Libertades y sus interpretaciones:

Anuncio
Las libertades y sus interpretaciones
-En torno a los diferentes enfoques sobre las libertades desarrollados por Isaiah
Berlin y Amartya SenPor Alessandro Caviglia Marconi1
La libertad, como el amor y la belleza
es uno de esos valores de los cuales se puede tener la experiencia
pero que cuesta mucho definir.
Orlando Patterson.
El concepto metafísico de la libertad resulta ser una idea filosófica que recorre la
historia del pensamiento occidental desde antiguo y que va nutriendo las instituciones
centrales de la cultura occidental a lo largo de su historia. Tanto como concepto filosófico o
como idea que va encarnándose en las instituciones y en las prácticas sociales, va tomando
diferentes configuraciones y diferentes concreciones fácticas. En tanto que idea filosófica
se instala en nuestras mentes e inflama nuestros espíritus y corazones. Nos mueven a la
acción. Al igual que el amor o la belleza, nos colma, toma posesión de nosotros, manifiesta
todo su poder en la aspiración de cada uno de nuestros miembros. Pero en cuento ideal, la
libertad puede que no pase de conmovernos profundamente y se encuentre imposibilitada
de mostrar alguna concreción en el mundo. Así como el amor que no se realiza y la belleza
que no se concreta en alguna obra, la libertad puede carecer de implicancias prácticas si se
la piensa sólo como idea filosófica.
Esto no quiere decir que debemos abandonar la reflexión filosófica sobre la libertad.
Todo lo contrario. Una reflexión sobre la libertad posibilita encarar las dificultades que
tiene la tarea de definirla y precisarla conceptualmente. Como ideal complejo que es, si la
libertad no es reflexionada suficientemente puede llevar a experiencias sociales,
individuales e históricas tan dolorosas como las experiencias a las que nos han conducido
las aspiraciones políticas contrarias a la libertad, como son el totalitarismo, el despotismo,
la esclavitud y la crueldad.
Una manera fructífera de tratar la libertad resulta ser partir de una reflexión
filosófica acerca de sus diversas concretizaciones sociales y jurídicas. En este sentido
resulta útil referirse no a la libertad, sino a las libertades. El centrarnos en las libertades
resulta ser importante porque ello permite precisar las diferentes dimensiones de la libertad,
además de hacer posible que señalemos en qué sentidos las personas pueden ser libres y
cómo las instituciones sociales y políticas, así como los sistemas jurídicos pueden
fomentar el ejercicio de las diversas libertades.
1
Filósofo. Profesor de la facultad de derecho de la Universidad San Martín de Porres, profesor de la
Universidad Antonio Ruiz de Montoya, profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional
Federico Villarreal.
1.- Libertad de los antiguos y libertad de los modernos.
Una de las estrategias más interesantes para desarrollar este análisis de las libertades
ha sido el sugerido en el siglo XVIII por Benjamin Constant en su célebre ensayo La
libertad de los antiguos y la libertad de los modernos2. En él Constant tiene al concepto de
libertad pública de los ciudadanos en la polis ateniense, que Aristóteles tematiza tanto en su
Política como en la Ética a Nicómaco3, como el referente de la llamada “libertad de los
antiguos”. De otra parte, el autor francés encuentra en el concepto de libertades
desarrollado por John Locke en su Segundo tratado sobre el gobierno civil4 y en sus
escritos sobre la tolerancia5 como el paradigma de las libertades de los modernos.
Lo que caracteriza a la libertad de los antiguos es que se trata de la libertad que la
polis o comunidad política ateniense tenía sobre su propio proyecto de vida compartido y
sus metas conjuntas. Se trataba de la libertad de la que gozaban los ciudadanos de la
comunidad política al poder definir conjuntamente y por medio de procesos deliberativos
el proyecto de vida de la ciudad estado que denominaban polis. En ese sentido se trataba de
una libertad de carácter público y deliberativo que versaba sobre cuestiones de interés
común. Esta aspiración hacia la realización de las libertades públicas va a ser retomada
durante la modernidad por Jean Jacques Rousseau quien, en su teoría política plasmada
especialmente en El contrato social6, realza la importancia de las libertades políticas
públicas de los ciudadanos además de la necesidad de contar con valores políticos públicos
En cambio las libertades que desarrolla John Locke tienen que ver con las libertades
de las que gozan las personas en tanto sujetos privados, en contraposición de la potencial
intromisión del Estado moderno en la esfera de sus intereses y cuestiones privadas. Las
libertades para Locke se entienden como la oposición a la tiranía, tiranía esta que podría
subvenir de parte del poder político del Estado en cuestiones tan diversas como en el
arreglo de sus propiedades personales o familiares como en la intromisión de sus ideas y la
imposición de un determinado credo religioso.
