado laboral al mejor postor.
Sin embargo y en cuanto al capitalismo venezolano, hay
que tomar en cuenta una singular peculiaridad del mismo:
La acumulación del capital en Venezuela se ha basado a lo
largo del siglo XX en la extracción del petróleo y la
distribución de la renta petrolera por medio del Estado,
propietario de los recursos naturales del subsuelo y
destinatario de las regalías, por lo que se habla de un
modelo de. acumulación rentista-petrolero. El Estado
venezolano del siglo XX, por un lado, invirtió parte de la
renta petrolera en la creación de un empresariado
nacional-privado, fomentando así activamente la iniciativa
privada, y por otro lado se convirtió, después de la
nacionalización de la industria petrolera y petroquímica,
en propietario del aparato productivo industrial, esto es, de
los medios de producción centrales del país. Así es como
dentro de quienes conforman la clase social de los
propietarios de los medios de producción en Venezuela
han figurado, desde el siglo XX, por un lado el
empresariado
nacionalprivado,
progresivamente
entrelazado con el capital internacional, y por otro lado el
propio Estado, con su élite de funcionarios estatales.
A estas dos ‘capas’ dentro de la clase propietaria de los
medios de producción se contrapone de manera antagónica
la vasta mayoría de una población trabajadora cada vez
más empobrecida, cada vez más sub- y desempleada,
especialmente a partir de
10
los años 80, con cero perspectivas de encontrar un trabajo
duradero, ni mucho menos prosperar y vivir dignamente.
Entre estas dos grandes clases antagónicas se encuentra
una clase intermedia, que antes de la crisis de los 80 y
gracias al modelo rentista se caracterizaba por un alto
nivel de vida materialmente hablado, ya que
‘espiritualmente’ estaba sumergido en la imitación
desenfrenada del consumismo y ‘entretenismo’ estilo
norteamericano. Aún cuando hoy en día y bajo el gobierno
del presidente Chávez esta clase media ha prosperado de
nuevo y ha engrosado sus filas por los nuevos ricos’,
mantiene, en su mayoría, un rechazo ‘cultural’
contundente hacia las clases pobres y trabajadoras, a cuyo
creciente protagonismo en la vida nacional lo percibe
como una amenaza para su estatus social y como un
insulto a su cosmovisión racista y elitesca de la sociedad
venezolana.
Ahora bien, los que han conformado la base clasista del
proyecto revolucionario y bolivariano del presidente
Chávez, han sido en primer lugar los pobres, esto es, las
clases humildes, trabajadoras y también campesinas. A
ellos se les suman todos aquellos que desde las demás
clases sociales apoyan por convicción anticapitalista, por
motivos humanos y éticos y por motivos de indignación
ante un modelo de sociedad objetivamente inviable, la
gestión del Presidente y su llamado a inventar el
‘socialismo del siglo XXI’, termino que lamentablemente
ha sido la fuente de una gran confusión acerca del modelo
de sociedad que se quiere construir.
11
II ¿De dónde venimos?
Recordemos que la Revolución Bolivariana inicialmente
planteó la refundación de la República mediante la
convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, con
el firme propósito de desmantelar las viejas estructuras del
poder representadas por el Pacto de Punto Fijo, pero sin
intenciones de salirse del marco general del modo de
producción capitalista reinante en Venezuela, América
Latina y el mundo. Su fundamento ideológico fue el
llamado ‘árbol de las tres raíces’ que data de los años 80 y
que se apoya en una raíz bolivariana, zamorana y
robinsoniana, respectivamente. La raíz bolivariana se
refiere a los conceptos de libertad, justicia e igualdad
social y a la cosmovisión geopolítica de una América
Latina integrada en una sola nación, tal y como lo soñó
Simón Bolívar; la raíz zamorana se refiere a la noción de
tierras y hombres libres y a la unidad cívico-militar
propuesta por Ezequiel Zamora; y la raíz robinsoniana
hace referencia al clamor por ser originales y auténticos en
la construcción de nuestros propios modelos de sociedad,
tal y como lo exigió Simón Rodríguez.
