CLAVES PARA LA INTERPRETACIÓN DEL FENÓMENO DE LAS MIGRACIONES INTERNACIONALES ACTUALES. Juan Antonio Cebrián Instituto de Economía y Geografía, CSIC, Madrid Marzo 2007. Es un hecho incontestable que durante las tres últimas décadas, por diversos motivos coadyuvantes, la movilidad de las colectividades humanas se ha disparado. Más específicamente, se ha facilitado progresivamente su movilidad residencial, dentro de los límites nacionales y entre naciones fronterizas, o no. En este artículo presentamos una selección de factores de dicha movilidad, con algunos rasgos pretendidamente novedosos. En segundo término, pasamos revista a las características más importantes de las migraciones internacionales actuales. En tercer lugar, abordamos los conflictos de identidad nacional que preceden, a veces, o se originan con la instalación de comunidades extranjeras, en los países desarrollados del planeta. Terminaremos con una exposición sinóptica de los tipos de diálogo que tienen lugar entre los países de origen y destino de la migración, aludiendo a las compensaciones dinerarias que viajan en sentido opuesto. La aldea global Como todas las traducciones de términos acuñados en otra lengua, la expresión “aldea global” se encuentra muy lejos del original “global village”. En este caso, la fonética y la semántica inglesas son mucho más acertadas, no en vano, en inglés, el adjetivo global significa “propio de la totalidad del planeta, o globo”. Aún así, todos entendemos la expresión “aldea global”, con el significado de “comunidad internacional”, “mundo sin fronteras”, etc. En esta ocasión, hemos recurrido a ella para subrayar la característica más importante de las migraciones actuales de población: su contexto universal. 2 Se puede pensar que la universalidad del mundo actual no es más que un instante en la evolución político social de la humanidad: así lo creemos nosotros. Pero toda evolución tiene momentos más intensos y momentos más distendidos. Para nosotros, las raíces de la globalidad actual hay que buscarlas en las dos últimas grandes guerras europeas, denominadas habitualmente Primera y Segunda Guerra Mundial. En ambas confrontaciones, un número considerable de estados, que aglutinaban a un número mayor de pueblos o naciones, habían suscrito alianzas de defensa mutua ante la agresión de terceros, que se activaron inmediatamente al producirse dicha agresión. Durante las dos guerras a que nos referimos, los soldados convivieron en el frente con tropas de distinta nacionalidad, sobre todo con sus aliados, pero también con sus enemigos. Al firmarse los tratados de paz que concluyeron las acciones bélicas, se desencadenó una reacción natural asociativa, supranacional, que pretendía evitar la guerra en lo sucesivo. Antes, durante y después de las dos guerras mundiales el mundo resultó mucho más articulado. Después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, se crearon en pocos años diversas instituciones supranacionales de carácter económico comercial (ECSC, Mercado Común, COMECON, etc.) que facilitaron un clima de convivencia y entendimiento democrático en Europa occidental, y la correspondiente armonía en el bloque del este. Existían antecedentes: la unidad alemana en el XIX, por ejemplo, había sido precedida por acuerdos de índole económica y comercial. Los nazis, por su parte, habían patrocinado un gran esfuerzo por alcanzar la integración económica de los territorios que iban anexionando. Esta política, sistemáticamente torpedeada entonces por los aliados, fue aplicada por ellos mismos al acabar la guerra (Blouet, B.W., 2001, Geopolitics and Globalization in the Twentieth Century, London, Reaktion Books, 1st edition, 204 p.) Así pues, consideramos que las dos guerras mundiales constituyen el fondo, el decorado, de la globalidad actual, que es el escenario donde tienen lugar las migraciones que estamos analizando, y que en esa trama migratoria existe un personaje estelar: Los Estados Unidos de América. No soy consciente de haber leído esta afirmación en ningún sitio, pero creo que todos estarán de acuerdo con ella. Por este motivo, considero necesario retrotraer el comienzo de la dinámica que desemboca en la globalidad actual hasta el año 1865. Esta