JUSTICIA EN RAWLS

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JUSTICIA EN RAWLS:
John Rawls es un pensador estadounidense. Su principal y primera obra es la Teoría de la Justicia
publicada en 1971.
John Rawls ha querido eludir ciertos problemas filosóficos especialmente los relativos a la teoría
de la verdad y a la controversia entre realismo y subjetivismo. Los evita deliberadamente y se
mantiene en la superficie filosóficamente hablando.
Toma distancia en particular de las posiciones utilitaristas que propugnan que la acción moral esté
en función de la cantidad de individuos para los que es beneficiosa porque afectan los derechos
individuales. Igualmente se opone al intuicionismo racional y procura superarlas recurriendo al
contractualismo inspirado en Rousseau y en kant. Aunque ese consentimiento universal está
vinculado a la elaboración y evaluación de los principios de justicia y no a la conformación del
Estado como en Rousseau.
La justificación de esos principios, no tiene carácter epistemológico sino de práctica social, es
decir político entendiendo por ello una concepción moral elaborada para una clase específica de
sujetos, es decir, para instituciones políticas, económicas y sociales. Lo político se diluye en la
explicación rawlsiana dentro de una esfera definida por él como “instituciones políticas, sociales y
económicas”.
Con ese mismo criterio, no analizó un concepto de razón práctica. Simplemente se limitó a tomar
el concepto de razón práctica de Kant y a apelar al constructivismo kantiano pero sin reanalizarlo.
Así Rawls sostiene que la objetividad viene dada por el pluralismo. Implica “que los principios de
justicia son los más razonables para nosotros dada nuestra concepción de las personas como libres
e iguales y miembros plenamente integrados de una sociedad democrática” (Rawls, “El
constructivismo Kantiano en la Teoría Moral”, en Jornadas de Filosofía, Nro. 77, 1980, Pág. 554).
La cuestión fundamental de la filosofía moral es la de si existe un método razonable para validar o
invalidar reglas morales dadas o propuestas y las decisiones tomadas sobre las bases de ellas. Pues
decir que el conocimiento científico es objetivo es decir que las proposiciones en la que se
expresa puede evidenciarse que son verdaderas mediante un método razonable y fiable. Es decir,
que pueden manifestarse a través de las reglas y procedimientos de los que podemos llamar
“lógica inductiva”.
Entonces, los principios de la justicia no los funda Rawls en toda la verdad, “…si por toda la verdad
han de entenderse las verdades de la religión y la filosofía, de la doctrina moral y la doctrina
política. Por definición, en una sociedad bien ordenada bajo condiciones modernas, no puede
haber acuerdo durable sobre estas materias, esta estipulación figura entre las circunstancias
subjetivas de la justicia (Rawls, “El constructivismo kantiano en la Teoría Moral, en: Jornadas de
Filosofía, Nro. 77, 1980, pág. 542). Solo puede fundarse en parte de la verdad, en las creencias de
hecho que comúnmente aceptamos y compartimos.
La justificación práctica viene constituida por el equilibrio reflexivo que no es un estado sino un
método para Rawls que explicita lo que está implícito en la conciencia de los miembros de las
sociedades democráticas para lograr entre todos un acuerdo Pero la pretensión se hace dentro de
un estado democrático moderno y allí se pregunta cómo debe ordenarse las instituciones sociales
para que se conformen a los principios de libertad e igualdad de los ciudadanos como personas.
Deslinda al momento de construir una teoría de la justicia, el trasfondo de idealismo
trascendental y le da una interpretación procedimental que parte de la posición originaria.
Procedimiento:
El procedimiento para alcanzar los principios de justicia se cumple en el constructivismo kantiano
de Rawls a través del diseño de la posición originaria.
Como Rawls se basa en el concepto de justicia como imparcialidad, piensa a los seres humanos en
sí mismos, en su esencia, noumenales al decir de Kant, autónomos, abstraídos de las contingencias
del mundo físico, capaces de elegir libremente los principios de justicia.
La posición originaria parte entonces del supuesto de una comunidad formada por personas
libres puramente racionales, auto interesados que están en una posición de igualdad frente a una
escasez moderada de bienes.
Esta idea organizadora de la justicia como imparcialidad conduce a la sociedad como un sistema
equitativo de cooperación con cierta homogeneidad entre sus integrantes en lo relativo a
intereses y objetivos.