2
CONSTANT, Benjamín Escritos políticos, Madrid: Centro de Estudios constitucionales, 1989.
Al respecto Cfr. ARISTÓTELES, Política, Madrid: Alianza Editorial, 2003, especialmente el libro I,
además de ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
2002, también el libro primero en donde se desarrolla la idea de el ser humano como zoon politikon (animal
político) y la relevancia que tiene la vida política para la realización de la vida humana desde la perspectiva de
los griegos del siglo V a.C. También resultan relevantes algunos capítulos del libro VI de la misma Ética a
Nocómaco, en que Aristóteles desarrolla el vínculo de la phrónesis (prudencia) y la vida política. UN estudio
que se ha convertido en un clásico al respecto es la obra de Hannah Arendt La condición humana, Barcelona:
Paidós, 1996, especialmente el capitulo segundo, dedicado a la distinción aristotélica entre la esfera pública y
la esfera privada, y el capítulo quinto dedicado a desarrollar la categoría de la acción, concepto importante
para comprender las relaciones políticas en el mundo griego y la naturaleza de la libertad pública.
4
LOCKE, John; Segundo tratado sobre el gobierno civil : un ensayo acerca del verdadero origen, alcance y
fin del gobierno civil, Madrid: Tecnos, 2006.
5
LOCKE, John; Escritos sobre la tolerancia Madrid : Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
3
1999.
6
Rousseau, Jean-Jacques; El contrato social, Madrid: Edaf, 1989
2.- Isaiah Berlin y las dos dimensiones de la libertad:
En un libro brillante titulado Cuatro ensayos sobre la libertad, el filósofo ingles
contemporáneo Isaiah Berlin7 retoma la diferenciación entre las libertades realizada por
Constant y en el ensayo central del libro, titulado Dos conceptos de libertad desarrolla la
distinción entre la llamada “libertad positiva” y la denominada “libertad negativa. Berlin
opone ambas interpretaciones de la libertad y asocia la libertad positiva al mundo antiguo
mientras que la interpretación positiva de la libertad es asociada al mundo moderno. La
libertad positiva, dentro de la interpretación de Berlin, representa la autonomía, la libre
determinación de los individuos y el deseo por parte del individuo de ser su propio dueño.
De esta manera, el análisis de los niveles de libertad positiva pasaría por la respuesta a
pregunta ¿qué o quién es la causa de control o interferencia que puede determinar que
alguien haga o sea una cosa u otra ?
Pero con todo, Berlin veía en la interpretación positiva de la libertad el espectro de
totalitarismos como el nazismo, el fascismo y el comunismo, y por esa razón sugirió que
deberíamos de descartar ese sentido de la libertad por los peligros inherentes a él. El
análisis que lo conduce a ver la cara espeluznante de esta interpretación de la libertad es
que la metáfora de “ser dueño de uno mismo” podría rápidamente asociarse a la posibilidad
de que uno podría ser esclavo de la naturaleza o las propias pasiones desenfrenadas. Esto
llevaría rápidamente a entendernos como un compuesto de dos Yo: uno, el racional, el que
nos libera gracias a la autodeterminación racional, mientras que el otro, el Yo de las
pasiones desenfrenadas, nos esclaviza a la naturaleza irracional del ser humano. La
naturaleza a la cual nos quiere conducir el Yo pasional es un reino de necesidades, la
antítesis de la libertad. En consecuencia, si queremos ser libres, en el sentido positivo del
término, debemos de someter nuestro Yo pasional, desiderativo, al Yo racional.
