LA MISMIDAD DEL E.C.P. LA NO DIRECTIVIDAD CONCEPTO ESENCIAL “Yo no podría decir de un hombre, durante su vida, que es digno de alabanza o de reproche; no, no es posible, porque el azar levanta y el azar abate al afortunado y al desafortunado, sin pausa. Nadie puede hacer de adivino porque no hay nada fijo para los mortales” “palabras del Mensajero en “ANTIGONA “ SOFOCLES INTRODUCCION Estamos ante un escrito que pretende sostener porqué la No directividad es lo esencial del ECP, al otorgarle su espíritu y energía fundante, y ofrece criterios explicativos, comparaciones y deducciones, que permiten llegar a tal conclusión. La frase que cito en el inicio, que en boca del mensajero, coloca Sófocles en su obra Antígona, en el siglo 5 antes de Cristo, da cuenta de un pensar la ayuda desde un lugar de acompañar el proceso del otro, tal como el otro decida hacerlo, por ello la noción de nos directividad es la base del planteo ECP. En principio, partimos de saber que hay algo que es inmutable en cada cosa, en cada ser, en cada postura o teoría, hay algo que es esencia de lo que es ese algo, y que nos hace decir que ese algo tiene un nombre, una denominación, que identifica, que da identidad. Toda identidad es constancia de estructura. También sabemos que hay algo que es mutable en cada cosa, en cada ser, en cada postura o teoría, hay algo que es existencia, que va hacia afuera, que intercambia y se transforma. En síntesis, hay algo que es conserva, y hay algo que es cambio. Si no fuera por la conserva, no habría la estabilidad que facilite el cambio. Si no fuera por el cambio, no habría la flexibilidad que facilite el desarrollo. Toda identidad acepta el cambio, mientras no trastorne o subvierta su ordenamiento estructural. Esa invariabilidad la denomino el MÍ (la mismidad) de lo que somos, y en lo que respecta a las teorías psicológicas: No es imaginable que alguien que se diga Psicoanalista, no crea en el concepto de Inconsciente, o que dude de la existencia del triángulo edípico, de la transferencia, de la sexualidad infantil, de Eros o de Tánatos. O que un Conductista/Comportamentalista, desconfíe del concepto de refuerzo, o del escotoma en el aprendizaje. Tampoco que un terapeuta Gestáltico no le dé importancia al Aquí y Ahora, o al Awareness. Nos costaría pensar a un Psicodramatista diciendo que no toma en cuenta el concepto de átomo social, de matriz grupal, de telé. Nadie que se diga Sistémico va a cuestionar el concepto de Sistema, lo conceptualice desde uno u otro lugar en su teoría. Y por supuesto nadie, diciéndose del ECP, puede poner en duda la concepción de Tendencia Formativa, o las nociones de incondicionalidad, empatía, congruencia y no directividad. Con estas proposiciones iniciales, que deben servir para contextualizar mi propuesta de acceder a lo propio, al mi, del que consideramos nuestro Enfoque, he considerado acceder desde una aproximación fenomenológica, a partir de la cual, haciendo una reducción o epogé, ir descartando variables comunes a otros modelos, que por su formulación no sean esenciales, o se enmarquen en otros conceptos que los abarcan. Pretendo alcanzar el concepto o idea, que de no darse el Enfoque no sería lo que es. Me propongo una aproximación a lo general, y no a los innumerables detalles que están explícitos e implícitos en la teoría de Carl Rogers, con el objetivo de acceder a ejes primarios que, colocados en un carné de identidad, nos diría que somos lo que queremos decir que somos y no otra cosa. Una primera aproximación me hace descartar como esencial la pertenencia a la Filosofía Existencial, al Humanismo, e incluso a la Fenomenología como método, dado que si bien es indudable que conforman su ideario de base y su cosmovisión, otras líneas teóricas también adhieren a los mismos. Por tanto decir que somos Humanistas, Existenciales y Fenomenológicos, no nos define, sino que nos ubica dentro de la tercera fuerza, lo cual no alcanza para darnos la identidad esencial, que marca la diferencia aún en la similitud. Vale, en este momento, reforzar la idea de que una identidad define lo propio, sin negar la pertenencia a un género más amplio, que por supuesto también es parte de su modo de ser. La identidad de un modelo