datación me parece original; si no lo es, me gustaría conocer qué autor la ha utilizado previamente. En 1865, los Estados Unidos concluyeron la Guerra Civil entre el Norte y el Sur. Una guerra, que había sido alentada por algunos países 3 europeos, que consideraban la Secesión como un freno eficaz al poderoso avance de la nueva gran nación norteamericana. Tras la Guerra Civil, los “nuevos” Estados Unidos de América, reactivaron ese carácter expansionista, que habían demostrado con creces en la guerra de independencia de Texas (1832-1836) y en la guerra mexicanoamericana (1846-1848). A partir de ese momento y a un ritmo vertiginoso, los americanos desplazaron a los británicos de muchos de sus mercados tradicionales en centro y sur América, y dejaron sentir todavía más su presencia en el Pacífico y en todas sus islas y costas. Se llega así a las dos guerras mundiales, que entregaron a los Estados Unidos la hegemonía mundial – hasta 1991 compartida, oficialmente, con la Unión Soviética—. El proceso de globalización actual no ha tenido un desarrollo uniforme en el tiempo –con picos de mayor intensidad que la media—. Tampoco ha tenido la globalización una difusión espacial aséptica a partir de varios núcleos de influencia y capacidad de penetración semejante. Al contrario, la globalización actual se desata a raíz de las dos Guerras Mundiales del siglo XX, y consiste, primariamente, en la difusión por todo el mundo de las características sociales, políticas, económicas, estratégicas o culturales del gigante norteamericano. Estados Unidos es agente principal y, a la vez, laboratorio de la globalización. Estados Unidos es a la vez país de inmigrantes, mercado libre de dimensiones únicas, sistema de transportes eficiente, red extraordinaria de comunicaciones, crisol de culturas y procedencias étnicas, etc. No es una coincidencia que los Estados Unidos reúnan internamente todos los requisitos de la globalización actual. Sin olvidar que la matriz de los Estados Unidos es europea y, más concretamente, anglosajona, aunque con importantes aportes de centroeuropeos, nórdicos e italianos, en oleadas sucesivas. Para terminar, al margen de su construcción histórica, nos detenemos en la descripción de las principales características de la escena global, como marco de las migraciones internacionales actuales. 1. La revolución de los transportes y de las comunicaciones, que constituyen un efecto colateral de las economías de guerra y el resultado de la evolución tecnológica de una economía de paz. Los avances de las telecomunicaciones y del transporte aéreo, que se llevaron a cabo durante la segunda guerra mundial – 4 continuados por los de la posguerra mundial y los de los años de guerra fría—, han puesto el planeta al alcance de la mano de los más poderosos, de los más osados y, también, de los más indigentes. 2. La expansión de los mercados supranacionales, la división internacional del trabajo y la especialización progresiva de todos los agentes económicos. 3. Los medios de comunicación de masas, que originalmente canalizaban noticias o proporcionaban entretenimiento, se han convertido en trasmisores de estilos de vida, poniéndose al servicio consciente o inconsciente, directo o indirecto, de la publicidad y de la propaganda. El cine ha creado un mundo paralelo, virtual, que busca cada vez más la inspiración realista, de la que parte en su posterior elaboración. Se mantiene un empeño por una colonización cultural o ideológica de otros ámbitos: el vehículo puede ser la tan manida ya democracia occidental, la eficiencia económica, la amistad entre los pueblos, el ecologismo radical, etc. Las migraciones internacionales En una escena como la descrita surge el fenómeno de las migraciones internacionales, que además está firmemente condicionado por unas tendencias demográficas históricas de sobra conocidas. Las poblaciones de los países ricos, seriamente envejecidas por su comportamiento maltusiano multisecular, difícilmente pueden por sí solas mantener la dinámica capitalista, o neocapitalista, que prima la concentración de las actividades económicas de mayor valor añadido. Paralelamente, muchos de los países pobres del planeta cuentan con una población infantil y juvenil, que supera con mucho la oferta de trabajo. Además, en los países pobres son frecuentes la crisis económicas por motivos de tipo ecológico, climático, por motivos de política doméstica o de política internacional. Así las cosas, el mercado del trabajo desarrollado se ha ido abriendo poco a poco, como en su momento se abrieron los mercados de bienes de consumo y de bienes de capital. Entre los factores de la producción mundial, sólo la tierra permanece inamovible. 