Apuntes sobre la Terminal de ómnibus de San Salvador de Jujuy

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GT COMUNICACIÓN Y CIUDAD - ALAIC 2002
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, del 5 al 8 de junio.
TÍTULO DEL TRABAJO: FUERA DE FOCO. Apuntes sobre la Terminal de ómnibus de
San Salvador de Jujuy.
AUTORAS:
Nombre: Alejandra García Vargas.
Institución: Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy /
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
Cargo: Jefa de Trabajos Prácticos, Teoría y Problemática de la Comunicación Social I y II;
Ayudante de 1ª, Taller de Semiótica Audiovisual / Becaria de Formación de Posgrado.
Título: Licenciada en Comunicación Social (Universidad Nacional de Córdoba, 1997).
Maestranda en Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales (UNJu).
E-mail: [email protected]
Teléfono: 00 54 388 4232240.
Dirección: Otero 240 4º C, San Salvador de Jujuy (4.600), Jujuy, Argentina.
Nombre: Liliana Bergesio
Institución: Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy /
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
Cargo: Jefa de Trabajos Prácticos, Antropología Social y Cultural / Becaria de Formación de
Posgrado.
Título: Licenciada en Antropología (Universidad Nacional de Jujuy). Maestranda en Teoría y
Metodología de las Ciencias Sociales (UNJu).
E-mail: [email protected]
Teléfono: 00 54 388 4232095
Dirección: Venezuela 555 – Bº Mariano Moreno, San Salvador de Jujuy (4.600), Jujuy,
Argentina.
RESUMEN
Se trata de un recorrido etnográfico por la estación terminal de ómnibus –de media y larga
distancia– de la ciudad de San Salvador de Jujuy y la zona que la rodea como escenario de la
actividad de trabajadora/es cuentapropia. El área elegida ha sido objeto de innumerables
disputas que ponen en juego la apropiación material, la construcción simbólica y el ejercicio
de distintos derechos sobre la ciudad. También los actores en que centramos la atención se
representan de manera conflictiva.
PALABRAS CLAVE
Imaginarios urbanos – trabajadores cuentapropia del sector doméstico – interdisciplinariedad.
FUERA DE FOCO
Apuntes sobre la Terminal de ómnibus de San Salvador de Jujuy
Alejandra García Vargas y Liliana Bergesio 
Las Terminales de Ómnibus son lugares de encuentros y despedidas, acercamientos y
alejamientos, pero también en ellas muchas personas permanecen. En ella algunos terminan
sus viajes, para muchos en ella transcurre gran parte de su día laboral. Sólo un sitio de transito
donde las biografías no dejan su impronta para algunos, lugar cargado de significados para
quienes construyen en él su espacio de trabajo. Este fue el motivo que nos llevó a mirar, desde
las ciencias sociales, la terminal de Ómnibus de la ciudad de San Salvador de Jujuy (Provincia
de Jujuy-Argentina).
En un primer momento pensamos que podíamos hablar de ella mediante el recurso de
las “instantáneas”. Fotografías que dieran cuenta de este enorme edificio de cemento, de su
complejidad, de sus recovecos y explanadas. Pero cada una de estas postales encubriría algo
importante. Fuera de foco, en un rincón, siempre estaría una persona, un aparato, un objeto,
contradiciendo la mirada centrada. Es que la terminal es múltiple, vidas en coexistencia,
interacción entre mundos. No es posible sistematizar distancias, tiempos, espacios, saberes, en
ella.
Hay una terminal de madrugada, con personas que se cubren esperando el colectivo
que los llevará a destino. Entre los abrigos, mantas artesanales de llama y vicuña, y también
frazadas polares provenientes del sudeste asiático que hasta hace no demasiado tiempo podían
comprarse por poco dinero en las cercanas ciudades de la frontera con Bolivia. ¿Cuáles
enfocamos para hablar de las formas de permanecer sentados en las frías madrugadas de este
valle surandino?. ¿Optamos por la pervivencia de los saberes milenarios del tejido o
recurrimos a las formas de la globalización más parecidas al conventillo de Ford que a la
aldea mcluhiana?.
También de madrugada, hombres y mujeres trabajan. Las prostitutas caminan la
vereda y, de tanto en tanto, conversan con los taxistas trasnochados que juegan cartas en el
capot de sus autos compartiendo bolsas de coca y bica. Los maleteros dormitan apoyados en
algún quiosco donde un vendedor joven escucha la radio y atiende el negocio, detrás de una
pequeña y débil reja.

Becarias de Formación de posgrado – CONICET / Docentes FHyCS – UNJu – Argentina.