Si las personas supieran de su condición económica, social, cultural, o de sus capacidades, en un
cálculo económico podría inclinarse por determinado principio que lo beneficiara. Pero si
desconoce en que situación se encuentra, elegiría ese principio que menos lo perjudique
cualquiera sea el sector o grupo al que pertenezca.
Por eso, para asegurar la justicia como imparcialidad,. Rawls los ubica bajo un velo de ignorancia.
Los principios se aceptarían de manera racional en una situación inicial bien definida. Es la
hipótesis que conduce a la teoría de la justicia. Se excluye de esta manera el conocimiento de las
contingencias que ponen a las personas en desigualdades o guiándose por ciertos prejuicios. En
la posición originaria prevalece e velo de ignorancia que implica que nadie conoce su lugar en la
sociedad, su posición o clase social; tampoco sabe cuál será su suerte en la distribución de
talentos y capacidades naturales. Nadie conoce su propia concepción del bien, ni los detalles de su
plan racional de vida, ni siquiera los rasgos particulares de su propia psicología. Más todavía,
supongo que las partes no conocen las circunstancias particulares de su propia sociedad. Esto es,
no conocen su posición política o económica, ni el nivel de cultura, ni el género. Sobre le único
que dato que fue modificando su posición fue respecto al tema generacional.
A esta primera etapa, le sigue el de la estipulación de normas constitucionales para hacer valer el
principio de libertad y suponiendo que conoce hechos generales de la sociedad. Luego, sucede
una etapa en que conociendo todos los hechos generales se establecen reglas legislativas y una
siguiente etapa en que jueces y administradores aplican las reglas generales a los particulares.
Deben llegar por consenso a los principios de justicia. El consenso al que acude, cubre los valores
y principios de la concepción política de la justicia como equidad.
Este consenso propio del liberalismo político, ha sido motivo de críticas porque transforma la
política en un dominio aislado de conflictos.
Principios de Justicia:
Para Rawls la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales.
Primer Principio: “Cada persona ha de tener un derecho igual al más amplio sistema total de
libertades básicas, compatible con un sistema similar de libertad para todos”.
El primer principio tiende a garantizar las libertades básicas y su aplicación equitativa. Determina
su mayor amplitud o extensión en la medida que haya compatibilidad con un sistema de libertad
similar para los demás.
Segundo principio: “Las desigualdades económicas y sociales han de estar estructuradas de
manera que sean para: a) mayor beneficio de los menos aventajados, de acuerdo con un principio
de ahorro justo (principio de diferencia), y b) unido a que los cargos y las funciones sean
asequibles a todos, bajo condiciones de justa igualdad de oportunidades”.
En el segundo principio puede advertirse que Rawls admite que una sociedad justa sea una
sociedad desigualitaria diferenciándose de los grandes pensadores que asociaban la justicia a la
proporcionalidad o igualdad.
Rawls cree que una sociedad con diferencias socioeconómicas es más eficiente (y entiende por
eficiencia la producción de más cantidad de bienes) que otra en la que rija una igualdad absoluta.
Cuanto más bienes a repartir existan, las personas más desfavorecidas podrán salir más
beneficiadas que en una sociedad con produce menos bienes.
Pero hete aquí que esto supone individuos auto interesados en la defensa de sus propios bienes y
que aceptan que otros puedan estar en una situación social y económica más ventajosa. Esto es
posible si se percibe que mejora también la propia situación y si es respetado el principio de
igualdad de oportunidades. Porque todos los seres humanos están dotados de “sentido de
justicia” que cada uno desarrolla bajo condiciones sociales normales.
Debe además observarse que hay un orden jerárquico entre los principios y deben aplicarse de
manera jerarquizada:
El primer principio asegura las iguales libertades fundamentales de las personas porque lesionado
ese sistema de libertades no puede justificarse ni compensarse con mayores beneficios sociales y
económicos.
Segundo principio, ante la desigualdad socio económica debe existir una justa igualdad de
oportunidades frente a la posibilidad de lograr cargos y posiciones desiguales.
El tercer principio es el de diferencia. Solo es justificable si la diferencia de expectativas funciona
en beneficio de los más desprotegidos. Establece el mayor beneficio de los miembros menos
aventajados de una sociedad.