Así fue como en lo económico y social se trazó un plan de
desarrollo nacional basado en los denominados ‘cinco
13
ejes del equilibrio’, estos son, el económico, político,
social, territorial e internacional, que le permitieran al país
avanzar hacia su soberanía plena sobre un programa
estratégico que lograra salirse del marco de la dependencia
y de las prescripciones neoliberales de los organismos
financieros internacionales como el Banco Mundial y el
FMI. Los objetivos principales de este proyecto de
desarrollo nacional fueron el fortalecimiento del Estado
como factor regulador en materia económica, financiera y
social, y con ello la redistribución del ingreso nacional a
favor de las clases humildes en el marco de una
democracia participativa y protagónica que procuraba
‘darle poder a los pobres’ para acabar con la pobreza.
Además y en materia de las relaciones internacionales, se
buscaba el fortalecimiento de la soberanía nacional en el
marco de la construcción de un mundo pluripolar. En este
sentido, la introducción de una serie de leyes habilitantes
en materia energética, agraria, económica, financiera,
política y social a inicios del año 2002 para impulsar la
nueva sociedad, se inscribió al marco de un proyecto de
carácter reformador con miras a erradicar la grave
injusticia social existente en el país y así fortalecer la paz
social que había eclipsado aquél trágico 27 de Febrero de
1989, que se había convertido en el gran catalizador del
Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 y que
culminaría en la elección de Hugo Chávez a la presidencia
de la República una década más tarde.
La reacción de la desplazada clase dominante puntofijista
y de sus aliados internacionales frente a las 49 leyes
habilitantes, como era de esperar, fue
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extremadamente violenta y se materializó en el golpe de
Estado de 2002 y el paro-sabotaje petrolero de 20022003.
Ante el fracaso de sus métodos descaradamente violentos,
la oposición jugó al chantaje y al engaño para poder abrir
el referendo revocatorio del año 2004, del que el
Presidente salió victorioso. Así es como, impulsado por
los latigazos de una oposición fascista que en nada aceptó
el nuevo proyecto reformista de país, Chávez, a comienzos
del 2005 y en ocasión de la conmemoración de otro
aniversario más del 27 de Febrero, llega a la conclusión de
que la anhelada justicia social no se deja realizar en el
marco del capitalismo, al que ha llegado a considerar
como un sistema esencialmente inhumano. Es por ello que
lanza entonces la famosa consigna de ‘inventar el
socialismo del siglo XXI’ y llama a abrir un gran debate
nacional para conocer y recoger todas las ideas en torno a
este tema en el marco más amplio posible.
En lo que respecta su propia visión o definición del
‘socialismo del siglo XXI’, a grandes rasgos, podemos
afirmar que el presidente Chávez parte de un imperativo
moral que nace de la indignación que cada ser humano —
si es que todavía le queda algo de humano — debe sentir
ante tanta injusticia social y miseria humana generada por
el capitalismo. En este sentido el Presidente ha concluido
que el ‘nuevo socialismo del siglo XXI’ debe constituirse
de las enseñanzas del cristianismo originario, de las
experiencias y modos de vivir de nuestros pueblos
indígenas, así como del pensamiento de nuestros próceres
libertadores tal y como reflejado en el ‘árbol de las tres
raíces’. En el plano político, el
15
socialismo del siglo XXI debe manifestarse en una
democracia participativa y protagónica, expresión a su vez
del verdadero poder popular, mientras que el plano
económico debe fomentar el cooperativismo, la libre
asociación de los productores, la propiedad colectiva, la
banca popular y los núcleos de desarrollo endógeno, sin
que se descarte, sin embargo, la continuidad de la
propiedad privada de los medios de producción. Lo que
hay que destacar aquí, tal y como el mismo Chávez lo ha
reiterado innumerables veces, es que aún cuando el
Presidente no tiene una definición acabada del ‘socialismo
del siglo XXI’, lo percibe en primer lugar como un
‘socialismo bolivariano y latinoamericano’. De igual
manera, Chávez ha puesto énfasis en que el ‘socialismo
del siglo XXI’ no es marxista, lo que no quiere decir que
Chávez no tenga aproximaciones al socialismo científico,
algunos de cuyos aportes teóricos ha reconocido
públicamente.