Cuando llega el día, el generoso sol jujeño borra los rastros de la madrugada inhóspita.
En un lapso de media hora, entre las seis y las seis media, la gran explanada en la que se
abordan los colectivos se llena de vendedores de todo tipo de objetos y sustancias. Alimentos,
bebidas, plantas y yuyos, juguetes, artesanías comienzan otra danza interactiva y múltiple. Se
suman los ruidos y la música de los puestos de cassettes y discos truchos. Ese ritmo intenso
permanece hasta por lo menos las diez de la noche. ¿Qué enfocamos? ¿los logotipos de las
empresas de transporte generados por diseñadores gráficos hábiles y profesionalizados; la
empanadera que distribuye su mercancía en una conservadora de tergopol demasiado vieja;
los silenciosos colectivos de dos pisos que vienen del sur; los empolvados coches con asientos
de cuerina que van al norte; el puesto con ekekos y yuyos para el amor; el remisero que ofrece
como al descuido un viaje barato al ramal; el puesto al que primero llegan los diarios de
Buenos Aires; el hombre que con su pequeña cartera bajo el brazo cambia pesos, lecop,
patacones, dólares?.
Por la noche, otro escenario. Grupos de hombres conversan cerca de las ventanillas,
hombres y mujeres se apuran por ocupar su lugar en alguno de los bancos de metal para hacer
noche esperando un colectivo de horario incierto (entre las 3 y las 5 seguramente alguno de
los coches que viene de Buenos Aires puede llevarte a Pocitos). Es silenciosa, la terminal, a
esas horas. Está iluminada. Parece mucho más grande, llegan a verse las pretensiones de
modernidad que signan su arquitectura, aquellos rasgos que en 1969, al inaugurarse,
seguramente sorprendían.
Enorme, y sin embargo esquiva, la terminal sólo parece abordable si nos reconciliamos
con la narración y la etnografía.
La terminal como lugar de trabajo
Imposible la disección, el conteo, la medida. “La terminal como lugar de trabajo” es el
título de este apartado. ¿Lugar de trabajo de quiénes?. La pregunta tiene muchas respuestas.
Es el espacio de trabajadores formales, asalariados de empresas de transportes y comercios
"habilitados". Es el espacio de labor para los trabajadores cuentapropia del sector doméstico:
vendedores ambulantes, artesanos y artesanas, pequeños comerciantes, dueños de "transportes
alternativos" no habilitados. Es el lugar de los ilegales: contrabandistas y prostitutas mujeres y
travestis. Y, finalmente, material de análisis (por tanto, de trabajo) para las ciencias sociales.
Enfocaremos, finalmente, una porción de este entramado de significaciones. Por ello,
ponemos a dialogar, en este ejercicio de acercamiento a la Terminal de Ómnibus de San
Salvador de Jujuy, capital de una provincia de frontera, a los trabajadores cuentapropia con el
espacio en el que ejercen su actividad económica, y a la Antropología y la Comunicación
Social como disciplinas complementarias e imprescindibles para el abordaje de ese espacio y
esos actores.
Los trabajadores cuentapropia del sector doméstico y su relación con la Terminal
El cuentapropismo en Jujuy, al igual que en el resto de la Argentina, se inició como
fenómeno definido en los ‘70 como vía de trabajo independiente para los trabajadores
expulsados de los sectores agropecuarios e industriales. En los ‘80 el cuentapropismo creció a
consecuencia del proceso de desindustrialización y lo hizo bajo formas precarias e informales.
Durante la década de los ‘90 se acentuó la desindustrialización y fueron los trabajadores por
cuenta propia los que absorbieron a la mayor parte de las y los trabajadores (Bergesio: 2000).
Los feriantes y vendedores ambulantes forman parte de este sector económico y siguen
el mismo sentido en su crecimiento. Los años setenta marcan el inicio de un dinámico
crecimiento que se agudizó a partir de la década del ‘90.
Al acercarnos al estudio de este sector lo primero que llama la atención es su
heterogeneidad y presencia de fuertes conflictos internos.
El tema de la ocupación de la calle por parte de los vendedores ambulantes remite al
conflicto por los espacios públicos de la ciudad. La higiene y la imagen de la ciudad son los
aspectos centrales que retoman los medios masivos en relación con el tema. La mayor
preocupación es, justamente, la zona de la Terminal de ómnibus donde hay una gran
concentración de ellos/as.