Esta distinción entre el yo racional y el yo pasional es el que encuentra Berlin en el
enfoque kantiano de la moral y la política. Dentro de la teoría moral que Kant expresa en su
Fundamentación para una metafísica de las costumbres8, Crítica de la razón práctica9 y en
la Metafísica de las costumbres10, textos en los el filósofo de Königsberg aboga por el
poder legislador de la razón tanto para la leyes morales como en el caso de las leyes del
derecho. La razón por sí misma, según Kant, cuenta con la facultad de determinar por sí
misma las leyes y las obligaciones incondicionales. Esta capacidad de la razón Kant la
describe como a priori, es decir, de manera independiente a la experiencia, de modo tal que
la razón no necesita considerar en ningún momento la ni la naturaleza ni la experiencia
humana, ni las costumbres de una sociedad para poder determinar las exigencias
incondicionales. Es más, el filósofo alemán del siglo XVIII considera que de no ser así no
sería posible conseguir la incondicionalidad que caracteriza a las obligaciones morales que
denomina imperativos categóricos.
De otra parte, Kant opone a la razón a la naturaleza. Es en ella, en la naturaleza que
habita en el ser humano, de la que brotan un conjunto de determinaciones que conforman
las inclinaciones en nosotros, en tanto seres que contamos con un cuerpo sometido a las
leyes generales de la naturaleza. Para Kant, la corporeidad humana se encuentra regida por
7
BERLIN; Isaiah; Cuatro ensayos sobre la libertad, Madrid: Alianza Editorial, 1998.
KANT, Inmanuel; Fundamentación para una metafísica de las costumbres, Madrid: Alianza Editorial, 2002.
9
KANT, Inmanuel; Crítica de la razón práctica. Madrid: Alianza Editorial, 2000.
10
KANT, Inmanuel; Metafísica de las costumbres, Madrid: Tecnos, 1989.
8
leyes que la naturaleza de carácter física, biológica, psíquica, social, económica, etc. Le
imponen. De manera que si en hombre se encuentra condicionado por esas leyes que en él
se presentan como inclinaciones de su naturaleza, no se libre en absoluto, sino esclavo. La
única manera que tiene de conquistar su libertad es levantarse sobre su naturaleza y regirse
por las leyes que su razón le dicta. De esta manera, para que el hombre sea auténticamente
libre la naturaleza debe someterse a los imperativos de la razón, o por lo menos permitir
que sus imperativos sean los que tomen la batuta en las elecciones respecto de las acciones
particulares. De esta manera, lo que encontramos en Kant es la primacía de una razón que
representa la libertad positiva.
Si llevamos esta exigencia de sometimiento de las pasiones a la razón a un nivel
colectivos tendríamos que, siguiendo el razonamiento de Berlin, en la colectividad algunos
individuos representan el Yo racional, mientras que el resto, la gran mayoría expresaría el
yo de las pasiones desenfrenadas. Tendríamos, entonces, la exigencia de control social por
parte de una élite racional iluminada que sabe lo que conduce a la libertad de todo el
conjunto y tiene como imperativo el arrastrar al vulgo hacia la libertad. La figura del
totalitarismo ya está, en esta relación, construida. Tenemos lo representado por Mozart en
La flauta mágica con el Templo de Sarastro, donde el Sumo Sacerdote del Templo de la
Sabiduría, Sarastro (tergiversación evidente del nombre Soroastro), educando a los
iniciados impera imponiendo orden y belleza. El coro reza, entonces, en el último acto :
“Los rayos del sol dispersan la noche, aniquilan el poder de los intrigantes
hipócritas ¡Salve, iniciados !, ¡Avanzáis a través de la noche ! ¡Gracias os sean dadas, Isis y
Osiris ! Ha triunfado la fuerza y como recompensa impone a la belleza y a la sabiduría una
corona eterna.”
Ante esta imagen totalitaria de la libertad positiva, Berlin opone la interpretación
negativa de la libertad que representa el ámbito en el que un hombre puede actuar sin ser
obstaculizado por otros. Este es el sentido de la libertad en el mundo moderno que se
resume como estar libre de coacción, donde “coacción” implica la intervención deliberada
de otros seres humanos dentro del ámbito en que yo podría actuar si no intervinieran. Aquí
Berlin sigue la observación de Helvétius quién decía que “ el hombre libre es un hombre
que no está encadenado, ni encerrado en la cárcel, ni tampoco aterrorizado como un esclavo
por el miedo al castigo... no es falta de libertad no volar como un águila, ni no nadar como
una ballena”. En esta interpretación de la libertad Berlin no solamente está siguiendo a
Helvétius, sino también a toda una tradición moderna que pasa por Thomas Hobbes, John
Locke, John Stuart Mill en Inglaterra, y Benjamin Constant y Alexis de Tocqueville en
Francia11.
