Boletín En Clave ROJA- Filosofia y Letras A 40 años del Mayo Francés Realizaron este Boletín: Gonzalo Paz, Santiago Asencio, Claudio Cormick (Filosofía) y Enrique Amaya (Antropología). De la Rebelión Estudiantil a la Huelga General Finalmente llegó el aniversario del Mayo Francés y por su gran número redondo se ponen en marcha todos los eventos recordatorios que no serán más que productos de distracción sobre esa tan loca “rebeldía estudiantil”. Sin dudar un segundo en comenzar polemizando y lejos de toda pasividad discursiva pretendemos utilizar esta fecha como puntapié para la reflexión en torno a la construcción de un movimiento estudiantil impugnador de la sociedad capitalista. Y a nuestro entender eso fue Mayo del ´68 con sus barricadas, asambleas, huelgas, paralizaciones. Fue la respuesta de los estudiantes y trabajadores a un sistema cuyas contradicciones lo llevaron a una importante crisis luego de décadas de “desarrollo pacífico”. Los estudiantes ya no creían en su porvenir y se reconocían a sí mismos como futuros engranajes del capitalismo, previo proceso de selección, en un mecanismo productivo alienante. Las reivindicaciones planteadas implicaban necesariamente el cuestionamiento del poder, por lo tanto excedían el marco de la universidad burguesa y de las relaciones que son su esencia misma. Los obreros, por su parte, encontraron una situación en la cual sus demandas podían ser llevadas adelante ofensivamente. Los ejes principales de este boletín plantean la enorme combatividad del movimiento estudiantil francés, su esfuerzo por tender lazos con la clase trabajadora y la lucha de ésta; los límites y alcances de esta tarea; la necesidad de la construcción de una organización revolucionaria como unificadora de los frentes en lucha, y la posibilidad de revolución en un país capitalista desarrollado. Creemos que estos puntos sirven para debatir y definir nuestro rol en la universidad (usina intelectual del sistema) a partir de una caracterización de la misma en relación con las fuerzas productivas de nuestra sociedad y el sujeto capaz de transformarla. Lecciones del Mayo Quien controla el presente controla el pasado. Y quien controla el pasado controla el futuro. Orwell. 1984. Tras dos décadas de lo que se conoce como “ofensiva neoliberal” y tres décadas sin revoluciones “clásicas” triunfantes, desde 1995 asistimos a una fase de declive de dicha ofensiva, que incluye la crisis del imperialismo norteamericano (Irak, la crisis financiera) y un proceso, lento pero firme, de recuperación de fuerzas de la clase trabajadora en América Latina y Europa. Este cambio de fase, que se venía expresando en el surgimiento de otros actores sociales, como los estudiantes en Europa (los movimientos “no globlal”) y los campesinos, indígenas y pobres urbanos en América Latina no impide sin embargo que, tras la ofensiva neoliberal, los tiempos aún sigan siendo adversos para las ideas de la revolución. Y vaya si eso se nota en el terreno intelectual. Por poner un ejemplo: hace escasas dos décadas, una figura como Louis Althusser, poco sospechosa de simpatizar con el cuestionamiento “ultraizquierdista” al aparato estalinista del Partido Comunista Francés en el que militó hasta 1980, se veía obligada a identificar en los eventos de mayo del ’68 una posibilidad de toma del poder, constatación ante la cual tuvo que justificar el accionar de su partido desde la desopilante hipótesis del riesgo de una intervención de los Estados Unidos, empantanados en la guerra de Vietnam1. Eric Hobsbawm, otro intelectual orgánico del PC, y por tanto también inmaculado de cualquier compromiso con la revolución, tuvo asimismo la honestidad de reconocer, al menos, la sorpresa que experimentó frente a la posición tomada por las direcciones reformistas2. Por el contrario, hoy, y todavía en la coyuntura que autores desde Jacques Derrida hasta Richard Rorty han aprovechado para desempolvar raudamente envejecidos argumentos contra el marxismo que (¡vamos!) alguna vez se esgrimieron al menos en una discusión más seria3, el monopolio discursivo liberal encuentra ocasión de reinterpretar hechos históricos de una manera sorprendente –forzando al pasado a acompañar el giro a derecha de quienes se dedican a escribirlo. Así, para un ex “izquierdista” como Juan José Sebreli, que ya tuvo ocasión el año pasado de condenar, a 90 años, la revolución de octubre como la obra de unos lúmpenes (en su contraste con la de febrero, dirigida por burgueses ilustrados como él4), un nuevo número redondo, los 40 años del Mayo Francés, le permiten “desenmascarar” otra “imagen idealizada”, acusando de “imaginarias” las ansias de obreros y estudiantes de rebelarse contra la explotación y opresión capitalistas5. No está, predeciblemente, solo. También para atenernos a nuestro medio, la Feria del Libro de este año presentó una charla titulada “Mayo 1968 y la universidad, ¿cómo compartir los conocimientos?”