5 De lo anterior se deduce que nos encontramos en un punto de inestabilidad económica donde es necesario reasignar, desplazándolos en muchos casos, determinados factores de la producción. Cuando el factor humano es el que se desplaza estamos en presencia de una migración de personas. Cuando se desplaza el capital, hablamos de inversión directa internacional (FDI). Con independencia del factor tierra, inamovible, cuyo dominio sólo una invasión podría cambiar, observemos en el momento actual cómo se mueven el factor capital y el factor humano en la escena mundial. Los países ricos tienden a externalizar las actividades productivas más incómodas, más contaminantes, y las que requieren una mano de obra numerosa y poco cualificada, localizándolas en países pobres que no son tan conscientes de la calidad de su medio ambiente y donde la mano de obra es infinitamente más barata que en los países ricos. Vistas así las cosas la inversión directa en el extranjero es poco más que la explotación del capital humano y del capital ecológico de los países pobres. ¿Cómo se explica entonces que haya personas que se desplacen de los países pobres a los ricos, si el capital está deseando invertir en los países de origen de los inmigrantes? La razón se encuentra en que en el mundo desarrollado, por su desequilibrada demografía, entre otros motivos, tiene importantes nichos laborales desatendidos, que los inmigrantes ocuparán con agrado. ¿Cuáles son esos nichos? Los trabajos menos demandados, encabezados por a)trabajos de atención a personas (trabajo doméstico, cuidado de población infantil y de ancianos), b)trabajos nada o poco cualificados en el sector servicios: sector de hostelería y restauración, limpieza, mudanzas, c)trabajos poco remunerados en la construcción, reparación y mantenimiento de las viviendas y edificios del mundo desarrollado, d)trabajos en empresas que exigen mucha mano de obra barata en el país rico, pero que no son exportables, por ejemplo la agricultura poco mecanizada/ble, la extracción de productos minerales, etc. Llegamos así a la sombría conclusión de que en el mundo actual, si se desplaza el capital, lo hace buscando la mano de obra peor pagada. Y si son las personas las que se mueven, será, en primera instancia, para ocupar los puestos de trabajo que nadie quiere ya en las sociedades desarrolladas. Las migraciones internacionales de finales del siglo XX y principios del XXI presentan características peculiares que las diferencian notablemente de las migraciones 6 internacionales que se han producido hasta este momento. No existen precedentes de movimientos discrecionales de grandes masas de individuos que, procedentes de regiones desposeídas, acudieran a los países desarrollados en busca de una economía familiar saneada. Previamente sólo se conocían migraciones escalonadas, o migraciones masivas, pero organizadas. La organización reducía el riesgo del inmigrante, que, por otra parte, tampoco buscaba un éxito rotundo en la aventura. Entre estas migraciones masivas, pero organizadas, se encontraron, por ejemplo: Las migraciones masivas de europeos para colonizar espacios “vírgenes” en Canadá, USA, Caribe, Cono Sur Americano, Sudáfrica, Australia, etc. Las llegadas de trabajadores con contratos temporales en países desarrollados con escasa mano de obra. La situación de escasez venía provocada normalmente por un acontecimiento bélico de primera magnitud (braceros mexicanos contratados durante la Primera Guerra Mundial; trabajadores mediterráneos – portugueses, españoles, italianos, griegos, turcos, marroquíes, etc.