Actitudes para la elección

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EE.EE. ACTITUD PARA LA ELECCION: -1-
ACTITUD Y DISPOSICIONES PARA LA
ELECCIÓN
PREAMBULO PARA HACER ELECCIÓN
"En toda buena elección, en cuanto es de nuestra parte, el ojo de
nuestra intención debe ser simple, solamente mirando para lo que soy
criado, es a saber, para alabanza de Dios nuestro Señor y salvación de
mi ánima,..." [169] [se puede leer y comentar todo este número]
DE QUÉ COSAS SE DEBE HACER ELECCIÓN
El primer punto.
Es necesario que todas las cosas de las cuales
queremos hacer elección sean indiferentes o buenas en sí,... [170]
Segundo. Hay unas cosas que caen debajo de elección inmutable, así
como son sacerdocio, matrimonio, etc; hay otras que caen debajo de
elección mutable,.... [171]
Tercero.
En la elección inmutable, que ya una vez se ha hecho la
elección, no hay más que elegir, porque no se puede desatar; así como es
matrimonio, sacerdocio, etc. Sólo es de mirar que si no ha hecho elección
debida y ordenadamente, sin afecciones desordenadas, arrepentiéndose
procure hacer buena vida en su elección... [172]
Cuarto. Si alguno ha hecho elección debida y ordenadamente de cosas
que están debajo de elección mutable, y no llegando ni a carne ni a
mundo, no hay para qué de nuevo haga elección, mas en aquella
perfeccionarse cuanto pueda. [173]
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ACTITUD Y DISPOSICIONES PARA HACER
ELECCION
Para empezar es necesario que nos preguntemos ¿qué es la elección?.
Como bien nos indica el P. Laplace: "la elección difiere mucho de las
resoluciones". Mientras estas últimas son decisiones o aplicaciones prácticas de la
vida, tomadas para avanzar en un sentido o en otro, la elección se sitúa en el
centro de la vida misma, queriendo y deseando acomodar ésta a los impulsos del
Espíritu.
Las meditaciones que he hecho a lo largo de estos Ejercicios han debido
estar guiadas por el deseo de sentir a Cristo Jesús en mi vida y hacer su voluntad, subordinando todo lo demás a QUERER ANTE TODO AL SEÑOR. Sin esta actitud
de fondo no se puede avanzar en el discernimiento y la elección. La preparación
interior es mucho más importante que la decisión misma a la hora de elegir, de ahí la
importancia de las meditaciones que se han tenido hasta ahora.
Recogiendo lo desarrollado en las últimas meditaciones, y teniendo
presente la estructura ignaciana, se puede decir que son necesarias tres
disposiciones fundamentales previas al hecho de una adecuada elección:
I: MADUREZ HUMANA
Podemos empezar preguntándonos ¿cuál es la madurez necesaria para
una buena elección? Para ayudarnos en este sentido tenemos el ejercicio de las dos
banderas [136-147], que pone de manifiesto la lucha interior que se desarrolla
dentro de mí entre lo malo y lo bueno. Como nos dice S. Pablo: "no hago el bien que
quiero, sino que obro el mal que no quiero" (Rom 7, 19)
Soy carne y espíritu, y debo tener presente que "ninguna forma de vida espiritual puede desarrollarse con una base de rechazo o ignorancia de lo natural"
(P.Laplace). Se trata de conocerse uno a sí mismo, de bucear en el interior de mi
ser, y darme cuenta de la realidad que soy con el deseo firme de aceptar lo que
hay en mí, de ser sincero conmigo mismo sin pretender ocultar mis limitaciones.
Podemos decir que la madurez humana tiene tres
aspectos fundamentales:
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I-A: MADUREZ INTELECTIVA
No es precisamente poseer abundancia de datos, ser un erudito, ni un
razonador al modo filosófico. Se trata de la capacidad de formarse un juicio propio,
de distinguir el peso diversos de los motivos, de valorar debidamente las razones por
sí mismo, y no por el influjo ajeno.
Un extraño, incluso el que da los Ejercicios, podrá y deberá iluminar,
orientar, poner en la pista, pero todo ello ha de quedarse en el terreno de la ayuda y
no suplantar. La madurez intelectiva será tanto más necesaria cuanto más serias y
de mayores consecuencias sean las decisiones con que uno se enfrenta.
Para que se dé una auténtica madurez es necesaria una vivencia profunda
de libertad, de tal manera que no se actúe por miedos o coacciones de tipo alguno,
sino con la distancia crítica necesaria que nos hace capaces de decidir y ocupar un
puesto en la sociedad.
I-B: MADUREZ AFECTIVA
* Implica fundamentalmente la capacidad de dominar los propios impulsos
y las tensiones.
* Hay que poseer una conciencia equilibrada, es decir, no ser víctima del
sentimiento exagerado de culpabilidad.
* Capacidad de mantener relaciones afectivas equilibradas con otras
personas, tanto de uno como de otro sexo. No sólo a un nivel
superficial, sino a nivel de una verdadera amistad.
I-C: MADUREZ VOLITIVA
Una auténtica madurez exige modestia para aceptar lo que soy, pero además exige valentía para cambiarme a mí mismo, para salir de mi estancamiento y
vencer las inseguridades ante las propias reacciones afectivas, y, finalmente,
también exige humildad para pedir la ayuda de la gracia y abrirse a la acción del
Espíritu.
II- RECTITUD DE INTENCION
La segunda disposición para elegir bien es la de una intencionalidad recta.
"En toda buena elección, en cuanto es de nuestra parte, el ojo de nuestra
intención debe ser simple" [169] y para ayudarnos en esta imprescindible
purificación, S. Ignacio propone la meditación "De tres binarios (grupos) de
hombres" [149-157].
Antes de hacer elección debo tener presente los motivos que me impulsan, pues con frecuencia puede hacerse una acción buena por motivos malos y
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causas interesadas: búsqueda de sí mismo, crear intereses cuyos beneficios pueda
percibir más tarde,...
La recta intención está siempre guiada por el amor, por ello nos dice S.
Pablo : "Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si
no tengo amor, nada me aprovecha" (1 Cor 13, 3). Cuántos hay que se privan de comodidades, se fatigan trabajando por Dios, hablan de la justicia y del amor a los demás, y no hacen más que su capricho. No buscan la voluntad de Dios, sino
acomodar ésta a sus propios deseos. [2º binario]
III- APERTURA AL AMOR
La disposición auténtica es la búsqueda del amor, la apertura radical al
amor. Para ayudarnos en esto, S. Ignacio nos propone la meditación de las "tres
maneras de humildad" [164]. En realidad son tres pasos en el camino del amor.
La primera manera es no cometer ningún pecado mortal. El segundo, ser
indiferente y no cometer ningún pecado venial. El tercer grado de humildad no tiene
leyes, es la entrega amorosa y sin límites a imitación de Cristo (Fil 2, 5-8), es una
inversión generosa y a fondo perdido en el amor a Dios y a los demás.
En conclusión, estas tres disposiciones fundamentales:
madurez hu-
mana, rectitud de intención y apertura al amor son las que S. Ignacio propone
para ir creando en el corazón del ejercitante una actitud básica, de la que se hablaba
al principio: deseo de sentir al Señor en mi vida y hacer su voluntad. A partir de
esta actitud estaremos preparados para entrar en un proceso de elección.
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