16
III ¿Hacia dónde vamos?
Aquí cabe señalar que desde el inicio el concepto
‘socialismo del siglo XXI’ ha carecido de claridad, siendo
el inventor del termino y principal proponente del mismo,
el intelectual alemán Heinz Dieterich quien figura (o ha
figurado por un tiempo) entre los asesores de Hugo
Chávez en asuntos relacionados con el proceso
bolivariano. Para Dieterich, en primer lugar no están dadas
las condiciones para el socialismo en América Latina en el
plano inmediato ya que, según él,
no sólo no existe un programa socialista latinoamericano
arraigado en las masas, sino tampoco hay sujetos sociales
organizados y con capacidad operativa, para realizarlo. ...
Por lo tanto, plantear la implantación del socialismo
regional hoy como alternativa a la balcanización o la
anexión neoliberal a Estados Unidos no sería más que un
deseo. (Dieterich, 2005a: 174/175, énfasis de D.)
Por ello, sugiere que el proyecto bolivariano nacional y
regional permanezca a mediano plazo dentro de los
parámetros del capitalismo, proyectando el ‘nuevo
socialismo del siglo XXI’ tan sólo como un ‘horizonte
estratégico’ (Dieterich 2005). ¿De qué entonces trata
17
el tal ‘socialismo del siglo XXI’ Dieterichiano? - Según
Dieterich, se trata de un ‘Nuevo Proyecto Histórico de las
Mayorías’, al que también denomina ‘democracia
participativa’ o ‘democracia real’ que se fundamenta en
los tres pilares de una ‘nueva institucionalidad’: 1. En una
economía de equivalencias democráticamente organizada,
2. en una administración pública al servicio de las
mayorías, y 3., en el ejercicio de la democracia directa
mediante plebiscito en asuntos de interés público. El
método sugerido por Dieterich para ‘volar a la nueva
sociedad’ es la evolución pacífica: tal y como un gusano
se convierte en mariposa - un estado de evolución
superior-, el capitalismo se convertirá en socialismo. Sólo
se requiere ‘la práxis consciente del ser humano’, esto es,
la implementación efectiva de la nueva institucionalidad.
(2005a).
De acuerdo a Dieterich, existen tres requisitos objetivos en
la implementación de una economía socialista basada en el
intercambio equitativo de todos sus bienes y servicios,
cuya medida es el respectivo tiempo de trabajo necesario
para generarlos. Estos requisitos son: primero, el que se
disponga de una matemática de matrices para poder
calcular el valor exacto de cada producto; segundo, la
digitalización total de la economía, y tercero, la existencia
de una ‘avanzada red informática entre las principales
entidades económicas’ (Dieterich: 2005b). Según estos
criterios y como lo ha afirmado el mismo autor, no había
condiciones objetivas para una economía socialista en
tiempos de la URSS, ni tampoco las hay en América
Latina en este momento. A lo mejor existirán en Europa, o
EE.UU., dónde, sin embargo,
18
no hay conciencia social para el necesario impulso hacia
un cambio socialista. Quiere decir que, según Heinz
Dieterich, las condiciones objetivas necesarias para la
implementación del nuevo socialismo del siglo XXI
existen en los países tecnológicamente súper- avanzados,
mientras que las condiciones subjetivas, la conciencia
social y política, existen en las regiones del `Tercer
Mundo’ y así ninguno de los dos puede hacer la
revolución socialista.