11
Aunque en el caso de Tocqueville se encuentra una valoración tanto de la libertad negativa como de la
libertad positiva. De esta manera el investigador francés de la democracia estadounidense es capaz de percivir
lo importante que es que los ciudadanos de la democracia participen en los intereses comunes y públicos de la
política para así poder evitar lo que denomina “despotismo blando”, que es la figura política que se podría dar
en un régimen democrático cuando los individuos se concentran exclusivamente en sus asuntos y negocios
privados y abandonan el campo de las cuestiones públicas en manos de los políticos profesionales, y en
manos de los técnicos de la economía y de los operadores del derecho. Si eso sucede, los ciudadanos podrían
rápidamente ver mermadas sus libertades negativas por no ejercer sus libertades positivas y públicas..Cfr.
TOCQUEVILLE, Alexis de; La democracia en América, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1996.
Tocqueville, en su célebre libro, mostró su preocupación porque la sociedad norteamericana abandonara la
preocupación por los asuntos públicos, temor que Bellah y sus colaboradores parecen haber visto hecho
realidad. Al respecto véase BELLAH, Robert; Hábitos del corazón, Madrid: Alianza Editorial, 1989.
La interpretación de las libertades desarrollada por Berlin se encuentra nutrida de la
experiencia política de un trágico siglo XX, poblado de regímenes totalitarios que en
nombre de la libertad del pueblo neutralizaba las libertades de las personas. Así lo entiende
claramente cuando retrata la retórica del régimen totalitario en los siguientes términos:
“Puesto que yo conozco el único camino verdadero para solucionar
definitivamente los problemas de la sociedad, sé en qué dirección debo guiar la
caravana humana; y puesto que usted ignora lo que yo sé, no se le puede permitir
que tenga libertad de elección ni aun de un ámbito mínimo, si es que se quiere
lograr el objetivo. Usted afirma que cierta política determinada le haría más feliz
o más libre o le dará más espacio para respirar; pero yo sé que está usted
equivocado, sé lo que necesita usted, lo que necesitan todos los hombres”12.
Dicha experiencia condujo a Berlin a ver un conflicto entre ambos tipos de
libertades. Si bien por momentos la libertad positiva podría fortalecer las exigencias de las
libertades negativas, sucede a menudo que las primeras podrías entorpecer el despliegue de
las segundas y conducir a totalitarismos nefastos. Pero no hay que pensar que Berlin llega a
esta constatación sólo gracias al estudio de las realidades políticas efectivas, sino porque
percibe agudamente que los ideales de la libertad se encuentra lejos de constituir un todo
armónico y coherente. Los diferentes tipos de libertad pueden hallarse en conflicto, porque
la vida política misma está poblada de bienes y valores en conflicto, así como de exigencias
políticas en confrontación. En todo caso, queda claro para Berlin la menor pérdida en la
vida política se logra cuando se privilegian las libertades negativas.
3.- Amartya Sen y la articulación entre la libertades positivas y las libertades
negativas.
El filósofo y economista indio Amartya K. Sen retoma la distinción entre las
libertades positivas y negativas desarrollada por Berlin, pero la interpreta en un sentido
diferente. De acuerdo con Sen, la libertad positiva refiere a lo que, teniendo en cuenta todo,
una persona puede realmente cumplir. O sea que no se trata de discriminar factores
causales, ni de saber si la incapacidad por parte de una persona de alcanzar un cierto
objetivo se debe a las restricciones impuestas por otros individuos o por el gobierno. La
libertad positiva, entonces, pasa a representar la capacidad que tiene una persona de llevar
la vida que prefiera. En pocas palabras, este tipo de libertad representa el “ser libres de
elegir”. La libertad negativa, por su parte, se concentra en la ausencia de una serie de
limitaciones que una persona puede imponer a otra o que el Estado u otras instituciones
pueden imponer a los individuos. Ésta se presentará entonces como “el hecho de estar libre
de algo”.
La virtud del enfoque de Sen es que no enfatiza la contraposición ambos tipos de
libertades sino que permite explorar las múltiples maneras en las que estas se relacionan.