es un recorte por sobre otros recortes, y lo que aquí pretendo es alcanzar el recorte máximo posible, cual disección hasta llegar a la célula primaria de un órgano. Decir que somos parte de la Psicología Humanística, es primero referir que somos Psicología (recorte por sobre otras disciplinas humanísticas), y luego ubicarnos en un nicho más acotado, el de los Humanistas (recorte de diferencia por sobre otras líneas de la Psicología). De la construcción de la teoría de la Personalidad de C. Rogers, podría decir que es única e irrepetible como tal, sin embargo hay inevitables aspectos de coincidencia con otras teorías que deseo dilucidar en esta reducción a lo esencial. Por supuesto que nadie piensa, elabora y escribe desde el vacío, y en esos aspectos comunes se puede observar la incidencia de la formación previa del creador de nuestro enfoque. Entonces si bien su construcción es propia y exclusiva, en su contexto holístico podríamos decir por ejemplo que: - Hablar de defensas del modo que lo hace, lo acerca a Freud. - Mencionar al experiencing, libertad de experiencia, aquí y ahora, es común a la Gestalt y varias psicologías humanísticas. - Referir a distintos niveles de conciencia es común a los existenciales. - Definir la noción de sí mismo, es como concepto, equiparable a varias teorías del Self o Noción de Sí Mismo. - Brindar importancia a la aceptación de las personas criterio, en un adecuado clima de relación cálida y amorosa, se aproximaría a algunos conceptos de Winnicott. - Explicar la influencia conductual de la percepción y las conductas de los padres o educadores, es de índole similar al neo conductismo, en tanto formación de las construcciones perceptuales. - En relación a estas últimas, los aportes del cognitivismo en la formación de los constructos, es de índole similar a como lo formula Rogers. - La tendencia a la actualización, coincide con la noción de tendencia formativa, y se asimila a la de auto actualización de K. Goldstein y autorrealización de A. Maslow. Incluso, si bien posterior, a la noción de auto poiesis de H. Maturana. Varios autores del Humanismo, y pensadores Orientales, coinciden en estas hipótesis acerca de la “energía” motivadora hacia el crecimiento. Más aún, si bien desde un orden diferente, la concepción Freudiana de Pulsión de Vida, podría asimilarse como antecedente. - La importancia del clima y atmósfera en una relación de ayuda es común a muchas concepciones que hablan de calidez y actitud positiva. - El valor que explicita acerca de la comprensión, se observa previamente en la Psicología Comprensiva de Dilthey. - La noción de no posesión del poder de la cura, ha sido también planteada por Jacques Lacán. - La concepción positiva y liberal del hombre es común al humanismo. - Acuerdo- desacuerdo interno, congruencia-incongruencia, autenticidadinautenticidad, reacciones ante la amenaza o la no amenaza, son polaridades que varias teorías poseen, sobre todo las humanísticas existenciales. - La confianza en la persona, la noción de totalidad, de no estar dividido en partes, la importancia del encuentro, la mirada teleológica acerca de la intencionalidad u orientación por el sentido, la concepción de conciencia, de autonomía y otras afines, son también comunes al movimiento general de pertenencia, el humanismo. - La congruencia o autenticidad como actitud, y el método fenomenológico en la terapia, son también planteados por los Gestaltistas, y los fenomenólogos existenciales. - El tema de lo experiencial, que algunos autores consideran propio del ECP, es compartido por variadas modalidades del humanismo y lo transpersonal, aún quizás por lo freudianos cuando hablan del insigth. - La noción de encuentro, tan cara al enfoque, podría ser compartida por J. Moreno, así como su planteo de la telé se acerca al nuestro de empatía vincular. Entonces veamos los conceptos que si son nodales: - La no directividad, no la no dirección. - La incondicionalidad o aceptación positiva incondicional. - La empatía como actitud de presencia centrada en el otro. - La respuesta empática, reflejo o chequeo de percepciones, como resultado de los puntos anteriores, en una acción terapéutica concreta, no como una técnica más. Hasta donde he