Las mayores expectativas otorgadas a los más favorecidos, por ejemplo a un grupo de
empresarios, obran como estímulos para mejorar las expectativas de los menos favorecidos, es
decir de los trabajadores, creándose para Rawls de este modo un esquema justo. Si cayeran las
expectativas de los más favorecidos suscitaría un descenso también en las expectativas de los
menos aventajados.
Pero el esquema se tornaría injusto cuando una o más expectativas fueran excesivas y afectaran
la justa igualdad de oportunidades.
Hay un vínculo estrecho entre el principio de la diferencia y el principio de la eficiencia en un
esquema perfectamente justo.
Las desigualdades están encadenadas y cada uno de los eslabones está vinculado a las
expectativas que deben maximizarse de los menos aventajados.
Los principios de la justicia son conceptos de economía política. Su interés por la justicia concebida
por encima de la eficiencia económica, del bienestar material y de la felicidad pública, despertó
interés por pensadores como Joshua Cohen y críticas por pensadores ligados al neoliberalismo
como Robert Nozick.
Desobediencia civil:
Rawls la define como un acto público, para llamar la atención de las mayorías, no violento,
consciente y político contrario a lo estipulado legalmente cometido con la meta de cambiar la ley
o los programas de gobierno. Señala que es político porque está justificado por los principios de
justicia que conforman la constitución y las instituciones sociales.
La diseña para el caso especial de una sociedad casi justa, por lo tanto, democrática, bien
ordenada, pero en la cual sin embargo ocurren algunas serias violaciones a la justicia. Por ello el
que desobedece no quiere derrocar un sistema injusto sino corregirlo.
Rawls comienza por determinar qué clase de injusticias pueden, apropiadamente, ser objeto de
desobediencia civil esto es, la causa justa que se da cuando hay instancias de injusticias
sustanciales y claras.
La segunda condición de legitimidad de la desobediencia civil que postula Rawls coincide con dos
de los requisitos de legitimidad del recurso a la fuerza, a saber, recta intención, es decir se actúe
de buena fe o último recurso después de agotar otros medios y movidos por la urgencia.
LA JUSTICIA EN RORTY:
Richard Rorty es conocido como el principal pragmático sin método o filósofo solidario. Autor de:
“La filosofía y el espejo de la Naturaleza” (1975), “El giro lingüístico” (1990), “Contingencia, ironía y
solidaridad” (1991), “Pragmatismo y política” (1992).
Antirrepresentacionalismo
Richard Rorty es conocido por su oposición al representacionalismo. Afirma que el conocimiento
no consiste en la captación de la realidad en sí sino en la manera de adquirir hábitos para hacerle
frente. No hay ninguna correspondencia entre la cosa y el concepto o la palabra con que se
designa la cosa. No hay posibilidad de contrastar nuestras teorías con algo externo a ellas. El
lenguaje no media entre nosotros y el mundo.
Sobre la discusión acerca de si lo real es determinado a priori o a posteriori sólo se plantea en la
interpretación rortyana desde perspectivas representacionalistas. Su antirrepresentacionalismo lo
lleva a rechazar el idealismo trascendental.
La epistemología es una disciplina que según Rorty, murió. Descartes, Locke y Kant y la filosofía
analítica, son todos representacionistas.
Desde allí, abandona toda pretensión de trascendencia y objetividad.
Creencias, ironía, etnocentrismo:
Como pragmático, busca reducir la objetividad a la solidaridad y la verdad entonces la define como
aquello en que nos es bueno creer. Una teoría es verdadera no por lo que represente sino porque
proporciona una regla de acción que trae determinadas ventajas y nos permiten alcanzar ciertas
metas.
El presupuesto que descubre Rorty es transferir el tipo de conocimiento que tenemos sobre las
creencias de otros (que es el conocimiento perfecto) al conocimiento sobre el mundo. En el
conocimiento no privilegia la razón sino las creencias.
Para Rorty, somos herederos de la tradición objetivista que ansía alcanzar una comunidad objetiva
que exprese una naturaleza humana ahistórica.
No hay lugar para esencias subyacentes sino una producción de relatos. Todos los relatos parecen
iguales. En todo caso el tiempo nos mostrará cuál es el que perdura. Hay criterios objetivos de
selección, que se circunscriben a los fines y a la coherencia con el resto de la cultura.