Llama poderosamente la atención que en esta concepción
Dieterichiana del ‘nuevo socialismo del siglo XXI’ no
figura, en absoluto, la noción de la lucha de clases contra
el orden burgués-capitalista establecido, y se supone
entonces que ante la ‘obsolencia’ del factor subjetivo
clásico de la revolución socialista — la clase obrera -, el
socialismo se realizaría mediante una especie de apelación
a la razón de las clases dominantes para que éstas, a raíz
de la evolución ‘lógica’ del capitalismo hacia un estado de
organización social superior, bajen pacíficamente de su
trono y pasen, como si nada, del modo de producción
capitalista al socialista, en el que la producción de
ganancias deja de existir y con ello las mismas clases
dominantes burguesas. La confusión que esta peculiar
concepción reformista ha creado en torno al concepto
‘socialismo’ no podría ser mayor y ha causado grandes
estragos en cuanto al avance real de la revolución en
Venezuela.
En este contexto cabe recordar que después de la caída de
la Unión Soviética se puso de moda, entre la misma
izquierda, declarar muerto a las ideas del
19
marxismo, a la lucha de clases, a la clase obrera como
sujeto revolucionario y al propio socialismo como
necesaria negación del capitalismo, alegando la
adaptabilidad y capacidad de renovación infinita del
capitalismo, y abrazando con ello el revisionismo. Así es
como por ejemplo la idea de un ‘nuevo proyecto histórico’
que sigue siendo basado en un mercado donde se
intercambian valores de cambio y en el que sigue
imperando la producción de ganancias y la explotación del
trabajo en la esfera de la producción (1), pretende sustituir
el concepto del modo de producción socialista en el que
impera la producción planificada de valores de uso para la
satisfacción inmediata de las necesidades humanas y en el
que no hace falta un mercado como instancia
intermediadora, ya que se planifica, se produce y se
consume en comunidad.
Considerando que Carlos Marx, más que un teórico del
socialismo, fue el economista por excelencia del
capitalismo, por haber detectado su esencia explotadora y
sus leyes tendenciales de desarrollo, hoy más que nunca el
estudio de las principales obras del marxismo tanto del
siglo XIX como del siglo XX, es de vital importancia para
la comprensión de nuestra realidad capitalista
contemporánea y, sobre todo, para su negación y
superación exitosa. Esto es precisamente lo que las clases
dominantes burguesas a escala mundial quieren evitar a
toda costa: la ‘resurrección’ de un marxismo libre de
deformaciones, dinámico en su aplicación e implacable
como arma en contra de un sistema perverso que descansa
sobre la explotación económica, la dominación política, la
discriminación
20
social, la militarización genocida y la alienación humana.
Considerando además que el socialismo, en el siglo XXI,
no puede ser otra cosa que el opuesto exacto del
capitalismo en el siglo XXI, el estudio del marxismo
genuino que no es otra cosa que el estudio del capitalismo
genuino, es tan necesario hoy día como hace 160 años. Es
por eso que las clases dominantes están interesadas de que
seamos bombardeados, dentro de nuestro propio campo de
la izquierda, con las recetas de los reformistas y
revisionistas estilo Dieterich para enrumbarnos
definitivamente a una dirección equivocada.
Hoy, la realidad palpable en todas partes del mundo sigue
siendo la que ha sido formulada desde hace exactamente
160 años por Carlos Marx y Federico Engels, en su
Manifiesto del Partido Comunista:
Toda la historia de la sociedad humana, hasta la
actualidad, es una historia de luchas de clases. Libres y
esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la
gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y
oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una
lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y
abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la
transformación revolucionaria de todo el régimen social o
al exterminio de ambas clases beligerantes. (Marx/Engels)
A todos los que dudan de la existencia de la lucha de
clases y de su vigencia como método para cambiar la
realidad en el siglo XXI, específicamente aquellos del
campo reformista y revisionista dentro de la izquierda,
21
les recomendamos que lean los documentos estratégicos
de seguridad y defensa que emanan de los think tanks
adscritos a los ministerios de defensa de las clases
burguesas a escala global, quienes no tienen dificultad en
absoluto de identificar a su enemigo en términos marxistas
de clases sociales. Tal es el caso del Centro para el
Desarrollo, Conceptos y Doctrinas del Ministerio de la
Defensa británico, que a través de su documento
‘Programa Global de Tendencias Estratégicas 20072036’, ayuda en formular las futuras políticas de defensa
de Gran Bretaña. Ahí leemos lo siguiente acerca de la
progresiva pauperización de vastos sectores de la sociedad
capitalista global y sus posibles consecuencias para la
estabilidad del orden social:
Las clases medias podrían convertirse en una clase
revolucionaria, asumiendo el papel que Marx había
previsto para el proletariado. La globalización de los
mercados laborales y la reducción de los niveles de
bienestar y empleo podrían disminuir la afinidad que
siente la gente hacia sus Estados nacionales particulares.