llegado, considero que las nociones mencionadas de no directividad, aceptación incondicional, comprehensión empática, y la respuesta empática como acción o dispositivo, tal como nosotros las comprendemos nos definen y ubican en el Enfoque, y no en otra línea de las denominadas humanísticas. De la misma manera los que saben del mundo Psi, definen a los ¨rogerianos¨ sin dudar como terapeutas no directivos. Lo extraño, aunque obvio, y como tal lo rápidamente descartado por muchos, ha sido el concepto y la denominación inicial que propuso Carl Rogers para su sistema de pensamiento y acción, “Psicoterapia No directiva ¨, que curiosamente para casi todos los que son mundo Psicológico definen a los “Rogerianos” como terapeutas no directivos, dándonos esa identidad. Haciendo un breve historia podemos decir que Rogers lo hizo para diferenciarse de otros, y como después le pareció insuficiente denominarse por lo que no era, buscó otras formas de autodenominar lo suyo, y aunque hoy seamos el E.C.P., su columna vertebral sigue siendo la concepción de la no directividad. Ya no como negación, sino como afirmación de lo que es. Pienso con Mariano Yela, cuando en 1967 escribió el prólogo a la edición castellana del libro ¨Psicoterapia y Relaciones Humanas¨ de C. Rogers y M. Kinget, editado por Alfaguara, y lo tituló ¨Una Psicoterapia de la Libertad¨. En ese texto, en la página once, nos dice: ¨La psicoterapia de Rogers no sólo es psicoterapia de la libertad, sino que es solo psicoterapia de la libertad. De ahí la terminología negativa con que abundantemente describe Rogers su teoría y su método: No-directivo, no-técnico, no-interpretativo, no-diagnóstico. Nadie puede ser libre por otro. Nadie puede hacer libre a otro desde fuera. Cada uno tiene que liberarse a sí mismo. No se puede ser quién es, sino siéndolo, buscándose. El psicoterapeuta no dirige, es decir, no aplica ningún procedimiento al paciente para obtener de él tal o cual resultado. Hacerlo sería manejar al otro, decidir por él, tratarlo, en suma, como cosa, enajenarlo.¨ El concepto de no directividad, si bien surge de la profesión de psicoterapeuta y counselor que ejercía C. Rogers en ese entonces, que luego denominó Terapia Centrada en el Cliente , fue trasladado como basamento a los campos educacionales, pastorales, laborales y sociales, en donde ya como E.C.P ha hecho grandes desarrollos. Me atrevo a decir que este concepto esconde el germen de una mirada y posición filosófica, sociológica y política, que culmina como exposición tentativa en las cuarta y quinta partes de su libro ¨El poder de la Persona¨, que tituló ¨Una nueva Figura Política ¨ y ¨En una Cápsula¨, respectivamente. Por ello ser no directivo es una posición existencial, una profunda convicción de que el poder de la persona está en si misma, solo hay que crear las condiciones para que emerja, y esas condiciones son las que Rogers luego desarrolla metodológicamente. Ser no directivo es una decisión que asume alguien a quién se le atribuye por su rol una dirección directiva, y la cambia para pro-mover la relación no directivamente. La decisión de ser no directivo, en un rol del cual se espera lo contrario, coloca al que lo decide en un subversivo, un generador de otro modelo, y en ello ha residido el gran valor de la propuesta de C. Rogers. Su gran e inicial descubrimiento fue el salirse de los modelos previamente establecidos, y que aún hoy continúan en vigencia, aquellos que atribuyen el poder de la cura y la dirección del tratamiento al profesional. Ser no directivo, asigna una serie de condiciones muy precisas a aquel que decide conducirse de ese rol, todas ellas conducen a la entrega del poder, que inicialmente se supone posee el que toma esa decisión, y que si quisiera podría ejercerlo. Ser no directivo conduce al traspaso del deseo, al compartirlo, al entregarlo al vínculo, al mostrar al otro que es capaz de asumir el propio, se genera un campo vincular, en donde la percepción inicial de cada uno, se transforma en el conjunto que se establece. Ser no directivo en una relación de ayuda, tal como empezó C. Rogers, fue el inicio de una propuesta; la de que cada uno de nosotros tiene en sí mismo la posibilidad de ser el deseo de ser Persona