Ha sido calificado como etnocentrista a partir de su afirmación de que necesariamente
privilegiamos nuestra comunidad. Siempre se parte de donde estamos.
El ciudadano paradigmático es el ironista que es nominalista e historicista, comprometido con la
justicia social, convencido de que no debe admitirse la crueldad, pero ve a esos compromisos
como puramente contingentes.
La Justicia como lealtad:
Todos los conceptos están circunscriptos al momento histórico en que se desarrollan.
La solidaridad no escapa a la contingencia. Ser solidario es un reconocimiento a la humanidad que
nos es común. En los detalles de las vidas de los otros, nos identificamos. Y esa identificación es lo
que habilita la discriminación. Mientras para Kant, hay una obligación moral universal hacia el ser
humano, para Rorty la acción generosa es hacia uno de nosotros. La obligación de solidaridad
hacia toda persona, le parece vacía porque no le permite fijar prioridades hacia quiénes debe
llegar la solidaridad. También admite que pueda llegar a incluir a uno del grupo de “ellos” y llegar
a todos los seres humanos. No todas las personas son igualmente merecedoras de una acción
solidaria.
Lo que inspira la solidaridad es el dolor y el sufrimiento. Por ello, concibe que si no se dan estas
condiciones, no hay obligación de solidaridad. Para Kant en cambio, ser solidario es independiente
de la situación de dicha o desgracia que le toca vivir.
La solidaridad está inspirada por lo tanto en Rorty en emociones y no en la racionalidad de un
sujeto como en kant.
Por las razones expuestas, queda claro que la justicia no emana de la Razón sino que es un
conflicto entre lealtades.
De lealtades, frente a grupos más lejanos o más cercanos. Por ejemplo el conflicto de lealtad entre
la familia y el grupo de vecinos.
Los lazos se estrechan con los más cercanos; se relajan con los más lejanos.
Si lo midiésemos en nuestra relación con otras especies, podríamos decir que la justicia con las
otras especies las minimizaríamos en la medida que nos resulten más extrañas, pero siempre
daríamos prioridad a nuestra propia especie.
En otros momentos, actuaremos como ciudadanos del mundo.
Podríamos preguntarnos cómo debemos actuar? Si contraer el círculo por lealtad o expandirlo por
justicia?
Rorty se diferencia de Kant. Para éste la justicia surge de la Razón; la lealtad, del sentimiento.
Sólo, la razón pueden imponer obligaciones morales incondicionales (imperativos categóricos). Lo
que Kant describiría como un conflicto entre obligación moral y sentimiento, entre razón y
sentimiento, Rorty
Lo expone como un conflicto entre lealtades hacia distintos grupos, hacia diversas identidades,
hacia formas alternativas de dar sentido a la vida.
Para Habermas, la línea que separa la confianza de la obligación es el trazo que remarca para
separar la manipulación retórica de un argumento de validez genuino y lograr la acción
comunicativa. Si dejamos de pensar a la razón como una fuente de autoridad y pensamos en ella
como un proceso para alcanzar acuerdos, entonces la dicotomía kantiana con antecedentes en
Platón empieza a desvanecerse.
Hay una continuidad de grados entre creencias y deseos. Estos son los que permiten un modo de
vida que hará del uso de la fuerza un recurso frecuente o una inutilización del mismo.
Una racionalidad más fuerte en el sentido kantiano o la fuerza del mejor argumento de Habermas,
no permiten para Rorty la solución de los conflictos o el acuerdo que en la vida cotidiana se
necesita. En todo caso, lo que importa es la eficacia para arribar a acuerdos.
La Justicia como lealtad surge del sentimiento y debe ser lo más ampliada posible.
Para Rorty, es un imperativo no causar dolor y es causante de un dolor prolongado e intenso quien
humilla. La humillación implica que se le haga ver a una persona que las cosas que le parecían más
importantes eran insignificantes, obsoletas e inútiles, obligándola a renunciar a sus léxicos últimos
de sentido y adoptar uno nuevo que se le impone desde el poder.
Por todo ello, pese a su etnocentrismo y casi paradójicamente podría concluirse que según su
posición es necesario respetar las prácticas y costumbres que constituyen las redes de
significación de otras culturas.
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