— reclutados para la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial), o por la ejecución de grandes obras públicas: ferrocarriles, canales, etc.; en momentos en que se requerían grandes contingentes de trabajadores (chinos en USA, para la construcción de los ferrocarriles americanos, o el canal de Panamá, por ejemplo). Lo habitual era que la mayoría de estos trabajadores intentara prolongar su estancia cuando terminaba el programa que los acogía. Muchos consiguieron establecerse permanentemente en los países que los llamaron temporalmente a trabajar para salir del paso. En el caso de las migraciones escalonadas el inmigrante era asimilado, antes o después, por la clase trabajadora autóctona y los posibles abusos de patronos y/o capataces podían ser contestados organizadamente por los sindicatos. Los trabajadores autóctonos de los lugares de tradición europea habían desarrollado mecanismos eficientes de protección antes los excesos del capital y sus representantes, y el inmigrante se beneficiaba de ellos. En el caso de las migraciones masivas, pero organizadas, los inmigrantes encontraban protección en los supervisores del programa. 7 Pero en las últimas tres décadas las diferencias entre los países desarrollados y el resto se han incrementado ostensiblemente. Paralelamente, los medios de comunicación han exportado imágenes de los países ricos por todo el mundo. Los nuevos medios de transporte han facilitado enormemente la movilidad de las personas. Las puertas de los países ricos se han abierto y los “parias” del mundo han acudido en tropel. La palabra más adecuada para describir el proceso es, en muchos casos, “avalancha”. Una avalancha que resulta mucho más difícil de gestionar que la entrada escalonada de personas o al amparo de algún convenio bi- o multi-lateral. El aspecto más sangrante de esta historia reciente es que muchos inmigrantes actuales viven sin derechos –no se atreven a reclamarlos— sin protección en su trabajo, tampoco en su residencia. Y no existe corporación establecida que los defienda, aunque sí hay políticos que acuden a pedir su voto en las elecciones municipales, o regionales, si es el caso. Europa y Estados Unidos, también Japón y los países del Golfo Pérsico, etc. se están beneficiando del empobrecimiento del tercer mundo y del colapso del bloque soviético. Es un proceso de aglomeración acelerada, en el que los núcleos más poderosos crecen sin techo, atrayendo más, mucha más gente, que acampa en sus periferias. Es una explotación transnacional, que reclamará compensaciones históricas. Después de las oleadas norteafricana y latinoamericana, están llegando a España muchos europeos del este: polacos, rumanos, búlgaros y ucranianos. Muy mitigado ya, pervive todavía el temor de que la llegada de inmigrantes al mundo desarrollado amenace la supervivencia laboral de los estratos sociales inferiores. La experiencia reciente ha demostrado que son pocos los damnificados, ya que los inmigrantes ocupan los trabajos que nadie está dispuesto a hacer y, además, la llegada de inmigrantes relanza la actividad económica de los países de llegada, disminuyendo las tasas de paro. En cambio, mucho más agresivos resultan los expedientes de reducción de empleo de las grandes compañías, multinacionales en su mayor parte, que trasladan plantas enteras a países menos desarrollados atraídas por una mano de obra más barata y más dócil. Pero aunque la llegada de trabajadores extranjeros tiene en la mayoría de los casos efectos beneficiosos, es preciso elaborar políticas de regulación de estancias prolongadas. Los trabajadores extranjeros deben disfrutar, cuanto antes, de un status 8 legal, que les permita establecerse temporal y definitivamente, si ese es su proyecto, tras años de estancia en el país de acogida. Paralelamente deben formularse también políticas explícitas de integración y cohesión social de los inmigrantes. Tabla 1. Entradas de trabajadores extranjeros en algunos países miembros de la OECD en miles 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 Permanentes Temporales 20,2 14,3 15,4 2,8 69,7 2,2 .. 20,0 15,4 16,3 2,2 71,6 2,8 .. 19,7 31,7 15,2 2,5 75,8 3,1 .. 26,0 37,3 15,4 7,3 80,3 3,2 .. 27,9 37,0 18,3 8,7 87,1 3,1 .. 32,4 39,2 25,4 7,5 97,0 3,6 10,4 35,7 45,7 27,0 7,0 99,1 5,1 14,1 36,0 43,3 24,6 6,7 93,3 4,8 13,3 Permanentes Temporales 6,1 4,5 270,8 18,4 4,3 .. 81,5 16,5 70,1 .. 4,8 4,8 262,5 14,5 3,8 .. 