La brecha creciente entre ellos y un número pequeño de
individuos súper ricos que están a la vista de todos, podría
propulsar un desencanto con la meritocracia, mientras que
las crecientes clases bajas urbanas posiblemente
constituirán una amenaza cada vez mayor para el orden
social y su estabilidad, en la medida en que la carga de sus
deudas adquiridas y el fracaso de las pensiones empiezan
a hacer estragos. Frente a este doble reto, las clases medias
del mundo podrían unirse y utilizar su acceso al
conocimiento, recursos y habilidades para moldear los
procesos transnacionales acorde a sus intereses de clase.
(DCDC, 2007:80).
22
‘Moldear los procesos transnacionales acorde a sus
intereses de clase’ es una manera elegante para
circunscribir el término revolución global. Así que de la
boca de las clases dominantes los escépticos pueden
enterarse de que la lucha de clases está vivita y coleando y
tanto es así que este hecho es digno de aparecer en la
categoría ‘choques estratégicos’ en sus doctrinas de
defensa y seguridad. La lucha de clases sigue vigente
hasta que haya desaparecido el modo de producción
capitalista que las agudiza hasta que se da una
transformación revolucionaria de la sociedad entera o la
extinción conjunta de las clases en conflicto, como
advirtieron Marx y Engels en su tiempo.
23
IV ¿Cuál es nuestro objetivo principal y con qué
método lo alcanzaremos?
Nuestro objetivo principal es, sin duda alguna, el
socialismo, entendido en el sentido de la negación radical
del capitalismo. Podemos llamarlo ‘socialismo del siglo
XXI’ siempre y cuando tengamos claro que esto no puede
significar otra cosa que la negación radical del capitalismo
del siglo XXI, esto es, del capitalismo plenamente
globalizado. Parece que existen dos caminos o métodos
distintos para alcanzar el socialismo: uno, la reforma, que
plantea el mejoramiento de las condiciones de vida
mediante la redistribución del ingreso nacional a favor de
las clases humildes, así como un mayor grado de
participación política y económica de éstas para ‘nivelar’
las diferencias más agudas entre las clases sociales; y dos,
la revolución, que plantea la erradicación de la
explotación económica en el plano de la producción
misma y el establecimiento de una producción socialista
planificada, efectuada y disfrutada por todos en una
sociedad sin clases, libre de opresión, discriminación y
alienación.
Rosa Luxemburgo, en su polémica contra las tesis de
Eduard Bernstein a finales del siglo XIX, señaló que para
los marxistas existe una relación inseparable entre
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la reforma social y la revolución socialista ya que la lucha
por la reforma social es un medio, mientras que la
revolución social es el fin último de esta misma lucha.