En ese sentido, se considera que la higiene y estética de esta suerte de “entrada” o
“primera impresión” de la ciudad se ven vulneradas por la presencia de vendedores. Los
mismos vendedores declaran que están trabajando en estos aspectos. Las necesidades de un
cambio en estos tópicos se presentan también como una preocupación de los vendedores. El
cambio incluye las consideraciones a la oferta de servicios (en cuanto la actividad se ve como
satisfacción de necesidades de ciudadanos que, a su vez, se conciben como consumidores),
pero centralmente se refiere al tema de la imagen. Hay acuerdo en que la venta callejera debe
modificarse, tanto por cuestiones funcionales y jurídicas como por lo inadecuado de esa
imagen para construir una ciudad “moderna”.
La imagen que brindan los puestos de venta callejera no coincide con la estética que se
percibe (o se propone) para la ciudad de “hoy”. Los medios coinciden en adscribir a los
vendedores ambulantes a una estética negativa y perjudicial para la ciudad, relacionada
estrechamente con la falta de higiene.
Los medios locales –y una parte de los ciudadanos de San Salvador de Jujuycaracterizan a la venta callejera mediante tres rasgos decisivos: ilegalidad, suciedad y uso
abusivo del espacio público.
Parece interesante confrontar las construcciones mediáticas con algunas características
de la actividad.
En primer lugar, y para dar cuenta de la heterogeneidad del grupo, podemos tomar
como criterio diferenciador el pago de ciertos impuestos por parte de estos vendedores.
La tasa que se abona puntual y masivamente es el "Impuesto Municipal al suelo". Se
trata de un permiso municipal que otorga el derecho de instalar puestos en un lugar
determinado de la ciudad. Este es severamente controlado por el municipio y los propios
vendedores ya que cada uno tiene así "legalmente" adjudicado un "lugar" donde instalarse.
Quien no cumple es rápidamente "retirado" del lugar, no sin que medien gritos y empujones.
Los retiros violentos no son frecuentes porque, como dijimos se "respeta este impuesto al
lugar".
Hay algunos vendedores que no cumplen con este impuesto y se limitan a presentar
sus productos sobre el suelo en lugares sin concentración de puestos. Quienes realizan estas
prácticas plantean que generan inconvenientes, ya que para que los clientes los "ubiquen"
deben estar siempre en un mismo lugar, de otra manera son solo "ventas de ocasión" (como
para las fiestas de fin de año o día del niño por ejemplo). Así, plantean la necesidad de contar
con un lugar fijo, pero no pueden pagar el alquiler de un local en las ferias y no cuentan con
los contactos que les permitan conseguir un lugar.
El pago de impuestos se percibe como un gasto sin ganancia, ya que no reportaría
ningún beneficio.
Otro grupo está constituido por vendedores en la vía pública subcontratados por
comercios instalados (que podrían llamarse legales o formales, o legales morosos) 1 para
distribuir sus productos sin cargas laborales y libre de impuestos, pero garantizando una
mayor zona de cobertura potencial de venta. Estos vendedores ya no serían cuenta-propia sino
empleados en negro cuyo sueldo es una comisión por venta.
Y queda un cuarto grupo. Aquellos que venden en la vía pública productos ilegales
"aceptados socialmente"2 esto es: artículos ingresados al país por contrabando, copias de
cassettes, video y CDs. Pero muchos de estos vendedores de artículos "ilegales" venden en
1
Están inscriptos ante la AFIP, Municipalidad, etc. pero no tienen sus impuestos pagos al día.
Usamos esta denominación para excluir a los vendedores ilegales de drogas y armas que comercializan estos
productos clandestinamente.
2
puestos legales o semi-legales (pagan impuestos municipales y/o alquileres en locales de
ferias)3.
Advertidas las diferencias en el interior del grupo, resulta interesarte dar cuenta de los
usos de la vía pública como escenario también complejo de la venta callejera.
Por un lado, parte de la actividad económica en los espacios públicos de la ciudad está
controlada por grupos que desarrollan una estrategia de comercialización mediante la venta
callejera (ya mencionada en este trabajo). Por otro lado, el Municipio autoriza la instalación
de estos puestos en distintos lugares de la ciudad, entre ellos, justamente, la zona de la
Terminal de Ómnibus.
Hay un lugar de la ciudad que resulta paradigmático. Se trata de una pasarela de
cemento llamada "El Caracol" que une la Terminal de Colectivos (que están en una zona baja)
con el Barrio Mariano Moreno (antiguo barrio de la ciudad de casi cuarenta años, que esta en
una zona alta). El pasaje es llamado “coyaducto” en distintos programas de FM locales. El
sitio cuenta con un importante número de vendedores instalados desde hace más de diez años.