. Más allá de que la unilateralidad del acercamiento al tema aparece ya blanqueada en el título, este enfoque apareció, en palabras de los ponentes, perfectamente justificado. La exposición de Jean-Marie Lemogodeuc, de la Universidad de Montpelier (y miembro del “cuerpo diplomático francés”), que se reivindicó como “hijo del ’68”, fue, una vez más, cosa de la “interpretación grafitti” a que nos han acostumbrado los medios de comunicación; de escuchar cómo los eventos de Mayo no pasaron de “una profunda crítica a la vida cotidiana” por parte de los estudiantes, cuestión que, como señaló nuestro conferencista, no interesaba ni a los sindicatos ni a los partidos obreros. Así las cosas, el sujeto estudiantil, pese a la lucha y demandas, no logró encontrarse con los trabajadores, porque el movimiento obrero y el movimiento sindical tenían otra política…Y sin embargo, parece haber habido 10 millones de obreros en huelga. Para este punto, volvamos a Sebreli, cuyo análisis al menos se refiere tangencialmente a la intervención obrera en vez de adherirse al denodado ninguneo que le suelen dedicar las lecturas descafeinadas del Mayo. Ante este punto, el columnista, quien, con el propósito de denostar al marxismo no duda en caracterizar (correctamente) al estalinismo como totalitario, repentinamente encuentra en los personeros franceses de este, no unos ejemplares más de la traición burocrática a la clase obrera, sino, todo lo contrario, los legítimos representantes de sus intereses –o, aun más lejos– idénticos a la clase misma. Así, igualando movimiento y dirección (borrando su relación dialéctica), Sebreli deduce que “los universitarios trataron vanamente de sumar a su movimiento” a la clase obrera, a partir del simple hecho de que “El partido comunista y la CGT convocaban a ‘combatir y aislar’ a los que llamaban ‘grupúsculos de izquierda’”. Con una interpretación que, en un conocedor del marxismo como Sebreli no puede ser ramplona ignorancia sino decidida mala fe, nuestro autor pretende teorizar sobre el hecho señalando que “Se corroboraba así una vez más la teoría de Lenin (Qué hacer): la clase obrera es reformista y la revolución es cosa de intelectuales burgueses.” Así, igualando movimiento y dirección (borrando su relación dialéctica), Sebreli deja en manos de una visión idealista, eternitaria de esta, la piedra de toque de toda política posible. Porque en definitiva, Sebreli se muestra justamente como mistificador, despreciando y ocultando a los actores sociales (los obreros y campesinos de Rusia en 1917; los trabajadores y estudiantes franceses en Mayo de ‘68) en los procesos históricos y haciendo él mismo, como intelectual burgués, la política, a través de sus artículos. La “espontaneidad” del Mayo Francés y la necesidad de una intervención política de los estudiantes De la misma interpretación ahistórica se hace objeto a un fenómeno de signo opuesto: no ya las limitaciones del proletariado francés sino el papel dinamizador que tuvieron los estudiantes. Aquí la tesis toma la forma de una recuperación espontaneísta del movimiento de mayo. En oposición a esta visión, nuestra intención es demostrar que el Mayo Francés no nació de la noche a la mañana en el año 1968, por el contrario el mismo fue posible por el trabajo que pequeñas agrupaciones y activistas llevaron acabo previamente desde comienzos de la década del ’60, un trabajo mediante el cual se logró el desarrollo politico y organización de los estudiantes. Fueron estos grupos quienes se pusieron ‘a la cabeza’ de organizar al movimiento y poder desarrollarlo para que adquiera carácter de masas. Predominantemente de extracción trotskista y maoísta, estos grupos son quienes critican el carácter burocrático de los partidos estalinistas. Cabe destacar que el hecho no era una mera denuncia a los métodos, sino que marcaban una tendencia la ruptura por izquierda de los militantes mas concientes de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero. Para explicar estas rupturas y el despertar revolucionario de los