Artículo tomado de la Revista Counselors N° 32- Noviembre RESILIENCIA: Hace unos cuatro años junto a una colega, Nora Sánchez de Vanderhorden, venimos trabajando como counselors en una institución educativa privada. De ese contacto con los chicos del tercer ciclo de EGB, 12 a 14 años, fue surgiendo la inquietud, la pregunta: ¿Quién escucha a estos muchachos?. Sabíamos que algunos cuentan con varios adultos que los escuchan; otros, no tanto. Su expresividad puesta en juego en Talleres de Crecimiento nos fue enseñando mucho acerca de sus recursos, de sus fortalezas y debilidades. También nos puso en contacto, a veces callado a veces explosivo, con sus heridas y dolores. Por otra parte, nos encontrábamos también con los padres. Tal vez pocos, pero siempre inquietos e interesados. En ocasiones, impotentes, o desorientados. Como sintiendo que al fin se daban cuenta que todos estaban pasando por cosas similares con sus chicos. De modo libre, siempre nos oriento el ECP como música de fondo en todo lo que intentábamos. De ahí que fuera natural que al tener que optar por un trabajo final de tesis para obtener la licenciatura en psicología, conectara con un tema ahora en boga, la resiliencia en la etapa adolescente. Me centre en la figura del adulto significativo, aquel que ayuda a “tejer la resiliencia”. Estas líneas, agradecidas, quieren ser un testimonio y un aporte. Testimonio de aquellos que sufren y lograr resistir y rehacerse. Un aporte para los que en tantos lugares se dedican a escuchar el sufrimiento humano y quieren ser compañeros de camino para que las personas descubran como valerse de lo que les toca vivir para lograr salir adelante y ser mejores seres humanos. Algunos pocos y fundamentales conceptos. Resiliencia es un concepto que se ha venido utilizando en los últimos tiempos para dar cuenta de la posibilidad por parte de las personas de afrontar los acontecimientos desestabilizadores o las situaciones de riesgo de manera tal que no sólo logren resistir a tales eventos sino también valerse de ellos con el fin de continuar desarrollándose constructivamente En física, la resiliencia se refiere a la capacidad de los materiales de volver a su forma cuando son forzados a deformarse (por una presión deformadora). El estudio de la energía invertida en la deformación sin ruptura (resiliencia) se profundizó en relación con los metales y las consecuencias de los choques entre objetos. Las ciencias sociales utilizan esta “metáfora” para describir fenómenos observados en personas que a pesar de haber vivido situaciones traumáticas o en condiciones de adversidad, son capaces de desarrollar conductas que les permiten una buena calidad de vida. Luego de evolucionar en varios sentidos, resiliencia ha venido a convertirse en sinónimo de proceso constructivo en medio de la adversidad. Allí donde las personas lo han pasado mal, allí donde cabe esperar que se perpetúe la violencia y el desamparo, a veces nos encontramos con reacciones constructivas que son una desmentida a los pronósticos más negativos. Lo que llama la atención no es que muchos sucumban, lo que asombra es que algunos salgan adelante. Esto también requiere ser investigado y esta ahí, desafiando una explicación. Claro que no siempre todo es tan espectacular. Hay también una resiliencia sencilla, cotidiana, la que saca adelante a tantos chicos y chicas que podrían hundirse en dolores tan comunes, pero no menos sentidos. Los hay que se detienen en su crecimiento por cosas que parecen insignificantes. Y los hay que salen adelante inesperadamente, cuando nada lo hacia pronosticar. Respuestas viejas, respuestas nuevas. Las viejas tradiciones sapienciales de la humanidad conocen una respuesta. Solo el amor rescata.... mas no siempre lo logra. Un autor centró en el amor incondicional el tipo de relación que ayudaba a tejer resiliencia. Seguramente nos resonara cercano a la aceptación incondicional, de Rogers. Ese amor, llamado luego “fundamental” fue traducido operativamente en tres aspectos: aceptación, estimulo y gratificación, ayuda sin sustitución. Eso fue lo que concretamente nos dedicamos a estudiar en estos adolescentes tempranos. ¿Realmente esperaban esas actitudes de los adultos que les ayudaban en la vida? ¿Hasta que punto estaban dispuestos a valerse de esas actitudes para salir adelante?, ¿se verificaba la clásica búsqueda de autonomía por parte de estos chicos y chicas?, en todo caso, ¿que tipo de libertad y autonomía?. Algunas conclusiones, muchas cuestiones. El trabajo realizado abarcó 52 protocolos, con tres instrumentos cada uno. Ideamos un muestreo aleatorio para elegir a los entrevistados. La colaboración de los alumnos fue muy amplia. Quedando mucho por elaborar, las conclusiones más notorias fueron las siguientes: 1) el nivel de autoestima era muy elevado; 2) los adultos que ayudan en la vida siguen siendo principalmente los padres; 3) los demás adultos son figuras relacionadas a la familia (abuelos, tíos etc.) 4) entre los adultos que ayudan se ubican en primer lugar los que ofrecen “estímulo y gratificación”. Es decir, aquellos que son “cuidadores y atentos”, “que enseñan”, “alientan los proyectos” del adolescente, y “reconocen sus logros”. Casi inmediatamente por debajo se encuentran los adultos “que aceptan” al adolescente tal como es, “que lo escucha”, “que lo entiende” y “que es capaz de tolerar si no llegan a entenderse”. Es decir que los valores de reconocimiento y cuidado priman levemente sobre los de empatía, encontrándose ambos bastante cerca. La dimensión “ayuda sin sustitución” ha quedado en tercer lugar. Estos adolescentes parecen buscar aun cierta sobreprotección adulta. Al menos han evidenciado una actitud bastante ambivalente ante la sobreprotección. Esto nos hace pensar que esperan “ayuda” pero no necesariamente “sin sustitución”. Al menos, no en la escala que supondríamos en esta etapa de la vida. Parecería que experimentan una seguridad basada en buena parte en contar con sus padres para su desempeño. La autonomía no despunta como una realidad vivamente buscada y deseada. Las cuestiones que se abren: 1) necesitamos conocer de un modo mas realista las demandas de escucha de estos chicos hacia los adultos de la escuela, 2) en la construcción de resiliencia pueden organizarse planes para promover los llamados “pilares de resiliencia”, no obstante 3) los adultos hemos de estar preparados para sintonizar en el momento oportuno el mensaje que los chicos nos lanzan, pidiendo ser escuchados. Esta capacidad adulta requiere de destrezas “naturales”, pero también de capacidades desarrolladas, entrenadas. 4) puede lograrse mucho intentando apoyar a los padres para que estos desarrollen un mejor modo de presencia en la vida de sus hijos, aun en medio de las dificultades habituales o aun extraordinarias que se presentan. B. Cyrulnik, de cuyo desarrollo teórico habría mucho por desarrollar, quiero tomar el final de este articulo: “es preciso amar a los niños que han sufrido carencias para poder disponer a su alrededor de algunos tutores de resiliencia. No hay relación directa entre “la dosis de amor” que se les brinde y los efectos. Parece poder deducirse que no es seguro que cada vez que se les ame hará que se restablezcan mejor. Lo que es predecible es que si no se les ama, sus desarrollos se detendrán” (“El murmullo de los fantasmas. Volver a la vida después de un trauma”) Lic. Luis Alberto de Brito Consultor Psicológico Psicólogo