Hace cinco, el mismo Municipio marcó los lugares, cada dos metros, donde cada vendedor/a
se puede instalar, previo pago del impuesto. En septiembre de 2000 instaló cada tres puestos,
un basurero con el logo municipal. En los diarios locales, es recurrente la mención a la
suciedad que se concentra en este lugar. Aquí hay un "permiso" municipal para que estén
instalados, aunque los medios locales levanten voces en contra de esta instalación y no
mencionen la intervención municipal, aunque si la falta de acción al permitirles permanecer.
El reclamo por la higiene y la estética de la ciudad, y su posibilidad de invasión por
costumbres que las vulnerarían, costumbres que se asimilan automáticamente a lo coya o lo
boliviano ponen al descubierto la fuerte tensión étnica que caracteriza las relaciones entre las
clases y sectores sociales en Jujuy. En este sentido Karasik plantea que no es infrecuente que
algunos sectores sociales se refieran al ordenamiento social jujeño como si fueran diferencias
étnico-culturales los principales constituyentes de la estructura social. Dando como ejemplo
que en el contexto de las movilizaciones populares masivas de 1990 en San Salvador de Jujuy
(capital de la Provincia) un dirigente de la Unión Industrial Jujeña alertaba contra el "riesgo
de la revancha racial" (1994:36).
Esta misma autora señala que la posibilidad de las representaciones étnico-culturales,
3
Es importante resaltar el grado de corrupción que existe en el control. En situación de entrevista en un puesto
de venta callejera de copias de CDs, una de las autoras de este trabajo presenció como un inspector municipal
recorría los puestos a lo largo de una cuadra (cinco en total) "cobrando" su impuesto. Esto era en realidad una
"coima". Uno de los vendedores comentó que todos los viernes, cerca del mediodía, recorre cada puesto
cobrando un CD por puesto, donde "encarga" los títulos y autores que quiere llevar la próxima.
de operar como metáforas de la sociedad y de sus fracturas, junto a su gran capacidad de
interpelación social, debe examinarse en su anclaje en las relaciones sociales y políticas y en
la historia de su configuración (ob.cit.:35). Así, para el caso de la Provincia de Jujuy, la
ruptura de la férrea asignación de los "qollas"4 a ciertas posiciones sociales y espacios
productivos que se produce a mediados del siglo XX generó importantes transformaciones en
las representaciones de "lo qolla". Mientras hasta la década del 40 un componente
fundamental del conflicto de clases era la sobredeterminación de lo étnico y lo social, la
expansión de la proletarización y la urbanización después de 1945 le dio un nuevo carácter a
esta relación. Si hasta entonces "ser qolla" remitía a una síntesis definida de cultura surandina
y a relaciones sociales determinadas, en adelante perderá cada vez más su carácter de
descriptor y diacrítico sociocultural, y comenzará a ser posicionado simbólicamente en la
subalternidad. La modernización de las relaciones laborales promovidas por el peronismo y el
asentamiento masivo de pobladores qollas del Norte de Bolivia en la ciudades de Jujuy
(principalmente su capital, San Salvador) parecen estar asociados con el recrudecimiento del
sentimiento de peligrosidad y amenaza al viejo orden social experimentado por las clases
dominantes locales. Como en otras zonas del país, este arribo y las cambiadas relaciones de
fuerza de las clases populares se asociaron con la percepción de esta ocupación de nuevos
espacios (sociales, público, económicos, etc.) como invasión (ob.cit.:51). Así lo "qolla" pierde
su jerarquía y valores positivos identificado con cualidades buscadas para el trabajo en el
campo (qolla dócil y trabajador) y se convierte en "coya", identificación despectiva,
estigmatizante, que engloba a un grupo indefinido pero en el que se pueden rastrear o
identificar algún tipo de "rasgo característico andino" (fenotipo y vestimenta, por lo general
solo lo primero lo cual es mayoritaria en la población de la provincia). Y este "coya" tiene
también sus "cualidades" puestas en expresiones de uso común: "coya ladino", "coya
mugriento", o cuando un niño de ensucia la sentencia "no seas coya".
La terminal aparece, así, como un espacio que guarda y muestra las huellas de la
historia de los hombres y mujeres que han habitado la ciudad; es un espacio conformado, pero
también conformador de la vida de sus habitantes. En San Salvador de Jujuy, lo andino se
enfrenta a lo criollo y lo europeo, lo local a lo global, lo que somos con lo que algunos
sectores quieren ser.