estudiantes de Mayo en general, tenemos que referirnos al contexto nacional e internacional en el que tienen lugar. Existía un momento del fin del ascenso económico en el ámbito internacional, un agotamiento de la hegemonía de los EE.UU. y una mayor disputa interimperialista; se quiebra la confianza en un crecimiento sin limites de las fuerzas productivas, y en la capacidad del sistema de eliminar para siempre las crisis. El fenómeno de insubordinación fue directamente influenciado por procesos de lucha antiimperialistas como Vietnam, por revoluciones socialistas, como en Cuba, que dieron nacimiento a Estados Obreros originalmente deformados6; por la revolución cultural china y el asesinato del Che en Bolivia; por procesos de cuestionamiento al estalinismo en los países del Este y , en América Latina por luchas no sólo contra las burguesías extranjeras sino también contra el “enemigo que está en casa”. La influencia era política e ideológica. Esto se concretizaba en la solidaridad activa de miles de estudiantes en Alemania, España y posteriormente en Francia hacia la lucha en Vietnam. Comienza a difundirse entre los grupos universitarios el estudio de los clásicos del marxismo: Trotsky, Lenin, Rosa Luxemburgo y Mao-Tse Tung, entre otros. Con esto empiezan a ponerse en discusión diferentes tácticas y estrategias para desarrollar la lucha contra los capitalistas. A su vez algunos militantes traen, de países como Alemania, nuevos métodos de lucha estudiantil. De esta forma se demuestra hasta que punto fueron espontáneos los hechos del mayo francés. Como señaló en junio del ´68 el militante de la JCR Daniel Bensaid: “Las actitudes “espontáneas” de todo medio social están condicionadas por la naturaleza y el poder de las estructuras que lo organizan [...] Lo que los marxistas llaman “espontaneidad de las masas” no es otra cosa que la manifestación espontánea del grado de conciencia y de experiencia a que han llegado”. Años de propaganda revolucionaria, años de movilización y de luchas asumidas por los “grupúsculos”, han llevado la “espontaneidad” del movimiento estudiantil a un nivel de madurez política perfectamente apreciable. Esa madurez política es la que se manifestó “espontáneamente” el 3 de mayo en la noche y las semanas siguientes7”. En esa madurez jugó un rol importante el reconocimiento que las “problemáticas” universitarias son políticas, la universidad no es ajena a la sociedad en la que está inserta ni al sistema para el cual prepara a sus estudiantes. Ahora bien, esto se puede interpretar de dos maneras: en primer lugar puede interpretarse que actuar contra la universidad burguesa es suficiente para actuar contra el sistema capitalista, por lo que no es necesario que las acciones excedan los ámbitos universitarios excluyéndose de esta forma de las acciones y las luchas que por fuera de la universidad se realizan contra el capitalismo. Esta interpretación, como sus consecuentes (falta de) acciones políticas son falsas, pues si la universidad es funcional al sistema capitalista, nunca podrá lograse una completa transformación de fondo de la misma sin una transformación equivalente de la sociedad en la que se encuentra inserta, lo que demuestra la necesidad de que las acciones políticas de los estudiantes excedan los ámbitos de la universidad y se vinculen con las luchas políticas contra la clase dominante que se realizan en el conjunto de la sociedad, es decir es necesario que el movimiento estudiantil se vincule y coordine con el movimiento obrero. Esto fue exactamente lo que ocurrió en mayo: “La lucha contra la universidad burguesa es la forma específica que toma el rechazo de la sociedad burguesa por parte de los estudiantes. Orientada contra la universidad clasista, esta lucha es inmediatamente política. Las consignas que la expresan suelen ser ‘maximalistas’, o sea que buscan y exigen una universidad y un ‘estatuto estudiantil’ que no pueden lograrse sino por la transformación radical de la sociedad en su conjunto; presuponen la revolución. [Si no actúa en función de esto, si se encierra en lo meramente universitario] las luchas estudiantiles parecen entrar en la utopía, sin aportar la contribución ni los elementos constructivos esperados de ellas”.8 A esto agrega Bensaid: “...el movimiento estudiantil no puede transformar a fondo la universidad con sus propias fuerzas nada más. Su proyecto tiene que hallar su equivalente general en el proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad, propio