desde sí mismo. Toda su obra trató, a posteriori, de este gran descubrimiento: fundamentar los modos posibles para que esa no directividad tenga cauce en una relación, sea de ayuda (Counseling o Psicoterapia), sea entre padres e hijos, sea en una pareja, en grupos, en sociedades, y o en cualquier relación interpersonal que pretenda el crecimiento de las partes implicadas. Ser no directivo apunta a la dirección compartida, para que desde allí cada uno encuentre la propia, es la entrega del poder para poseerlo juntos, o para que, (si así corresponde) lo posea el otro. Es por definición un acto de respeto amoroso por el otro, que implica en su expresión relacional una intención de desapego por parte del que lo ejercita. Su teoría de la Personalidad brilla por su coherencia cuando se la alumbra a la luz de relaciones de mayor o menor respeto por la experiencia del otro, siendo las primeras fuentes del funcionamiento óptimo, y las segundas de trabas y perturbaciones en el mismo. Desde una postura no directiva, como átomo de nuestro estar presente acompañando al otro (sea un consultante, un alumno, un par o nuestro propio hijo), surgen las demás características que se atribuyen a ese Rol. Entre ellas los dispositivos actitudinales, y los modos en que se establecen las relaciones, de ello da cuenta la TCPC en su ámbito de acción terapéutico, y el ECP en su amplificación hacia las interacciones humanas en general. El resultado positivo de muchos de los procesos encarados con la disposición no directiva, y los “instrumentos actitudinales”, permitió descubrir con la ayuda de colegas y alumnos, que lo que hacía ¨técnicamente¨ debía nominárselo e investigarlo, de esto surgió la noción de Reflejo. El concepto de Tendencia Actualizante también aparece aquí como fundamento de las observaciones clínicas y de los resultados concretos, que hicieron que tenga que pensar en la cualidad de lo humano en particular y de lo vivo en general. Esta conceptualización, surgida de la experiencia y la observación clínica, luego se entramó con la posición de la Física en lo que respecta a las nociones de entropía y negentropía, vinculadas con la teoría acerca de la Tendencia Formativa del Universo, haciéndolo coparticipe de los nuevos paradigmas de las ciencias ¨duras¨. El haber sido uno de los iniciadores de la cultura de los encuentros grupales, y el haberles colocado la impronta de la no directividad, generó a su vez un inmenso trabajo sobre dicho campo experiencial. Otro tanto, sabemos, se manifestó en su tarea Educacional, de la cual tenemos la identidad de Educación Centrada en el Alumno, cuya base siguió siendo la no directividad en la enseñanza, como eje del aprendizaje significativo. Los que hemos estudiado el devenir de este pensamiento, y lo venimos ejerciendo en cualquiera de sus ámbitos, sabemos de la dificultad de aceptación que posee este concepto y postura de no- directividad. Las personas han sido socializadas en un mundo de competencia, en donde los valores del poder por sobre el otro son fundantes, no solo de la economía sino de las relaciones interpersonales, aún las más íntimas. La mayor parte de las personas creen casi imposible relacionarnos desde la no directividad, por ese cristal que le han puesto, aunque cuando escuchan nuestra explicaciones observan absortos y deseantes de que eso sea posible, aunque nos crean ingenuos, o en el mejor de los casos utópicos. Puedo afirmar por otro lado, que en las relaciones afectivas, con amigos, en pareja, como hijo o como padre, cuando mejor nos va es cuando no pretendemos dirigir al otro, y valga otra paradoja cuando somos no directivos con la directividad del otro para con nosotros. Es evidente que a medida que el maestro fue desovillando su pensamiento, en función de las distintas áreas de experiencia que abordó, necesitó ir dándole distintos contextos y nominaciones. Desde la no directividad a la orientación por la experiencia, pasando por el de Persona a Persona y nuestro Enfoque Centrado en la Persona. Transitando fases de estricta no directividad (década de cuarenta), verbalización de sentimientos (1950 hasta mediados del 1960), centramiento en la vivencia (mediados del 1960 hasta 1970), y por último su integración (desde 1970 hasta su muerte). En todo momento del desarrollo de su sistema, el eje perceptual fue la nodirectividad que facilita que el deseo del consultante pueda expresarse libremente, y para habilitar el deseo de otro en cualquier vínculo humano, es imprescindible estar convencido de una postura no-directiva, incluyendo, por supuesto, dispositivos vinculares que permitan su concreción, de allí toda la teoría y práctica que despliega Rogers, a posteriori de elevar a condición esencial su concepto nodal. La noción de no- directividad es el espíritu (en un sentido hegeliano del término) de lo rogeriano, y los demás conceptos son parte de la organización del sistema teórico que lo sustenta, y le permite corporizarse en un conjunto de ideas y prácticas que denominamos ECP. La posición de estar centrados en la experiencia de las personas que consultan, sería imposible de formularla sin el previo querer no dirigirlas. La incondicionalidad, empatía y congruencia son instrumentos, dispositivos actitudinales de conducta y acción. Estos y el centramiento en las personas surgen como necesidad, ante el deseo de no dirigir el camino del otro. La no directividad es un concepto que define una postura existencial ante los vínculos que establecemos con nuestros semejantes, con la naturaleza cercana, y el cosmos que nos incluye e incluimos como un todo, y como tal es la intención de no influir sobre un otro, acerca de la dirección vital a tomar por este otro. Revela una activa pasividad, o una pasividad activa, en el acompañamiento de cualquier vínculo en que una de las partes solicite que la otra la ayude o acompañe en una búsqueda. Esta es la propuesta abarcativa de nuestro enfoque, más acá y más allá del campo ¨Psi¨, y esto es posible porque ocuparse del funcionamiento psíquico, implica circular espacios intermedios, de frontera, entre la Filosofía y las demás ciencias o disciplinas. Esta idea parte de la creencia de que el todo al cual pertenecemos tiene en sus múltiples expresiones un sentido generativo, negentrópico, que posee su basamento científico en la concepción de Tendencia Formativa. Este concepto es sustentado, a su vez, por una práctica clínica que revela resultados positivos, empíricamente comprobables desde su propia epistemología. No directividad, tendencia formativa, incondicionalidad, congruencia o autenticidad, empatía y chequeo de percepciones compartido, son la entrama basal de nuestros TCPC y ECP, teniendo al primer concepto como la columna vertebral a partir de la cual se construyen hipótesis posteriores, tanto teóricas como de acción profesional. El ECP, como sabemos, ha sido objeto de muchísimas investigaciones, las cuales han permitido determinar que, cuando se cumplen las condiciones emergentes de la posición no directiva, aquellas no siempre necesarias, pero siempre suficientes, los consultantes alcanzan su crecimiento, desarrollo y despliegue personal. La extraña paradoja de lo no directivo es el tremendo poder de cura que posee, en su aparente no intención de dirigir la acción hacia ello. Para nosotros, en cuanto se disponen los dispositivos que convalidan nuestro enfoque, el resultado esperable, determinado en la mayoría de los casos, es que los consultantes encuentran desde si mismos la solución a sus problemas, en tanto se desarrollan como persona. Nuestro modelo es paradojalmente determinista, por cuanto considera con bastante certeza el tránsito de los procesos de ayuda, y aún cuando considera a cada individuo como irrepetible, y respeta cualquier camino que este tome en la búsqueda de sí mismo, se sabe portador de una idea base que ha podido comprobar, la del desarrollo personal cuando las condiciones lo habilitan. Esta es la dirección de la no directividad que nuestro modelo comprueba en la experiencia, aplicado en las prácticas profesionales donde se lo ha desplegado. Este es el eje científico de la no directividad, de extrema rigidez conceptual, aquella que posee el saber de que las condiciones facilitantes del ECP promueven una dirección comprobable en la experiencia global de las personas. Dijimos varias veces que el ECP es una totalidad conceptual, en donde todos sus conceptos se entraman, partiendo de la no directividad