Advirtió que los reformistas o revisionistas son aquellos
que pretenden separar estos dos momentos entrelazados de
la lucha revolucionaria de clases, convirtiendo la reforma
social en fin último y olvidándose de la propia revolución
social. (Luxemburgo: 1899)
Recordemos que el marco general de este debate lo
constituye la controversia sobre la ‘naturaleza’ del
capitalismo. Los revisionistas o reformistas asumen que el
capitalismo posee una extraordinaria habilidad de
adaptación, y la capacidad de paliar o inclusive hacer
desaparecer las crisis económicas y sociales, por lo que la
disposición de las clases trabajadoras a hacer una
revolución desaparece completamente. Esto es, en última
instancia, la misma tesis del supuesto ‘fin de la historia’
que celebra el capitalismo como ‘único modelo viable’ y
‘mejor de los mundos’, como el máximo estado evolutivo
de la civilización humana. Los revolucionarios marxistas
en cambio sostienen que el capitalismo, debido a sus
contradicciones internas, produce inexorablemente unas
crisis económicas y sociales a escala cada vez mayor hasta
que llega el punto de su colapso general cataclísmico, por
lo que el socialismo se vuelve una necesidad histórica si la
humanidad toda no quiere perecer en la barbarie.
Es por eso que la relación entre reforma y revolución
como explicado por Rosa Luxemburgo debe estar en el
epicentro de cualquier debate estratégico y programático
26
en el seno de quienes apoyamos al presidente Chávez y de
todas las fuerzas de la izquierda en Venezuela y América
Latina para evitar que caigamos en una mera política de
adaptación, conformismo, pactos y consensos de clase que
en nada avanza la causa de la revolución social y del
socialismo. Ahora y propiamente entrando en materia de
una estrategia revolucionaria, bolivariana y socialista, en
defensa del proceso revolucionario en Venezuela,
podemos afirmar lo siguiente a manera de una síntesis
comprimida:
1.
Nuestro objetivo principal es construir el
socialismo en Venezuela, en América Latina y
necesariamente en todo el mundo, ya que el capitalismo
globalizado amenaza con extinguir a la humanidad entera,
y lo que está en juego es nada más ni nada menos que la
supervivencia de la especie humana.
2.
La base social clasista con interés primordial en
superar el modo de producción capitalista es y sigue
siendo la clase trabajadora, quiere decir, todos los miles de
millones de seres humanos en el planeta que no poseen
otra cosa que su fuerza de trabajo de cuya venta en el
mercado laboral depende su misma vida. Aunados a ellos
contamos con determinados sectores de las clases medias
y excepcionalmente con uno u otro individuo de la misma
burguesía que simpatiza con la idea del socialismo.
Contamos también con nuestros pueblos indígenas, cuyo
modo de reproducción, vida y convivencia con la
naturaleza está diametralmente opuesto al modo de
producción capitalista, desintegrador en lo humano,
27
depredador en lo económico y devastador en lo ecológico.
3.
El método para alcanzar nuestro objetivo es librar
conscientemente la lucha de clases, que tiene que ser
encauzada, sistematizada y enrumbada por medio de un
genuino partido revolucionario, que inevitablemente tiene
que lograr la difícil tarea de ser una firme guía teórica y
una constante y confiable referencia en el plano
estratégico y táctico sin desprenderse de las masas y sin
que decaiga en un club exquisito de iluminados que todo
lo imponen “desde arriba”. En nuestro caso concreto, este
es precisamente el reto para el PSUV que además tiene
que ser depurado y relanzado si quiere cobrar vida y entrar
en resonancia con las masas. ‘Resonancia’ aquí quiere
decir una relación dialéctica, mutuamente estimulante
entre las masas trabajadoras y su partido que logre generar
una auténtica teoría y práxis revolucionaria, esto es, la
transformación radical de nuestra realidad.
4.