del movimiento obrero”.9 En esta dirección actuaron los militantes de los “grupúsculos”, y fue esto lo que permitió que el movimiento estudiantil de Mayo del ‘68 alcanzara las dimensiones que alcanzó. A partir de esto se revela el papel que deben jugar los centros y federaciones que nuclean al estudiantado. No alcanza con que las mismas lancen luchas meramente reivindicativas, si se hace esto se condena al aislamiento del movimiento estudiantil y al fracaso de la lucha. Cómo se dejó planteado antes, la transformación de la universidad sólo se podrán lograr en el marco de una transformación revolucionaria de la sociedad, por lo tanto los centros y federaciones de estudiantes deben trabajar en la vinculación de la política universitaria con la política “nacional”. Si se reduce la política universitaria a estas luchas reivindicativas sin perspectivas políticas mayores, si se reduce la intervención política de los estudiantes a las cuestiones meramente universitarias, si no se amplia el campo de intervención a la lucha de clases, a fin de cuentas lo que se logra a corto o largo plazo es la despolitización del estudiantado. Éste es el error que cometió la UNEF (Unión Nacional de los Estudiantes Franceses) al tratar de organizar al estudiantado como un sindicato, lo que provocó que se mostrara incapaz de movilizar a la masa estudiantil, debiendo ser los “grupúsculos” quienes asumieran esta función: “En realidad, en el medio estudiantil había una organización política de masas, no un “auténtico sindicato”. Una organización así no se hubiera dirigido al estudiantado como a un medio homogéneo. No se hubiera proclamado “organización de todos los estudiantes”. Ciertamente, hubiera organizado la impugnación estudiantil de la universidad burguesa, hubiera lanzado campañas reivindicativas, pero hubiera asumido plenamente sus implicancias políticas. No tomándose por un sindicato, hubiera concebido esas campañas reivindicativas como una dimensión más de su intervención política. En cuanto organización política del estudiantado, la UNEF hubiera debido elegir un campo de intervención infinitamente más amplio que el campo sindical. Hubiera debido fomentar las luchas de solidaridad con la Revolución Vietnamita. Hubiera debido organizar la solidaridad activa del estudiantado con las luchas obreras. Hubiera debido realizar una intensa propaganda socialista en las facultades. 10 No puede reducirse el conjunto de los estudiantes a un factor común: su presencia en la Universidad. Eso sería mutilar la complejidad de su posición. No todos tienen el mismo porvenir [...] La verdad es que la clave del movimiento estudiantil se halla en otra parte que en la Universidad: en el contexto político general.11 Así, si bien el movimiento de Mayo surge como respuesta al intento del régimen de imponer la llamada Reforma Fouchet (que tenía como objetivo principal aplicar una mayor especialización y tecnificación en los contenidos de las carreras12), no sólo fue un cuestionamiento a las medidas más reaccionarias que se intentaban llevar adelante en la Universidad, sino que se comenzaban a impugnar los valores de la democracia burguesa. La intervención obrera y el papel del Partido Comunista Francés De esta manera el movimiento estudiantil universitario recibe la simpatía de otros sectores de la sociedad. Con los estudiantes confluye la clase obrera para intervenir con sus propios métodos y reivindicaciones luego de años de que estas fueran constreñidas por las direcciones burocráticas y reformistas. En varias oportunidades las manifestaciones adquirieron una importante envergadura. Las luchas en la calle eran preparadas seriamente por el conjunto de activistas: se prendían fuego autos, se cortaban árboles y sobre todo se usaban adoquines para enfrentar a la policía. Los estudiantes marchaban entonando La Internacional junto a los obreros en su apoyo en la toma de fábricas (RenaultCleon, Renault-Billancourt en París, Sud-Aviation en Nantes) a la vez que colgaban banderas rojas en lugares simbólicos como el Arco del Triunfo. Estas luchas dieron nacimiento a la huelga general mas importante desde 1936, cuando se produjo el triunfo del Frente Popular. Este panorama nos debe servir para ver cuál era el verdadero potencial de las jornadas de mayo, mostrando que al contrario de los que ven en Francia solo una “rebelión cultural de la juventud” existían elementos que objetivamente cuestionaban el poder del Estado. Esto demuestra mas allá de las