Por ejemplo, si no tuviera la posibilidad de pasear libremente por el parque porque soy
minusválido esto iría en contra de mi libertad positiva, pero no existiría ningún rastro de
violación de mi libertad negativa. Por otra parte, si no puedo pasear por el parque no porque
sea minusválido, sino porque me asaltarían unos criminales, ahí sí hubiera una violación de
Berlin, Isaiah “La persecución del ideal” en: El fuste torcido de la humanidad, Barcelona, Península 1998
pp. 33 – 34.
12
mi libertad negativa y no sólo de mi libertad positiva. En esta enfoque podemos apreciar,
entonces, que una violación de la libertad negativa siempre implica una violación de la
positiva, mientras que lo contrario no es cierto. Por otro lado, la libertad positiva es una
condición de posibilidad de la libertad negativa. Si la posibilidad de asalto impide que
pueda pasear libremente por el parque, en este caso no sólo está afectada mi libertad
positiva, sino también mi libertad negativa. Si se acepta esto no existe entonces una razón
particular para discutir si se debe asumir una visión de la libertad de tipo positivo o de tipo
negativo. De esta manera ser concluye que una concepción adecuada de la libertad debería
ser tanto positiva como negativa, puesto que ambas son importantes.
Lo que permite a Sen arribar a esta conclusión es su estudio en la economía del
desarrollo. A diferencia de Berlin, que tiene como referente el totalitarismo político, Sen
parte de la experiencia sociales de los procesos prolongados de pobreza, las hambrunas y la
violencia interétnica. De esta manera, el análisis social y del funcionamiento de las redes
sociales en períodos de emergencia permite al filósofo indio tener una comprensión
distinta de las libertades.
Así, cuando uno introduce esta concepción de la libertad en la teoría del desarrollo
se puede interpretar el desarrollo como una ampliación de las libertades de las personas en
lugar de un crecimiento en la producción de bienes o en la dotación de servicios. Si bien un
indicador como el PNB per cápita puede resultar útil tanto por la simplicidad de su cálculo
como por su capacidad de dar cuenta de cómo van ciertas cosas dentro de una economía
local, puede ser engañoso a la hora de representar el crecimiento de las capacidades y las
libertades de las personas. Si bien el PNB nos ofrece una cifra concreta no nos dice cómo el
incremento de la producción afecta la vida de las personas. Construir indicadores para
observar el nivel de capacidades y libertad de las personas es un trabajo más complejo pero
más útil si uno quiere saber si las personas han visto afectadas sus vidas de alguna forma
ya sea positivamente, mediante el crecimiento en el índice de capacidades y libertad, ya sea
negativamente, por medio del decrecimiento en dichos índices13.
Un argumento tan o más fuerte para preferir la medición de índices de libertad y
capacidades a la de indicadores bienestaristas, como el PNB o la oferta de alimentos por
unidad de población, es que desde los segundos no es posible explicar por qué en períodos
de hambrunas en las que la producción de alimentos no ha sido sustancialmente baja el
índice de muertes por inanición se elevó de manera escandalosa con relación a otros
períodos en los cuales la producción de alimentos fue sustancialmente baja. A simple vista
se podría pensar que los períodos conocidos como las hambrunas se deben a una caída
drástica de la producción de alimentos, pero uno se puede equivocar14. Si estamos de
acuerdo en equiparar la muerte con un índice de libertad cero (e, inclusive, de bienestar
cero) podemos decir que los indicadores bienestaristas no son muy útiles. Necesitamos de
herramientas diferentes para poder explicarnos por qué fenómenos como el incremento de
la producción nacional no significa un incremento en las libertades concretas de los sujetos.
Para poder dirigirnos en esta dirección necesitamos de instrumentos que nos ayuden a hacer
concretas y posibles las libertades de los sujetos. Esos instrumentos van a estar dados por lo
13
Por ejemplo el politólogo norteamericano Robert Dahl ha dedicado varios de sus trabajos a investigar el
nivel de libertad de las diversas sociedades teniendo en cuenta indicadores como participación democrática,
niveles de reconocimiento en las relaciones intersubjetivas y políticas, etc. Trabajos como los de Dahl nos
indican que sí es posible calcular índices cualitativos como el de la libertad y las capacidades.