La estrategia revolucionaria no es otra cosa que la
dialéctica entre teoría y práxis. En términos generales
podemos definir la estrategia como una especie de brújula
que nos orienta en la consecución de nuestros fines y un
hilo conductor que entrelaza los objetivos a corto,
mediano y largo plazo. Es la garantía de que no caigamos
ni en los debates estériles que impiden intervenir en la
realidad, ni en el activismo ciego que rinde culto a la
‘acción por la acción’. Una estrategia revolucionaria bien
definida es también
28
la garantía de que los medios no se nos conviertan en
fines. Entre los elementos más importantes que
determinan la estrategia en general figuran el tipo del
conflicto y el entorno histórico del conflicto. Además, una
estrategia revolucionaria contiene elementos tácticos tanto
de carácter ofensivo como defensivo, siendo la
combinación sabia de los dos, la que determina su éxito.
a) En lo que respecta al tipo del conflicto, en nuestro caso
estamos ante un escenario de dos aspectos: A nivel interno
existe un conflicto de clases sociales que oscila entre el
conflicto velado (cuyas contradicciones se reflejan en la
Constitución del 1999) y el conflicto abierto (expresado en
el golpe de Estado y paro-sabotaje petrolero 2002/2003).
A nivel externo estamos confrontados con una guerra de
baja intensidad dirigida en contra del gobierno del
presidente Chávez por el gobierno norteamericano y sus
aliados en la región. Acuñado por estrategas militares
estadounidenses en los años 70, la guerra de baja
intensidad se refiere a una combinación de opciones
militares y no-militares para su aplicación específicamente
en el ‘Tercer Mundo’, con fines de resguardar los intereses
de los EE.UU. en áreas que considera de importancia
estratégica. Según el manual de entrenamiento de las
Fuerzas Armadas estadounidenses de mayo de 1986,
El Conflicto de Baja Intensidad es una lucha políticomilitar limitada para conseguir objetivos políticos,
militares, sociales, económicos o psicológicos. A
29
menudos es de larga duración y comprende desde
presiones diplomáticas, económicas y psicológicas hasta
terrorismo e insurgencia. El Conflicto de Baja Intensidad
es generalmente limitado a un área geográfico específico y
se caracteriza frecuentemente por sus limitaciones en
cuanto a armamento, táctica y niveles de fuerza (militar)
se refiere. El Conflicto de Baja Intensidad involucra la real
o posible aplicación de medidas militares hasta justamente
por debajo del nivel de una batalla entre fuerzas armadas
regulares. (Hippler 1988).
Este tipo de ofensiva por parte del gobierno
norteamericano en contra del gobierno del presidente
Chávez desde el principio de su gestión es, sin duda, lo
que más ha determinado a nuestras propias acciones o más
bien reacciones a lo largo de estos nueve años de
Revolución Bolivariana. Sin embargo y contrario a lo
deseado por el adversario, su estrategia del conflicto de
baja intensidad ha contribuido enormemente a la
radicalización y fortalecimiento del proceso venezolano,
mientras que las concesiones hechas al adversario por
parte del gobierno del presidente Chávez han contribuido
al debilitamiento del proceso revolucionario ya que no han
dado los resultados esperados y han bajado la moral entre
las propias filas. Esto es uno de los factores que han
incidido en el resultado negativo del referéndum sobre la
Reforma Constitucional del 2 de diciembre de 2007.
b) En cuanto al entorno histórico del conflicto, en nuestro
caso hay que destacar lo siguiente: Debido
30
a la posición de Venezuela en el mercado mundial como
exportador de petróleo, debido a su modelo de
acumulación específico, rentista-petrolero, debido a la casi
ausencia de una clase trabajadora industrial (concentrada
en la industria petrolera), y debido a la mentalidad
rentista-paternalista generalizada que ha penetrado a todas
las clases sociales, no se ha podido desarrollar una
conciencia de clase entre las clases oprimidas, tarea que
ahora debe colocarse en el orden del día ya que las clases
dominantes sí la tienen, y sí la están aplicando en forma de
su ideología burguesa, para evitar que desde abajo se les
empiece a responder de manera contundente, esto es
precisamente, con una verdadera revolución social,
socialista.
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V ¿Qué hacer? Diez sugerencias
Por todo lo antes expuesto, sugerimos, en el plano
inmediato, lo siguiente:
1.
Crear un auténtico partido revolucionario cuyo
liderazgo debe provenir del propio seno de las clases
humildes y trabajadoras y el que no pierda, en ningún
momento, el vínculo estrecho con su base social.