visiones intencionadas o no sobre el Mayo, que la radicalidad de los actores que intervinieron era sumamente de temer por el gobierno de De Gaulle y el conjunto del régimen. Para resaltar este aspecto nos parece oportuno citar a Trotsky: “La importancia fundamental de la huelga general, independientemente de los éxitos parciales que puede lograr …, radica en el hecho de que plantea la cuestión del poder de un modo revolucionario. Paralizando las fabricas, los transportes, todos los medios de comunicación en general, las centrales eléctricas, etc., el proletariado paraliza así no solo la producción sino también al gobierno. El poder del Estado queda suspendido en el aire. Debe, ya sea domar al proletariado mediante el hambre y la fuerza…, ya sea retroceder ante el proletariado. Cualesquiera que sean las consignas y el motivo por los cuales haya surgido la huelga general, si esta abarca realmente a las masas y si esas masas están decididas a luchar, la huelga general plantea inevitablemente ante todas las clases de la nación la pregunta: ¿Quién es el dueño de casa?13” Los acontecimientos iban tomando un nivel de radicalidad de grado mayor. Las facultades se convirtieron en “cuarteles generales” de coordinación de los diferentes comités de acción creados previamente, en donde participaban estudiantes y trabajadores. El enfrentamiento con la policía era cada vez más violento, lo cual llevaba a preparar todas las acciones con mayor eficacia, para enfrentar la represión. En este panorama el principal objetivo del PCF era reencauzar los acontecimientos dentro de los márgenes meramente reivindicativos. Con esto se mantenía coherente respecto de la posición que había planteado antes de que estalle el proceso: “La gran burguesía y los políticos a su servicio, en particular los gaullistas, utilizan la demagogia y no reparan en alabar a la juventud, con el fin de desviarla de la lucha por sus intereses y someterla a la esclavitud capitalista. Con el mismo fin, la gran burguesía capitalista y los peores enemigos de la clase obrera utilizan descaradamente a los “grupúsculos” trotskistas y maoístas cuyo papel es calumniar al partido comunista y engañar difundiendo una fraseología ultraizquierdista.14” En los momentos de mayor crisis en Francia el PCF pretendía la dimisión del Gobierno, llamando a elecciones con un programa de unión de la Izquierda, un recambio “institucional” para así concretar el desvío y borrar para siempre las aspiraciones del movimiento. Para ello decía lo siguiente: “El partido comunista irá a esta consulta exponiendo su programa de progreso y de paz en la independencia nacional y su política de unión de todas las fuerzas democráticas15”. Finalmente el gobierno de De Gaulle llama a elecciones; hay que terminar de una buena vez con todos los sectores que generen “el caos y la ruina” del país. El Poder retoma la iniciativa, pero el desvío no será sencillo para la clase dominante: importantes sectores de estudiantes y obreros rechazan esta perspectiva y se vuelven a producir sangrientos enfrentamientos entre los manifestantes y la policía; también entre sindicalistas y estudiantes que iban a las puertas de las fabricas a realizar agitación en contra del llamado a elecciones denunciando la trampa preparada por la burguesía. Algunas conclusiones Sin embargo en el movimiento obrero existieron sectores que fueron mas allá de lo que la dirección de los sindicatos estaba dispuesta a hacer, y es aquí donde la potencialidad de los obreros se mostraba más claramente, creando comités de fábrica y en algunos casos llegando a tomarla bajo su control. Existieron también ejemplos de abastecimiento desde los obreros hacia los estudiantes y campesinos, de lo que se desprende que de hecho se produjeron instancias de solidaridad que asomaban como pertenecientes a una nueva sociedad. Hubo un importante, aunque embrionario, diálogo y coordinación entre obreros y estudiantes. Lógicamente aquí debemos tener en cuenta el enorme peso del aparato del PCF en el movimiento obrero, que a diferencia del estudiantil, no pudo sacárselo de encima. Para ello habría sido necesaria una fuerte organización revolucionaria inserta en el movimiento obrero y estudiantil que llegara a estos momentos álgidos en condiciones para disputarle la dirección al PCF, que habría tenido como tareas principales hacer propaganda por una coordinación efectiva entre los estudiantes y trabajadores, para en estos momentos crear instancias de poder obrero y