14
Para estas cuestiones se puede consultar Los bienes y la gente y La libertad individual como compromiso
social.
que Sen, siguiendo una larga tradición que se inaugura con Locke, va a denominar derechos
(entitlements).
Los enfoque bienestaristas no ayudan a entender cuánto la organización social
puede ampliar o disminuir el rango de libertades de los sujetos. En este sentido la teoría de
Sen resulta siendo útil porque ésta entiende la libertad de los sujetos como una función de
la organización social; esta es la tesis central de Libertad individual como compromiso
social15. Las libertades, tanto positivas como negativas, son posibilitadas y concretizadas
por la organización de la sociedad. Por ejemplo, la libertad para estar bien alimentado tiene
que ver con las condiciones sociales que hagan posible que la persona pueda acceder a los
alimentos necesarios para ello. Por otro lado, la libertad de pasear por el parque sin temor a
ser asaltado tiene que ver con las condiciones de seguridad que la organización social pueda
ofrecer. Es aquí donde la libertad se relaciona con la teoría de los derechos (entitlements)
que Sen desarrolla, puesto que la herramienta que tiene la sociedad para hacer posible las
libertades (positivas y negativas) de los sujetos es la distribución de derechos, prerrogativas
o titulaciones (entitlements).
Los análisis de socioeconómicos y filosóficos desarrollados por Sen nos permiten
ganar una valoración importante de la libertad positiva. Ciertamente no debemos descuidar
nunca el potencial totalitario que puede tener en ciertas expresiones políticas, que Berlin ha
denunciado suficientemente. Pero con todo, consideramos necesario darle su importancia la
libertad como capacidad de elegir, ya sea individualmente como comunidad política.
4.- Libertad positiva, pobreza y elección razonada de la identidad.
Como hemos visto arriba, los enfoques de Berlin y de Sen respecto a la libertad
varían en su valoración de las libertades positivas y negativas. Para Berlin queda claro que
la libertad positiva entraña el peligro de los totalitarismos, y en ese sentido tiene razón en
encontrar allí algunos de los grandes males políticos del siglo XX. Pero, sin embargo, su
apreciación de Kant no deja de ser injusta, pues no considera suficientemente la
inviolabilidad del marco de elección del sujeto que en filósofo alemán propone16.
Esta primacía de la capacidad de elección individual es la que Sen recupera de la
inspiración kantiana. La revaloración de la libertad positiva en el pensamiento de Sen tiene
dos direcciones. La primera se dirige hacia la afirmación de lo provechoso que resulta ser
tanto en teoría como en la práctica abonar en la articulación que existe entre la libertad
positiva y la libertad negativa. La segunda dirección señala a las capacidades de elección
individual que la libertad positiva representa y que se encuentran presentes en la posibilidad
de reflexionar sobre nuestra propia identidad, es decir la capacidad de ejercer una elección
razonada entre las prioridades de nuestros focos identitarios. En este segundo sentido, la
pertinencia de la libertad positiva se pone de manifiesto hoy más que nunca puesto que
asistimos a un escenario de conflictos interétnicos de que han estallado en varios lugares
15
SEN, Amartya; La libertad individual como compromiso social, Quito: Ediciones Abya-Yala, 2000.
Ciertamente, la otra crítica que Berlin y sus discípulos, entre los que destaca Bernard Williams, que se
refiere a que Kant considera que la razón completamente coherente y, por lo tanto, no existirían
contradicciones entre las exigencias pertenecientes a los sistemas normativos como la moral y el derecho. ES
en ese sentido que teóricos del derecho contemporáneos de inspiración kantiana, como Jürgen Habermas y
John Rawls, ya no recurren al paradigma de la razón autofundante sino que utilizan las estrategias del
discurso o la deliberación intersubjetiva para justificar los sistemas normativos.
16
del planeta17. No desarrollaré aquí estos dos caminos que Sen encuentra para la valoración
de la libertad positiva. Sólo dejaré indicado que esta valoración permite hacer frente a dos
desafíos del mundo contemporáneo como son la pobreza y la violencia interétnica.
17
Cfr. SEN, Amartya; Identidad y violencia, Buenos Aires, Katz 2007. Además se puede consultar
MAALOUF, Amin; Identidades asesinas, Madrid: Alianza Editorial, 2001.
Descargar