78,5 18,3 72,4 9,2 5,2 4,7 285,4 19,7 4,5 .. 93,9 18,6 73,2 11,1 5,4 6,3 6,4 9,2 8,0 4,3 275,5 22,6 5,7 21,6 101,9 22,0 73,9 15,2 5,8 304,9 29,6 6,3 21,4 108,0 24,2 64,9 20,8 7,5 333,8 40,2 18,0 58,0 129,9 26,5 65,3 27,7 9,6 373,8 47,3 36,4 92,4 142,0 25,8 61,9 30,2 9,8 374,0 49,8 40,3 139,1 145,1 22,4 57,0 34,6 Permanentes Temporales .. .. .. 10,4 2,2 36,6 27,1 24,2 .. .. .. 11,9 1,5 36,6 24,5 26,4 .. .. .. 15,3 1,3 25,9 25,4 31,7 5,0 25,4 .. 16,9 2,6 48,1 26,4 37,5 5,1 29,5 15,3 17,1 4,2 49,7 31,5 42,0 6,7 32,5 15,9 17,8 7,8 172,6 34,0 64,6 9,8 43,1 19,0 17,0 133,0 154,9 41,9 85,1 13,8 54,6 24,2 22,8 52,7 101,6 40,1 88,6 Permanentes Temporales 85,3 .. 117,5 .. 90,6 208,1 77,5 242,0 56,8 303,7 107,0 355,1 179,2 413,6 175,0 357,9 Australia Austria Bélgica Canadá Dinamarca Finlandia Francia Alemania Hungría Irlanda Italia Japón Luxemburgo México Holanda Nueva Zelanda Noruega Polonia Portugal España Suiza U. K. USA Las nuevas nacionalidades ¿Pueden sobrevivir las naciones-estado la crisis demográfica de occidente? Muy probablemente, sí, por el principio de inercia social. Pero tendrán que enfrentarse a transformaciones institucionales de primera magnitud. En primer lugar, con independencia de la llegada de importantes contingentes de inmigrantes, por el despertar 9 de movimientos secesionistas importantes: desde los más oscuros (Kosovo) hasta los más sangrientos (País Vasco, Irlanda del Norte, Chechenia), pasando por los más civilizados (Cataluña, Lombardía, Bretaña, Bélgica francófona, etc.) Sea cual sea el resultado de la transformación, es muy difícil que se derogue el derecho de admisión, que la experiencia dicta será reclamado también por los recién llegados: los inmigrantes de la penúltima generación. El diálogo internacional, entre los países opulentos y los indigentes, puede facilitar considerablemente la transición migratoria global. No se debe despreciar ningún modo de intercambio. Así, junto a los foros multilaterales: ONU International Organization for Migrations UE Euro-Mediterranean Partnership. También conocido por The Barcelona Process (1995; reuniones periódicas de Ministros de AAEE; 27 países: o España, Francia, Italia, Malta, Grecia, Chipre o Turquía, Siria, Líbano, Israel, (Palestina), Jordania o Egipto, (Libia), Túnez, Argelia, Marruecos o Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania, Austria o Portugal, Irlanda, UK, Dinamarca, Suecia, Finlandia).Objetivo: un diálogo euro-mediterráneo por la paz, la estabilidad y la prosperidad. Diálogo 5+5 (a partir de Lisboa, 2001): Portugal, España, Francia, Italia, Malta y o Marruecos, Mauritania, Argelia, Túnez, Libia. etc., deben proliferar los intercambios bilaterales, que, todavía, siguen siendo los más efectivos, por razones claras de soberanía. En estos encuentros debe primar la llaneza sobre la prepotencia; la confianza sobre la suspicacia; la equidad sobre la explotación. Remesas y desarrollo En dirección contraria a los flujos de inmigrantes circulan las remesas que envían a sus países de origen, para atender a sus familiares. El aumento de las remesas en los últimos años ha sido espectacular, hasta el punto de atraer a entidades financieras muy competitivas. Además del impacto directo (reducción de la pobreza, mejoras en la balanza de pagos, reducción de la escasez de divisas extranjeras, inversiones productivas, etc.) sobre las economías de los países de origen, las remesas tienen efectos 10 indirectos también muy positivos: disminución de la tasa de capital-riesgo, aparición de nuevas fuentes de financiación y efectos multiplicadores provocados por los gastos del consumo. Dicho lo cual, también es necesario afirmar que las remesas no son una panacea para la corrección del subdesarrollo y que nunca serán un sustituto de políticas económicas competentes en los países en desarrollo. Por ejemplo, si se facilita la emigración por encima de todo, se limita también el efecto de las remesas en el desarrollo de las zonas de origen (por falta de mano de obra y de individuos emprendedores). La mejor manera de maximizar el impacto positivo de las remesas en los países en desarrollo es llevar a cabo una política económica que esté basada en conocidos modelos de gestión macroeconómica.