popular, comenzando por desarrollar los comités de fábricas y buscando ganar poder territorial, planteando que para ello era necesario pelear independientemente de la burocracia y de cualquier variante dentro del régimen. Aunque esto no habría sido para nada fácil, teniendo en cuenta que el estalinismo venía décadas anteriores con un enorme prestigio dentro del proletariado y la juventud. Sin caer en un análisis simplista y decir que con una organización revolucionaria estaba asegurada la victoria, sí creemos pertinente lo que dice el creador del Ejército Rojo al respecto sobre la guerra civil española: “Cuando los acontecimientos cambian rápidamente, un partido débil puede volverse poderoso rápidamente, siempre que interprete el curso de la revolución y cuente con cuadros sólidos, que no se mareen con frases ni les aterrorice la represión. Pero este partido tiene que existir antes de la revolución, ya que el proceso de selección de cuadros requiere un tiempo considerable del que no se dispone durante la revolución16” A pesar que el régimen logra su cometido finalmente y se producen las elecciones, luego de ceder a los reclamos inmediatos del movimiento obrero, aumento de salarios, convenios colectivos, algunas libertades sindicales en la empresa, etc., el Mayo Francés nos deja enormes lecciones para quienes peleamos por terminar con la opresión que genera el sistema capitalista. Demuestra la necesidad actual de bregar por la intervención política del estudiantado si se quiere que acontecimientos tan importantes como el Mayo del ’68 tengan posibilidad de éxito, sobre todo teniendo en cuenta las reformas privatistas que se impusieron en las universidades a través, por ejemplo de la LES (Ley de Educación Superior), que revelan, al igual que en Mayo del ’68, el carácter burgués de la Universidad y su funcionalidad al sistema capitalista. Lo que esto significa es que las luchas planteadas por los obreros y estudiantes en Francia y el mundo en los ’70 hoy siguen pendientes. A partir del Mayo Francés se demostró el importante potencial del movimiento estudiantil; que puede llegar a ser un actor importante en la lucha por una sociedad sin explotadores ni explotados; que para eso es necesario que el movimiento no se incruste en la Universidad sino que se vincule políticamente con las luchas obreras (como las que actualmente llevan a cabo, entre otros, los trabajadores de Mafissa, del Subte, las y los trabajadores del ajo de Mendoza); demostró también que puede llegar a ser la chispa que detone la revuelta general. Notas 1- Althusser, L., El porvenir es largo-Los hechos, Ediciones Destino. Colección Áncora y Delfín. Barcelona, 1992. 2- Hobsbawm, E., Años interesantes. Una vida en el siglo XX, ed. Crítica. Barcelona, 2003. 3- Cf., sin ir más lejos, cuánto espacio le dedican, en Espectros de Marx (ed. Trotta, Madrid, 1998) y Forjar nuestra nación (ed. Paidós, Barcelona, 1998), respectivamente, a la tesis ya de “sentido común” que identifica el marxismo y la revolución bolchevique con la contrarrevolución que la liquidó. 4- Cf. Sebreli, J. J., “Una revuelta trágica” en Perfil, 14-10-2007, disponible en http://www.perfil.com/contenidos/2007/10/14/noticia_0007.html 5- Cf. Sebreli, J. J., “La revolución imaginaria”, en Perfil, 4-5-2008, disponible en http: //www.diarioperfil.com.ar/edimp/0257/articulo.php?art=7149&ed=0257 6- Decimos Estado obreros originalmente de formados porque, al no desarrollar una verdadera democracia obrera como base del nuevo Estado, permitió rápidamente el surgimiento de una casta parasitaria que como vemos hoy, lleva a perder las conquistas fundamentales de la revolución dejando abierta la posibilidad de una restauración capitalista en la isla. 7- Daniel Bensaïd y Henri Weber, “Mayo 1968: un ensayo general”, Ediciones Era. pág. 119. 8- Op. cit., pág. 21. 9- Op. cit., pág. 40. 10- Op. cit., pág. 4 11- Op. cit., pág. 101 12- Esta reestructuración apuntaba a crear cuadros meramente técnicos al servicio de un proceso productivo altamente desarrollado, e implicaba mayor restricción del ingreso a la universidad y un sistema de exámenes que permitieran la selección de “los más preparados”. 13- Trotsky, León, “Adonde va Francia”, Antídoto, Buenos Aires, 2005,p. 88. Subrayado nuestro 14- Le monde, 9 de abril. 15- L’humanite, día 31. 16- Trotsky, León, “Clase, partido y dirección”. Aunque la situación en Francia no era igual que la española, esta cita nos parece adecuada para lo que queremos remarcar.