como eje de una posición. Si hablamos de una postura ante el otro (la no directividad) debemos poseer mediadores o dispositivos prácticos que hagan posible el hecho concreto, en nuestro caso en un vínculo de ayuda. Utilizo el término mediadores en el sentido Sartreano, aquel que refiere a que siempre hay un hecho material, tangible, que intercede y posibilita cualquier relación. Material en este caso son: la escucha presente, la mirada, el marco actitudinal “ecepeista”, la conversación personalizante, los gestos en coherencia, los recursos metodológicos (verbales, imaginarios corporales) que nos permiten comunicar nuestro lugar terapéutico. Entonces surge otra pregunta que apunta a otra reducción fenomenológica conceptual: ¿cual de las actitudes es la fundamental y propia en su manera de pensarse el ECP, para que la no directividad sea posible? Vimos que la empatía es común a varias líneas de abordaje, indispensable en nuestro enfoque, pero común a muchos otros. Con la incondicionalidad y la autenticidad o congruencia podríamos decir lo mismo. Sin embargo, y considero que esto es la clave, el marco actitudinal teñido de una previa postura no directiva cobra otra dimensión, en tanto: La empatía no es una técnica de creación de clima, como lo es para otros, sino un modo de comprehensión de la experiencia del otro. La incondicionalidad, no es solamente aceptar al otro tal cual es, sino estar dispuesto a despojarse del propio esquema valorativo (salirse del ego) y centrarse en el del o los consultantes. La Autenticidad y/o Congruencia, no es solamente estar o poseer un estado integrado entre lo que se siente, piensa y se hace, como varias líneas sostienen (principalmente la gestáltica), o confundirlo con la coherencia entre el sentir pensar hacer, sino una acción mucho más profunda, que es la de estar conectado con la propia experiencia o sensación sentida, y desde allí alcanzar la confluencia y acercamiento de la yoicidad a la mismidad (entre lo yoico y lo mismico) Vale entonces estas aclaraciones, en tanto nuevamente sostener la suma importancia de una postura; la del no dirigir el proceso del otro desde el profesional. Es desde allí que las actitudes adquieren un perfil que le es propio al ECP, así como el chequeo de percepciones o cualquier otra intervención profesional. Con respecto a la congruencia, es para mí el eje del marco completo de las tres actitudes, porque si se está conectado con la propia mismidad experiencial, en la intención de no encauzar al otro desde la propia posición, la empatía surge sola, igual que la incondicionalidad. Además, se solucionan tres riesgos o confusiones que suelen darse con el ECP: 1- Aquel que remite a la idea que cualquier cosa vale si hay aceptación y empatía. 2- Otro, peor aún, el que se crea que en miras de una autenticidad se sea autenticida ( mezcla de comunicación homicida y suicida), Algo así como lo que siento lo digo, sin tomar en cuenta mediadores racionales, que sostengan el decir del terapeuta en un sentido de cuidado emocional, y de respeto hacia las decisiones del o los que consultan. 3- La confusión entre coherencia con congruencia, sabiendo que: a- Coherencia está relacionada con acciones que poseen una línea que mantiene lógica en función de un principio, valor o finalidad buscada, y aquí vale lo del pensar sentir hacer como continuidad entramada hacia algo. b- Congruencia se dirige al interés que poseemos por algo, en nuestro caso el de facilitar que un otro sea quien quiere Ser desde su mismidad. Espero, haber sido suficientemente claro en exponer lo esencial no directivo del ECP, y su aplicación en lo terapéutico, sea desde el Counseling, la Psicoterapia o la Terapia Filosófica. Espero haber dejado en forma precisa mi modo de pensar el ECP en su esencia. Espero haber aclarado que desde lo no directivo surge todo lo demás que el ECP ha construido: actitudes, dispositivos de acción, centramiento en la persona y en la experiencia de la misma, teoría de la personalidad, análisis de los procesos y concepción de tendencia formativa autoactualizante. Espero, de esta manera, poder abrir el juego planteando una apertura integrativa del modelo sin apartarse de su esencia. Lic. Andrés Sánchez Bodas