2.
Crear escuelas de formación de cuadros que luego
tendrán la tarea de concientizar a las masas, de llevar la
conciencia política y la conciencia de clase a todos los
rincones y ámbitos de la vida nacional.
3.
Crear unidades de formación popular (UFP) para
apoyar el trabajo de los cuadros, a efectos de llevar a cabo
una masiva campaña de concientización de la población
en general, mediante talleres, charlas, foros, foros
electrónicos, publicaciones y trabajos de campo.
4.
Empujar enérgicamente una agenda que se
desprenda del consenso de clases hasta ahora existente y
avance la causa de las clases humildes,
33
trabajadoras para darle un nuevo impulso al proceso
revolucionario.
5.
Al efecto, no darle más concesiones a la oposición
que en su gran mayoría proviene de las clases media y
alta.
6.
Identificar y promover los líderes naturales
comprometidos con el proceso para ocupar los espacios
político-administrativos en todos los niveles y así bajar el
grado de dependencia de una sola figura emblemática, en
este caso, el Presidente.
7.
Establecer alianzas activas y vinculantes entre
todas las fuerzas progresistas de América Latina con miras
a una defensa común en caso de ser agredido uno de los
miembros de la alianza, y asegurar así la continuidad de
los procesos revolucionarios y de cambio que se están
dando en nuestra región.
8.
Ampliar masivamente el frente de comunicación e
información en el campo revolucionario para contrarrestar
la constante campaña de desinformación y difamación a
nivel nacional e internacional.
9. Actuar con todo el peso de la ley en contra de
cualquier intento de desestabilización en el país.
10. Elaborar un detallado programa de transición al
socialismo
para
Venezuela,
considerando
sus
peculiaridades en el plano económico, político y social, y
someterlo a estudio, discusión, revisión si fuese necesario,
y aprobación de la población.
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Notas
(1) Dieterich, en su discurso en el XVI Festival de la
Juventud en Agosto de 2005, sostenía lo siguiente: “Una
economía es socialista, cuando opera sobre el valor,
realiza intercambios de equivalencias y planea
democráticamente los principales parámetros de la
economía, tanto en la macroeconomía, por ejemplo, la tasa
de inversión y el presupuesto nacional, como en la
microeconomía, particularmente en cuanto ala tasa de
plusvalía (plusvalor/capital variable), es decir, la
intensidad de la explotación del trabajo.” (Dieterich
2005b; nuestro énfasis.)
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Referencias
Dieterich, Heinz: Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo
XXI, Instituto Municipal de Publicaciones, Caracas 2005
a)
Dieterich, Heinz: La Revolución Bolivariana y el
Socialismo del Siglo XXI. Discurso pronunciado en el
“XVI Festival Mundial de la Juventud”, 13.08.2005 b)
http://www.debatecultural.net/Observatorio/
HeinzDieterich.htm; revisado 29.12.07
Development, Concepts and Doctrine Centre (DCDC),
The DCDC Global Strategic Trends Programme
200720036, Enero 2007. Documento descargable en:
http://www.cuttingthroughthematrix. com/articles/strat_
trends_23jan07.pdf; revisado 29.12.07
K. Marx & E Engels, Manifiesto del Partido Comunista
(1848), digitalizado para el Marx-Engels Internet Archive
por José E Polanco en 1998 y retranscrito para el Marxists
Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999. Disponible
en: www.marxists.org/espanol/me/1840s/48-manif.htm;
revisado 29.12.07
Luxemburg, Rosa: Reforma o revolución (1899).
Descargable
en:
http://www.marxists.org/espanol/
luxem/index. htm; revisado 30.12.07
Hippler, Jochen: Low Intensity Warfare and its
implications
for
NATO,
1988.
En:
http://www.jochenhippler.de/Aufsatze/lowintensity_conflict/low-intensity_ conflict.html; revisado
30.12.07
37
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