Una realidad de múltiples dimensiones y actores. Donde la calle se transforma en un
objeto concreto y vivo que es fuente de información ininterrumpida (Lefebvre 1978:143) de
4
Categorización étnico-social resultado de la confluencia, a comienzos del siglo XX, de pobladores de distintos
regiones surandinas en la base de los sectores subordinados en la provincia (Karasik 1994:40-41).
luchas y resistencias históricas que no pierden vigencia.
II- Los trabajadores científicos y su relación con la transdisciplinariedad
En la actividad transdisciplinaria, el contacto con la realidad es inevitable. Si
recordamos lo que plantea Castro cuando se refiere a los significados que adopta el término
disciplina, uno de los cuales se vinculaba al alejamiento de las cosas mundanas para
reflexionar con independencia, verificamos que la transdisciplinariedad como práctica supone
un retorno a esas mismas perturbadoras realidades, y esta vez sin un maestro o guía que
determine el camino correcto. En este largo transitar, la autoridad del orientador es sustituida
por la visión crítica compartida del equipo transdisciplinario y la aprobación o desaprobación
de aquél por la respuesta del propio objeto sobre el que se trabaja. Es inevitable, el trabajo
transdisciplinario en sí nos devuelve al mundo con sus conflictos de poder, sociales, políticos,
económicos y cuantos hay en la realidad no abstracta, porque ese equipo es la realidad en sí.
En lo que respecta a las disciplinas nuestros trabajos procuran avanzar en la
desnaturalización de las relaciones y formas en que se instituye y reproduce la identidad local.
Creemos que los estudios sociales y culturales tienen mucho por decir sobre los significados
de la ciudad, dado que ella ofrece a sus habitantes y también a los que no viven en ella pero
participan eventualmente de su ámbito, un complejo entramado de significaciones. Así, la
interpretación de la ciudad como sistema de significaciones incluiría, por ejemplo, el
significado social de los barrios, las relaciones entre status y prestigio del lugar donde se vive
y cómo esto es visualizado por los diferentes sectores sociales.
Pero estas miradas parciales no deben perder de vista que la ciudad también significa
globalmente. Por ejemplo, los aspectos ideológicos de la faz arquitectónica de una ciudad, los
estilos de construcción, la disposición de zonas comerciales y los espacios verdes hablan de
los valores y proyectos de cada gestión o generación política.
En síntesis, la propuesta es pensar la ciudad en el plano de los aspectos significantes
de la misma y de su construcción social.
Finalmente y a modo de conclusión, la convergencia de objetos, métodos e intereses
entre la antropología y la comunicación, producidos por las profundas transformaciones del
mundo material y social y por la evolución de los abordajes teórico metodológicos deberían
elegir, al igual que las formas de relación interculturales, el camino del diálogo para
profundizar acuerdos que lleven a dar cuenta más acabadamente de tales complejidades.
La conversación cosmopolita de la humanidad y las nuevas solidaridades que surgen
en el mundo globalizado como aspectos positivos de la construcción de una sociedad más
democrática, debería tener su proceso homólogo en las ciencias sociales que lo estudian. El
resurgimiento de sectas académicas en defensa de campos separados y autónomos será la
respuesta fundamentalista de la deslocalización de ambas disciplinas. La apertura
desprejuiciada a la otra tradición disciplinar será la estrategia del diálogo.
Una postura que rompa con los campos de poder disciplinar permitirá reencontrar a las
ciencias sociales y a sus respectivas tradiciones, para generar nuevos conocimientos mestizos
que permitan conocer la complejidad del mundo contemporáneo. El término sugiere que las
disciplinas pueden ser intrínsecamente mixtas en su origen, más que históricamente puras y
homogéneas, pero que se reinventan en el encuentro y la confrontación y son,
fundamentalmente, fértiles. Como lo señala Hannerz: "volviendo la vista hacia el futuro, el
escenario del mestizaje está abierto" (1992:104).
Finalmente, en un continente donde las desigualdades están marcadas como manchas
indelebles y en el que la modernidad excluyente genera nuevas formas de exclusión,
dominación y racismo, creciente desalarización y el debilitamiento del estado de bienestar, los
pobres y excluidos no son los "últimos salvajes de la antropología de urgencia" (Auge: 1995)
y son la mayoría de nuestros cuasi ciudadanos. Por ello no podemos dejar de ocuparnos de
estos problemas, los que se conjugan con nuevas experiencias y significados de "nuestra"
modernidad.
Estas reflexiones solo muestran algunos aspectos parciales de las dificultades que se
presentan en torno al eje disciplina-transdisciplina. A pesar de ser apenas un comienzo
creemos que son suficientes como para dar cuenta de su complejidad.
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